Partida Rol por web

—Tampoco me ha llevado tan lejos. No deja de ser un programa local —bromeó él, fingiendo inocencia—. La emisión no llega más allá de las montañas.

Mantuvo una sonrisa divertida en los labios, cruzando los brazos y estirando un poco las piernas bajo la mesa. Si había algo que se le daba bien a Brendan, eso era ser relativamente ilegible. Como si estuviera relativamente acostumbrado a esconder su propia naturaleza.

—¿Tú crees? —Dejó caer la pregunta, ladeando muy ligeramente la cabeza antes de contestar—. ¿Tan terrible es la formalidad? —Enseñó los dientes durante un instante—. Los límites se conocen cuando se alcanzan, así que hay muy poco que pueda contarte. Aunque por el momento vamos a olvidarnos de las drogas —Alzó un poco las cejas—. Lo que me sorprende es que tengas interés. ¿No será que te has encaprichado de la voz en las ondas? No recuerdo que en el instituto te llamara tanto la atención.

Estiró un poco la espalda.

—Sería una vida muy aburrida si no tuvieramos momentos de divertirnos.

Asintió sobre el programa y alzó las manos. 

—Funciona, tiene oyentes. Ya con eso es suficiente—dijo divertida y agregó—. No tan lejos, pero si hasta aquí. ¿Te parece poco?

Se estaba divirtiendo con Brendan, las respuestas que le ofrecía o la misma dinámica que tenían era agradable. Paris se sentía bastante libre, cómoda y ya con ello, solo el resto era tantear, conocer y descubrir. 

—Hm... Tendrás que averiguar qué creo, más allá de la retórica—comentó y le guiñó un ojo—. En absoluto, no es terrible. Solo que estás ahora mismo con una persona que le gusta ensuciar un poquito eso. 

Tan osada con ello, abrió los ojos sorprendida por ese comentario y se acercó lo suficiente a él, como para compartir el mismo aire que respiran. De alguna manera le gustaba ese tipo de cuestionamiento porque le habría puertas. 

—Bueno, tampoco te fijaste en mi durante la preparatoria—le devolvió—, ahora sí nos vimos y no es un capricho. ¿Acaso no sabes lo que es divertirse? 

Y volvió a acomodarse en su silla para beber el café y terminarlo. 

—Entonces vamos al lago a crear un momento divertido. 

​​​​​​

A esa hora ya casi no había gente ya que la mayoría habían cenado y se iban al pub a tomar algo más fuerte que un café. Aún en la cafetería se encontraban sentadas algunas personas charlando animadamente (Paris y Brendan) y otro iban llegando para poder llenar sus estómagos. 

En la cafetería se encontraba Jane que trabajaba en barra y cocina y a April que a parte de ser la camarera era conocida por su amabilidad. Después de que entraran varias personas, esperaron a que se sentaran y vieran un poco la carta antes de que comenzara a coger las comandas. Mientras tanto una suave música sonaba alrededor de las voces de aquellos que estaban hablando tranquilamente en el lugar.

El lugar no estaba tan lleno como esperaba, algo que agradeció. En la ciudad estaba acostumbrada a los lugares alborotados donde apenas podías escuchar a tu compañero de mesa, al grito de comandas para hacerse escuchar por encima de la música o algunas personas en el exterior esperando a que una mesa se vaciara para poder sentarse. Y aunque las horas no fueran propicias al priorizar un restaurante antes que una cafetería, el ambiente parecía tranquilo y agradable.

Echó un rápido vistazo a las personas que se encontraban tomando algo, un simple chequeo por inercia a la curiosidad humana antes de dirigirse hacia una de las mesas pegadas a la ventana.

¿Aquí está bien? – No tenía ninguna preferencia en asiento, pero reconocía que el escenario de una mesa frente a la cristalera de una ventana era una imagen acostumbrada a ver en las novelas o películas que consumía, como si fuera una tradición que debía también respetar.

