Partida Rol por web

No me importaba que mi hermano hubiera conseguido relacionarse tan rápido. En absoluto. Podía hacer lo que le diera la gana con tal de que no influyera en mi vida ni me amargara los días. Ciertamente, cuando mi padre nos dijo que íbamos a un colegio nuevo, siempre pensé que James se quedaría en Salem, pero, obviamente, no iba a desobedecer una orden directa de su señor, su Dios, la persona a la que más idolatraba; por lo que tener que aguantarlo no sólo durante las comidas, sino en la misma Sala Común de la Casa, me ponía algo enferma.

No quería ser como él, falsa e hipócrita para poder acercarme a la gente y creer que lo darían todo por mí. James tenía su sonrisa patentada, después de ensayarla miles de veces en el espejo, o, al menos, eso es lo que le decía para picarlo, pero, realmente, tenía un don. Alguien misericordioso quiso otorgarle el don de la empatía, de ser realmente encantador, para, después, convertirse en un buitre que podía llegar hasta las mismísimas entrañas de su víctima.

Aquellos muchachos eran su presa. Y no iba a soltarlas hasta que les extrajera totalmente todo el jugo. Encantador.

Caminé junto a Aelia, de manera animada, pensando que no sólo mi hermano podía tener amigos, o lo que él creía que eran amigos, pues, si éstos se dieran cuenta del agujero en el que se habían metido, saldrían de su vista en cuanto pudieran.

—Gracias por enseñarme todo esto, Aelia— agradecí, cruzando las puertas del comedor—. Realmente es grande el castillo. Salem no era nada comparado con esto— reí entre dientes, recordando mi escuela anterior y preguntándome qué harían justo en ese momento mis antiguos compañeros.

Estuve atenta a todo lo que la muchacha me contaba. Le agradecía soberanamente que hubiera sido tan amable. No me hubiera podido permitir volver a perderme por los pasillos y arriesgarme a llegar tarde a clase. Si tal noticia llegaba a oídos de mi padre, no sabía qué podría llegar a hacer, aparte de enviarme un vociferador para que todo el condenado colegio se enterara de que su hija era una perdedora.

Traté de quedarme con los nombres, las caras que había visto en el comedor, la Casa a la que pertenecían, sus virtudes y defectos. En definitiva, traté de memorizar todo lo que me decía Aelia, como si fuera la lección de Historia de la Magia.

—Vale, cuidado con Brad— resumí, sonriente—. Anne Lewis es estudiante y tu compañera en los juegos— enumeré señalándome los dedos, divertida—, Ryan también participa contigo en las pruebas y es algo pervertido— añadí, riendo—, y Dharma… Bueno— me interrumpí de improviso, carraspeando. Me mordí los labios algo dubitativa e incómoda. Acaba de meter la pata e hincar el dedo en la llaga.

Que estuviéramos frente a aquel árbol me dio la excusa perfecta para cambiar de tema. Miré el árbol, admirándolo desde todos los ángulos, totalmente alucinada. No había visto nunca nada igual, y me costaba imaginarlo moviéndose y pegando ¿puñetazos? a todo el que se acercara. Sencillamente, me encantó. Era un gran árbol, luchador y fuerte. Me pareció divertido e interesante.

—Está genial— valoré, mirando a Aelia y al árbol de manera alternativa—. Mola un montón. Bueno, si te golpea no mola, pero es genial— dije—. ¡Se mueve!— grité, señalándolo, después de tirarle una pequeña piedra a sus ramas altas, para ver lo que hacía. 

Reí, divertida y seguí escuchando a Aelia concentrada, tratando de no perderme detalle, guardando la información que me brindaba de manera tal altruista.

Ensanché la sonrisa cuando dijo aquello de los de Gryffindor. La miré con una ceja enarcada, y una sonrisa torcida. Me gustó aquello que dijo de “habilidosos con la varita”. Yo también me consideraba habilidosa, quizá, me lo creía demasiado y pasaba a la altanería, pero me hubiese encantado encontrarme con aquel grupillo para saber si realmente eran tan habilidosos como decía.

