Partida Rol por web

LOS MUERTOS NO SUEÑAN:

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

SEGUNDO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 5 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA.

CORREDOR Y ESTANCIAS ADYACENTES.

Tormento finalmente se situó junto a la nueva puerta de la nueva estancia a investigar. Cerró sus ojos y se centró en su sentido del oído. Al otro lado podían escucharse chillidos, similares a los de rata si no fuera porque aquellos gritos parecían provenir de gargantas que excedían en mucho el tamaño de una rata normal. Pero, ¿qué era normal en aquel lugar?

Se volvió hacia sus compañeros y un dedo se posó en los labios, solicitando silencio.

-Tal vez lleguéis a captarlo. Chillidos. De rata probablemente, pero como todo aquí, escapa a la normalidad o eso diría. Por su volumen, debe tratarse de algún tipo de roedor de grandes dimensiones. Antes nos enfrentamos a otras de pequeño tamaño, y salimos malparados. Ahora, si realmente son gigantescas, habremos de andar con cuidado. Abriré la puerta lo más sigilosamente posible. Los que combatimos cuerpo a cuerpo en la vanguardia. El resto, detrás. Hasta que no estemos posicionados, no abriré.

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INVIERNO, AÑO 4711 RA.

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MEDIODÍA.

PASILLO CENTRAL.

La terrible realidad golpeó con fuerza en el estado anímico de Réquiem, las palabras de Tormento de Tinieblas fueron las causantes de aquel pinchazo de moral. No faltaba razón alguna en las palabras del hombre con el vendaje en su rostro, a la altura de los ojos.

<< Tiene razón, no sobreviviremos a este paso… pero, pero, no hay que perder la esperanza, hay que luchar y sobrevivir… >> Su mente volvía a colisionar entre el pesimismo y el optimismo, sin encontrar ese punto medio que ofrecía la aceptación de la realidad.

Las palabras del señor Anselmo Paddock le reconfortaron un poco y también tenían su razón de peso, una obra literaria informativa sobre lo que había sucedido en el asilo era una herramienta que podía servirle para captar todo tipo de público. La mente del dramaturgo divagaba en la nada buscando como poder anudar las tramas y aventuras que ya habían vivido. << Podría hacer un libro informativo sobre los monstruos que os hemos encontrado, algo puramente teórico sin interpretación…  por otro lado la obra  teatral sobre como un grupo de desconocidos que no recuerdan su pasado lograron sobrevivir a tales atrocidades en un tenebroso y escalofriante lugar >> 

La balanza se decantaba por un lado y otro, entre las palabras de Tormento de Tinieblas y Enterrador. Las respuestas del dramaturgo fue asentir a las palabras de Tormento y luego una triste sonrisa a Enterrador por los ánimos que le había ofrecido a cambiar la perspectiva de su futura obra literaria. Sin mediar ninguna palabra se acercó a la puerta de la otra habitación, se colocó al lado de Buscador de la Verdad y se quedó en silencio escuchando lo que parecía ser una serie de sonidos de rata.

Comprendió lo que sucedía, escuchó las palabras de Tormento de Tinieblas y afirmó. 

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MEDIODÍA.

PASILLO CENTRAL

A Buscador le sorprendieron las palabras de Tormento, pero no porque no estuviera de acuerdo (al menos en parte) sino por haber sido tan crudo a la hora de expresarse. Dada la personalidad del monje ni siquiera eso le sorprendía, la crudeza, pero sí lo hacía que lo hubiera compartido con todo, Réquiem incluido, aplastando así los sueños de alguien que en lo que llevaban de recorrido no había parecido demasiado estable emocionalmente: siempre tan taciturno, siempre tan negativo...

Prefería no intervenir, así que siguió avanzando por el pasillo hacia la siguiente puerta preguntándose qué encontrarían tras ella. Algo había, de eso no había duda tras escuchar un poco, pero desconocía qué. La respuesta no tardó en llegar de labios de Tormento, y con ellas las dudas sobre cómo enfrentar el inevitable encuentro.

No podía olvidar por razones obvias, cicatrices entre otras, que no hacía tanto habían intentado enfrentarse del mismo modo a uno de esos engendros cambiaformas que, situándose en la puerta, había reducido el número de personas que podían atacarle a un mismo tiempo. Además bloqueando el paso había impedido que pudieran rodearlo, lo que no suponía escasa ventaja para el detective. 

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MEDIODÍA.

