Partida Rol por web

Estaba hecho, la pesadilla había terminado, o al menos por el momento. Ante la amenaza final del demonio moribundo, Allison frunció el ceño con enfado. Y créeme que estaremos preparadas. Pensó para sí, mientras se pasaba el dorso de la mano por los labios. Agh, que le robaran así su primer beso había sido lo peor. Aquel demoniejo se las pagaría muy caro.

El grito de Kat, la sacó de su enojo, sacudiendo la cabeza para alejar aquellos pensamientos. Ahora tenían otros problemas. - ¿Estás bien Merida? - preguntó mirando a su amiga con gesto preocupado, mientras la tomaba de la mano para acercarse hasta Kat y Artemis. - Vamos. - dijo al tiempo que caminaba apresurada, no pensaba separarse de ella más. 

- Tu brazo... Dios mío, ¿qué puedo hacer? I-intenta no moverlo.  - Artemis estaba realmente machacado, la pelirroja revisó las heridas de su amigo y miró a su alrededor intentando pensar. - ¿Crees que Episkey funcionaría? O quizá.. - se levantó mientras buscaba por el destrozo del lugar un trozo liso de madera con el que intentar entablillar el brazo del chico. Si con la pelea se habían cargado algún mueble no sería muy difícil... Tenía miles de preguntas que hacerle, pero su salud era ahora prioritario.

Cuando Allison toca mi brazo, dejo escapar un quejido. - Auch, ese miserable me dejo hecho polvo, pero lo importante es que ustedes están bien. - digo restándole importancia al asunto.

Tranquila Kat, no es tan grave como parece, bueno tal vez si lo sea, pero Madame Pomfrey puede arreglarme en un periquete y no podía dejar que ese bastardo las lastimara. - respondo mientras intento ponerme en pie con bastante dificultad.

Chicas si me ayudan a llegar a la enfermería sería genial. - agrego sonriendo, inentras inhalo una gran cantidad de aire a mis pulmones con un poco de dificultad.

Cuando el demonio empieza a desvanecerse, escupo hacia su forma. No es un acto muy propio de mí, lo sé. Pero quiero sacarme el maldito sabor de sus labios.

- Te estaremos preparando. - le respondo en tono frío.

Sigo mirando con la misma frialdad la zona donde se ha desvanecido cuando la voz de Allison me saca de mis pensamientos y me giro hacia ella, forzándome a sonreir.

- Todo lo bien que se puede estar en estas circunstancias. - le digo con una sonrisa.

Tras eso, nuestra atencion pasa a Artemis.

- Anda, no te preocupes, entre las tres te llevamos.

Pero al acercarme a él, no puedo evitar un instintivo rechazo. Al fin y al cabo ese demonio había usado su apariencia. Me fuerzo en ignorar ese sentimiento de recelo, pasando un brazo de Artemis encima de mis hombros como apoyo.

- Artemis, - empiezo a decir, costándome mirarle a la cara - siento si estoy algo distante, pero ese engendro uso tu apariencia para engañarnos. Sé que no eras tú y todo eso, pero es... difícil acallar los instintos.

Mientras intentaba tratar a Artemis, al escuchar hablar a Merida notó como el estómago se le revolvía. Desviando la mirada del joven algo azorada, lo peor ya había pasado pero después de todo lo que habían vivido era una situación algo extraña.

- En el salón de duelos me enfrenté a un naga, también había adoptado tu forma... Aunque en comparación resultó más sencillo de lidiar. - comentó mientras sacaba la varita apuntando al maltrecho cuerpo de Artemis. 

- Episkey. - dijo mientras dejaba que la magia hiciera su trabajo, aunque no fuera demasiado si podía servir cualquier pequeña ayuda bastaba. - No creo que sea mucho, pero es lo poco que sé. - dijo forzándose a sonreír, su rostro reflejaba preocupación. Y ya que estaban comentando, Allison no pudo contener más las preguntas que le rondaban la mente.