—Seguiré tu consejo— dije, aunque pensaba hacer todo lo contrario—. No me meteré con ellos y trataré de evitarlos— hice una pausa—. Oh, vamos, tiene que ser muy divertido algún duelo con esa panda— miré a Aelia, torciendo el gesto—. Seguro que sí.

Continué escuchándola, y mi mente volvió a funcionar, guardando la información, cada palabra que dijera Aelia debía de retenerse en mi cabeza.

—Dean, habilidoso también, y jugador de Quidditch de Gryffindor, vale— volví a recitar, como si me hubieran preguntado un tema del libro—. Y Mia, buscadora por Gryffindor, padres muggles, aunque, sinceramente, a mí también me da igual. No así a mi hermano, pero es que el pobre no llega— añadí, negando con la cabeza—, y pelirroja y maja.

Caminando llegamos a aquel bosque, y me quedé con la boca abierta. En Salem era todo valle, y apenas había árboles, salvo alguno para dar sombra. La mayoría del terreno del colegio lo ocupaba el campo de Quidditch, que sólo pisaba para ver algún que otro partido.

—¿No se puede pasar?— pregunté, girándome hacia la muchacha, apenada—. ¿De verdad? Es una broma. Es mentira, seguro. Algo tan interesante no puede estar vetado a la gente. ¿Por qué?— me crucé de brazos, mirando el nacimiento del bosque—. ¿Hay cosas malas? ¿Vampiros? ¿Hombres lobos? ¡Auuuuuu!— aullé, riendo—. Sigamos.

Aquella visita guiada me estaba divirtiendo, y había olvidado por completo a mi estúpido hermano y a sus imbéciles seguidores ciegos.

—De Hufflepuff, Donnie y Diane, hermana gemela de su hermana gemela— añadí, sacando la lengua, riendo—. Chiste muy malo. Olvídalo.

Me froté las manos cuando comenzó con mi Casa. No sabía por qué, pero me encantaba que me dijera los trapos sucios de Slytherin, que me contara la gente que había allí y a la que debía evitar.

—¿Severus?— pregunté sorprendida—. No me digas que tengo que tener cuidado. Es mi compañero en los juegos. Y, espero que sea realmente bueno con la varita, porque me encantaría quedar en un buen lugar— añadí. No conocía a aquel muchacho del todo. Tampoco sabía si era cierto lo que decía Aelia, pero sí me dio la impresión de que podía llegar a ser verdad. Un pinchazo de desazón me dio en el pecho. No podía estar con alguien inútil en el equipo. Suspiré—. Charlotte, prefecta perfecta, anotado— dije, aunque había perdido los ánimos de antes. Tenía que dar con el tal Severus en cuanto pudiera para comprobar si era tan bueno como me habían hecho pensar—. Cyril, Albert, y William fuera, lo tengo— alcé el pulgar, sonriendo y asentí con la cabeza—. Gracias por el resumen, Aelia.

Seguí la dirección de su mirada y yo también contemplé el lago. Su gris acero me hizo creer que no había agua, sino hierro fundido allí olvidado. Volví a suspirar y la miré:

—¿Y tú?— pregunté—. ¿Por qué dices que has faltado a clase? ¿Te encuentras bien?— inquirí, ladeando la cabeza—. Si has faltado a clase y necesitas ayuda, dímelo. Nos podemos poner al día juntas— añadí, riendo. 

En los terrenos de Hogwarts a Brad no le costó encontrar a Axel disfrutando de unos huesos, probablemente de la comida de Hagrid, junto a la perra de éste. Perra que por cierto parecía haber ganado bastante peso.

Diane pudo verlo de lejos, acercándose a la cabaña de Hagrid.

En la mesa de Gryffindor, Remus aceptó el abrazo de Irina pero después del dejó ir a consolar a Dean mientras él hablaba con Sirius y el resto de todo y nada.

- Flitwick es bueno y simpático, pero a veces nos trata cómo a niños. Podría enseñarnos cosas más interesantes. - coincidió Sirius con Mia.

Mientras, en Ravenclaw, Ryan y Anne charlaban.

- Pociones tiene su encanto. Hay pociones que consiguen que la gente haga cosas que no harían normalmente... - dice con una sonrisa de medio lado.

