Partida Rol por web

LOS MUERTOS NO SUEÑAN:

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

TERCER DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 6 DE ABADIO.

POR LA MAÑANA TEMPRANO, DESPUÉS DEL DESAYUNO.

Nigromante no dijo nada durante unos instantes, observando tras abrirse la nueva puerta como algunos de sus compañeros empezaban a registrar, primero, la habitación y, luego, los cajones. En ese momento Tormento tomó la palabra, y el mago escuchó al caústico y en general acertado monje, asintiendo con la cabeza a sus consideraciones. 

Sin embargo, al terminar, observó como tanto Anselmo como Anciano Sabio se dirigían a desenterrar el cuerpo, lo que hizo que una ligera sonrisa irónica apareciera en su rostro.

- No digo que no tengas razón... pero supongo que lo peor es la división. Y si vamos a tener que estar aquí, mejor terminar ambas tareas cuanto antes. Tan pronto lo hagamos, iremos al norte. Y veremos lo que te causa tal inquietud, Tormento. En todo caso... supongo que si hacemos una cosa y otra, de alguna forma, estamos ahorrando tiempo. Si encontráis cualquier cosa puedo intentar tasarla e identificarla.

Y tras las palabras acompaña a Anselmo y a Anciano Sabio en la tarea de desescombrar y desenterrar al pobre diablo atrapado en el derrumbe.

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POR LA MAÑANA TEMPRANO, DESPUÉS DEL DESAYUNO.

El nuevo día había comenzado y con él volvía a la ingrata rutina en la que se había convertido su existencia desde que había despertado sin recuerdos de su anterior vida. De detective había pasado a una especie de explorador y carroñero. Buscaba entre escombros los restos que otros habían dejado atrás esperando encontrar entre ellos herramientas con las que escapar o fragmentos de su pasado. Ambos trabajos, presente y pasado, tenían pequeñas similitudes, lo reconocía, pero eran las enormes diferencias las que realmente importaban. El cliente había pasado de ser otro, un alguien desconocido cuya nula relación no afectaba a su buen juicio, a ser él mismo. La otra gran diferencia era el cambio de libertad por encierro, de vocación por obligación y de una realidad gris por una negra pesadilla.

Fue mientras comenzaba a buscar entre cajones y estantes de la última habitación a la que había entrado cuando escuchó al mago. Cerró el último cajón en el que no había encontrado nada, se enderezó y, tras hacer crujir los huesos de una espalda que le molestaba desde que se había levantado, sonrió.

- Me da que las tasaciones de poco van a servir hasta que salgamos. Para entonces espero que todavía conserves ese espíritu emprendedor, Nigromante, porque con lo que estamos pasando aquí, soy de la opinión de que como mínimo nos merecemos salir ricos- bromeó.

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- Al finalizar nos vemos en el corredor – dijo a Enterrador antes de que este saliera de la sala para dirigirse a la otra habitación y tratar de desenterrar al cadáver que había bajo una pila de escombros. Alexei escuchó las palabras que decía Tormento de Tinieblas, el hombre le inquietaba con aquellos vendajes y le transmitía mucho respeto.

<< Como logra ver a través del vendaje >>

La mirada de Réquiem también observó a Buscador de la Verdad, que se había quedado con ellos dos para buscar en los cajones de la sala, con suerte no perderían tanto tiempo y al dividirse podrían hacer ambas tareas a la vez.

<< Si hay algo inquietante en la otra sala, debemos de estar preparados. Como dijo Velkan, pensar con la cabeza, he de vigilar y sobrevivir, sobrevivir como sea… >>

Después de unos segundos de pensamiento interno, se centró en los cajones y ayudó a sus compañeros a abrirlos y ver el interior.

<< Tratamientos, más tratamientos, anotaciones en los márgenes… eran del doctor Arosh Chawaar y Any Chawaar debería ser su hermana… y son de Katheer… >> Alexei iba reteniendo la información que iba encontrando.

