Partida Rol por web

De algún modo la actuación perfecta de Flavia tuvo una respuesta fatal en su segundo intento, acabando de manera completamente opuesta. Flavia consiguió desaparecer y aparecerse a unos metros de distancia en la dirección adecuada... Pero en cuanto lo hizo todos las escucharon gritar mientras se agarraba la pierna.

El sentimiento de calma de hacía unos minutos tras las risas desapareció, y Elina y Jack corrieron hacia la Ravenclaw.

Llevando ropa de abrigo no se podía apreciar lo que ocurría, pero la nieve a su alrededor empezaba a mancharse de carmín. 

- Joder, una despartición. - dijo Elina meintras con un movimiento de varita partía los pantalones de Flávia a la altura del muslo, dejando ver la herida. La mayoría apartó la vista al instante, guardandose gritos ahogados, o tapándose los ojos. Parecía que alguien hubiese arrancado un trozo del muslo de la chica del mismo modo que un charcutero corta el embutido para bocadillos. - Desmaius.  - dijo la profesora al instante, dejando a Flavia inconsciente y terminando con los gritos. Era lo mejor para la chica, pues aquello dolía horrores.

Tanto ella como Jack hicieron un par de conjuros sanadores de primeros auxilios antes de que el hermano de Mia la cogiese en brazos.

- Abberforth tendrá esencia de díctamo. - dice Elina antes de que Jack se vaya con la chica Ravenclaw inconsciente.

Tras unos segundos, Elina mira al resto.

- Bueno, eso era una despartición. - comenta intentado quitarle importancia, o romper el hielo. Nunca había sido una profesora típica.

Te despiertas en una cama con un intenso dolor en la pierna, aunque no tan intenso cómo hace un rato.* Lo último que recuerdas es cerrar los ojos para desaparecerte y notar como si te arrancasen un trozo de pierna. Luego dolor, dolor, la profesora Elina y a Jack, y después oscuridad.

Ves que ahora estás en la cama y no llevas pantalones, y una enorme venda te cubre el muslo izquierdo.

- ¿Cómo te encuentras? - escuchas una voz detrás de ti, y al girarte ves que el Jack Darcy, el asistente de Elina y hermano de tu compañera de curso Mia Darcy. Estaba sentado en una silla al lado de un escritorio con unguentos, vendas y otros utensilios, pero ahora se acerca hacia ti.

-¿Chicos? Gracias a Merlín que estáis bien... - es la voz de Anne, no la véis, pero por el sonido, debe estar en la celda de al lado. - Supongo que estáis atados con grilletes también... - escucháis el tintineo de las candenas cuando Anne las mueve.

- ¡Anne! - dice Ryan saliendo un poco más de su sopor e incorporándose. - Qué alegría oírte. Y veros al resto.

Sin embargo, ahí se acaban sus alegrías, pues estáis jodidos. Se desploma en el camastro en el que estaba.

- No tengo ni idea de qué ha pasado, no tengo ni idea de dónde estamos. Así que no, no tengo ni idea de qué podemos hacer... - dice derrotista.

Debbie te mira y sonríe con suavidad.

- Perfectamente. ¿Vienes conmigo? - te susurra, no queriendo llamar la atención del resto. Mientras tanto, Zane, los adultos y algun que otro estudiante más mayor se adentran en el salón a través de las dobles puertas. A tus compañeros ya se los han llevado, y el resto de personas se van separando y esparciendo en diferentes direcciones.

Tras varios intentos totalmente fallidos, me retiré hacia una de las esquinas, sentándome en el suelo y abrazando mis piernas. Estaba preocupada, había dejado completamente sola a Sofía... Y ni siquiera sabía nada de mis dos primas. Escondí la cabeza y solté todo el aire que tenía retenido, cómo demonios había pasado todo aquello. "Que les diré a mis padres si les pasa algo... Ni siquiera pude protegerlas" Alzé la mirada nuevamente, prestando atención a mis compañeros. Mentalmente estaba agotada, pero ¿Era excusa para quedarme allí sentada? ¡¡Arriba Diane!! Con gran pesar me levanté del suelo, y sacudí mis pantalones. Tenía que ser positiva, nadie de los allí presentes tenía las cosas fáciles, todos teníamos nuestros miedos. Miré a Irina y sonreí, pese a todo lo estaba haciendo genial, sería mi referencia.

- Vale... Concéntrate, Diane.-Me dije mientras miraba a Flavia, la cual lo había hecho perfecto la primera vez. Si ella podía... Mi corazón se encogió por completo cuando hizo el "segundo" movimiento. Mi cuerpo se petrificó y tras más de 5 minutos con los ojos cómo platos retiré la mirada de la profesora y la joven.- Oh dios mío....-Lentamente me fui alejando de la línea, cómo podía hacer eso después de conocer lo que ocurría si te desconcentrabas.- Creo que no estoy preparada... -Una voz en mi cabeza intentaba convencerme de que debía intentarlo, que eso no debía asustarme.

