Partida Rol por web

Fiona observó a Vyka con indiferencia, se había mantenido callada hasta ver quien se unía al guateque de los muertes, pero dado que antes del combate se habían referido a ella decidió contestar entonces.

-No se puede ser semilla y vidente al mismo tiempo-​ expulsó el humo del cigarro que tenía alojado en los pulmones- Sylvia no es semilla... el fuego me lo dijo... y... yo no trabajo para nadie, compartí una especie de dimensión paralela con el del turbante pero no estoy ligada a él... lo único que hablamos es que él sospechaba de Dreide y quería que las llamas me hablaran sobre ella... por lo demás... poca cosa, lo matásteis antes de que yo pudiera mirar sus secretos...

- Cuantos ires y venires... - comento distraídamente lzando la vista, volviendo del abismo de mis pensamientos. En su momento alcé una ceja ante los dramáticos cambios de paisaje de Olenna, pero no comenté nada. Su mundo, sus reglas, a fin de cuentas. Con tener a Deidre cerca me bastaba.

- Estamos prontos a ver una conclusión a todo esto... - comento tras los últimos acontecimientos. - Apenas dos sellos quedan por iluminarse. Confieso que ser mero espectador la mayoría del tiempo me resulta molesto, ¿nadie tiene a bien devolverme al juego? - pregunto en tono sarcástico con una media sonrisa. Claro que nadie me devolverá, pero no hace daño preguntar.

Al escuchar las primeras palabras de la mujer de fuego Olenna ladea la cabeza, como si realmente no comprendiera.

—¿No? —pregunta de forma escueta antes de llevar su vista hacia la hoguera—. Alguien debería explicar a los de fuera entonces —enuncia ladeando una pequeña sonrisa, como si aquello le hiciera gracia. Luego vuelve a hablar con calma—. ¿Que decían las luces de los que viste?

Después de eso escucha las palabras del falso rey y le observa por un instante. Sus ojos parecen decir algo, pero es una de esas preguntas que no se hacen en voz alta.

—Nadie devuelve a un callado —enuncia con seguridad, aunque no tarda en encogerse de hombros—. O sí, una nunca sabe. Cada uno, cada uno.

Fiona miró de reojo a Olenna, expulsó el humo del tabaco y apagó la colillas en el suelo.

- Sylvia tiene un don especial... el de su veneno, es indomable e impredecible pero la mordedura de su serpiente da vida a los fiambres... es como si fuera una especie de científico loco pues hay veces en que su veneno no sirve... el caso es que las serpientes no tienen por qué ser siempre malas, a mi siempre me han dicho que soy bicha pero en el fondo hasta me estoy portando- sonrió para sí colocándose bien el pelo

—No pregunto eso —dice Olenna de inmediato frunciendo un poco el ceño—. Eso ya sé, eso ya saben todos. Pregunto sus luces.

Después de eso se queda mirando a la mujer con claro interés, ladeando un poco la cabeza. Siente que la noche se acerca, y aunque no sabe quién les visitará las cosas podrían precipitarse pronto.

Distinto, pero no tiene caso. Ahora estoy aqui.

Enuncio con tranquilidad, pero Júpiter habla de volver y niego lentamente.

Tiene razón la mujer del bastón: si de mi dependiera, no volverías. Pero vuelve a tener razón: no depende de mí.

Entonces la mujer del fuego habla de la compañera de la serpiente y la miro ladeando ligeramente la cabeza, con cierto interés. La mujer del bastón intercede. Y después yo.

La rueda tiene nuestros nombres grabados, es cuestión de fijarse un poco. Algunos nombres brillan con la muerte de otros. Cuando brilla, recuerdas algo, algo que puedes hacer... es casi como una señal: matar después de muerto, volver de la muerte, escuchar el mundo de los vivos a pesar de estar en muerte, por ejemplo.

No obstante, mi mente aún anda en las posibilidades de ese veneno...

Con tan sólo escuchar al árabe una risa irónica se escapa de mis labios, en verdad tenía ya una maestría en mentir pero no sería yo la que revelara su verdad. Lo bueno es que Alastor sale de su letargo silencioso para ofrecer una pregunta, estaba claro que deseaba volver y no sabía si aquello en verdad sería una posibilidad. No era santo de devoción por más que a mi me encante su presencia y su compañía. 

