Partida Rol por web

No es fácil pillar a un hoplita desprevenido. Al notar que el suelo se hundía bajo sus pies Ameleón da un poderoso salto hacia atrás y aterriza en suelo seguro. Vio como se levantaba una polvareda blanca a su alrededor.

La primera reacción fue agradecer la protección de Atenea y el ingenio para quitarse la coraza tan oportunamente, comprobando que todo estaba bien. La segunda reacción fue preocuparse de como había salido de esta Deseo...

-Yo estoy de una pieza íbero,- dijo sacudiéndose la arena- pero no logro ver a la extranjera...

Todo fue muy rápido, algo no iba bien desde que comenzaron a caminar ese tramo, Indikos no sabía exactamente qué era, pero algo no iba bien, así que caminaba con más cautela de lo habitual, y de repente, un crujido de roca, ¡lo sabía! -susurró levemente- dio un salto atrás a tiempo de ver cómo sus compañeros desaparecían al desmoronarse el suelo bajo sus piés.

¡Maldita sea! -exclamó alarmado- ¿Estáis de una pieza?

Se había formado un humo blanquecino al desmoronarse el suelo y crujir los guijarros, se oyó un golpe sordo y unos gruñidos quejumbrosos, el golpe había sido duro, Indikos esperó una respuesta tratando de ver algo entre la polvareda levantada.

De entre la polvareda que se ha levantado en un segundo, tras hundirse literalmente el suelo, surge como un espectro de fuego la cabellera roja de Deseo, que ha tenido que dar un salto increíble para evitar caer en la grieta. La oriental jadea y recupera el equilibrio balanceando su enorme alabarda-guadaña, para posarse en suelo firme con un crujido de la piedra en la arena.

-差不多了！

Grita en su lengua materna. Enseguida mira a su alrededor, comprobando que sus dos compañeros están bien, y a salvo.

-Por poco... eso ha sido una trampa traicionera. Me alegra ver que la habéis sorteado.

Cada uno os salváis de la trampa de un modo distinto. Indikos con su instinto, Ameleón con un salto de rana y Deseo con una acrobacia marcial. Entre los tres hay un enorme agujero en el suelo, hundido. Tras un rato el polvo termina por posarse, estáis atentos a cualquier mínimo movimiento que haya a vuestro alrededor. Pero nada ocurre. Al menos no en la superficie.

Si miráis hacia abajo, hacia el fondo de la trampa, ahora que el polvo os lo permite, veréis que es un pozo ancho y profundo, y de él asciende una corriente de aire fresco. Ese aire proviene de unos túneles que van a parar ahí. Si prestáis atención os parece oír una risa lejana, o un ruido similar. Y por si fuera poco ahí abajo, entre los escombros, hay algo que brilla, algo metálico.

Con curiosidad y aprensión a la vez Deseo se acerca a la boca del pozo abierto, y se inclina para ver el fondo. La risa la sorprende, levantando la cabeza para mirar a sus dos compañeros.

-¿Habéis oído? Hay alguien allá abajo... y resuena. Son túneles. 

Al fijarse mejor, algo brilla en el suelo.

-¿Qué es eso? ¿Llegáis a distinguirlo? Me pregunto si habrá alguna manera segura de bajar ahí... la risa pertenece a alguien. Y hay pocos habitantes en este lugar, así que...

-Yo tengo una cuerda.- Ameleón saca de su hatillo improvisado la bolsa donde guarda las provisiones y de ella una cuerda.  Busca una columna sólida a la que poder atarla. -Aunque me parece que esta es la verdadera puerta al laberinto que estamos buscando, mejor que baje uno solo y luego vayamos el resto, ¿No? Adelante...

-Bien. Yo puedo descolgarme la primera, si queréis. No es que quiera adelantarme, es una simple oferta. Soy ligera, si hay que volver a subir corriendo, no creo que me cueste.

