Partida Rol por web

Rexus observó el interior, negando un poco después ante las palabras de Norwind.

- No creo que haya nadie, los Cuervos Plateados desaparecieron como grupo hace muchos años. No conozco el motivo. Ellos se enfrentaron a los Thrune un tiempo, más tarde se esfumaron. Creo que madre estaba estudiándolos, descubrió que este lugar fue uno de sus antiguos escondites. Me atrevo a decir que hay algún tipo de sótano que usaban para esconderse.

Indicó a los demás. Viendo que no parecía moverse nada dentro se atrevió a dar unos pasos. Se escuchó entonces un chirrido desconcertante que fue recorriendo el establo, desplazándose por el techo. Casi parecía que el ruido amenazaba con echarlo abajo. El noble se detuvo en seco, mirando hacia arriba, espantado ante aquello.

- Demonios, este lugar está fatal.

Llegó a comentar, quedándose paralizado para evitar males mayores.

Sorprendido por el ruido, miró al interior para descubrir cómo el techo se empezaba a desmoronar. El lugar efectivamente no estaba para ser habitado, quizá el sótano al que se refería Rexus estuviera mejor, pero lo que tampoco entendía Norwind era por qué entonces habían venido aquí. ¿Qué encontrarían que no hubiera en otro sitio?

- Bien, dado que no hay nadie... entremos. - Con cautela, dio el primer paso, llevando el máximo cuidado y lo más despacio que pudo para no provocar otro desmoronamiento.

No tenía nada para encender a modo de antorcha, confiaba en ver dentro con la luz que se filtraba del exterior.

Aún así seguía desconfiando... esos niños tendrían padres o adultos a su cargo, y no les haría mucha gracia que allanaran su morada.

Nikkha enarcó una ceja cuando vio el candado caerse con tanta facilidad pero no se quejó tampoco. Si las cosas pueden resolverse de manera fácil, mejor. Ella no era de esas personas a las que les gustaban las cosas complicadas. Así que con paso firme y confiado siguió al gran guerrero y al hombre de pelo plateado. 

-¡Uhhh! huele como el estofado del orfanato- bromeó la muchacha divertida ante la cara del noble. El olor era nauseabundo por supuesto, pero teniendo en cuenta que ella tampoco es que se hubiera criado en un palacio, pues hizo de tripas corazón y aguantó estoica.

Lo que si la inquietaba un poco más eran los niños. Bien sabía ella que muchos guardias pagaban a algunos críos con chucherías para que los mantuvieran informados de cualquier actividad sospechosa y, voto a bríos, si un grupo de 6 personas con aquellas pintas entrando a un matadero abandonado no eran una actividad sospechosa, no sabía que lo era. Tampoco quería que sus compañeros se preocuparan sin necesidad por lo que bien podía ser nada, por lo que se mantuvo en silencio y atenta a cualquier actividad "antisospechosa"

-Bueno si los cuervos esos han estado por aquí habrán dejado alguna clase de marca o algún indicativo. ¿Algún símbolo, aparte de cuervos y plata, que podamos buscar o con los que usted los relacione?- Preguntó adelantándose a las respuestas obvias  mientras pasaba por el portón con cuidado - ¿tenían algún arma predilecta? o quizás ¿usaban algún motivo artístico significativo? como una melodía o un color- Interrogó al noble sobre posible heráldica del misterioso grupo mientras comenzaba a buscar por el lugar con paso cauteloso cualquier cosa que le llamara la atención

La puerta estaba abierta ya, y fuera no iban a conseguir nada. Así que Grend también entro en la casa. Si el olor le molestaba no dio señales de ello. En su luegar trató de pisar y moverse con cuidado para no tirar anda, ni que nada se derrumbase.

Tampoco es que pudiese adentrarse mucho más, pues no había luz que les ayudase dentro. Así que cogió una antorcha de su mochila y la encedió. Prefería alertar de su presencia que clavarse algo o pisar lo que no debiese.

Al primer aviso de la fragilidad del lugar, Erik se quedó en el sitio. Era, con diferencia, el más grande y pesado de los que componían el grupo. Un paso en falso y podría acabar visitando los niveles inferiores de aquel lugar más deprisa de lo que le gustaría.

 -Si encontráis una ruta lo bastante sólida, avisadme. Me temo que el lugar no está preparado para alguien como yo.

Por lo demás, estaba de acuerdo con el grupo al 100%. No había nadie, por lo que no habría problema si ellos entraban. Y además, tenían que buscar pistas del anterior grupo de resistencia contra la familia Thrune que había estado establecido en aquel lugar. Y quizás también fuera covneniente llamar a algún arquitecto o constructor para que estabilizara la estructura. O para que la tirara del todo y construyera otro establo. Lo que fuera para evitar que eso se les cayera encima.

Vundav veía perfectamente, pero tampoco tenía que parecer diferente a los demás. Con cuidado seguía al noble mirando cualquier cosa que pudiera parecer un sótano, buscando entre los escombros.

- Pues, perdieron. De alguna manera desaparecieron y los Thrune siguen ahí. Si tenían algo en ese sótano no parece que les sirvió de mucho al final. ¿Sabe más de ellos? ¿Quedó alguno?

