Partida Rol por web

Nikkha escuchó con atención cualquier información sobre los papeles pero no pudo aportar nada porque aunque su profesión se dedicaba a las palabras, a ella no le gustaba retorcerlas así que no quiso meterse con ellos. 

-¿Como vamos a repartir las perlas?- preguntó ante la negativa del resto de hablar de ellas. No quería parecer avariciosa pero ese dinero les iba a venir muy bien en la rebelión que se traían entre manos. Iba a proponer usarlas para restaurar aquel cuchitril pero la oferta de la mediana sonaba mucho mejor. 

-Bueno quizás podríamos limpiar ese sitio y así utilizarlo. ¿Qué te parece?- ofreció a la mediana

La discusión sobre el lugar que iban a refugiarse tenía toda la atención del guerrero. Porque él había entendido que ese granero en ruinas era el refugio oficial de la resistencia contra el régimen político actual, pero la mediana les proponía otro lugar para establecerse. Un lugar que parecía estar a salvo de los guardias, pero no de las alimañas. O de algo peor.

 -La pregunta que deberíamos plantearnos es, ¿cuál de los dos lugares está más a cubierto de la guardia de la ciudad? Lo demás son detalles sin importancia.

Que hablando de detalles sin importancia, la muchacha semielfa preguntó cómo iban a repartir las perlas. Erik la miró y, como única respuesta, dijo:

 -A partes iguales.

Desde luego, qué preguntas que tenían algunas personas...

Vundav había dedicado parte de su tiempo a intentar encontrar un código que le permitiera descifrar los papeles, pero a simple vista había sido imposible encontrar uno.

Empezaba a perder interés por el tema. Había dejado sus estudios un rato para tomar el aire cuando la aglomeración de gente le había hecho involucrarse en la salvación del noble. Parecía que estaba todo resuelto, el noble estaba a salvo y la situación parecía controlada, involucrarse más en los asuntos de los humanos parecía poco aconsejable.

Observó las perlas, no estaba interesado y no quería que le pillasen con ellas y pensaran que las había robado.

- No quiero mi parte de las perlas, si vais a montar algún tipo de resistencia el dinero puede venir bien. - Un fondo común sería bueno, pero realmente a él le daba igual.

Echó un segundo vistazo a los papeles... lo único que le retenía un poco era su curiosidad por saber qué decían, pero era poco probable que le sirvieran de algo en su rama de estudio.

- ¿Creéis que ya es seguro regresar? - Para Vundav la aventura había terminado, solo quería regresar con su familia de acogida.

La mediana se encogió de hombros, había allí un incipiente grupo de héroes aunque algunos no se les veía especialmente motivados lo que contrastaba con los demás.

- Mi sitio, el nido de avispas, es excelente y por ahora está a salvo pues está escondido, amigo no hay que preocuparse salvo que seáis descuidados pero sí, te respondo que temo por lo que pueda suceder en mi posada. En el nido de avispas podéis entrar llamando mucho menos la atención que en este lugar, además hay espacio de sobra para bastantes más personas. No puedo sino cederlo para estas labores contra el inquisidor, en cuanto lo "limpiéis".

Miró hacia la joven que había usado el término y después al guerrero de gran tamaño al que por algún prejuicio consideraba que estaría interesado en pelear todo lo posible.

- Seguramente se colara una criatura, como podéis ver yo no me puedo meter ahí a luchar contra algo así. Mido la mitad que vosotros.

Sonrió como si se disculpara por no tener esa posibilidad. Entretanto, Rexus tenía en la mano todos aquellos papeles, ojeándolos deseando dar con algo útil. La mediana seguía hablando.

- Yo os cubriré, seguidme y veréis cómo. Y tú amigo - decía refiriéndose a Vundav - necesitamos gente valiente y joven como tú, alguien que ponga la universidad también contra Barzillai. Escucha a los demás, ya la ciudad no está a salvo, todo se degrada poco a poco, viniste a estudiar a esta ciudad por su prestigio mas va a terminar siendo nada si sigue así. Esa proclamación para que los capitanes no entren, ¿sabes los efectos que tendrá? ya los puedes imaginar. Apoya esta causa, no dejes que los tiranos se salgan con la suya.

