Partida Rol por web

Mas y mas almas se reunen en los salones de Hades, pero al fin una llama mi atención y me giro hacia la que se hace llamar Atalanta, la miro a los ojos durante un largo momento y luego la saludo con una inclinación de cabeza y llevando mi puño al pecho

-Atalanta de Beocia, es un honor conocerte. Tu Leyenda me es bien conocida, honro tu valor y escupo sobre la perfidia de los Dioses-

Al principio, Atalanta desconfió del enorme guerrero que la miraba fijamente, hasta que éste al fin la saludó con respeto.

—Te saludo, guerrero. ¿Es posible que haya escuchado que eres hijo de Telamón? ¿Telamón, hermano de Peleo? Si es así, tu padre y tu tío fueron camaradas míos tanto en la caza del jabalí de Calidón como en la expedición de los argonautas. 

Atalanta se acercó a Ájax y le ofreció su mano para estrecharla. 

—Está claro que el padre engendró a un hijo tan grande como él mismo.

La beocia habló con un tono de franca camaradería. Era un placer encontrar a alguien no del todo desconocido en este apartado lugar. Se cuidó, eso sí, de unirse a su ofensa a los dioses. Aunque era posible que aquí, en el Tártaro, no hubiera que preocuparse sino de no hacer enfadar a las deidades infernales.

Se me marco una mueca casi una sonrisa algo que no había hecho nunca en vida - Vaya que al final tengo una de esas... - digo con mi voz sombria refiriendome a mi Alma, y como si una maldición se desvaneciera cuando aparecí en ese lugar con gusto empecé a hablar - Soy Ephidel, no tengo padres como un humano normal, nací de la magia, así que mi edad es ambigua - Volteo a ver a Hypnos sin saber que tantos detalles quería de mi muerte Pero si no los daba sonaría raro - Mi creador y yo fuimos por aquel Dragón que encerró Atenea en el cielo durante los hechos de la Gigantomaquia, queríamos controlarlo, ninguna mascota puede ser mas poderosa que un Dragón, ¿Cierto?. En fin, cuando estábamos a punto de liberarlo de su prisión Atenea se presentó ante nosotros y le dió su libertad momentánea a la criatura y está me pulverizó. Mi creador alcanzó a escapar si se lo preguntaban y aunque ya no lo presencié estoy seguro de que Atenea regreso al Dragón a su carcel celestial.

El golpe me tiene que haber afectado más de lo que pensaba... ¿Estoy en el Inframundo y ahora estoy con leyendas y otras personas que han muerto? ¡Espera! ¡Maldita sea, lo que pasa es que he muerto!

Miro dubitativo a Hypnos mientras oigo las muertes y hazañas de cada uno. Incluso las muertes no heroicas tenían más mérito que la mía...

Ehem... Hola, mi nombre es Kyriakos. Mi muerte... Esto... ¡Si! Mi muerte fue a manos de la Quimera. Esa criatura escupefuegos con cabezas de diferentes animales... Luché valientemente contra ella, estándo cerca de la victoria, pero tras un golpe de suerte para la Quimera, o un exceso de soberbia por mi parte, acabé perdiendo la pelea y con ello la vida.

Termino mi explicación con la expresión más seria y heroica posible.

Sí... Ahora nadie sospechará que morí aplastado por un trozo de marmol en la obra del templo del pueblo...

Una figura imponente emerge de las sombras, portando su guadaña con una calma inquietante. Thanatos, el mismísimo dios de la muerte, avanza hacia su hermano con su habitual seriedad. Estaba claro que la situación en la que se encontraban no era la más óptima en estos momentos.

-Hipnos, ¿cuántas veces te lo tengo que repetir? Estás atrasado con el registro de las nuevas Sombras. ¿Sabes lo que eso significa? Más caos, más almas confundidas y, por supuesto, más trabajo para todos... -Thanatos cruza los brazos, mirando los pergaminos desordenados sobre los brazos de Hipnos. -¿Cómo esperas que el Inframundo funcione si no haces tu parte?. El jefe no estará contento... aunque bueno, ¿cuándo lo está?...

El suelo del Inframundo tiembla con una violencia inusitada. Las brasas de los braseros oscilan y las columnas talladas crujen mientras fragmentos de piedra caen desde el techo.

Una onda de energía reverbera a través de las paredes, sacudiendo incluso las estancias más profundas. Las almas perdidas gritan en confusión, y los pocos guerreros presentes toman sus armas, preparados para lo que sea que haya causado tal cataclismo.

Un aura majestuosa envuelve la sala. Chronos, el Titán del Tiempo, hace su entrada con pasos calmados pero resonantes. Su figura brilla con destellos dorados y plateados, mientras relojes flotan a su alrededor, marcando un compás inquietante.