En Hufflepuff Ellen llegó y se sentó frente a Donnie.

- O eso está muy bueno o te has convertido en algun tipo de monstruo engullidor. ¿Has visto a Diane?

Remus se levanta cuándo ve a Donnie y se disculpa con su mesa para acercarse hasta él y darle una nota. Después volvió a su mesa.

La nota no te sorprende. Remus suele recordarte estas cosas por si acaso. Demasiado organizado.

Esta noche hay luna llena.

Asentí a las palabras de Sirius, coincidiendo con él. El profesor de encantamiento era uno de los mejores, era simpático, amable e impartía bien sus clases... Pero a veces se ponía en plan coñazo repitiendo lo mismo una y otra vez y no había dios que lo soportase. Ravenclaw tenía que ser. 

No me pasó desapercibido el estado de ánimo de Irina, parecía algo desanimada y... dado como miraba a Remus, parecía que había algo entre esos dos que no funcionaba del todo bien. Me incliné sobre mi amiga y le di un suave beso en el pelo.

- ¿Te apetece que esta noche quedemos tú y yo? Hace tiempo que no nos dedicamos un rato, a ver si pillamos a Lily y se une.-le dije a mi mejor amiga con una sonrisa. 

Miré hacia donde estaba Aelia saludando, le devolví el saludo y la sonrisa. Pensaba presentarme a la nueva, pero se ha ido con la águila... así que me tocará ir a hablar con el hermano rubio, alto y guapo, qué se le va a hacer... 

- Voy al nido de víboras-así es como llamaba la mesa de Slytherin-, a saludar al nuevo... A ver qué saco. Nos vemos en un rato-me despedí de mis compañeros y me dirigí a la mesa de estandartes verdes. 

Parecía que el nuevo tenía ya a un grupo de gente pendiente a él, cosa que me tiró para atrás... no quería parecer la típica chica tonta en busca de los favores del nuevo. Así que seré rápida y directa. 

- ¡Hey! ¿qué hay?-saludé al nuevo sentándome enfrente de él. Era divertido ver como destacaba sobre los rancios de Slytherin-Me llamo Mia Darcy-le tendí la mano para estrechársela-, tu hermana está en mi clase. Creo-me encogí de hombros-. En fin, si necesitas una guía guapa, inteligente, astuta, con una conversación interesante que te enseñe el colegio... búscame entre los Gryffindors-dije, claramente bromeando... cerca de los estirados Slytherins era más divertido aún. 

Me sobresalto al ver la nota caer delante de mi y hace que despeje un poco.
-Vaya, se me olvidaba... -rompí la nota en trocitos y la dejé encima de la mesa mientras miraba a Ellen -Nunca descartaré que sea un monstruo engullidor, pero lo cierto es que hoy estoy cansado... -apunté con mi varita a la nota - Fuego invocado... -susurré, y vi como un pequeño fuego quemaba los trozos de papel que había troceado y se extinguía rápidamente dejando cenizas -Y lo cierto es que no he visto a Didi. A lo mejor estaba aquí cuando entré pero... ni me acuerdo.

- Claro que sí, me encantaría.- Le contesto a mi amiga metamorfomaga. - En cuanto vea a Lily se lo digo.

Me acabo el agua fría que me había servido y veo como Remus va hacia Donnie a darle algo, algo que rompe a cachitos y quema "Que cosas más raras hace este hurón..." Pienso mientras me río un poco, algo más animada. Donnie siempre hacía cosas repentinas que tenían su gracia. Me vuelvo a poner al lado de Remus y le doy un beso. 

- Voy un rato a tomar el aire antes de que empiece la clase, luego nos vemos ¿vale?- Digo mientras le acaricio el pelo y le hago una seña con los ojos hacia Dean, para que entienda que le quería animar un poco. 

Luego, me dirijo a Dean - ¿Has acabado de comer ya? ¿Te vienes al final?- Le pregunto dibujando una leve sonrisa en mi rostro. 

