Partida Rol por web

Mientras admiraban la lluvia de estrellas, Mérida comenzó a explicar como se sentía acerca del tema en cuestión, a lo que Allison se giró sobre la hierba, para mirar a su amiga directamente, mientras su sonrisa se torcía en un gesto preocupado.

- ¿Pero qué dices Mérida? ¡Si yo apenas se nada realmente de esos temas! Es sólo que en los encuentros que he tenido con Neville, no sé... - la pelirroja se detuvo pensativa, intentando ordenar lo que sentía. - No se me da bien explicarlo, es solo que siento como un cosquilleo en el estómago cuando está cerca, y siempre que sonríe hace que olvide las cosas que me salen mal y sigo esforzándome. - dijo esbozando una tenue sonrisa mirando a su amiga para darle un abrazo fuerte. 

- No vayas a pensar que eres menos madura que nadie, porque aquí la primera inmadura soy yo, que si no fuera por vosotras no sabría ni como hacer la mayoría de las cosas. Mérida, eres una chica increíble, valiente y decidida como ninguna. ¡Ya me gustaría a mí tener tu arrojo! - añadió mientras se separaba y asentía animada.

- No creo que haya prisa en que empiece a gustarte alguien, esas cosas dicen que no se planean, mírame a mí, me he quedado prendada por una sonrisa. Cuando pase pasará y no tienes que preocuparte por ello. Yo creo que eres genial así. - terminó al final, esperando poder sacarle esas ideas y recuperar a la Mérida luchadora de toda la vida.

- Y gracias, por confiar en mí, a ver si con un poco de suerte espabilo pronto. - dijo a modo de broma mientras volvía a mirar hacia el cielo estrellado.

Escucho con una ligera sonrisa a Allison responder intentando animarme. Y luego hasta me da un fuerte abrazo, que se lo devuelvo con la misma fuerza.

- Gracias, Allison. De verdad. Pero... Todo eso que te pasa cn el profe, pues ya me sacas un paso de ventaja. Y, ey, yo sigo siendo la genial Merida de siempre. Es más, - añado mirándola con los ojos entrecerrados, mirándola con fingida amenaza - si le cuentas esto a alguien, descararé sobre tí la furia de mil tormentas. - intento mantener el semblante serio, pero pronto estallo a reír ante mi propia broma  - En serio, muchas gracias. Y quiero que sepas que aprecio y mucho nuestra amistad. Allison, puedo confiar plenamente en tí. Contigo no tengo ningún miedo a expresar mis dudas, mis temores, mis vulnerabilidades. Todos tenemos puntos débiles. Sólo que supongo que soy algo mejor escondiéndolos... Y, Allison, yo también creo que eres genial. Y si el profe no se da cuenta de ello, es que es tonto de remate.

Llevaba taciturna desde que había bajado del tren, apenas había saludado con un escueto "Hola" a mis padres antes de montarnos en el coche camino a casa, a diferencia de Jared que no hacía más que hablar, hablar y hablar de su experiencia en Hogwarts. Una emoción lógica y normal a pesar de todo, pero no pensaba actuar como si mis padres ignoraran lo que había pasado en el colegio.

Así fue que llegamos a casa sin que de mi boca salieran ni una docena de palabras, las cuales prácticamente tuvieron que arrancármelas con preguntas directas y que prácticamente respondía con monosilabicos, siendo mi frase más larga un "Le he dejado" cuando se interesaron por ese chico que tanto me gustaba, a lo que mi hermano no tardó en soltar acerca del duelo que tuvimos en el club, lo que terminó provocando que pasara a mirar por la ventana como si los campos contuvieran el mayor de los secretos.

Una vez allí, fui directamente a mi cuarto solo para descubrir que Bastet estaba sobre mi cama, el cual nada más verme saltó al suelo y se escabulló por la puerta que había dejado entreabierta. No podía culparle por ello, especialmente cuando cada vez que regresaba del colegio era menos humana y más animal. En cualquier caso, me subí a la cama y le hice un ovillo. Ni siquiera me moví en toda la tarde y sólo salí hasta la cena, porque si me ponía a pensar en ello, el único punto positivo que le veía a todo esto, es que no le había vuelto a saltar ninguna comida.

