Partida Rol por web

Quizá no era el lugar, debían buscar refugio, pero las circunstancias se habían precipitado.

- Es entonces momento de hablar claro, ¿cuántos de los nobles se unirían a esta revuelta? ¿En quiénes podemos confiar? - La reflexión no era vanal, pues igual que Thrune se quitaría de enmedio a quiénes mostraran oposición, también se valdría de aquellos quienes quisiesen mantener su estátus y contaría aún mucho más con los que pudiera usar como miel para atrapar a las abejas disidentes.

- No vamos a poder fiarnos de nadie, Thrune no es tonto e igual que controlará la ciudad desde los bajos fondos, lo hará también desde arriba.- Miró a ambos lados del callejón.- Lo que está claro es que ahora mismo necesitamos un sitio para debatir todo esto, las calles tienen ojos y oídos.

No sabía de ningún sitio apropiado, y no quería implicar a su gremio sin que se lo ordenasen o se mostrase abiertamente en contra o a favor del nuevo régimen.

Cualquier taberna o sitio público sería peligrosa, cualquier lugar privado debía ser de absoluta confianza.

Y el noble les estaba proponiendo una revolución total, una marcha contra las reglas, contra quienes dictaban la ley y controlaban el país. Y sonó un nombre.

- Bien, vayamos a ese sitio que dices, ese refugio. ¿Confías en la mediana? ¿Se las valdrá por sí misma para salir de ésto?

Vundav seguía al grupo junto con el noble, pero parecía pensativo y perdido mientras el noble les contaba la historia de su familia. Al final decidió intervenir.

- Comprendo tu situación y créeme que estoy a tu lado, pero yo soy invitado de una de las familias nobles de esta ciudad y no puedo traicionar su hospitalidad. - seguía pensativo, estaba claro que por una parte confiaba en el noble ya que había visto las injusticias en esta ciudad pero por otra no quería poner en peligro a su familia de adopción.

- Te protegeré hasta llegar al refugio, pero no puedo ponerles en peligro, luego me retiraré.

El conflicto interior en el muchacho era muy patente.

Mishima siguió al noble, y a los demás, en silencio. Tampoco sabía muy bien qué hacer a continuación. Se había metido en la pelea porque no le gustaba ver a gente indefensa ser golpeada. Más allá de aquello no tenían ningún plan.
Aún así lo que decía el noble le intrigó.

Soy nuevo en la ciudad, y estaba de paso. Pero reconozco una injusticia cuando la veo y no me puedo quedar impasible ante ell. No sé cuanto me quedaré, pero como mínimo os acompañaré a ese refugio que decis.

El guerrero había elegido bien cuando escogió marcharse con el tal Rexus y los demás. Si había un grupo de gente que pudiera ayudarle con su objetivo, eran ese noble y los que le seguían. Bueno, no todos, ya que alguno había que no tenía intención de mojarse en aquella revolución, pero al parecer tenía buenos motivos para no hacerlo, por lo que Erik no le juzgaba.

 -Creo que todos los que estamos aquí tenemos, como mínimo, un objetivo común: librar al mundo de Barzillai Thrune.

Se acercó a Rexus y le puso una mano en el hombro.

 -Puedes contar con mi espada para lograr ese objetivo. Lo que pase después me da igual, pero quiero la cabeza de ese bastardo.

Poco más había que decir, el noble ya había podido comprobar que no era una ayuda enclenque la que le ofrecía.

Rexus mostró una expresión esperanzadora al escuchar hablar a la mayoría de aquellas personas de porte heróico que se habían reunido. Con cuidado fue enrollando la nota que tenía en las manos después de haberla mostrado.

