Partida Rol por web

Miro a Laria con el ceño fruncido y una expresión en la que se lee un "más les vale" y me dirijo detrás de mis compañeros. Mientras revisan las huellas y la puerta de la pared, me giro un momento hacia la mediana.

- ¿Sabes cómo son los pasillos ahí dentro? - pregunto, dudando entre utilizar un arco o un arma cuerpo a cuerpo. Probablemente seamos demasiados para no molestarnos con cualquiera de las dos alternativas, pero prefiero que la mujer nos dé toda la información que pueda antes de seguir. - ¿Hay zonas amplias, corredores laterales desde los que nos puedan coger por la espalda?

Nikka y Vundav parecen depender de su magia, y el tipo que no se calla ni debajo del agua, Norwind, usa un par de espadas. Ya vi el estilo de combate del grandullón en la plaza y el otro parece que se defiende con ese bastón o incluso sin armas, aunque se llevó un buen golpe al enfrentarse a los guardias. Aún así, eso hace tres luchadores cuerpo a cuerpo y dos magos, así que tanto un arco como un arma ligera pueden ser una opción aceptable dependiendo del terreno.

Laria escuchó la pregunta de la pícara, por alguna razón no se le había ocurrido mencionar más sobre el escondite, se mostró un poco incómoda hasta que optó por responder.

- Este lugar tiene acceso a unas aguas subterráneas que llevan al mar. Lo uso para contrabando y para sacar a halflings esclavos de Kintargo. Ya sabéis que son populares como eso, como esclavos.

Terminó por confesar, demostrando que había una utilidad clara tras aquello.

- Saldréis a un pasillo, a la izquierda una sala donde se puede dormir en el suelo, con un par de letrinas. A la derecha el acceso al río subterráneo, con una pequeña pasarela. Luego al fondo hay un almacén con mesas y sillas, el lugar en el que se puede pasar el rato esperando el momento oportuno para marcharse de así quererse.

Al asomarse, Mishima no tardó en encontrar el pasillo del que la mediana había hablado, completamente a oscuras le resultaba imposible ver nada más.

- De querer sorprenderos hay muchos lugares donde se podría hacer. Pasillos, esquinas, cajas...

En el pasillo recién encontrado no habían ya rastros de nada. Súbitamente, se escuchó un potente graznido que heló la sangre y que provenía de algún tipo de ave, solo que todavía no había nada a la vista. Unos pasos rápidos contra el suelo les pusieron en alerta, ¡algo corría hacia ellos!

Mientras los héroes trataban de reaccionar, Nikkha se había anticipado y recurriendo a su expertía mágica, formó la imagen de una persona delante del monje, la figura permanecía quieta ofreciéndose como blanco.

Al rato de buscar por el almacén, escucharon el graznido. Algo corría hacia ellos, aunque las pisadas venían desde fuera de la habitación principal.

Con un rápido ademán, Norwind se colocó al lado de la puerta para poder asestar un rápido golpe si algo entraba por ella. Hizo un gesto a sus compañeros para que hicieran lo mismo.- Solo podrán pasar de uno en uno, si es que hay varios.- Susurró.

La tensión fue aumentando a medida que la bestia se acercaba. Aún no sabían qué podría ser, pero los ruidos pesados hacían intuir el gran tamaño de la criatura.

Mishima miró a todos haciendo una línea para algo que podría salir o no, y más con las explicaciones que hacía la mediana sobre lo que había dentro.

Aquí no vamos a hacer nada. De todas formas tenemos que explorar la zona. Venga.

Y dicho eso entró en pasillo para tratar de ver algo más.

Vundav entro al pasadizo y se situó por detrás de Mishima y elevó y lanzó hacia adelante el punto luminoso para poder que el humano pudiera ver lo que estuviera viniendo por el pasillo con tiempo.

Mientras seguía por una parte con el conjuro en la mente mientras que por la otra mantenía la espada preparada por si tenía que llegar al cuerpo a cuerpo.

