Partida Rol por web

LOS MUERTOS NO SUEÑAN:

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

SEGUNDO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 5 DE ABADIO.

CERCA DEL MEDIODÍA.

BIBLIOTECA.

La voz de aquel ser taladraba los oídos de Réquiem, el agudo tono era como un alfiler pinchándole la piel una y otra vez. Alexei estaba atento mientras sus compañeros terminaban de parlamentar con la Ratling. Él ya había dicho lo que pensaba y así iba hacer, dejar que aquella criatura se fuera una vez contara toda la información que tenía en su poder. El dramaturgo seguía sujetando el arma a distancia, observando su alrededor a la espera de reagruparse con todos y poder hablar con Buscador de la Verdad. El pequeño de la familia Mykephoros sacó el anillo de oro y lo paso entre los dedos de la mano que no sujetaba la ballesta, luego se lo volvió a guardar viendo que no hacia efecto alguno en la Ratling.  

<< Ghouls… >>

Su pensamiento estaba puesto en esas extrañas criaturas. Su mente se centró en Gabriel cuando empezó a hablar – Estamos en el asilo de Briarstone, se encuentra situado en una isla rocosa en el río Danver, en Thrushmoor – le informó para situarle del lugar en el que se encontraban– Y esta debería de ser su biblioteca… Estamos buscando la forma de salir de este asqueroso lugar -  

Réquiem dejó que otros respondieran a las preguntas de Gabriel Alarico para informarle sobre lo sucedido en la sala de los pájaros disecados, del loco y de los logros en la barricada.

- A todo esto Buscador ¿Lograsteis averiguar algo en el otro lado? - 

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CERCA DEL MEDIODÍA.

BIBLIOTECA.

Genny enseñó todos sus dientes en lo que pretendía ser una sonrisa de felicidad. Aprovechando la oportunidad que aquellos humanos le brindaban salió corriendo antes de que alguno cambiara de opinión y se acercó a un pequeño orificio en el muro, en donde se detuvo un instante antes de meterse.

-¡Cobardes! ¡Pecadores de la pradera! ¡Hasta luego Lucas!

Dicho esto con su voz más chillona y sin saber muy bien si se trataba de un insulto o la despedida típica de los Ratlings de las profundidades, Genny desapareció por el pequeño túnel.

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BIBLIOTECA.

Enterrador se giró hacia Buscador y asintió ante sus breves relatos en el "otro lado" y atendió a sus preguntas.

- El doppleganger que nos envió a ambos a casa de los Lorrimor terminó sus días a manos del resto y de los refuerzos y supuso el último monstruo necesario para cumplir el requisito de los de la barricada - indicó refiriéndose a Velkan y a Georghe como los refuerzos -. Retorné cuando tú aun estabas inconsciente en Ravengro y encontré a los demás descansando tras la refriega. Al parecer durante el descanso "alguien" libero al perturbado, creyendo que le hacía un favor - su voz y su rostro se endurecieron.

Aunque realmente lo hizo para sentirse mejor él mismo, pensó crítico.

- La cadena que lo ataba lo protegía de sí mismo, así que una vez libre nadie le impidió que se marchara y vagabundeó hasta encontrar la barricada. Allí le dieron el alto, el pobre desdichado fue incapaz de comprenderlo y lo acribillaron - terminó de decir con tono grave -. De vuelta al puesto con los cuerpos de los cambiaformas pudimos ver el trágico final. Cumpliendo con lo acordado nos dejaron pasar y fuimos testigos de cómo un puñado de hombres y mujeres se habían refugiado en un rincón del sanatorio, en una capilla a Pharasma. ¿O era Desna?. Los pocos guardias que protegen el lugar los comanda un tal York, pero quien coordina y guía a los supervivientes, un puñado de pacientes y enfermeros, es una clérigo de Pharasma: Winter Klazcka - relató.

- Nos dejaron descansar y nos permitieron alimentarnos con algunas provisiones que lograron salvar. Finalmente convenimos con ella en buscar una vía de salida para todos y nos aventuramos a salir por otra puerta que conduce al ala sur del sanatorio, donde actualmente estamos - siguió contando -. En una habitación al sur de esta biblioteca encontramos a los dos tipos con túnicas amarillas que comentaba la rátida: uno empalado en los cuervos de un trofeo de ciervo, en la pared, y otro en el suelo aplastado contra este. La causa: unos pajarillos disecados dentro de una jaula que adornaban la estancia. Al parecer poseían un poder mágico que elevar a la gente con su estridente canto y dejarla caer con fuerza. Acabamos con ellos - explicó -. Y ahora estamos un poco al norte, en la biblioteca - terminó de resumir el enterrador de una manera metódica, ubicando a su compañero en el tiempo y en el espacio.