- Los nobles no saben qué hacer. El inquisidor mató a mis padres, pero nadie se ha atrevido todavía a actuar. El inquisidor trajo consigo a esa mujer, Nox, que se sospecha es un demonio en realidad. Trajo guardias, incluso algún caballero infernal de fuera ha venido con él. Hay miedo a lo que puede hacer Cheliax, mas qué va a hacer, ¿sabéis que hay una guerra más allá de Kintargo? Cheliax se enfrenta a los paladines de Iomedae, un solo grupo de jóvenes caballeros derrotó a toda la orden infernal Godclaw, portando una reliquia sagrada de su diosa. Así están las cosas para estos tiranos.

Miró a los presentes.

- Barzillai ha empezado a matar y apresar a ciudadanos, ni sabemos lo que le pasó al alcalde. Está llevándose los perros de las calles, cuando se ha visto a esa guardiana suya acompañada de un sabueso infernal. Temo que haya un plan detrás de todo. Pero lo podemos descubrir, podemos hacernos fuertes para enfrentarlo. Yo se lo debo a mis padres muertos, quiero que la gente se alce contra él y que fracase, los propios Thrune se encargarán de él, sería justicia poética. Vayamos a ese refugio, quién sabe lo que hay.

Contrariamente a como era ella, Nikkha se había mostrado sorprendentemente callada durante la escapada. Pero incluso ella sabía que había momentos en los que era mejor mantener la boca cerrada y escuchar lo que decían los demás. Su infancia estaba plagada de momentos en los que se había confiado y luego se la habían jugado de las peores maneras posibles. Así que se mantuvo atenta y callada como un tocino mientras proponían ir a aquel refugio. Por supuesto que ella sabía al menos tres docenas de buenos lugares en los que ocultarse pero, además de preferir guardarse ese as en la manga, el lugar del que se estaba hablando parecía más interesante. 

La historia de Rexus le recordaba un poco a la suya, pero estaba claro que aquel pobre hombre lo había pasado bastante peor que ella. En cualquier caso parecía que compartía su animadversión por el actual gobierno encabezado por Thrune así como su predisposición a alzar al pueblo para provocar la caída del tirano.  Aunque no le gustaban los nobles, parecía que por ahora se llevarían bien. La información sobre los sirvientes del gobernador la preocupó un poco pero, si lo que decía del rumbo de la guerra entre los paladines de Iomedae y Cheliax era cierto, tenían un potencial aliado en ciernes... siempre que pudieran contactar con ellos. 

La joven se preguntaba el motivo por el que los cuervos esos abandonaron el lugar ya que igual no es tan secreto y tuvieron que largarse de allí porque las fuerzas de Cheliax lo encontraron o peor los cazaron allí dentro. Pero se guardó las dudas para sí misma, en parte por la curiosidad que le inspiraba el lugar y en parte porque tampoco quería ir de listilla con esta gente nueva. A muy pocos hombres les gustaba que una mujer les diera clases de sentido común. Se mantendría alerta y por el momento sería suficiente. 

-Vayamos pues ¡Al nido de los cuervos!- exclamó con su voz cantarina y llena de emoción por la aventura en la que parecía que se le estaba viniendo encima.

Vundav escuchó con atención la palabras del noble. Inmiscuirse en las luchas entre humanos era algo que debía mejor evitar, pero en el momento en que había demonios la cosa cambiaba notablemente.

- ¿Demonios dices? - fue el escueto comentario del muchacho mientras seguía a la comitiva hasta el refugio.

Fair Fortune fue un matadero en sus inicios, pero se convirtió en un establo próspero bajo la dirección de la familia Juliac, ahora muerta, quien insistió en que su fortuna proviene del cuidado de las criaturas en lugar de su muerte. El edificio viejo y abandonado proporcionaba una primera impresión pésima. Era sorprendente que siguiera ahí, que no hubiera ardido ya o tirado abajo.

La puerta principal estaba entreabierta varios centímetros, solo que unas fuertes cadenas oxidadas impedían que pudieran abrirse en su totalidad, cierta era que no costaría mucho tirarla abajo, aún así nadie parecía haber tenido interés en ello.