PASILLO CENTRAL

No las tenía todas consigo Nigromante en cuanto al examen del último cuarto donde habían estado. Algo no estaban buscando o revisando adecuadamente, estaba casi seguro de ello. También que debía haber realizado la autopsia mejor que Enterrador, empezaba a recordar que las autopsias y cierto tipo de experimentos se le daban bien. Tal vez, demasiado bien.

No dijo, empero, nada. Se sentía profundamente decaído y preocupado. Los pensamientos, los presentimientos, sufridos hacia pocos momentos, le habían hecho reducir sus ganas de conversar que, hasta ese momento, habían sido grandes. Comprendiendo que volvía a quedarse atrás, se unió con el grupo, y se colocó en la posición indicada por Tormento con una sola afirmación con la cabeza como toda respuesta.

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MEDIODÍA.

PASILLO CENTRAL

Anciano Sabio había sonreído ante el comentario de Requiem. No dudaba de que si salían vivos de aquel lugar, el dramaturgo tendría inspiración para llenar tabernas y teatros con gente anhelante de escuchar sus relatos hasta el final de sus días. El momento de relajación proporcionado por su comentario no duró mucho. Enseguida se vieron frente a otra puerta que nadie sabía que amenaza podía contener en aquel edificio en el que todo parecía conspirar para acabar con sus vidas.

Dada su falta de experiencia en combate, se movió torpemente. Primero guardó su skane para encender la antorcha solo para comprobar que no tenía modo de hacerlo. Mientras los demás ya estaban posicionados y en guardia, Anciano Sabio tuvo que volver a guardar la antorcha y empuñar la skane.

Ahora por fín, estaban listos. Por un momento le pareció que nada podría derrotarles pues veía a sus acompañantes aguerridos, diestros y compenetrados, pero cuando Tormento abrió la puerta, la imagen se resquebrajó como un espejo arrojado al suelo. Tormento estaba abriendo la puerta sigilosamente cuando su pecho se iluminó con varias descargas de energía mágica, sin darle tiempo a reaccionar, se avalanzaron sobre él lanzando dentelladas dos ratas enormes, dejándolo tendido en el suelo, sangrando y completamente inmóvil.

Un impulso primitivo y básico impelió a Anciano Sabio a meterse en la melé y agarrar como pudo a Tormento para alejarlo del peligro y tratar de curar sus heridas. - Aguanta compañero, aguanta.

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MEDIODÍA.

PASILLO CENTRAL

La puerta se abrió lenta y sigilosamente. Nada hacía pensar que el peligro que se ocultara tras su hoja no estuviera preparado para atacarles, pero Tormento pedió su concentración cuando una extraña visión lo asaltó. Una mujer de escasos ropajes y cabellos como el fuego parecía mirarlo desde algún punto indeterminado. La visión, fugaz, se interrumpió bruscamente cuando el dolor laceró el pecho del monje desestabilizándolo y sumiéndolo en una repentina debilidad aún más avasalladora que la masa de pelo que cargó contra él y cuyos dientes se clavaron en su carne. El dolor sacudió a Tormento, que cayó al suelo, moribundo.

A punto de perder su consciencia, entre las brumas, la voz de Anciano Sabio le llegaba, cada vez más lejana, llamándolo, reclamándolo.

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MEDIODÍA.

PASILLO CENTRAL

Y con la puerta abierta encontraron otra batalla. Ni respuestas ni pasado, solo cicatrices con las que escribir una historia que desconocían si recordarían por mucho más tiempo. La única certeza que tenían era que hicieran lo que hicieran, sangrarían. Porque no bastaba con vivir como toda persona espera, debían luchar por su vida una vida que desconocían y que sala a sala podían empezar a dudar si merecía la pena seguir viviéndola.

Tormento cayó al suelo sangrando profusamente por ponzoñosos mordiscos y arcanas hechicerías que no tardaron en buscar nuevos objetivos que convertir en víctimas. El principal candidato era Enterrador, que ya había sufrido su buena dosis de castigo por parte de unos y otros enemigos.

Buscador se decidió a saltar a la refriega aun siendo muy consciente de que por su acción bloquearía la puerta. No obstante creía que era necesario y no tardaría en apartarse. Así pues con una cabriola evitó el cuerpo inconsciente del monje sin bajar la guardia por un instante, y si bien recibió una traicionera dentellada de las ratas que se habían dispuesto flanqueando la puerta, consiguió esquivar el de la otra al tiempo que hundía bien profunda en sus entrañas una de las dagas de plata.

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MEDIODÍA.

