Partida Rol por web

Historias de Horror I.

CC: 3- Casa de Kendra Lorrimor.

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15/08/2017, 23:19
(SA) Enterrador (Anselmo Paddock).

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE. COMEDOR DE LA CASA LORRIMOR.

Enterrador asintió a Requiem cuando este le preguntó confirmando el nombre al que daba vueltas.

- Zandalus - corroboró.

Posteriormente escuchó con atención la pregunta del dramaturgo y esperó a que su hermano, un tal Konrad, le respondiera. Y es que eso le interesaba. La respuesta del tiempo separados entre ellos podría resultar al equivalente del tiempo que llevaba el grupo amnésico desaparecido.

Guardó silencio y escuchando fue cuando supo donde estaba y en qué circunstancias.

- Oh, así que el profesor Lorrimor, nuestro empleador en Osirion, ha fallecido... - dijo para sí en voz alta. Observó entonces a una mujer que corría de un lado para otro aportando alimentos a los que aun no se habían teleportado, en previsión de que aquello pudiera suceder de nuevo, adoptando finalmente el consejo que el vigilante les sugirió -. Mis condolencias Srta. Lorrimor - dijo con educación una vez hubo entendido que era la hija del profesor. No se atrevió a preguntar a qué se debió la muerte del hombre. Al no recordarlo, no sabía que edad podría tener, aunque dedujo que alta al ver a su hija. Aun así, recordando lo visto y con la sensación de una maldición en el aire, bien podría haber tenido una muerte nada natural.

- ¿Hay algún problema con el vecindario como para que debáis ocultar nuestra llegada? Hemos llegado. Y punto. ¿Sus sospechas resultan... inconvenientes? - preguntó extrañado, intuyendo que algo se le escapaba en la situación o ambiente de la población.

Entonces oyó el nombre de Vessex y de su conde.

- ¿Estábamos, en la actualidad, empleados por un conde en la región de... Vexsses... o Vessex... o como se diga? - preguntó interesado. Todo resultaba nuevo y molestamente confuso.

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16/08/2017, 00:39
(CC) Gruñido.

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE. COMEDOR DE LA CASA LORRIMOR.

El semiorco se incorporó mientras ajustaba su equipo y guardaba el hatillo con comida en su zurrón. Bueno, en realidad había pegado un pellizco al pan y lo estaba ya masticando. Miró al señor Paddock mientras meneaba la cabeza. Si que estaba bien sonado y su memoria arruinada si no recordaba cómo las gastaban por aquí.

- Mejor tener gente calmada, señor Paddock. Quemar en hogueras por menos que decir que aparecer de la nada. Suceder cosas extrañas por aquí, y los lugareños estar siempre observando. -

Después de la muerte del Profesor, el incidente en el cementerio y la pintada en la estatua, los habitantes locales no tenían en buena consideración al grupo que residía en la Casa Lorrimor. Si a esto sumábamos el asunto de los orcos y la captura del mestizo, el sirviente dudaba que la gente fuera a aceptar con una sonrisa y una cerveza que hubiera gente que aparecía y desaparecía por arte de magia. Eso era algo que purificaban con fuego. Gruñido lo sabía bien.

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16/08/2017, 13:17
(SA) Réquiem (Alexei Mykephoros).

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE. COMEDOR DE LA CASA LORRIMOR.

- Muchas gracias Kendra Lorrimor, agradezco tu hospitalidad y tus facilidades para que podamos ayudar a nuestros compañeros – Alexei inclinó la cabeza en un gesto de agradecimiento, sus ojos se fijaron en el salón y allí se percató del elevado número de estanterías repletas de libros, el dramaturgo ya se estaba haciendo una idea de la elaborada tarea que tenía por delante.

- De acuerdo – afirmó a las palabras de la señorita Lorrimor. Mientras la mujer estaba ocupada en la cocina Réquiem se puso a mirar los libros que había en el salón. A simple vista buscaba algún tipo de patrón, si estaban ordenados por temática o aquel orden era aleatorio.

