Partida Rol por web

Un grito desgarra la noche, casi al mismo tiempo que el primer rayo de sol desgarra la cortina de nubes en el horizonte.

La mayoría de los huéspedes se ponen en pié y buscan el origen del grito. Parece que procede del Comedor, así que pronto se reúnen en congregación matinal donde siempre, pero en este caso con intenciones poco gastronómicas, por lo menos de inicio.

Un sollozo permite afinar la búsqueda. Pues no proviene del comedor, más bien parece que lo haga de la cocina, justo enfrente. Cuando los huéspedes penetran en la cocina, por una puerta acceden al dormitorio de las sirvientas. Allí está Yvette, con el rostro y brazos amoratados, como si le hubieran golpeado fuertemente. Ella es quien ha proferido los gritos y lamentos, pero no son por ella solamente, según parece, pues se lamenta señalando a su compañera Eleanor, que permanece en su cama inmóvil.

Un examen más detallado, indica que ha sido asesinada, más concretamente ha sido estrangulada, pues es evidente las marcas del cuello.

En ausencia del doctor, las enfermeras son las que examinan el cuerpo y así lo dictaminan. Es más, se percatan de una fuerte contusión perimortem bajo el cuero cabelludo, a la altura de la cervical. Parecería que primero la noquearon de un golpe y después la estrangularon.

Tras la impresión inicial, todos se reúnen en el Comedor. Algunos accedieron allí directamente a consultar las figuras de los negritos, pero no apareció ninguna nota aunque, eso sí, algo había cambiado. En lugar de estar las figuras repartidas en los dos grupos que habían estado desde un primer momento, esta mañana todas las figuras africanas estaban juntas y revueltas. Como si alguien las hubiera juntado en un solo grupo de estatuillas. 

Tal y como había amanecido el servicio, nadie se quejó de tener que entrar en la cocina y prepararse por sí mismos algo para desayunar.

Los que se atrevieron a mirar fuera de la casa, vieron que el tiempo había mejorado mucho respecto al día anterior. El cielo conservaba pocas nubes y, a pesar que el viento aun soplaba, ya no era aquel vendaval que había azotado la isla las últimas cuarenta y ocho horas.

Un grito de mujer desgarra el alba y salgo apresuradamente de mi habitación presa del pánico aun en pijama y con un caro batín emcima.

Corro hacia el otro ala de la mansión temiendo lo peor. No veo a Penny, pero alguien indica que el grito parece venir del comedor.

Bajo a la carrera y, al llegar allí, me tranquilizo un poco al verla cuando todos se reunen. Un sollozo nos lleva a la cocina, alguien abre la puerta de la habitación del servicio y allí está muera la señora Morstan y amoratada y golpeada la francesa.

El primer instinto es el que prima en un hombre, y, aunque seguramente la sirvienta lo rechazaría, Gustave no piensa en eso, tampoco en las implicaciones de la escena. Corre hasta Yvette. Por Morstan poco se puede hacer ya.

¡Señorita Mercier! ¡Está usted herida! ¿Qué ha ocurrido? ¿quién le ha golpeado? ¡Que alguien traiga una toalla humeda con agua fría o algo de hielo!

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Tras el susto inicial, todos se reunen para el desayuno. Gustave ya está correctamente vestido y ya han intentado consolar a la asistenta. Gustave no da más vueltas en torno a lo obvio. Las dos últimas muertes han demostrado que las sospechas de muchos estaban equivocadas. Algunos habían desconfiado del doctor y otros de la señora Morstan. Los asesinos se habían encargado de disipar ambas dudas. Aun quedaba pendiente el asunto del dispositivo mecánico que activase la trampa que cayó sobre el doctor, pero aún así se negaba a creer en lo inexplicable hasta haber agotado las opciones. No se entretuvo tampoco en esto.

El tiempo mejora. Quizás hoy averiguemos algo del barquero. Deberíamos darnos prisa y organizar la expedición. Anoche algunos hablamos de dividirnos por sorteo en dos grupos, uno que inspeccione la casa y otro la isla en busca de algún escondite o cobertizo desde el que actúan los asesinos.

