Partida Rol por web

La mañana llegaba con un último suspiro, como si el aliento dejara paso a la muerte y nada más... un vaho que hedía a olvido, mientras la incertidumbre de descubrir aquella sensación se hacía propia hasta saber que había pasado en realidad...

Olenna, aún jadeaba tras aquel aliento, mientras sus manos tensas en el suelo buscaban su bastón, aquella sensación dedicaba miedo y alerta, hasta que sientió y comprobó como la esencia de de Roy se evaporaba de su mente, mientras su cuerpo y el del panda, seguían en el suelo, sin movimiento que presagiara su vuelta o resurrección.

Un chasquido en la lengua, tras comprender lo que pasaba, antes de encontrar ante su mirada el escenario que la muerte dejaba como regalo matinal. 

Las nubes aún cubrían el cielo, y el frío atenazaba sin aquellos rayos que parecían infundir de fuerza vuestras almas, era como si aquel día se sintiese más la falta de comida, de abrigo, la falta de una vida en la otra realidad, aquella que embaucaba al resto del mundo y dejaba aparte a la maldita Oldland y aquellos que vivían en su maldición.

Aquella mañana fría se presentaba, con un cuerpo frente a todos, lleno de golpes... con un laberinto de hematomas que infundían su cuerpo en una forma antinatural... incluso su rostro parecía hundido. Aquella paliza podía ser la principal obra de su muerte, aunque algo avisaba sobre su cuello de que si aquella tortura no había sido suficiente, su atacante había apretado su cuello hasta molerlo y avocarlo a la axfisia.

Al lado de su cuerpo, su compañero Quón... con los ojos blanqueados por el toque de la muerte... y un claro destrozo en sus patas y cola, dejando solo a salvo unos dientes que no le habían salvado ni el ni a Smel... La sangre de ambos se acumulaba bajo su piel en precipitados moratones, como si la muerte hubiera sido demasiado rápida como para encontrar una salida entre su carne y el aire, mostrando aquellas heridas a los demás.

Pero no era el único en caer... pues si el conteo no fallaba, había una presencia que faltaba y que gracias a su compañero era fácil de encontrar... Nadie pierde un elefante, ni siquiera en Oldland....

Vuestras miradas bailaban con las lindes en busca de su posición, y entonces entre la maleza encontrasteis la muestra de aquella fuerza que despedazaba ilusiones, rompía historias y devolvía dolor...

Sus manos atadas, era la primera visita a vuestra mirada... una primera ventana aquella tortura que amanecía sin dilación. Tras aquellos brazos prisioneros la cabeza de Nimay, se adelantaba a su propia curvatura, dislocada hacía uno de sus hombros, mientras su cuerpo tendido seria la próxima puerta que reflejaría el dolor.

En mitad de su espalda, uno gran colmillo de marfil se adentraba en su carne rompiendo todo aquello que encontraba incluso el suelo, y anclándolo a aquella posición.

Sus piernas se deformaban en un masijo de carne y huesos destruidos, tras unas huellas que pronto llevaban hacía la pezuña ensangrentada de Haathee... Aquella misma huella que había destrozado el cuerpo sin vida de su compañero, estaba separada por unos centímetros de su propio cuerpo, tan sólo se unía al mismo un jirón de carne a punto de romper.

El estómago del paquidermo dejaba sobre el suelo un baño de vísceras y sangre empañadas en sangre y hiel, mientras que el propio rostro de Haathee se abría en dos, indicando el camino por el que alguien había obligado a su colmillo a salir.

Dos cuerpos, diferentes... uno sangriento y otro sin rastro de la misma en su ser... pero ambas muertes cruentas, como una doble cara de una misma moneda... la muerte, aquella vacía doncella que usaba nuestros cuerpos como espejos de su gratificante dolor.

Aquel día encapotado se alzaba con dos muertes, pero como pasar en días anteriores, la vuelta de un caído resonaba en el lugar... Antes de hacer acto de presencia con su cuerpo marcado, resonaba en el suelo una larga cadena que clamaba con sus rastro metálico como un lamento a no olvidar.