Poco queda que hacer o decir en esa situación. Estamos jodidos, y punto.

-Al menos Mia escapó con Joni. ¿El resto estamos todos bien? 

Suspiro, abatido. ¿Opciones? Solo se me ocurre una pero considerarla opción es... mucho.

-¿Alguien ha intentad hacer magia sin varita?

Le devolví la sonrisa a Diane alzando un poco la barbilla, para saludarla. Aunque la verdad que eso no tenía sentido alguno, pues había estado con nosotros todo el tiempo. Pero mi mente iba de un lugar a otro todo el rato y por un momento me olvidé de quién estaba presente realmente y quién no. Iba a darle ánimos cuando de repente... 

- ¡Flavia!- Grité sin quererlo, al ver lo que le había pasado. Me llevé las manos a la boca al verla gritar de dolor y, por impulso, corrí hacia ella para socorrerla. Pero cuando llegué dejé, lógicamente, a la profesora Dekkers arreglar la despartición con Jack. Yo no tenía ni la más remota idea de cómo se hacían esas cosas. 

Si que era peligroso aparecerse... Miré a Remus con cara de preocupación y volví a colocarme a su lado. No sabía ni qué decir, después de lo ocurrido hasta yo, que hacía escasos minutos estaba segura de mí misma, dudaba si podría aparecerme de nuevo sin causarme un estropicio. 

Dras se percata que la intención de Debbie no es la de atraerla a mucha gente. O eso le parece a ella, por lo que en un gesto quizá demasiado estúpido y asiendo la varita de su mano con más fuerza, repasando mentalmente todos los conjuros enseñados durante aquellos fructuosos años de escuela ante un encuentro hostil y percibiendo cómo los mortífagos se disgregan y dirigen a distintas zonas de la mansión, como en un hormiguero o una comuna, decide seguir lo más rápido y ligera que puede a Deborah, asintiendo un par de veces.

El dolor que sintió era indescriptible, además de la sensación de que iba a desmayarse en cualquier momento tras ver la pierna desgarrada del cuerpo. Estuvo a punto de vomitar, pero se contuvo, presa del pánico y del dolor más que del asco, en ese momento. Apenas tuvo tiempo de quejarse mucho más, pues de repente... Oscuridad.

Al abrir los ojos se encontraba en un sitio cerrado, pudo ver el techo sobre su cabeza. Miró a su alrededor y vio que estaba en una cama. Se incorporó casi de un salto, sentándose. En ese momento fue consciente de su pierna y la miró asustada. Estaba vendada y por el momento, no parecía dolerle tanto como antes, aunque sí que dolía. 

De repente, fue consciente de la presencia del profesor Jack. Una sensación de absoluta vergüenza le invadió por completo. Había fallado apareciéndose. Ahora estaba allí y el profesor debía estar con ella. Ahora el grupo tendría dos miembros menos. Ahora era un maldito estorbo con la pierna así... ¡Sólo tenía que aparecerse bien! ¡¿Tan difícil era?! Qué manera de cagarla...

— Me encuentro... Mejor. — Lo primero que musitó cuando sus pensamientos se asentaron un poco. — Pero aún me duele mucho... — Se miró la pierna con una mueca de dolor en el rostro. Suspiró y se dejó caer hacia atrás de nuevo, llevándose los antebrazos entre la frente y los ojos. — Lo siento mucho profesor... Además de fastidiar el plan, ahora soy una carga... De hecho, vaya con el resto, le necesitan. Yo... tendré que quedarme aquí... sin más. — Por un momento le asaltó la duda ¿dónde era aquí? — Por cierto, ¿dónde estamos? — Murmuró girando la cabeza hacia él y quitándose los brazos del rostro. Aunque suponía la respuesta.

Me miré las manos pensando si funcionaría el hacer magia sin varita. Nunca lo había intentando, más bien ni se me había pasado por la cabeza... Miré mis grilletes en un vano intento por conseguir liberarme.

-Alohomora...

Me sentí algo mal por Zoe. Yo sabía que era una muchacha lista, y que era capaz de muchas cosas, pero era ella misma su peor enemiga, y eso me dolía un poco, porque empatizaba con ella. A mí también me pasaba aquello: me centraba en lo que no podía hacer en lugar de lo que sí que podía. Teníamos poca confianza en nosotras mismas, la verdad.

La despedí con un gesto de cabeza, y la sonreí para darle ánimos, para que no se centrara en lo que había fallado, y simplemente se limitara a descansar, y punto. No merecía la pena comerse la cabeza por algo que estábamos empezando a hacer.