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CERCA DEL MEDIODÍA.

- Entiendo. Y gracias.

No realizó más preguntas ni buscó mayores explicaciones, y no porque no sintiera curiosidad por mucho de lo dicho por Enterrador, sino porque no creía necesario ni veía utilidad en que se hiciera uso de ningún dedo acusador. Las disyuntivas morales eran complejas y la mejor de las intenciones podía llevar en no pocas ocasiones a las más trágica consecuencias. En el relato que acababa de escuchar había un ejemplo muy claro de ello, y si aquel que lo había hecho lo había hecho pensando en el bienestar de alguien, ya tendría suficiente penitencia sabiendo la funesta conclusión a la que había llevado su acto desinteresado como para que nadie más tuviera que recordárselo.

- Aun no se sabe nada de lo que nos ha ocurrido o por qué estamos aquí, ¿verdad?

Era lo que más había echado de menos en los relatos de sus compañeros. Sabían dónde estaban, con una increíble precisión en el detalle tal y como había dejado patente Réquiem, pero no sabían nada de por qué estaban allí o por qué estaban como estaban. Eran esas las preguntas más importantes y las que parecía que no iban a poder responder en un punto tan temprano en su camino. Quizá más adelante, más cercanos a la salida, obtuvieran la claridad suficiente para alumbrar no el camino que tenían delante, sino el que dejaban a su espalda.

- En cuanto al otro lado... Bueno, puedo resumir lo descubierto en que poco más se podía descubrir sin acudir a la Prisión de Piedra Alzada.- Se encogió de hombros.- La gente de Ravengro es supersticiosa, no sin razón, pero precisamente por eso poca información se puede obtener de una gente que evita con atavismo cualquier tema fuera de su zona de confort, y me temo que la nigromancia y el Camino Susurrante están muy fuera de esa zona. Bastante más sabían de Piedra Alzada, cosas cuyo interés no niego y a las que no recordando nada concedo un enorme valor, pero resultan de muy poca utilidad para brindar algo de luz al asesinato del Profesor Lorrimor. Lo que si he descubierto es que la mendicidad puede resultar bastante lucrativa- prosiguió antes de rubricar con una carcajada lo que añadió a continuación- Lo que me lleva a preguntar: ¿nadie tiene alguna arma que me pueda resultar más útil que el cuchillo de cocina que tan amablemente me prestó la señorita Kendra Lorrimor? 

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Ante la pregunta de Buscador sobre el por qué se hallaban allí, Enterrador se frotó el mentón con una mano, mientras que con la otra sujetaba el codo del brazo opuesto, en señal meditabunda.

- El hecho es que sabemos poco... pero sospechamos mucho - inició un nuevo relato -. Todo apunta a que estábamos al servicio del conde de Versex cuando terminamos aquí, o eso descubrimos por boca de la srta. Lorrimor, que nos mandó a buscar a su corte para informarnos de la defunción de su padre, pues sabía que trabajábamos para él. El mensajero que envió fue devuelto de malas maneras y sin a penas explicaciones de nuestro paradero - comenzó a ponerlo en tesitura -. Winter Klazcka nos ha revelado que ella, una clérigo de Pharasma, y los guardias, todos ellos fuera de contexto en un sanatorio mental, pertenecían a un grupo de investigación venido desde Caliphas que junto a una Acusadora Real, algún tipo de inquisidora a mi ver, vinieron a investigar una serie de sucesos extraños en este edificio - continuó relatando -. Sucesos que, oh qué casualidad, sospechaban que tenían relación directa con Haserton Lowls, Conde de Versex - añadió con una sonrisa forzada que para nada relataba alegría, sino irónica coincidencia o más bien nula.