Explicaba tratando de llegar hasta el corazón del humano.

Umh, un monstruo en el armario, como se suele decir. Quizá ese refugio tenga más de interés por parte de Laria que necesidad nuestra. Echar a un inquilino puede ser más peligroso de lo que parece si nadie lo ha hecho aún.

Con estos pensamientos se vio Norwind cuando escuchó el resto de palabras de la mediana tratando de apelar a Vundav sobre su valía para la causa. Estaba claro que alguien que se manejase mejor entre libros que con una espada era siempre necesario. Aunque no había que subestimar a un mago frente a un arma.

- No me hace mucha gracia tener que luchar contra ALGO que ronda por ahí, pero no veo ahora mismo muchas otras opciones. Este sitio se cae a pedazos, y esos pergaminos tienen que tener algún sentido. Ya que el cómo hemos llegado hasta aquí para encontrarlos de momento carece de él.

- Si dices que es seguro, tanteémos qué puede ser ese contratiempo que vive ahora allí y despejemos el lugar. Sin duda nos buscarán, y una temporada ocultos no nos va a venir mal a ninguno para que se calmen los ánimos y consigamos que no nos reconozcan tan fácilmente.

- Yo tampoco quiero parte de esas joyas, que las hayamos encontrado no significan que sean nuestras, y al menos hasta que sepamos de qué se tratan o a quién pertenecen yo no las usaría, siquiera para financiar nada. Pueden incluso atraer problemas si tratamos de venderlas, ya que alguien puede seguir su rastro o llevar tiempo buscándolas sin que hasta ahora hayan aparecido.

Barajaba rápido opciones para no dar pasos en falso.

- De momento creo que lo mejor es buscar cobijo y ahí ya pensar algo. No me gusta mucho el crujir de este sitio.

Nikkha miró a Norwind y a Vundav con genuina sorpresa. Aquellos dos debían haberse criado entre una cantidad de lujo innecesariamente exagerado porque rechazar aquel tesoro de perlas con tanta levedad tenía, por fuerza, implicar que no habían pasado hambre nunca en su vida. Sin embargo, el lado bueno era que si ellos no querían las perlas serían menos a repartir. 

-Hagamos lo que hagamos deberíamos movernos. Llevamos mucho tiempo en este sitio y no hemos sido precisamente discretos al entrar aquí. Si vienen los hombre del gobernador prefería que no nos pillasen en un suelo carcomido y un techo a punto de caerse.- apremió la semielfa- Vayamos en dirección al nido de avispas y resolvamos nuestras diferencias de parecer de camino a allá.- Ofreció a sus compañeros que parecían estar regodeándose en el hedor de aquel sitio.

Iba a ponerse en movimiento cuando se giró hacia el humano rubio que parecía dubitativo respecto a aquella aventura.

-Tengo entendido que una de las características más deseables de los universitarios es la curiosidad- comenzó con un tono socarrón- Tenemos aquí un buen misterio con esos cuervos plateados y un buen puñado de escritos codificados que pocos ojos han visto...-Hizo una pausa dramática mientras lo miraba directamente a los ojos con sus ojos azules justo antes de hacerle una oferta elevando brevemente las cejas- ¿Qué? ¿Te vienes?

La verdad es que el grupo estaba dando razones interesantes para cambiar de lugar. Especialmente la semielfa, que tenía toda la razón al decir que ese lugar era el escenario de batalla menos deseable de la ciudad.

 -Probemos entonces. Si hay alimañas, podemos encargarnos de ellas y despejar el lugar. Si la estructura está bien, podemos convertirlo en un buen refugio.

Porque seamos sinceros, una alimaña que a una mediana le podía resultar intimidante y amenazadora, a un tipo como él seguramente le parecería un bicho con media patada. Y si ese era el único problema del nido de avispas... Pues era bastante más preferible que ese granero.

 -De todas maneras, si nos dejamos algo por examinar aquí, podemos volver más adelante, cuando todo se haya enfriado un poco más.

Que hablando de enfriar, parecía que el entusiasmo revolucionario se le había enfriado el joven rubio. Bueno, era una lástima perder un aliado, pero como a ojos del guerrero no es que le pareciera un individuo muy fuerte, no le daba excesiva pena.

