Partida Rol por web

Hilos invisibles

Capítulo 0: Resonancia (Hyun-jin)

Cargando editor
02/12/2015, 12:24
Teléfono

Tu hermano escucha tu cambio de propuesta y no tarda en responder con tono directo.

—El Italia, perfecto —dice. Un incremento puntual del ruido que le rodea hace pensar que alguien ha abierto un instante la puerta de su oficina, pero su atención parece aún puesta en ti—. Nos vemos allí —confirma despidiéndose cuando das a aquella cita un momento exacto. A pesar de que a veces Ji-Hoon pueda rozar la impuntualidad algo en tu tono te hace pensar que este no será el caso, quizá por creer que su hermano necesita algo importante.

Una vez que cortas la comunicación tus ojos captan también en la pantalla el aviso de la presencia de ese mensaje pendiente.

Cargando editor
02/12/2015, 12:40
Marcus Bernstein

Ese breve instante que pasas con los ojos cerrados sirve para que tus prioridades comiencen a situarse de la forma adecuada, estableciendo que lo mejor es marcharte de ahí cuanto antes. Cerca de ti, el arpista responde con un breve Buenas noches a tus palabras, sin llegar a dedicarte más gesto de despedida que una mirada. Si se ha dado cuenta de cómo miras las que cree sus flores, no lo demuestra.

Y es en cuanto abres la puerta que ves a Marcus realmente cerca por primera vez desde que se marchó de la orquesta. Aún va vestido con el traje con el que ha estado tocando, oscuro y de camisa clara, y en su frente posee el brillo de quien ha estado sudando recientemente. Parece que aún no ha llegado a ducharse, como hacía siempre tras cada función. En el momento en que vuestros ojos se cruzan puedes ver en ellos las mismas pupilas que en un pasado te observaron durante horas, complacidas con tu visión.

El violinista parece algo nervioso, con ambas manos al lado de su cuerpo de una forma que por conocerle sabes autoimpuesta como una medida para no empezar a moverlas de manera incontrolada.

—Hola, Hyun-jin —dice a modo de saludo, mientras su voz sale de su pecho como si fuera un suspiro—. Quería... Pasar a verte, ¿cómo estás?

- Tiradas (1)
Cargando editor
03/12/2015, 12:33
Park Hyun-jin

Marcus. Marcus se materializaba frente a mí, Marcus quien hace que me altere, que mi respiración incremente su frecuencia y mi tranquilidad acabe por esfumarse del todo. Su presencia allí sólo agudiza mi deseo de querer evadirlo, de querer pretender que no le había visto, que no tenía tiempo, que estaba pensando en otras y cosas y que a pesar de su ruptura, no quedaba nada de aquellos sentimientos. Y ahora, allí, con aquellos gestos nerviosos que conocía, con su aire inocente, rompiendo la ilusión auto-impuesta de que ambos podíamos seguir con sus vidas como si nada y que yo podría vivir con mi propia vergüenza hasta el momento en el que quedase como un amargo recuerdo del pasado. No podía ser más oportuno, no podía elegir un mejor momento para intentar acercarse luego de meses de su exilio, para terminar de acabar con la poca tranquilidad que mi cabeza podía concebir.

-Marcus...- trato de ser serio. Trato de ser frío, pero sus nombre se me escapa como un suspiro. Mi voz tiembla, el aire me hace falta al pronunciar la S final y en general me siento como un perfecto idiota tratando de no hundirse a sí mismo. "No es el momento, no es el lugar" mis pensamientos resuenan y quisiera tener la misma firmeza con la que había mantenido mi rutina los días pasados para ahora poder responderle. -No muy bien- respondo en un arrebato de sinceridad. Estúpido, soy un estúpido y rendirme ante mis emociones ahora mismo sólo iba a hacer que terminase por sufrir otro episodio de alucinaciones. Aprieto mi mano derecha tratando de recuperar algo del control que mi cabeza me ha negado todo el día.