De vuelta a mi habitación, aún conmocionada tras el intento de asesinato me encuentro el cadáver de Ele.

Despacio, me siento en la cama junto a ella, sin ninguna emoción y le cierro los ojos con mano trémula.

 -Han venido a por mí, la han matado por compartir habitación conmigo.- Pienso funestamente, aunque ni siquiera consigo sentir pena por Eleanor. Ella descansa. Yo sigo en el infierno.

-No te acerques a mí- Le digo al sire en tono amenazador. Nada de lo ocurrido me ha hecho olvidar que por su culpa murió el doctor.

Aún en estado de shock paso por la cocina y el bar, donde me hago con una bolsa de hielo y la botella de ese Whisky añejo que dejé a medias la otra noche. Descalza, en camisón, vagando como un alma en pena y sin decir ni media palabra finalmente me dejo caer en uno de los butacones del salón. Con una mano sujeto la bolsa de hielo sobre la zona dolorida de la nuca mientras con la otra me acerco la botella de Whisky a la boca, quito el corcho con los dientes, lo escupo, y a morro le doy unos tragos tan largos que dejarían en ridículo a un bebedor habitual.

-Habéis intentado asesinarme, no esperéis un desayuno continental hijos de puta.

-Estaba dormida en mí habitación, me han amordazado, me han puesto una capucha y me han noqueado- Digo sin andarme con rodeos, antes de que empiecen a atosigarme a preguntas. Dudo unos instantes antes de revelar el nombre de mi salvadora. -Lo siguiente que recuerdo es estar tendida en el pasillo frente a la cocina mientras Elisabeth me despertaba. De no ser por ella estaría muerta.-Digo dedicándole una mirada de gratitud.-Creo que nos enfrentamos a tres asesinos, pero Elisabeth lo sabe mejor, yo ni siquiera los vi.

De nuevo el Sire sigue intentando dirigirnos y lo increíble es que después de haber acusado abiertamente a un inocente aún haya gente dispuesta a seguirle la corriente.

-¿Qué pasa Gusy? ¿Ya no quieres que le demos vueltas al tema de las banderitas? ¿Ahora prefieres que nos vayamos de excusión? -Sacudo la cabeza con incredulidad. En lo que a mí respecta no pienso perder el tiempo siguiéndole la corriente en otra de sus tonterías. -Pasará el día y lo único que quiere es hacernos perder un tiempo valiosísimo que podríamos emplear en descubrir a los asesinos.  

-Bah, ¿para qué me molesto? Siguiendo al panoli ese esta noche acusarán al párroco por no rezar o a Everet por hablar con su madre o a Elisabeth por salvarme el pellejo.- Pienso cada vez más convencida de que lo mejor que puedo hacer es ir a mi habitación, acostarme, meter la cabeza bajo la almohada y esperar el inevitable desenlace.    

No es idea mía, si eso te sirve para tranquilizarte un poco, pero si creo que es buena idea. En cuanto a las banderas, sigo pensando que tendría sentido hacer una lista, si somos capaces de diferenciar de nuevo las estatuillas. - Le respondo como si hubiese contestado educadamente y planteado una pregunta con sentido. No hago comentarios sobre su intento de asesinato hasta escuchar a Cavendish.

Después dirigiéndome al señor Cray

¿Ve lo que le decía? Ella solo habla conmigo para vomitar basura. - Después mirando de nuevo a Mercier. - Debería revisar sus aliados y sus juicios. Ya le he defendido varias veces. Pero lo que más me sorprende es que primero me felicite por acertar con Dyle y acto seguido crea que nada de lo que digo tenga sentido. Sigue igual de ciega. Dígame una cosa, ¿sigue convencida de que quedarse en su habitación es muy seguro? ¿se ha dado cuenta al fin que negar sistemáticamente lo que diga otra persona es ridículo y contraproducente?... No sé para ue me molesto... ¿Es consciente de que yo no he matado al doctor? ¿Es consciente de que si de verdad supiera quienes son los culpables a ciencia cierta sería la mejor prueba de mi propia implicación? ¿es consciente de que se centra más en quién dice qué que en escuchar lo que se dice? Señorita, ha sufrido una vivencia horrible, pero se lo diré una vez más a ver si consigo que le entre en la cabeza: Se está enconando conmigo, pero yo estoy totalmente contra los asesinos. Por deferencia a lo que ha vivido, hoy procuraré no contestarle más por ridículo que sea su comportamiento y sus perretas, pero tenga a bien intentar guardarse las opiniones venenosas y nada producentes que se resuman en: "Odio a este tipo". No aporta, y solo levanta suspicacias en su contra. Suspicacias que le puedo prometer no solo no comparto, sino que combato.