 -Si quieres irte, adelante, pero ten cuidado. Si alguien afiliado al bando de Thrune te ha visto con nosotros, te acusarán de traidor e irán contra ti. Así que vigila tu espalda y cubre bien tus pasos.

En lo que a él respectaba, no pensaba obligar a nadie a quedarse. Porque así empezaban los descontentos y las traiciones. Y cuanto menos tuvieran de eso, mejor.

Vundav se mostraba dudoso y no terminaba de decidirse. Las palabras de Laria no parecía que le hubieran influido y estaba a punto de irse.

Le detuvo la mirada penetrante de unos profundos ojos azules. Vundav mantuvo la mirada un instante para retirarla inmediatamente después, confundido. No estaba acostumbrado a que una chica le mirase así.

- Iré al nido de avispas... - contestó escuetamente. Al cabo de unos segundos decidió continuar.

- Entiendo que la gente sufre, pero no sería honesto por mi parte poner en riesgo a la familia que me ha acogido. No puedo hacer nada que los perjudique.

Se notaba la lucha interior que tenía el muchacho. Involucrarse en una rebelión, tomar objetos de dudoso origen como las perlas eran actos que, en caso de ser detenido, serían muy vergonzosos ante la familia que le había acogido. Los demás podrían hacer lo que quisieran, pero él no los iba a traicionar de esa manera.

- Una vez allí, decidiré que hacer.

Norwind se dirigió al joven, veía la duda en su rostro y en cierto modo lo entendía. Todos estaban ahí por voluntad propia, pero él dependía de otras personas además de no ser de la propia Kintargo. Solo su conciencia lo mantenía con ellos.

- Es una dura decisión la que vas a tomar, y no puedes pensarlo a la ligera. Entiendo que no quieres comprometer a los que te han acogido. A nosotros nos vendría bien alguien como tú, pero es cierto que si te pillasen y declarasen rebelde meterías a tu familia en un lío, quizá podrían perderlo todo, como le ha pasado a otros miembros de la aristocracia. - Rexus estaba ahí para corroborarlo.

- Pero hay otra solución... necesitamos información, algo que parece estar solo en los libros, y tú tienes acceso a ellos. Para empezar sobre los Cuervos que vivieron aquí, averiguar qué nos podría ayudar de ellos, organización, miembros vivos... Luego saber el origen de esos Thrune y cómo llegaron al poder, ahí puede haber algún punto débil, si le temen a algo, si pueden ser acusados por un crimen pasado...

- Hacérnosla llegar no sería muy peligroso si se usase un cauce velado.

- Piensa además que esta situación puede cambiar en breve, y podemos ser nosotros quienes controlemos las cuerdas.

Para todos los miembros del reciente grupo hubiera hablado igual. En este momento eran todos piezas muy valiosas, ya que nadie se había atrevido aún a dar un paso así, y los medios eran escasos. Cada uno de ellos contaba, y su pérdida supondría una gran baja porque cada uno tenía algo que aportar.

A Norwind le preocupaba no obstante cualquier posible filtración, y eso significaba actuar sin una motivación firme. Estaban dando pasos que pondrían en peligro sus vidas, pero si uno caía caerían todos, ya conocía de oídas los medios con los que contaba Thrune para obtener información. Al igual que sabía que su red de espías era amplia, como habían comprobado por sorpresa en la plaza.

Al resto les habló al respecto.

- Lo mismo que ocurre con Vundav ocurre con el resto. Supongo que a todos nos siembra la duda el poder ser perseguidos. Quizá recibamos alegremente estos nuevos acontecimientos, pero si nos somos francos a nosotros mismos, la muerte es una posibilidad muy real. Y quizá la mejor. La tortura o perder el alma en el infierno es una mala costumbre chelaxiana.

- Yo mismo también tengo mucho que perder, y no puedo poner en peligro a mi gremio. Por mucho entrenamiento que haya recibido preferiría arrebatarme la vida antes que demostrarme mi aguante y ceder a la traición. Pero quiero a esta ciudad y no puedo permitir que esto esté ocurriendo. Mientras tenga un hálito de vida lucharé por ella.