Después de rebuscar encontraron un libro de notas de un color óxido, bastante antiguo y muy utilizado. El dramaturgo empezó a leer el contenido para ver si lograba comprender algo del lenguaje que se utilizaba, alguna pista que les pudiera ayudar en su investigación en el asilo. 

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<< Aquí no hay nada que nos sirva de ayuda, menuda mierda de anotaciones. ¿De verdad que nadie tuvo tiempo para dejar alguna pista de lo sucedido? ¿Todo paso tan repentinamente? >>

Dejó las anotaciones con cierta desgana – Esto no sirve para nada, anotaciones que no nos van a servir, menuda basura – sentenció con cierto cabreo y decepción, encaminándose hacia el pasillo a la espera de seguir investigando. Pudo ver como el resto de personas del grupo se acercó a inspeccionar las anotaciones de aquel bloc de notas del Doctor Chawaar.

Con la espada ropera en la mano observó el pasillo de un lado hacia el otro, fijándose en la puerta cerrada de la sala norte. Apretó con fuerza la empuñadura, intentando buscar el escaso valor que le quedaba en su ser, recordando de nuevo las palabras de Velkan.

<< Podré sobrevivir, he de hacerlo… >>

Seguía mentalizándose sin estar seguro de sus propias palabras. Alexei se fijó como Buscador de la Verdad, Enterrador se acercaban a la puerta de la habitación que quedaba más al norte, pudo ver como Nigromante se quedó cerca del grupo en la retaguardia junto a Anciano Sabio. El dramaturgo se acercó para posicionarse en la retaguardia y se quedó en silencio para ver si lograba captar algo detrás de aquella puerta. 

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Una gota de sudor recaía por la frente del dramaturgo, deslizó su antebrazo para retirarla a la vez que tragaba saliva mientras Buscador de la Verdad trasteaba con la cerradura de la puerta. Los segundos pasaban y parecían eternos, Alexei podía escuchar el latido de su propio corazón que bombeaba sangre sin parar e intentaba mantenerse tranquilo con un ritmo de respiración controlado y lento, inspirando lentamente y sacando el aire poco a poco, dejando que el oxigeno fuera por cada célula de su cuerpo.

Se escuchó el click que indicaba que la puerta estaba abierta, apretó con firmeza la empuñadura de su espada ropera mirando a sus compañeros más cercanos, Nigromante y Anciano Sabio. Ellos se mantenían en la retaguardia del grupo, cubriendo la parte de atrás y manteniéndose alejados de un encarnizado combate cuerpo a cuerpo.

Intentó observar por la puerta, pero solo logró ver una especie de estanterías y algún mobiliario, debían de avanzar pero no lo iba hacer hasta que el grupo se adentrara al enorme despacho que tenían delante de ellos.

- Lo conseguiremos… - comentó en voz baja para Nigromante y Anciano Sabio, pero la verdad aquellas palabras eran para él mismo, para concienciarse de que todo iba a salir bien.  

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La escena era dantesca y Nigromante no pudo sino asentir a las palabras de Hombro Izquierdo.

- Nigromante, no Pie Izquierdo. Al menos hasta que no sepamos mi nombre real- le susurro con suavidad, mientras le acaricio una de sus patas- Ya que se me tiene que conocer por un mote, que sea por lo que hago, más que por un defecto al andar- las palabras estaban acompañadas de una sonrisa nerviosa, aunque a decir verdad el mago no pensaba demasiado en lo que decía: toda su atención estaba dedicada a la escena frente a él.

Y nuevamente, le faltaban datos. ¿Hasta qué punto estaba viva o muerta? ¿eran esas energías alguna forma viva de energía negativa? ¿había muertos vivientes cerca que pudieran actuar? Había muchas dudas que el nigromante no podía resolver, pero quizás, decidir si en la zona que veían algo estaba dentro del término "muerto viviente" sí fuera posible. Agarrando de forma innecesaria su pequeño amuleto de madera de Pharasma, el nigromante intenta usar su poder de expulsión de los muertos vivientes.