-No... no es el mejor momento para hablar, Marcus- respondo tratando de mantener, con mucha dificultad, mi fachada educada, casi distante. Le observo a los ojos, esos encantadores ojos. Aprieto los dientes y miro hacia otra dirección. -Debo irme- digo finalmente, tras forzar a mi garganta a soltar esas palabras. Y aún vestido con el traje para la orquesta, aferrándome con fuerza a mi maleta, empiezo a caminar hacia dónde suele estar el vigilante de aquella zona, para interrogarle por las flores. "No mires atrás, no mires atrás, no mires atrás" me digo al darle la espalda. Con él tan cerca, sólo era cuestión de tiempo antes de que perdiera la concentración en mis alrededores y terminase sufriendo algún accidente.

Cargando editor
04/12/2015, 16:27
Marcus Bernstein

Marcus parece sorprenderse por tu respuesta y tarda un instante en reaccionar. Para cuando lo hace ya estás comenzando a caminar en dirección a la garita de seguridad que vigila el paso a la parte privada del auditorio. Sin embargo, el hombre no parece tener intención de abandonar su propósito tan fácilmente y camina dando largas zancadas para ponerse a tu altura y caminar a tu lado.

—Hyun... Si necesitas ayuda con algo... —se ofrece titubeante, mirándose las manos. Reconoces la sinceridad de ese ofrecimiento en su voz, pero enseguida deja el tema a un lado para suspirar levemente—. Esperaba que pudiéramos ir a tomar algo después del concierto y bueno... Charlar un poco —continúa, levantando la mirada para buscar tus ojos con los suyos—. Hace mucho tiempo que no nos veíamos. 

Vuestros pasos os llevan mientras él habla hasta el final del pasillo y al traspasar la puerta que separa la zona dedicada a los artistas y técnicos del teatro, puedes ver un mostrador en el que varias pantallas reciben la señal de las distintas cámaras de seguridad del edificio.

Tras el mostrador puedes ver al guardia de seguridad que suele hacer el turno de noche en los días de diario. Se trata de un hombre regordete, con cabellos castaños y rizados que siempre suele estar comiendo algo cuando lo ves. En esta ocasión se trata de un sandwich de atún, también tiene una bolsa de patatas fritas sobre la mesa y cuando llegáis a su altura puedes ver cómo saca un puñado de ellas para metérselo en la boca. El tipo hace un leve gesto de saludo con la cabeza al veros, pero no parece imaginar que podrías querer acercarte a él pues enseguida devuelve su mirada a la novela de bolsillo que tiene junto a la bolsa de patatas y en la que deja unas marcas grasientas de dedos al pasar la página.

Cargando editor
08/12/2015, 14:33
Park Hyun-jin

"Si necesito ayuda con algo" repito mentalmente. La pregunta correcta era con qué necesitaba ayuda, qué me estaba sucediendo, por qué de repente su estrés se manifestaba a través de alucinaciones. Y si era estrés postraumático, Marcus era la última persona que iba a ayudarle a calmarse. Apretó los dientes un poco, tratando de encontrar razones para sentirme más molesto todavía, buscando ser más agresivo. Pero simplemente no puedo. Mi temperamento jamás ha sido explosivo y la posibilidad de comportarme de manera inadecuada sólo podría terminar afectándome más y más. Cierro los ojos y me detengo un momento en seco. No sé que impresión le estaré dando y prefiero no pensar en ello.

-Lo siento mucho, Marcus- digo con voz tranquila. Volteo a mirarle a los ojos, pero cambio rápidamente hacia un punto cercano a ellos, sin querer concentrarme en sus pupilas. -Hoy no puedo. No es un buen momento...- digo lentamente. Me planteo la posibilidad de mentirle, pero sé que no podría soportar la angustia posterior. -...quizás otro día. Hoy... hoy ya tengo planes- digo tratando de darle una justificación vaga pero sensible. Y aún así siento las frías fauces del remordimiento cerrándose sobre mi cuello.

Trato de sacudirme por un momento la presencia de Marcus y me acerco al guardia. -Ejem... Buenas noches, disculpe que le moleste- comento con un tono suave, buscando ser lo más correcto posible. -Soy Hyun Park, músico de la filarmónica. ¿Podría usted ayudarme?- todo es ceremonioso, cuidadoso, medido, todo tratando de dejar siempre una buena impresión a pesar de lo formal que puedo llegar a ser.