- Ya sabes... Estás del lado de los "no queridos"... - comento al apoyar mi cabeza sobre su hombro, desde mi lugar si no volvía con él me quedaba aquí ya que me lo pasaba genial. Al menos no tenía que ir detrás de nadie o analizando cada conversación casi con una lupa. 

Además las luces brillaban, algunos desaparecían y la que grita desde su muerte ni ha abierto la boca. 

Deseé que todo aquello concluyera. Demasiadas especulaciones para estar en un lugar de reposo. Aunque podían debatir y hablar, poco era lo realmente útil que podían hacer desde allí, solo esperar que todos los sellos fueran abiertos y aguardar acontecimientos.

-Yo volví una vez a la vida, pero no fue la muchacha de la serpiente la que imbuyó de nuevo vida en mi cuerpo-aclaré a los presentes.

Escucho las últimas especulaciones, pero nada aclaraba que podría ocurrir con los pocos que quedan.

- Olenna...- dije lentamente- como está Theora?- le pregunté por la última persona que quedaba y que me importaba.

Y mientras el día despertaba, la muerte tenía un nuevo sustento... y el alma de Sylvia aparecía en el lugar...

Al acercarse la noche Olenna había vuelto a guardar silencio. Sin embargo esta vez no aguardaba con los ojos entrecerrados ni esperaba en posición de defensa, tensa. Nada de eso era necesario estando muerta. Y es ahora, al amanecer, cuando por primera vez la D de su nombre parece carente de significado. Sobre la hoguera esas esquirlas plateadas vuelven a aparecer, mostrando a todos el mundo de los vivos, y al llevar allí sus ojos es evidente que no le gusta lo que ve. Su expresión se vuelve más dura que de costumbre, más severa y hosca. Ni siquiera necesita ver el cuerpo para saber quién ha caído: la siente dentro de sí. Pero aún así no aparta sus pupilas. Una mirada es lo menos que su antigua compañera merece, y ella nunca ha sido escrupulosa.

Callada aguarda la llegada de Sylvia. El frío del lugar la ha contagiado también a ella, y al verla aparecer la observa durante un par de segundos.

—Sylvia —la llama tras la bienvenida, usando su nombre como quien se pone un abrigo en invierno—. Lo que necesites, di. No estarás mucho aquí, creo. Pero lo que necesites di.

Tras escuchar las palabras de Alastor. -Al menos queda el consuelo de que esto para bien o para mal toca su fin.

- Bienvenidos sean los que entran. Añado sin prestar mucha atención a los nuevos.

El oriental estuvo callado todo el tiempo que necesito, hasta que la imagen de ella de difumino por completo y aun así estuvo horas sin hablar o mirar a nadie, solo con la llegada de Sylvia, pareció responder al resto de los presentes, apareciendo cerca de ellos nuevamente, tras un ligero parpadeo, en la comisura de sus labios aun estaba ese ultimo cigarrillo consumido.

-La única persona que nunca a muerto a sido la mujer del martillo. Solo debería quedar una marca. -Comento aun distante, algo confundido incluso.

Hola.

Saludo con naturalidad a la compañera de la serpiente. Me siento en el suelo y mi mirada se pierde un poco en el vacío, pero pese a todo escucho lo que otros dicen.

También yo creo que no estarás demasiado -miro entonces hacia la compañera del búho pero sin ser capaz de centrarme del todo- y creo que por fortuna, para bien o para mal... será una historia digna de recordar.

Pero entonces el oriental habla y yo sencillamente asiento con la cabeza y mi mirada se va hacia ninguna parte de nuevo.

Creía estar segura de lo que había pasado, pero un segundo después no lo estaba. Cuando pisaba con un pie, sí. Cuando pisaba con el otro, ya no.

Creía haber muerto pero caminaba. Pensaba que tenía los ojos cerrados pero veía. Y la visión del bastón lo aclara todo.

- Olenna. - Digo acercándome a ella. - Ahora que ya estaba segura. Es una pena. He estado muy cerca.

Después miro al resto.

- Hola a todos.

Por una vez Olenna no parece prestar demasiada atención a los comentarios de los demás. Sus ojos marrones, con las pupilas como cabezas de alfiler, están fijos en los de Sylvia. Y en el momento en que la mujer se acerca a ella simplemente asiente con gravedad.

—¿Segura? —pregunta atenta antes de buscar con la mirada a Fyas. Luego vuelve a hablar de manera escueta haciendo una pregunta que puede parecer a medias, pero para la Grovehn está completa—. ¿Sabes quién?

