Partida Rol por web

Laria y Rexus permanecían en la mesa, sita en un rincón se había congregado un grupo diverso. La mediana brindó con ellos y asistió entonces a la despedida de Vundav.

- Oh vaya, buena suerte en tu camino. Espero que nos volvamos a ver, amigo Vundav.

Decía tratando de guardar el buen humor. Rexus asintió e hizo un gesto de despedida, teniendo los papeles en la mano los guardaba como si fueran un pequeño tesoro.

- Que vaya todo bien, cuídate y gracias por habernos ayudado, eres un joven muy capaz. Gracias a todos los presentes por echarme una mano en esta tarea y por ser tan valientes.

Expresó queriendo transmitir ese agradecimiento que dentro guardaba. En ese momento servían leche a Mishima y algunos de los presentes pedían más licor, de manera que Laria asintió sonriente a su trabajador para que trajera más espumosa cerveza presta a llenar sus estómagos.

- Hoy estáis invitados a todo. El resto de días os racionaré la bebida.

Dijo con tono bromista mientras alzaba la jarra.

- ¡Claro que sí, por la ciudad de Kintargo, Faro de luz!

Exclamó acompañando el brindis de Norwind.

Viendo cómo su compañero se acercaba a la puerta, Norwind echó un ojo alrededor, y al no ver a nadie y así sus palabras no poder ser percibidas por oídos ajenos se atrevió a decir en voz alta.

- Vundav, ¿has pensado qué será de tu familia de acogida si ésto no sale bien? Serán apresados como el resto de nobles y quizá hasta tú mismo por colaborar con ellos. El alcalde no necesita ni siquiera que sea verdad, querrá quitarse de en medio la vieja infraestructura y usará cualquier mentira para quitarles sus privilegios. Entregará sus bienes a cualquiera venido de fuera para sustituir la aristocracia por marionetas.

- No quisiera que esa culpa pesase sobre ti. Quizá puedas hacer más aquí que allí, quizá necesites unos días para estudiar unos viejos libros que acabas de encontrar y ellos lo entenderían... puede que en una biblioteca "subterránea".

El extraño guerrero volvió a coger su jarra y bebió como si no hubiera dicho nada. Era como si no esperase respuesta a sus palabras.

Una vez más Vundav dio las gracias a todos, si bien retrasó un instante su marcha al ser abordado por Norwind.

- Es al revés. Me conocen en la academia de magia como estudiante y saben quien soy, si no vuelvo entonces me declaro culpable y mi familia pagará por ello. No se si vosotros tenéis a alguien, pero yo protegeré mi familia. Si voy puede que tenga suerte y no haya sido reconocido. Entonces actuaré con normalidad. Si ese es el caso volveré, pero de forma encubierta y cuando me asegure que mi familia está bien.

En plan más genérico se despidió de todos.

- Tened por seguro que volveremos a vernos.

Salió por la puerta

Nikkha tomaba su deliciosa cerveza a sorbitos cortos mientras miraba el intercambio entre el joven mago y el resto de sus compañeros. Podría haber dicho muchas cosas en favor de que se quedara pero lo cierto era que como había dicho el artista marcial, aún siendo ligeramente rudo en la selección de palabras, una revolución no era algo para cualquiera. Así pues, la joven dejó que el hombre se marchara aunque le pesaba su decisión pues había sido un gran apoyo en el sótano. 

Sin embargo, antes de que pudiera darle muchas vueltas a la cabeza Norwind propuso un brindis y la semielfa se lanzó a fondo para brindar. Pudiera ser que no tuvieran muchos mas brindis como aquel en los días venideros así que era el momento de festejar aquel guiño del destino que los había unido a todos.

-¡POR KINTARGOOO!- aulló con felicidad y, olvidando la moderación vació la jarra mientras echaba mano de uno de sus instrumentos. El laúd parecía la mejor opción para aquella ocasión así que con una rápida digitación comenzó a entonar una alegre tonada que, acompañada de su melodiosa voz, subiera los ánimos de todos los allí presentes

Erik se despidió de Vundav con un gesto de la mano. El muchacho había dejado claro que no pensaba quedarse y se mantuvo firme en su decisión. ¿Quién era él para detenerle cuando lo tenía tan claro? Mientras tuviera cuidado de que no le apresaran las fuerzas de Thrune, podía irse a donde le diera la gana.