Una larga cadena que poco a poco era recogida por aquellos brazos delicados, mientras a sus pies, las ratas volvían a arremolinarse. Una amarga sonrisa se enraizaba en el rostro de Sarghagas, mientras guardaba junto así, aquella cadena que acababa en una cuchilla que parecía ahora manejar.

Su piel ya no tenía heridas, ni muestras de dolor, parecían haberse disipado quedando solo de ellas, el recuerdo en vuestras mentes y su olor...

Tras el habitual sopor este amanecer en Oldland trae sorpresas. Grandes sorpresas.

Me fijo en la compañera del cocodrilo, machacada, junto a su compañero y con el cuello molido. Luego me fijo en el compañero del Elefante... y en cómo han vuelto, de un modo retorcido, a su compañero en su contra. Cierro los ojos y suspiro, sabiendo que me va a costar más de lo esperado. Decido encaminarme hacia aquella que creo que me va a costar menos esfuerzo: la compañera del cocodrilo, y comienzo a colocar su cuerpo en una postura más digna, junto a su compañero.

Estoy en ello cuando escucho el replicar de unas cadenas y mis ojos buscan su origen. Veo al portador de la peste de regreso entre nosotros y asiento con la cabeza.

Bienvenido de regreso.

Digo, con un tono sereno, retomando mi ritual con el cuerpo de aquella que había sido asfixiada. Vuelvo a mirar las vísceras del paquidermo por el suelo y desvío la mirada hacia la que tengo entre las manos. No es agradable.

El amanecer de ese nuevo día es acompañado de una sorpresa para Olenna. No es el frío externo, el que rodea a todos, sino uno que se extiende por dentro de su cabeza, helando su cráneo y su cerebro. La mujer jadea aún antes de sentir la muerte delante de los ojos, notándola dentro de sí. Sus dientes castañetean por unos segundos mientras se abraza a sí misma y no tarda en mirar alrededor con las pupilas contraídas hasta ser sólo la cabeza de un alfiler. Aquello era, visto lo visto, mucho peor que la muerte. Mucho más definitivo.

Poco a poco va acostumbrándose al nuevo día. Conoce las identidades de los muertos aún antes de buscarlos con los ojos, y cuando encuentra sus cuerpos simplemente constata lo que ya sabe. Es evidente que le falta algo, pero poco a poco los segundos pasan y va recomponiéndose. Si no estuviera en peligro ese día la D de su nombre hablaría de desaparición y quizá incluso guardaría silencio y luto. Sin embargo no puede permitírselo, así que esa D pasa a hablar de distancia.

Las primeras personas a las que busca son Yaiza y Sylvia. La primera es fácil de encontrar a su lado. La mira durante unos segundos, con las pupilas fijas en las de ella.

—Estás bien —enuncia señalando lo evidente antes de pasar a la otra. Y mientras busca a la mujer y a la serpiente con los ojos va poniéndose en pie, apoyada en el bastón. Al verla a ella le dedica un asentimiento, y acto seguido comienza a caminar para entrar en calor.

Sus pasos se dirigen hacia la niña. Olenna se detiene a un par de pasos y la mira por un instante.

—Chica lista, le diré lo que quieras. Pero cuidado —enuncia hablando con voz grave y tosca. Entonces sus ojos buscan al oriental por un momento antes de mirar de nuevo a la cría. Baja entonces la voz—. ¿Te ha contado el secreto?

Tras esas palabras se queda de pie, sin ofrecer más consuelo que su presencia, y al empezar a escuchar en el suelo ruido de cadenas se gira para comprobar su origen. Al encontrarse con el hombre alimaña volviendo a la vida le observa por unos segundos.

—Bienvenido —le dice con brevedad—. Un consejo. Si vas a decir lo mismo, escucha antes. Si acusas a quien tú sabes, no me meto. Pero si lo haces sin que te crean pensarán que eres asesino, y caerás otra vez. Y yo no te creo ahora más que aquí —comenta llevando un dedo a la sien.

Tras esas palabras se queda callada, esperando las reacciones de unos y otros al amanecer. El primero con dos muertes, y de dos personas que habían llegado a formar lazos entre los presentes. Lo que pasase a continuación podía decir mucho.