Hoy teníamos pastel de carne, aunque no supiera muy bien de dónde habían sacado el tiempo para hacerlo, eso si, una vez terminé de cenar no me volví a la cama. En lugar de ello, permanecí sentada hata que mi padre cogió a Jared y se fueron al jardín a hacer un muñeco de nieve. Sólo entonces me atrevi a hablar.

- Me he tomado dos pociones calmantes antes de subir al tren - le confieso - No quería correr riesgos y atacar a algún compañero en el camino.

Hablaba con la mirada perdida y ya no había dudas de la causa.

- Desde lo de la lechuza no soy la misma mamá. Noto a la pantera en mi cabeza y sin siquiera transformarme. Según el profesor Dumbledore, por lo visto no soy un animago, sino que asumí mi forma animal, o algo así. - me detengo un segundo - Por lo visto es magia antigua y aún tengo que dominarlo, pero hasta entonces necesito controlarme y mantener la calma, al menos más de lo que ya lo hago, por eso me tomé las pociones.

Intento explicar mi situación sin alarmarla o enfadarla, pues podía llegar a pensar que lo había hecho para llamar la atención y ahora me veía sobrepasada por las consecuencias.

- ¿Me ayudas a preparar más poción calmante?

Pregunto a modo de escape y así no darle tiempo a considerar la situación, aunque probablemente ya lo habrían hecho tanto ella como mi padre.

"Está bien."

Escucho como accede con alivio y observo cómo coge el caldero y lo pone sobre el fuego. Sólo entonces decido moverme e ir por mi bolsa de ingredientes, porque superaría esta prueba, aunque hasta entonces no me vendría mal tener una buena cantidad de poción calmante lista.

Durante las vacaciones de Navidad, Artemis y Allison se reúnen en la casa de los abuelos de Allison, quienes al principio se muestran excesivamente amables.

Los abuelos de Allison se esmeran porque la estancia de ambos jóvenes sea lo más placentera posible, interactuando con los jóvenes lo menos posible.

Sin embargo, la actitud de los ancianos cambió luego de la tercera noche, pues ese fue el día que descubrieron que Artemis, pese a ser un Flamel, es también mestizo.

Durante los siguientes dos días, los ancianos, prefirieron no dejarse ver, pues sabían perfectamente que todo su esfuerzo había caído en saco roto y no había nada que pudieran hacer para remediarlo.

El último día que los jóvenes pasaron en la mansión de los abuelos de Allison, Artemis invitó a Allison a dar un paseo por los alrededores.

Allison tus abuelos son muy peculiares, al parecer se han molestado conmigo por algo que dije.

En verdad lo siento, no quiero meterte en líos con ellos, en especial porque me gustas mucho. En estos últimos meses siento que me he ido enamorando de ti.

En ocasiones cuando recuerdo esa visión de Rowena, no puedo dejar de pensar que me hubiera gustado poder detener el tiempo para decirte algo más antes de ese beso, pero con Grindelwald detrás de nosotros no había mucho tiempo.

Lo bueno es que al final todo salió bien y es una lástima que ese Tom Riddle no sea el real, el viejo era agradable y un buen luchador. - comento mientras camino en la nieve con Allison

En fin, todo pasa por algo, pero sabes una cosa. - digo sobreparando para tomar la mano de Allison. - No sé si tu sientas lo mismo que yo por ti, pero me haría muy feliz que así fuera y me haría más feliz aún si aceptaras ser mi novia.

Luego de hacer aquella propuesta, los colores se me suben al rostro, mientras acariciaba la mano de Allison, con toda la delicadeza que me permitían los guantes para nieve.

No tenía la sensación de que estuvieran siendo unas vacaciones, aunque al menos estaba más tranquila que en el colegio y no únicamente por la poción tranquilizante que me tomaba cada mañana, posiblemente todo fuera por sentirme en casa, pero tampoco le daba demasiadas vueltas. En lugar de eso, lo único que hacía es leer el viejo libro de pociones de Slytherin en busca de una poción que aliviara los síntomas que sufría, porque si era magia antigua, un viejo libro de pociones quizás pudiera contener algo.

