Partida Rol por web

- Dean, quiero ser animaga.- Le digo sin andarme con rodeos mientras salimos al exterior. - He estado informándome en la biblioteca pero aun no sé cómo hacer nada... 

No me pasó desapercibido que aquella muchacha hablara de los demás y no de ella misma. Ciertamente, también hice lo mismo cuando fui al Colegio de Salem. Hablé largo y tendido de mi hermano James, hablé largo y tendido de mi padre, hablé largo y tendido de mi hermano Charles, pero, si podía evitarlo, no hablé de mí, ni de mis problemas personales, ni nada.

Así que, podía llegar a entender por qué lo hacía. Mi excusa era que mi vida no era interesante, que tenía un padre pretencioso, un hermano estúpido, otro hermano casi vilipendiado, y yo cerca de la humillación constante. No era una historia divertida para dar a conocer el primer día de clase. De hecho, nadie terminó sabiendo tanto.

Bufé, poniendo los ojos en blanco.

—¿Que no eres buena maga?— repetí, mirándola, divertida—. Sí, claro, lo que tú digas— la falsa modestia la localizaba en seguida, principalmente porque yo era experta en usarla. Me hacia la tonta, decía menos de lo que sabía, o aparentaba una cosita pequeña y frágil, en lugar de demostrar mi real potencial. No tenía ni idea de por qué lo hacía. Siempre había pensado que era para que la gente se confiara y, después, si pretendían hacerme algo, pillarlos desprevenidos, pero me costaba pensar que aquella muchacha fuera tan retorcida como para llegar a pensar algo así.

Escuché lo que me decía con total interés, tratando de no perder detalle. Aplaudí una vez, dando un latigazo con las manos, mientras asentía de manera clara.

—Sabía yo que algo más tenías que te hacía especial— dije, mirándola—. Buscadora de Quidditch— repetí—. A mí no se me da bien. Es más, me gusta animar al equipo y eso, pero no soy una gran forofa. Mi hermano sí que le gusta, pero no sé si pretenderá entrar en el equipo de Slytherin. Me gustaría verlo hacer las pruebas— murmuré, entornando los ojos, esbozando una sonrisa traviesa.

Sin embargo, mi sonrisa desapareció cuando no entró en detalles sobre sus ausencias, y cuando me lanzó aquel piropo gratuito. Me ruboricé. Nunca, jamás, me había dicho una chica que era bonita. Y, ciertamente, no sabía cómo tomármelo. Iba a decirle un “gracias” cortés, pero se me atragantó en la garganta, y no salió por mi boca.

—Oh, el violín— dije, agradeciendo que se fuera a un tema más trivial—. Es un instrumento muggle, ¿no?— o eso había oído. No tenía ni idea exactamente de cómo era, pero me lo imaginaba de manera vaga—. Qué guay— sonreí, al ver que su padre y ella estaban tan conectados. Lo último que recordé que había hecho junto a mi padre era… Bueno, no lo recordaba.

Reí entre dientes al escuchar aquello de los líos. Sabía perfectamente a lo que se refería y bien me podía imaginar en mi mente imágenes de todas mis andanzas desafiando las normas del colegio de Salem. Realmente, sí, tenía un imán para los problemas.

—Sé de lo que hablas— ensanché la sonrisa—. Yo también suelo estar en el ojo del huracán. Me gusta curiosear, desafiar un poco los límites, investigar lo que está prohibido. Es que a mí me dicen algo que está prohibido, y es la excusa perfecta para mí para que entre donde no deba— reí, recordando aquel bosque prohibido, preguntándome qué habría entre sus árboles y su oscuridad.

Me la quedé mirando fijamente, algo desconcertada ante aquello.

—¿Per… pervertidos?— pregunté, tragando saliva—. ¿Cómo?

La observé con el entrecejo ligeramente fruncido, sin dar crédito a lo que me decía. No podía creer que estuviera diciendo aquello en serio. Me lo tomé como una broma, y reí con ganas, negando con la cabeza. No podía creer aquello que me decía de la sexualidad y demás, tan de buenas a primeras.

—Sí, claro, lo que tú digas— dije, riendo.

La acompañé entrando en el castillo, siguiéndola, sin saber a dónde íbamos hasta que me lo contó. Asentí con la cabeza, y recordé al profesor Slughorn. Sí, era cierto que me había parecido simpático, pero no sabía aún si tenía una opinión sobre él tan clara. Quería que pasara el tiempo y ver cómo evolucionaba mi relación con el profesor. Podría ver si era justo, trabajador, leal, honorable, divertido, serio.