- Gratitud – dijo a la entrega de los hatillos de tela con los respectivos suministros, aunque Réquiem solo deseaba no volver a aquel lugar, allí estaba mucho mejor. El poeta escuchó la estrategia que les proponía la dueña de la casa, era un buen movimiento para evitar levantar sospechas con las desapariciones y apariciones que llevaba el grupo a sus espaldas. – Es muy buena idea Kendra – alagó  la propuesta de la inquilina, luego miró hacia Enterrador cuando preguntaba si había algún problema con el vecindario, allí Alexei no dijo nada y esperó que alguien respondiera. Escuchó las palabras de Gruñido y afirmó – Parece ser que es un lugar un tanto peculiar el pueblo, deberíamos ir con cuidado entonces. ¿Está muy lejos Vessex? – luego añadió - Por cierto, señorita Lorrimor… ¿Quién es el alcalde del pueblo o las familias que tengan más influencia? Antes el Sheriff Benjan Caeller no estaba muy de acuerdo con la acusación hacia el semiorco, pero poco podía hacer ya que la masa de la población pedía sangre. Estoy seguro que hay alguien o un grupo detrás de todo esto, guiándolos hacia sus propios intereses. Vuestro padre, que en paz descanse, ¿Tenía algunos enemigos en el poblado? – se quedó durante unos instantes pensativo y añadió – Ruego que me disculpéis, si estas preguntas ya se las han formulado, tanta nueva información nubla mi mente olvidadiza – su tono era de lo más cordial posible – Pero sería todo un detalle poder compartir unos minutos con usted, para hablar de lo sucedido. Puede ser mas tarde, no tengo prisa pero quiero ayudar en la medida de lo posible – una agradecida sonrisa se dibujó en el rostro del hombre.

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16/08/2017, 20:12
CC: Ravengro: Kendra Lorrimor.

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE. COMEDOR DE LA CASA LORRIMOR.

Asintió ante las palabras de Gruñido, lo de la emboscada por parte de unos orcos daría credibilidad a las heridas y que parte del grupo estuviera combatíendolos ayudaría a que en el pueblo vieran con mejores ojos a sus invitados.

- Creo que puede ser una buena idea lo de la emboscada Gruñido.

Kendra se giró con una sonrisa amable, pero que contenía cierta tristeza ante el pésame de Enterrador, el dolor por la pérdida de su padre seguía ahí, muy presente.

- Gracias Señor Paddock, se lo agradezco. Mi padre intentó contactar con ustedes también, pero sus cartas nunca pudieron ser entregadas. En cuanto al pueblo... digamos que son un tanto supersticiosos y no les gustan mucho los extranjeros, desconfían de casi todos. Ya hemos tenido algún encuentro desagradable y no me gustaría que se repitiera, por eso la precaución.

Kendra no quiso entrar en mayor detalle, quizás alguno de sus invitados quisiera referir lo sucedido a los recién llegados. Mientras tanto se volvió hacia Alexei, que le agradecía su hospitalidad y los cuidados.

- No hay de qué, todos ustedes eran amigos de mi padre y les tenía en alta estima de una u otra manera, creo que es lo que él hubiera querido, una forma de honrar su memoria. Además, es algo que cualquier persona haría. - Dijo, quitando importancia al asunto. - Bueno, están los Concejales: la señora Mirta Straelock, en señor Gharen Muricar, el señor Vashian Hearthmount, esos serían los más importantes del pueblo yo diría. El Concejal Hearthmount es el más veterano y el más experto en asuntos legales, por lo que es quien tiene asignado el voto de calidad en caso de empate.

Y no, mi padre no contaba con ningún enemigo en el pueblo. Creo que casi todo el mundo le apreciaba, aunque algunos no entendían su trabajo, eso es cierto. Y lamento decirle que no conozco ningún lugar llamado Vessex, aunque sí hay uno que se llama Versex. Mi padre le escribió una carta al Conde de Versex dirigida a ustedes, lo último que sabía era que trabajaban para él, pero le dijeron al mensajero que ya no trabajaban allí y le dieron con la puerta en las narices sin dar más explicaciones.

No sabía si era una coincidencia y se trataba de dos lugares distintos o era el mismo lugar dicho de otra manera, el caso es que no podían estar seguros de donde estaba el resto del grupo y ayudarlos para que no volvieran a intercambiarse y regresar heridos de muerte. Su mirada se paró en Buscador, tendido en el sofá inconsciente, fue entonces cuando le pareció recordar algo y salió precipitadamente de allí para volver con una botellita en la mano.

- Tenía esto guardado, me la entregó mi padre y dijo que la usara en casos de emergencia, quizás ayude a que el Señor Alarico recupere la consciencia. ¿Alguno de ustedes tiene pociones parecidas? Una podría no ser suficiente.

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16/08/2017, 23:22
(CC) Sascha Danzante de las Nieves.

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE. COMEDOR DE LA CASA LORRIMOR.

Agradecí con un gesto la bolsa que me ofrecía Kendra con alimentos y la aseguré al cinturón de cuero. Aproveché para mirar si en ella seguían mis hierbas y utensilios para la cura (que algo me decía que a ese otro lado no ibas a sobrar).

