Partida Rol por web

Te adentras hasta la sección que contiene las ruedas que mueven la puerta levadiza y que esta aislada de la sala adyacente por un rastrillo que permanece abierto, por el que entró Kandalian hasta una especie de gran salón.

Discretamente te asomas por el arco abierto que forma el rastrillo alzado, sin llegar a entrar en el salón, manteniéndote oculto pero con una buena visión de la habitación ante ti donde el gnomo parece estar en apuros.
La decoración es rica, suntuosa pero de una forma noble, más propia de un palacio que de un castillo o una fortaleza. Cuadros representando paisajes adornan las paredes, mesas de madera oscura con jarrones y candelabros... en las paredes de la cuadrada sala, que puede medir unos 60 pies, arden varias antorchas. Lo primero que llama tu atención es una enorme mesa alargada que se extiende hacia el fondo de la sala, ocupando casi la mitad del salón, más de una docena de sillas iguales ocupan los dos lados de la mesa. A la izquierda de este mueble, una alfombra con un complicado y bello diseño decora el suelo. Entre esa mesa y tú ves bien oculto a Kandalian, mirando hacia el fondo de la sala con atención.
En esa pared del fondo hay dos puertas de madera rotas, entre ambas, una amplia escalera sube hacia el piso superior. En la parte superior de esa escalera está el causante del ruido metálico, una figura, posiblemente humana, con una pesada armadura negra y un escudo metálico con una gran espada envainada al cinto. Apenas distingues sus rasgos a través del yelmo completo pero permanece quieto, como si buscara algo o escuchara con atención. Afortunadamente la figura no parece haberte visto ni oido y tampoco localiza a Kandalian, bien oculto tras la mesa.

En las paredes izquierda y derecha, tal y como estás, hay otras dos puertas estando la primera de ellas destrozada también, la de la derecha parece abierta pero intacta.
Los dos vértices del salón en el que te encuentras que puedes ver son otros tantos pasillos que corren diagonalmente hasta donde ves.

El recuerdo de todo lo pasado te resulta doloroso. Tras perder a toda tu familia y amigos cuando tu aldea fue arrasada te quedaba poco que hacer en el mundo, tan solo la idea de encontrar al monstruoso ejército responsable de la matanza te hizo moverte y te dio fuerzas.
El tiempo que vagaste solo fue infructuoso y más de una vez estuviste a punto de morir a manos de bandidos o fieras, sólo tu fuerza te salvó aunque sabias que era cuestión de tiempo encontrarte con alguien más fuerte...
Pocos días después decidiste unirte a un grupo de... ¿mercenarios? ¿aventureros? lo cierto es que no te molestaste en averiguar mucho sobre ellos y guardaban bien sus secretos, pero te ofrecieron su compañia y tu a ellos tu espada. El trato os benefició a ambos.
Tras un duro viaje sin variar lo más mínimo vuestra dirección, parecían saber bien a dónde iban, llegasteis a esta fortaleza. Esta torre maldita donde viste morir a algunos de tus compañeros y caer prisioneros, para morir más tarde, piensas, a otros. Todo parecía perdido ya cuando el mago de vuestro grupo mostró su verdadera cara, sin mediar palabra incapacitó al guerrero que te acompañaba paralizándolo y a ti te emparedó, literalmente. No tienes idea de qué ha pasado con ellos pero esperas que el hechicero no durara mucho después de su traición.

Atrapado entre un muro de piedra y otro, con apenas espacio para respirar, has tardado en entender lo que te ha pasado, tras dedicar un tiempo a comprobar que no hay ninguna salida fisica oyes sonidos conocidos al otro lado de tu prisión de piedra. Las armaduras metálicas de los terribles guardias de la torre muy cerca tuyo, definitivamente tus compañeros han debido fracasar, su misión debía ser importante para sacrificar asi sus vidas. Sabes que aunque consiguieras tumbar la pared, te encontrarias al otro lado con un batallón de guardias, eso te ha retenido unos instantes, sin embargo notas como el aire empieza a escasear y sientes tu espadón aún entre tus manos. Prefieres morir en combate que asfixiado en un agujero como una rata.
Si tan solo consiguieras salir...