—Eh… Sí, claro, me sentaré contigo— respondí, devolviéndole la mirada—. Necesito a alguien que me ayude con las primeras clases— añadí, sacando la lengua, divertida.

-¡Braaaad! -Al estar fuera alcé un poco la voz, pero no demasiado. Había apurado mis pasos para estar próxima a mi compañero y que así no se enterase todo Hogwarts de que estaba allí. Mientras seguía caminando hacia mi compañero, sentí como mis dos animalillos (Gatos) salían disparados hacia Axel, a veces creía que mis gatos tenían complejo de perros o algo así. Quizás de tanto que la gente les llamaba ratas sin pelo... Se habían hecho un lío y no sabían que realmente eran gatos. A saber.- ¡Oyeees! Espéramee  -Casi al llegar cerca de él me tropiezo, agitando uno de mis brazos para mantenerme en pie, tras eso lo miro sonriendo, cómo quien dice "¡Sigo viva!"

La ayudo a sostenerse en pie, sonriendo mientras niego asombrado.

Un día se matará.

-Hola Di. ¿Qué tal la mañana?- le doy un beso en la mejilla mientras hago rebotar uno de sus rizos, antes de agacharme junto a Axel y la perra de Hagrid. Les acaricio la cabeza a ambos. El pobre Axel ya tiene a los gatos encima, jugando con él aunque sean ignorados. Está centrado en su hueso. -¿No está bastante gordota la perra?

Mi sonrisa cuando me sostiene es un claro "Gracias", realmente si no fuese por los reflejos que él tiene en más de una ocasión hubiera besado el suelo de manera más que apasionada. Tras colocarme y volverle el beso en la mejilla lo miro unos instantes en silencio, pensando que responder.- Puff... Realmente aburrida. A veces me pregunto como consigo mantenerme despierta en las clases.-Alzo ligeramente los hombros, para después sonreír.- Por lo demás normal... Ya sabes.-Miro a Sura y Bach unos segundos "Yo este perro no sé de donde saca la paciencia, si fuese él les daría un bocado a cada uno" - ¿Y tú, qué tal? Vi que estabas con ... ¿London? hasta que apareció la urraca con corazón de víbora.-Digo haciendo referencia a Aelia a la par que suelto una risita traviesa. Sin perder esa chispa miro a la perra unos segundos y me agacho junto a ella observándola de cerca.- ¿Será posible que vaya a tener cachorros? O quizás es que come demasiado... Ya sabes, siempre le fue eso de comer hasta saciarse.

-Bueno, Axel es un semental, como yo.- saco brillo a mis uñas -Así que es muy posible que esté preñada, sí.

Miro a Diane unos momentos.

-Si te cuento un secreto...lo mantendrás ¿Verdad? No quiero meter en problemas a nadie. Ya sabes que ligo bastante...a que no adivinas quien es la última en probar la marca Brad.- bromeo con lo de marca. Aunque igual debería patentarlo... -Pero solo te lo diré si me prometes no contarlo a nadie.

Tras la sinceridad de Irina, me quedo unos segundo callado sin saber qué responder.

¿Animaga? ¿Por qué animaga? Nunca he escuchado nada ni visto nada en ella que me hiciera pensar que quisiera eso.

Bueno, en eso no te puedo ayudar, no conozco a ningún animago, pero si es lo que quieres solo puedo decirte que cuentes con mi apoyo, te ayudaré en todo lo que pueda. Así que cuenta conmigo pero una cosa, ¿Desde cuándo has decidido querer serlo? No es que afecte pero nunca me lo hubiera imaginado.

- Me pregunto de cuanto estará si es que está preñada.-Alargo la mano hacia la perra acariciándola. Está claro que ignoré un poco el bobo comentario de él, aunque mi sonrisa me delata por todas partes. Aunque intente evitarlo, no puedo negar que el chico tiene carisma y mucha chispa.- Dicen que las mascotas se parecen a sus amos... Y en vuestro caso, calcado, vamos. "En el mío complicado, yo no me parezco a mis gati-ratones... Tengo pelo y esas cosas"

Cuando dice esas palabras mi sonrisa desaparece casi al instante y me levanto de manera lenta, sacudiendo la túnica por si se quedó algo enganchado.- Sorpréndeme. Sabes que no diré nada... Me ofendes con tus palabras.-Dejo escapar una sonrisa tranquila, la verdad era que con los años había aprendido a esconder ciertas cosas, sobre todo con Brad, que el muy cabeza de chorlito no se daba cuenta de mis sentimientos. Aunque tampoco le culpo... ¿Quién se fijaría en mi, eh?- Va, dime dime... ¿Quién fue la afortunada esta vez? -Saco la lengua

-Solo estaba probándote, sé que puedo confiar en ti.- le tomo la mano.