PASILLO CENTRAL

Todo sucedió muy deprisa en un intervalo de tiempo muy corto, fue como si la realidad se hubiera paralizado y avanzó como el fogonazo de luz de un relámpago. Réquiem escuchó los impactos y acto seguido pudo ver a Tormento caer de espaldas en el suelo, seguidamente una monstruosa rata lanzarse hacia él para atacarle. La realidad que anteriormente había dicho su compañero se estaba haciendo realidad, estaban en una situación peligrosa y no había tiempo para hablar sobre futuras obras literarias, ni sueños para alcanzar.

La rápida actuación de Anciano Sabio pudo mantener a Tormento de Tinieblas apartado del centro de batalla, también ayudó el vertiginoso ataque de Buscador de la Verdad para terminar con aquella infame criatura.  

Réquiem tragó saliva, poco le quedaba para entrar en la habitación y decidió desenvainar su espada ropera para sujetarla con su mano diestra, mientras la ballesta la sujetaba con la izquierda. Escuchó el ruido que emitían sus compañeros en el interior de la habitación, los quejidos de otra rata, los golpes, el acero rasgar la carne, aquellos sonidos invadían la instancia y el ambiente de aquel lugar.

Cuando entró en la habitación pudo ver otra rata aplastada y muerta, mientras Enterrador, Buscador y Nigromante avanzaban hacia el único enemigo visible, un ratling.

<< Hay que acabar con aquel desgraciado ser… >>

El dramaturgo avanzó con cierta dificultad, evitando los muebles y manteniendo el equilibrio por los escombros que había en la sala. Se colocó en uno de los extremos y se preparó para atacar. Su rostro reflejaba nerviosismo, pero mantenía su espada ropera firmemente sujeta en su mano derecha. 

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MEDIODÍA.

PASILLO CENTRAL

Perdido en los mares de la inconsciencia, Tormento no era sabedor de cuanto ocurría a su alrededor. De la batalla que se desarrollaba a escasos metros de su cuerpo ni de los esfuerzos de Anciano Sabio por devolverlo a la vida, alejándolo de la muerte.

Solo el amargor del vial curativo fue capaz de atravesar las brumas de su mente sumida en un plácido sueño del que fue arrancado duramente. El dolor se hizo omnipresente, el siempre bienvenido dolor. Los ojos cerrados se cerraron aún más, con fuerza, mientras oleadas agónicas del tormento que su cuerpo experimentaba se iban sucediendo una tras otra, haciendo sentir al monje más vivo que nunca.

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MEDIA MAÑANA.

CORREDOR CENTRAL Y OFICINA EN RUINAS.

Los héroes amnésicos acudieron frente a una nueva puerta. Tormento de Tinieblas la abrió, y conducía a una oficina en ruinas, con el techo derrumbado apenas sustentado sobre dos recias estanterías de madera. El monje fue inmediatamente atacado por proyectiles mágicos y un mordisco de rata terrible, y las misteriosas nieblas del Otro Lado estuvieron a punto de llevárselo, pero se resistió, siendo rescatado poco después por Anciano Sabio.

Se desencadenó enseguida un brutal combate, en el que Buscador de la Verdad apuñaló a muerte a una Rata Terrible mientras Enterrador aplastaba a otra con su fiel Maza Pesada. El líder de los Ratlings les atacaba con su magia, hasta que lograron arrinconarlo encima de una vieja mesa de madera.

Entonces se rindió.

- "¡Me rindo, me rindo! ¡No me matéis! ¡Os contaré todos sus secretos! ¡Lo que vosotros queráis!" - Chilla con una voz muy aguda en Común.

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MEDIA MAÑANA.

CORREDOR CENTRAL Y OFICINA EN RUINAS.

Tan pronto Tormento abrió la puerta sufrió tormento mediante una tormenta de ataques ratoniles, de naturaleza mundana y mágica, que tumbaron al púgil rápidamente con la consabida aparición de las nieblas. Dos ratas gigantes y un ratling con poderes mágicos amenazaban con arrollar al grupo.

La estrechez del lugar impedía que el grupo pudiera beneficiarse de un combate que se ponía en desventaja. El vigilante, a duras penas, pudo sacar el cuerpo del monje de mitad del combate, envuelto en la insidiosa niebla que amenazaba con llevárselo. Sin embargo Tormento se resistió a ello, permaneciendo con los suyos, tratando el anciano sabio sus heridas físicas.

Proyectiles mágicos impactaron en Enterrador, que aguantó su daño, e imitando a las dagas apuñaladoras de Buscador sobre una rata, el enterrador enterró su maza en el cráneo del segundo de los roedores monstruosos, cambiando las tornas del combate que tan mal se había iniciado.