El enorme guerrero había permanecido completamente callado durante el trayecto hacia la posada de Laria. Demasiadas cosas había en su cabeza en esos momentos como para perder el tiempo en charlas superfluas. Ya hablarían largo y tendido cuando estuvieran lejos de las calles, donde era fácil que les identificaran. Sobre todo a él. Pocas personas habría en la ciudad con su envergadura y que, además, hubieran montado semejante revuelo en la plaza.

Por eso, cuando llegaron a la posada, Erik pudo relajar un poco sus anchos hombros. Sí, había algún tipo de alimaña de la que ocuparse, pero desde el punto de vista del guerrero era algo mucho más manejable que la guardia de la ciudad al completo. Guiados por la mediana, el grupo bajó al sótano, donde Vundav encendió una luz y Nikkha creó un señuelo, ambos usando magia. No eran el tipo de tácticas que él usaría, pero dadas las circunstancias, le parecían una ayuda estupenda. La luz les permitiría ver qué demonios era eso que se acercaba y el señuelo tal vez les daría una oportunidad de lanzar un ataque sorpresa.

Sin decir una palabra, Erik desenvainó su espadón y adoptó una postura de combate, poniéndose delante de Nikkha y Arden. Si algo entrara por ese pasillo, se las tendría que ver con él antes de llegar a las muchachas, las cuales podían cubrirle mientras se enzarzaba con la alimaña.

 -Preparad las armas. Por si el señuelo no funciona.

Dicho esto, el guerrero esperó a que la criatura realizara su movimiento.

Escucho a Laria con atención. Parece que en ese sótano hay suficientes lugares para tendernos una emboscada, desde cualquier habitación o recoveco del pasillo hasta el propio río, si estamos tratando con algún tipo de criatura anfibia. Cuando me vuelvo hacia mis compañeros, veo que, en un nuevo alarde de precipitación, ya han salido al pasillo. "¡Hombres!" pienso, refiriéndome tanto al género como a la especie en general.

- ¿Puedes adelantar ese señuelo? - le pregunto a Nikkha, aún a mi lado. - Si ese monje lo deja atrás, de poco nos va a servir tenerlo en la puerta...

Saco finalmente el arco y una flecha y paso junto a Erik.

- Vamos, grandullón - le digo golpeándole el hombro con cierto sarcasmo. - Proteger la puerta cuando ya han salido esos dos cabezahuecas sólo les pondrá en más problemas. Avanza al pasillo y te cubro desde allí.

Suspiro antes de entrar en el pasillo. Tal y como había comentado con Laria, a este grupo le va a hacer falta mucha más astucia si quiere sobrevivir, no digamos si va a tener que deponer al alcalde. Concentrándome de nuevo, paso por la derecha de Erik y me agazapo en una esquina, detrás del señuelo, preparando el arco para cubrir el pasillo.

El pasillo oscuro se tornaba mucho más amenazador debido al chillido que de él surgía y el sonido de la criatura yendo en busca de los intrusos de lo que quizás consideraba su nuevo hogar. El monstruo era rápido, los ojos rojos se vieron muy poco antes de que apareciera el resto de su figura: un ser brutal cuya apariencia era el cruce entre el cuerpo robusto de un gran orco con la cabeza de un cuervo, la musculatura parecía suficiente como para compararlo con el propio Erik.

Sin dar opciones a cruzar palabra alguna, recurrió a sus zarpas, repartiendo con furia entre el monje que había tomado la delantera y la otra imagen que astutamente colocó la bardo a su izquierda. Mishima aguantó, bloqueando el garrazo dirigido hacia su pecho, mientras que el pico y la otra garra buscaban al otro ser inexistente.

La criatura se abalanzó sobre la imagen que ella había creado así que el objetivo del hechizo estaba cumplido. Ahora solo faltaba acabar con la criatura y para eso ya habían cuatro fornidos hombres capaz de hacer frente a aquel ser de una manera lo suficientemente solvente como para que ella fuera allí a molestarles en su desempeño. Sin intenciones de acercase al cuerpo a cuerpo si no era necesario, la bardo desenfundó su laúd y comenzó a entonar una canción que hablaba de grandes y valientes héroes que luchaban contra los seres de la oscuridad. El sonido de su voz se entremezclaba con el del instrumento creando una enérgica y vibrante combinación capaz de infundir gallardía hasta en los corazones más cobardes. 