- Así que todo apunta a que ese individuo, nuestro antiguo empleador, nos atrajo hasta aquí, hacia el epicentro de un lugar donde, según los acusadores reales, él mismo llevaba a cabo actos extraños indignos de un gobernante de Ustalav - dijo recordando ciertas palabras de la clérigo de Pharasma -. El grupo de investigación al poco de llegar fue testigo de una revuelta de internos, seguido de un temblor que causó estragos y la posterior aparición de monstruos y cultistas. Resulta revelador los asuntos que tenía el conde aquí - opinó aportando su punto de vista a lo acontecido, aunque aun quedaban muchas lagunas y preguntas por responder.

- De paso que miramos por salidas de este lugar, buscamos una sala con registros. Ahí debería de estar registrado nuestro ingreso en este lugar y bajo qué circunstancias que podrían arrojar más luz a todo - apunto.

Cuando Buscador pidió otro arma mientras enseñaba el cuchillo del pan de los Lorrimor, Enterrador sonrió y asintiendo extrajo una daga. La volteó en el aire una vez y luego se la entregó por la empuñadura. Era una daga hecha de plata de buena manufactura.

- Espero que te sirva mejor que eso - dijo con una sonrisa -. Y por cierto, respóndeme a una cosa. ¿Sigues guardando ese ojo en el bolsillo? - preguntó acordándose del globo ocular animado que Buscador encontró en la sala del ghoul encadenado y guardó.

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Réquiem agradecía el pequeño parón que habían hecho para ponerse al día y así informar a Buscador de la Verdad sobre todo lo que sabían. Se quedó en silencio dejando que Anselmo Paddock contara todos los avances que consiguieron hasta llegar a la dichosa biblioteca del asilo. Réquiem esperaba ansioso las palabras de Gabriel, cuando habló y comentó que no había descubierto mucho en el otro lado el estado anímico del joven disminuyó un poco, seguían atrapados sin saber más de lo que sabían.

<< Cada vez tengo menos esperanzas de salir vivo de aquí, voy a morir y ni siquiera recordaré a mi familia o mis seres queridos, moriré sin conocer mi pasado. Menudo destino tengo dibujado si el filo de la muerte esta susurrándome al oído lo poco que me queda de vida >>

Ante la petición de Buscador de la Verdad sobre si tenían alguna arma que pudiera utilizar, Réquiem le ofreció la ballesta – Si eres diestro con la ballesta puedo dártela. Yo ya utilizaré la espada – comentó el dramaturgo a la espera de la respuesta de Gabriel si aceptaba o no el arma a distancia.

Miró a sus compañeros - ¿Decidimos continuar? Creo que detrás de aquellas puertas nos espera otro encuentro no amistoso. Deberíamos de estar preparados ante cualquier imprevisto. Tenemos que continuar, es la única forma de poder salir de aquí o por lo menos intentarlo – se le veía un poco apagado y con ganas de avanzar, tal vez para cumplir el objetivo o encontrarse con la propia muerte. 

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El detective dejó escapar un suspiro como si necesitara ese espacio que el aire dejaba para asimilar la información que le acababan de proporcionar. Luego cerró los ojos un instante, buscando refugio en una oscuridad que en aquel lugar de tinieblas poco consuelo podía proporcionar. Cuando volvió a abrirlos echó sus cabellos hacia atrás antes de afilar con dos dedos la punta de su bigote.

- Bien. Si algo podemos aprender es que en el futuro tendremos que tener más cuidado con nuestros empleadores- bromeó.- Por cierto, gracias. A ambos. Pero Réquiem, guarda la ballesta. En tus manos seguro que resulta más útil que en las mías.

Sí aceptó el préstamo de la daga que se le ofrecía, y una ven en su mano la sopesó y comprobó que era prácticamente idéntica a la que ya tenía y que también le habían prestado. Era un arma equilibrada y precisa,  sencilla y bien hecha, pero el material de su hoja, aunque valioso, era el mayor de sus defectos. Carecía de filo, o su filo no era tan afilado como se esperaría de su contrapartida de acero. Era justo lo contrario que el cuchillo de cocina: difícil de manejar pero forjado para cortar.

- Sí, sí, lo sigo teniendo- respondió palmeando uno de sus bolsillos, momento en el que algo se movió dentro.- Un curioso objeto que, por lo poco que sé, puede resultar valioso para cierto público de gustos peculiares y por el que, si salimos de aquí, podríamos sacar un buen dinero con el que comprar comida y ropa. Ah, por todos los dioses... Ahora que me acuerdo: ¿cogisteis el violín que dejé con las mantas?