El amanecer trajo nuevamente el olor de la muerte... sin embargo aquella noche había sido especialmente salvaje, la abogada se acercó con el resto a ver lo que había pasado cuando atisbó la masacre, a pesar de todo lo que ella había vivido no pudo evitar alejarse unos pasos para recuperar la compostura, Fiona no tenía reparos en manifestar su indiferencia hacia todo el mundo, era algo muy propio de ella... pero si que le asqueaban ese tipo de cosas, especialmente porque aquella pintaba muy mal para todos... a ese paso terminarían todos muertos.

Entonces algo más ocurrió, Sarghagas se alzó de nuevo entre ellos... aquello resultó una sorpresa agradable, pero la señora Blackwood no le dedicaría más que un ligero cabeceo de asentimiento... tenía su reputación de bruja mala y había que mantenerla.

- De manera que los que vuelven sólo vienen más fuertes...- razonó para sí las palabras de Yaiza para a continuación mirar a Theora- no entiendo tus argumentos para acusarme niña, a veces las cosas son mucho más simples que lo que te acabas de montar... expón algo más razonable antes de acusar tan a la ligera, hay muchas cosas en juego.

Entonces Olenna volvió a hablar, sin duda era la que mayor fuentes de información poseía, de manera que decidió prestar atención antes de que alguno de los presentes le demandase algún tipo de explicación por la acusación de Theora.

Una respuesta le debía a Olenna aunque el sueño terminó por ganarme, dejando en mi mente aquello para el otro día si vivía. Y fue justo al despertar, cuando una extraña sensación me embriagó porque al parecer allí estaba junto con el resto de personas, a pesar de lo tétrico que ha resultado el inicio de nuevo día. 

Tan sólo dos segundos tardé para incorporarme, observar el entorno y comprender que Nimay allí no estaba. Sin pensarlo demasiado, corrí hasta donde se encontraba Theora para darle un abrazo porque esto sería muy duro para ella y al margen de las sospechas que puedan tener sobre mi, adoraba a la niña y cumpliría mi promesa hasta el último aliento de vida. 

- Sé fuerte Theora... Encontraremos a los culpables. - expreso con la voz quebrada, no comprendía la razón de su muerte. Jamás se opuso a nadie, cuidaba a la pequeña como si fuera su propia hija y era una buena persona, eso aparentaba a simple vista. No existía maldad en él... ¿Por qué? ¿Por qué?- me preguntaba ahora más perdida que nunca en Odland.

- ¿Por qué Nimay? No se lo merecía...- pregunto a Olenna envuelta en un halo de tristeza. Nunca lo había visto como hombre pero si era consciente de que en él se podía confiar. Cuidábamos a Theora juntos, siempre compartiendo ese cariño por la niña y su ausencia era inexplicablemente devastadora. 

Tampoco entendía la muerte de Smel, otro suceso extraño... Irracional... 

Ahora centrando la mirada en la mujer del bastón mientras sostenía a Theora, recuerdo que le debía una respuesta de anoche. - Busco un pasado que me fue negado Olenna... hace años y creí que Odland podría brindarme las respuestas. - afirmo en un tono ya extenuado, demasiadas muertes y sentía que este lugar no era lo que debía ser. 

Y justo cuando estaba por agregar algo más, escucho el sonido de unas cadenas. Al girar, el hombre de las ratas cobra vida entre los muertos. Lo interesante de todo esto, es que quizás él tenga una información de la cual desconocemos y podría sernos útil. 

Aún pendiente de la respuesta del hombre alimaña Olenna vuelve a desviar sus ojos hacia la cría, esperando su reacción al ver el cuerpo del Eve del elefante. Escucha entonces las palabras de la mujer de fuego, y asumiendo que la cría está demasiado conmocionada para responder de inmediato decide dar un primer paso para aclarar la situación.

—La niña no te acusa a ti —expone—. La niña al morir escogió a ti y al árabe para algo, para cambiaros o así. —Explica, y entonces hace una pausa. —El árabe dice que antes de eso era asesino, que hablaba con la del búho y que juntos mataron a la niña.