Al pasar por al lado de Donnie le doy toquecitos en la espalda. -Oye, estaré fuera con Dean, por si quieres venir... Te quiero contar algo.-

- Pociones tiene su encanto. Hay pociones que consiguen que la gente haga cosas que no harían normalmente... - dice con una sonrisa de medio lado.

Tragué el bocado de tortilla que estaba masticando y miré de reojo a Ryan. Tranquilamente cogí mi vaso de zumo y me lo llevé a los labios. Tras beber un trago, aclaré mi garganta.

-Como por ejemplo...

Esperé a su respuesta. En mi mente pasaron varias imágenes de situaciones graciosas, como resultado de alguna poción.

Muchas Gracias por elegirme, sé que soy un conquistador nato  - le digo ante sus palabras de consuelo.

Ya me conoces, soy el malo de la película y si me convierto en conejito aún más, mira la cara que se me quedaría - digo intentando imitar a un conejo.

Veo como Mia le propone a Irina quedar.

Supongo que serán cosas de chicas, cuando no entramos ninguno de nosotros en juego, debería lugar hablar con Annie.

Si, sí, he acabado, podemos marchar en cuanto quieras, así podemos empezar con la práctica de los dientes saltones - digo guiñando un ojo.

Con otro montón de patatas en la boca intento sonreír a Irina mientras le contesto:
-Zsi, shzi, en cwanto acwabe de chomer vwuy! Jwejwejwejweygs.
Vuelvo a centrar la atención en la comida. " Que bueno esta todo hoy!"

La verdad era que aquella chica hablaba mucho, pero también podría haberse dicho de mí mientras le presentaba las afueras de Hogwarts y la introducía, de alguna manera, a unos conocimientos básicos sobre la gente con la que cohabitábamos. Parecía una chica un tanto nerviosa, cosa que no me preocupaba en lo absoluto. Además, parecía que tenía mucho más sentido del humor que la persona a la que había sustituido, si bien la otra había sido una de mis grandes amigas. La verdad es que me recordaba bastante a mí. “Ahora que lo pienso, ¿qué le digo a ella de mí? No tengo nada que explicar...”

-Yo no soy una buena maga. Ni habilidosa con la varita ni ingeniosa-, mentira, claro, para los demás. Pero era mi opinión, mi punto de vista. Poca gente en Hogwarts tenía la capacidad que yo tenía, ni la especialidad en la magia que poseía. Inclusive estaba en el club de Slughorn, cosa que a mí me dejaba atónita debido a la cantidad de gente importante que allí se reunía. Cada vez que se anunciaba una reunión y tenía que ir, siempre me encontraba fuera de lugar, sin saber cómo reaccionar ni actuar, viendo como un montón de gente con vidas mucho más interesantes que la mía hablaban como burgueses y se explicaban sus quehaceres mientras los demás, y yo, escuchábamos. Lo que hacía allí era, supongo, acto de presencia y poco más. Y todos allí estaban encantados mientras me sentía fuera de lugar. -O eso creo yo. Los demás creen que soy buena aunque discrepe. Y luego... Soy buscadora del equipo de Quidditch de Ravenclaw. He faltado a clase por motivos personales-, pues no creía que fuera bueno explicarle a London qué estaba haciendo de buenas a primeras, casi sin conocerla, -Aunque no necesitaré ponerme al día. No obstante, sí quiero seguir quedando contigo. Me pareces una muchacha interesante, a parte de lo bonita que eres-, argumenté. -Fuera de Hogwarts toco el violín, en muchas ocasiones acompañado de mi padre, un virtuoso con el piano. Y bueno, no me gusta meterme en líos pero siempre que los hay suelo estar cerca, no sé si me explico-, comenté esbozando una débil sonrisa. -Bueno. Ten cuidado con los pervertidos, yo misma soy uno de ellos, aunque mis gustos son un tanto variados. Ya verás que aquí la gente es muy liberal en lo que a la sexualidad se refiere¹-, mi sonrisa se ensanchó, mientras nos acercábamos a las puertas del castillo, y la tomé de la mano un segundo para que se apresurara. -La clase de pociones va a empezar en breves. Se me da bastante bien, aunque el profesor estará enfadado conmigo porque he faltado a algunas clases los últimos diez días. Siéntate conmigo, lo haremos bien, ya verás-, le dije, entrando en el castillo y dirección a la mazmorra de pociones. -Slughorn es tu jefe, un gordito bonachón. Es bastante simpático a la vista-, comenté, volviendo a sonreír. -Pero es buen tipo. Te caerá bien. ¿Qué dices, te sentarás conmigo?-, pregunté, mirándola directamente a los ojos.