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Réquiem mantenía la ballesta sujeta con ambas manos mientras se la ofrecía a Buscador de la Verdad. Al escuchar la negativa de Gabriel Alarico volvió a sujetar mejor el arma  a distancia, llevando el dedo índice al lateral del gatillo.

- De acuerdo Buscador de la Verdad –

Se retiró unos pasos observando a cada uno de los presentes que había en el grupo. El dramaturgo no pudo evitar dibujar una triste, pero sincera sonrisa al escuchar la broma que dijo el hombre del cuidado bigote.

- No te voy a quitar la razón – respondió a la broma con una pequeña risa mientras negaba  con la cabeza, volviendo la vista hacia un lateral de la biblioteca en gesto pensativo y preocupado. No hacía falta ser un gran detective para adivinar el estado del joven dramaturgo, cada vez que pensaba que estaba más cerca de conseguir algo, nuevos problemas se interponían entre él y sus objetivos. En momentos como aquel, adornados de una pequeña y escueta tranquilidad Réquiem buscaba en los rincones mas ocultos de su memoria algún tipo de apoyo moral para continuar vivo y salir de aquel caótico lugar.

- Deberíamos de avanzar, pero antes vigilar que en la puerta no haya ninguna trampa. Antes nos atacaron por sorpresa, tal vez debamos de avanzar en sigilo -   

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MEDIODÍA.

BIBLIOTECA.

En cuanto tuvo la ocasión, la diminuta criatura peluda escapó por un agujero. Es poco probable que volváis a verla.

Calculáis que ya es mediodía.

Anciano Sabio usa el poder divino de Pharasma, que aunque es principalmente diosa de la muerte, también lo es de las aguas, de los nacimientos y de la sanación, para curar las heridas más graves de Tormento de Tinieblas y de Enterrador.

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MEDIODÍA.

BIBLIOTECA.

Atrás quedaban las agradables y distendidas charlas que había podido mantener junto al calor de una hoguera y el frescor de una cerveza regando su gaznate. Aun más lejos quedaban los largos discursos a voces para hacerse escuchar por todo un pueblo. Ahora debían recurrir al sigilo, a la habilidad para evitar ser percibido que también formaba parte de su vida, de ese pasado como detective del que apenas recordaba nada.

- "Pero antes..."

En aquel lugar había mucha información esparcida entre mesas, suelo y estanterías. Demasiada como para poder abarcarla toda con el escaso tiempo del que disponían, pero precisamente habiendo tanta información como había en una biblioteca de esas dimensiones, resultaría extraño no obtener nada aun con el poco tiempo que pudieran dedicarle.

- Esperemos un poco para seguir adelante. Pero no solo por lo que dices, también para tomar aliento- respondió a Réquiem pensando en los heridos- y para asegurarnos de que no dejamos atrás nada que pueda resultarnos de provecho.

Después de todo cuanto menos se tenía mayor valor adquiría cualquier cosa que podía encontrarse.

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MEDIODÍA.

BIBLIOTECA.

Enterrador había cumplido con la tediosa labor de poner al día a Buscador de la Verdad, rememorando conversaciones anteriores. No interrumpió ni quiso aportar nada nuevo a lo ya dicho. Precisiones como ciertos nombres ya tendrían su lugar en un futuro.

-No, Buscador. Yo al menos no tomé tu violín, pero seguirá donde lo dejamos. Habrá tiempo para recuperarlo pero me temo que será más tarde, si Pharasma así lo desea. En cuanto a armas, ¿qué deseas? -preguntó. Por su pregunta cualquiera hubiera podido pensar que portaba una panoplia de filos bajo su atuendo, cosa no cierta, pero estaba interesado en saber de la destreza de aquel hombre-. En cuanto a unos minutos de descanso, serán bienvenidos y podrán ser provechosos si los destinamos a buscar algo que nos sea útil, tal y como afirmas. Si nos separamos, podremos cubrir más área en menos tiempo.

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MEDIODÍA.

BIBLIOTECA.

No pudo negar sentirse decepcionado por el hecho de que no lo llevaran con ellos, pero tampoco podía culparlos. Era lógico que lo hubieran dejado atrás. Habiendo despertado con nada y teniendo que luchar a cada momento por salvaguardar una vida olvidada, era normal llevar encima lo justo para seguir adelante sin que llegara a entorpecerlos o retrasarlos.