 

Notas de juego

La idea con Marcus es ser tremendamente educado, y no hacerle sentir que lo mando a la mierda, sino que declino amablemente su invitación por ahora...

Cargando editor
12/12/2015, 01:16
Marcus Bernstein

La decepción en los ojos de Marcus es palpable desde tus primeras palabras. Sin embargo, con las siguientes parece resignarse y finalmente se encoge de hombros.

—No importa —dice, tratando de fingir que realmente es así pero sin que te engañe ni por un instante—. Ya habrá más días, supongo. 

Cuando te adelantas para acercarte al mostrador, él se queda un paso atrás, dándote intimidad con el guardia, pero mirándoos con curiosidad desde su lugar. Puedes percibir por el rabillo del ojo cómo cambia el peso de una pierna a la otra en una actitud dubitativa para finalmente decidirse por darse la vuelta y meterse de nuevo por la puerta por la que habéis salido, volviendo hacia la zona de los camerinos.

Cargando editor
12/12/2015, 02:31
Kevin Forth

El guardia levanta la mirada de su novela cuando hablas y te mira con el ceño fruncido por un instante. Parece ligeramente sorprendido, probablemente no esté acostumbrado a que los músicos se dirijan a él. 

—Buenas noches, buenas noches —dice tras tragar apresuradamente las patatas que tenía en la boca—. Claro, ¿qué necesita? —pregunta con un tono que parece querer ser cordial y ceremonioso como el tuyo, pero que resulta áspero y brusco. Te da la impresión de que no es un tipo con facilidad para las relaciones sociales.

Cargando editor
16/12/2015, 00:43
Park Hyun-jin

¿Por qué tiene que comportarse con ese aire triste tan difícil de sacudirse? ¿Por qué su resignación me hace sentir un nudo en el estómago y quisiera simplemente decirle que me encantaría pasar algunas horas con él? Quisiera arrepentirme de inmediato, quisiera retractarme, pero sé que no puedo, ni debo. En este momento, en este instante en el que la tranquilidad me hace falta, lo último que necesito es perder el control con Marcus y dejarme llevar. No, no puedo. Incluso si sé que mañana mismo voy a levantarme con cargo de consciencia y que ese mismo cargo de consciencia podría contribuir a mi episodio general de estrés post-traumático.

"¿Por qué apareces ahora?" pienso molesto mientras trato de concentrarme en lo que me ha traído hasta allí. No tiene sentido lamentarme, no tiene sentido dar un paso hacia atrás. Nada ha cambiado entre Marcus y yo desde que dejamos atrás nuestra 'amistad': Nada puede cambiar y definitivamente nada va a cambiar ni un ápice. No ahora, no en este momento en el que parece que las más simples cosas quieren derrumbarse sobre mí y que empiezo a dudar de mi propia salud mental.

-Esto...- comienzo mirando al guardia, haciendo mi mejor esfuerzo por ignorar que Marcus está aún allí, curioso, observando -... alguien dejó unas flores en mi camerino. Eran amarillas, tulipanes, creo. Estoy seguro de que es normal, pasará todo el tiempo, pero...- digo mientras saco la nota que tengo en mi bolsillo, observándola con detenimiento, sin quitarle los ojos de encima, temiendo que desaparezca como lo habían hecho los granos de café -...la nota que dejó me parece algo extraña. Quizás sea una broma de mal gusto pero... ¿recuerda usted cómo era la persona que pasó a dejarlas?- dice estirando la tarjeta para que el hombre pueda tomarla, leerla y quizás darme una respuesta.

Cargando editor
16/12/2015, 01:01
Kevin Forth

El tipo se frota la mano con el pantalón, intentando limpiarla de la grasa de las patatas fritas antes de tomar la nota con sus dedos regordetes. Entonces la mira, por un lado y por otro. 