Me acerco a su oido.

-Susana Reyes. La dueña de la tienda de ropa de Hogsmeade.- guiño con picardía al separarme. -Por eso hay mañanas que estoy tan fundido. Tengo que volver al castillo desde allí después de estar toda la noche...ya sabes. Esta mañana ha sido mortal...casi no sobrevivo.

Me estiro.

-Dios que pocas ganas tengo de hacer pociones ahora.

Cojo a Sura y la aparto de donde estaba. Axel empezaba a mirarme en plan "o los apartas tú o los aparto yo. Y no será bonito si lo hago yo". Al menos Bach parece distraerse más con la cola que con las orejas.

Cuando agarra mi mano y se acerca me quedo quieta, retirando algunos pequeños ricitos. Al escucharle frunzo el ceño durante apenas unos segundos. No puedo evitar sentir ciertos celos e incluso tristeza, pero sonrío divertida.- Vaya, vaya, vaya... Veo que no pierdes el tiempo. Qué afortunada.-Me acerco a él para quitarle a Sura de las manos, incluso echo una rápida ojeada a Bach por si está incordiando.- Sabes que no diré nada sobre esto, pero como amiga... Intenta seguir al día con los estudios, no me importaría pasarte resúmenes y esas cosas, pero... Bueno, bueno.-Acaricio con cierto nerviosismo el lomo de Sura la cual se vuelve para darme una mordida en la mano a modo de juego.- No tengo ganas de jugar, Surita...-Musito para ella con cierta mueca de "Estoy triste", pero termino haciéndole cosquillas en la tripa mientras la dejo en el suelo.- Pues tengas o no ganas... Debes ir a clase de pociones, sabes que es importante asistir.-Intento mantener mi voz en un tono neutral para esconder ese sentimiento tan molesto.

-Estás un poco rara...- la miro frunciendo un poco el ceño -Ya sé que es mayor que yo, tiene unos 25 o 28, no lo sé. Pero es que es tan...buf...y tiene un cuerpo que...buffff y unas tetas que...ay ay ay...me estoy mareando de acordarme...esa forma de agarrarme con sus piernas y clavarme las uñas en la espalda...- río. Es una broma claro. Lo de marearme, no lo del cuerpazo.

Tomo a Diane de la cintura y la atraigo a mi.

-Y he aprendido y practicado una de cosas con ellas...podría enseñartelas ¿Sabes? Ese culito tuyo no tiene nada que envidiarle...- arqueo las cejas un par de veces, tentador. Y me acerco a besarla....en la mejilla. Me separo, soltándola.

-Tranquila Di, ya sé que contigo no tengo nada que hacer. Sé que no te intereso...algo haría mal aquella vez que nos acostamos. porque normalmente todas repiten...- río -Pero ¿Sabes? Me alegro. Así somos buenos amigos. Estas cosas solo puedo contároslas a ti o a Mia. Aunque de vez en cuando te robe besos, como en el tren.

Acaricio de nuevo a Axel y a la perra de Hagird* y cojo a Bach.

-Bueno, deberíamos ir regresando.- mantengo al gato en un brazo, mientras con el otro juego con el pelo de Diane. Me encanta su pelo.

Joder...recordando a Susana me he puesto a mil. Como me cruce con Yolanda o Catherine...me salto pociones.

-¿Y tú que? Cuéntame. Apenas te he visto desde la prueba.

- No me siento.. Demasiado bien, quizás esté cogiendo gripe.-Musito a modo de escusa, aunque no estoy segura de si será capaz de llegar a escuchar ese susurro. "Idiota, idiota, idiota, idiota..." Tener ganas de golpearme la cabeza no era algo normal, pero en ese mismo instante lo deseaba, al menos para silenciar la voz que me hacía ver que era una tonta una y otra vez.