- Cada uno lucha por algo. Honor, venganza, dinero... - tras decir esto miró a la semielfa,- aunque mal destino puede ser éste si el enemigo ofrece más. Cualquier falsa comodidad que prometan no será más que un símbolo de esclavitud, una cadena de la que tirarán en cuanto todo deje de ocurrir a su antojo.

- No pretengo arengar con palabras vacías, pretendo que seáis conscientes de que dar el siguiente paso es un fuerte compromiso. Con medias misivas se es débil, y un débil cae fácilmente, arrastrando a los que van con él. De un modo o de otro todos los que estamos aquí hemos trenzado un vínculo, y ese vínculo solo funciona si sigue fuerte.

- Pensad bien ahora o abandonad.

Este era el momento de estar dentro o fuera.

En silencio, me había mantenido al margen de la conversación, escuchando atentamente. Tan solo el humano que al entrar se había presentado como Norwind me había dirigido la palabra, refiriéndose a mi queja inicial sobre la precipitada acción en la plaza. Me había encogido de hombros como toda respuesta, sin formular mis abiertas reservas sobre lo que él había llamado una resistencia abierta y para mí era más provocar un tumulto y luego escapar a la primera de cambio.

Cuando hablaron de las perlas tampoco me inmiscuí. Por el momento, yo estoy aquí por Laria y no tengo muy claro si esta gente me considera parte del grupo que merece estar en el reparto. Tampoco he hecho nada por ganar ese dinero, hasta el momento, así que no es algo que me vaya a quitar el sueño.

- Yo iré - le digo sin más a Laria cuando habla del nido de avispas. Si hay que enfrentarse a algo allí para despejar el lugar, creo que es parte del motivo por el que ella me habrá contratado. - Y, al igual que Vundav, una vez allí ya veremos qué es lo que pretendéis lograr con esta rebelión vuestra... Y cómo tenéis intención de hacerlo - digo mirando al hombre de pelo blanco. En sus palabras intenta mostar bonitos ideales, pero esos se suelen ir al traste al toparse con la realidad. Si esta gente pretende acabar con el alcalde no seré yo quien se quede fuera teniendo la oportunidad de acabar con un político, pero para hacerlo necesitarán algo más que buenas intenciones y tampoco he escuchado nada sobre qué ocurrirá después. Por mucho que me pueda gustar la idea de un mundo sin dirigentes, alguien ocupará el lugar de Thrune y, aunque a esta gente no se lo parezca, siempre puede haber alguien peor que él.

Mishima se había mantenido deliberadamente al margen de toda aquella discusión. Cada cuál tenía que decidir por sí mismo, no era conveniente coaccionar a nadie, pues más adelante podía volverse contra uno. 

Yo iré. No soy de la ciudad, pero incluso una persona con tan pocas luces como yo sabe que lo que pasa está mal. Y no podría ser consecuente conmigo mismo si no hiciera lo que estuviese en mis manos para ayudar. Así que por mí empecemos el fuego que podría ser esta rebelión, pues no nos engañemos ya que eso es lo que vamos a hacer. Cada cuál con sus motivos, por supuesto.

En realidad no había mucho más que decir. Tan solo actuar, pues el lugar de la mediana no se iba a limpiar solo. 

Laria y Rexus asistieron al discurso del hombre de tez pálida, quien con palabras directas expresaba los peligros detrás de la difícil situación que comenzaba a gestarse en Kintargo. Rexus escuchó agradecido que casi todos los presentes estaban dispuestos a continuar. Las cosas iban bien, solo que él mostraba signos de cansancio. Aún así se animó a participar en aquella conversación.

- Va a ir todo a peor. Durante la noche de las cenizas tres lugares fueron destruidos con excusas. Como ya os he dicho uno de ellos fue mi hogar, un ataque en el que pereció toda mi familia. No puedo sino decir que ya mi vida sólo está destinada a acabar con ese loco. Estos papeles, me pondré a investigarlos y no dormiré si es necesario. Vaya, los cuervos plateados lucharon contra los Thrune antes que nosotros, sus recursos pueden estar escondidos. Y luego mi madre... he de ver si encuentro más cosas sobre ella.

Iba explicando sus problemas personales, aunque Laria se colocó en mitad abriendo los brazos.