Me mantengo callada pues a pesar de la actividad circundante, llevaba un rato pensando en algo, y la nueva mención de Kendra a la precaución me lo recuerda. Estaba dispuesta a hacerlo si obtenía el permiso, pero sólo por Gruñido. Cuando se desechó la idea de ir a ayudar al semiorco había notado su decepción. Al fin y al cabo él también era mestizo, y por su historia, saber que aquella bestia podría ser tan sólo un esclavo no era tan descabellada.

- Es cierto que quizás tener a Gruñido por las calles a la vista de todo el mundo puede ser alborotador en este momento, pero... ¿y yo? - Miro a los presentes, sobre todo a Konrad y Kendra. Hago un mohín antes de continuar. Está claro que lo que voy a decir no es que sea de mi agrado. - Si yo me pusiera uno de esos trajes que Kendra me ofreció y me hago pasar por... ¿Cómo decir "no salvaje"? - Alguien de su familia, que ha venido de una aldea cercana, quizás podamos llegar hasta ese semiorco y saber qué ha pasado con esos supuestos asaltadores. Toda información nos vendría bien y ayudar al pueblo será una buena forma de que no nos miren tan mal...

O eso creo.

- Respecto al plan de ir y venir en el carro, me parece bastante bueno. Podría incluso aprovecharse un plan para llevar a cabo el otro.

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17/08/2017, 00:08
(SA) Enterrador (Anselmo Paddock).

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE. COMEDOR DE LA CASA LORRIMOR.

Enterrador escuchó con atención todo lo que se hablaba en el entorno, tratando de captar retazos de información. Para él casi todo era nuevo, pero en su mente, poco a poco, se iban colocando las pinceladas de un enorme cuadro. Muchas, dispersas entre sí. Otras lograban unirse, creando pedazos de recuerdos o conocimientos, antes perdidos, de considerable tamaño que poco a poco aportaban ciertas imágenes a un enorme lienzo en blanco, aun por pintar.

- Srta. Lorrimor, agradezco su ayuda y no desearía abusar de su hospitalidad. No obstante me preguntaba si podría ser posible obtener un barreño con agua limpia para asearme brevemente y un poco de ropa - pidió abriendo los brazos y mostrando su suciedad y su pijama totalmente rajado, a punto de caerse en pedazos y mostrar su desnudez.

El vigilante, de alguna manera, conforme escuchaba planes y cursos de acción a seguir, comprendió que no podía quedarse al margen por el mero hecho de no pertenecer, inicialmente, al grupo de personas que allí estaban o por no recordar lo que pasaba. De todos modos Requiem, Buscador y él ya estaban allí. Casi la mitad de los presentes pertenecían al grupo de internos del sanatorio infernal, por tanto no había excusa para desentenderse.

- ¿Hay salteadores por aquí? - preguntó al oír a la bárbara pelirroja mencionarlos -. Y presupongo que también orcos cuando pretenden mencionarlos como tapadera para nuestra llegada - dio por supuesto el cirujano, anotando mentalmente esos detalles. Entonces negó con la cabeza y habló para todos.

- Agradecería que alguien me contara, a rasgos generales, donde estamos y qué ocurre - pidió, ya que todo lo que sabía sobre el lugar lo iba deduciendo de los comentarios espontáneos que oía a los presentes. Aparte de saberse en la casa del recientemente fallecido Profesor Lorrimor, desconocía en que localidad, provincia o reino estaban. Desconocía la situación y problemas del lugar en los que, al parecer, el grupo no amnésico había decidido tomar cartas en el asunto.

- Un breve resumen sería de agradecer - insistió. Él había sido capaz de hacerlo, explicando la situación del sanatorio. No debería ser complicado para el resto hacer lo propio sobre este lugar. O eso esperaba.

Advirtió que la hija de Lorrimor parecía suministrar a Buscador algún tipo de poción sanadora. Si aquello servía para devolverle a la consciencia, mejor que mejor.

Cuanto antes esté preparado para afrontar los problemas de "este lado", mejor. Además, eso facilitará que hablemos sobre su "descubrimiento", pensó el enterrador.

Mientras esperaba respuestas, el hombre se levantó pesadamente del taburete, tomó su usada y sucia maza, su farol especial y finalmente se hizo con uno de los hatillos de Kendra, pese a ser un recién llegado. Quien sabe si el tal Querio podría caer con facilidad en aquel infierno y repetirse el intercambio.

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17/08/2017, 08:38
CC: Ravengro: Kendra Lorrimor.