—La chica lista cree que si os cambió ahora tú eres asesina. Y si no os cambió, lo es él. No dice «La de fuego es mala». Dice «Tengo lo que hice y lo que él dice, pero no sé si miente. Uno de los dos puede ser semilla» —Entonces se encoge de hombros—. Tienes suerte, mujer de fuego, porque si no eres asesina ya sabes quién lo es. Los demás no tenemos esa suerte.

Tras esas palabras la Grovehn escucha una vez más a la mujer del lobo, y cuando se explica asiente con la cabeza.

—En mi cabeza no hay pasado —responde—. Pero Roy se ha ido. Si tú también a lo mejor lo encuentras después.

Finalmente y tras decir eso da unos pasos por el lugar, volviendo a quitarse parte del frío, y al pasar cerca de la chica que grita libera unas palabras escasas.

—Dice que si estás a salvo en ese círculo, y que no te enfades por su ausencia, que está calmada.

Y mientras aquel cuarto día se desperezaba en un lento diálogo... en el centro, la luz volvía bailar...

Dos nuevos segmentos parecían mecerse bajo aquella luz, mientras los silencios seguían urdiendo aquel destino, y la tierra maldita seguía asumiendo tu parte del castigo. Beber de vuestra sangre, olvidar en vuestro recuerdos, y nacer en vuestras heridas...

Otra vez. otra vez la noche cayó y no pude hacer nada. me despierto por la conversaciones de los otros y veo como por un lado la hija de Eve, Smel y por el otro Nimay, eran los escogidos por los asesinos esta vez. al mirar a éste último, instintivamente busco con la mirada a Theora y voy hacia ella:

- Lo siento pequeña... sé lo que significaba para ti; sin embargo tal como tu, creo que volverá, no te preocupes- le dije tratando de tranquilizarla. luego me giré y miré a Olenna, a Dreide y a cada uno de los demás, terminando en Bethanny, a la cual observé detenidamente y recordé algo que me había llamado la atención anteriormente, ante lo cual me acerqué a ella y le pregunté:

-Lo que quiero preguntarte, no tiene que ver necesariamente con lo que aquí esta pasando, sin embargo, siendo una Grovehn, puedo ver una especie de odio hacia nuestro propio legado, puedo saber como es eso?- le pregunté, pero esperando la respuesta, veo como brillan 2 luces en el centro del lugar, luego de terminar el brillo, volví a Bethanny, para ver que me respondía.

Mi cuerpo comenzó a personificarse, inesperadamente. No creía que iba a ocurrir una cosa así, ya que suponía que nadie deseaba mi regreso. Las ratas comenzaron a materializarse, a la vez que emitían sonidos agudos a modo de regocijo. Más de una docena de roedoras corrieron frenéticamente a mi alrededor, extasiadas por el momento.

Fue asesinado rápidamente por varios de los presentes, pero no existía ni rastro de rencor en mi interior. A veces nos equivocamos y cometemos errores, algo que yo también había hecho. Durante mi estancia en el otro lado, me mantuve firme en mis convicciones, pregonando que Theora era una asesina. Ahora no lo sabía a ciencia cierta, ya que la información que había llegado a mis oídos después de la resurrección era distinta. Tenía que explicar algunas cosas a los presentes, así que me adelante y

-Saludos compañeros. He pasado algún tiempo en el otro lado y traigo noticias. No se con exactitud que es lo que ha pasado en este lugar mientras me encontraba ausente, ya que la única información que he podido recibir ha sido a través de Olenna. Esta es capaz de comunicar ambos lados y parece que es bastante selectiva con lo que transmite de un lugar a otro. Estoy convencido que usa ese poder a su conveniencia, así que no puedo fiarme de ella.-Hablaba de modo tranquilo. Nunca he temido a la muerte, así que estaba dispuesto a revelar toda la información que he ido obteniendo. 

-He muerto una vez, no me importa volver a hacerlo. En el otro lado no se está tan mal, así que si tengo que volver allí, lo haré encantado-mis palabras eran sinceras. Ya había experimentado la muerte, así que no tenía nada de que temer. -Estaba convencido de que Theora era una asesina, y así lo admití en mi confinamiento en el mundo de las almas. Mis ratas me transmiten información-confesé-pero algo modificó la información que me transmitieron y quizás estaba equivocado. Parece que no funciona demasiado bien con los vivos, así que habrá que intentarlo con los muertos.-Me dirigí a la niña que parecía que no se encontraba en sus mejores momentos. -Te pido disculpas por mis acusaciones, aunque supongo que todos hemos desconfiado unos de los otros.