Dormitaba en su habitación cuando escuchó el grito desgarrador. Abrió los ojos como si fueran dos luceros, y salió de la cama como impulsado por un resorte. Otra vez. Había pasado otra vez.

Raudo, cogió su batín, se dirigió hacia donde intuía que era la fuente del grito, y llegó cuando ya había una sirvienta, y el caballero Cavanough enzarzados en una discusión.

Escuchó con atención lo que decían, pero no podía evitar pensar que aquella mujer se movía por empatía hacia su compañera.

¿Es que no pararán nunca? Se preguntó, algo contrariado, torciendo el gesto, y con una mueca perpetua en su rostro. ¿Cada noche se encargarán de uno de nosotros sin descanso? 

Un grito, dos ataques. Una mujer muerta y otra herida y agredida. Yvette había demostrado ya otros días que su actitud distaba mucho de gustarle a Sally. Compartía parte de sus pensamientos, pero la joven viuda era más comedida, parlamentar antes de insultar era siempre la mejor opción para ella.  -  No creo que deba alterarse dado por lo que ha pasado esta noche. Si le sirve de algo, a mí Cavanough tampoco me convence. Asesino o no, demostró ayer estar más perdido que nadie acusando al doctor sacándose cosas de la manga como que era un mentiroso.  -  Ella misma se había fiado de su palabra, pero era difícil que eso pasase. -  Me parece muy bien, señor, que opine que el odio no sirva para acusar a nadie, no es un buen método y yo no lo comparto. Pero tampoco culpe a la señorita Yvette por culparle a usted, pues usted hizo lo propio con el Doctor, que de él si estamos seguros que no era un asesino al ser un negrito. Si le soy sincera, a mí me cuesta no sospechar de usted viendo como actuó, y desde luego, me cuesta aún más verle como alguien útil para encontrar a los asesinos como parece definirse usted mismo.

Por sorprendente que pudiera parecer, Sally dirigió entonces la mirada al joven al que ella misma defendió el primer día para que su opinión fuera tomada en cuenta.  -  Ayer señaló al párroco diciéndole que le extrañaba que no diera sermones ni discursos tras las muertes.  -  Un motivo de sospecha que ya le parecía absurdo de por sí, pero que no iba a juzgar en ese momento.  -  Sin embargo, sus sospechas "reales" fueron dirigidas luego a Prudence Bennet. Si le escandalizaba tanto la actitud del hombre religioso y tan sospechosa le parecía, ¿por qué cambió de opinión a la hora de la verdad?

Más que una acusación había mucho de curiosidad en su pregunta, pues se le escapaba por qué alguien que parece convencido de la culpabilidad de alguien se dirige luego en contra de otra persona.

-¿Odio? odio se queda corto para expresar el asco que me das- Le espeto al Sire de mala manera- Te detesto por pesado, te detesto porque no dejas de decir tonterías, te detesto porque acusaste abiertamente un inocente con una sarta de chorradas sin fundamento, te detesto porque acaban de intentar asesinarme y aún así eres tan palurdo de decir que yo “levanto suspicacias”. Pero por encima de todo, te detesto porque estoy convencida de que tú eres uno de los asesinos.  Me había propuesto ignorar al sire pero esa cochina manía que tiene de no dejar hablar a nadie más e interrumpir constantemente cada vez que abro la boca me enerva.

-No todo está perdido- Pienso al escuchar a Sally.