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE. COMEDOR DE LA CASA LORRIMOR

​Kendra le administra una poción de Curar Heridas Leves a Buscador de la Verdad con ayuda de Janos que lo incorpora levemente para que no se atragante.

Casi en segundos, lo peor de las heridas del hombre mejora visiblemente, aunque su estado sigue siendo grave.

Buscador está estable e inconsciente, sumido en el delirio, habla en sueños y apenas es consciente de lo que le rodea, percibiéndolo todo como en una neblina o un mal sueño.

Después, Kendra atiende a Enterrador (o señor Anselmo Paddock) y le ofrece alojarse en la habitación que compartía el Doctor Querio Vandel con el Escudero Janos Mykerinos.

Allí le lleva al cabo de un rato un barreño con agua, jabón, toallas, esponja y material para afeitado. También un conjunto de ropas limpias, aunque algo viejas y remendadas, que pertenecieron a su difunto padre, el Profesor Petros Lorrimor.

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17/08/2017, 23:37
(SA) Réquiem (Alexei Mykephoros).

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE. COMEDOR DE LA CASA LORRIMOR.

Alexei afirmó las palabras de Kendra Lorrimor, parecía ser que había una serie de personas que tenían el poder en aquel poblado, los concejales. Durante unos minutos Réquiem meditó las palabras que le había dicho la inquilina de la casa.

<< Tenemos a varios concejales, la señorita Mirta Straelock, Gharen Muricar y Hearthmount el más veterano de los tres. No contaba con ningún enemigo y Vessex no existe, pero Versex sí, tal vez era ese el nombre y para acabar de rematar el Conde de Versex era la persona con la que trabajábamos, allí deben de estar todas las respuestas que estoy buscando >>

Réquiem fue partícipe de la aportación de la señorita Lorrimor para ayudar al señor Alarico, parecía ser que tenía en sus manos una especie de brebaje. Luego el poeta observó a Sascha, la mujer tenía intenciones de resolver el asunto del semiorco. A continuación Alexei prestó atención a las palabras de Enterrador, el hombre pedía que le contaran en forma resumida lo que sucedía en ese lugar. Mientras el recién llegado se iba recuperando Réquiem aprovechó el tiempo,mientras respondían a la pregunta, dando un vistazo a su propio libro; él tenía la esperanza de poder vislumbrar algo de su pasado en su propia memoria.

-Espero que buscador de la verdad traiga buenas nuevas del otro lado, tal vez han descubierto algo...

Algo le hacía pensar más bien lo contrario, ya que el periodo de tiempo que había pasado entre la aparición de Enterrador y del Buscador de la Verdad, fue mucho más corto que el del poeta y el señor Paddock.

<< No pierdas la esperanza >> 

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17/08/2017, 23:54
(CC) Gruñido.

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE. COMEDOR DE LA CASA LORRIMOR.

Gruñido no era muy diestro con los nombres, pero sí sabía algo sobre cómo manejarse en el principado de Ustalav. Fuera Vessex o Versex o como quiera que se dijese, a eso se refería el semiorco cuando habló de empezar por el último lugar donde se les había visto a todos ellos. Luego Sascha habla de vestirse con un vestido y eso deja a Gruñido completamente sorprendido.

- ¿Sascha poner vestido como mujer de casas de piedra? Poder hablar con gente, pero hablar en idioma orco con prisionero ser peligroso si alguien oír. Gente del pueblo querer quemar hace años, y hace poco pelea en el cementerio. Pelo de Sascha recordar fácil, ¿sí? -

El chófer se encoge de hombros, pero mira a el ama de llaves con aspecto preocupado. Parece que la idea de que Sascha vaya sola no le hace ninguna gracia. Y menos sin Rhakan al hombro. Luego el señor Paddock pregunta qué pasa aquí. Gruñido resopla, ya que toda la situación es algo caótica para su día normal.

- Señor Paddock... Grrrwwwll... Estar en Ravengro para entierro del papá de señorita Lorrimor, el Profesor Lorrimor. Eso ser hace dos días. Leer testamento del Profesor y él pedir que quedar una temporada en pueblo para cuidar de señorita Lorrimor. Al parecer ser buena idea si haber orcos y otras cosas por aquí. Pasar cosas raras, y pensar que accidente que pasar el Profesor no ser accidente. Poder haber mala gente por los alrededores. -

Gruñido se había guardado de mencionar el tema de los libros, ya que eran un tema del que no sabía bien si podía hablar libremente. No era algo acuciante en el presente, aunque sí pudiera estar relacionado con la presencia de los que pudieron causar el "accidente" del bueno del Profesor.

