Partida Rol por web

- No, no lo era - contesta el enano, que no puede evitar una sonrisa ante el sarcasmo del semielfo.

Con su ballesta colgada de la cintura y su aljaba del otro lado del cinturón, Kerrin embrazó con fuerza su escudo y, con su maza pesada en la diestra se asomó a la oscuridad de la cueva.

- Por ahora, nada - informó a sus compañeros, mientras esperaba que aquellos que eran más ágiles que el pasaran en primer termino.

Pese a no decir mucho Kerrin esperaba que entraran de una vez. Siendo trasgos los enemigos estaba tan preocupado por recuperar las provisiones como por eliminar a sus enemigos raciales.

Al escuchar a Kerrin asegurar que ningún trasgo más se hallaba en la boca de la cueva o se acercaba a ella y observar a Jaskier tranquilo, Níniel salió de donde se encontraba y se aproximó hasta sus virotes para comprobar su estado y, si la suerte le sonreía, recuperarlos. La munición iba a ser importante y ya había perdido uno de ellos con las hienas, de manera que al agacharse junto al cuerpo del primer trasgo en caer, lamentó el hecho de no poder recuperar aquel virote que tan buen destino había tenido y que, a ojos vistas, había quedado inservible tras el uso, aún así recobró su sonrisa al recordar la manera en que aquel aguijón decidido había cercenado la vida de ese ser que se hallaba junto a ella. No era cuestión de lamentarse, había cumplido su labor fehacientemente y con creces. Acto seguido, desvió su mirada y justo a su izquierda halló intacto el otro de sus virotes y lo guardó con satisfacción.

La luna les cubría, redefiniendo con su tenue resplandor los contornos del entorno en el que se hallaban, acompañada sutilmente por la amarillenta luz de la linterna a los pies del humano, que reafirmaba el perfil de las figuras de los que allí se encontraban. Níniel extendió su brazo y se pudo escuchar el aleteo de Breghend al acercarse, posándose silenciosamente sobre su mano. La hechicera recogió su brazo, acarició su agradable plumaje en el lomo y él avanzó por aquel improvisado puente, ascendiendo hasta su hombro, para quedarse allí, picoteando en la tela de su capa como era su costumbre.

Dentro de la cueva tan sólo se observaba oscuridad, pero el búho no estaba inquieto, poseía las armas apropiadas para enfrentarse a ella. La negrura de aquellas fauces deseosas de engullirles no le amedrentaba y la elfa, situándose junto a los que se hallaban al comienzo de la misma, sonrió al animal y con un leve gesto de cabeza le invitó a otear y alzar el vuelo hacia el interior de aquella garganta siniestra. Breghend extendió sus alas de pardo pelaje y se perdió en un apenas perceptible rumor en el interior de aquel camino irregular, que en poco tiempo recorrerían sin duda alguna también los aventureros. Dadnos un momento… murmuró en voz baja, cerró los ojos y calló, esperando pacientemente, con la cabeza algo inclinada y el pelo ondulado y oscuro, como ala de cuervo, cubriendo parte de sus suaves facciones al hacerlo.

Eyholf se afanaba en limpiar la sangre que había quedado en el hacha restregando la hoja en las plantas de los alrededores.

Solo falta que la sangre de ese bastardo me arruine el arma!!

Los señores enanos ven en la oscuridad, tengo entendido. Que sean ellos los que avancen primero.
O eso o dadme una luz para que vea a esas ratas inmundas.

Poco a poco, la calma volvía a la mente de Eyholf. No le gustaba la forma en que la ira se apoderaba de él al entrar en combate. En su voz podía notarse la lucha interior que el semi-elfo libraba por mantener el control de sus actos.

Daba pasos cortos por la entrada de la cueva buscando mis virotes, malditos ellos, si se hubiesen clavado en el cuerpo del trasgo no tendría que estar ahora forzando la vista para ver si los encontraba entre el claro oscuro que formaban la luz de le luna y la oscuridad de la cueva. tras unos pocos instantes buscando mi poca paciencia había tocado a su fin así que me giré hacia la entrada de la cueva con un suspiro sin pensar ya en lo que había perdido.

Me adentré unos pasos en el interior hasta situarme al lado de Kerrin, le miré y mientras esperaba que los demás nos siguiesen unas plumas pasaron por encima de mi cabeza hacia el interior de la cueva. La oscuridad engullo pronto al ave que desapareció de mi campo de visión, fascinado por el encuentro con la criatura me giré hacia la entrada donde Niniel con la cabeza algo gacha y el cabello cayendo en grandes mechones a su lado permanecía a la espera de algo. Deberíamos decidir si entramos con la linterna o con otro tipo de luz. Mis dedos hicieron un pequeño vuelo impaciente pensando ya en crear esferas luminosas.