Cuando me acerca a él lo miro unos instantes, tengo los ojos vidriosos tras haber escuchado todas esas cosas, aún así hago lo posible por no derramar ni una sola lágrima. No solo eso, que intento evitar la mirada de Brad en todo momento "Estas son las cosas por las que tener una gemela es genial... Pero solo cuando es ella la que está y no yo" Muerdo mi labio por dentro y dejo escapar una sonrisa ladina.- E-estoy segura de que eres todo un experto, no por nada tienes tantas pretendientas.-Mi voz sale al principio rota, pero rápido se recupera y muestra mi lado más divertido.

- Claro... No me interesas.-Susurro para mi de manera distraída, pero sin perder detalle de lo que me dice, cuando acaba lo miro unos segundos, pero vuelvo la mirada hacia Sura que pide que la tome en brazos al ver que Bach fue cogido por Brad.- Eres una envidiosa, eh.-Empiezo a caminar en silencio junto a él, había sido incapaz de responder a sus palabras, incluso se había formado un nudo en mi garganta que me avisaba de un llanto seguro. "Didi aguanta, respira lentamente y suelta el aire..." Aún así al ver como juega con mi pelo no puedo evitar soltar un pequeño sollozo.

Durante unos segundos me quedo clavada en el sitio sin moverme los más mínimo, mis brazos aprietan con suavidad el frágil cuerpo del sphynx contra mi pecho, mientras mi cabeza se mantiene agachada. Algunas lágrimas golpean el cuerpo de Sura, la cual sorprendida alza la mirada y maulla como exigiendo una explicación. Durante unos segundos mi llanto es silencioso, pero tras eso algún sollozo se me escapa y me veo obligada a cubrir mi rostro con una de las mangas de la túnica, evitando ser vista y oída. Aunque claro.. Menuda tontería, pues él está junto a mi. Bach al escuchar el maullar de Sura se revuelve inquieto en los brazos de Brad. 

Dejo a Bach en el suelo, y también a Sura.

¿Por qué llora Diane?

-Oye...¿Qué he dicho? No quería ofenderte...no sé...- ¡¿Qué he dicho o hecho mal?! -Diane, vamos. No pasa nada. No llores. Cuéntamelo.

La abrazo, apartando su pelo para verle la cara aunque tenga la frente apoyada en mi pecho.

-Siento hacerte llorar ¿Vale? Shhh...me gusta verte sonreir. -lo siento...aunque no sé que coño he hecho. Pero no hay nadie más así que por descarte...

Cuando me arrebata a Sura de los brazos me siento algo más desprotegida que al principio, lo que hace que llore algo más  fuerte, pero sin llamar la atención. Con la manga de la túnica intento retirar las lágrimas, pero son demasiadas y por una que limpio caen otras dos. "Lo siento, lo siento..." Pienso aunque querría decirlo.- No... N-no es nada...-Sollozo contra su pecho cuando me abraza. Dejo una de mis manos cerca del rostro, intentando que no me vea llorar. Creo que... Desde que nos conocemos, nunca me ha visto. Y si lo hizo fue hace mucho pues de normal evito estas situaciones.

Al intentar buscar mi rostro aparto la mano que me cubre, mirándole unos segundos. Mis ojos están enrojecidos por las lágrimas y de ellos no hacen más que caer perlas que se deslizan por las mejillas. Al escuchar su susurro niego levemente.- L-lo ... Sien-siento... No qu-quería...-Hago un enorme puchero en un intento de contener las lágrimas pero me es practicamente imposible, por lo que me escondo. "Piensa rápido... Piensa, piensa..." - T-tan solo... Ec-echo de men-nos a mis pa-dres...-Sigue mintiendo... No te pares, Didi.- Rec-recordé que... No es-estuvieron en los ju-juegos y... E-eso es todo... Se me pa-pasará... -Pese a mis intentos más que titánicos por no llorar, me es complicadísimo.- Si-ento...haberte.. pre-preocupado... -Había mentido y no tenía ni idea de si me creería o no, pero al menos lo había intentado. Lo que estaba claro era que no diría la verdad. No era fácil soltar un "Oh, estoy enamorada" es más, no lo soltaría. No después de sus palabras.

-Diane...se te da fatal mentir. Te pasa algo, está claro. Pero si no me lo quieres decir...en fin, es tu decisión. Ven, vamos.