Apartó la silla con cuidado de no hacer demasiado ruido antes de sentarse. Cruzó las piernas y se acomodó la tela del vestido corto para evitar que no se viera más de lo necesario, aunque por precaución dejó su bolso sobre su regazo funcionando de cobertura. Una vez estuvo cómoda, agarró una de las cartas para ver los distintos productos que vendían, paseando con curiosidad la mirada en la sección de postres.

Me fío de tu criterio.- Dejó la carta sobre la mesa y colocó sus dedos sobre ella, haciendo un simple movimiento para girar el menú frente a Robert.- ¿Hay algo irresistible que esté en la obligación de probar? – Sonrió, imaginándose que él conocía este lugar y confiando en su elección.

—¿Hay que ser ambiciosos, no? —Mantuvo su serenidad, dejando caer los hombros muy ligeramente—. Sería un poco triste pensar que las ondas ya no van a llegar más lejos en todo lo que me queda de carrera. Pero tienes razón en algo —Inclinó la cabeza y sonrió muy ligeramente—. A veces lo que se busca está más cerca de lo que uno piensa. El peligro de mirar al horizonte es no ver lo que está bajo tu nariz.

Se estiró un poco. En sus años de instituto, más allá de ser ligeramente retraído, Brendan había parecido alguien al menos ligeramente más nervioso. El paso del tiempo le había hecho muchos favores en ese sentido.

—Una corruptora. Y todavía te sentirás orgullosa —replicó divertido—. Creo que las buenas influencias suelen palidecer al comparar su atractivo con las malas. Juego con desventaja.

No se movió cuando ella se acercó, ni se mostró intimidado. Al contrario, parecía encontrar facilidad en seguir el juego, como si fueran amigos de toda la vida. O quizá como si fueran algo más que amigos de toda la vida. Y eso que, a efectros prácticos, nunca lo habían sido.

—¿Tan segura estás de en qué me fijaba y qué no? —Sonrió ambiguamente—. Yo no me relacionaba mucho con nadie.

Correspondió el gesto, terminando su café.

—Al lago... vaya, qué atrevida —apoyó la taza y sacó la cartera, dejando sobre la mesa el importe de ambos más una pequeña propina—. A estas horas hará bastante fresco. Pero no eres el tipo de persona que pasa frío, ¿no?

Asintió, era un derroche de sabiduría a sus oídos y eso le gustaba. 

—Hay que enfocar, es la clave. 

Después no pudo evitar el soltar una melodiosa carcajada desde la cercanía al escuchar que la trató de corruptora, incluso disfrutó descaradamente del mote que le ha puesto y las palabras que a continuación siguieron. Le resultaba un juego muy atractivo esto de provocarlo con la cercanía y las respuestas, buscando un poco más de él a medida que el tiempo pasaba. 

Ante la pregunta, se quedó contemplando cada detalle de aquel rostro y lo miró desde la intención. 

—Eso me lo puedes contar tú—respondió—. Extremos, yo demasiado. Ya te digo, hay que equilibrar esto así no estamos en los extremos. 

Al escuchar sobre su propuesta del Lago, negó con la cabeza. 

—O mi piso, decide. 

Ya divertida, le sacó la lengua y se incorporó con la intención de abandonar el lugar junto a Brendan. 

Ethan dejó a aquel motero atrás y comenzó a caminar por las calles engalanadas de Heaven Falls, dirección a la cafetería. El viento seguía moviendo las luces y adornos de la festividad, haciendo que Ethan sonriera al verlos danzar.

Estos días atrás ya se había pasado por la cafetería a causa del Festival de Otoño. La cafetería y el hostal se habían unido para preparar tanto platos típicos como picnics para que los turistas y vecinos pudieran degustar. Y como empleado del hostal, Ethan, se había reunido con los trabajadores de la cafetería para concretar directrices ante tal volumen de trabajo.

Ethan seguía con el libro bajo el brazo cuando abrió la puerta del establecimiento, dibujando una sonrisa amable en su rostro. Repasó el salón lanzando un rápido vistazo al lugar, queriendo comprobar el ambiente que se respiraba en la cafetería. Había un par de mesas ocupadas, su mirada pasó rápida clavando la mirada en una de ellas.