-Ah, el Inframundo... cuánto ha cambiado y, a la vez, cuánto permanece igual. Saludos a todos los presentes, pequeños peones atrapados en este juego eterno del tiempo. -Chronos se detiene y observa a su alrededor, con una sonrisa que irradia soberbia y control absoluto. -Permitidme presentarme, aunque creo que mi nombre resuena en cada segundo que transcurre: soy Chronos, maestro y señor del tiempo mismo. He venido a reclamar lo que me pertenece. No os preocupéis, para vosotros, todo terminará… en su debido momento.

Con calma y gracia, la reina del Inframundo, Persephone, avanza hacia Chronos. Su tono amable y su porte elegante intentan apaciguar la tensión. Pues la mera presencia del Titán es más que suficiente para infundir de miedo en los corazones de los mortales y de los Dioses por igual.

-Chronos, bienvenido seas a estas tierras. Aunque tu llegada ha causado cierto revuelo, estamos dispuestos a escuchar tus…

Antes de que pudiera terminar, Chronos levanta una mano, y el tiempo parece detenerse alrededor de ella. Persephone queda paralizada, su expresión aún serena pero fija, mientras Chronos sonríe con frialdad. No es momento para este tipo de cortesías.

-Tu cortesía es admirable, querida. Pero el tiempo no espera por nadie, ni siquiera por una reina.

Desde un rincón de la sala, una voz grave y firme corta el aire. No solo trabajan Dioses en la morada de Hades, si no también algunos humanos lo suficientemente valiosos por sus habilidades particulares y conocimientos son los que tienen el honor de trabajar directamente bajo el Dos.

-¡ALERTA! ¡El Titán está aquí! -Achilles, con su lanza en mano, se coloca en guardia, sus ojos encendidos por la determinación. Su voz resuena como un trueno, convocando a todos los presentes a prepararse para la batalla.- ¡Defended el Inframundo! ¡No permitiremos que Chronos destruya lo que hemos jurado proteger!

Desde un rincón cercano, la figura flotante de Dusa tiembla visiblemente. Su nerviosismo habitual se convierte en puro pánico cuando la mirada de Chronos se posa brevemente sobre ella.

-¡Oh, no, no, no, no! Esto es demasiado... ¡yo no estoy hecha para esto!

Con un chillido agudo, Dusa sale disparada hacia los pasillos, dejando tras de sí un rastro de polvo brillante mientras esta trata de ocultarse en lo profundo del Inframundo.

Las puertas de la taberna se abren de golpe. Zagreus emerge, con su espada Estigia resplandeciendo en su mano, y Megaera, con su látigo chisporroteando energía, a su lado. Pasando al lado de Dusa quien apenas había logrado avanzar unos metros en sentido contrario mientras que Chronos ya había aprovechado para buscar su asiento en el trono de Hades.

-Abuelo, ¿crees que puedes pasearte por aquí sin que te detengamos? El Inframundo no es tu campo de juegos. - Zagreus sonríe, desafiante. -Hoy, el tiempo no será tu aliado.

Al otro lado de la sala, Thanatos y Aquiles se posicionan, formando una línea ofensiva, estando los cuatros dispuestos a atacar al Titán.

Chronos, imperturbable, extiende sus brazos. Una onda de energía dorada emana de él, y el tiempo a su alrededor se distorsiona. Zagreus, Megaera, Thanatos, Achilles, y hasta Dusa quedan congelados en sus posiciones, atrapados en un instante eterno.

-Ah, valientes, pero tan predecibles. No os preocupéis, pequeños héroes. Todo en su momento... y para vosotros, ese momento no es ahora...

Chronos se gira, avanzando tranquilamente mientras sus víctimas permanecen inmóviles, atrapadas en el flujo del tiempo que él controla con maestría.

En medio del caos que acaba de desatarse en el Inframundo, Hypnos permanece inclinado sobre si mismo, su cabeza apoyada en un montón de pergaminos desordenados. Su respiración rítmica y tranquila contrasta con la agitación a su alrededor y con la tensión que hay en el ambiente.

-Mmmmmh... solo cinco minutos más...- murmura entre sueños, completamente ajeno al terremoto, la llegada de Chronos, y todo lo demás-  Seguro que Than... puede encargarse de... zZzzzZzZZzZ...Z....Z....Z...z.... z....

Sin embargo, bajo este, un círculo mágico comienza a formarse, emitiendo un resplandor tenue pero creciente. La energía chisporrotea suavemente, y una sensación de vacío comienza a absorber el aire alrededor. Hypnos, todavía adormilado, no se percata de nada mientras murmura algo incomprensible y se estira ligeramente. En cuestión de segundos, el círculo alcanza su intensidad máxima y, con un destello, él desaparece sin dejar rastro, junto con varios registros y Sombras que aguardaban ser procesadas.