El muchacho preguntaba con verdadero interés, realmente le gustaba estudiar cualquier cosa de la historia humana y un culto o resistencia (aún no tenía muy claro qué era todo aquello) parecía interesante.

Hubo de caminar unos pasos en aquella dirección, al poco habían empezado gritos por parte de la persona que estaba recibiendo aquellos porrazos. Uno de ellos estaba mirando alrededor ahora, parecía estar evaluando si estaban siendo vistos, algo que constató al instante al escuchar las palabras de la elfa. El matón, pues aquella gente no eran siquiera guardias, propinó un suave puntapié a su compañero.

- Qué dices, a quién le están apalizando. Vamos a tener que hacernos respetar.

Ya habiendose incorporado el otro, se fijaron en la plaza.

- Vamos a ver.

Miraron con recelo a Arden, después hicieron lo mismo con Laria, en realidad parecían molestos porque su diversión había sido interrumpida. Echaron a caminar a paso rápido en dirección a donde estaban todos aquellos violentos, sus camaradas.

En cuanto se apartaron, Laria hizo un gesto para que fueran al encuentro de aquella mujer. Ahora en el suelo, ya sollozaba, también se ponía en pie, por lo que pudieron ver a una simple ciudadana vestida decentemente, sin lujo en las ropas, que ahora presentaban alguna rotura. Destacaba en ella su tez oscura.

- Gracias, me han empezado a pegar y estaban tirando de la ropa. Mi nombre es Vela. No había visto nunca una barbaridad como ésta. Por desgracia estamos en manos de un loco, qué va a ser de nosotros.

Con el rostro húmedo por las lágrimas se acercó, con intención de dar un abrazo afectuoso a Arden.

Rápidamente, agarro a la chica y la ayudo a levantarse.

- ¡Venga! Tenemos que largarnos de aquí antes de que vuelvan más cabreados que antes - le digo tirando de ella hacia el callejón cuando los guardias se han alejado un poco.

¿Qué va a ser de nosotros? La pregunta resuena un momento en mi cabeza mientras le busco una respuesta. Sobreviviremos, como siempre hemos hecho... me digo a mí misma sin molestarme en contestarle en voz alta. Si la vida en la ciudad se hace insoportable, siempre podemos volver a emigrar.

Pero ahora no hay tiempo para pensar en eso. Busco con la mirada a Laria para ver si aún podemos escapar con ella y, si no es posible, tiro de Vela para alejarnos del lugar lo antes posible, incluso mezclándonos con la gente que aún se está escapando si es necesario.

En el interior del establo, el suelo era todo menos limpio, de hecho lo contrario de limpio. Había rastros de suciedad, así como excrementos. El aspecto era terrible. Igual, el techo dejaba caer una fina de polvo, sólo por el mero hecho de haber entrado los allí reunidos.

Entonces, un pequeño brillo atrajo la atención de todos cuando un viejo cuchillo empezó a recorrer verticalmente una de las vigas, dejando el sonido del metal rasgando levemente la madera. El objeto había estado tras la columna, primero se había colocado en pie y luego fue ascendiendo, de un modo antinatural, unos dos metros. Tras alcanzar la altura, bajó al mismo ritmo, tocando el suelo, moviéndose entonces con la punta de la hoja hacia abajo. El punzante arma se dirigía hacia ellos ahora, chirriando contra el suelo.

¿Qué coño era aquello? ¿Una daga? ¿Con vida propia? Sin duda era una trampa, tenían que deshabilitarla como fuera o correrían peligro.

Los cuervos habían preparado todo aquello para que nadie descubriese sus secretos. Al menos no fácilmente.

Se le ocurrió una cosa.- Somos cuervos, amigos y aliados, y hemos venido a ayudar a tus amos. - Dijo en voz alta. Sabía que si hubieran unas palabras que la desactivaran no serían esas, pero si no era el caso y se trataba de que los reconocieran, no veía una opción mejor. Que hubiera niños jugando tenía que tener algún sentido, a ellos no los había atacado.

Miró si los pequeños seguían cerca, a la vista, quizá ellos eran la clave.

Vundav observó el extraño movimiento del cuchillo. ¿Podría ser una trampa? Quizás. Se preparó para destruirlo.

Entonces Norwind intentó identificarse como uno de los cuervos... podría resultar. Vundav mantenía la concentración mientras seguía observando los alrededores.

- Hay cosas interesantes aquí dentro, pero habrá que acercarse y ese cuchillo me desmotiva bastante.

Mishima estaba caminado despacio y preocupado de que aquello se les cayese encima, pero de entre todas las cosas que pensaba que podía pasarles desde luego no estaba la de un cuchillo volador.

Pero qué...

El monje se puso en tensión y miró a varios lados, pues sospechaba que aquello no sería más que una distracción. O por lo menos esperaba que lo fuera. Porque si en verdad era algún tipo de fantasma iban a tener problema.