Miro hacia la mujer del bastón cuando ésta habla por la niña. Le miro con real curiosidad, pero decido no intervenir, ahora mismo sería una pérdida de tiempo. Termino de colocar el cuerpo de la compañera del cocodrilo y me dirijo hacia el compañero del elefante, lo miro y comienzo a desclavarlo con cautela para colocarlo en una postura digna junto a su compañero, no obstante, cuando la mujer del bastón ha terminado de hablar miro en su dirección y finalmente asiento.

Cada uno, cada uno.

Repito sus palabras. Es inteligente, y eso lo sé, no hace falta decir mucho más. Pero entonces el portador de la peste habla y le miro, con cierta curiosidad, pero la tarea que tengo por delante se me antoja bastante titánica así que decido dejar cualquier cosa que tenga que decir para un poco más tarde.

Ya no sentía el calor de su abrazo, ni el vaivén del respirar de Haathee tras mi espalda, ya no sentía su caricia en mi mejilla, algo durante la noche nos había separado, convertida en un ovillo rodeada y cobijada por Wardjan abría los ojos para buscar a Nimay… busque su sonrisa al despertar, pero no estaba, más un charco de sangre y los rastros del peor de los ataque se abría paso a mis ojos, me incorpore sin ser capaz de levantarme del piso y el silencio me invadió mas mis labios solos comenzaron a emitir una melodía…

…Empezó como un sentimiento 

que creció para convertirse en esperanza, 

que se tornó en un pensamiento callado,

Que cambio hasta transformarse en una callada palabra.

Entonces esa palabra creció fuerte y fuerte,

Hasta convertirse en una grito de batalla…

¿Alguna vez alguien había sentido como el corazón podía desgarrarse, separando incluso tu alma de tu cuerpo y esas ganas de continuar viviendo?, donde ni una lagrima podía reflejar lo que sentías, esa sensación de vacío y de soledad total. Mis pasos caminaron acompañados de los de Wardjan quien con la cabeza baja seguía aquel rastro macabro, en el camino el abrazo de Deidre no fue suficiente, ni las palabras de Olenna no las de nadie presente en aquel lugar, la imagen de mis padres desaparecía de mi mente como si con el último aliento de Nimay me abandonaran dejándonos completamente solos.

…Volveré cuando me llames,

No hay necesidad de decir adiós…

Las lágrimas salían silenciosas acompañando mi canción, me arrodille a su lado y mientras Wardjan mordía las ataduras de sus manos, acariciaba su rostro, limpiándolo y acomodando su cabello, regresándole algo de aquel semblante amable con el que se despedía cada noche.

…Solo porque todo este cambiando,

No significa que ahora nunca haya sido de esta manera.

Todo lo que puedes hacer es averiguar

Quienes son tus amigos, mientras te preparas para la guerra…

…Escoge una estrella en el oscuro horizonte y sigue la luz…

Beso su frente y continúo abstraída de todo, pero mi melodía no se apaga, esperando que al finalizar abriera sus ojos, Wardjan lamia el rostro de Haathee también limpiándole mientras su propio llanto acompañaba a mi canción, sus mirada fija reflejaban el dolor que compartíamos.

…Volveré cuando me llames,

No hay necesidad de decir adiós.

Volverás cuando se acabe,

No necesitas decir adiós…

Le rogaría a Oldland que le devolviese la vida, ofrecería la mía, quizás el sintió el mismo dolor desgarrador cuando morí, desesperante y frustrante, culpable por no haberle ayudado, o haber peleado a su lado, Oldland era cruel, demasiado cruel, más cuando de saciar su propia sed de sangre, pero que finalmente nos conmovía con su historia donde todo inicio.

…Ahora estamos de nuevo en el principio,

Es solo un sentimiento que nadie conoce aún.

Pero solo porque los demás no puedan sentirlo

No significa que tú tengas que olvidar.