—Ah... —dice, titubeando mientras le da algunas vueltas entre los dedos—. Unas flores, sí. Me acuerdo porque sólo han llegado unas esta noche —asegura, asintiendo firmemente con la cabeza—. Las trajo un chico, un repartidor de esos de las floristerías. Suele funcionar así, ¿sabe? —te explica con ese mismo tono un poco brusco que parece querer ser cordial sin llegar a conseguirlo—. Alguien encarga las flores y los de la floristería las traen a la hora que sea. Luego las dejan aquí y uno de los acomodadores se encarga de llevarlas al camerino que sea. El suyo en este caso. Supongo.

—Pero no dicen nunca su nombre ni nada, sólo nos hacen firmar una hoja de reparto al entregarlas y ya está. Nosotros sólo registramos los datos de la gente que pasa la puerta y los repartidores no están autorizados. —Entonces se encoge de hombros y te devuelve la tarjeta, como si no terminase de entender por qué te turbaba tanto. —Serán de algún fan o algún amigo que ha querido tener un detalle con usted. No le dé más importancia. ¿Eran unas flores bonitas? 

Cargando editor
18/12/2015, 06:42
Park Hyun-jin

Observo atentamente al guardia mientras me explica que las flores han sido traídas por encargo. Trato de no verme abatido y trato de no parecer contrariado cuando asume que la tarjeta tenía una intención más amable de la que yo mismo puedo darle. "No es su culpa" me repito mentalmente mientras asiento, tratando de parecer complaciente y agradecido con su trabajo. De cierta manera lo estoy, después de todo, saber que alguien se ha tomado el trabajo de encargar las flores es mejor que pensar que recibiría una negativa o algo peor. Al menos ahora sabía algo.

-Sí. Son bonitas- respondo mientras sonrío afablemente. No me detuve a apreciarlas, tan sumido como estaba en mi molestia y dudaba que ahora fuese el momento para regresar por ellas. Ahora eran de Erven, y quizás él las pueda disfrutar mucho mejor de lo que yo lo haría. No obstante, necesito saber más, necesito al menos tener algo de dónde aferrarme. Alguien se estaba tomando demasiadas molestias para perturbarme y lo peor es que lo estaba logrando. Detesto no poder tener el control de lo que sucedía a mi alrededor, detesto sentir como el miedo de nuevo me posee, alertándome de todo lo que podría salir mal.

-Disculpe, pero...- insisto con la suavidad tímida de un niño pequeño. No me es difícil, hay algo de temor en mis palabras, temor que escucho, se traduce en un leve temblor de las palabras que pronuncio. -... ¿no recordará por casualidad el nombre de la floristería? Es... importante- trato de explicar de alguna manera, pero la opción de relatarle la verdad es simplemente ridícula y sólo podía contar con que el guardia hiciese un poco de memoria y tratase de ayudarle. Cruzó los dedos en su bolsillo, esperando al menos un ápice de esperanza para desenmascarar la funesta broma.

Cargando editor
19/12/2015, 16:04
Kevin Forth

El tipo se queda un instante pensativo y puedes imaginar perfectamente los engranajes de su mente encajando unos en otros y moviéndose con lentitud. Finalmente niega despacio con la cabeza.

—No, ni idea pero... —añade el "pero" como si no estuviera muy seguro de lo que va a decir a continuación, sin ser consciente de que tal vez te esté dando algo a lo que aferrarte—. Si le interesa mucho puedo revisar las cámaras de seguridad del exterior. A lo mejor se ve algún rótulo en la furgoneta con el nombre. Si no tienen contratado un servicio de mensajería externo, claro. Tardaré un rato, pero si me deja un número de teléfono le puedo avisar cuando lo sepa.

Se encoge entonces de hombros y de nuevo parece estar dándole vueltas a alguna idea para terminar por encogerse de hombros otra vez. —También podría preguntar a los acomodadores. Las flores siempre vienen envueltas en un papel muy bonito y a veces lleva el logotipo de la floristería impreso, ¿sabe? Los acomodadores quitan el papel, no sé por qué. —Y realmente no parece comprender el motivo, a pesar de los colores horteras y brillantes que suelen llevar esos papeles a los que se refiere. —Las recogió esa chica rubia y bajita tan mona. Prudence. Puede preguntarle a ella si traían papel.