-Por lo menos el que intentaran matarme ha servido de algo. Ahora sabemos que hay tres asesinos. Uno de los asesinos es Gustave- Digo sin contemplaciones -  Penny es otro –Continuo acusando - y el tercero tengo dudas entre Prudence, el hermano fuma-opio o Jaqueline. – Les digo al resto con total seguridad.-No me equivoqué con el doctor y no me equivoco ahora.

Mi instinto rara vez se equivoca- Digo encaminándome a mi habitación con la bolsa de hielo y la botella de whisky. Llevo advirtiéndoles desde el primer día, no pienso perder más tiempo predicando a quienes no quieren escuchar.

Señorita Miles. A nadie le pesa más que a mi la muerte del doctor. Pero que mintió no es una opinión. Es un hecho corroborado. No entiendo por qué lo hizo. Quizás fue por descuido, como decía Beddingfield, pero a mi me llevó a confusión ese comportamiento, y a usted también, sino no le habría señalado. Desconfíe tanto como quiera de mi, pero la mala interpretación de su comportamiento no me atañe em exclusiva, aunque yo fuera el que la pusiera de manifiesto. Y desde luego yo no "me saqué de la manga que el era un mentiroso". Yo les hice saber que él había mentido y confundí sus motivos.

Ignoro deliberadamente a Mercier, tal y como le había dicho

Owen tras lo sucedido el día anterior estaba seguro de que iban a matar a Yvette, así que intentó permanecer despierto por si escuchaba algo en la habitación contigua. Lejos de conseguirlo en alguna hora indeterminada de una noche interminable cedió a la fuerza de un sueño lleno de pesadillas. Escuchaba gritar a Yvett y salía corriendo de la habitación para encontrarsela muerta Es tu culpa!! gritaba el doctor a su espalda, y Owen no sabía si se refería a la muerte de la sirviente, del doctor, o de ambas. Cuando retrocedía tropezó con un cadáver, el de Aldred, para caer en un suelo irregular y carnoso, formado por la legión de cuerpos sin vida que él mismo había sembrado. Al instante un espacio entre ambos de esos cuerpos se ensanchaba y, como si de arenas movedizas se tratasen, empezaba a tragárselo.
Un grito le despertó de una pesadilla para abocarlo a una mucho peor, mucho más real. El grito era demasiado cercano y el miedo a que Yvette hubiese muerto le hizo saltar de la cama para encontrarse con la escena. Suspiró al ver a Yvette viva y sus primeras conclusiones fueron que la propia Morstan había intentado matarla, se sorprendió al ver hasta que punto había malinterpretado todo.
Escuchó los intercambios de acusaciones con silencio y guardó bien hondo en su cabeza las palabras de Yvette. El hecho de que hubieran intentado matarla confirmaba que sus palabras contenían demasiada verdad para el gusto de los asesinos, y eso era buena, muy buena señal.
Me alegro mucho de que haya sobrevivido Yvette. Y me gustaría, si usted quiere y confía en mí, dormir en la otra cama de su habitación esta noche. A buen seguro que esta noche volverán a intentar asesinarla. Observó a los presentes, sinceramente le daba igual si les parecía impúdico aquello o no, lo que había en juego era mucho mayor Si no quiere no insistire, cuídese y descanse le dijo ya que al parecer se iba a descansar a su cuarto. Era una buena idea, si el asesino era uno de nosotros y estábamos todos reunidos debía estar a salvo en su habitación. Además que parecía acusar los lógicos nervios de alguien que casi acaba de morir, decía que no había visto a sus atacantes para luego hacer dos acosaciones directas que al menos por ahora, Owen iba a coger con pinzas. Owen buscó con la mirada a alguien Mientras Yvette descansa quizás la señorita Elisabeth pueda aclararnos más cosas Si Yvette le resultaba de confianza y Elisabeth le había salvado la vida, también debían ser de fiar.