De todas formas gigante Eyholf, creo que seria mas sensato que uno de los enanos fuese en la cabecera y el otro en la retaguardia, ya que si nos quedamos sin luz en el interior ellos serán los únicos que nos pueden avisar por si algo se acerca en cualquier dirección.

- Si. Y a los trasgos les gusta tender trampas. Sería bueno que alguien con experiencia en ese tema acompañe a Ugrum - acota el clerigo - Mientras el sigue las huellas, alguien debe controlar que esas trampas no nos afecten... aunque quizás necesitarán luz. una pena, nos distinguiran enseguida, aunque los trasgos ven en la oscuridad, así que nos verían de cualquier manera - se intenta convencer el enano

Sin soltar ni su escudo ni su maza, Kerrin se prepara para ingresar en el oscuro tunel - Entramos? - pregunta al resto - tenemos que eliminar a unas sabandijas. Que esperamos - pese a que no le gusta la idea de ir en la última fila, entiende que ese es su lugar, por lo que solo le queda apurar al resto para que se decidan - Moradín está con nosotros. A él tampoco le gustan los trasgos - explica convencido - Así que no nos puede ir mal -

Entremos.- responde Eyholf trás la pregunta de Kerrin.

La idea de adentrarse en el corazón de la roca no le entusiasma como a los enanos pero entiende que es a lo que han venido, por lo que, cuanto antes lo hagan.... mejor.

Sólo unos segundos después, recibes la información mental de tu familiar :

-figura---quietud---maloliente---roca----roca----roca----madera.

Jaskier permaneció en silencio escuchando atentamente cualquier sonido que pudiera escuchar dentro de la cueva, para su gusto el resto del grupo hacía demasiado ruido teniendo en cuenta que a pocos pasos los trasgos podían haber estado esperando con sus arcos. - He escuchado unas voces, no he podido distinguir demasiado sobre su procedencia, me dió la sensación de que salían tras de algo. No creo que encontremos a nadie en la entrada, aunque lo de las trampas es probable.- Las palabras del pícaro eran casi un susurro, en parte prefería tratar de ser discreto por otro lado al ver a Níniel con los ojos cerrados, temió desconcentrarla.

Adelantandose el elfo se situó junto a Ugrum mientras observaba la impenetrable oscuridad, el orden que habían llevado hasta el momento le parecíua el más correcto y poco importaba donde se situara el bárbaro, estaba convencido de que se lanzaría hacia el primer enemigo que viera. -Kerrin tiene razón, esos trasgos nos verán llegar si llevamos alguna fuente de luz, pero igualmente nos oirán, de modo que creo que lo mejor es llevar luz.- La vista del elfo al pronunciar estas palabras paso de la armadura del enano a la del guerrero.

Níniel abrió los ojos, se apartó el pelo de la cara y se aproximó a Jaskier y a Úgrum que iban a entrar en la cueva en primera instancia y que eran los que debían agudizar en mayor medida sus sentidos. Con paso decidido, pero cuidadoso, cubrió la escasa distancia que le separaba en esos momentos de ellos y les murmuró de nuevo en voz baja, sí, es cierto que hay un tramo de quietud que parece tranquilo... pero puede haber sorpresas algo más adelante… no sólo percibo rocas, sino también madera, podría haber algún tipo de mueble o quizás una puerta… se encogió de hombros, ya que estas últimas afirmaciones no dejaban de ser conjeturas, pero era lo que se le ocurría y podía ser una posibilidad, también he sentido alguna figura, pero no movimiento… se giró al resto de sus compañeros y añadió con tono preocupado, pero conciliador, convendría contener nuestros tonos de voz… estamos justo en la boca de la cueva… a lo mejor los trasgos, que seguro se hallarían en el interior, no pudiesen escucharles en aquellos instantes o a esa distancia, cosa que tampoco se podía afirmar con rotundidad, pero sí en cuanto iniciasen el avance.

Úgrum avanzó con dificultad haciendose paso entre los árboles mientras preparaba una flecha para acabar con el último trasgo.
Pero para su sorpresa, cuando sale de la maleza, y cuando estaba apunto de disparar, ve el arma del bárbaro partir en dos al enemigo. Entonces guardó el arco y la flecha, y se acercó, silencioso como siempre, hacia sus compañeros. La repulsión que le producía ver los órganos del trasgo se notaba claramente en su rostro.
Luego de las palabras de Sir Croodin*, el enano asintió sin apartar la vista de la sangre pegajosa.

Bueno. ¿Qué estamos esperando? Entremos Jaskier.
Por cierto, creo que si es buena idea ir con iluminación, ya que, como dice Kerrin, ellos pueden ver en la oscuridad, y nos oirán, y para evitar que estemos en desventaja será mejor que vosotros también podáis verlos.

Diciendo esto desenfundó sus dos espadas y se sumergió en la oscuridad.