La tomo en brazos tras hacer que se agarre a mi cuello y echo a andar hasta llegar a la enfermería. Los gatos nos siguen trotando, algo alarmados por que la haya cogido de pronto. Incluso me bufan. Pero al momento está allí Axel, solo suelta un gruñido. Suficiente para recordarles a los gatos quien manda ahí y que se calmen.

-No enfermera. No le pasa nada, creo. Solo necesita a su hermana. ¿Está por aquí?

Completamente disgustada, me dejo tomar en brazos por él, pero eso no evita que me sonroje al notarlo y que incluso el llanto te se frene al instante. Lo miro unos segundos, pero después bajo la mirada, la verdad es que no quiero contarle lo que ocurre, pero tampoco que piense que le oculto las cosas. En el trayecto que hay desde la cabaña de Hagrid hasta la enfermería permanezco callada, aunque hay un instante, justo antes de que entre en la enfermería que acerco mis labios a su oído.- Y-yo no quiero ser otra más.-No tengo ni idea de si lo entiende, o asocia, pero está claro que será mi única pista o confesión.

 Al llegar a la enfermería hago un gesto a la enfermera y me siento en una camilla mientras espero a mi hermana. Mis pequeños se mantienen sentados junto a Axel, pero sin perderme de vista en ningún momento.- No tenías... Por qué traerme aquí. Solo necesito aclararme la cara y beber algo de agua...-Respondo sin mirarle y intentando alejar mis anteriores palabras. Si quiere pensar en ellas que lo haga en otro momento o que las olvide directamente.

¿No quiere ser otra más? ¿Otra "qué" más?

Taro unos segundo en entenderlo, pero al final lo hago. Es tan obvio que no se como no he caido antes.

Claro...se ha puesto así de mal cuando he dicho que solo puedo hablar con ella y con Mía. ella quiere ser la única con la que tenga esa confianza y le cuente mis secretos. He sido torpe, no tenía que haberla mencionado. Es normal que esté un poco celosa de mi relación con Mia. Pero...sencillamente somos demasiado cercanos.

Asiento.

-Bueno, nos vemos Diane. Mejorate ¿Eh? Nos vemos en pociones.

Me marcho. Dejo a Axel fuera, en los terrenos, y voy a por mis cosas.

Estoy segura de que no entendió nada, sus formas de reaccionar lo dejan claro. Tomando una larga bocanada de aire sonrío y asiento con la cabeza.- Adiós.-Yo espero a que él se retire y antes de que llegue mi gemela le digo a la enfermera que tengo clases, que cuando esté libre vendré a verla. Tras eso salgo de allí acelerada, no me apetece encontrarme con nadie en este mismo instante. Iré a por mis libros y bajaré directa al aula de pociones. "Idiota"

Eché un vistazo rápido a los ojos de la chica antes de sonreír encantada cuando discutió el hecho de si era buena maga o no. “Desde luego, es buena. No parece una persona cualquiera. Tendré que ir con cuidado. Más vale tenerla de mi lado, aunque ésa es la idea”, pensé, antes de replicarle con una de las oraciones que con más sinceridad habían salido de mi boca en el interior del castillo. —Se trata de la concepción que se tiene. Yo tengo la concepción de mis habilidades como de mediocres. Ahora, si las habilidades de los demás están por encima o por debajo ya no me concierne— musité, con un hilo de voz, antes de sentirme intimidada por sus palabras.

“¿Especial? ¿Yo? ¿Qué se le ha perdido a esta chica?”, pensaba, justo cuando noté su mirada clavándose en mí, lo que provocó que, por primera vez, en mucho tiempo, retirara la mirada de forma cohibida. Los sentimientos que en mí producía aquella chica eran bastante contradictorios. Por un lado, su mirada incisiva me hacía sentirme cohibida. Por otro, su actitud me recordaba a la de Claire Carrysmith. Si se encontraba en una habitación, era imposible estar completamente concentrada en algo ajeno a London, pues atraía mi foco de atención de una forma extrañísima. “Y eso que la acabo de conocer. Esto no me pinta muy bien”, me dije, observándola con una mezcla de angustia e interés. Cuando comentó el hecho de que el violín estaba “guay”, sonreí irónicamente, divertida ante la situación, siendo incapaz de interpretar sus palabras más que en el sentido literal de las mismas.

