Partida Rol por web

EL REFUGIO DE SOÑADORES:

ESTACIÓN DESCONOCIDA (POSIBLEMENTE INVIERNO), AÑO DESCONOCIDO.

DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

MEDIODÍA. FINAL DEL PASILLO.

Enterrador enarcó una ceja con extrañeza e incredulidad ante la facilidad con que sus compañeros se presentaban amistosamente al desconocido recién llegado, antes siquiera que este hubiera dado una explicación sobre su presencia o se hubiera identificado. Negó con la cabeza y suspiró. El lugar lleno de cambiaformas y la gente, a su ver, dando su confianza demasiado a la ligera. Solo cuando se presentó y explicó con detenimiento, la desconfianza de Enterrador se fue disipando.

Requiem, la niebla, la trasposición con el tal Velkan...

- ¿Matacambiantes dices? Nos vendría muy bien uno de esos - dijo con cierto humor, por primera vez, y le tendió la mano ayudándolo a reincorporarse -. ¿Y como ese seudónimo? - preguntó intrigado.

Escuchó su relato y la teoría de Anciano Sabio respecto al nexo entre allegados.

¿Estamos vinculados a otras personas? Si eso fuese así, ¿A quien podría estarlo yo? Si tan solo volviera mi memoria...

- Parece un sanatorio mental, Velkan. Uno terrible y lúgubre plagado de monstruos. Unos tipos atrincherados al sur pueden darnos explicaciones, pero no confían que no seamos dopplegangers. Y aquí andamos, buscando cambiantes para mostrar sus cadáveres a esos individuos y así lograr que no nos amenacen con sus ballestas, nos den su apoyo y lo que es más importante: que nos den respuestas.

EL REFUGIO DE SOÑADORES:

INVIERNO, AÑO DESCONOCIDO.

DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

MEDIODÍA (ENTRA LUZ DEL SOL POR LAS CLARABOYAS DEL TECHO).

FINAL DEL PASILLO.

Mientras hablaban, Tormento se dispuso a registrar la zona de la montaña de escombros en previsión de nuevas amenazas. No entendía demasiado bien la actitud general del grupo, relajado y dispuesto a la charla en vez de atender a la imperiosa necesidad de mantenerse vivos, lo cual exigía prestar atención a todo detalle, a todo movimiento.

Un pequeño cascote se desprendió y rodó más allá, lubricado por los fluidos de las entrañas. Tormento retrocedió y se agachó sobre el cuerpo. El brillo apagado y nacarado de un objeto atrajo su mirada. La mano se extendió e hizo presa en un collar de perlas de río. Ignoraba el valor de aquella pieza pero cuando salieran de allí, si es que lo lograban, necesitarían comer o alojarse en algún lugar, asearse, atender a las exigencias de la existencia cuando esta no estuviera marcada por el peligro y la lucha. Con un gesto rápido, guardó el collar entre sus ropajes.

Miró brevemente al hombre recién llegado. Sus palabras no ofrecían luz alguna acerca del destino de Réquiem, ni explicación clara de su presencia en aquel lugar ni de cómo había llegado. Siguió andando y se colocó junto a Anciano sabio.

-¿Cómo estás? Pareces cansado -dijo con un tono que traslucía una débil preocupación. Luego, miró al resto-. Esta zona parece despejada. Propongo continuar hacia el oeste -su mano señaló la puerta que permanecía cerrada-. Cuanto antes acabemos, antes podremos salir y atender nuestras heridas.

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INVIERNO, AÑO DESCONOCIDO.

DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

MEDIODÍA (ENTRA LUZ DEL SOL POR LAS CLARABOYAS DEL TECHO).

FINAL DEL PASILLO.

- "Pie Izquierdo, no te fío para nada de este tipo. En nuestra situación, ¿un tipo así aparece de la nada, como caído del cielo, y se hace llamar el Matacambiantes? ¡Ja! No me creo nada. Que lo demuestre, que entre ahí delante de nosotros y se lleve por delante a todos los cambiantes que encuentre..." -

EL REFUGIO DE SOÑADORES:

INVIERNO, AÑO DESCONOCIDO.

DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

MEDIODÍA (ENTRA LUZ DEL SOL POR LAS CLARABOYAS DEL TECHO).

FINAL DEL PASILLO.

El shock iba desapareciendo pero el cansancio y el dolor que le acompañaban no, sin embargo comenzaba a centrar las imágenes en su mente y creía comenzar a entender algo de lo que había pasado. Con algo de dolor y esfuerzo se apoyó en la pared más cercana para descansar mientras respiraba con dificultad. Era consciente de que estaba en una situación complicada y las personas con las que se había encontrado parecían más extrañadas que él incluso. Con la intención de saciar la curiosidad de las personas que le rodeaban y tranquilizar sus ánimos intentó responder las preguntas que le hacían.

—Tuve un encuentro con un cambiante, un hombre lobo, pero no era nativo. La historia llegó a Ravengro no sé como y me pusieron ese apodo.

Relató de forma escueta aquella historia y lo hizo con desgana y desdén, tras terminar se encogió de hombros ante el hombre que le preguntó por su apodo en un gesto que parecía un lamento por no tener una gran historia que contar.

—Necesito salir para volver con mi grupo y mi clan, me necesitan.

Pasó su mano por sus heridas notando algo de sangre fresca entre sus dedos, se llevó los dedos para oler la sangre y luego gruñó molesto. Descuidarse le había salido terriblemente caro y ahora estaba perdido en aquel extraño lugar. Volvió a mirar a las personas que le acompañaban en ese momento y su ceja se enarcó mostrando duda y quizás también sorpresa. La voz ronca del salvaje volvió a sonar con la gravedad habitual.

—Vosotros... vosotros me sonáis. ¿No erais parte de la expedición de hace seis años a Osirion con el Profesor Lorrimor?

Su voz fue ganando firmeza mientras hablaba, pues la seguridad aumentaba en él a medida que pronunciaba nuevas palabras. Ahora recordaba esas caras, había pasado mucho tiempo y entre los ropajes diferentes y la extraña situación no había sido capaz de reconocerlos en un principio, pero en aquel momento comenzaba a recordar.

—Os recuerdo vaya que sí, el anciano es un clérigo y Confesor de Pharasma responde al nombre de Padre Moro ¿no es cierto? Y el monje que le acompaña es su guardaespaldas Mano Oscura... o no, no, Mano Negra. Tú eres el detective Alarico, en mi grupo estaba el Doctor Querio Vandel, tu antiguo compañero. Y sé que tú eras el jefe del cementerio de Karkau y tenías una especie de asociación que no logro recordar con el tipo del cuervo ¿no es así? ¿No me recordáis? No he cambiado tanto, yo era uno de los guardaespaldas del Profesor Lorrimor en aquella expedición.

Miró al cuervo cuando habló y torció su gesto para luego llegar a señalarse de arriba abajo de forma repetida.

—Si podéis ayudarme con mis heridas encabezaré la marcha sin ningún problema, pero en estas condiciones no soy una gran baza, me han herido bastante.

El que se ha hecho llamar Nigromante, al escuchar las palabras de su cuervo, niega con la cabeza. - Hombro Izquierdo... basta. No quieras para otros lo que no deseas para ti - amonesta al cuervo en tono serio, para luego mirar nuevamente al bárbaro- Lamento las palabras de mi familiar e igualmente lamento no recordaros. Temo que algo pasó que borró nuestra memoria Tras la explicación mirar el collar de perlas encontrado por Tormento y, si el monje da su permiso, lo revisa. - Unas 200 monedas de oro valdría comprarlo en cualquier tienda.

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MEDIODÍA (ENTRA LUZ DEL SOL POR LAS CLARABOYAS DEL TECHO).

FINAL DEL PASILLO.

Anciano Sabio observa al bárbaro mientras este va narrando su historia. Eso queremos todos, hijo... salir de aquí y volver con los nuestros... si los llegamos a recordar. - le indicó el viejo cuando Matacambiantes dijo querer volver con los suyos.