-Duerme donde quieras, Zoe- dije, tras mirar su titubeo-. A mi hermano no le importará- aseguré, aunque no las tenía todas conmigo, pues no había vivido nunca con mi hermano, y no sabía qué costumbres tenía, ni qué rutina.

Escuché las palabras de Severus, y asentí, sonriente. Cogí la capa que me daba, y abrí la terraza para que el aire entrara. No sabía si estábamos haciendo bien al salir fuera, donde la gente podía vernos, pero necesitaba salir, un poco de respiro. Además, comenzaba a sentir un dolor agudo en la cabeza, latente, y temía por un dolor de cabeza incipiente.

Me apoyé en la barandilla de la terraza, y miré a Severus con verdadera admiración.

-Se te da muy bien esto de la Legeremancia y tal, Severus- dije, asintiendo con la cabeza-. ¿Dónde has aprendido?- pregunté, curiosa-. ¿Has practicado por tu cuenta?- y, de pronto, pegué un grito ahogado-. ¿¡Te ha estado enseñando algún profesor!?-dije más alto de lo que me hubiera gustado, sin poder ocultar mi entusiasmo-. Se te da súper bien- volví a decir con algo de envidia, pero nada enfadada. Era más admiración que otra cosa.

No soy medimaga, pero creo que he podido hacer todo lo que está en mi mano, ¡solo tengo 16 años! ¡ni siquiera he terminado Hogwarts! Joder, ¡joder! Y Joni está hecho una puta mierda, al menos ha dejado de sangrar... ¡pero y si tiene algo más grave! 

Intento preguntar y preguntar, pero no parece que sea capaz de responderme, está bastante jodido, mis hechizos no son algo milagroso. Cuando veo que me pide que me acerque, eso hago, me acerco todo lo que puedo para que pueda hablarme al oído y responderme a algo.

Viendo que los ánimos se parecían haber apagado de repente y todos tenían miedo, la profesora se movió unos pasos para que le prestasen atención y se paró en el centro del grupo, colocándo los brazos en jarras.

- Está bien chico. Es era una despartición. Ocurre cuando una parte de tu cuerpo no termina de aparecerse. Vas demasiado rápido, no te concentras lo suficiente... Pero estadísticamente, y sobretodo si lo hacéis todo bien, las posibilidades son mínimas.* - dije intentando, a su manera, tranquilizaros - Varios de vosotros lo habíais conseguido ya sin problemas, lo que demuestra mis palabras. Creo que ha sido culpa mía por poner presión en Flavia, es demasiado perfeccionista y se pone nerviosa con eso. Pero no cometeré el mismo error dos veces. Sois libres de seguir practicando, o no.

Os alejáis del vestíbulo, dónde ya queda poca gente. Todo el mundo se ha ido esparciendo entre unas salas u otra. Tú , que has decidido seguir a Debbie, recorres un pasillo y en una de las puertas ella se para. Con un simple alohomora, abre la puerta y te guiña un ojo. 

- Lo de usar llaves no se lleva en esta mansión. Demasiado muggle. - bromea antes de entrar. Una vez dentro hace un gesto para que veas a dónde te ha llevado. - Bienvenida a mi guarida.

La habitación es una biblioteca estudio de tamaño considerable. Tendrá varios cientos de libros en sus paredes, un escritorio de roble mazizo y enorme a un lado, con un par de sillas mullidas, un globo terraqueo y algunos artilugios que no sabes decir a primera vista si son decorativos o útiles.

- Nadie me molesta nunca aquí. - te explica tras cerrar la puerta. - Están demasiado ocupados con medirse las varitas, y ninguno tiene interés en los libros. - dice mientras se acerca a una de las estanterías y acaricia el lomo de uno de los libros. - Es gracioso cómo a los magos con dinero les gusta coleccionar libros extraños que luego nunca usan. Idiotas. - añade mientras te mira, con cierto brillo en los ojos.

Pese a que la teoría de cómo hacer magia sin varita parecía simple, no lo era. Para nada. La varita es el canal que lleva la magia interior del mago a tomar forma. Las palabras de los conjuros, la llave que abre la puerta. Ya hacer magia no verbal es complicado, ya que tienes que abrir la puerta sin llave. Hacerla sin varita es como intentar abrir una roca con una llave de latón.

Y aunque normalmente alguien con la educación y capacidades de Donnie no habría desatado nada la primera vez que intentase hacer un conjuro, por alguna razón* esta vez fue distinto. Pero el resultado no fue para nada lo esperado. Algo de magia salió de Donnie, y unas chispas chocaron contra los grilletes de su mano derecha. Entonces los grilletes de dicha manose apretaron aún más, sin duda produciéndole dolor a Donnie, que no pudo evitar soltar un gemido.