Ryan ensancha la sonrisa, una sonrisa que no augura nada bueno.

- Cómo no poder mentir, o cómo sentirse extremadamente y lujuriosamente atraído por otro, por poner dos ejemplos.

El hermano de London, el chico nuevo, sonríe y asiente a Mia cómo para darle a enender que le ha oído y entendido pero no llega a cruzar palabra con ella.

- He terminado, voy a buscar mis libros. - dice a los chicos que están a su lado mientra se levanta, haciendo que la mitad de ellos se levante también y un par incluso le siga camino a la salida. 

Mientras ellos se van, Lily entra. Claramente ha llorado, sus ojos están rojos e hinchados, pero no dice nada. Simplemente se sienta y se pone a comer. 

En la mesa de Hufflepuff, Ellen se acerca más a Donnie.

- ¿Qué ponía? ¿era un mensaje de amooooor? - dice obviamente en broma - Me lo podrías haber dejado leer. ¿Puedo ir contigo cuándo acabes de comer? Me aburro si no.

Miro a Ellen con sonrisa malévola:
-No. No puedes. MWAHAHAHAHA! -Dije para quitarle importancia. Cojo una uva y me la meto en la boca -Sheguramente vaya con Irina y Dean, me ha dicho que me quiere contar algo ashí que iré a ver...
Apoyo mi cabeza en mi mano mientras como otra uva y miro a Ellen:
-Ellen. Bluablublibla. Me aburro. Cuéntame algo.

- Así que prefieres la compañía de Irina y Dean a la mía, ¿eh? ¿Y luego me pides que te entretenga? No eres muy buen negociador, ¿lo sabías?

Alcé una sola ceja ante la "no-respuesta" del yankee. Al menos los de aquí contestan, mal, pero lo hacen... Tenía que intentarlo.

- ¡Un placer charlar contigo, eh! ¡Ya tienes mejor conversación que la mitad de lameculos que te acompañan!-le dije mientras se alejaba, moviendo la mano con una gran sonrisa-Será gilipollas...-murmuré en un bufido mientras me levantaba de vuelta a mi mesa.

Por el camino, revolví el pelo a mi hermano Charlie, cuando me miró sorprendido le guiñé un ojo y le saqué la lengua mientras sus amigos me miraban embobados. Acaban de descubrir que las chicas son chicas y soy bastante popular en el colegio... me había acostumbrado a esas miradas y a ser el amor platónico de los chicos menores. 

Iba sonriente hasta que vi a Lily. Había estado llorando. Me entraron ganas de arrancarle las tripas al malnacido que había provocado eso. Mis amigos son mis amigos y nadie los hace sufrir. Y como sea otra vez por el estúpido de Severus...

Me acerqué a ella por la espalda y le hice cosquillas en las costillas por sorpresa, fueron toquecitos suaves y rápidos, pues enseguida me senté a su lado. 

- Hola, guapa-la saludé sonriendo-. Esta noche vamos a quedar Irina y yo, ¿te quieres unir? ¡noche de chicas!-le dije imitando el tono de voz de Sonja y Sophie, imitando los rasgos de la primera, para que riera. Había avanzado bastante respecto a mi poder, y me encantaba hacer este tipo de cosas. 

Llevé dos dedos a las comisuras de sus labios y las elevé suavemente en una artificial sonrisa.

- Estás más bonita cuando sonríes. No me hagas graparte la cara para dejarte así, ¿eh?

-Eeeeh -dije alzando mi cabeza -He dicho que iba con ellos, pero no que no te pudieras venir! -Me levanté dándole un par de golpecitos en la mano que tenía apoyada en la mesa -Venga va, vamos, antes de que me dé más pereza salir...