Tormento no tardó en aparecer, parecía que había encontrado algo entre los escombros. - Bastante débil, hijo. - Le respondió al hombre cuando este le preguntó por su estado. - Pero aún puedo avanzar un poco más si hace falta.

Los ojos de Anciano Sabio se entornaron cuando el bárbaro dijo que les sonaban los rostros de los presentes, dedicándole la totalidad de su atención a Velkan. Podía notar en las palabras del salvaje que estas iban ganando seguridad a medida que iba recordando. - Padre Moro ... - susurró el anciano al escuchar por primera vez algo más de su pasado, miró a Tormento cuando Matacambiantes indicó quien era. - ... Mano Negra ... - dejó salir con un susurro nuevamente, cerrando los ojos y tratando de recordar algo sobre lo que aquel desconocido les estaba contando.

- Profesor Lorrimor ... - repitió su nombre e incluso el de todos los presentes según el bárbaro los iba identificando. - Creo que tendrás que contarnos toda esa historia hijo, soy incapaz de recordar nada de aquello. Al menos por el momento.

» Por las heridas poco puedo hacer, todos necesitamos descansar. Hasta entonces no seré de demasiada ayuda. Si al menos tuviese agua limpia y vendas... Miró nuevamente a Tormento. ¿Mi guardaespaldas? ¿Eso es lo que nos une? Miró luego al resto, uno a uno. Seis años... ¿qué demonios nos hicieron aquí?

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DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

MEDIODÍA (ENTRA LUZ DEL SOL POR LAS CLARABOYAS DEL TECHO).

FINAL DEL PASILLO.

Alzó la vista y percibió una luz entrante a través de una claraboya rota y polvorienta. Una luz que les informaba qué hora del día era, que la superficie estaba allí mismo y que la metáfora de la esperanza estaba a su alcance.

Volvió la mirada hacia el bárbaro recién llegado y escuchó con atención todo lo que tenía que decir. Parpadeo levemente confuso, conforme el hombre fue aportando nombres y datos.

Jefe del cementerio de Karkau, pensó a la que saboreó aquellas palabras, esperando que su gusto le evocara recuerdos ahora perdidos. Y asociado con Nigromante. Él mismo me lo dijo y siento que dice la verdad mas... maldita sea, no lo recuerdo, admitió frustrado.

- Velkan - llamó su atención mientras abría los brazos, dejando expuesto su hombro, con la fea herida mal taponada en uno de ellos -. Estamos todos en condiciones similares. Mientras que el Anciano Sabio o Padre Moro no logre rezar a Pharasma para que le otorgue sus bendiciones, no hay mucho más que se pueda hacer - negó con la cabeza -. Este sitio está infestado de bichos y no hemos hallado un lugar seguro para tomarnos un descanso. Excepto detrás de ciertas barricadas con personas nerviosas que nos apuntan con sus ballestas - añadió suspirando -. O les traemos cabezas de cambiantes o no nos abrirán el paso - apuntilló, dando a entender que posiblemente estaban condenados a errar por la zona, en penurias, hasta lograr dichas cabezas o morir en el intento. Tras ello se formaron unos segundos de silencio que Enterrador se encargó de interrumpir.

- Oye, has dicho algo de una expedición con un tal Lorrimor a un lugar llamado Osirion ¿Cómo era ese lugar y cómo terminó la expedición? - preguntó intrigado. Resultaba muy significativo que lo que todos tenían en común pareciera ser una exploración que realizaron juntos.

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DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

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FINAL DEL PASILLO.

- En mitad de vuestra conversación escucháis sonidos de piedrecitas cayendo de la montaña de cascotes. 

- Al sur, parecen oírse lejanos chillidos como de rata.

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FINAL DEL PASILLO.

-Guardad silencio -pareció escupir Tormento. Le resultaba absolutamente indiferente llamarse Mano Negra o Tormento de Tinieblas. Solo eran nombres que no definían su esencia, su persona-. Habrá tiempo para las preguntas y para las respuestas.