- ¿Qué está pasando? Kronos se nos apareció afirmando que tú y Freddy estábais en apuros. ¿Dónde está él? - preguntó con un hilo de voz mientras ayudaban al Gryffindor a dirigirse a al enfermería. 

- Nunca debimos separarnos, fue una idea espantosa. Justo antes de venir a la Biblioteca, he visto algo con bastante mala pinta en los jardines... - hizo una breve pausa mientras recordaba el momento. - Una especie de cúpula oscura cubría el lugar, no se veía el interior. Pero no me atreví a entrar sola... - no sabía si aquel momento de debilidad había sido acertado, quizá retuvieran allí a Freddy, pero al menos ahora estaba con sus amigos y no sola dios sabe dónde. Ese pensamiento le hacía sentirse un poquito mejor, aunque aún no sabían dónde estaba Jane, ni Hellen.

Gracias Allison.

Al escuchar el realato de Allison trago saliva, pues sabía que tenía que responder a su pregunta y la verdad no sabía como iban a reaccionar.

Pues veran.... Freddy y yo nos fuimos de pinta para practicar un nuevo hechizo y entoces Kronos nos encerró en un laberinto de sombras en el jardín, el muy infeliz esperaba que nos quedaramos de brazos cruzados mientras se metía con ustedes. - digo torciendo el gesto.

Menudo idiota, como si fueramos a obedecerlo, primero nos encontramos con Jane quien parecía estar enfrentandose a una copia mia que resulto ser un demonio. - digo haciendo una pausa.

Disculpen chicas, me cuesta un poco respirar, creo que tengo rotas un par de costillas.

​Ese demonio nos advirtio sobre las otras dos trampas de Kronos, así que dejé a Freddy con Jane y vine para aqui, y el resto ya lo saben.

Por cierto chicas, gracias por salvar mi vida. - digo con una sonrisa algo azorada.

Para su alivio Artemis no dejaba su sarcástica forma de ser, burlándose aún de su brazo roto. Kat giro los ojos un tanto frustrada pues el Griffyndor seguía burlándose del peligro, casi como si ya no le importara su propia vida. Pobre Artemis, ¿que seria de el si se olvidaba completamente de si mismo?.

Ayudando a Alison y Mérida levantó a Artemis del piso y lo ayudó a andar, en eso el tacto diferente de esa varita ajena le recordó que aquella no era la suya sino de su amigo. Por acto reflejo alzó esta y se la tendió con una sonrisa en la cara:

-Ten. Esta varita nos salvo la vida a todos.

Mientras hacia esto para su espanto vio algo había cambiado, en el reverso de la muñeca había dos runas, siendo estudiante de estas reconocía con miedo que eran complejas, no tanto como las que hiciera Bane pero eran intrincadas a sus ojos. Una vez la entregó se tapó la muñeca con la manga, no le dolían ni las sentía pero sabía que estaban ahí, era espeluznante.

-Ok. De vuelta a la enfermería.-dijo la Rubita con una poco convincente sonrisa.

Desde que había descubierto la biblioteca de Ravenclaw, prácticamente había dejado de visitar la del colegio, sin embargo ahora la veía mucho más útil por la simple presencia de la señora Prince. A veces contar con una asesora resultaba mucho más interesante que infinidad de conocimientos al alcance de la mano.

- Disculpe - llamo su atención en un tono realmente bajo - He estado repasando el libro reglamentario de hechizos y me ha surgido una duda a raíz de los hechizos Lumos e Incendio - le informo un poco para que siguiera mi pensamiento - ¿No sabrá de algún libro donde aparezcan los referentes a crear oscuridad o sólo humo?

Pregunto manteniendo mi voz en apenas un susurro no sólo con la intención de no molestar, o más bien de que nadie aprendiera lo que estaba preparando.

La señora Prince te observa un poco confundida y luego decide ayudarte.