Rexus miró poco conforme con tener que entrar en semejante lugar, aquello debía de ser un antro.

- Sí, eso dicen de ella, que no es una mujer sino demonio. Usa por mascota uno de esos perros infernales, quizá esté relacionado.

Indicó, volviendo la mirada hacia el lugar.

- Hay poco espacio entre las puertas, para entrar habría que ser bastante delgado.

Un grupo de cuatro niños se habían quedado observando al grupo recién llegado, hablando entre sí, con una expresión preocupada en uno mientras otro semejaba divertido. Además de la puerta principal había por detrás lo que parecían unas letrinas.

Mishima escuchaba en silencio las explicaciones del noble. Era cierto que corrían rumores sobre que la gente de Cheliax en general adoraban a demonios y hacían pactos con ellos. Pero nunca lo había creído, claro que tampoco nunca había estado por la zona. Aún así le parecía inaudito que la capitana esa fuera uno. Seguramente sería una buena guerrera y ya está.

Al llegar al lugar de destino arrugó la nariz.

Entiendo por qué nadie quiere venir aquí. Parece apunto de caerse.

Se acercó a la puerta por si podía ver algo al asomarse.

Miré hacia abajo y me encuentré el rostro menudo de una halfing. ¡Maldita sea! Esa mujer ha comprometido mi escondite...

- ¿Perdida? - le dije con cierto tono de resentimiento. - No, no estoy perdida, pero ahora tampoco puedo quedarme aquí. - Me descolgué rápidamente de un ágil salto. - Pero sí te puedo guiar para sacarte de aquí sin que nos vean, ya que has delatado mi posición - añadí, con un tono que, a pesar de guardar cierta acritud, mostraba cierta comprensión hacia su situación. - ¿Cómo me has visto, por cierto? - pregunté con interés. Había estado bastante convencida de que mi escondite era bueno.

Esperé a que me confirmase si quería venir conmigo. Su gente se maneja bien para pasar desapercibida, así que seguramente no moleste mi avance sigiloso. Con un gesto, le indiqué una calle lateral, algo más discreta que la salida por el fondo de la plaza que la mayoría de la gente estaba utilizando, y mi dirigí hacia allí tratando de no llamar la atención de los guardias.

Escuchar que Cheliax estaba metida en una guerra lo sorprendió. Se vio inmerso en extraños pensamientos, quizá la aparente tranquilidad en la que hasta ahora había estado Kintargo era simplemente una ilusión, una manera de tener engañados a sus habitantes mientras el mundo seguía su curso alrededor. Como si los nobles hubieran mantenido la cuidad aislada de todo, engañando a sus ciudadanos.

Pero no, el nuevo régimen parecía peor. No parecía haber venido a abrirles los ojos, sino a subyugarlos.

¿O no?

Estaba claro que cambiar algo no se hacía con rosas y regalos. Ya sabía que en el reino se hacían tratos con demonios, eso no era nuevo, y por tanto no vendrían sin ellos a "encauzar" una ciudad. ¿Los estaban juzgando mal y su intención era liberar al pueblo y quitarle la venda de los ojos?

Empezaba a desconfiar de todo. Aquello en lo que creía comenzaba a desmoronarse.

De momento era ésto lo que conocía, su gente. Pero estaría atento a cualquier cosa para mantenerse objetivo y descubrir la verdad.

Ver a esos niños jugando le devolvió a la realidad. - Así que éste es el refugio.- Si, el comentario de su compañero parecía muy acertado, apestaba. Pero era un buen lugar para esconderse, nadie vendríahasta aquí imaginando que servía de escondite.

- Bien, entremos y escuchemos lo que los demás tienen que decir. Y empecemos a planear cómo hacer para recuperar nuestro hogar.