El nuevo día había traído consigo nuevas malas noticias. Yvette había sido presa de un ataque nocturno y solo la intervención de la mano de Dios había impedido que fuera asesinada. Lamentablemente la otra doncella no había tenido la misma suerte. ¿Sería cierto que Morstan había muerto en su lugar? ¿Que los asesinos, frustrados por el escape de la Mercier se habían desquitado con la otra mujer? A Margaret se le ocurrió una nueva posibilidad. Tal vez Morstan se había interpuesto entre los atacantes e Yvette, dándole a esta una oportunidad de salvar su vida, pero sacrificando la propia. La Beddingfeld se acercó al salón apesadumbrada, donde se dejó caer en uno de los sillones sin ánimo más que para tomarse un té.

-Lamento haber desconfiado de la señorita Morstan el día de ayer. Su muerte parece indicar que ni siquiera estaba en la lista de los sujetos víctimas de la venganza de nuestro anfitrión. No hay negrito roto ni verso que así lo indique. Tan sólo ha sido una víctima colateral.

Tras unos instantes, Margaret dejó su asiento y se acercó a Yvette para quitarle suavemente la botella de whisky y reemplazarla por una taza de té bien cargado-. Después de la conmoción que has sufrido, no sería bueno que bebieras alcohol, menos aún después de haber perdido el conocimiento. Toma, el té te ayudará a relajarte. Si necesitas analgésicos,te puedo alcanzar algunos, pero no bebas para ocultar el dolor. Te necesitamos entera... -miró a los presentes, sobre todo a los señalados por la sirvienta minutos antes. El ataque a su persona reforzaba lo que Margaret creía, por lo que, las horas siguientes podían ser fundamentales para desenmascarar a los asesinos.

-Yvette, ¿por qué estás tan segura de la culpabilidad de Gustave? Ayer parecías aceptar que sólo se trataba de cabezonería, que las acusaciones que había lanzado contra el doctor no eran más que producto de su estrechez de miras... ¿Por qué hoy vuelves a señalarlo de manera tan agresiva? No es que quiera poner en duda tus palabras, pero después de lo que pasó ayer con el doctor, necesitamos pruebas de lo que dices. Sabías que Champlain era inocente, pero no nos informaste como fue que lo supiste. Dado el riesgo que corriste la noche pasada, será mejor que nos des toda la información que puedas, aunque haya sido obtenida de manera... poco decorosa -durante la reunión de la noche Margaret había expresado su opinión de que Yvette, como mujer de la servidumbre, había tenido acceso a todas las habitaciones y probablemente había estado curioseando en ellas, pero la mujer reconoció para si misma que aquello sólo se debía a sus prejuicios de que la servidumbre era fisgona por naturaleza.

Jaqueline entra al lugar donde se encontraban todos tapandose la cara, el susto de los gritos la hacia caminar incluso no queriendo seguir acercandose. - El cuarto de los servicios, por Dios..

Horrorizada por lo que está presenciando, una historia de terror que nunca acaba.

- Yvette, traquila que todo estará bien mi niña? acaricia su espalda tratando de calmarla.

Cuando había vuelto a la cama, tras haber salvado a Yvette, me había vuelto a acostar con el batín. Aunque todo parecía haber salido bien, me sentía más cómoda estando lista para salir si era necesario. Como finalmente resultó ser. El grito me despertó de golpe, avivando los nervios que, aunque no del todo, se habían calmado algo en las pocas horas que había logrado dormir. Salí corriendo hacia la planta baja, directamente a la habitación de Yvette.

Un suspiro de alivio salió de entre mis labios al ver que, aunque aún traumatizada, se encontraba viva. Lástima que su compañera de habitación no hubiese corrido la misma suerte que ella. Y yo que pensaba que ella estaba en el ajo...