Te mira satisfecho cuando termina de hablar, con la expresión de quien está orgulloso de sí mismo por un trabajo bien hecho o por haber tenido una magnífica idea.

- Tiradas (1)
Cargando editor
22/12/2015, 00:53
Park Hyun-jin

"Mirar las cámaras de seguridad" dentro de mi mente cabe la posibilidad. Pero me detiene el tamaño de dicho favor. ¿Cómo podría justificar dicha petición? ¿Y si Abercrombie se enteraba? ¿Y si otros compañeros se enteraban?. Me era difícil impedir que este asunto no creciese en tamaño, no me consumiera. Hasta dónde quería llegar para saber quién estaba detrás de las flores y aquella broma. ¿Llamaría luego a la floristería a preguntar quién había comprado los tulipanes amarillos? ¿Pediría un recibo? ¿Lo llevaría al director como evidencia de la siniestra broma del grupo? ¿Y si reaccionaba como el vigilante? las preguntas eran demasiadas y sentía como aquello simplemente se me iba de las manos. Necesito aire, necesito respirar, necesito poder olvidarme de esto, quizás lo mejor no era confrontar a los bravucones. 

Sin embargo la segunda idea hace que abra los ojos y sonría con genuino agradecimiento -¡Es una excelente idea!- digo sonriendo y estoy convencido de ello. -Iré a preguntarle a ella, seguro que ella debe recordar el nombre... o eso espero- digo mientras lo miro con aire jovial. -¡Muchas gracias!- le digo, mientras con un asentimiento respetuoso me despido del hombre y me giro para ir en busca de la acomodadora. Con algo de suerte, estará en el teatro todavía... y si se daba prisa, podría alcanzarla para luego ir a cenar con mi hermano.

Hay un pequeño resquicio de esperanza. No quiero detenerme a pensar por qué hago todo esto, pero recuperar mi tranquilidad lo merece. No más bromas absurdas, no más ridículos chistes a mis expensas, ni risas. Sólo quiero poder llegar tranquilo a los ensayos y a los conciertos, y definitivamente, quiero evitar a toda cosa pensar que aquellas visiones, aquellas alucinaciones puedan arruinar esta porción diminuta de mi vida sobre la que aún tengo algún control.

Cargando editor
23/12/2015, 17:57
Kevin Forth

—Nada, hombre —dice el guardia, haciendo un gesto con la mano para quitarle importancia al asunto—. Si necesita alguna otra cosa... 

Y dejando esas palabras en el aire vuelve a acomodarse en su silla y a meter la mano en la bolsa de patatas. Lo último que ves es cómo se lleva un puñado de ellas a la boca, volviendo a la normalidad.

Cargando editor
23/12/2015, 17:57
Prudence Smith

Tus pasos te llevan de vuelta al interior del auditorio en busca de la joven que te ha descrito el guardia. Por los pasillos vas buscando con la mirada a cualquiera que lleve el uniforme de los acomodadores, pero no es hasta que entras de nuevo en el escenario cuando distingues a una chica rubia en el patio de butacas. Se encuentra recogiendo los programas que algunas personas del público han dejado abandonados en sus asientos mientras tararea una canción entre dientes.

Cuando se da cuenta de que te diriges hacia ella, levanta la mirada y te contempla con curiosidad, estudiando tu rostro y tu atuendo, como tratando de ubicarte. Los músicos y los acomodadores no suelen tener demasiada relación, pero finalmente parece decidir que eres miembro de la filarmónica y te dedica una sonrisa cordial, pero no tan distante como la que suelen poner para el público o los visitantes. De cerca notas que es menuda, incluso a pesar de los tacones debe ser la más bajita de todas las acomodadoras del auditorio. Sin embargo, tiene un bonito cabello rubio que se ondula ligeramente a ambos lados de su rostro y unos ojos intensamente azules. Puedes ver una pequeña placa con su nombre prendida de su chaqueta que te confirma que es la chica que buscas: Prudence Smith. 