Deberías probar con Fumos o Nox, ambos están en el manual reglamentario, pero quizá se te hagan más fáciles si consultas la guía del explorador Mágico, allí encontrarás más información al respecto.

Pasillo 3, fila 2.

Observo el lugar un instante conforme me lo indica y vuelvo a mirarla.

- Gracias.

Agradezco las indicaciones y me dirijo en busca del libro. Quizás apareciese algo sobre el "Oriéntame" de Mérida, porque el que yo conocía únicamente nos servía para localizar el norte.

No encuentras nada sobre el conjuro de Mérida, pero si encuentras Nox, Fumos, Evanesco, Umbra Tenebrarum, Illusia, Ascendio, Arresto Momentum, Descendo, Arania Exumai y Vipera Evanesco.

Una vez localizo el libro me lo llevo a una de las mesas y comienzo a leerlo. Aparte de que la selección de hechizos que presentaba resultaba muy curiosa, también contenía algunos consejos sobre cómo sobrevivir en la naturaleza o enfrentarse a ciertos peligros redactado según la vida de un tal Hans, que parecía tener el "don" de meterse en todos los problemas posibles durante un "apacible" paseo campestre por la Selva Negra.

Pero lo más curuioso de todo era que el libro iba dedicado a ese tal Hans, acompañado de los mejores deseos del autor en su visita al Mar Negro. Posiblemente tuviera una segunda parte por algún lado.

Eso, suerte Hans.

Le deseé también mientras pasaba nuevamente a ver a la señora Prince, solicitaba sacar el libro y me dirigía a la cuesta que iba la cabaña de Hagrid para practicar. Así al menos llegaría a clase si se me pasaba, otra vez, la hora de la comida.

Allison y yo llegamos a la biblioteca tomados de la mano, una vez alli suelto la mano de mi amiga con cierta delicadeza y le abro la puerta para que pueda ingresar con libertad.

Mira Ali, allí está la señora Prince, con algo de suerte nos ayuda a encontrar el libro que buscas.

Tenía que reconocer que Artemis se estaba portando como todo un caballero, lo extraño era que a Allison le resultaba natural, esos simples detalles le hacían inmensamente feliz. 

- Gracias. Oh, vale, vamos. - contestó sonriente, acercándose hasta la mesa donde se encontraba la bibliotecaria Prince.

- Buenos días señorita Prince, venía buscando un libro que trate sobre conjuros de protección. - dijo saludando a la bibliotecaria. - Me gustaría aprender algún hechizo nuevo de protección, o incluso alguno de sanación. - comentó mientras ponía las manos tras la espalda, esperando a que la bibliotecaria encontrase el libro adecuado. Llevaba mucho tiempo queriendo ponerse las pilas, y hoy era su día de suerte.

Buenos días señorita, hay dos textos que pueden resultarle interesantes, el primero de ellos es:

"El ojo del vigía: Cómo protegerte de invitados no deseados"

Y el otro sería este de aquí, es un viejo manual que Madame Pomfrey solía usar durante su época de estudiante en Hogwarts y a veces como lectura ligera. - dice la bibliotecaria poniendo un pesado manual como de 500 páginas sobre el mostrador.

"Sangre y huesos", curioso título si me permites decirlo, suena más a una novela de acción que a un manual de sanadores.

¿Lectura ligera? Pensó abriendo mucho los ojos al ver semejante volúmen, pero si lo que decía la bibliotecaria era cierto, Madame Pomfrey de seguro había aprendido mucho con ese libro. - ¡Lechugas! Debía ser complicado mover semejante libro de aquí para allá.. ¿Cree que podría llevarlo prestado hasta mi habitación? Sino, siempre puedo venir a leerlo aquí. - comentó mientras le brillaban los ojos de emoción, ante el comentario de Prince, soltó una pequeña risa. - Desde luego. - respondió divertida. 