El guerrero frunció el ceño al ver aquel cuchillo flotante. ¿Sería algún tipo de trampa mágica? Al final iba a resultar que esa ruina de lugar no estaba tan abandonado. O eso o es que se habían ido sin desactivar el sistema de seguridad. No, si al final tendría que acabar gritando eso de "¡Muerte a Thrune y a todos los que le siguen!" para que les identificaran como aliados.

Sus compañeros parecían estar igual de extrañados que él ante aquella extraña arma flotante. Y el riesgo inminente de acabar con ese puñal clavado en el cuello estaba impidiendo el avance del grupo. Había que poner punto y final a esa situación, por lo que Erik buscó un trozo de madera que pudiera servir de escudo. Por muy flotante que fuera ese cuchillo seguía siendo un cuchillo. Si se clavaba en un cacho de madera lo bastante grueso, quedaría atrapado e inutilizado. Tal vez una de las puertas pudiera servir...

Acercándose a la entrada del establo, Erik examinó las puertas. Parecían lo bastante grandes y gruesas como para servir de cobertura a todo el grupo contra ese maldito cuchillo, así que agarrró una con ambas manos y tiró con toda la fuerza de sus músculos para arrancarla del sitio y poder usarla de escudo.

El suelo ya le estaba pareciendo todo un desafío cuando se percató de aquel brillo extraño que se movía de manera autónoma. La visión de aquel cuchillo que se movía sólo puso a Nikkha en tensión. Con mucho cuidado desenfundó su ropera y su daga y se preparó para evitar un posible ataque. 

-¿Alguien sabe que demonios es eso?- preguntó con su voz cantarina cargada de tensión mientras se ponía en guardia con la espada al frente y la daga a la espalda.

Los niños no podían verse ahora, la puerta estaba abierta pero los críos se habían alejado, las palabras del guerrero además no obtuvieron respuesta alguna. No hubo voz allí interesada en hablar, quizá influyó que unos pocos segundos después el hombretón que les acompañaba hubiese arrancado una de las puertas, la cual cayó en parte al suelo mientras él la sostenía como podía dado el gran tamaño de la madera, desplazándola hacia delante como tratando de interponerla ante el arma que les amenazaba.

Mishiam y Vundav se preparaban para enfrentarse al peligro, solo que el cuchillo se había detenido ahora. Se mantuvo un segundo en posición vertical para entonces caer al suelo quedando inmóvil. El objeto había perdido esa fuerza que le permitía avanzar rasgando el suelo de un modo fantasmagórico. Ahora todos lo miraban sin saber lo que había sucedido allí.

- Podría seguir aquí el espíritu de alguno de los cuervos plateados.

Decía Rexus quien tampoco tenía claro qué pensar.

- Si fuera así nos podría decir qué pasó con ellos.

Pero seguía sin escucharse ninguna voz. Entonces, casi todo el grupo creyó percibir que unas viejas bisagras se movían levemente emitiendo dos sonidos diferentes. Ya tras eso, todo quedó en silencio.

Erik llevó la puerta arrancada hacia sus compañeros, poniéndola delante de ellos como un basto escudo de madera.

 -Con esto podremos tener una barrera si ese cuchillo decide lanzarse solo a por nosotros.

No era la mejor idea, y desde luego no la más discreta, pero al menos tendrían algo que les protegería de la hoja. Pero entonces el cuchillo cayó al suelo, inanimado. Maldita sea... De haberlo sabido se habría ahorrado el esfuerzo.

El primero en hablar fue Rexus, proponiendo que tal vez el origen de aquel fenómeno fuera un espíritu anclado en aquel lugar. Era la explicación que resultaba más plausible teniendo en cuenta lo que acababan de presenciar. Excepto por aquel leve sonido de bisagras...

 -O puede que se trate de un bribón que intenta asustarnos con un par de trucos.

Eso ya tenía más sentido que un fantasma. Cualquier aprendiz de mago podía levantar objetos usando su magia sin mucha dificultad. O incluso se podía lograr un truco similar sin magia. Erik recordaba haber visto algo parecido cuando era niño. Un titiritero usó un pequeño sistema de cuerdas y poleas para hacer que unos muñecos con forma de pájaro volaran por un escenario en miniatura. Bastaban un hilo un poco fuerte y una polea decente para levantar un cuchillo. Pero ya fuera con magia o sin ella, parecía bastante claro que les habían tomado el pelo.

 -Lo habéis oído, ¿verdad? A mí me ha parecido una trampilla abriéndose y cerrándose. Deberíamos encontrarla y seguirle, ¿quién de vosotros tiene buena vista?

Mishima asintió ante las palabras de Erik.

Cierto. Los fantasmas no hacen esos ruidos, ni necesitan abrir puertas. Las personas sí. Aquí hay, o había, alguien.

El monje se adelantó al lugar donde escuchó el sonido y empezó a buscar una trampilla o algo parecido.

Yo creo que se ha asustado cuando has arrancado la puerta. Lo cual es ciertamente irónico, pues creo que el, o ella, quería asustarnos a nosotros.

Miró un momento al grupo.

Sin duda somos un grupo de lo más variopinto. Normal que alguien se asuste si te vé llegar al lugar donde vives. Lo que no sé es por qué iba a vivir alguien aquí.