Era una posibilidad remota pero... ¿y si resulta que sí valía para algo? En ese momento escuchó las palabras de Alexei, al que asintió.

- Tenemos que conseguirlo.

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El panorama que sus compañeros de desdicha le pintaban al otro lado de la puerta no era precisamente halagüeño. Nada bueno podía ser cuando hasta el cuervo de Nigromante se había decidido a participar en la conversación con algo más que una queja o compartiendo con todos, como había hecho más de una vez, la predilección que tenía por picotear ojos.

Con todos los avisos en mente y teniendo en cuenta lo mucho, y no precisamente agradable, que habían vivido los últimos días, decidió ser especialmente cauto en su obrar. Quizá fue esa la razón por la que le tomó más tiempo del normal, y le costó algo más, abrir la cerradura que les impedía el paso. ¿Acaso no era aquella otra nueva señal? Porque qué hay tras una puerta cerrada más allá de secretos, peligros o intimidad. Nada, y la última era improbable que fuera. Quedaban pues las dos primeras, y no hay mayores peligros que los que uno no conoce o no espera.

Con un leve "click" confirmó que la cerradura cedía. Guardó las ganzúas ganando así un tiempo que necesitaba para concienciarse de lo que podía esperarles y, tras un largo suspiro que tomó con los ojos cerrados, sacó sus armas y abrió la puerta.

Aun con el corazón en un puño comprobó que al otro no había nada de lo que había esperado. Aquello no fue consuelo alguno porque bueno no podía ser. La única opción que quedaba era que fuera mucho más malo.

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Desde la puerta, apenas podía ver lo que sucedía dentro de la habitación. Era consciente de la presencia de una magia de oscurecimiento de aura de gran poder y temía aquello que ocultaba. Enterrador les había emplazado a quedarse fuera mientras comprobaba la seguridad del despacho y Anciano Sabio siguió su consejo, sin embargo no estaba seguro de que la maza de Enterrador fuese la más apropiada cuando la amenaza era de naturaleza mágica.

Se acercó un poco más a la puerta y contempló la ostentosa estancia en cuyo centro se veía el siniestro charco de sangre y a la propia Losandro en trance.

Sospechó que Losandro trataría de matarlos, como todo en aquel sanatorio de pesadilla, pero se recordó a sí mismo que Farasma no prejuzga y quizá ellos de debían prejuzgar las intenciones de aquella mujer.

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Sus compañeros iban entrando al enorme salón que se avecinaba al atravesar la puerta que había abierto Buscador de la Verdad. Réquiem se acercó a Anciano Sabio, quedándose a su lado con su espada ropera en la mano diestra. Alexei no comentó nada con el anciano ya que se había sorprendido al ver la escena que había en el interior, los ojos del dramaturgo pudieron vislumbrar desde el marco de la puerta el enorme charco de sangre que había en la sala, en el centro una figura humana rodeada por una especie de neblina amarilla.

Desvió su atención hacia sus compañeros, admirando la voluntad que tenían al entrar en aquel despacho de enormes estanterías y lujosos muebles de antaño. Réquiem miró a Anciano Sabio intentando descifrar sus pensamientos, pero los movimientos de sus compañeros hicieron, que el poeta caído en desgracia, volviera a poner su atención en ellos.

<< Si esa cosa nos ataca ¿Cómo nos vamos a poder defender? Piensa… piensa… piensa… Que puedo hacer contra ella… ¿Atacar a distancia? Tal vez la ballesta, pero esa niebla si nos ataca… estaremos en desventaja, contra eso poco voy a poder hacer… ¿Si incendiamos todo? Tal vez el incendio se propaga por todo el asilo, no sería buena idea… >>  

El pequeño de la familia Mykephoros tragó saliva y se preparó para dar un paso hacia la habitación a la espera de alguna señal para entrar.  

