Partida Rol por web

Un mapa... ¿mágico? debe conducir a algo valioso para ocultar su secreto. Empieza a hablar y espero que lo digas todo porque estoy perdiendo la paciencia.
El alcalde sonrie mirándote con interés.

—Bien, lo tengo en la mochila... —dice el elfo, empezando a quitarse la mochila y dejándola en el suelo donde comienza a rebuscar el estuche de los mapas. Cuando lo encuentra lo muestra al guerrero y al alcalde, para que comprueben que no es ningún arma, después lo abre y extrae el mapa que segundos más tarde extiende.

—Parece un mapa normal pero sabiendo lo necesario podemos obtener información vital —explica Naldar a la vez que cierra los ojos un instante y respira profundamente. Tras relajarse empieza a vocalizar unas palabras que había repetido cientos de veces, pero todavía no había comprobado su efecto. Al componente vocal le acompañan una serie de gestos mientras mira al mapa y de vez en cuando a Dhamon.

El explorador repite el proceso hasta que vea que surge efecto o alguien le diga algo, disimulando cualquier fracaso.

Notas, por primera vez, como la energía arcana acude a tu cuerpo concentrándose en tus manos al ritmo de los gestos para después, de alguna forma, dar fuerza a tu voz y acompañar tu mirada. El conjuro está a punto de llegar a su fin... pero instintivamente sabes que algo ha salido mal. La energía se desmorona.
El alcalde parpadea aturdido un instante, algo ha pasado en su mente. Aún confuso dirige la mirada hacia ti.

El alcalde en seguida reconoce, o al menos se hace una vaga idea, de lo que ha pasado. Te mira sorprendido y asustado mientras da un paso y de sus labios solo sale un:
!¡Qué?¡
la expresión cambia rápidamente a rabia y a tu espalda oyes el sonido inconfundible del desenvainar de una espada mientras el alcalde te señala y trata de articular unas palabras.

Naldar deja caer el mapa y se abalanza hacia el alcalde. Con su mano derecha desenvaina su daga que esta medio oculta en su pierna. El explorador intenta apresar al alcalde y ponerle la daga en el cuello.

Naldar no está acostumbrado a este tipo de situaciones pero su agilidad le salva el pellejo. Cuando le apresa se aferra a él, dejándole el filo de la daga en el cuello.
Os habéis equivocado conmigo. No soy ningún espía ni nada parecido, pero mi tiempo es más valioso que el vuestro y no puedo esperar a que toméis la decisión de ir a buscar a mis compañeros. Dhamon, dale la orden a tu amigo de que deje todas las armas en la puerta, incluidas las suyas y que luego se tumbe en el suelo bocabajo al lado de la pared.

El alcalde solo emite un gruñido pero asiente con la cabeza aunque su expresión muestra más rabia incluso que miedo.
El guardia con una mirada que refleja más confusión y sorpresa que otra cosa obedece las órdenes después de dejar todas las armas en el suelo ante la puerta.
Dhamon, el alcalde, permanece sujeto mirando la pared con tu daga cerca de su cuello. No dice palabra.

Por fin el explorador ve un resquicio de esperanza para poder salir de la situación sin derramar ninguna gota de sangre. Sorprendentemente, al elfo no le hubiese importado en esta ocasión hacerlo, aquel hombre, Dhamon, era muy diferente a una persona que tuviese como principio el bien.
—Recordad mis palabras. En el próximo cambio de luna Asbrav será atacada, si todavía os queda algo de amistad con esa ciudad enviaréis un mensajero allí, incluso a Berfôska que estoy seguro de que si son listos derrotarán a esos salvajes enviando parte del ejército.

Naldar se calla unos segundos, en los que tose instintivamente, luego continúa:
—Si queréis que todo continúe igual esperad una hora en salir de esta casa. No lo sabéis pero sé manejar las espadas y el arco bastante bien, no me gustaría utilizarlos contra la guardia de una ciudad como ésta. Así que yo aquí no he estado y no habrá problemas, supongo que no querréis que el pueblo se entere de que alguien puede llegar hasta su alcalde tan fácilmente...
Cuando termina de hablar el elfo ríe sarcásticamente un momento.

—Ahora Dhamon te tumbarás también en el suelo —dice el montaraz mientras empuja sin miramientos hacia el suelo al alcalde, "ayudandole" a que ejecute la orden con rapidez.

Cuando está en el suelo, de espaldas, camina hacia las espadas, controlando los movimientos de ambos, luego se equipa de nuevo con sus armas y guarda el mapa, quedándose esta vez con el arco y una flecha en las manos, apuntando al alcalde mientras sigue retrocediendo.
—Estoy apuntando con el arco a Dhamon, guerrero. Espero que no quieras que tu jefe termine el día con una herida. Recordad, Asbrav en el próximo cambio de luna.

Naldar continúa hasta la entrada, donde guarda su arco e intenta ejecutar de nuevo el hechizo anterior.

Con un segundo esfuerzo la magia acude a ti de nuevo, unas rápidas palabras y gestos y la energía vuelve a tomar forma, tu concentración es total. Un cosquilleo en la nuca que no habías sentido nunca te sorprende, solo un instante después te das cuenta de que el conjuro ha finalizado sin que ningún error lo interrumpiese.