Deja que tus recuerdos se vuelvan más y más fuertes,

Hasta que estén ante tus ojos…

Estire mi mano para alcanzar la suya...y Wardjan tocaba con su pata la del paquidermo...Regresen.

…Volveré cuando me llames,

No hay necesidad de decir adiós.

Volverás cuando ellos te llamen,

No necesitas decir adiós…

Nói observaba asombrado las dos muertes que se dieron en la noche, no parecían ser de enamorados, pues ambos habían sido torturados, pero aquellos que deseaban las puertas, solo mataban uno por vez, eso le hizo pensar en Smel, por lo que alguien pensó que Nimay era culpable. El oriental no salia de su asombro y se rascaba la nuca confundido.-Si es la única explicación.-Pensó antes de percatarse de la presencia del hombre negro y su arma.

-Es extraño, ahora es mucho mas cauto en palabras, no creo que no le importe morir.-Comento en bajo, mientras su mirada se fijo en Theora, quien miraba triste al hombre del elefante.-Imposible que me crea.-Pensó antes de aparecer a su lado,a menos de un metro, pues no deseaba perturbarla, pero no quería dejarla sola.

Era difícil todo aquello, pues después de todo aun debían seguir buscando a los culpables.

Si dos habían caído el día anterior, dos cayeron durante la noche. Parecía que lejos de haber acabado con las semillas, habíamos despertado su furia. Y con las acusaciones hacia Dreide, perder a Nimay no parecía lo mejor para Theora. Y Smel parecía últimamente con buen olfato para elegir sus palabras y acciones, así que también era una pérdida importante. Pero seguían los regresos, y con el tipo del panda sin ganas de querer regresar, ahora era el turno del señor de las ratas. Habría que ver si el resto se comportaría de forma hipócrita, a falta de una caza mejor, o si la muerte le llegaría por ahogarse en su propias cadenas.

Entonces capté la conversación de Olenna, con los poderes de la niña, y lo que significaban. - Vaya vaya, así que amiguito de la rubita con el buho, ¿eh? - dije mirando a Dyehuty, mientras golpeaba mi martillo contra la palma de mi mano, con un ritmo tranquilo pero sin pausa - Bueno, si ahora eres inocente, no seré yo quien te castigue si de verdad ahora no eres una amenaza. Redención para el bien común y esas cosas. Pero no te quitaré el ojo de encima, a fin de cuentas la otra - miré de reojo a Fiona - me da bastante igual.

A la espera de lo que pudiera ocurrir, al menos podría en quien centrar mi mirada, dejando a mis otros sentidos hacer también su trabajo...

Aún en silencio Olenna observa las dos nuevas luces encenderse y sus ojos se dirigen casi de inmediato a los dos nuevos sellos. Camina entonces en su dirección, aprovechando la escasez de palabras que ese día parece traer. Al llegar junto a uno de ellos vuelve a apoyar rodillas, manos y oído y a rascar el suelo con las uñas, y luego hace lo mismo con el otro.

Mientras tanto va escuchando algo más además de la piedra. Oye la pregunta del negro y la posterior respuesta de la chica del martillo. O, más bien, la no-respuesta, pues esta parece ignorarle por completo. Más o menos igual que la niña había ignorado a Olenna, aunque eso era comprensible. La mujer se dirige directamente al oriental entonces, acercándose hasta quedar cara a cara y se lo pregunta a él directamente.

—¿Le has contado el secreto? —le dice antes de poner su mirada en el erizo que ahora le acompaña.

Es entonces cuando escucha las palabras del hombre alimaña. Le mira de nuevo, evaluándole, y asiente despacio.

—Bien dicho —enuncia con seriedad, y parece decirlo en serio. Un instante más tarde inclina un poco la cabeza en su dirección, claramente interesada—. ¿Se puede pedir a quién mandar a las ratas? —pregunta—. ¿Cuándo van a hacerlo?