—¿Puedo ayudarle en algo? —pregunta con tono solícito, juntando sus manos con los programas delante de su torso.

Cargando editor
26/12/2015, 01:23
Park Hyun-jin

Me acerco a la acomodadora y asiento mientras trato de hacer una sonrisa amable que oculte un poco el estado general de mi cabeza en caos y estrés. -Buenas noches, sí, justamente a usted le buscaba- respondo lentamente mientras trato de mantenerme quieta y observarla a los ojos, casi como si estuviese pidiéndole permiso para continuar hablando. Esbozo otra sonrisa cortés mientras espero un momento. Me es inevitable pensar en lo que estará haciendo Marcus, aún no puedo sacudirme mi propia incomodidad, el cargo de consciencia que me produce el saber que he tenido que rechazarlo siendo más hostil de lo que debería haber sido. O quizás es sólo mi imaginación, y me cuesta lograr concentrarme en la verdadera dimensión de lo que sucedió.

"Concéntrate" me digo a mí mismo mientras me concentro en los ojos azules de la acomodadora. -Soy uno de los músicos de la filarmónica. El pianista- y creo que la sonrisa que le muestro peca de mostrar el orgullo de un niño pequeño ante sus logros-...Creo que usted ha llevado unas flores hace algunos momentos a mi camerino. Los tulipanes amarillos- digo lentamente, tratando de explicar, manteniendo mis brazos cruzados, y evitando moverlos en lo posible. -¿Lo recuerda?- añado con cautela, dándole espacio a que hiciese memoria y evitando que aquella pregunta pareciese a una demanda de mi parte. Es una petición, una petición importante que necesitaba una respuesta, para poder recuperar algo de la tranquilidad que había perdido en aquel día.

-Verá... quisiera saber, si todavía lo recuerda... ¿vio el nombre de la floristería en el papel que las envolvía? me han gustado bastante- miento. Y siento como mi estómago se revuelve un poco. Detesto tener que inventar excusas retorcidas para cosas simples, pero era necesario saber y no darle la impresión de que aquel era algún desaforado capricho, alguna rabieta de diva. Me es incómodo llamar la atención de esa manera (o de otras maneras que no involucren a mi amado piano), así que trato de que aquella duda parezca lo más inocente que me sea posible.

Cargando editor
08/01/2016, 23:23
Prudence Smith

Los labios de la chica se curvan en una bonita sonrisa en respuesta a la tuya y en cuanto mencionas las flores asiente con la cabeza.

—Sí, sí —responde convencida—. Los tulipanes amarillos. Eran bonitos, ¿verdad? Entonces usted debe ser el señor Park. Es un placer ponerle cara... Debo decirle que me ha encantado su interpretación de esta noche. Yo no estoy dentro de la sala, pero cuando no tengo trabajo me quedo mirando la actuación en las pantallas del vestíbulo —explica, perdiendo ese aire distante para hablarte con calidez. Se la nota cómoda con tu presencia, sin duda. 

Entonces se lleva un dedo a la mejilla y da algunos golpecitos en ella, haciendo memoria. —Si no me equivoco las flores venían de The Flower Shop, es una de esas floristerías que están dentro del centro de negocios de Durhman Street. Está bastante cerca de aquí, tal vez su admirador las encargó de camino. 

Conoces el lugar al qué se refiere, Westminder Bussiness Square. No en profundidad, pero has pasado por delante alguna vez. Está a unos cinco minutos caminando desde el auditorio y en su interior hay varios comercios, entre ellos un par de floristerías. 

Baja la mano de nuevo y amplía la sonrisa que te dedica al hablar de nuevo. Su cuerpo se inclina ligeramente hacia ti, mostrando su buena disposición. —¿Necesita algo más, señor Park? 

- Tiradas (1)

Notas de juego

The Flower Shop.

Cargando editor
12/01/2016, 00:01
Park Hyun-jin

Sonrío, algo intimidado, pero halagado por sus cumplidos. La observo detenidamente mientras asiento -¿de verdad le pareció? Es muy amable de su parte- respondo. Sé que soy bueno, sé que soy uno de los mejores, pero ser recordado de que lo que más me apasiona, lo que más me llena día tras día es algo que hago más que bien, y que todos pueden apreciar sin importar su formación musical. 