Los dos humanos permanecen tumbados sin hacer movimientos sospechosos ni decir nada. Con satisfacción te preguntas cuánta de la docilidad del alcalde se deba al conjuro recién completado. El oportuno conjuro muy probablemente te dará más tiempo y solucione algunos de tus problemas más graves e inmediatos aunque sabes que la situación ya ha superado el punto de retorno.

El explorador mira perplejo el resultado obtenido.
—Va...vaya, hice magia —se dice, sorprendido, segundos antes de recobrar la noción.

Naldar, sabiendo que está en una situación algo peliaguda, decide salir de la casa con velocidad, montar en Hasufel y volver con sus compañeros.
—A partir de ahora me ocuparé yo mismo de todas las tareas. Nada de pedir ayuda.

Cuando dejas atras la puerta de la vivienda del alcalde tu agudo oido distingue movimiento, en seguida un cuerno suena dentro de la casa y, en respuesta otro en algún lugar más al norte de la ciudad.

Cuando un tercer cuerno resuena en alguna parte y empiezas a ver algún guardia que se encamina apresurado hacia el centro de la ciudad ya estás saliendo de la urbe sobre el veloz Hasufel.

La mañana avanza muy lentamente, mientras los humanos descansan el sol asciende poco a poco, terminando de mostrarse detrás del horizonte.
Deben haber pasado un par de horas, no dentro de mucho pensabas despertar al caballero, ya que tan solo pensabais parar unas horas para descansar, en ese momento algo te alerta. Cuernos, el sonido de varios cuernos uno detrás de otro, cuentas hasta cuatro, lo más preocupante es que su sonido viene del este, de Hluzhvar.

Me temo que la guerra ha comenzado... Solo espero que Naldar ya esté de regreso de Hluzhvar, de lo contrario, se verá en medio de una batalla y el elfo no es de los que la evitan.

El gnomo se muestra preocupado, y con ese pesar en la cara levanta a Finrod.. Decide dejar a Orphen dormir, a menos que el sonido de la guerra lejana le despierte.

Vamos Finrod. Arriba! El sonido de los cuernos se alza en Hluzhvar. Me temo que allí la batalla ha comenzado. Espero que Naldar esté de regreso. No sé si podré, pero debo dormir para poder afrontar con garantías la caminata que aún nos queda.

Avísame si pasa algo.

Sin más pasa adentro en la caseta e intenta conciliar un sueño inquieto donde ve a Naldar morir a manos de bestias desalmadas...

Cuando el gnomo despierta a Finrod este se encuentra profundamente dormido, necesita unos segundos para saber donde esta, la primera idea que se le pasa por la cabeza es que todavia esta con el elfo y el gnomo cruzando las montañas del ocaso, pues fue una de esas noches de la travesia una de las ultimas en las que pudo dormir a pierna suelta. Luego comprende que no, que la cordillera esta superada, pero que eso solo a significado un ir de aqui para alla frenetico.

¿Como?, ¿que hay batalla en Hluzhvar?, pues aprovecha para dormir Kandalian, por que si el elfo no ha aparecido en 2 horas pienso ir en su busca, ese es el margen que le doy, mas que suficiente para llegar desde la ciudad a pie, por no contar lo que tardaria a lomos de Hasufel.

Luego el paladin se incorpora y queda frente a la tienda mirando hacia la ciudad con nerviosismo, como intentando adivinar cosas desde la distancia.

Vamos Naldar, Hasufel, ¿a que estais esperando para aparecer?, ¡mala idea tuve en permitir que se marcharan los dos solos, por Heironeous!

Los minutos pasan lentos y varios cuernos más se oyen espaciados hasta desaparecer. A lo lejos ves la ciudad, intuyes el ambiente cargado, percibes movimiento en ella. Más del normal. Algo pasa pero no ves humo ni señal de ningún ejército.
La tensión aumenta y aunque aún no ha pasado una hora el tiempo se te hace eterno, al fin ves algo en el horizonte. Un jinete se acerca a vosotros al galope.

En unos minutos has dejado atrás la ciudad y aunque sigues percibiendo agitación en la urbe nadie parece perseguirte, al menos por ahora. Cabalgando a lomos del veloz Hasufel y orientándote con precisión con ayuda del sol pronto ves en el horizonte el campamento de tus compañeros.

Finrod fuerza su vista para poder reconocer al jinete que se le esta aproximando, trata de echar mano de su conexion espiritual que tiene con su montura para saber si el que se acerca es Hasufel o no. Al mismo tiempo utiliza su habilidad de detectar el mal para intentar descubrir algo mas, aunque de momento no trata de despertar a los demas, no cree que un solo jinete sea una amenaza.

Vamos, que sea naldar, por Heironeous.

Unos segundos pasan lentos por la expectación, la figura del lejano jinete se dibuja con más claridad y una sensación de urgencia asalta la mente del paladín. El caballo que galopa hacia el campamento es Hasufel, aunque no conociera su aspecto tan bien como el suyo propio lo delataría el fuerte vínculo que une al caballo con su jinete.
El que cabalga a su lomo no puede ser otro que Naldar y en un par de minutos llegará a donde descansais.