Después de esas preguntas sus ojos se dirigen al árabe. La sombra de una sonrisa se dibuja en su rostro entonces al escucharlo, y asiente despacio. Posteriormente comienza a oír la canción de la niña y la mira desde la distancia. Guarda un silencio casi solemne, sintiendo en el pecho las emociones que ella expresa, y más que el gesto que ella tiene con el hombre del elefante le llama la atención el que tiene el perro con el otro animal. Espera a que la cría termine antes de acercarse, y al hacerlo se queda un par de pasos por detrás, callada aún durante algunos segundos.

—Chica lista —la llama—. Dice que la rueda gira. Que estés bien.

Una vez que Theora se soltó de mis brazos, decidió ir hacia el lugar en donde se encontraba el cuerpo de Nimay. Desde allí se podía escuchar una triste canción que surgía de sus labios y el sentimiento me lideró por completo. Con las palabras ahogadas ante su desgarradora letra las lágrimas surgen de mis ojos a borbotones, lo cual ante aquel gesto me dirijo hacia el Ángel para sentarme allí y llorar. 

Tyr compartiendo aquel estado me rodea apoyando su cabeza sobre mi rostro, intentando consolarme, tal vez lo que dolía por dentro no era la pérdida en si de Nimay, sino como todo el pasado que regresaba a este presente llenándome de dudas existenciales. La verdad era cruel, siempre estuve sola y ahora en otro contexto no era la excepción. 

Extrañaba los brazos de Alastor, incluso el cariño de Theora ya que fueron los únicos que se atrevieron a tener un contacto conmigo, más profundo y más sincero. Era mi primer experiencia afectiva dentro de una vida plagada de sufrimiento, por esa razón, luego de soportar tanto necesitaba desahogarme. 

Abrumada por los sentimientos, abrazo el silencio y permanezco allí junto a mi lobo. Ausente y ajena a todo. 

Ni siquiera me doy cuenta en lo que hago. Al ver a Deidre llorar, me he acercado, y sólo he sido consciente cuando ya estaba frente a ella. Me siento entonces mirando de cara a la mujer y al lobo. La larga serpiente traza un círculo con su cuerpo en el suelo que hay a nuestro alrededor y posa la cabeza en mi hombro.

- A mí tampoco me gusta pensar en ello. A veces creo que habría sido mejor si hubiera muerto yo en su lugar. De hecho, la mayor parte del tiempo.

Espero que ella entienda mis palabras. No quiero aparentar saber que sé por lo que pasa, pues yo no tenía ni había tenido hijos. Pero el sentimiento era el mismo.

Ser Eve te empujaba a la soledad. Y no todos lo entendían fácilmente, pero así era. Sin embargo eso no significa que no podamos conectar con nadie, aunque sólo sea un momento. Aunque después todo vuelva a la normalidad y los caminos vuelvan a separarse.

Completamente Ignorado.

Tal cual, la rubia había pasado de mí, ignorándome completamente a mi y mi pregunta, la cual me parecía que si bien no revelaba si ella era una traidora, si explicaría su irritación contra su propio legado. busque con la mirada alguna que se hubiera dado cuenta, y al parecer Olenna, a la cual no se le iba nada, captó al parecer ese momento incomodo. la verdad es que mi color de piel, siempre hizo que muchos tomaran la misma actitud que la rubia, ante lo cual nada pude hacer ni antes ni ahora.

Moví la cabeza con un poco de frustración y caminé hacia la que parecía la única que me había cruzado alguna palabra, Olenna:

- bueno, traté de preguntar y ya viste...- le dije mirando a Bethanny- la historia de mi vida, ser ignorado...- sonreí un poco, pero amargamente- se acerca rápidamente la noche y la verdad, solo confío en Theora... bueno y en tí, pues nos has ayudado a distinguir a los traidores...- le miré a los ojos- tienes alguna luz que darme esta vez?- le pregunté finamente.

- No te sientas tan mal. - Digo mirando al hombre de la piel de ébano. - Aquí ignorar las preguntas que no se quieren contestar es pan de cada día. Yo tengo otra que hacer.

Giro mi cabeza hacia el árabe, y me acerco hasta él despacio.

- Dicen que antes eras una de las semillas, y que ya no lo eres. La verdad, lo creo. Creo que eres inocente, al menos, ahora. Pero entonces... tú deberías saber el nombre de los que eran tus compañeros de discordia. ¿Estoy en lo cierto?