Lo dice algo socarrona, porque ambos guerreros están musculados, y no tienen nada que envidiar a Deseo en cuanto a forma física. Pero la mujer parece que tiene un sentido del humor peculiar, ya que añade a continuación:

-Me pregunto qué harán aquellos dos centauros del inicio si tienen que usar esa cuerda... me gustaría verlo...

Tras lo cual se agarra a la cuerda y tira de ella para comprobar que está bien afianzada, con la idea de descender si le dan pie.

Las risotadas se oían claramente. Indikos tenía serias dudas que cualquiera de los que habían entrado con ellos al laberinto estuviera de humor para reírse, y menos, de forma tan despreocupada y escandalosa, sobre todo teniendo en cuenta que tenían a un Minotauro rondando la zona, a no ser claro, que tú seas el minotauro...

Veo el brillo metálico, y he oído las risotadas, ¿no os parece un poco raro que alguno de nuestros compañeros se haya reído dadas las circunstancias...? Yo tengo otra cuerda, si te parece Ameleón, podríamos trenzar ambas para hacer una más resistente, y asegurar el descenso de Deseo, si sujetamos ambos, no vamos a necesitar atarla a ningún sitio, entre los dos podremos sin problema con el peso de ella.

La idea de Deseo había sido bastante buena, no solo era más ligera que ambos (a pesar de su corta estatura, Indikos pesaba bastante), si no que era más ágil y rápida.

El siguiente en bajar por peso, debería ser yo, creo que movernos por los túneles podría ser buena idea, al menos no sufriremos este sofocante calor, el problema, va a ser orientarnos allí abajo... Supongo que ya lo resolveremos.

Esto último le preocupaba más a Indikos de lo que aparentaba y/o quería mostrar.

Ameleón seguía sopesando la situación.- Tengo antorcha y yesca para iluminarnos, pero no se hasta que punto eso será bueno para orientarnos o volvernos un blanco fácil. En el momento en que empecemos a movernos por el laberinto la mejor opción será ir señalando la piedra en las esquinas con el arma. Podemos marcar con un símbolo cada uno si tuviéramos que separarnos, cosa que en principio veo descabellada.- El hoplita seguía con la mirada fija en el objeto metálico- Habrá que ir por partes. Lo primero ese objeto. Lo segundo la risa... Luego Zeus dirá...

Coincido contigo, es buena idea el guiarnos abajo por un sistema de muescas, en cuanto encontremos un cruce de caminos señalamos la dirección que tomemos, por si volvemos al mismo punto, tomar otra dirección. Separarnos puede ser un suicidio, no me ha gustado nada esa risotada. Yo también tengo un poco de yesca.

Obviamente la situación requería de destreza y no menos ingenio. Indikos sopesó a sus compañeros, ¿serían suficientes ellos tres para lidiar con el Minotauro? No tenía nada en contra de Deseo y por supuesto, no tenía ganas de probar el filo de su enorme arma, pero, no por ello iba a dejar que el minotauro la masacrase y después Ameleón y él se convirtieran en segundo plato y postre, prefería lanzarse en ayuda de Deseo y asumir después las consecuencias. Esperaba que Ameleón pensase igual.

¡Eh ateniense! Respeto mucho el valor de Deseo por luchar en solitario con el minotauro, pero llegada la hora de la verdad, no pienso dejar que la bestia nos liquide uno por uno si podemos abatirla entre los tres, no sé qué opinarás tu pero, deberíamos aprovechar este tiempo para tratar de convencer a Deseo, tres pueden más que dos y no hablemos que uno...

Esperaba que al final todo el mundo entrase en razón y se actúase de forma práctica, confiaba en Ameleón, los atenienses tenían fama de ser ante todo pragmáticos, la extranjera por contra parecía una mujer guerrera e indomable, iba a ser difícil convencerla de la idoneidad de luchar juntos contra la bestia.

Deseo llega al fondo del pozo con la ayuda de la cuerda. Ha sido muy fácil.