Entonces me dice lo que ando buscando. Mis ojos se abren de par en par y mi sonrisa, una mezcla de alegría y alivio, se dejan ver en mi rostro. Sé que aún me falta revisar más allá, pero es algo.  Y aunque siento todavía el estrés que este día ha lanzado sobre mí, conocer el nombre del dichoso lugar se siente como si parte de aquel enorme fardo sobre mis hombros se esfumara lo suficiente como para poder salir de allí con más tranquilidad. Con más control. -¡Muchas gracias!- respondo sin ocultar mi emoción -¡Muchas gracias!, de verdad esperaba poder contar con usted. Me ha ayudado mucho- añado además, tratando luego de mantener la compostura calmada pero educada. Todo este asunto turbio empieza a tomar lo mejor de mí, para un aumento general de mi malestar.

-Eso, eso será todo... Señorita Smith- digo asintiendo con cortesía. Comienzo a retirarme, pero una idea fugaz se cruza por mi cabeza. Me giro, aún sintiendo que aunque lo que estoy a punto de decir es una exageración de mi agradecimiento, es aquella modesta acomodadora la única persona que ha aportado algo de luz a una jornada oscura. -Ehm... quizás, la próxima si lo prefiere, podría hacerse en la primera fila. Sé que no es habitual, pero creo que podría hablar con el organizador. Alguien que aprecie la música que hacemos en la filarmónica y que nos ayude tanto como lo hacen los acomodadores, merece al menos un agasajo.- digo finalmente. Miro un momento el reloj en mi mano izquierda y devuelvo la mirada a la chica. -Por favor, avíseme si le gustaría. Ahora tengo que irme, me esperan y temo llegar demasiado tarde- me explico mientras me giro y comienzo a caminar rápidamente hacia la salida. Mi hermano me espera y si quiero ser puntual, era el momento de salir. Saco mi móvil y abro la aplicación de Über, mientras camino hacia el camerino para recoger el resto de mis cosas. 

Cargando editor
13/01/2016, 02:54
Prudence Smith

La joven asiente con cierto entusiasmo a tu primera pregunta y después se mantiene sonriente mientras expresas tu entusiasmo, incluso se permite una pequeña risa ante el énfasis que muestras. Comienza una pequeña inclinación con la cabeza, pero cuando detienes tus pasos la deja a medias para escucharte.

Es entonces cuando sus mejillas se sonrojan levemente y te parece percibir un brillo más cálido en su mirada. Su sonrisa se amplía y cuando te responde su voz es una pizca más grave que antes.

—Señor Park, no sabe cómo le agradezco su oferta —dice, con una caída de ojos—. Normalmente no podría estar en el patio de butacas, ¿sabe? Tengo que estar fuera por si algún asistente necesita algo y todo eso. —Hace una pausa en la que sus ojos se clavan con fijeza en los tuyos y empiezas a percibir algo de picardía en su sonrisa. —Pero tal vez... En algún día libre... Le tome la palabra. 

Cuando te empiezas a marchar con prisa, ella se apresura a asentir de nuevo con la cabeza. —Claro, espero que tenga una buena noche, señor Park —se despide. Y jurarías que puedes sentir su mirada en tu espalda mientras te alejas.

Cargando editor
13/01/2016, 03:19
Narrador

Al sacar el móvil puedes ver en su pantalla que todavía tienes sin abrir ese mensaje que recibiste mientras hablabas con Ji-Hoon. 

No te cuesta demasiado conseguir un coche que te recoja en la puerta del Royal Festival Hall y en apenas unos minutos ya has recogido tus cosas y estás subido en el vehículo. 

Tardas quince minutos en llegar al lugar donde te has citado con tu hermano y cuando lo haces no lo ves a la vista. Aunque en el reloj que hay en el cartel del local puedes ver que todavía faltan diez minutos para la hora acordada, puede que él ya esté dentro o que todavía no haya llegado.