El bosque se abría ante ellos y aunque no podía dejar de temblar, todo le era muy familiar. El silencio, la tranquilidad, el reflejo de la luna en las copas de los árboles. Todo era… Todo era como su hogar. De cierta manera, el hombre de las ratas había tenido razón, se estaba bien allí.

Buscó el fuego como todos los demás y al escuchar que había sido Dyehuty quien le había salvado, solo le dijo – Bueno, supongo que debo agradecértelo. Nos dio la oportunidad de descubrir a la semilla faltante, lástima que los resucitados estuvieran tan envenenados en mi contra como para votar por ella – y se sentó en un lugar que encontró para mirar a Olenna.

- No fue buena idea. Entre Bethanny, Sylvia y yo tratábamos de protegernos, sobre todo a Sylvia, de Theora. Ahora, con su séquito, la ha asesinado – dijo al verla llegar poco después de ella. – Y sí, siguen en mi cabeza -.

Entonces, Vyka se acerca a Sylvia y le dice – Siento que te haya pasado, aunque sé que saldrás pronto. Has visto lo que yo vi – y entonces, se gira a Olenna.

- Antes que murieras, propuse que se confesaran las habilidades de los que quedaban pero después de tu muerte, hicimos cuentas y notamos que la única persona cuyos poderes seguían ocultos eran los de la niña. Bethanny le acusó y yo le apoyé. Le pregunté la primera vez por ellos y me llamó manipuladora y que su poder era la unión con Roy y luego con Nói. Le dije que era Roy quien poseía ese poder, poder que luego Nói tomó como suyo y se unió a ella. Poder que aprovechó Katalina para acusar a Roy de pederasta y hacerse pasar por alguien como Nimay. A lo que la niña solo me insultó y me llamó pederasta. Le pregunté una vez más y esta vez dijio que su poder era matar estando muerta, pero le dije que era poder de luz, no su poder. Luego dijo que Oldland le había dado tres poderes y luego que su poder era llevarse a dos consigo. Se contradijo tantas veces que se puso en evidencia – se giró hacia Oliver y con una sonrisa, le dijo - ¿Te preguntas cómo está? Te lo digo. Como una semilla. Y en vez de ir por la última semilla, fueron por quien podía sobrevivir a su ataque y salvar a Sylvia -.

Luego se giró hacia Sylvia y aunque no le hablaba a ella, dijo – Si no me creen a mí porque quiero controlar la mente de todos y demás, pregúntenselo a ella -.

Esta vez, miró solo a Sylvia y dijo - ¿Nimay cumplió su palabra? ¿Miró a Theora? ¿Por qué no usaste tu poder con ella? -.

Aún esperando la respuesta de Sylvia Olenna escucha hablar a la chica que grita por primera vez desde su muerte. Lleva sus ojos hacia ella, y si la juzga por lo que dice su rostro no lo muestra. En lugar de eso niega con la cabeza en varias ocasiones, claramente disconforme.

—La niña dijo verdad —enuncia—. Ese es poder suyo. No poder de Roy, no poder del viejo: poder de los dos, de ella y de Roy, y luego de ella y del viejo: encontrarse. ¿Semilla ahora? —pregunta mientras se encoge de hombros—. Puede. Pero dijo verdad con su poder. No entiendes nada y crees que sabes todo, pero te equivocas. Te equivocas mucho.

—Yo aún veo y escucho. Veo lo de fuera, escucho vivos, escucho muertos. No escucho piedra, porque no hay piedra para escuchar, pero está bien. Y tú no escuchas, pero también está bien porque ya no importa.

Con esas palabras se gira hacia Sylvia de nuevo.

—No digo que la niña no sea semilla. Digo que lo del poder es verdad. Pero si la gente puede cambiar, ella puede cambiar y ser semilla. Tú dijiste conmigo muerta que si algo te pasaba esta noche era la del martillo —enuncia con naturalidad antes de fruncir el ceño—. ¿Aún crees?

Y mientras sentía de nuevo vida, el alma de Sylvia desaparecía de aquel lugar...

escuché atentamente las conversaciones de vyka,SIlvia y Olenna.

Miré al cielo y moví la cabeza.

- bueno, ahora si quiero tomar un trago... y quizás jugar  una partida de Poker...- me giré a Daeron- tienes barajas?-