Tras aquella despedida, el guerrero volvió a centrarse en la bebida que tenía delante. Alzó la jarra recién llenada para brindar con sus compañeros.

 -¡Por Kintargo!

Y por la muerte de Thrune, la cual estaba al caer sin duda alguna. Pero ese no era un brindis que quisiera hacer en voz alta, al menos no de momento. Toda precaución era poca. Claro que hoy podía relajarse un poco, entre la bebida y la actuación de Nikkha casi sentía que volvía a su juventud, a la primera vez que le dejaron beber cerveza en la taberna, en su decimocuarto cumpleaños. Qué recuerdos.

El aire de la calle refrescaba el rostro de Vundav tras salir del abarrotado recinto. Aún podía escuchar la cálida voz de Nikkha mientras interpretaba una pieza.

Debería quedarme, son buena gente y luchan por una causa justa.

Pero era cierto que no podía comprometer a su familia en ello. Los rostros de Nikka y Alia permanecían en su memoria, dos chicas muy lindas. Le gustaría poder volver a verlas. Si la cosa iba bien podría volver a tomar una cerveza de vez en cuando y quizás...

...quizás pensarían que había sido un cobarde. Vundav no tenía miedo por él, pero no sabía que es lo que pensarían de su retirada.

Como no sabía si lo habían reconocido y lo estaban buscando, decidió andar con paso cauteloso todo el camino hasta llegar a la casa en la que estaba acogido, permaneciendo en las sombras y observando antes de entrar a la misma.

Sonrío ligermente y levanto la jarra para brindar con el resto.

- Por mi nuevo trabajo temporal - digo mirando a Laria. Cuando me miran al haberles llevado la contraria en el brindis, sonrío con un gesto divertido y le doy un trago a la cerveza. Ya veremos dónde acaba todo esto.

Vundav dejó la posada de los largos caminos, había vivido una aventura inesperada junto a personas de diferentes condiciones. Sin duda un día atípico, asistiendo a lo que parecía el inicio del renacimiento de aquellos cuervos plateados.

Aunque perdido en pensamientos, fue prudente para evitar cualquier sorpresa. Al llegar a la calle donde se encontraba su hogar en Kintargo, habían personas allí congregadas, justo cerca del edificio donde él estaba alojado. Mas no se veían guardias o peligro alguno que le impidiera acercarse. La puerta estaba bien, los vecinos se percataron de la aparición de Vundav y susurraron, alguno tuvo el maleducado gesto de señalar con disimulo para que su interlocutores en el grupo se percataran de la llegada del joven.

La aventura le había reportado finalmente algún dinero extra, lo que estaba bastante bien, pero sobre todo se sentía más seguro de sí mismo, más poderoso. Recordó algunos de los conjuros que había aprendido y mentalmente evocó uno sencillo que le protegería sin tener que concentrarse.

Pensando en sus nuevos poderes y caminando sigilosamente se percató que ya había llegado a casa. Tanta gente congregada alrededor le daba mala espina, pero por mucho que se fijaba no veía ningún guardia.

Entre los vecinos había algún conocido, se acercó y preguntó.

- ¿Que ha pasado? ¿Porqué hay tanta gente aquí?

Al acercarse a los vecinos no parecieron tener problemas en relatarle lo que estaba sucediendo. Había preocupación en los rostros de los presentes.

- Te reconozco, eres el joven que se aloja con los Thell. Lo que ha sucedido es que ha venido la guardia y se ha llevado al señor de la casa, la señora y sus hijos siguen dentro.

Vundav hablaba con un hombre vestido de azul, con unos ropajes que incluían un cuello alto.

- No sabemos de qué le acusan, pero es muy osado entrar así en la casa de un noble. Una completa falta de respeto.

Expresó el caballero.

Vundav agradeció la información al vecino y entró rápidamente en la casa para encontrar a la señora de misma llorando sentada en una silla.

- ¿Qué ha pasado? ¿Por qué se lo han llevado?

Evram estaba junto a su madre, el tozudo noble se mostraba compungido en respuesta al pésimo estado de ánimo de su madre. Miró al invitado llegar y fue hacia él para colocar las manos en sus hombros.

- Querido Vundav, la guardia se llevó a padre, lo acusaron de conspirar contra los Thrune.

Fue de nuevo hacia su madre, trataba de mantener entero frente a las circunstancias.