¿Es ella? Se preguntó mientras notaba como el rubor comenzaba a subir por su rostro, sintiendo como un imán que le hacía sostener la mirada en aquella chica. Recordaba a Paris perfectamente, aun a sabiendas que hacía un par de meses que habían coincidido en el Pub. Habían tenido un par de palabras, nada serio. Un encuentro fugaz para unos sin importancia, pero que hizo que Ethan saliera de su zona de confort. Un coqueteo sutil por parte de ella que Ethan no supo seguir muy bien ya fuera por vergüenza o por falta de confianza.

Ya fuera por uno de aquellos sentimientos recordados de aquella vez o por notar que el rubor ya se hacía notar, comenzó a caminar dirección a la barra, colocando su libro encima de esta.

— Jane, os veo con faena — se dirigió a la chica que estaba tras la barra. — Yo voy ahora para el hostal, también tienen que estar a tope…  ¿Necesitáis algo antes de que marche?
 

Ataviada con una camiseta corta y una falda de color negro, Paris conversaba animadamente con un hombre más o menos de su edad que estaba sentado con ella. Al parecer tomaban un café entre risas y comentarios, al menos era lo que a simple vista se podía observar. Eso sí, en cuanto sintió la mirada giró el rostro buscando al destinatario mientras se incorporaba de la silla y al encontrarse con la mirada de Ethan, no dudó en sonreír con ese aire sensual innato en ella mientras le guiñaba un ojo. 

Aún lo recordaba de aquella vez, le había encantado la personalidad de aquel grandulón pero por cuestiones meramente del momento no sucedió nada. Sin embargo, lo tenía presente de alguna manera y ya tenía un plan para que esa misma casualidad del encuentro mismo, tenga a futuro otro con él. Por ello cogió una servilleta y anotó algo rápido con una lapicera que tenía en la cartera, preparándose para lo que haría después. 

Incluso cuando seguía el juego de Paris tan de cerca Brendan mantenía ese estado de calma casi absoluta, donde parecía que encontrar la respuesta que consideraba apropiada no le costaba más de la cuenta.

—¿Has escuchado ese chiste de «¿Qué pesa más, un kilo de hierro o uno de paja?», verdad? —La seguía mirando con sus ojos despiertos—. Pues en lo que se refiere a los excesos, eso no es un chiste, es real. Mucho exceso pesa más que mucha disciplina. Crear hábitos es una tarea titánica, pero destruirlos puede hacerlo cualquiera. No existe tal cosa como el equilibrio.

Sonrió un poco, apartando la taza de café y recogiendo la mochila del suelo.

—Todavía me quedan unas cuantas horas antes de tener que presentarme en el estudio. Vamos al estudio, y a ver qué más depara el día.

Aquello había sonado muy serio y le divirtió que haya soltado una interpretación sobre los excesos, el equilibrio y la facilidad con la que se pierde el norte con ello. Tranquilamente la misma París ha vivido eso, ya conoce demasiado bien sus límites y como cruzarlos, así que no le pareció mal ese llamado a la razón. Brendan lo tenía. 

—Tampoco encadenarse a no probarlo, una cosa no quita la otra. 

Tras decir aquello, notó que alguien la miraba y al encontrar quien era, le hizo un gesto a modo de saludo mientras se preparaba para escuchar la respuesta a su oferta. Ante el ofrecimiento de ir al estudio, no le pareció mal porque no lo conocía y estaría en aquel rincón solitario de quién tenía delante. De alguna manera era como revelar un escondite. 

—Me atrae la idea, así que me parece bien aunque ya te digo chico responsable que no será todo trabajo, me divierte hablar contigo—confesó al coger la chaqueta y ponérsela—. Hay que aprovechar el tiempo libre, pero a consciencia que te entendí. 