-¿Donnie? - escucháis a Anne desde la celda que no llegáis a ver. - ¿Estás bien? Chicos, yo... tengo una idea. Pero es peligroso, primero creo que deberíamos esperar a que alguien venga, para hacernos una idea de la hora que es, de a quién nos enfrentamos, o qué quieren de nosotros...

Cuando te acercas siguiendo sus indicaciones, posa su mano en tu mejilla y acerca sus labios... a los tuyos, besándote con calidez.

- Eres increíble Mia Darcy. Gracias. - te dice antes de dejarse caer, con cuidado, cerrando los ojos unos segundos. Sin duda está mal y necesita descansar, pero intenta darte respuesta a alguna pregunta. Abre los ojos y te mira antes de empezar a hablar. - No tengo ni idea de donde estamos. - dice con aún voz débil. - Pero ese barco era el barco que utilizan en Dumstrang para llevar a los alumnos al castillo. Alumnos que parecían estar en el barco, al menos muchos de ellos.

Vuelve a cerrar los ojos unos segundos, respirando pesadamente, intentando recolectar algo más de energía antes de seguir. 

- Nunca fui especialmente popular en Dumstrang. No era cómo Kristoff. Pero tampoco tuve problemas, hasta ahora al parecer. Sospechaba que Kristoff y Saana tramaban algo, desde que esos dos de Hogwarts vinieron a Dumstrang en verano. Y cuándo se anunció lo de los juegos y ellos se presentaron candidatos, decidí presentarme yo también. Había algo raro, pero nunca imaginé algo así... El director me hizo una entrevista, muy ambigua, a la que respondí igual de ambiguamente... Supongo que ser el tipo reflexivo y callado tiene sus ventajas.

Se detiene de nuevo después de todo lo que ha dicho. Le cuesta decir las palabras, y le duele todo el cuerpo. Cierra los ojos de nuevo y levanta un dedo, pidiéndote un minuto. El minuto se te hace eterno, pero vuelve a hablar.

- Creo que el director y los alumnos más influenciables están metidos en algo serio con quién no debe ser nombrado. La marca de las velas era su marca. Y teniendo en cuenta lo que vimos en el lago, es probable que hayan tomado Hogwarts, y nosotros debíamos ser sus rehenes, su plan B. O vosotros, mejor dicho. Mis ex-compañeros me han dejado claro que era un traidor y que iban a desahogarse conmigo sin consecuencias.

Joni tose y puedes ver como se agarra la costilla con dolor. Escupe un poco de sangre y te mira.

- Creo que necesito dormir un poco, Mia. Y un poco de agua...

Salías ambos al balcón y Severus se apoya en la barandilla barandilla también. mirando alrededor. O bien nadie presta atención a dos chavales en la terraza, o bien tu hermano tiene hechizos para evitar miradas indiscretas (que tendría todo el sentido del mundo, si lo piensas detenidamente).

Severus da un respingo cuándo te emocionas y subes la voz, y niega con la cabeza.

- De verdad que tendrías que controlar esos impulsos tuyos, London, no sólo para la oclumancia. Un día me dará un infarto, cuando menos me lo espere...- dice en ese tono tan suyo, entre áspero y apático, aunque jurarías que eso ha pretendido ser una broma. El chico apoya la cabeza sobre los brazos, haciendo que el pelo le deslice ligeramente tapándole la cara. - No me ha enseñado ningún profesor. Esas cosas no se enseñan en Hogwarts. He tenido que aprenderlo por mi parte, pero apenas he podido practicar. No es algo que quieras que todo el mundo sepa, perdería efectividad, vaya. - te explica. - Pero supe que iba a necesitarlo, y no me equivocaba... Y ahora lo necesitaréis vosotras también. Tu hermano es inteligente si ya quiso enseñarte de pequeña. Aunque no entiendo de qué te habría servido con esa edad, y rodeada de tu familia. - comenta mientras te responde a tus preguntas.

Asentí y la profesora y me separé de Remus para intentarlo de nuevo. Me concentré en el lugar, cerré los ojos y... nerviosa, volví a notar esa extraña sensación. No era momento para que cundiera el pánico, y debía dar ejemplo para que los demás no se quedaran atrás. Aunque, ciertamente, la imagen de  Flavia  sería difícil de olvidar. 

-Estamos bien Anne. Pero dejemos lo de la magia sin varita hasta agotar las opciones... puede que esperar no sea la mejor idea pero ¿Qué otra cosa podemos hacer?

Me siento en el suelo, con la espalda apoyada en la pared.

-Claro que en elgún momento habrá que decidir hacer algo, podrían no venir. donnie, no fuerces demasiado los grilletes ahora. Estando tan apretados...