- Hace tres noches ardió la casa de los Victocora, temo que está relacionado con aquello.

Expuso lo que eran sus sospechas, pero no podía ir más allá.

Vundav soltó una maldición.

- ¿Crees que madre y tu hermana estarán bien? Si quieres conozco un sitio seguro donde pueden esconderse, lo cual te incluye.

Se acercó a la ventana y miró fuera ocultandose con la cortina, la gente poco a poco se iba dispersando.

- Me da miedo que vuelvan a por ellas o quieran quemar la casa.

Tragó saliva, la situación era muy mala.

- ¿Se han llevado a padre a la prisión? - Sabía que aquello implicaría tortura. Padre era resistente, pero tarde o temprano todos terminaban admitiendo lo que el torturador quería. Estaban condenados, era cuestión de tiempo.

- Tomad solo lo imprescindible, en cuanto se despeje un poco la calle nos vamos.

Evram negó compungido, colocando la mano en el hombro izquierdo de Vundav.

- No, si nos vamos nos marcaremos como culpables de traición,lo perderemos todo. Hay que hacerlo de otra manera.

El joven optó por tomar asiento, llevando la mano a su frente para tocarla con dos dedos, acariciándola.

- Tengo que pensar en ello, debe haber algo que se pueda hacer y sí, lo han apresado, se lo llevaron de malos modos, dándolo por traidor, imponiendo la autoridad del inquisidor.

Miró hacia el aasimar.

- Pensemos y mañana quizás tengamos alguna idea clara.

El joven empezaba a mostrarse absorto mientras su mente discurría con dificultad, no se podía saber el difícil cauce que estaba siguiendo. Desde otra de las habitaciones se escuchaba el llanto de unas mujeres, Vundav no las podía ver pero la señora de la casa y la hija pequeña no debían de andar lejos.

Al poco un sonido les alteró, nuevos golpes en la puerta que por inesperados provocaron un gesto de sobresalto en Evram. Al poco se acercó a la puerta.

- Soy Vela, ábridme pues traigo noticias.

No tardó en adentrarse una mujer de piel morena y cabello castaño.

Brindando con agrado, ya habían pasado algunas rondas y significaba que la resistencia de algunos de los miembros del grupo iba cediendo. Tampoco era el propósito de la mayoría terminar borracho en aquella celebración, pero ayudaba a ensalzar el ánimo y unirlos.

Habiendo pasado ya una hora una figura apareció en el lugar, un viejo enano con cara desencajada, se paseó por el lugar hasta encontrar a Laria y con decidido paso se les acercó. Se fijó entonces en la elfa, Arden, mirando sus ojos y pareció que ardieran aunque el resto del cuerpo permanecía inmóvil, erguido del todo como si fuera una tabla recta.

- Aquí estáis, bebiendo sin mí además después de haberme puesto en aprietos. Qué despropósito.

Laria soltó una carcajada ante la expresión dura del enano. Señalándolo después con una jarra en la mano.

- Amigos, aquí Olmer el más hondado de los herreros de Kintargo. Gracias por habernos ayudado antes, te lo agradeceré como bien mereces.

Presentó con rapidez e hizo un gesto para que su trabajador añadiera más bebida sobre la mesa. Olmer recorrió con la vista al grupo reunido acercando una silla después.

- ¿Tenéis algo que ver con lo de la plaza? Buena se ha liado, está pasando algo, la guardia lleva perros y jaulas hasta allí.

En cuanto tuvo una jarra de cerveza cerca la alzó y mojó el gaznate con ella.

Nikkha estaba demasiado contenta como para dejar que la cara agria del enano (de todos los enanos en general) le amargara la fiesta.

-Siiii, ¡Allí estabamos nosotros, maese Olmer! ¡Gallardos y poderosos! la pelea primigenea del bien contra el mal, los justos contra los tiranos, la libertad contra la opresión- exclamó la joven claramente algo perjudicada por el alcohol mientras acompañaba sus palabras con osados y audaces acordes que enfatizaba con su propio tono de voz.- ¿Es pues, nuestra culpa, que ahora ese sádico sediento de sangre quiera hacer alguna clase de festival macabro con unos pobres perros?- preguntó retóricamente como ofendida con la voz cargada de dramatismo- Lo es sin duda, pero esta banda no permitirá que esos pobres animales sufran por los delirios de ese loco. Como sus acérrimos enemigos declarados iremos allí y turbaremos sus planes. Ni un solo paso que dé se encontrará libre de interferencias.-se envalentonó con las mejillas enrojecidas por la excitació, por el alcohol o, mas probablemente, por ambas- Nos opondremos a todos sus planes y así conocerá lo que es la resistencia del pueblo de Kintargo... bueno y de los pueblos de los que vengan los demás- añadió con un ademán a sus compañeros foráneos.- Así pues, acompañadme mis amigos ¡Hagamos justicia!- gritó dirigiéndose a la puerta mientras se enfundaba el laúd y desenvainaba su estoque