- Cuando me fui a la cama tras la reunión -comencé a hablar, mirando a Owen, porque era el que había pedido mi relato-, me sentía incómoda. No podía dejar de pensar en Yvette porque, como mencioné en la reunión que se mantuvo en el salón, había dado un dato importante sobre el Doctor, algo que había resultado ser cierto. -Tragué saliva, al revivir la escena mentalmente.- Llegó un momento que la preocupación fue insoportable y, aunque no escuché nada, bajé igualmente para cerciorarme de que Yvette estaba bien. Nada más llegar a la planta baja, había tres personas que cargaban un gran bulto. Parecían venir de la cocina, y su dirección era sin duda el embarcadero, pues parecían pretender salir por la terraza. -Tomé aire y lo solté lentamente, tratando de mantener la compostura.- Les grité. Sí, puede que no fuese la mejor opción, pero me alegro de haberlo hecho porque gracias a ello, soltaron a Yvette. Entonces, los tres asesinos, se detuvieron y, aunque temía que viniesen a por mi, pues durante un instante dudaron, tras soltarla, se dispersaron.  -Me abracé a mi misma, frotándome los brazos. Tenía la piel de gallina.- No logré ver por dónde escaparon, así que fui corriendo hacia lo que habían soltado que, resultó ser Yvette con una bolsa de terciopelo cubriendo su cabeza. Estaba amordazada, e inconsciente, aunque gracias a Dios no me costó demasiado hacerla reaccionar. La acompañé a la cocina, pero dijo necesitar algo de aire, así que salimos al exterior. Cuando la vi algo mejor, volví a mi habitación.

Miré de soslayo hacia la cocina. Si me hubiese quedado, igual Morstan también hubiese librado...

- Otro dato que, aunque quizás no tenga nada que ver con lo anterior, sea mejor compartir es que ayer volví a percatarme de cómo las señoritas Barrow y Berett volvían a hacerse mensajes crípticos para quedar en la noche. -Miré a ambas, con la duda mostrándose en mi rostro.- De verdad que no os entiendo. Viendo como están las cosas, lo más sensato, si se es inocente, es evitar a toda costa las reuniones nocturnas. Conmigo misma intentaron reunirse ayer, y yo no aparecí, de hecho, por eso mismo dije en voz alta que yo no sería parte de ninguna, porque no quiero sembrar la duda con respecto a mi inocencia. ¿Qué os lleva a quedar tanto en la noche? Si fuéseis inocentes... no creo que os arriesgáseis a que otros pensasen lo contrario, tal y como estáis haciendo. Porque, claro... los asesinos no se arriesgarían a quedar en pleno día, ¿verdad?

Después de dormir a pierna suelta Everet se despierta con la sabana pegada a la boca, Dios santo he dormido como un crioohhhh otra vez alguien grita!, se tapa la cabeza con la almohada hasta que se hace al animo de bajar con el resto.

Los mismos improperios y las mismas acusaciones, pero en fin… dice a sus compañeros cuando se calman un poco, silencio, tu calla ya histérica!! Le grita a Yvette.

Anoche me reuní con unas personas, esas personas pueden decir quienes son o no… eso ya es cosa de cada uno, bien? Sigamos… yo tenia una teoría que es la siguiente, Yvette es una deslenguada, no tiene educación y la verdad que cuando pone ese tonito de voz con acentillo francés e insulta me dan ganas de apretarle el cuello hasta que se le caigan los ojos al suelo y pisarlos después para dárselos de co…,se pellizca repetidamente las piernas al ver que se le va de madre su reacción, mira al suelo, se recompone y sigue hablando, perdón…sino hubiera gente como ella no existirían los asesinos, cierto? Jejeje, dice en tono cómico para relajar el momento.

Pues en esa reunión expuse que seguin veo Yvette es la dueña de la mansión, por que….?  Es una deslenguada, desde luego que nadie le a parado los pies, es mas ni siquiera sus propios mayordomos, ha bebido del mejor licor y se atreve a insultar al Señor Cavanoug y hablar de masturbaciones…. En fin, ahora dirá ella que es mentira y que estoy loco, es mas Owen que acaba de proponerle dormir con ella la defenderá, hemos visto incluso tres muertes en una habitación y por que no matarla a ella, es más dan ganas de matarla ahora mismo, os lo diré… por que ella a contratado a Benett como asesina a sueldo…

-Oh no es posible!!

-Usted inventa Señor Schuls!

-No me lo creo….

Dice Everet poniendo distintos tonos de voz.

Se de lo que hablo y no invento, por que pensaran ustedes…. Por que he ido a sus habitaciones a espiarlas, ahora me expongo a que tomen medidas contra mi, pero no puedo seguir escuchando a esa furcia de acento afrancesado mintiendo y si hay que matar a la vieja de Bennet la mato yo.