Le regaló una sonrisa y rápido se encaminó hacia la salida, eso sí al pasar se acercó al muchacho de la barra para decirle dos palabras y esperó a Brendan para salir de allí en cuanto él lo dispusiera. 

Su destino era el estudio de radio. 

Al pasar tras unos minutos de ese contacto visual, París lo miró a los ojos y dejó un papelito en el bolsillo de Ethan. Claramente si el muchacho en cuestión lo miraba, estaría allí su número de teléfono anotado. 

Y esperando a que Jane le contestase, se volvió a cruzar con aquella mirada. Sin darse apenas cuenta se volvió a sumergir en aquellos ojos grises, obviando todo lo que tenía a su alrededor. Para él, solo existían ellos dos.

Paris, dijo mentalmente el nombre de la chica. Lo recordaba perfectamente de aquel fugaz encuentro.

Los nervios inundaban el cuerpo de Ethan mientras veía que Paris se acercaba a su posición. El rubor comenzaba de nuevo a notarse en su rostro, a la par que inhalaba la dulce fragancia que emanaba la chica.

La tenía a escasos centímetros cuando intentó decir un “hola” que ni siquiera salió de su boca, notando que introducía algo en su bolsillo, para seguir su camino sin pararse. Ethan metió la mano rápidamente en su bolsillo, como un crio a una bolsa de chucherías. Impaciente sacó un papelito con unos finos números escritos en él. 

Rápidamente levantó la mirada dirección a la espalda de la chica, repasando con su mirada su cuerpo mientras se alejaba. 
Estaba claro que era una oportunidad única para retomar ese contacto con ella.

— Esto… Gracias Paris, aquella noche no… Ni nos dimos los teléfonos… Soy Ethan, por cierto...— dijo sonriendo mirando el papelito, vergonzoso.

¿En serio Ethan? Gracias Paris… ¿Y luego le dices tú nombre? Ya le dijiste tú jodido nombre la otra noche... ¿no había nada más patético para decir?, se maldijo mentalmente mientras jugueteaba con el papelito con sus dedos, intentando que su vergüenza no se notara demasiado
 

Robert entró al lugar, saludando afablemente a los que conocía, en especial al personal, pues al quedar relativamente cerca del instituto, y dados sus extraños horarios de trabajo (autoimpuestos, claro), solía frecuentar aquel lugar más de lo que le hubiese gustado admitir. No tardó en sentarse de frente a Annalisa.

— Sí, claro, está perfecto —respondió él, tranquilamente, sentándose de frente a Annalisa.

El hombre apoyó las manos en sus muslos, y de hecho aprovechó para estirar un poco la espalda contra la silla, haciendo que sus huesos tronaran ligeramente. Dejó salir un pequeño suspiro de alivio, aunque pareció recordar que estaba acompañado y miró a la mujer, ligeramente apenado.

— Te ruego no me lo tomes en cuenta —dejó salir una pequeña carcajada abochornada—, llevaba horas queriendo hacer eso y… bueno, no estoy acostumbrado a comer con compañía —negó suavemente para sí mismo y dejó caer la cabeza hacia adelante, aunque no tardó en levantarla.

Cuando la mujer deslizó el menú por la mesa hacia su posición, el hombre apoyó los codos en el borde, y entrelazó los dedos de sus manos, para luego apoyar la barbilla sobre estos, mirando a Anna con los ojos entrecerrados.

— No sé si sea exactamente el indicado para eso, mi dieta es… bueno, deleznable —volvió a reírse, esta vez con menos bochorno—, pero sí puedo decirte que venden un club sandwich genial —sentenció, tomándose el atrevimiento, con su permiso implícito, claro, de ordenar. También pidió un par de cafés, luego de preguntarle a Anna su preferido—. Creo que estoy un poco en desventaja, así que me veo obligado a preguntarte a qué te dedicas —bromeó—... si quieres, claro —aclaró, sonriendo con suavidad—. Ya me gustaría a mí poder trabajar desde casa.

Al escuchar su agradecimiento, negó con la cabeza y le dedicó una sonrisa que emana cierto halo divertido. 