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Tan pronto como Buscador logró abrir la puerta del despacho de Losandro, Enterrador se asomó para ver lo que había dentro. Lo que percibió fue una mezcla entre admiración por el lujo y aprensión por el ambiente corrupto de la estancia. De hecho, de despacho no tenía mucho ya que era todo un salón con una biblioteca en un segundo piso y excelentemente decorado... si no fuera por aquellas pinturas a carboncillo que colgaban de las paredes. Pinturas familiares, pesadillescas, que evidenciaban que allí se tenía conocimiento de la tenebrosa ciudad que el grupo había soñado.

El enterrador frunció el ceño conforme observó la nube púrpura flotando en el ambiente, el enorme charco de sangre en el centro de la habitación, las ilustraciones delirantes en las paredes y, por supuesto, la mujer vestida de doctora y sentada en mitad de la sangría, con la boca abierta, despidiendo aquel terrible vapor ocre.

Anselmo no supo como abordar todo aquello. Necesitaba más información y para ello debía cruzar el umbral de la puerta, introducirse en aquel lugar y constatar con sus propios ojos, de cerca, a que tipo de peligros podrían llegar a enfrentarse. Porque sin duda iban a hacerlo.

Realizó un gesto al resto del grupo para que se quedaran fuera de la habitación y penetró en el lugar con movimientos lentos, para no llamar la atención de la doctora, tal vez, Losandro. Si algo malo iba a ocurrir por hacerlo era lógico que solo uno se viera afectado, mientras el resto comprendía por observación a qué podía deberse y actuar en consecuencia. Pero no entrar en rebaño para verse todos afectados de golpe por las posibles afecciones.

Antes les pidió que esperaran y antes, varios de ellos, se metieron de cabeza ignorando sus intenciones.

Por Pharasma. Debí decirles que entraran a saco y aquí estaría solo, se lamentó el hombre, suspirando y echando un vistazo a su entorno. Tratando de discernir si aquella nube y aquella sangre podían ser peligrosas. A la mujer la obviaba.

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- Qué peculiar...- murmuró Nigromante tras cumplir solo parcialmente con el consejo de Anselmo, entrando en la sala, sí, pero sin molestar al enterrador. El mago no se acerca al humo, ni pisa la sangre, ni tampoco toca nada. Se limita a mirar, acaricándose el mentón, obviamente pensativo, hasta que invoca su poder para tratar de expulsar muertos vivientes lo que, tal como suponía, no tiene el menor efecto- Había que intentarlo. No hay muertos vivientes en esta habitación.

Miró, entonces, nuevamente, al humo, y a la pobre administradora, y al charco de sangre. Nuevamente evitó tocar nada y tras unos segundos, suspiró pesadamente.

- Anselmo... no te molestes, pero para estas cosas necesito cierta cercanía. No tienes más conocimientos que yo sobre estas materias, y necesitamos obtener cuanta más información mejor antes que actuar. Como ya he comentado no hay muertos vivientes en esta sala, aunque coincido con Hombro Izquierdo: la zona apesta a energías extrañas- hace una pausa y sigue hablando- Es evidente que el estado de la administradora es anormal, probablemente derivado de estudios de carácter anormal, peligroso y, quizás, prohibido, aunque no podría asegurarlo. Su naturaleza estoy convencido que es mágico y apostaría a que es también extraplanar, aunque esto último me plantea mayores dudas. En cuanto a la sangre del suelo, pocos datos puedo dar. No parece peligrosa pero... la precaución debe guiar nuestros pasos. Más grave es la niebla: es similar a la que se producía con un conjuro denominado niebla de oscurecimiento, haciendo que la administradora sea difícil de alcanzar. Pero me parece que tiene otros efectos mágicos en su naturaleza que no he podido definir. Algunos me da la sensación que pudieran tener efectos somníferos. Intentaré obtener más información detectando magia en este lugar. Lamento no ser de más ayuda.