El gnomo queda fascinado por lo que ve. La figura, de complexion humana, con armadura y yelmo negros, sencillamente impresiona. La figura está armada, aunque su espada va envainada. Además lleva un escudo. Debe ser un guardián. Y debe haber magia en él... No es normal la efectividad con la que me ha localizado.

Aunque su lenguage corporal no es amenazante, Kandalian tiene claro que descubrirse abiertamente implicará una reacción hostil. En su ser se mezcla la curiosidad, la fascinación y el temor.

Aún así, el monje contiene la respiración y permanece inmóvil; rezando a San Culthbert por que sus "ruidosos" compañeros no se aventuren dentro de la torre y sean descubiertos.

Finrod, al escuchar el sonido metalico dentro de la torre se pone en guardia automaticamente y mira hacia el elfo, que les hace señas a el y a Orphen para que se oculten. Este hace caso a Naldar puesto que el oido del elfo es mas agudo que el suyo, y debe de haber reconocido a que se debe el ruido. Mira de esconderse unos instantes mientras que el explorador se acerca a la puerta a investigar.

Vale Naldar, te hare caso, pero solo unos segundos, no pienso dejar solo a Kandalian mucho tiempo.

Naldar permanece quieto en su posición. El guerrero puede sospechar si oye algún otro ruido.
—¿Habrá oído algún ruido para detenerse, no? —se pregunta el explorador, esperando la reacción del posible vigilante.

El elfo no se mueve, ni siquiera pestañea para no perderse movimiento alguno, esperando no ser descubierto en su escondite. Ahora está más tranquilo al comprobar que de momento, kandalian no está en apuros.

Después de unos segundos de observación se gira para comprobar que hacen Finrod y Orphen.

El guerrero se sentía asfixiado. Le faltaba el aire y necesitaba salir de cualquier forma de aquella extraña prisión entre muros.

Armándose de valor mientras en sus oidos resonaba el entrechocar de metales, decidió intentar salir de allí para enfrentarse a una más que probable muerte con dignidad.
Vanth, aferrando fuertemente su gran espada tan solo con una mano intentó sonoramente empujar la pared que le aprisionaba frontalmente apoyándose sobre su fornida espalda.

Tu primer intento resulta fallido, la magia de ese brujo es poderosa. Como otras veces notas como tu respiración se acelera y la rabia te invade, al menos tienes el derecho a morir como un guerrero. Sin ser muy consciente de tus actos notas la fuerza de todos tus músculos tensándose hasta que arrancas un ruidoso crujido a la piedra negra, notas como una grieta se forma poco a poco bajo tus manos.
Solo un poco más...

Con tu mirada fija en la intimidante figura armada te concentras en distinguir en él algo que se te haya escapado. Algún detalle significativo.
Su armadura desde luego es impresionante, totalmente negra, de escamas superpuestas y mallas que protegen las articulaciones.
Algo te pone los pelos de punta incluso un segundo antes de discernir qué es lo que acabas de ver... la armadura parece por fragmentos... ¿fundida? puedes ver como zonas de su piel tienen adherido el metal de una manera nada natural.

Ningún símbolo o blasón decora escudo ni armadura. Su espada, aparentemente de buena factura, parece excesivamente grande para ser usada junto con un escudo. Al menos medio pie más larga que las hojas de Finrod u Orphen, o de otras que puedas haber visto. ¿Podrá usarla en combate a pesar del peso? debe ser fuerte, sin duda.

No logras intuir la intención del sujeto, imposible leer su expresión bajo ese yelmo completo.

Sintiendo el repentino aumento de sus fuerzas, Vanth volvió a empujar furioso la pared. Debía salir de allí a toda costa.

Un ruido os alerta de repente, procede del piso superior. Ha sido claro, suficientemente fuerte como para que vuestro agudo oido logre identificarlo. Suena como un crujido, algo romperse, piedras caer. Os recuerda a los sonidos anteriores al derrumbamiento en las catacumbas aunque de menor magnitud.
Indudablemente la figura con armadura también lo ha oido, su mirada se fija en algun punto escaleras arriba y un instante despues comienza a subir con prisa los pocos escalones que habia bajado, desapareciendo en la siguiente planta.