—No me agradezcas, llámame—dijo bajito y le guiñó un ojo—. Recuerdo tu nombre.

Y sin más esperó a su compañero para abandonar aquel café, estaban claras sus intenciones ya que quería encontrarse nuevamente con Ethan y conocerse un poco más. Sólo que incluso en un pueblo pequeño, no se había presentado la oportunidad y ahora que surgió, no la desaprovecharía con facilidad. Más aún cuando adoró esa timidez que a simple vista manifestó ante su presencia, ella estaba acostumbrada a hombres que se llenaban de palabras, osados y sin escrúpulos. Era de alguna manera gratificante encontrarse alguien así. 

Pese a sus pequeños discursos, lo cierto es que Brendan no había perdido la pequeña sonrisa de sus labios ni su gesto distendido. En cierto modo eso podía poner en entredicho con cuánta seriedad los soltaba: Que no fueran más que su forma de bromear o tantear el terreno no era una idea descabellada, pero el chico tenía una habilidad entrenada para ocultar lo que pensaba.

—No hablo de abstinencia, solo de mesura —replicó él, suavemente—. Se pueden bajar unas escaleras sin saltar escalones.

Siguió la mirada de la chica, aunque él no conocía a ninguno de los que estaban allí, así que no se unió a su saludo, únicamente recogiendo lo que le quedaba sobre la mesa.

—Tampoco es que estemos hablando de trabajo ahora mismo, ¿no? No te preocupes, no vivo encerrado en el estudio.

Él fue directamente a la salida, subiendose el cuello de la chaqueta y suspirando. Se frotó las manos para terminar de entrar en calor antes de empezar a caminar.

—¿Al lago entonces, verdad? —comentó, metiendo las manos en los bolsillos—. Cuéntame por el camino... ¿Te dedicas a algo que puedas contarme, o cuanto más sepa menos desearé saber?

—Que racional me has salido, no me parece mala idea subir de a escalones considerando que se disfruta más—dijo con cierto aire seductor—. Tal vez pueda seguir tus pasos, de esa forma será a tus tiempos. 

Tras decir aquello, le restó importancia que no se unió al saludo de alguien que ella conocía y cuando finalmente abandonaron la Cafetería, se abrazó así misma un poco para aclimatar su cuerpo debido al choque de temperaturas. 

Eso sí, ante la aclaración soltó una risita melodiosa y lo miró impregnada de intensidad. 

—No hablamos de trabajo, hablamos de tiempo libre y dos personas solas. Puede ser muy interesante lo que surja de ello. ¿No?

Cuando le preguntó sobre ir al lago, se quedó pensando y tras encogerse de hombros, asintió. 

—Pues al lago, todo criatura de la noche se siente mejor en su hábitat natural—comentó enigmática y luego centró su atención en él—. Vendo drogas, soy un camello por así decirlo. Comencé en la preparatoria y sigo en ello, es lo que me da de comer.

Después pensó en algo, y torció el gesto. 

—Hm, no sé si más sabes menos quieres. Es como todo, acorde a los prejuicios que tengas. 

Tras dejar aquello en el aire, simplemente comenzó a caminar junto a Brendan hacia el lago. Le encantaba contemplar esas aguas cuando la noche estaba cerrada como ahora, por su oscuridad profunda. 

Club Sandwich. Hecho.- Había probado alguna vez el club sándwich aunque, evidentemente, en cada local lo hacían a su manera, incluso podría ser que pusieran algún ingrediente secreto para distinguirse del resto. En cualquier caso le pareció una buena idea, dejando a un lado la carta mientras él se encargaba de hacer los pedidos y especificar que era de espresso. Le gustaba demasiado el amargor del propio grano de café como para añadirle cualquier complemento lácteo.