Desde arriba poco más podéis ver. Las risas siguen oyéndose lejos, son risas agudas y chirriantes.

Ya abajo, entre los escombros, ves que el brillo de algunas armas y armaduras antiguas, otros antes que vosotros ya cayeron en esta misma trampa, y sus cuerpos están aquí, descompuestos. El pozo da a varios túneles que se pierden en la sombría distancia en distintas direcciones. La temperatura es más agradable que en la superficie, aunque avanzar por aquí será más difícil que por la arena, tardaréis más y corréis el riesgo de perderos.

Las risas las sigues oyendo, lejos, como un eco.

Después de bajar, Deseo amolda su visión a la penumbra que reina en el pozo. No le cuesta demasiado, también fue entrenada para eso. Sin bajar la guardia, su enorme y mortífera arma dispuesta para defenderse, da una vuelta para situarse y ver qué es lo que brillaba desde arriba.

-¡Son armaduras! Otros han estado aquí antes que nosotros. ¡Y cuerpos en descomposición! Si seguimos por aquí se está más fresco. Pero también es más fácil desorientarse y perderse. Y siguen esas extrañas risas a lo lejos...

Mientras sus dos compañeros bajan o acordan si no hacerlo, ella peina bien los restos. Siempre puede haber algo que pueda aprovecharse.

Cuando Ameleón descubrió que eran armaduras con sus cadáveres dentro se despertó en él su primer escalofrío de realidad- Sabes que puedes contar conmigo íbero...- Era una de las puertas, de las muchas que había para entrar a la red de galerías que conformaban el laberinto. Este momento, sin duda iba a ser uno de los más delicados de toda la aventura. ¿Debían luchar contra él solos o acompañados? ¿La risa significaba que se podía oír por todo el laberinto o que aquello que fuera estaba especialmente cerca? ¿Era mejor entrar dentro o hacerle una encerrona a cielo abierto? sin duda era un momento crucial en la vida de cualquier guerrero que se precie -¿Quién ha vencido alguna vez a una serpiente o a un oso dentro de su madriguera? Somos todos guerreros extraordinarios, no lo dudo. Pero estoy seguro que todos ellos también lo eran, y de cientos de guerreros que han entrado ninguno es el que ha salido.- Trató de proyectar la voz para que llegara a los oídos de Deseo. 

A continuación bajó por la cuerda y al llegar al suelo, mientras Deseo registraba los cadáveres, deshizo el petate y se colocó de nuevo la coraza y las grebas y volvió a colocar su capa bermellón ondeando sobre los hombros. Se puso a mirar hacia el interior de los túneles para que sus ojos se acostumbraran a la ausencia de luz. -Dudo que esas risas sean del Minotauro. Quizás es algún guerrero que sigue encerrado ahí dentro y ha perdido la cordura, quizás sea algo peor. Pero no creo que Asterión haya venido a esperarnos al patio de los escombros de su casa. Así que propongo que vayamos a ver que son esas risas.

Sabes que puedes contar conmigo íbero...

Indikos cabeceó asintiendo con gesto severo, sabía que el hoplita ateniense sería sensato y pragmático, ahora tocaba convencer a la indómita guerrera Deseo. Albergaba esperanzas en este sentido, puede que fuera arrojada, pero no parecía ninguna estúpida, estaba seguro que ella también vería la ventaja obvia de luchar juntos contra la bestia.

Sin duda esos valientes guerreros eran aguerridos y experimentados, y han encontrado un triste final. Deberíamos andar con cuidado, dudo mucho que esa bestia sea un rival fácil de abatir en solitario.

Quería dejar claro diciendo esto último en voz alta, que él era de la misma opinión que Ameleón, quizás con este tipo de comentarios en voz alta por parte de ambos, Deseo reflexionaría en este sentido. Mientras decía esto, Indikos iba descendiendo por la cuerda, sus ojos tardaron en acostumbrarse a la oscuridad, pero una vez lo hicieron, se sentía más cómodo en ella. Siempre le había molestado el exceso de luz y se sentía más cómodo con luces más ténues, de hecho, veía mejor que la mayoría en la oscuridad, un rasgo que compartía con otra gente de ojos claros como el. Se unió a Deseo en el exámen de los cadáveres.