Tras su comentario, un meteórico pensamiento cruzó mi cabeza. “Sí. Realmente se parece a mí en algunos aspectos. Parece ser que nos vamos a llevar bien”, medité. Sin embargo, parecía no estar del todo habituada a temas tan tabúes fuera de Hogwarts, como era totalmente lógico. Sin embargo, tenía que entender que aquí las cosas funcionaban de una manera mucho más abierta en ese sentido, sin llegar a un punto de locura sexual. —Bueno. Sí. Supongo que al estar alejados de nuestros hábitats, la libertad aquí es mucho mayor. Demasiados ambientes represivos entre los de la alta alcurnia, supongo— dije con normalidad, colocándome el pelo mientras íbamos hacia dentro del castillo. -Está bien que no me creas. Te darás cuenta de ello, quizá, demasiado tarde— le dije, esbozando una divertida sonrisa. —Asegúrate de recordar estas palabras. Aunque, quizá sea yo que estoy un poco salida. No me hagas mucho caso para este tipo de asuntos, que quizá vea segundas intenciones en todo— comenté, mirando hacia las escaleras que conducían a la mazmorra. —Bueno. Perfecto. Pociones se me da bien, aunque últimamente hago cosas muy raras. Soy bastante imprevisible, aunque suelo quedar en buen lugar— esbocé una sonrisa preocupada. —No me gustaría que quedáramos mal en la segunda clase del día, del año para ti— añadí, encogiéndome de hombros. —Por otro lado, los profesores saben quiénes son inteligentes y quiénes no con solo mirarnos a los ojos. Ellos no son tontos— apuntillé, descendiendo las escaleras que servían de entrada a las mazmorras.

Caminé junto a ella, escuchando sus palabras, mirándola de vez en cuando con unos ojos irónicos y con sorna. Llegué a pensar que había encontrado a alguien muy parecido a mí en esos muros de piedra, pero no terminaba de creérmelo del todo. Principalmente, porque yo nunca hubiera sido tan directa con ciertos temas, y, sobre todo, porque jamás me hubiera acercado al alumno nuevo.

Ya se buscará la vida, hubiera pensado, quizá, dejándolo a su suerte, aun teniendo la oportunidad de poder ayudarlo. Pero no se me daba bien relacionarme con la gente, y mucho menos ser una guía para la escuela y enseñar lo que había a los alrededores, así como dónde estaban las clases.

Traté de memorizar el camino hacia la clase de pociones, mientras seguía atenta a las explicaciones de Aelia.

—¿Ambientes represivos?— repetí, alzando una ceja, escéptica, y sin entender del todo lo que con ello quería decir.

No sabía qué era lo que podría haberle pasado a aquella muchacha entre los muros pétreos de Hogwarts, ni lo que le había podido llegar a pasar en su casa, pero nunca me había preguntado tantas cosas sobre… Bueno, esos temas. Es más, nunca me había dado por buscar nada. Mi hermano James sí que era algo buitre y perseguía a las chicas (o más bien conseguía hacer que fueran detrás de él,  como si fuera un don propio o algo así) de forma continua. Pero yo nunca me había preocupado en algo como eso. Me centraba en mis estudios, en el Club de Duelo en el que participaba en Salem, incordiar a James, curiosear por allí y por allá… No me había preocupado en nada más. Y tampoco había tenido la necesidad de algo más. Quizá, estaba actuando de manera rara acorde a mi edad, pero, realmente, me gustaba ser como era, y no podía perder el tiempo en preocuparme por nada más.

—A mí también se me da bien pociones— dije, sonriendo—. Es una de mis asignaturas favoritas. Artes oscuras también me gusta— añadí, sacando un poco de pecho, orgullosa totalmente por mi habilidad con la varita.

Reí con ganas ante la última afirmación que dio. La miré con los ojos algo llorosos, y negué con la cabeza.

—No sé qué clase de profesores tenéis aquí— dije, tratando de recobrar el aliento—. Pero hay profesores y profesores— enfaticé la última palabra—. Y, créeme, los hay muy estúpidos. Mucho. Mucho.

Contemplé la entrada a las mazmorras, y me grabé la imagen, tratando de memorizarla para que no se me olvidara el camino y el lugar donde estaba la clase.

—Bueno, pues a clase— dije, poniendo los ojos en blanco, resaltando lo evidente y obvio—. ¿Qué fue lo último que distéis?— pregunté, curiosa, preparándome para lo que podría estar el profesor exigiendo, aunque dudaba que Aelia lo supiera, pues había faltado a clase—. Bueno, ya preguntaremos por ahí.