Pregunta lo que quieras, que si está en mi mano te podré responder.- Sonrió, comprobando que ambos estaban teniendo cuidado en preguntar según qué cosas por lógica aunque, en realidad, sólo se estaban conociendo.- Supongo que la palabra correcta sería “escritora”, aunque me gusta más decir que soy autora amateur.- Annalisa consideraba que los escritores eran grandes literatos con varios libros a sus espaldas y un reconocimiento propio con un público en específico. En comparación, ella era una hormiga.- Y no, siento decirte que no estás frente a una famosa. Ni mucho menos.- Soltó una pequeña carcajada. No era la primera ni última vez que alguien pensaba del estilo.

Se retiró un poco de la mesa cuando la camarera vino con la bandeja de café, dejando frente a cada uno el que había pedido. Anna sujetó con dedos el vaso para bajarlo del platito con un sobre de azúcar con cuidado de no quemarse antes de apartarlo, prefiriendo tener únicamente el equilibrio de la mesa.

Trabajar desde casa parece algo idílico, pero si me dieran a elegir preferiría no tener que hacerlo.- Confesó mientras daba un pequeño sorbo, tan pequeño que apenas se mojó los labios, para comprobar si debía de esperar por estar demasiado caliente.- Dijiste que estabas casado con el trabajo, ¿cierto? – Sintió volver a mencionar sus palabras al recordar que parecía algo que le incomodaba, tomándose unos segundos para pedir disculpas e intentar volver al hilo de conversación.- Trabajar desde casa es vivir directamente con el trabajo. Cuando estás en una oficina haces lo que tengas que hacer y vuelves a tu hogar, un lugar seguro por decirlo de alguna manera, para descansar. En mi caso no es que tenga un lugar al que ir, es complicado desconectar.- El cerebro era una maquinaria que siempre estaba operativa, creando escenas, conversaciones, lugares y sucesos que poder plasmar en el papel.- Siempre está presente. Te persigue allá donde vayas… - Soltó la última frase en voz alta sin ser consciente mientras su mirada se perdía en el fondo de la taza. Cuando se percató de que había plasmado un pensamiento interno carraspeó la garganta y se acomodó en la silla, queriendo cambiar rápidamente de conversación.

Quería preguntarte sobre el festival.- Sonrió de nuevo la camarera cuando trajo el resto del pedido, mirando por encima el buen aspecto que tenía el sándwich. Luego le daría un bocado.- Si mal no recuerdo dijiste que habían bailes, música country, concursos, pesca…- Renumeró un poco lo que recordaba, aunque evidentemente habría mucho más.-  Vi que habían algunos lugares preparando picnics u gente organizando. ¿Tu instituto preparará algún evento?

Él, por su parte, pidió un latte.

— Los espressos son buenos para la mañana —explicó—. Si me tomo uno ahora no voy a poder dormir hasta las tantas de la madrugada y voy a pasar todo el día de mañana arrepintiéndome —dejó salir una pequeña carcajada.

Su actitud abierta hizo que Robert sonriera suavemente, escuchando su respuesta con atención e interés. Incluso alzó un poco las cejas con impresión cuando ella mencionó que era una escritora… bueno, “autora amateur”. El hombre dejó salir algo de aire por la nariz, con gracia, ante la corrección, y después una pequeña risa ante su aclaración de que no era famosa.

— No todavía, en cualquier caso —respondió él, sonriéndole y alentándola—... y bueno, diría que llegaste al lugar indicado si lo que querías era paz y tranquilidad para escribir —continuó—. ¿Te dedicas a un género en específico o tratas de diversificarte?

Cuando la camarera llegó con las bebidas, Robert también le dejó cierto espacio para que los sirviera. A diferencia de Anna, él dejó la taza en el platito, vaciando dos sobres de azúcar en el interior, tomándose un momento para apreciar el arte latte antes de empezar a mezclar el líquido y “destruir” aquella creación. El hombre dio un silencioso sorbo al café, saboreándolo educadamente. Dejó salir un pequeño suspiro de gusto luego de tragar. Miró a la mujer a los ojos cuando le preguntó si estaba casado con el trabajo, asintiendo quedamente, si bien ya no parecía tan incómodo como antes.