Respecto a esas risotadas, estoy de acuerdo en que debemos investigar pero, seamos cautos, si yo fuese un Minotauro que hubiese vencido a cientos de guerreros y estuviese en un laberinto que conozco a la perfección dando caza a nuevos incautos, probablemente estaría bastante tranquilo y relajado, no podemos descartar que sea él.

Decía esto mientras revisaba los cadáveres en busca de algo útil.

-Bien, ¿estáis seguros de esto? ¿Seguimos por abajo? Porque el riesgo de perdernos es mucho mayor, no tenemos la torre como referencia. Daremos vueltas, con toda seguridad, el camino será más largo. Y puede que los que vayan por arriba lleguen mucho antes, tenedlo en cuenta. Yo me decanto por investigar un poco, tomar lo que sea que pueda sernos de ayuda en la batalla o la búsqueda, como ese par de antorchas, y volver a subir. Pero me adapto a lo que digáis. 

No hace referencia alguna a lo hablado entre los dos hoplitas acerca de luchar juntos cuando llegue el momento. Ni tampoco descarta nada, simplemente deja que los dos hombres tracen planes, mientras éstos la convenzan de que no hay otros mejores.

Recoge las dos antorchas, las deja a un lado, y revisa armas y armaduras, haciendo una especie de selección de las mejores, que deja aparte también.

-Creo que eso es todo. Vosotros diréis. ¿Abajo? ¿O arriba?

Entre todos rebuscáis entre los restos de los héroes caídos. Hay algunas cosas oxidadas, dobladas, abolladas, llenas de mugre o de una especie de plasta putrefacta que deben ser vísceras. Algunos parecen haber sido partidos en dos, abiertos, descuartizados, como una ternera o un gorrino al que han quitado las mejores partes, las comestibles. Está claro que no simplemente han muerto por la caída, también han sido devorados, antes o después.

Las risas agudas están ahora más cerca, pero todavía lejos. Y son varias.

En el montón de armas y armaduras que aún pueden utilizarse hay dos dagas, un hacha, una espada, dos flechas, tres antorchas, una coraza y un escudo. Nada más, sólo cascotes, huesos y amasijos de hierro.

Coincido contigo en que sería más fácil perdernos por aquí abajo Deseo, pero también es cierto que con el sistema planteado por Ameleon de realizar muescas en las paredes, podríamos orientarnos, por ejemplo, si avanzamos ahora en línea recta, en el primer cruce de caminos que veamos, escogemos una dirección al azar y marcamos con una muesca la dirección que hemos tomado, por si vamos en círculos, de esta forma, si volvemos al mismo punto, podremos tomar otra dirección, en cada cruce de caminos tendremos la mitad o una tercera o cuarta parte de posibilidades de acertar o equivocarnos, pero, por otro lado, estaremos más frescos, y no será necesario caminar solo en las horas menos calurosas del día, podremos caminar durante más tiempo. Yo voto por avanzar en línea recta por aquí abajo, no me importaría abrir la marcha pero, no me caracterizo por ser afortunado precisamente.

Indikos había tenido mala suerte toda su vida, era raro que ganase en algún juego de azar, abrir la marcha con él al frente quizás no era la mejor opción. Por otro lado, entendía lo que quería decir Deseo, pero aún así, sopesaba que sería más ventajoso caminar bajo tierra.

Deberíamos avanzar en dirección a la torre sigilosamente, evitando esas risotadas en la medida de lo posible, no quiero encontrarme con nada ni con nadie que aquí abajo tenga ánimo de reírse. En el primer cruce de caminos que veamos, podríamos marcar con una muesca hacia dónde nos hemos dirigido y mantenernos juntos el mayor tiempo posible.