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Tormento, ocupando su lugar, escuchó y vio a Buscador abrir la puerta. Ante él, una imagen desasogante en medio de un marco suntuoso. Su gesto no varió un ápice ni ante la una ni ante el otro. Hubo de adentrarse para ser plenamente consciente de cuanto allí había y ocurría. Miró a unos y a otros, y sus miradas fijas en el horror que allí habitaba y obraba. Volvió su mirada al escenario y escrutó más allá de la mujer que inevitable como un agujero negro, atraía su atención. En un momento dado, su ceño se frunció. Más allá, en la lejanía, una colección de carboncillos lo reclamó como la luz a una polilla.

-Voy a investigar -susurró a los adyacentes.

Sus pasos, comedidos, evitaron sangre y niebla y pronto vislumbró con más precisión lo que había más allá. Los dibujos de una ciudad envuelta en nieblas y un fastuoso escritorio de mármol oscuro, promesa de información. Se centró en los bocetos, seis imágenes pequeñas pero poderosas, esbozadas con carboncillo sobre pergaminos rasgados y enmarcadas con marcos de buena marquetería fina. Paisajes extraños de una interminable ciudad vacía bajo un cielo de arremolinante niebla. En una esquina de cada dibujo, una delicada placa de cobre indicaba un año, desde 4703 a 4710 RA, y el nombre de Ulver Zandalus.

Tormento no pudo evitar un escalofrío. Las imágenes eran familiares, muy familiares. Una representación de la ciudad de la pesadilla compartida por los seis antes de despertar en la Sala de Calderas del Asilo. La ciudad en la que el Hombre Andrajoso mató al monje.

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- Me parece que el "quizá" en el "estudio quizá prohibido", Nigromante, no es necesario. Me temo que es más que una certeza. Fijaos en el fasto, en los excesos que nos rodean. Hablan de algo más que de la vanidad de esta... - guardó silencio mientras masticaba bien los apelativos que se le ocurrían, hasta que de ellos no quedó más que una palabra neutra que soltó con trabajada indiferencia- Administradora. Este manicomio es para personas de familias pudientes, pero no tan pudientes como para permitirse esto. O no al menos para el número de pacientes que puede albergar. Alguien la financió para algo más que para el bienestar de los pacientes, y tengo la impresión de que es una financiación que ha ido en aumento recientemente. Alguien tenía interés en algún estudio que la Administradora estaba o podía llevar a cabo. Un estudio que nos concierne. Demasiado.

Se adelantó un poco más acercándose al lugar al que había acudido Tormento. No demasiado, lo justo para señalar y llamar la atención de sus compañeros sobre los dibujos a carboncillo que colgaban de la pared opuesta a la entrada. Aquellos dibujos habían sido conservados con esmero en marcos cuyo lujo no desmerecía del lujo del resto de la habitación.

- ¿Os suena? Los dibujos, digo. Miradlos bien. ¿Acaso no recorrimos la ciudad de pesadilla que representan antes de despertar aquí sin recuerdos?

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Enterrador asintió a las palabras de Nigromante. Sin duda hacían falta más ojos para entender qué era todo aquello y por tanto la necesidad de que otros entraran era imperiosa. Debían correr el riesgo.

Mientras oía explicaciones a las observaciones del arcano y de Tormento, el enterrador realizó su propio análisis.

- Así que esta es la Administradora Eliege Losandro, la persona que dirigía este asilo - dijo en voz baja -. Desde un punto de vista está técnicamente viva, aunque con la pérdida de sangre debería estar teóricamente muerta - teorizó mirándola fijamente desde la distancia -. Lo cual, si nos basamos en precedentes de otros individuos en este complejo, nos deja con la idea de que el que siga manteniendo su naturaleza humana es discutible - apuntó, dando a entender que la mujer ya no era lo que fue, pero sin tener claro en qué se había convertido. Escuchó la opinión de Nigromante y asintió conforme: una nueva naturaleza extraplanar sí sería posible.