No había habido una respuesta clara a su pregunta. Al final todo se reducía, como en la mayoría de los casos, a rumores que solían esparcirse por unas facciones en contra de las otras. Aún así convendría informarse bien. Seguía fiel a su principio de no inmiscuirse con los asuntos de los humanos, o al menos hacerlo disimuladamente, pero no podía evitar pensar en su familia de acogida y que pudieran tener problemas.

En silencio siguió hasta el refugio, observando la escueta entrada y el estado del inmueble con una mueca de desdén.

Ante el comentario del monje observó el edificio con otros ojos. La verdad es que si quería pasar desapercibido estaba muy bien logrado. Asintió, esta gente era inteligente.

Al único al que conocía era a Norwind, y no mucho, pero lo de escuchar a todo el mundo sería interesante. Lo de planear la recuperación del hogar es lo que no tenía tan claro.

Pero se quedaría y, sobre todo, escucharía.

-No deberíamos hacer mucho caso a las historias que circulan sobre la gente- previno la joven semielfa que escuchaba los rumores sobre la jefa de la guardia con un razonable grado de escepticismo- Y te lo digo yo que soy bastante buena en contar historias y esparcir rumores sobre la gente.  Esa guardia no tiene que ser un demonio para ser una hija de perra malparida ni para ser una luchadora excepcional. Pero muchos pueden preferir esa explicación para excusar una derrota o puede que ella haya extendido ese rumor a modo de armadura para evitar competidores. -A Nikkha le encantaban las historias fantásticas pero el mundo la había vuelto un poco escéptica con respecto a muchas de ellas.

-¡Fiuuuu!- silbó Nikkha de puro asombro- ¿Vamos a empezar reunirnos en ese montón de chatarra?¿Hay que tener valor eh?- Comentó con cierta sorna.- Bueno ¿que? ¿por las buenas o por las malas?- preguntó con sus herramientas de ladrón en las manos mientras miraba interrogante al espadón del enorme guerrero. 

Lo bueno de todo aquello era que al menos no estaban desprotegidos. Tenían un refugio que, aunque pareciera una ruina cochambrosa a punto de desmoronarse, era un lugar en que sentirse seguro. Al menos de manera relativa. Las puertas estaban sólo entreabiertas, cerradas con una cadena oxidada. Rexus comentó que sólo alguien muy delgado podría entrar por ese hueco. En silencio, Erik sacó el martillo que llevaba como arma secundaria, para ocasiones en las que una espada no era adecuada, y miró al noble primero y a la semielfa después.

 -Si nadie se opone, puedo agrandar el hueco para que quepamos todos.

O lo que era lo mismo, tirar las puertas abajo. Que no eran todo guerreros, ciudadanos comunes había en el grupo. Mucha casualidad sería si no había un carpintero o alguien mañoso con la madera entre ellos que pudiera reparar las puertas.

Y mientras esperaba a que le dieran luz verde a la operación "abrir refugio", el guerrero escuchó con atención las tonterías que decían sobre si la mujer aquella llena de cicatrices era un demonio, si tenía sabuesos del infierno o a saber qué chorradas más.

 -De ser un demonio de verdad nos habría atacado. Los demonios se regocijan en la muerte y la destrucción y entre nosotros había muchas víctimas fáciles. Yo creo que no es más que una mujer humana. Fuerte y con amplia experiencia en la batalla, sí, pero una humana mortal como cualquiera de nosotros.

La mediana esbozó una sonrisa calma ante la pregunta de la elfa.

- Te he visto acercarte al árbol, yo estaba al otro lado así que te he podido seguir con la mirada. Vi que actuabas con sigilo y que no eres de por aquí. Suelo encontrarme con viajeros, muchos, así que no se me podía escapar ese detalle.

Hizo un gesto en dirección contraria a la plaza, señalando hacia atrás con el pulgar.

- Lo mejor sería alejarse

Al mirar hacia trás, pudo ver que en ese momento una joven kintargiana estaba corriendo, siendo perseguida por dos de aquellos matones, al inicio de un callejón lograban derribarla, entonces lo que sonó fue un golpe, seguido por otro. La sucesión parecía sólo el inicio dada la carcajada que se escuchó a continuación.

