Partida Rol por web

Son las 5.15 cuándo abres los ojos y miras la hora. No tienes porqué levantarte, claro, pero has dormido sin problemas y te notas descansada.

Tuve un sueño muy extraño. Al principio del mismo, me encontraba dentro de un caldero gigante, y éste poco a poco iba llenándose de un montón de ingredientes, de los más asquerosos, para hacer pociones, y agua. En cuanto el agua me empapaba el cuello, alguien encendía un fuego y comenzaba a revolver en una cuchara gigante. Por más que pidiera ayuda o gritara, nadie me oía. Pero pronto el sueño cambió. Se volvió plácido. Estaba en un estado entre nadando y volando, como en un etéreo líquido. Notaba el líquido entrar por mi nariz al respirar pero sorprendentemente para mí éste no me ahogaba, sino que me refrescaba la nariz, la garganta, y mi interior, y al mismo tiempo me transmitía una sensación de calidez. Intentaba moverme y sin problemas, pero todo era azul claro. Como si en vez de en un sueño hubiera estado en la playa de Broadsands, una playa a la que había ido muchas veces de pequeña con toda mi segunda familia, con su preciosas tierra rojiza y sus aguas poco profundas en un día soleado, poco frecuentes en el Reino Unido. Curiosamente, dentro del líquido se podía nadar sin problemas, y respirar. Pero más curioso es que el mismo líquido me recordaba a la gelatina, y el olor era a fresco, como si dentro de aquél líquido estuviera encima de un espeso campo de menta.

Un rato después, y como de un virus se tratase, el sueño volvió a mutar. Me encontraba en el local de Jazz de mi padre, pero estaba vacío. El color había desaparecido de todo lugar pero la música sonaba. Sonaba Summertime, tocada por Charlie Parker, una canción de 1950. Una rápida mirada al escenario me aseguraba que, efectivamente, la música sonaba sola, y otro rápido vistazo al lugar me confirmó que no había ninguna rockola en el establecimiento, y por lo tanto la música estaba en la cabeza. Me senté en un taburete, esperando a alguien o a algo, pero no aparecía. Al acabar la canción, todo se quedó en silencio. Comencé a oír a mi propio corazón bombeando la sangre hacia todos los rincones de mi cuerpo, como un metrónomo a paso firme siguiendo el ritmo de una canción lenta. Temí volverme loca, y justo cuando me comenzaba a doler la cabeza abrí los ojos.

Estupendo. Otra parálisis del sueño. Las conocía, eran comunes para mí pero nunca había tenido una sin mis padres. Mi mente quería que mi cabeza se moviera pero no fue así, tan solo conseguía moverla un ápice. Parpadeé un par de veces e intenté mover el cuerpo a la fuerza. La práctica durante las parálisis del sueño habían hecho que ahora, tras haberlo sufrido durante un tiempo, ya no me aterraran tanto como antes. Sí que era algo angustioso, pues no me podía mover durante un rato, pero no pasaba nada. La sensación era como estar drogada con algún tranquilizante. Poco a poco conseguí sacudir mi cabeza y rápidamente a partir de ahí mi cuerpo fue despertando bastante más rápido. Me levanté, despertando sin querer a la gata, y acariciándole la cabeza a modo de disculpa por despertarla. Me levanté de la cama, haciéndola justo después. Rellené la comida y el agua de shiva, así como cambié el agua de todos los gatos. Me lavé los dientes y me cambié. No serían las 5:45 cuando salí de la habitación, vestida correctamente, con la túnica y los libros de pociones, transformaciones y de Historia de la Magia. Me senté en una silla cómoda y encendí una luz que me iluminó lo suficiente como para poder ver sin tener que forzar la vista.

Bien, manos a la obra, me dije. Fraccioné el tiempo: Primero repasé un poco la clase de pociones del profesor Slughorn, y de repente se me vino a la mente todo lo que me había explicado el profesor Slughorn en pociones acerca de mis padres. Como que lo que habíamos hecho era poco aquél primer día me leí la poción que íbamos a preparar, subrallando las cosas más importantes y haciendo pequeñas anotaciones al libro. No era muy partidaria de eso, pero qué demonios, al fin y al cabo era mi libro, y seguro que si no perdía el libro los apuntes los tendría allí, a parte de los pergaminos en los que iba anotando cosas acerca de pociones. Pronto le llegó el turno a Historia de la magia. Supuse que empezaríamos por el principio, así que me leí con tranquilidad lo que sería la primera hora y media de clase. Después dejé el libro y cogí el de Transformaciones. Tenía mucha curiosidad, y además de eso tenía muchas ganas de comenzar a usar la magia. Por fin iba a empezar a pertenecer a mi nueva vida.