- Definitivamente, me llevaré el "Ojo del vigía". Ambos son la mar de interesantes, muchas gracias por encontrarlos señorita Prince. - comentó con entusiasmo, esperando la respuesta de la bibliotecaria ante el pesado manual de sanación. Hervía de curiosidad por poder aprender desde donde la mísmisima Pomfrey había estado leyendo años atrás.

Conforme la señora Prince le entrega los libros a Allison, no puedo evitar elevar una ceja. - Si eso es lectura ligera, no quiero imaginar la pesada....

Tan pronto la señora Prince accede a la solicitud de Allison me apresto a ayudarla con el viejo tomo que resulto ser bastante pesado, en especial poe el encuadernado.

Una vez fuera de la biblioteca, nos ponemos camino al comedor.

No sé como añguien puede llamar a este libro lectura ligera, si pesa casi tanto como mi caldero. Jejeje.

- La verdad es que sí, ¡pero no sabes la ilusión que me hace aprender todo lo posible de este libraco! - dijo con alegría, estaba deseando poder echarle un vistazo después en la noche antes de dormir, y los días siguientes claro. 

- Muchas gracias por acompañarme y por ayudarme a llevarlo.. Sólo espero que no te salga una joroba, ¡no me lo perdonaría! - bromeó riendo, mientras avanzaban juntos hacia el comedor. Con toda la emoción de una nueva lectura, casi se había olvidado por completo del accidente de la mañana, casi.

“Gustav… recuerda que la biblioteca cierra a las 8 en punto, no 8 y 10 ni 8 y ¼… no quiero tener que estar arrastrándote fuera de nuevo”
Gustavo recordó fugazmente las palabras con las que lo recibió el encargado de la Biblioteca nada más verlo. Enseguida levantó la vista y miró alrededor… pero no… aún era temprano y le restaba bastante tiempo, por lo que volvió a enfrascarse en su lectura.

Así había estado desde hacía ya un par de horas. Tenía a un lado su túnica prolijamente doblada… y lucía como nueva, era notable lo que podía lograrse cuando realmente se dominaba un encantamiento o conjuro.
Ya había terminado de realizar lo que se había propuesto en principio, que era simplemente comparar su pila de once libros con las ediciones de esos mismos libros; en algunas cosas, en ciertas partes, habían algunas diferencias… a veces algunos párrafos que faltaban en unos, o una explicación descrita de manera distinta… pero en otros casos faltaba un capítulo entero. Afortunadamente Gustavo había comprado las versiones más nuevas, por lo que solamente tuvo que realizar unas cuantas anotaciones en los bordes de las hojas con ciertas cosas que faltaban.
Otra cosa sorprendente, al menos para Gustavo, era el número impresionante de reediciones que cada libro podía tener… habían libros, especialmente los reglamentarios para primer y segundo año, ¡que llegaban a la edición corregida numero ochocientos!

Ya habiendo culminado con ello, a Gustavo se lo podía observar sentado con una torre de once libros a su izquierda, sobre la mesa en donde estaba, y a su derecha otra torre de quince libros; los de la izquierda eran suyos y los de la derecha eran los de la biblioteca con los que los había estado comparando. En medio de ambos se lo podía ver enfrascado en un libro grueso y grande abierto en la página ciento veintisiete. Resultaba ser que había decidido pasar el resto del tiempo que tenía para leer algún libro que él no tuviese… y encontró algo verdaderamente fascinante que lo mantuvo absorto todo el tiempo… tanto que incluso olvido que debía haberse presentado en Cuidado de Criaturas Mágicas. El libro trataba sobre los Animagos, y el ritual para transformarse en uno de ellos.

Por lo que el libro decía… la posibilidad se ofrecía a aquellos que estaban en tercer año de Hogwarts… era magia complicada debido a la dedicación que exigía el ritual: debía recitarse un conjuro todas las noches y todas las mañanas a la misma hora sin falta… hasta que estallase una tormenta eléctrica. Debía prepararse una poción específicamente hecha para ese fin, la cual se debía beber llegada la tormenta, en ese momento el ritual habría concluido.