Es por ello que me sentaba en el salón y empezaba a pasar sus páginas bajo la atenta mirada de Bastet, que a pesar de que ya no salía corriendo de la habitación en cuanto entraba, tampoco me perdía de vista. De todos modos, yo ni siquiera intentaba acercarme al gato, entendiendo que no era un problema suyo, sino mío, aunque me sentía aliviada porque no escapara, una clara señal de que estaba diferente.

Del mismo modo, tampoco rehuía las conversaciones con los demás miembros de mi familia, a pesar de continuar enfrascada en la lectura y, en consecuencia, mostrarme bastante ausente, incluso siendo necesario que algunas ocasiones me tuvieran que repetir lo que me decían. Eso si, ni con esas hablaba abiertamente del colegio, especialmente sobre mis amigos, obligando a mis padres a saber de ellos a través de Jared, lo que no les dejaba precisamente en buen lugar. Lo único que mencionaba repetidamente y casi de forma obsesiva.

- Forma bestial, forma bestial, forma bestial...

No había forma de encontrar nada al respecto, bueno sí, pero una poción para hundir la conciencia de quién la bebiera para que su forma bestial obtuviera el control, precisamente era lo opuesto a lo que buscaba, a la par de un aleatorio recurso que usar por alguien que aún no la hubiera descubierto, o quizás cómo una forma de enseñar a los jóvenes magos cómo contactar con dicho espíritu. Aún así, opté por leerla con atención, pues quizás alguno de sus ingredientes me diera las pautas necesarias.

Por lo visto no era una poción de druidas y no demasiado difícil de preparar, apenas hervir unas cuantas hierbas y frutos de bosque en hidromiel, pero el problema es que únicamente podía prepararse en un equinocio y su efecto terminaba al amanecer. Con eso poco podía hacer, ni siquiera obtener una pista sobre algún brebaje que pudiera ayudar, por lo que tendría que regresar a la biblioteca de Ravenclaw y ver si allí obtenía algo entre la infinidad de conocimientos que guardaba. Una posibilidad remota, si, pero la única opción que me quedaba, aunque al final tuviera que tener que enfrentarme a la bestia con mis propias manos.

De todos modos, el mirar tantas y variadas pociones con ese propósito no estaba resultando totalmente infructuoso, de hecho creía que esa era una de los motivos que me permitían estar tan relajada, pues en la biblioteca del colegio me sentía igual, como si leer me ayudara a mantener alejado al animal, algo lógico y normal si me ponía a pensar en ello, pues ¿cuántos animales eran capaz de leer? Seguro que hacer algo tan sencillo como eso era demasiado para mi parte bestial, lo que sumado a mi interés en ello evitaba que se distrajera con estímulos externos ¿o no?. Era pronto para saberlo y tampoco pensaba darle muchas vueltas, no fuera a acabar frustrándome al descubrir que estaba totalmente equivocada y desatando el caos en casa, era mucho mejor simplemente disfrutar de ello.

Encuentras una poción que puede aplacar a la bestia para siempre, pero la contrapartida es que perderías tu forma bestial.

Hay otra que te permite dominarla, pero la mayoría de sus ingredientes son venenosos y un ligero error de cálculo puede matarte.

La víspera de Navidad obtuve otro hallazgo en el voluminoso libro, pero no sabía si alegrarme por ello o no. Al parecer había otra poción, el problema era que no me permitiría controlarla, sino que directamente acabaría con ella, por lo que sería incapaz de volver a transformarme y quizás tuviera alguna consecuencia adicional, dado que el animal también era parte de mí. Un riesgo y unos efectos que no querría correr y que no me interesaba que nadie conociera, aunque no para el extremo de arrancar la hoja o quizás el espíritu de Ravenclaw me impediría volver a entrar en su biblioteca. En cualquier caso, aún tenía bastante para leer e investigar, por lo que evité pensar en ello y centrarme en pasar con mi familia aquel día.