Asombrado como estaba de la criatura que acababa de aparecer a su lado, Mishima casi no se da cuenta de que se le viene encima otra mucho más grande. Y extraña. Logró evitar en el último momento que le diera un zarpazo, pero se volvió a soprender de que atravesara a la que tenía a su lado.

¿Una ilusión? ¿De quién? Bueno, creo que alguno era mago o algo por el estilo.

Sacudiendo la cabeza el monje decidió centrarse en el problema inmediato. La cosa cuervo que tenía encima suyo. Dando un paso lateral le arreó con el bastón a dos manos, y mientras giraba con la inercia del golpe levantó la pierna y propinó una patada en el estomago.
Pero con lo fornido que se veía dudaba que fuese a caer facilmente.

Viendo que varios de sus compañeros salieron corriendo hacia el pasillo sin dar tiempo a una estrategia colectiva, Norwind maldijo mientras corría tras ellos al encuentro de la criatura. Escuchó los primeros embites y no iba a dejarlos solos. El monje estaba ya frente a ella, junto a una figura humanoide que uno de ellos habría conjurado.

Demostrando su habilidad en el uso de la espada trazó dos arcos simétricos con cada una de sus hojas mientras giraba sobre sí mismo para facilitar el movimiento, asegurando los golpes contra el monstruo.

Consiguió atravesar parte del pelaje de plumas de que disponía la bestia, y se dispuso para la defensa.

Nikkha ya había advertido a Vundav que iba a poner un señuelo, por lo que no le pilló muy de sorpresa. Lo que fue sorprendente es que la habilidad de Nikkha fuera similar a la que él tenía.

Una chica extraordinaria. Se dijo a si mismo mientras la observaba sutilmente de reojo... se concentró de nuevo y su mente focalizó al enemigo.

Era fuerte, lo mejor sería "ablandarlo" un poco para que fuera más sencillo de tratar por sus compañeros, además de hacerle mas sensible a sus propios ataques.

Con una sonrisa terminó su maldición sobre la extraña criatura, solo quedaba freírlo con magia o atravesarlo con la espada.

Erik no contestó verbalmente a la pícara, sino que simplemente avanzó por la puerta hacia el pasillo, con el espadón firmemente sujeto. No había visto a la bestia directamente, pero con oir los ruidos de pelea que empezaban a llegarles le bastaba. Avanzó a grandes zancadas hasta ponerse delante de Vundav y al lado del señuelo lanzado por Nikkha. Entonces pudo contemplar a la "alimaña" a la que se enfrentaban.

¡Por los dioses, esa cosa era casi tan grande como él! Y sin casi, probablemente. ¿Qué diantres sería esa criatura? Afortunadamente, ese tipo de pregunta podía responderse con la criatura bien muerta. Atravesando el señuelo dejado por la semielfa, el guerrero lanzó un espadazo hacia la criatura, pero ésta consiguió evadirle sin mucho esfuerzo. Erik apretó los dientes y aferró con más fuerza su arma. Maldita bestia... Afortunadamente sus compañeros habían sido más hábiles o más afortunados, consiguiendo hacerle alguna que otra herida. A este ritmo, aunque consiguiera esquivar todos los ataques del enorme guerrero, no tardaría en caer.

Cuando la criatura llega por el pasillo los humanos se lanzan sobre él como moscas a la miel. A penas tengo tiempo para buscar un hueco para poder disparar el arco cuando el grandullón sale por la puerta, obstruyendo cualquier posible línea de tiro.

Maldiciendo con frustración, voy detrás de él, soltando la flecha que tenía preparada. Casi atravieso la ilusión para colarme por el pasillo y bordear al grupo mientras desenvaino mi ligero rapier, dispuesta a atacar a la criatura desde su espalda. La distancia habría sido demasiada para un lento humano, pero el ligero paso de los elfos hace que pueda colocarme sin problemas.