Pronto, uniéndose al buscador y al enterrador el poeta y el nigromante, el cuarteto rodeó al rátido conjurador y le prodigó una sucesión de cortes, pinchazos y mazazos. A pesar de ello no parecía dispuesto a rendirse. Hasta que un buen golpe en la cabeza hizo que lo reconsiderara.

- Nada como un chichón en la cabeza para alojar una idea sensata en ella - dijo Anselmo con la maza en alto, amenazando al ratling gimoteante dispuesto a contar todo lo que sabía. Y lo que no, también.

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MEDIA MAÑANA.

CORREDOR CENTRAL Y OFICINA EN RUINAS.

Réquiem había logrado rodear al enemigo, un mago ratling, con la ayuda de sus compañeros que estaban flanqueando todas las salidas de aquella horripilante criatura.

Alexei sujetaba con firmeza su espada ropera mientras que Enterrador, Buscador de la Verdad y Nigromante atacaban al enemigo que había encima de la mesa. El dramaturgo logró impactar con su espada ropera en aquel ser, pero no fue suficiente y seguía defendiéndose con su magia lanzando una especie de proyectiles que impactaron en uno de ellos. La lucha era intensa, pero por suerte el número les beneficiaba.

Fueron pocos minutos pero se hicieron eternos, el avance por aquella desdichada habitación, evitando los muebles tirados por los suelos que dificultaban caminar por aquel lugar.

<< Hemos ganado de nuevo… pero no sé si conseguiremos avanzar mucho más… >>

Réquiem volvió atacar, pero la veloz criatura logró esquivar su ataque. Alexei dejó escapar un gruñido de indignación al ver que no logró impactar, pero antes de volver a iniciar el ataque aquel ratling se había rendido, estaba pidiendo misericordia.

- Maldito… -   

La rabia inundaba todo su ser, ahora mismo poco le importaba y no iba a ser imparcial, adquiriría la información y acabaría con su vida. Réquiem se quedó en silencio mientras sujetaba su arma con claro gesto de tensión. 

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- "¡Esta es la Isla de Brezo de Piedra! ¡Está en el río Danver, cerca de Thrushmoor! Hace setecientos años, todos los residentes de Thrushmoor desaparecieron misteriosamente, y todo el mundo cree que la Bruja de Briarstone es la responsable. Seguramente sea cierto, pues ella es muy poderosa y controla al Hombre Andrajoso como si fuera su marioneta." -

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MEDIA MAÑANA.

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El sonido del combate cesó en la sala. En el silencio, se oyó la voz de Enterrador - Ahí quieto, roedor. O con el siguiente mazazo encogerás un palmo. O dos. - Habían vencido, pero Anciano Sabio era consciente del precio que habían pagado. Podía tratar las heridas de sus compañeros si conseguía algo de material apropiado y si podían parar a descansar. Por lo que oía, en la sala quedaba un Ratling con vida y necesitaban que les proporcionase información. Así que intentó mantener una apariencia lo más digna posible, colocó su símbolo de Farasma sobre su pecho para que fuese bien visible y entró en la habitación.

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Nigromante respiró finalmente, cuando el combate llegó a su fin. Pero no se relajó. Era la segunda vez que eran atacados, sin motivo, y no dudaba que esos seres pequeños y arteros eran peligrosos. El que ahora estaba frente a ellos, para empezar, era mago. O si no, hechicero. Y su magia era más poderosa de la que él podia conjurar con lo que no era adecuado bajar la guardia. Miró, un instante, hacia atrás, cercionándose que Tormento estaba en pie, y al ver que el monje seguía con ellos un inmenso alivio se dibujó en el rostro de Nigromante. Al volverse a mirar a la rata humanoide, sin embargo, su ceño había vuelto a estar fruncido.

- Deja en el suelo tu cinturón y todas las cosas que lleves. Ahora. - ordenó el Nigromante con tono severo.

Sí, habían vuelto a vencer. Pero las heridas no dejaban de acumularse en el cuerpo de sus compañeros. Y como ya había dicho antes, no podían permitirse más bajas. Y esos cambios planares le inquietaban cada vez más.

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Vaya, al menos este Ratling parece saber algo, a diferencia de los de la biblioteca, pensó mientras relajaba el brazo, descendiendo la maza con lentitud a modo de decrementar la amenaza contra el rátido conforme más información aportaba... y para rascarse el brazo que le picaba.

- ¿La Bruja de Briarstone? - preguntó intrigado y severo tras el dato que el roedor aportaba - Háblanos más de ella. Desde cuando ha aparecido y cómo o porqué manipula a ese andrajoso - inquirió interesado en saber quien estaba detrás de Zandalus y del cataclismo del lugar -. ¿Ella causó este desastre? ¿Y donde se halla?