- Benditos dioses, qué está pasando aquí.

Comentó escandalizada ante lo que semejaba ser una paliza.

El gigantón tomó la iniciativa, usando su cuerpo para escurrirse entre las puertas. El candado saltó en ese instante, pues no estaba cerrado en absoluto, sino que lo fingía. Los niños de un poco más allá se miraron con preocupación, entonces se hicieron gestos para alejarse de allí.

En el interior, el envejecido establo se inclinaba ligeramente hacia un lado, su techo estaba precariamente sostenido por paredes de madera en mal estado. El aire apestaba a orina rancia. Escritorios rotos, mesas desgastadas y sillas rotas abarrotan los trece puestos de caballos, todos los cuales están cubiertos con una capa de polvo insaluble. Un nicho de rejillas a lo largo de la pared sureste parecía albergar las únicas mercancías relativamente intactas.

- Rexus, será mejor que nos guíes. A ti te conocen y pueden tomarnos por intrusos.

El comportamiento de los niños lo alertó. Quizá si entraban sin más se exponían a un ataque defensivo. Era mejor ser precavido.

Me encojo de hombros.

- Bueno, no nací aquí, evidentemente pero llevo varios meses en la ciudad y la conozco aceptablemente bien - le digo a la mediana ante su insistencia. - Pero sí, larguémonos de aquí...

Empiezo a escabullirme hacia un lateral de la plaza cuando veo cómo dos guardias salen persiguiendo a una joven y empiezan a darle una paliza. Me paro un momento, dudando. ¿Quién me mandaría venir aquí? Tenía que haber robado al gordo y desaparecido hace horas...

- Intentaré seguirte en un momento - le digo a la mediana. - Pero si ves que me retraso, desaparece con tu amigo en cuanto tengas ocasión.

Me separo de ella y voy corriendo hasta la entrada del callejón para ver a los guardias.

- ¡EH, vosotros! - les grito. - ¿No veis que están dando una paliza a vuestra gente mientras perdéis el tiempo aquí? Seguro que a vuestro sargento no le va a hacer ni puta gracia... - les digo intentando llamar su atención sobre algún grupo que esté prestando algo de resistencia en la plaza para que se larguen de aquí.

Vundav tuvo que sonreír ante el comentario de la chica. Era cierto que lo que se conocía era sobre todo rumores, y estos inexorablemente tendían a ser incrementados. Considerar a la jefa de la guardia un demonio también le hacía parecer rodeada de un aura de miedo muy conveniente para alguien en su posición.

El lugar parecía totalmente abandonado, pero Norwind, prudentemente, recomendó que la persona que nos había guiado hasta aquí fuera por delante. Una emboscada amiga te puede matar tanto como una enemiga.

Su escudo aún permanecía activo*, lo que le daba cierta tranquilidad, pero aún así se situó por detrás del noble.

- Sí, mejor que se adelante un poco y evitemos sorpresas.

 -No entiendo quién podría molestarse por que entremos en esta pocilga.

Erik arrugó la nariz cuando el fuerte olor a orina le inundó las fosas nasales. Desde luego, si el temor de sus compañeros era fundado y había gente oculta por allí, tenían que tener un nulo sentido del olfato. Claro, que ese olor a meados era también un escudo perfecto contra perros rastreadores, fueran éstos terrenales o infernales.

Como sus compañeros tenían dudas y temían estar molestando a alguien por entrar en aquella ruina, el guerrero no avanzó más allá de la puerta después de haberla abierto. Al parecer, por votación popular, Rexus había sido el elegido para ir delante.

 -Siempre podemos gritar "muerte a Thrune y a todos los que le siguen" para dejarles claro que no somos aliados del nuevo gobierno. Será más rápido por lo menos.