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18/08/2017, 00:22
(SA) Enterrador (Anselmo Paddock).

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE. COMEDOR DE LA CASA LORRIMOR.

Enterrador agradeció de corazón la asistencia que le dispensaron: agua, pastel, baño, ropa e información. Desapareció unos minutos y al poco regresó con una ropa ajada, pero decente. Aseado y afeitado, a pesar de estar aun herido y sentir aun los efectos del veneno que le inoculó uno de los ciempiés gigantes que chafó con Sepultura, se sintió como no lo hacía desde hace tiempo. No sabía cuanto, pero su cuerpo se lo decía. La barba de la que se despojó resultaba muy significativa, pudiendo testimoniar que hacía varias semanas que el hombre no cuidaba su higiene como era debido.

Al retornar a la sala común escuchó sobre los planes de la mujer pelirroja para hacerse pasar por una señorita y hablar con un semiorco. La verdad que la transformación de la bárbara en una dama sería algo digno de ver.

- Dudo que así sea, Requiem - se dirigió a Alexei-. Esos tajos que ha recibido son similares a los míos. Sin duda provocados por la misma criatura que me abatió. Supongo que la única novedad que podrá aportar será que Querio, esperemos, apareció en mi lugar - opinó el vigilante.

Bueno, eso y su hallazgo, admitió mentalmente, volviendo a mirar a Buscador.

Enterrador asintió con la cabeza mientas escuchaba a Gruñido explicarle "a grosso modo" su ubicación, el motivo de su presencia, ciertos problemas en la zona y por supuesto, el motivo de la muerte del profesor.

¿Un accidente? Con todo lo que está pasando uno no sabe lo que creer, pensó escéptico, advirtiendo que esa sensación resultaba generalizada entre los presentes. Además, lo expuesto en el testamento por el fallecido denotaba inseguridad y miedo al pedir protección para su hija. Por algo sería. Resulta gracioso que sea el semiorco quien se explique entre todos los presentes. Tal vez sea el que mejor capacidad de habla tenga, pensó con ironía mientras escuchaba la explicación entre gruñidos, titubeos e infinitivos.

- Gracias, Gruñido - agradeció con sinceridad al servicial mestizo, mientras volvió a sentarse en un taburete, arqueaba su torso y apoyaba los antebrazos sobre sus muslos. Dedicó unos instantes para volver a mirar al yaciente Buscador y cayó en la cuenta de la botella vacía sobre la mesilla, junto al sofá donde reposaba su compañero. Ciertos recuerdos, o más bien sensaciones, poblaron su mente y tras darles sentido tornó su atención hacia Kendra.

- Disculpe Srta. Lorrimor. Su padre, ¿No tendría un laboratorio de alquimia, por ventura?

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19/08/2017, 00:29
CC: Ravengro: Kendra Lorrimor.

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

COMEDOR DE LA CASA LORRIMOR.

Kendra sonrió a Sascha de una forma maternal, sólo el hecho de que hubiera tenido en cuenta su oferta le hacía ver que a pesar de su actitud distante al menos la escuchaba y estaba dispuesta a ayudarla a vestirse como una señorita si así lo quería. Sin embargo, debía advertirle que aquello quizás no funcionaría como ella pensaba.

- Sabes que estaré encantada de ayudarte a vestirte como una muchacha, tengo muchos vestidos y no puedo usarlos todos, además podemos hacer arreglos para que te sienten bien. Pero mírate... aunque te pongas una blusa y falda seguirás llamando la atención, además en el pueblo ya te conocen, te han visto con el Señor Konrad en varias ocasiones y no creo que seas una mujer fácil de olvidar. Pero ir vestida como el resto de mujeres puede que predisponga un poco más a la gente a tu favor, no lo sé...

Quizás por un momento se olvidaran que era una salvaje, aunque su aspecto la delataba y en cuanto abriera la boca... Tenía un caracter muy difícil de disimular, pero de lejos y mientras no hablara mucho daría el pego.

Mientras dejaba que Sascha decidiera qué hacer y tras intercambiar alguna mirada con el Señor Konrad que no parecía objetar nada del asunto, la chica se encargó de atender las necesidades de Enterrador para que se aseara y se pusiera algo de ropa limpia, por fortuna tenía aún bastante de su padre guardada, puesto que no había decidido qué hacer con ella.