Mishima estaba tranquilo bebiendo y escuchando a los demás. Aprovechaba a descansar y relajarse un poco, ya que nunca se sabía cuándo podría volver a hacerlo. Sobretodo con el oficio que acababan de conseguir. Las revoluciones tendían a ser activas y con poca tranquilidad.

A enano le saludó con una inclinación de cabeza cuando Laria lo presentó, y le iba a preguntar que en qué les había ayudado cuando Nikkha se envalentonó y se disponía a salvar la ciudad ella sola de la tiranía de su cruel opresor. Así que se levantó, un poco de mala gana pues estaba muy agusto, y la paró antes de que saliese a la calle gritando.

Es lo que pasa con la bebida fermentada. Se te mete en la cabeza y nubla cualquier pensamiento racional que se pudiera tener.

Como mínimo echaremos un vistazo, discretamente, antes de hacer nada al descubierto. No conviene que esto acabe antes de empezar ¿No crees pequeña?

Vundav no estaba muy convencido del punto de vista de Evram.

- De todas formas, hay que estar preparado para salir a la más mínima. No podemos poner en peligro a tu madre y a tu hermana.

Al rato regresó Vela* con noticias.

- Hola Vela, cuéntanos.

Conocía a maese Olmer de sobra, sus gremios trabajaban codo con codo para la nobleza, la aristocracia y cualquiera que pudiera permitírselo. Cuando alguien pedía una armadura enjoyada o una espada con el pomo engarzado con una preciosa piedra eran a ellos a los que acudían para hacer la parte de la forja. Y el enano era en efecto uno de los más reputados.

Lo saludó con la mano como se hace a un viejo camarada, no eran pocas las veces que habían hablado y tratado asuntos, digamos no fáciles de resolver.

- Algo vimos en la plaza, si. Los ánimos comenzaron a verse cargados y decidimos salir de allí. No sin antes dar algo de trabajo a los nuevos empleados del alcalde. ¿Dices que se ha liado, qué ha pasado?

De pronto la bardo habló y se levantó, seguida por Mishima, que pareció calmarla.

- Espera Nikkha, escucha al monje, informémonos antes o tracemos un plan. Salir así solo sería movernos por un impulso, y ni siquiera sabemos dónde están ahora o qué zonas están barriendo con esos sabuesos.

- Olmer, ¿a qué te refieres con eso de que se ha liado? ¿Y qué se dice que está pasando?

Entre las cervezas y la celebración, por unos instantes a Erik casi se le olvidó la debacle en la que estaban metidos. Thrune, la rebelión, su venganza personal... Se diluyeron en el vacío del olvido mientras celebraban en aquella taberna. El guerero brindó a la salud de todo cuanto Nikkha había dicho. Rió y alzó la jarra para apoyar las palabras de la semielfa:

 -¡Que se haga justicia!

Sin embargo, la juerga no podía durar para siempre. Alguien, un enano al parecer, hizo acto de presencia en la taberna, recordándoles, entre otras cosas, el lío que se había montado en la plaza hacía unas horas. El guerrero levantó los ojos de la jarra que estaba a punto de vacíar para mirarle. Cierto, él había sido el catalizador de lo sucedido en la plaza, tras el discurso de Thrune. Mierda, otra vez de vuelta a la realidad.

 -A mí también me interesa saber qué es lo que ha pasado. Siéntate, comparte una bebida con nosotros y cuéntanoslo todo.

El alcohol le estaba haciendo bastante efecto, pero aún estaba lo bastante lúcido como para atender a lo que el enano les tuviera que contar. Eso sí, su nombre ya se lo aprendería mañana, que tal y como estaba de bebido, la memoria no le daba para mucho más...