— Cuando lo pones así, ciertamente ya no suena tan idílico —concedió, alzando las cejas—... aunque en cierta forma te entiendo, es difícil dejar los… problemas y los deberes en la oficina, sobre todo cuando se trata de los chicos, al menos en mi caso —se encogió de hombros.

La última frase de la escritora resonó un poco en el director, sintiéndose identificado, y asintió un poco con cierto entendimiento, aunque no dijo nada, no quería dejarla en evidencia. Entendió rápidamente lo que quiso hacer preguntando acerca del festival, por lo que Robert se esforzó por poner su mejor sonrisa y asentir.

— Soy un libro abierto —respondió, aunque después hizo una mueca—. Mala elección de palabras, en fin —soltó una pequeña risotada—. Eeeel instituto como tal, no. Antes se hacía, pero casi todos los chicos y chicas, por no decir la totalidad, son locales, y usualmente ayudan a sus parientes en los negocios familiares. El festival es un evento muy importante, además de que es una época muy bonita para la familia, así que sólo los tenemos medio día en las instalaciones y luego dejamos que se vayan. Habrá unos pocos que aprovechen para hacer el vago, seguro, pero la gran mayoría lo pasa con su familia, ayudando a preparar las cosas. De momento va genial, y no voy a hacer que por unos pocos, los demás se pierdan de buenos momentos. A las familias les encanta.

La comida llegó mientras hablaban, y Anna pudo notar como Robert miró su plato con cierta emoción, que intentó esconder sin mucho éxito.

Va a ser una noche larga y tengo que estar despierta.- Concretó mientras miraba su espresso. Era poco recomendable tomar uno tan cargado a determinadas horas, pero en su caso quería mantener la cafeína en su cuerpo. Además, teniendo en cuenta que llevaba un poco de cansancio acumulado en estos días, le ayudaría a estar más espabilada.- Si aceptas un consejo, nunca te mudes. Todavía no he tenido tiempo de organizar la casa, de llamar al equipo de mudanza para que traigan todas mis cosas, desempacar un par de cajas que tengo… quiero ver si adelanto un poco esta noche. Al menos tener un hogar habitable con algo más de un par de copas y un plato.- Soltó una breve risotada. Desde dentro una mudanza era una situación más que estresante, pero desde fuera daban ganas de reír por no llorar.- Me queda todavía mucho por delante.

Anna cogió un pedazo de su sándwich y, tras coger una servilleta para no mancharse, con cuidado darle un mordisco. El pan estaba blandito por dentro y tostado por fuera, haciendo una combinación perfecta con el frescor de la lechuga y la suavidad del queso, degustando mientras le escuchaba hablar del festival.

Vaya.- Ya podía mantener los dedos en el vaso sin quemarse demasiado, acostumbrándose a la calidez del cristal.- Había pensado, si el instituto tenía alguna actividad en particular, pasarme si estabas ahí.- Sonrió antes de darle otro sorbo, esta vez un poco más largo, saboreando la amargura en su paladar.- Después de todo, que mínimo que saludar.- Era la única persona que conocía en toda Heaven y se sentía cómoda en su compañía, por lo que en un evento tan grande e importante era normal que quisiera buscarle aunque fuera para intercambiar un par de palabras.

Le resultó tierno ver cómo Robert miraba disimuladamente su plato de comida, como si tuviera cierta vergüenza por comer delante de ella. Alzó una ceja con curiosidad antes de limpiarse los dedos con la servilleta, dejándola después bajo el plato del sándwich para usarla más tarde.

No me perdonaría si te tengo aquí muerto de hambre.- Le dedicó una alegre sonrisa.- Por favor, come. Y que aproveche.- No quería incomodarle a base de mirar mientras comía así que, como si le ayudara a animarse, volvió a coger el pedazo de su sándwich para darle otro bocado, esperando a masticar y limpiarse los labios antes de hablar.- Y por cierto, esto está buenísimo. Parece que tenemos gustos similares, así que vas a tener que recomendarme otros lugares también que visitar.