- Lo siento, Señor Paddock, mi padre era un erudito, pero su campo era sobre todo el estudio de libros y manuscritos, también el trabajo de campo organizando o supervisando alguna expedición, como ustedes saben, pero no era un gran experto en alquimia, al menos en su apartado práctico, seguramente podría saber los fundamentos teóricos, pero nada más. Creo que cuando necesitó analizar materiales o preparar algún compuesto lo hizo siempre en la universidad de Lepidstadt, donde fue profesor muchos años. Seguramente le ayudarían otros profesores de la universidad.

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19/08/2017, 02:53
(CC) Gruñido.

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

COMEDOR DE LA CASA LORRIMOR.

Un breve cabeceo responde al agradecimiento del señor Paddock. Gruñido no sabe para que quiere el hombre un laboratorio, y desde luego no piensa investigarlo. Es algo que está por encima de sus conocimientos. El semiorco se rasca la cabeza pensando que probablemente tenga trabajo pendiente.

El chófer tendría que preparar los caballos, los arreos y revisar el carruaje si es que finalmente se iban a usar para algún propósito. Aunque lo cierto era que el amo Konrad aún no se había pronunciado al respecto. Anotó mentalmente el añadir algo más de comida que llevar en el hatillo que le había proporcionado la señorita Lorrimor, por si la mano de niebla del Dios Amarillo le arrastraba hacía ese otro lugar.

- Otro lugar... - Haciendo cuentas con ayuda de los dedos de una mano, Gruñido notó con un escalofrío que aparte del Amo, Sascha, el escudero Janos y él mismo, no quedaba nadie más. Los recién llegados venían heridos, desarrapados, y con la mente sin recuerdos. Parecía algo común a todos ellos. Aportaban poco y pedían y preguntaban mucho.

- Grrrrwwllll... Quedar sentados en la casa no ayudar mucho. Amo, Sascha, ¿Qué hacer? -

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20/08/2017, 18:46
(CC) Sascha Danzante de las Nieves.

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

COMEDOR DE LA CASA LORRIMOR.

Al igual que Gruñido, Kendra parece decir que vestirme de aquella horrible forma no iba a servir de mucho, así que me limito a encogerme de hombros y dejar el tema aparcado.

Sólo era una idea. No me voy a poner en peligro por esa bestia y menos aún me iba a poner esa ropa. Lo habría hecho por Gruñido, pero ya no es una prioridad para nadie. Y quizás separarnos ahora no es buen plan.

Apoyada en la misma pared en la que ya estoy, me siento en el suelo, saco la daga, y comienzo a limpiarla con la tela de mi ropa para entretenerme. Entonces recuerdo una de las peticiones del Mykephoros menor.

- Alexei, si aún quieres un arma... - No estoy muy segura de si entre tanta palabrería ya le han ofrecido alguna. - Puedes usar ésta. - Le tiendo la daga. - Yo tengo a Rhakan. Y hablando de armas... Hemos traído esos objetos que guardaba el Profesor en la cripta, ¿no? ¿Qué hacemos con ellos? Y... he visto que al darle una de esas pociones a Alexei, ha mejorado mucho, y el detective sigue dormido y así no es muy útil... ¿Y si le damos otra a él?

La única razón por la que digo tanta frase junta es que bajo mi punto de vista estoy hablando con Alexei, pero las últimas tienen un tono general y, decidiendo que ya he hablado mucho, espero respuestas en silencio.

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21/08/2017, 00:55
(CC) Gruñido.

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

COMEDOR DE LA CASA LORRIMOR.

Las orejas de Gruñido se mueven hacia adelante y atrás, como si hubiera escuchado algo sorprendente. Parece que interrumpe su camino hacia la puerta y se dirige a Sascha.

- ¿Dónde estar esos objetos Sascha? ¿Poder ver? -

El semiorco no creía que fueran algo muy importante, pero si Sascha hablaba de ellos, le gustaría saber si seguían en las cercanías de la casa Lorrimor, o se habían ido con algunos de los que habían desaparecido en la niebla.

También observó con una mirada contenida cómo la mujer ofrecía la hoja a Alexei. Gruñido no se desprendería de sus armas, y menos se las daría a alguien en quien no confiaba. Era la manera más fácil de que se volvieran contra uno mismo. Luego la oyó hablar de los bebedizos curativos.

- Grwwwlll... Gruñido no tener de esos tónicos, Sascha. - Comenta el cochero con gesto compungido mientras se encoge de hombros.

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21/08/2017, 05:00
(CC) Sascha Danzante de las Nieves.

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

COMEDOR DE LA CASA LORRIMOR.

Claro, él no vio lo que había en la cripta.

- Los objetos que trajimos de aquella cripta falsa, los que guardó allí el Profesor. - Señalo en dirección a los paquetes que habíamos cargado desde el cementerio. - Entre ellos hay pociones de curación. Le dimos una a Alexei allí, cuando apareció, pero había más.