- Si todos estamos de acuerdo entonces vamos a mi taberna, yo os daré un buen escondite por ahora. Veréis que vale para este importante propósito. Hemos de ir allí por separado y en momentos diferentes, así que venga, en marcha un par.

Dijo tirando del grupo obligando a que ya caminaran en dirección a los "largos caminos". Conforme fueron llegando vieron el amplio local, el establecimiento atendía a una mezcla ecléctica de clientes, sirviendo café y comida a estudiantes de Villegre además de postres y pasteles de lujo a los nobles del Verde. Era un lugar conocido también por sus generosos precios.
 

Una vez reunidos, con cuidado os fue guiando hacia el almacén, señalando la trampilla que daba acceso al lugar del que hablaba.

- Aquí está el nido de avispas. Sí, en mi almacén. Así que como veis hay que ser cuidadosos. Arden va a trabajar para mi, como camarera, así que va a ser la que mejor acceso tenga. Repasaré con vosotros la forma de colaros sin llamar la atención. Pero bien, bajad entonces, ved lo que hay y por favor acabad con lo que sea que haya ahí.

Observando el interior, nada hacía pensar a Norwind por qué la mediana había puesto ese nombre al almacén. El bar que había encima era realmente acogedor, y la clientela no parecía belicosa ni dada a bravuconerías. Un selecto grupo de estudiantes y nobles serían sin embargo un buen germen para idear planes si se sabía ver. El talante intelectual a veces era más poderoso que el físico.

- Si alguno de tus clientes, un grupo, usase algún tipo de túnica o ropa característica sería fácil hacernos pasar por ellos sin levantar sospechas cada vez que entremos y salgamos.

La idea de que Arden estuviera de cara al público era muy buena, ella sería sus ojos y oídos si se involucraba con la causa.

Adaptando su vista a la escasa luz, trató de ver qué había en el sótano en cuanto bajó. Cualquier sonido, olor o atisbo de movimiento los pondría rápidamente sobre aviso sobre lo que había anidado ahí.

La taberna de Laria no era el tipo de local que yo frecuentaba... ni siquiera el tipo de local que me podía permitir. Cuando llegamos allí, eché un vistazo a la clientela, fijándome por deformación profesional en posibles objetivos para mis hurtos o timos. Pero al juntarnos todos, la mediana habló y me hizo dar un respingo con su afirmación.

- ¿Camarera? - pregunto. Me había contratado para una semana de camino a ese establo, pero había imaginado un trabajo de infiltración y protección, nunca de camarera. - Ese trabajo lleva un plus de peligrosidad por las manos largas de los clientes... ¿Lo sabes, no? - Le pregunto. Prefiero mil veces tener que enfrentarme a lo que sea que está en ese sótano que a un lugareño borracho que intenta pasarse de cariñoso. Sobre todo porque llegado el caso me costaría evitar rajarle de arriba a abajo con una de mis dagas.

Bufé suavemente mientras retiraba la mirada. No es un trabajo que me emocione, pero al menos será toda una tapadera. Dudo mucho que cualquiera de mis contactos en los bajos fondos venga por este local, pero en cualquier caso siempre puedo alegar que estoy preparando el terreno para un golpe a alguno de los clientes. Tendré que marcar la entrada con las marcas de los ladrones, por si acaso, para que nadie del gremio nos interrumpa.

- En fin, ya me enseñarás el local... - y a llevar una maldita bandeja de bebidas. - Pero ahora, ¿vamos a ese sótano? - pregunto mirando al resto del grupo.

Vundav estaba acostumbrado a pasar desapercibido, era algo que le salía de forma natural y que siempre le había servido para camuflarse entre las personas. Siguió al grupo manteniendo cierta distancia y caminando de forma casual, como un transeunte más que acudía a echar un trago a la posada.

La posada estaba bastante bien. En su familia de acogida alguna vez le habían invitado a salir y tomar algo ligero, por lo que el ambiente no le era desconocido, pero no era de beber y apenas había frecuentado este tipo de locales.