Era curioso. La clase de pociones me había ido igual que a muchos otros niños que conocían la magia desde pequeños. Me leí la primera lección de Transformaciones, y, en cuanto hube acabado con el texto, miré a ver si podía practicar un poco. Al fin y al cabo, parecía que no había ningún problema en practicar sola por la mañana. No habría nadie viéndome, a menos que algún otro alumno hubiera bajado para aquél entonces.

Sep, perfecto. La idea es estar cuando ellos despierten, o por si aparecía el chalado ese que se levanta pronto.

Cuándo llegas a la enfermería la mujer está ocupada cambiando las sábanas de una cama.

Antes de entrar, me aseguré de dar unos golpecitos educados a la puerta, no tanto por guardar las formas como para llamar la atención de la mujer. 

- ¿Madame Pomfrey? - Me aventuré a preguntar. No quería molestar pero la realidad era que ella estaba ahí para, bueno, para atender a los alumnos, y más concretamente, para atenderme a mí. - Soy Charlie, Prince...- Añadí, algo de seguro completamente innecesario, ¿cómo no iba a recordarme?, pero como había dicho... las formas. - No quería interrumpir, solo pasaba para preguntar si había tenido oportunidad de hablar con el profesor Dumbledore sobre el asunto de las horas de voluntariado del que hablamos. -Terminé con suavidad.

- ¡Hola bonita! - dice acabando de colocar las sábanas nuevas y dejando las usadas en el suelo - No hay problema, siempre que puedas compenetrar bien tus estudios. Lo mejor sería tres tardes por semana, para no saturarte y porque no siempre hay trabajo, la verdad. Lunes, Miércoles y Viernes, ¿de 17 a 19? Por ejemplo, aunque puedes escoger lo que te vaya mejor.

 - Lunes, miercoles y viernes será perfecto - Asentí conforme esbozando una amplia y encantadora sonrisa. -Muchas gracias señorita Pomfrey, no se arrepentirá. -Añadí con cierto entusiasmo no del todo fingido. -Buenas noches y hasta el lunes a las cinco.- Me despedí sonriente antes de girar sobre mis propios talones para dirigirme hacia el gran comedor, no quería llegar tarde a la cena.

Tras esperar un buen rato por Irina vez que no te ha seguido. Tal vez Mia y Dean la han convecido para jugar con ellos ajedrez mágico, o tal vez se ha arrepentido en el último minuto.

Sea como sea te encuentras solo en la entrada del castillo, aunque ves alumnos ir y venir, relajados ya que es fin de semana.

Estaba en el pasillo e Irina no venía.
-Iriiiinaaaa -llamé a través de la puerta del Gran Comedor, había pasado un rato y ya no estaba ahí tampoco -Pues vaya... -me apoyé de espaldas en la gran puerta cerrada y crucé los brazos, pensando -Bueno... mañana empieza el fin de semana y no tengo ganas de irme a dormir... no es recomendable intentar entrar en el bosque prohibido ahora, y como Hagrid me vea en las afueras seguro que me manda de inmediato a mi sala común...

Entonces recordé el perro de Brad y la discusión de hoy con el niño serpiente.
-¿Y si voy a las mazmorras a ver si descubro algo...?
Me separé de la puerta y vi que el pasillo ya estaba casi vacío. "De acuerdo Donnie... hora de hacer de detective. Espero que esta vez aguantes más que la última..."

Bajas por el pasillo que da a las mazmorras del castillo. Recuerdas que el aula de pociones también está en las mazmorras pero no es el mismo pasillo, con lo que las mazmorras deben ser bastante grandes. ¿Para qué construirían mazmorras en un colegio?

Sin embargo la tranqilidad del descenso se ve truncada cuando ves a un par de Slytherin, tal vez de 3ero o 4to curso caminas por los pasillos. Alcanzas a escuchar lo que dicen gracias al eco de las paredes y a que no se preocupan en bajar la voz.

- ¿Por qué hacemos guardia por un solo crío? ¡Y encima Hufflepuff! Debería dejarle entrar en las mazmorras y darle un escarmiento dentro. 