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21/08/2017, 16:46
(CC) Konrad Mykephoros.

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

COMEDOR DE LA CASA LORRIMOR.

Konrad se revolvió algo inquieto en el sofá, la verdad es que se sentía muy bien allí sentado cómodamente y disfrutando de la hospitalidad de la Señorita Kendra, pero nada de eso importaba si en cualquier momento una maldita niebla amarilla podía llevárselo al horrible lugar lleno de monstruos del que había salido su hermano Alexei y el resto.

- Sí, supongo que debemos hacer algo.  -Dijo mientras se levantaba del sofá y miraba a sus criados.- Sascha, Gruñido, incorporad al detective, vamos a ver si somos capaces de despertarlo y conseguir que nos diga algo de lo que pasa en el otro lugar. - Mientras sus criados obedecían y levantaban un poco al moribundo Konrad rebuscó entre los enseres que habían rescatado de la tumba y entre los que habían algunas pociones curativas, pero en vez de acercarse y dársela directamente a Buscador alargó el brazo en dirección a Sascha.- Toma, dásela tu.

Podría tener alguna enfermedad, será mejor que no me acerque demasiado, además están todos hechos una pena.

Quizás si consiguieran despertarlo podrían poner en práctica el plan de marchar a las afueras y fingir el ataque orco y el encuentro con sus nuevos colegas, no se atrevía a dejar a Kendra allí con la carga de aquel hombre y no podía prescindir tampoco de sus dos criados.

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21/08/2017, 17:13
(SA) Enterrador (Anselmo Paddock).

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

COMEDOR DE LA CASA LORRIMOR.

Enterrador, sentado sobre el taburete, quedó inmerso en un silencio. De alguna manera todo lo que tenía que decir a los presentes ya lo había hecho. Ante el resto de temas que se hablaban en aquella sala, no muy locuaz todo sea dicho, el hombre se sentía ajeno y perdido. No entendía a penas de lo que hablaban y de alguna manera no sentía que fuera de aquellas paredes el vigilante fuera a encontrar más respuestas de las que ya había obtenido.

Suspiró y cerrando los ojos advirtió del cansancio que le embargaba. Realmente necesitaba dormir. Cabeceando, tuvo una sensación interna, tal vez un comienzo de sueño, en el que en un entorno oscuro una silueta desconocida para él, pero a la vez muy familiar, se posicionaba ante él. No sintió amenaza alguna desde ella, más bien paz y confianza.

Poco a poco la oscuridad se tornó en penumbra, en zonas neblinosas que permitían ver con dificultad los contornos. Eran ruinas y cascotes por doquier. Un inmenso edificio en piedra derruido en algunas partes y conocido por él. Detrás de la silueta oscura advirtió acurrucadas varias figuras en un rincón. A esas sí que las conocía: sus antiguos compañeros de penuria por el sanatorio. Parecían estar en mal estado, varios de ellos, y sintió una necesidad imperiosa de estar con ellos y tratar de ayudarlos.

En ese momento la silueta oscura le tendió su sombría mano. Y Enterrador no dudó al tomársela.

Dio un leve respingo, despertando del breve sueño, alzando la cabeza y parpadeando. Después volvió a bajar su mirada y allí la vio: la niebla amarilla que, lentamente, comenzaba a formarse en torno a sus pies. Tranquilo y relajado, se puso de pie y se ató el hatillo de comida, junto a él, al cinturón conforme el humo amarillento trepaba por su cuerpo. Finalmente, con parsimonia y aire de total normalidad, aferró su arma y su farol.

Miró a los presentes, conforme la niebla amenazaba por cubrirle por completo. Asintió con la cabeza y les sonrió.

- Creo que debo irme. Gracias a todos por vuestra asistencia, ropa e información. Ah, y la tarta estaba muy buena - añadió momentos antes de verse totalmente sumido en el velo amarillo -. Hasta luego - se despidió, dejando resonancia de sus últimas palabras. Y desapareció.

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21/08/2017, 23:18
(CC) Janos Dimitriev Mykerinos.

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

COMEDOR DE LA CASA LORRIMOR.

Después de haber cogido todo mi equipo y cargar con mi mochila en la espalda, bajo nuevamente al comedor de la casa, completamente pertrechado para la campaña en la que se supone que, tarde o temprano, terminaré involucrado. Mejor estar preparado para entonces a que nos tome completamente desprevenidos.