Mi padre había preparado una hoguera en el jardín y asado patatas en las cenizas para el pavo, mientras que de postre teníamos pudin de caramelo, con helado de vainilla por supuesto, al que no hice menosprecio pese a estar más que llena del plato principal. Después cantamos villancicos hasta bastante tarde y me divertí como hacia tiempo que no ocurría. Y el colofón vino en forma de un nuevo juego de pociones, seguramente por lo mucho que me veían leer aquel libro. Ni que decir que les dí las gracias con mucha sinceridad.

Cita:

Concluí la carta y se la di a la lechuza que salió volando en cuanto le abrí la ventana. Me sentía mejor y Bastet ya descansaba otra vez sobre el escritorio para confirmarlo.

Era la tercera vez que leía aquella poción cuya descripción ocupaba cinco páginas del libro con una letra minúscula.

Para mi desgracia era exactamente lo que buscaba, sin embargo no era una poción en sí, sino cinco de ellas que debían elaborarse prácticamente al mismo tiempo antes de ser mezcladas las unas con las otras, con la dificultad inherente de cada una de ellas que, por lo que leía, estaban a la altura del veritaserum. ¡Y esa era la parte fácil! Dado que prácticamente todos los ingredientes eran venenosos o tóxicos y cada una de esas minipociones aumentaban dichas capacidades hasta que supuestamente terminaban anulándose los unos con los otros, aunque para saber el orden era necesario consultar una tabla, haciendo cada poción única para cada subtipo de bestia.

Ni que decir que me obligué a leerla de nuevo, preguntándome quién podía hacer algo así y obteniendo una única respuesta, sólo un genio.

El único problema que había al respecto, es que yo no era la única que podía sufrir los efectos de este tipo de magia. Artemis y Jane podían sufrirlo en cualquier momento y seguramente Freddy andaría en el mismo saco, por lo que no me quedaba más remedio que intentar mejorar en la materia hasta llegar a esos niveles tan extremos. Sin embargo, tal dedicación provocaría que me viera obligada a dejar de lado el resto de materias, así como mis propios intereses. ¿Lo lograría?

Era una pregunta difícil de responder si. Tendría que dejar de lado Transformaciones, decir adios a intentar un Supera las Expectativas en el TIMO de CdCM, olvidarme de la magia mental, lo mismo que de coger Adivinación el próximo año. Tragué saliva sintiendo como se me revolvían las tripas ¿podría sacrificar tanto? ¿sería capaz? Solo el tiempo lo dirá.

Al final sus abuelos habían conseguido salirse con la suya, haciendo que Artemis pasase parte de las vacaciones de Navidad con ellos. No le molestaba pasar tiempo con el chico, al contrario. Pero la actitud de sus abuelos durante aquellos días parecía haberse acentuado hasta un extremo un tanto.. excesivo.

Aunque no duró demasiado puesto que pasaron de la hospitalidad forzada a ni tan siquiera aparecer. ¿Que mosca les había picado? No tenía la menor idea, pero al menos ahora podrían disfrutar de un poco de tranquilidad. No le gustaba cuando se comportaban así, puesto que después de tantos años ahora se dignaban en prestarle atención.

- Sí.. Lo siento Artemis, no sé que les pasa. Llevan desde el verano pasado en ese plan y no termino de entender muy bien por qué. - respondió con gesto de disculpa mientras paseaban juntos por la nieve. La pelirroja soltó un pequeño suspiro antes de volver a mirar al joven. - Espero que no se te hiciera demasiado pesado estar aquí, al menos.. Nos tenemos el uno al otro. - dijo a modo de disculpa, aunque lo siguiente que salió de la boca de Artemis la hizo enmudecer. 

Todos esos sentimientos los conocía, y los compartía, pero sin embargo era difícil no sorprenderse. Por un lado estaba de acuerdo, por otro se cuestionaba a sí misma.. ¿Por qué yo? Aunque sus dudas no tardaban en disiparse, más aún después de aquella declaración. Si seguía así iba a derretir la nieve a su alrededor, tenía las mejillas encendidas totalmente azorada. Ay madre, ay..  ¡Di algo boba! 