Dicho aquello, pìsó cuidadosamente procurando evitar los restos de cuerpo y vísceras y se pegó literalemente a la puerta que se encontraba a su oeste. Apoyó la oreja contra la madera y prestó atención a cuanto pudiera escuchar desde su interior.

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DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

MEDIODÍA (ENTRA LUZ DEL SOL POR LAS CLARABOYAS DEL TECHO).

FINAL DEL PASILLO.

Enterrador realizó un gesto torvo conforme Tormento exigió silencio, interrumpiendo algo que podría ser revelador. Tendría que esperar a más tarde.

Si seguimos vivos.

Con el silencio absoluto reinante, el vigilante contuvo la respiración para escuchar mejor el entorno.

Ratas al fondo... y los cascotes son inestables. ¿O es otra cosa?, pensó el hombre iluminando con su farol el cúmulo de piedras, observando si solo las piedras pequeñas eran las que se movían. Escuchando si no habría otra fuente que hiciera temblar la estructura derruida. Posteriormente tornó su atención hacia el resto.

- ¿De donde viene esos chillidos de ratas? - preguntó en voz baja mientras prestaba su atención a las puertas al sur de su posición -. ¿Echamos un vistazo? Creo que quedarnos quietos no es una opción, en este momento.

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DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

MEDIODÍA (ENTRA LUZ DEL SOL POR LAS CLARABOYAS DEL TECHO).

FINAL DEL PASILLO.

A pesar de no intervenir nuevamente en la conversación, el llamado Nigromante escucha con enorme interés. Es la primera vez en la que encuentran a una persona que parece conocerles y los datos que va desgranando (la expedición, el profesor Lorrimor...) son de gran importancia si en algún momento pueden recuperar la vida y la memoria que les ha sido arrebatada. Aunque eso lleva a otras preguntas.

¿Qué hacían allí y por qué?

Fuera como fuese, tales disquisiciones tendrían que esperar. El ruido y esos lejanos chillidos parecían convocarlos para enfrentarse a nuevos problemas. Pero debían descansar, y pronto.

Era necesario que lo hicieran antes que una de las heridas colocara al malherido grupo cerca de la muerte. Aunque no parecía ser el momento. El nigromante miró a Tormento y a Enterrador, y asintió a ambos. Estaba preparado.

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INVIERNO, AÑO DESCONOCIDO.

DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

MEDIODÍA (ENTRA LUZ DEL SOL POR LAS CLARABOYAS DEL TECHO).

FINAL DEL PASILLO.

Se llevó un dedo a los labios exigiendo silencio. ¿Acaso no lo oían? Pese a su habitual dureza, sintió que se le erizaba la piel de la nuca.

-Hay algo o alguien ahí -susurró-. Oigo gemidos de alguien aterrado y el sonido de algo animal, un gruñido salvaje de una criatura que parece estar devorando hueso o carne. Oigo los chasquidos al roer y masticar. Deberíamos abrir esta puerta lo más sigilosamente posible y atacar. Tal vez podamos pillarlo desprevenido. Buscador, tú eres el más hábil con las cerraduras.

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FINAL DEL PASILLO.

- Buscador de la Verdad se adelanta y examina la puerta. La mueve ligeramente. Señala en silencio que no está cerrada con llave, aunque está parcialmente bloqueada por escombros. Moverla sin hacer ruido pondrá a prueba todas sus habilidades.

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FINAL DEL PASILLO.

Anciano Sabio asiente a las palabras de Enterrador sobre las explicaciones del estado de todos mientras permanece en silencio, mirando fijamente al bárbaro, buscándole en su fracturada memoria. Lo que parece una rata chillando le hace desviar su mirada hacia otro lado. Tormento, mi guardaespaldas, sonrió para si al recordar las palabras de Velkan, les hizo guardar silencio. Anciano clavó su vista en él y le siguió con la mirada mientras este se movía entre los escombros, de camino a una de las puertas.