 

 

 

 

El Italia es un pequeño bar especializado en la comida italiana. Un cartel de neón da un tono verdoso a las mesas que hay en la fachada, ocupadas por varias personas, y cerca de la puerta hay un par de vespas. Por algún motivo el lugar es una especie de punto de reunión para los conductores de ese tipo de motocicletas.

 

 

 

 

El interior es estrecho y alargado. Un mostrador a la derecha y una barra con taburetes a la izquierda y al fondo, sin una zona de comedor propiamente dicha. Puedes ver desde fuera que a pesar de ser martes hay bastante ambiente dentro del local, aunque entre los presentes no localizas a Ji-Hoon. 

Notas de juego

Ruta.

Cargando editor
14/01/2016, 16:27
Park Hyun-jin

"Uneventful evening". Vino a mi mente mientras el auto le conducía al bar. No estoy seguro de dónde lo he leído, pero estoy seguro de que para que aparezcan en mi cabeza aquellas dos palabras, he de haberlas visto en alguna parte. No puedo evitar sentir que la idea esconde alguna especie de humor retorcido, entremezclándose con mis ideas de forma tan invasiva y burlándose de lo que ha sido mi día. No ha sido una tarde sin acontecimientos, todo lo contrario: mi cabeza ha estado funcionando con tal rapidez y frenesí, generando aquellas horribles pesadillas incapaces de esperar a que esté durmiendo para atacarme de manera deliberada y desproporcionada. Solo ahora que voy camino al bar Italia, siento que tengo una pequeña ventana de oportunidad para liberarlo. Y quien mejor que mi propio hermano, la única persona con la que siento un lazo de amistad y de aprecio, aún por encima de la consanguinidad que nos liga inextricablemente. Quizás haya algo de culpa en mis sentimientos hacia él, y quizás el lo supiera, pero siempre había actuado como si el vínculo que nos unía no tenía que ver con la manera como nuestros padres nos hubiesen tratado, sino por quienes éramos. Y él seguía apreciándome a pesar de nuestras diferencias. 

Aunque parece que esté observando las calles de Londres por la ventana, realmente estoy tratando de concentrarme. Observo, no sin cierto temor, al conductor por momentos, tratando de dilucidar sus propias intenciones. Es cierto que muchas veces suelo rechazar al coche asignado al ver en la fotografía o el nombre algún personaje con rasgos árabes, pero estaba seguro que aún con todas mis precauciones, no iba a poder estar completamente exento de que sucediese lo peor. Trago saliva mientras siento como comienzo a sudar lentamente. Intento concentrarme ahora en un pensamiento diferente, por mi propia tranquilidad.

Entro al bar. Un sitio pequeño y quizás demasiado ruidoso. Al menos quienes estaban allí tenían aspectos más agradables. Incluso la presencia de las vespas me arrancan una pequeña sonrisa, imaginando que aquel sitio atraería la festividad y el alto volumen de italianos residentes en Londres. He estado aquí antes en un par de ocasiones, y aunque el constante flujo de gente y el ruido me ponga nervioso, sé que al final la jovialiad y el color terminan por alivianar mi ansiedad. Tenía poco control sobre el sitio, pero era la única alternativa viable a esta hora.

Busco una mesa apartada y tomo asiento. Ji-Hoon seguro se tome algunos minutos para llegar. La puntualidad, tan fuertemente demandada por nuestro padre en la educación, es una de las cosas que se niega a seguir. Como si le recordara las constantes exigencias con las que crecimos y que nuestro progenitor sólo alababa en mí. Suspiro y siento un poco de culpa nuevamente. -Disculpe. Buenas noches- saludo a uno de los meseros mientras observo el teléfono. He ignorado el mensaje de mi móvil deliberadamente, sé que ha estado allí, pero todavía siento algo de rabia. No quiero caer en sus burlas, no quiero ser parte de su juego. No quiero. -¿Qué... qué bebidas tienen esta noche?- solicito sin miramientos.

Notas de juego

Durante la redacción, se me ha deslizado varias veces la primera persona y se ha convertido en tercera persona. Si veis algún error de concordancia (narrativo o sintáctico), hacédmelo saber. :)