En cuanto Laria abrió la puerta del almacén, Vundav se coló dentro sin dudar ni hacer ningún movimiento extraño. Sin encender ninguna luz observó el interior sin problemas aunque estaba en total oscuridad. Solo cuando tuvo la seguridad de no ser emboscados se decidió a invocar una luz ya que los humanos no contaban con su visión.

La mediana hubo de negar dos veces ante los comentarios, después mostrando una sincera sonrisa hacia esa gente de considerable mayor tamaño que ella.

- La gente no lleva un atuendo similar, cada uno usa el suyo propio. Más bien creo que os va a tocar cambiar a vosotros de apariencia cada cierto tiempo, yo os puedo ayudar con eso. Y Arden, aquí no se hacen esas cosas, no se toca a las camareras en modo alguno, faltaría más, este sitio es tan respetable como su dueña.

Guiñó un ojo divertida. Entretanto Vundav bajó a echar el primer vistazo al sótano para encontrar lo que parecían sacos de harina y café, en abundancia y apilados. Dos detalles llamaban la atención, el primero que varios de ellos estaban abiertos por lo que parte del contenido había caído al suelo dándole un aspecto sucio. El segundo, que al fondo del almacén había una puerta abierta, no de madera sino de piedra de manera que parecía parte de la propia pared. Otra puerta secreta que por algún motivo se les mostraba sin necesidad de que realizaran esfuerzo alguno.

En el suelo, entre la harina, extrañas marcas de pisadas de buen tamaño que arrastraban el polvo a lo largo del suelo.

Nikkha se alegraba de que el joven rubio se hubiera unido al grupo finalmente, parecía un usuario de magia y eso siempre es útil en cualquier situación... ¡Salvo contra unos devoradores de magia claro! Ahí eran un lastre.

-Fiuuuu- silbó soprendida alguna parte de su mente. A la joven semielfa le gustó aquella posada nada más verla porque era el típico sitio en el que una buena bardo podía brillar y ganarse unas buenas monedas. Era una auténtica pena que tuvieran que pasar desapercibido.- bueno cuando todo esto acabe ya sé donde hay un filón que explotar- se relamió internamente sin exteriorizar sus pensamientos. 

Sin embargo había trabajo que hacer y alguno de sus compañeros ya habían tomado la iniciativa. La joven siguió a Vundav con las armas en la empuñadura de las manos y se fijó en el interior revuelto del almacén. 

-No entres todavía ahí, igual podemos hacer salir a lo que haya dentro con un señuelo mágico- Le susurró a su compañero

Norwind bajó con sus recientes compañeros, y aprovechando la luz del mago oteó el interior. Se pudo hacer una idea de lo que iban a encontrar, intuyendo que esa puerta de piedra no estaría vacía al otro lado.

Sacando sus dos espadas, se preparó ante la artimaña que estaba urdiendo Nikkha.

El tamaño de esas huellas no hacía presagiar nada bueno, quizá habían subestimado a la criatura que estaba usando el almacén de Laria como hogar.

Tras observar las huellas y la puerta abierta, Vundav convocó un poco de luz para ayudar a sus compañeros a que pudieran ver bien. Siguiendo las indicaciones de Nikkha le daba no avanzó sino que retrocedió un poco dejando que sus compañeros más diestros en el manejo de las armas pasasen a la vanguardia del grupo.

Su escudo ya había desaparecido, por lo que no tenía más protección y tendría que llevar más cuidado.

Mentalmente preparó una maldición. Sería más efectivo que un ataque directo y daría cierta ventaja a sus compañeros.

- Os cubro - comentó escuetamente a Nikkha y Norwind que ya estaban delante suya.

Mishima observó el local con mirada indiferente.

Parece acogedor. Seguramente uno podría acostumbrarse a un lujo así.

Por el aspecto que el joven tenía no parecía que hubiese estado en un sitio como aquel nunca. Dormir en los caminos, o en pajares de granja era suficiente.

Después de escuchar los comentarios de la mediaba siguió a los que bajaron al sotano. Después de todo tenían un trabajo que hacer antes de tener refugio.
Gracias al conjuro del "mago" podía ver en aquel lugar, pero con la excepción de unas huellas (otra vez) no había nada.

Bueno. Parece claro donde tenemos que ir.

Dijo mientras se acercaba sigilosamente a la puerta secreta.