Tras unos instantes de espera en los cuales Tormento escuchó que ocurría tras de la puerta, rompió el silencio narrándonos lo que había oído. Debido a que el sigilo no era la cualidad principal del viejo clérigo, este prefirió mantenerse alejado del problema mientras observaba a Buscador caminar hacia la puerta y examinarla con cuidado.

Abrirla sin hacer ruido.... pensó el viejo para sí. ¿Y si embestís contra ella, haciéndola ceder hacia la otra habitación? No será silencioso, pero si generará sorpresa y confusión a quienes esté al otro lado. - susurró, esperando que le hubiesen escuchado todos los presentes.

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MEDIODÍA (ENTRA LUZ DEL SOL POR LAS CLARABOYAS DEL TECHO).

FINAL DEL PASILLO. PUERTA OESTE.

- Tras hablar un poco, Velkan y Anciano Sabio retroceden un paso.

- Tormento de Tinieblas aparta los restos del cadáver sin cabeza y escucha apoyando el oído en la puerta de madera que hay a la izquierda, al final del pasillo.

- Enterrador vigila la pila de escombros, parece inestable, aunque supone que no es un peligro inmediato.

- Nigromante aguarda, parece ansioso por poder descansar un poco.

- Buscador de la Verdad, con un cuidado exquisito aparta los escombros y empuja la puerta en silencio. Consigue abrirla de par en par en completo silencio.

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ESTACIÓN DESCONOCIDA (POSIBLEMENTE INVIERNO), AÑO DESCONOCIDO.

DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

MEDIODÍA. FINAL DEL PASILLO.

Desde que habían despertado los astros se habían confabulado para arrebatarles cualquier posibilidad de tranquilidad o descanso, pero es que ya hasta antes de hacerlo, en la pesadilla que había antecedido a su despertar, la intranquilidad y el desasosiego habían sido protagonistas de su tormento. En aquel momento había llegado el turno del conflicto y el desconcierto por la suma de las partes de un cadáver que atacaron a Réquiem por separado dejándolo en un instante maltrecho y sangrante en el suelo. No hubo tiempo a reaccionar, no hubo tiempo a ayudarlo apartándolo del peligro que amenazaba con convertirlo en finado pues su cuerpo desapareció dejando en su lugar un cuerpo extraño.

Las nieblas del cambio se habían esfumado y el desconocido conocido había desaparecido dejando en el espacio que antes había ocupado a un desconocido que lo era por completo. Pero aun pareciéndolo el tiempo no se había parado y el combate había continuado, al menos hasta que Enterrador puso fin a la vida que no era vida del muerto cuyas partes habían aunado sus esfuerzos para con cada una de ellas apartar de su lado al poeta que había hecho de sus silencios su gesto más sonado.

Y así volvió el silencio antes del interrogatorio, ese inevitable duelo de palabras y revelaciones que siguió al breve duelo por el hombre que ya no estaba y que había dejado de estar en el duelo de golpes, pellizcos, mordiscos y puñaladas.

EL REFUGIO DE SOÑADORES:

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DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

MEDIODÍA (ENTRA LUZ DEL SOL POR LAS CLARABOYAS DEL TECHO).

FINAL DEL PASILLO.

Buscador aguardó en silencio mientras unos y otros preguntaban, mientras las respuestas afluían y flotaban en la superficie de aquel océano de ignorancia en el que nadaban. No obstante él no realizo ninguna pregunta, no cuestionó al extraño sobre las revelaciones que compartía, sobre el nombre que debía decirle algo y que nada le decía. Aguardaba, reflexionaba, esperaba y, sobre todo, escuchaba…  Pero aun no era el momento para ahondar aun más en lo que desconocían, no cuando no sabían si dispondrían de un momento de sosiego para ordenar lo que les decía, para intentar convertir en propios los recuerdos cuya mención no los hacía sonar menos ajenos.  

- Para pillar desprevenido me temo que no hay nada mejor que el sigilo, al menos en este caso- respondió al Anciano.- Y no porque la confusión sea menos efectiva, sino porque los puños y dagas llegan solo hasta donde llegan. La confusión tras abrir la puerta es probable que no dure hasta la distancia en la que nuestras armas puedan herir la carne, mientras que con el sigilo podemos acercarnos lo suficiente como para que la distancia sea irrelevante.