Yo ya no me atrevo a decir nada, pero tengan por seguro que soy inocente.

Por lo que a mi respecta lo mismo puede ser un montaje que verdad el ataque sobre la muchacha. Pero si es necesario, para demostrar mi inocencia, pido que si Yvette es capaz de conocer nuestras capacidades (como todo parece indicar), culpabilidad o inocencia, que me analice. Que entre en mi cuarto y luego exponga sus conclusiones. No tengo ningún miedo de lo que pueda encontrar.

Everet chasquea los dedos cerca del Señor Cavanouhg

Hola? Uhmmm no se si escucha usted bien, he dicho, es mas me he expuesto al decirlo que soy yo el que puede averiguar que esconde cada uno en su habitación, uhmm usted esta aquí y ahora? Tiene las “nociones” alteradas? Ve una luz?

Miré al loco del polo azul*, totalmente boquiabierta, sin entender cómo se podían soltar tantas estupideces por la boca en cuestión de segundos.

- Que es una deslenguada nadie puede negarlo, pero de ahí, a acusarla por eso mismo de asesina... -Sonreí, incapaz de creer lo que oía.- Y no se salvó ella sola, no fue por arte de magia, ni porque los asesinos pasasen de ella. Llegué, y la libré. Estaba amordazada, e inconsciente por un golpe en la nuca, que tú mismo, si abres los ojos, podrás ver.

Solté un bufido al escuchar al escritor.

- Lo que hacen las faldas, ¿eh? -Dije, indignada, mientras negaba con la cabeza.- Dice que no se atreve a decir nada más y sin embargo bien que no tarda en soltar que quizás todo sea un montaje. Eso si, lo que dijo usted del Doctor, que tenía algunas partes que eran para cogerlas con pinzas, es la verdad absoluta.

- Yo no sé si esta muchacha -Señalé a Yvette.- Tiene alguna forma de saber información tan valiosa, pero sí es cierto que acertó con la inocencia del Doctor, y han tratado de matarla justo después de decirlo, así que eso dice bastante al respecto. Que ponga en duda que ha sido atacada... es de risa. Nunca creí que fuese culpable, pero ahora... lo pongo en duda. O lo es, o simplemente está completamente alelado por promesas de cama.

-Ya que hablamos de reuniones secretas... Tal vez el señor Schuls nos quiera contar por qué había citado a la señorita Morstan para esta noche. Es curioso que apareciera muerta, no?

-Sinceramente, estoy con miss Cavendish, si hay alguien que parece estar soltando un farol, es nada menos que él, que por otra parte acaba de expresar que la mataría sólo por deslenguada.

Everett. Si eres tú también te animo a comprobarlo. Señora Cavendish ¿no me oye o no me escucha? Simplemente compruebenlo. Soy inocente. Y si no sé que pensar es porque aquí nadie puede saber si usted dice la verdad o no y lo mismo ella O Everett. Anoche yo mismo la defendí y manifesté la importancia de protegerla. Tengo testigos de que fue así. Crei y así lo dije, que ella era importante para encontrar a los asesinos, pero ahora el señor Schuls manifiesta tener la habilidad que me hizo creer la inocencia de Yvette. Puede que ninguno de los dos mienta. Igual que puede que usted tampoco. Reconocerá que no existe forma de saber si mienten o dicen la verdad ¿no?. Pues por eso me ofrezco. Analicenme. Me convertiré en su mayor defensor

Esta usted confundidididisima enfermera…. Yo no quede con esa Señora* anoche, quien se lo dijera esta mal informado, yo intente quedar con la propia Yvette para convencerla de que esto es una locura y nos dejara salir, dicha francesa deslenguada sabe perfectamente quien es asesino y quien no, es mas sabe quienes son las figuritas, por eso indicó al Doctor…, es mas la propia Yvette contrató a Bennett, quien le dice que no le dijera “ponme bonica y así ya no sospechan de mi, pero abrázame después que me da cosa”

Enfermera, Dios no me regaló el don de la palabra, pero si soy sincero.