Al bajar, veo que están todos conversando de los objetos obtenidos en la tumba falsa, pero no es algo que me importe demasiado, por lo que me acerco a Kendra y recibo el paquete de provisiones que preparó por si nos tocaba "viajar". Lo guardo en mi mochila, sintiéndome ahora completamente listo en caso de que llegue el momento de ser llevado por aquellas extrañas nieblas.

Entonces veo que pretenden darle otra poción al Buscador de la Verdad, lo que pienso y les digo antes de que lo hagan:

 - "¿Están seguros de que desean gastar así esos objetos? Ese hombre despertará mañana pero esa poción podría salvarle la vida a alguien en medio de un combate. No creo que sea juicioso malgastar un recurso como ese solo por falta de paciencia."

Por lo que vemos al otro lado, la situación es desesperada y muy letal, por lo que les vendría muy bien llevar una de esas pociones si son llevados al otro lado. Por otra parte, si algo llega a ocurrir en este mundo y alguien cae herido de muerte, nada nos asegura que seamos transportados para allá, que se pueda hacer el camino inverso. En ese caso, es mejor tener una pues Requiem y Enterrador ya aseguraron que allá no hay nadie con capacidad de sanar.

En cualquiera de los casos, poseer algo que puede a uno sacarlo de las garras de la muerte en un instante, no se debe desperdiciar por un asunto sin ningún propósito alcanzable.

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22/08/2017, 16:27
EL TIEMPO TODO LO CONDENA.

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

MÁS AVANZADA LA TARDE.

COMEDOR DE LA CASA LORRIMOR.

- Buscador de la Verdad (el detective Gabriel Alarico) sigue inconsciente en el sofá, aunque gracias a la poción que le ha dado a beber Kendra Lorrimor (su única poción de curación). La mayor parte del tiempo permanece inconsciente y diríase que preso de las pesadillas, aunque en ocasiones delira y abre los ojos. Su estado es febril.

- En la cocina, Alexei estaba hasta hace pocos minutos hablando con Gruñido y Sascha. Los tres van al comedor para reunirse con el resto una vez finalizada su conversación allí, y en un momento dado Alexei siente un enorme cansancio y pesadez, por lo que se sienta en un sillón y cierra los ojos tan sólo un instante. Cuando los abre ya no es Alexei o Réquiem, sino Velkan Matacambiantes, ojeroso, visiblemente desmejorado y muy herido. Al menos tiene la suerte de traer consigo sus cosas.

- Enterrador está escuchando las palabras de Janos, pero cierra los ojos y quien los abre es el Doctor Vandel, que se desperaza y bosteza, como si por un momento no fuera consciente de lo que acaba de pasar. El Doctor Querio Vandel parece cansado y ligeramente herido, como si se hubiera llevado una cuchillada hace pocas horas. Janos examina la herida y ve que no tiene mal aspecto y que está curando bien.

- Konrad parece sorprendido por lo sucedido, y por un momento no alcanza a reaccionar más que abriendo los ojos como platos. Su hermano pequeño acaba de desaparecer, pero el mediano, Gheorghe, sigue en el otro lugar, y el inconsciente Alarico sigue tendido en el sofá.

Notas de juego

// Entran en escena: Doctor Vandel, Velkan. - Proceden de: Otro lugar.

// Salen de escena: Enterrador, Réquiem. - Siguen en: Lugar desconocido.

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22/08/2017, 17:22
(CC) Gruñido.

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

MÁS AVANZADA LA TARDE.

COMEDOR DE LA CASA LORRIMOR.

Un cazo que llevaba en la mano al entrar al comedor repiquetea en el suelo al caerse de las manos de un sorprendido Gruñido. Del desgarbado y parlanchín Alexei que hasta hace un momento ocupaba un sillón en el comedor, sólo queda la humeante infusión a medio terminar cuando la mucho más voluminosa figura de Velkan se perfila en el asiento.

- ¡Velkan! ¡Ser tú realmente! -

Cien kilogramos de efusivo semiorco caen sobre el hirsuto bárbaro en una abrazo de bienvenida y alegría. Apenas en unos segundos el chófer se echa hacia atrás examinando al muy desmejorado Velkan.

- ¿Qué pasar hermano? ¿Dónde haber estado? ¿Estar herido? ¿Quién hacerte daño? -

Gruñido hace unos gestos a Sascha para que atienda a Velkan cuyo aspecto habla de luchas, heridas y pérdida de sangre. Es posible que las criaturas de las que habló el señor Paddock hubieran caído sobre su hermano en este tiempo que ha estado en el otro lado.

Después alza la vista para ver al resto de las personas que están en la casa Lorrimor.