Y dicho aquello se aproximó a la puerta aguantando hasta la respiración mientras comenzaba a abrirla con tal preocupación por no hacer ruido que prestó más atención a la gravilla que amenazaba con descubrirlos que a lo que había tras la puerta.

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MEDIODÍA (ENTRA LUZ DEL SOL POR LAS CLARABOYAS DEL TECHO).

ESTANCIA TRAS LA PUERTA DE LZ IZQUIERDA DEL FINAL DEL PASILLO.

LINO Y SECADERO:

Recios bastidores y mesas derribadas sugieren que este espacio sirvió una vez como una lavandería de buen tamaño. Buena parte del lado norte de la habitación está llena de escombros.

Está claro que la lavandería del asilo ya no cumple su función, pero no se encuentra completamente abandonada. Una pared de vigas transversales con forma de tubo llena el hueco oeste de esta habitación. Tres figuras están encadenadas a la rejilla de vigas tubulares. De sur a norte: Un humano que lleva sábanas manchadas de amarillo como ropajes y que porta una marca con forma de llama pintada en su frente. En medio el cuerpo de un paciente parcialmente devorado. Y al norte un ghoul. Los prisioneros parecen no poder moverse demasiados espacios, encadenados como están, aunque pueden deslizarse al norte y al sur.

El humano parece asustado y no para de repetir: "Alabado sea, alabado sea..."

El brazo izquierdo del cadáver encadenado en el medio ha sido devorado hasta el hueso, completamente despojado de carne.

El ghoul parece seguir interesado en continuar devorando más del cadáver a su lado, pero las cadenas limitan su movilidad y alcance.

EL REFUGIO DE SOÑADORES:

INVIERNO, AÑO DESCONOCIDO.

DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

MEDIODÍA (ENTRA LUZ DEL SOL POR LAS CLARABOYAS DEL TECHO).

ESTANCIA TRAS LA PUERTA DE LZ IZQUIERDA DEL FINAL DEL PASILLO.

Tras adentrarse en la ruinosa habitación, Enterrador iluminó su interior observando lo que en el pasado pudo ser una lavandería. No obstante lo que más llamó su atención fue las tres prendas dejadas para secarse con el tiempo: un vivo, un muerto y un no-muerto. Ante este último, el vigilante torció el gesto con disgusto y apretó su maza con fuerza. Entonces cayó en la cuenta de que estaban encadenados y por tanto limitados en su movimiento. Sin bajar la guardia el hombre se relajó lo suficiente para observar con cierto detenimiento al ser reanimado que devoraba un miembro del cadáver.

Tras ello, se agachó y cogió una de las abundantes piedras del suelo procedentes de las próximas escombreras y derrumbes, mirando fijamente al ghoul y dibujando una sonrisa aviesa con sus labios.

- Bien. Creo que va a ser la primera vez en que voy a estar de acuerdo con una lapidación - comentó a sus compañeros, invitándoles a apedrear al monstruo desde la distancia, con una teórica seguridad.

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INVIERNO, AÑO DESCONOCIDO.

DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

MEDIODÍA (ENTRA LUZ DEL SOL POR LAS CLARABOYAS DEL TECHO).

ESTANCIA TRAS LA PUERTA DE LZ IZQUIERDA DEL FINAL DEL PASILLO.

Una vez que Buscador abrió la puerta, lo que Tormento había escuchado cobró imagen. Tres encadenados, uno de ellos devorando a su adyacente con un sonido ominoso, se dibujaron ante él. En su rostro no había duda cuando se acercó velozmente hacia el grupo y la muerte se alojaba en sus manos.

A su espalda, escuchó a Enterrador. No tenía nada en contra de su proposición, pero sus puños habían comenzado a golpear.

-¿Y estarás seguro de que golpearás a quien debes y no a otro? -dijo en referencia al humano que colgaba en el otro extremo-. Mejor vigilar no ser sorprendidos.