- ¿E-estás s-seguro..? - soltó, casi no atinaba a responder por los nervios. Inspiró hondo intentando recomponerse de aquello, menos mal que hacía frío porque le temblaba todo en ese momento. ¡Algo coherente! - Quiero d-decir.. ¡Sí! Esto... Yo también siento.. cosas por tí, ay.. uhm.. - prosiguió completamente roja como un tomate, no sabía si salir corriendo, abrazarle, hacer un hoyo en la nieve y ocultarse. ¡Y si le ofendía con tanta duda?! Oh lechugas por favor no. 

- Tú sabes lo mucho que te aprecio. Pero creía que te gustaban con más carácter y.. y mírame.. - siguió, desviando la vista hacia el suelo con timidez, se mordió el labio mientras se reñía mentalmente por estropear aquel momento. Sacudió la cabeza con un poco de fuerza, y sin previo aviso tiró de la mano que Artemis le sostenía para juntarse en un fuerte abrazo. Estando así, Allison acercó sus labios al oído del chico y se armó de valor.  - Te quiero Artemis. - le susurró suavemente, y sin despegarse de aquel abrazo, plantó un cálido beso en la mejilla de este, peligrosamente cerca de su comisura.

Te llega una carta de Krum

Querida Hellen:

Lo que me cuentas debe ser producto del stress, trata de tomar las cosas con calma por los próximos días, es poco común que un animago pierda el control de esa manera, pero a veces sucede.

Si vuelve a pasar no dudes en escribirme y alguien del círculo estará allí en un instante para ayudarte, la adolescencia es una etapa difícil para todos, en especial para los animagos.

Sin importar lo que pase, siempre contarás con el círculo para cualquier cosa, pues ahora eres parte de nuestra familia y como tal, siempre cuidamos unos de otros.

Víctor Krum

Cita:

Esta vez la carta llego en cuestión de horas.

Querida Hellen:

Me complace informarte que luego de largas conversaciones con las autoridades mágicas, hemos conseguido que el veritaserum se use sólo con el consentimiento debidamente informado del animago.

Del mismo modo, actualmente, la presencia de otro animago registrado, es de carácter obligatorio en el procedimiento de registro, dicho animago reportará tanto al gobierno como al círculo de cualquier cosa que suceda durante el registro, además de estar autorizado a emplear encantamientos paralizantes sobre los examinadores si estos se extra limitan.

Víctor Krum

La respuesta no llega hasta la siguiente tarde.

Cita:

Quedaba poco para la vuelta al colegio, pero tras mis descubrimientos del libro de Slytherin y un juego nuevo para pociones pendiente de estrenar quemándome las manos, metafóricamente claro, era difícil quedarme quieta y no practicar.

Así fue que con ganas de probar algo más complicado que la poción calmante o la vigorizante, llamé a mi hermano dispuesta a enseñarle algo mucho más divertido.

- Oye Jared, te propongo algo. Me echas una mano con una poción y a cambio te la regalo - ni que decir que el chico vio la oferta sospechosa, pero sabía como podría tentarle - Además ez una que aún no has preparado en clase y en la mía aún no se ha enseñado.

La verdad es que no necesitaba su ayuda, pero siempre era divertido crear una poción con algún propósito, lo que sumado a la curiosidad que brotó en mi hermano la revelación de que se trataba algo por encima de nuestro nivel, fue el acicate necesario para meterlo en el ajo.

- Vamos a hacer la poción envejedora, o al menos vamos a intentarlo - le admito su dificultad mientras voy preparando los ingredientes - Dependiendo de la que tomes, puede darte más o menos años, por lo que podrías pasar por adulto si alguna vez lo necesitas e incluso como un viejo chocho, pero entonces me deberás una foto.

Le indico amenazándole con el mazo del mortero aunque sonriendo haciéndole ver la broma.

- Ahora presta atención que no es fácil.