Me tomo mi tiempo para lanzar el ataque en el momento en que la criatura balancea uno de sus brazos para mantener a Erik a distancia y lanzo una estocada, esperando a girar el arma cuando esta penetre en la carne.

No le importaba lo más mínimo verse rodeado por tantos enemigos, el monstruo semejaba ido y ávido por combatir. Una ira tomaba el control de su cuerpo haciendo inviable el pensamiento, si es que era capaz de pensar. El monje había logrado impactarle con dos rotundos golpes, Erik no lograba hendir el arma en el cuerpo del rival, Vundav preparaba su magia desde un poco más atrás. Norwind usaba sus dos armas pensando en herir de gravedad al monstruo logrando sajarle una vez y Arden aprovechando la confusión se escabullía a la espalda y lograba clavar la hoja de su arma cerca de la columna vertebral.

Pese semejante castigo la fiera seguía debatiéndose en mitad del grupo de valientes. Garras y pico buscaron a cualquiera de ellos. El hombre-cuervo pareció fijar su atención en el monje que se le aproximó en primer lugar, Mishima hubo de echar el cuerpo hacia atrás para impedir que el pico le alcanzara, pero entonces las garras dieron contra su abdomen rasgando y provocando una fea herida. Norwind tuvo incluso peor suerte, por sorpresa la criatura agarró su cuello con la mano izquierda y clavó en él las uñas, lacerando la carne.

Aún sorprendido por encontrar una criatura así bajo la taberna de Laria, una de sus garras lo atrapó hasta el extremo de provocar un dolor indescriptible. Norwind empezó a ser consciente de que estaba a punto de morir, y de que la bestia era más poderosa de lo que creían.

Tratando de apoyarse para no caer, intentó hacer una pausa y coger aliento para encararla de nuevo.

Con fuerzas renovadas, apretó con más fuerza el puño de su espada en la mano derecha dando con ella una estocada con el filo contrario a la vez que volvía a su posición inicial para ejecutar un tajo muchas veces entrenado con su segunda arma.

Los gritos de la criatura indicaban que había tenido éxito. Sus compañeros también estaban haciéndola sangrar. No era un combate justo, pero intuía que sería una amenaza que pronto dejaría de existir.

Cuando la criatura atacó a Norwind, Mishima trató de aprovechar ese momento en que bajaba las defensas para golpear al ser. Pero éste fue más rápido.
El monje no dejó que aquello le distrajese y volvió a amenazar con su bastón al enemigo, pero aunque este lo esquivó sin problemas el arma tan solo era una finta. El verdadero ataque llegó después cuando Mishima saltó en el aire dando una patada giratoria en plena cara de la criatura.

Te podías caer de una vez ¿no? Que maleducado que eres.

Vundav contempló como la bestia arremetía con facilidad contra sus compañeros, causando graves heridas en un instante. Consideró por un momento hacer uso de su facultad curativa, pero era tan limitada que lo mejor sería un ataque directo.

Se concentró sobre la criatura mientras un rayo surgía de la palma de su mano.

Esa bestia atacaba enloquecidamente. ¿Sería su naturaleza o habría algo por allí que le estaba haciendo comportarse así? Es más, ¿le importaba realmente algo al guerrero? No. Así de simple y claro. Esa cosa era una bestia que amenazaba su propia integridad física y la de sus actuales compañeros, ¡mala suerte para ella!

Como no tenía que volver a avanzar para ponerse a la altura de la cosa-cuervo, Erik pudo coger mejor postura para lanzar un segundo espadazo sobre la criatura. Esta vez la bestia no fue lo bastante rápida, o él había calculado mejor la trayectoria del golpe, porque el acero mordió por fin su carne, haciéndole una buena herida en el torso. Entre eso y los incesantes ataques por parte del resto de sus compañeros, no aguantaría en pie mucho más tiempo. O al menos, eso esperaba Erik.