Esperó sus respuestas mientras asintió aprobador a Nigromante ante su iniciativa. Esas cosas de las que se desprendía el bicho podían ser peligrosas... o tal vez útiles.

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Nigromante se agacha y toma las cosas que deja el ratling, guardándolas todas. Su gesto es serio, y severo. Le interesan esas cosas pero ya llegará el momento de revisarlas. Y de revisar de paso el cadáver del doctor que dejaron atrás, que autopsia hicieron, pero nadie lo revisó debidamente. Maldiciéndose por el olvido, mira nuevamente al ratling, sin perder la seriedad, escuchando la pregunta de Anselmo.

- Y ya que estás, dinos también por qué has intentado matarnos. Y precisamos un mapa de este lugar, y saber donde guardas tu libro de conjuros. Has estado a punto de matar a nuestro amigo. ¿Sabes si estamos en otro plano? Es una duda que se ha planteado en un par de ocasiones, y pareces no ser un novicio en cosas de magia.

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- "Todos los humanos son violentos y peligrosos, y matan Ratlings. Los humanos son enemigos. No mapa, no libro de conjuros, no, no. Amigo vivo, amigo bueno. ¿Otro plano? No, no... pero algo raro hay. Quizá humanos de amarillo saber más.

El Hombre Andrajoso se ha liberado, algo ha cambiado en la isla, porque ahora puede atacar por la noche en sueños a quienes duermen aquí, cambiando a los que no son lo bastante fuertes. Los que querían convertirse en otra cosa se convierten en cambiantes grises, los que reprimían sus deseos en muertos hambrientos, también grises, pero feroces y estúpidos. Al Hombre Andrajoso le gusta ir arrancando las capas de la fachada mental de sus víctimas, revelando a la bestia que acecha dentro de cada soñador. Algo ha debido pasar para que se haya liberado, pues estaba atrapado en la Dimensión de los Sueños.

Los antiguos Sarkorianos adoraban a todos los dioses, aunque descubrieron que algunos eran demasiado peligrosos para reverenciarlos, pues no tenían piedad siquiera con sus adoradores. El Rey Amarillo era uno de esos dioses, pero traía consigo violencia y demencia, por lo que los tradicionalistas Sarkorianos más obcecados buscaron un intermediario, pues deseaban rendir homenaje a todos los dioses de sus ancestros, y así encontraron a una criatura cruel y sádica llamada, entre otras cosas, el Hombre Andrajoso." -

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Anciano Sabio pensó que, a corto plazo necesitaban a aquel Ratling para que explorar el resto del edificio no se convirtiese en una trampa mortal.

A largo plazo, la información del Ratling podía ser valiosa. Estaban en un laberinto, el Hombre Andrajoso debía ser aquel que les atacó en la ciudad envuelta en niebla. Él guardaba la puerta y la Bruja de Briarstone lo controlaba, ella podía ser la llave. También le preocupaba pensar qué podía hacer el Hombe Andrajoso si la Bruja era eliminada y él quedaba completamente libre.

Quería saber más, pero antes de hablar, hizo un ejercicio de instrospección tratando de dar sentido a la nueva información.

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La presión que ejercía Réquiem sobre la espada ropera se intensificaba a medida que el mago empezaba a hablar. Le daba rabia, le habían atacado, habían herido de gravedad a uno de sus compañeros y allí estaba pidiendo misericordia. Poco le importaba la vida de aquel ser, si no fuera por la información que podía tener lo hubiera ejecutado sin ningún tipo de miramiento, dejándose llevar por el odio que sentía en aquellos momentos.

<< Maldito desgraciado, asquerosa sabandija que solo busca su supervivencia tras una puerta y atacando sin preguntar. Debería morir, no merece vivir… >>

La tensión en el cuerpo del dramaturgo hacia presencia en su mandíbula marcada en su rostro al hacer chirriar sus dientes.

Escuchó cada una de las palabras del ratling, miró a sus compañeros fijándose en lo que decía Anciano Sabio, Nigromante y Enterrador.

<< No entiendo nada… >>

Réquiem intentaba ponerse al día de todo lo que explicaba, pero no conseguía ubicar los nombres, intentaba pensar y encontrar algún tipo de hilo conductor sobre la historia que iba contando el ratling.

- Después de que nos cuente todo lo que sepa, debería venir con nosotros. Así evitaremos que los de su raza nos ataquen. Ya tenemos suficientes problemas como para que todos los ratlings que encontremos nos ataquen sin mediar palabra –

Propuso la idea y allí esperó a que el ratling acabara de  hablar y revelara toda la información posible.