Y tal y como le había asegurado, no era una poción fácil, sin embargo tenía talento y estaba claro que no era la primera vez quebla hacía, así que con calma pero sin pausa, fui mezclando los ingredientes en el caldero bajo la atenta mirada de Jared, a quién acabé entregando el resultado final tal y como había prometido.

Ella está en el andén.
Esperando.

Sabe que es dificil que sus padres puedan venir. Su madre necesita supervisión continua, y en cualquier momento pueden cruzarsele los cables. Pero sólo por si acaso, Jackie permanece ahi. Esperando.

Cuando ya apenas queda gente en el tren, definitivamente acepta que no han podido venir. Coge su pequeña maleta -lo más grande de su equipaje sigue en los restos del Instituto Warren- y sale a la gran parte de la estación, emergiendo del famoso Andén 9¾.

Aunque lleva un gorro de lana disimulando la cabeza cara, algunos llegan a fijarse en su máscara. Y la miran raro.

Un grupo de vándalos decide acercarse, con ganas de divertirse.

"Vaya, mira que tenemos aqui, Nate" dice un chico rubio

"Ya veo Rob. Si es la portero de los Pukka Pies" dice acercandose otro muchacho, uno bastante gordito y con ganas de hacer el imbécil

Jackie intenta pasar de ellos. Gira sobre si misma y mira en otra dirección. No quiere tratar con ellos

"Hey ¿No te enseñó tu papaito a ser más educada?" dice el rubio  "Verás, el amigo Nate y yo nos hemos acercado a ti, Goalie" ¿No quieres hacer amiguitos?"

"M... mejor si me dejas" dice ella

"¿Es que acaso no quieres hacer nuevos amigos, morenita?" dice ahora el gordito "Yo soy Nate, y mi amigo y yo queríamos unos perritos calientes, y en compañía" dice acercandose demasiado para gusto de nadie. Jackie ve como empieza a alargar las manos, y todo se ralentiza.

Un hechizo. Sólo necesitaría uno de los muchos que ha aprendido. Palalingua, o Atabraquius, o quizá convertir los pantalones de estos tipos en un pajarraco y obligarles a ir desnudos.

Pero no puede hacer magia. No puede. No está permitido. Pero quizá aun pueda hacer algo, quizá una patada de las que se gasta en quiddich. Quizá...

"SI BUSCAS COMPAÑIA, ENTONCES NOSOTROS TE VAMOS A ENCANTAR" dice una voz profunda. Dos señores gigantescos aparecen.

"¡Papá! ¡Tio Syl! dice más animada. El tito Syl si que es mago. Y papá, sin duda, ha debido beber alguna poción en su juventud como Squib ¡Porque son dos hombres de más de dos metros de alto, y fuertes como un muro de ladrillos!

"Ibamos a llevarte a casa directa, Jackie. Pero parece que estos dos muchachos quieren conocerte" dice Elias, el padre de Jackie, crugiendose el cuello

"¿Que me deciis, pequeños Slytherins?" dice Sylvester, ajustandose sus gafas oscurecidas.

"¿S... s.. sly? ¿Que?"

"Anda, si son No-Maj" dice Elias ahora, sonriendo como un león a punto de cobrarse una presa. Si los chicos no conocen el argot para los Slutherins, es que nontienen contacto con la magia.

Para no alargar la historia, los dos hombres obligan a los matones a que les inviten a perritos. A hamburguesas, y a café. Y a llamar a sus madres a que les recojan.

Y es que lo que cuando uno impone, IMPONE.

Al.ver a los imponentes hombres, el par de bravucones se amilanan y se marchan rápidamente.

Los días en casa parecen ser un regalo divino, al día siguiente de tu llegada, tu padre te lleva a pescar al lago, la mañana transcurre de forma agradable, al menos hasta que te caes del bote y pierdes la máscara.

Tu padre no pierde tiempo para ayudarte a regresar al bote, cuando terminas de subir al bote notas como tu padre te ve a la cara con expresión perpleja, mientras la máscara emerge  a un lado del bote.

Jackie, tu rostro. ¿Cómo sucedió? - pregunta tu padre con una sonrisa sincera en los labios.