- Mirad su gesto de dolor y agonía - señaló a sus compañeros -. Está sufriendo enormemente. Y su mirada perdida, con esos ojos en blanco... Sin duda su mente se ha roto. Personalmente, creo que lo más compasivo sería poner fin a su existencia, pues dudo mucho que su estado sea reversible o que vaya a mejorar en algo - afirmó sujetando con fuerza su maza, pero no avanzando tras sus sospechas sobre esa nube púrpura que la envolvía que negaba una buena visibilidad sobre ella.

- ¿Somnífero dices? - preguntó refiriéndose al mago que daba la información sobre otros posibles efectos adversos del icor -. Vaya eso sí que puede ser un problema. Dormirse y aquí - afirmó mirando con aprensión a los familiares cuadros que Tormento ojeaba y luego tanto a la nube como al charco de sangre, tratando de ver una relación entre ambos.

Al comentario final de Buscador, Enterrador asintió respondiendo de inmediato.

- Nuestro antiguo patrón: Haserton Lowls, Conde de Versex - afirmó con rostro serio y entrecejo fruncido.

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Anciano Sabio aguardó a la entrada junto a Requiem mientras los demás entraban en el despacho y comenzaban a explorar. Pasaron los segundos y no ocurría nada, por lo que Anciano Sabio decidió primero asomarse y luego entrar a buscar algo que diese sentido a lo que veían.

En primer lugar pensó que Eliege Losandro podía estar protegiendo el sanatorio a través de algún ritual de la niebla que amenazaba fuera. Pero luego cambió de idea. Tanto si Losandro ejecutó un ritual por iniciativa propia o si fue la víctima de un sacrificio, ahora se había convertido en algo diferente, probablemente no fuese más que el instrumento de alguien o algo. Y Anciano Sabio dudaba que ese "algo" fuese benigno.

En la biblioteca no encontró ningún libro que explicase la naturaleza de lo que estaba pasando y se inclinaba a pensar que dicho libro no existía. La situación de aquella mujer le inspiraba lástima, miedo y repulsa al mismo tiempo. No sabía que cómo actuar y las palabras surgieron sin pensarlas.

-Quemémosla. Démosle paz.

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Sin retroceder, manteniéndose donde estaba y dada la cercanía de los suyos, comentó cuanto veía en los bocetos. Ante el brusco comentario de Anciano sabio no pudo sino volverse.

-Ella ya descansa en paz. Cuanto ahí vemos no es sino una carcasa. Podemos quemarla o no, pero ¿sabemos las consecuencias de tal acto? -dijo en alusión al torrente de niebla que emergía de aquella boca-. Quizá haya respuestas en su escritorio. Solo que acceder a él sin más, eludiendo sangre y niebla parece complicado. Quizá yo pudiera, pero sería arriesgado. Si fallara y cayera en ese charco o fuera rodeado por la niebla... ¿Alguien cuenta con una cuerda? Atada a mi cintura podría intentar alcanzar el mueble. Si cayera, podríais tirar de mí con premura evitando grandes males.

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Nigromante no se inmuta ante las palabras de Anciano Sabio, ni ante la prudencia de Tormento. Pareciera que su mente se ha abstraido, como si buscara algún dato concreto. Finalmente, asiente, mirando primero a Anselmo y luego a Gabriel.

- Este lugar es interesante. No creo que debamos arriesgarnos a quemarlo, en eso, estoy con Tormento. Puede haber datos que nos sirvan para tratar de escapar de este lugar. Y en otro orden de cosas... una niebla somnífera. Alguien de mente fuerte, obviamente, con magia extraplanar implicada, que se encuentra entre dos mundos- su mirada pasa ahora a Anciano Sabio y a Tormento- ¿No recordáis lo que dijo ese infame bicho medio humano? Matar al hombre fuerte y el Hombre Andrajoso será arrojado unas horas a nuestro mundo, y podremos matarle. No es posible estar seguro pero, pienso, es la Administradora Eliege Losandro el hombre fuerte. Y tenemos que matarlo, lo que invocará al Hombre Andrajoso y, tal vez, nos permitirá salir de esta trampa mortal. Propongo usar armas a distancia para ello, si es que tenemos algunas.