- Yo no llegaría a decir tanto como que es mío. Tan solo lo encontré, aunque teniendo en cuenta dónde, no creo que su dueño vaya a reclamarlo. Pero... No sé. Aun guardo el papelito que había en su interior, con esa palabra: "Auseil". No puedo evitar sentir curiosidad por saber de quién pudo haber sido. La historia. Una historia que puede tener paralelismos con la nuestra o puede que incluso haya sido compartida en algún momento.

Dejó escapar el aire por la nariz con un resoplido antes de esbozar una tímida sonrisa con la que espantó algunos de los fantasmas que aun en la vigilia se empeñaban en asaltarle.

- Pero nada. Ni caso- añadió animado.- Habrá tiempo para todo y ahora mismo hay cosas más importantes de las que preocuparse, como el estar bien armado. Al fin y al cabo es la única forma de parlamento que la mayoría parece entender en este sitio. Así que respondiendo a tu pregunta, Tormento: armas ligeras, precisas y equilibradas. Armas que poder empuñar en ambas manos y cuya letalidad se base en la habilidad del que la empuña y no en el peso y la fuerza del que la blande. Así que me puedo desempeñar bien con dagas y armas similares, pero sinceramente, si debo elegir una en concreto, no tengo ninguna duda de que con la que más familiarizado estoy y a la que puedo sacar más provecho es a la espada corta. Espadas cortas, sí...

Espadas cortas como la que irónicamente, en un alarde de torpeza, había roto en el primer combate.

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MÁS DE MEDIA MAÑANA.

BIBLIOTECA

La búsqueda había resultado infructuosa si por tal se entendía que la misma solo había dado lugar a hallar más y más libros de contenido diverso y de interés variopinto.

-No he encontrado arma alguna ni nada que pudiera sernos de utilidad inmediata. Salvo que estemos interesados en dedicar nuestros próximos años de vida al estudio y al retiro, en cuyo caso sería el lugar adecuado -dijo sin emoción alguna en su voz-. Me temo que deberemos seguir adelante. Quizá haya algún momento en que determinadas preguntas sin respuesta nos conduzcan hasta aquí. Quizá incluso haya entre las estanterías que nos rodean algún volumen acerca de estas instalaciones y sus orígenes, con planos de las mismas e incluso vías de escape. Pero de momento, me temo que deberemos seguir adelante -sentenció al tiempo que avanzaba hacia la puerta y la entreabría sigilosamente.

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ANTES DEL MEDIODÍA.

PASILLO CENTRAL.

La puerta fue abierta con sigilo y nada sorprendió a Tormento salvo el grito de Buscador a su lado. Se volvió hacia él, su mirada invisible por la venda, el rostro pétreo.

-Alcanzo a ver una placa en una puerta. La situada más al norte. Dice "Administradora Eliege Losandro". Quizá debiera ser la primera en ser registrada de cuantas aquí se ven -dijo en voz baja para sus compañeros.

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ANTES DEL MEDIODÍA.

PASILLO CENTRAL.

- Coincido - afirmó en voz baja Enterrador, estando de acuerdo con Tormento -. Siempre que eso no signifique que nos podamos dejar peligros a nuestras espaldas - matizó -. Winter nos dijo que la administradora Losandro debería tener informes al respecto de nuestro ingreso aquí. Eso lanzaría muchas luces a nuestra presencia en este lugar - recordó al resto.

Tras ello se preparó para seguir avanzando. Realizó un leve toque de codo al monje y con la barbilla señaló el rastro mucoso, queriendo hacerle ver que podría ser el rastro de algo peligroso.

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ANTES DEL MEDIODÍA.

PASILLO CENTRAL.

Réquiem caminó por la Biblioteca en busca de los túneles que habían formado los seres llamados Ratling. Fue localizando cada uno de los orificios, inspeccionando la entrada sin aproximar mucho su rostro, no quería que alguna de esas bestias saliera  y le desgraciara la cara por una imprudencia. El dramaturgo se aseguró que ninguno de aquellos túneles fuera accesible, ya que el tamaño de las entradas era muy reducido en comparación a la estatura de los que formaban el grupo de supervivientes de la biblioteca del Asilo de Briarstone.