Al acercarse a la entrada de la cueva observa los restos del trasgo medio partido, se acerca a Jaskier y le entrega su linterna -creo que esto es tuyo-, un movimeinto raro como previniendose de un ataque, solo era el pájaro de Níniel, estada demasiado tenso, torció la cabeza a un lado y otro para relajar los músculos mientras los demás debatían el siguiente movimiento -esta claro que yo prefiero la luz- sin mas se acercó a al entrada -cuando querais-

Nuestros héroes se animaron a entrar no sin cierta cautela tras las palabras de Jaskier y de Niniel pidiendo moderación en los tonos de voz. Unos pocos metros más adelante, la gruta se ensanchaba en una especie de elipse natural y de contorno irregular. Jaskier portaba la lámpara muy atento a las posibles trampas. No saltó ninguna hasta su posición en el centro mismo de la estancia. Entre la linterna, la visión entre las sombras de los elfos y el bárbaro y la visión en la oscuridad de los enanos, se pudieron hacer una idea general de lo que había allí dentro. Para empezar, un nauseabundo olor inundó las fosas nasales de todos; al lado izquierdo de su avance, pudieron ver que en un recoveco de la cueva había una estatua medio destrozada y sin cabeza que pertenecía a una figura de un enano…bueno más bien de una enana como pudieron distinguir tanto el clérigo como el explorador. En una mano sostenía un cántaro elevado como vertiendo el contenido sobre un cuenco que debería estar en la otra mano, pero que ahora estaba en el suelo. Todo el recoveco y la estatua en sí misma era una letrina; los goblins habían elegido aquel lugar como sitio para hacer sus necesidades y habían puesto la estatua de la enana como fuente de inspiración; toda ella estaba llena de defecaciones y orines, incluso el cuenco que estaba en el suelo había servido de orinal para algunos de los goblins. El olor que desprendía aquel lugar era vomitivo.
Al fondo había una pequeña elevación del terreno de unos 5´ de altura; en ella pudieron ver que una puerta de madera cerrada marcaba el único camino posible. En la parte posterior de la puerta, entre el fino hueco que había entre la base de la puerta y el suelo, surgía un pequeño resplandor indicativo que detrás había luz encendida. A la derecha había otra elevación de más o menos la misma altura , pero no parecía que hubiera ningún acceso. Y allí en medio de aquella cueva, nuestros aventureros decidían cómo proseguir y qué pasos darían a continuación.

Una sensación extraña os recorre la piel, como si este lugar estuviera lleno de historia enana. No siempre los enanos han vivido en el interior de Las Engañosas; en el pasado también ocuparon otros lugares y otras montañas. Teneis una sensación de algo que os resulta familiar, como si los de vuestra raza hubieran estado aquí antes que vosotros...hace muchos años.

Jaskier dejó la linterna y se dirigió hacia la elevación que tenían a su izquierda, prefería revisar toda la zona antes de acercarse a la puerta, además aquel lugar podría ser una buena posición para defenderse de un posible ataque por parte de los trasgos, incluso podrían tratar de atraerlos hacia allí y aprovecharse. - Kerrin quizás podamos tenderles una emboscada cerca de ese saliente, tendriamos ventaja sobre ellos y nos daría tiempo de dispararles antes de que se nos acercasen. - Susurró al enano sin dsarse cuenta de la mirada furiosa que dirigía hacia la estatua que había al fondo.

Úgrum se relajó un poco al ver la habitación vacía y, luego de guardar las armas, se pone a observar detenenidamente la estatua.
Estos trasgos inmundos y malnacidos. Como osan faltarle el respeto así a nuestra raza.-susurró con la nariz tapada.
Extraño este lugar. Es posible que los nuestros hayan estado aqui hace tiempo... Bueno, eso explicaría la estatua.

Diciendo esto se acerca a la elevación de terreno de la puerta e intenta treparla.

Kerrin miró la estatua y la forma en que los trasgos la habían usado y el odio ancestral que sentía por esos seres se acrecentó aún más de lo que el hubiera creido posible - Malditas sabandijas - murmuró, usando un tono de voz bajo solo por el odio. En ese momento ya había olvidado las recomendaciones de sus compañeros.

- Acabemos con ellos - les pidió, casi humildemente - no merecen vivir. Y menos despues de esto - El enano se preparó. Tomó la ballesta, la cargo y luego volvió a tomar su escudo. Esta vez no pensaba perder tiempo. Un disparo y quería estar listo para golpear las cabezas de esos desgraciados lo antes posible. Se acercó a la zona elevada donde estaba la puerta y apuntó su ballesta hacia la misma

- Uds. hagan lo que quieran - explicó a Jaskier - Pero el primero que salga por esa puerta tendrá un virote clavado en el estómago antes de darse cuenta. Yo no me esconderé ante esos inmundos trasgos -