El gnomo no sale de su asombro ante lo que ha visto. La forma y disposición de la armadura son una mezcla de belleza sobrenatural y terror oscuro... Fundidas a su piel!

El ruido procedente del piso superior le da a Kandalian el tiempo suficiente para pensar su siguiente movimiento. Sale de su escondrijo y cruza el salón hacia donde ha desaparecido el guerrero negro. Esto es demasiado para la curiosidad propia de su raza. Se acerca a la puerta y escucha atentamente arriba.

Qué está pasando aqui?

Corres hasta llegar al pie de las escaleras, en el dintel de las escaleras no te parece que haya trampas, y escuchas atentamente. Tu agudo oido aisla varios sonidos diferentes, armaduras metálicas pesadas... más de una, tres quizá; murmullos de dos voces graves en un idioma que te resulta incomprensible, el crujido de piedra a punto de romperse y de repente: otro crujido aún más fuerte que el primero. Cascotes cayendo, algo hecho en piedra parece a punto de derrumbarse, si no lo ha hecho ya.

ves como Kandalian sale de su escondite a la carrera para llegar hasta el pie de las escaleras parando ahi para observar atentamente el suelo y las paredes, en busca de alguna trampa probablemente, y mirando escaleras arriba, tratando de ver, u oir, algo.

Kandalian está fuera de tu vista en el interior de la torre, pero sabes que Naldar, que está cerca de ti y de Orphen, justo al otro lado del umbral, lo ve. El elfo os mira un instante para después dirigir de nuevo su mirada al interior.
En ese momento oyes algo dentro, un crujido, como de piedra rompiendose y ¿cascotes caer? te recuerda el derrumbamiento de las catacumbas. Una vez más diriges tu mirada al elfo, confirmando que tambien él se ha dado cuenta, Orphen sin embargo no parece haberlo oido.

A pesar de que la curiosidad casi le puede, el monje llega a la conclusión de que subir por esas escaleras para intentar averiguar qué está pasando es un suicidio... al menos solo. Mira hacia la puerta de entrada intentando ver a sus compañeros para hacerle un gesto como para que entren, mientras en su cabeza dirime la mejor opción.

Los enemigos, si son enemigos, parecen muy peligrosos. Y hasta el momento no hay rastros de ningún grupo de viajeros... Esto no me gusta nada.

Sigiloso se acerca a la puerta más cercana y prueba si está abierta.

En el marco de la puerta ves una trampa sencilla, sin embargo ya ha sido activada y ahora es inofensiva. La puerta tiene una gran rotura que incluye la cerradura, tan solo está entornada y al otro lado no oyes ningún movimiento. A través de las brechas de la puerta ves una habitación pequeña con una cama, una mesa... bastante bien decorada. Aparentemente una estancia. No ves en ese primer vistazo que tenga otras puertas ni salidas y con bastante seguridad está vacia.

El estruendo arriba continua unos segundos, como una pared derrumbándose, hasta que todo queda en silencio nuevamente.

Kandalian llega hasta el pie de las escaleras por donde subio el extraño de la armadura, observa a través de una de las dos puertas rotas que hay al fondo de la sala inspeccionando la habitación a la que debe dar.
El estruendo arriba continua unos segundos, como una pared derrumbándose, hasta que todo queda en silencio nuevamente.

Desde el dintel de la puerta de entrada donde estais el fuerte ruido que escuchó Finrod continua unos instantes volviendose más fuerte hasta que tambien Orphen lo identifica, piedras cayendo y rompiéndose, como un muro desplomarse.
Ante vosotros continúa Naldar, en la primera sala tras franquear la entrada, un pequeño espacio con las ruedas con manivelas que suben y bajan la puerta levadiza. Al fondo un rastrillo de hierro, ahora alzado, separa esta sala de la siguiente.
Kandalian se ha adentrado algo más en la fortaleza. El momento de peligro de ser descubierto parece haber pasado, por la expresión del elfo, sin embargo el fuerte desplome, que suena en el segundo piso, rompe la quietud.