Durante la caminata por la enrome sala, Alexei buscó alguna otra salida que no fuera por la puerta sur y por la puerta norte. Durante su búsqueda no llegó a encontrar ninguna otra puerta o pasadizo secreto por lo que decidió volver con sus compañeros que se iban agrupando delante de la puerta norte para continuar con la inspección del Asilo.

Una vez la puerta abierta, Tormento, Buscador de la Verdad y Enterrador fueron los primeros en entrar. Réquiem, con la ballesta en mano, esperó a que sus compañeros empezaran a avanzar y así cubrir la retaguardia.

<< De nuevo se abre una puerta, hay que estar atentos ante cualquier imprevisto y no bajar la guardia en ningún momento. Vamos Réquiem, céntrate, sobreviviremos… o tal vez no… >> 

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MEDIODÍA.

BIBLIOTECA.

Parecía que desde su regreso su suerte iba en aumento... No solo el combate estalló a su llegada, también se tropezó y cayó en plena carrera, además de que ahora, cuando pretendían no ser escuchado, se clavaba algo en la bota y como consecuencia gritaba; un grito al que siguió un resoplido por la frustración de no haber podido controlar lo ocurrido.

Al imaginar la mirada que Tormento le dedicaba a través de sus vendas alzó ambas manos en un gesto de disculpa. No podía sentirse más culpable por tamaña torpeza de lo que ya se sentía y aunque como no pocos sintió la necesidad de fustigarse a sí mismo, se forzó a no hacerlo sabiendo que de hacerlo sería más proclive a futuros errores por no mantener la concentración exigida en aquel momento.

- Va de allí a allí- señaló, sumándolo a la información que Enterrador daba a Tormento a través de gestos.

Pero parecía que su atención estaba toda puesta en una puerta muy en concreto, la situada más al norte. Sabiendo que venían desde el lado opuesto a Buscador no le hacía gracia dejar habitaciones sin explorar detrás de ellos, pero ya tendrían tiempo para eso. Además aquella habitación prometía más respuestas que las otras, aunque también era cierto que una promesa nada valía en un sitio en el que nada de lo que ocurría tenía sentido y en el que tras cada puerta se ocultaba un peligro. 

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MEDIODÍA.

BIBLIOTECA.

Enterrador, de cuclillas, examinando el rastro reciente del producto químico impregnado en el suelo sin lograr figurarse qué lo había causado, miró incrédulo cómo los componentes del grupo que en teoría él creyó que permanecerían detrás de él y de Tormento, comenzaron alegremente a diseminarse por los pasillos.

Se tapó la cara con la mano y suspiró con resignación mientras negó con la cabeza, a la que Buscador, después de haber chillado por haber pisado algo punzante, ahora decidía arrojar ruidosamente su cinto con sus armas al suelo, a modo de reclamo de cualquier cosa que estuviera a cierta distancia.

Bueno, si desea hacer de cebo, es su elección, admitió el vigilante encogiéndose de hombros, incorporándose y agarrando la maza con fuerza, alerta, ante la probable aparición de cualquier cosa tras la llamada involuntaria.

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ANTES DEL MEDIODÍA.

PASILLO CENTRAL.

Delante de Réquiem estaba la parte oeste del pasillo, allí apuntaba con su ballesta mientras esperaba que sus compañeros empezaran a avanzar y salir de la biblioteca. Pudo escuchar una pequeña queja, miró de reojo observando que el emisor de aquella voz fue Buscador de la Vedad, al ver que estaba todo bien volvió a mirar al frente, hacia la lejanía de aquel pasillo.

Alexei era participe de los movimientos que hacían Anselmo Paddock y Tormento. El dramaturgo hizo un gesto para que sus compañeros, los que se quedaron en la biblioteca avanzaran hacia el pasillo y así continuar con la marcha sin que el grupo se separara.

El pequeño de la familia Mykephoros escuchó el estruendoso ruido que hicieron las dos dagas de plata y el cuchillo de cocina que portaba Gabriel Alarico, su corazón latió con gran intensidad incrementando así la adrenalina, se giró para observar que había pasado, viendo lo que se le había caído a Buscador de la Verdad.

<< Parece ser que todo va bien… que susto me ha dado… >>

Durante el siguiente minuto consiguió relajarse, pero la tensión era palpable en el ambiente y allí volvía a instar a sus compañeros a que avanzaran hacia el pasillo cubriendo la parte oeste con su ballesta.