- Ya te lo he dicho. Si un niño cómo ese consigue entrar en la sala común nos dejará a todos como a tontos.

Los chicos no están muy atentos pero caminan hacia dónde estás tú con lo que si no haces algo, indudablemente van a verte.

*No sabía que a Hufflepuff se le infravaloraba tanto...* Me estaban empezando a dar bastante rabia. Tal vez debiera colarme en su sala común y hacerles saber a todos lo tontos que podían llegar a ser algunos Slytherins...

Volví otra vez al momento. Se acercaban. Miré rápido a mi alrededor. Lo primero que vi fue una armadura pegada a la pared, detrás de ella parecía haber bastante oscuridad. Me acerqué rápidamente sin hacer ruido e intenté quedarme quieto sin mover un dedo... *Tantas molestias para que no me acerque... debe haber sido ese maldito niño serpiente.*

Los chicos, demasiado absortos en su conversación, no prestan atención a los pasillos. Se supone que están de guardia, pero no parece preocuparles. Siguen caminando hasta que tuercen la esquina y tu escondite no te ha delatado.

*Fiuuf... ha faltado poco* Salí de ahí y me dirigí al lugar de dónde había venido, pegado siempre a la pared y caminando por las sombras, intentando recordar por dónde fue Zane el otro día cuando lo seguí y buscando cualquier indicio de que pudiera haber alguien en las mazmorras, no sólo para esconderme de quien hubiera, si no también para poner la oreja. Había descubierto que cuando la gente creía que nadie les escuchaba podían decir cosas muy interesantes...
*Menudos listillos esos Slytherins... como me pillen aquí lo llevo claro*

Por mucho que buscas no pareces encontrar nada raro. Las paredes son rectas y no parecen tener puertas. Tampoco hay algo como la entrada de tu sala: un grupo de barriles. ¿Por dónde entrarán ellos? Sea como se recuerdas que necesitas la contraseña, aparte de la entrada, ya que los prefectos os informaron de que todas las salas tienen sus contraseñas. 

Tal vez no hay sido la mejor opción de aventura por hoy. Tal vez deberías conseguir esa información antes de enfrascarte en la búsqueda.

*Hmm... tantas molestias para no encontrar nada. Será mejor que me marche.* Me dirigí por dónde había venido pero entonces se me ocurrió una cosa. Cogí un papel y lápiz que llevaba en la túnica de la última clase y puse en mayúsculas e intentando hacer una letra distinta a la mía (nunca se sabía...):

"UN PAR DE CIEGOS CHARLATANES NO SON BUENOS VIGILANTES.
ATT: G.R.H.S."

Y la dejé en la cara de una de las armaduras que, en mi opinión, más llamaba la atención. Lo de G.R.H.S no significaba nada. Sólo era un truco para usar las iniciales de todas las casas y así hacer que se liaran más... y tal vez fuera gracioso lo que pudieran sacar de eso.

Después de guardarme las cosas, volví finalmente sobre mis pasos, parecía ser que los vigilantes ya no estaban en esta zona y con cuidado volví a los pasillos. Decidí volver a las cocinas e irme a dormir. Mañana tal vez fuera a la biblioteca, o me dedicara a dar una vuelta por ahí, viendo si descubría cual era la entrada de los Slytherins...
Me habían retado... y si no lo habían hecho, así lo había sentido yo... y odio que me reten... además, el pobre perro de Brad había sido atacado por la serpiente de alguien y no había habido ningún tipo de castigo, eso era muy injusto.

Los niños te guían por los pasillos y escaleras hasta llegar a los sótanos. En ese momento Sirius se para delante de un cuadro con un frutero y mira alrededor para ver que no hay nadie. Al asegurarse de que estáis solos, alarga un dedo y hace cosquillas a la pera del frutero, la cuál se sacude y se convierte en una manivela.

- ¿Mola, eh?

Cuándo Sirius la hace girar el cuadro se abre cómo una puerta y puedes ver las cocinas. hay decenas, tal vez un centenar, de los llamados elfos domésticos.

- ¡Hola de nuevo a todos!

Algunos elfos actúan asustados y desaparecen de repente, pero otros saludan con reverencias o con gestos nerviosos.

Durante la tarde, una chica Slytherin se te acerca.

Encuentras a un niño que tal vez te sirva para el club de lectura: es un Gryffindor que parece discreto y formal, y está sólo cuándo entra en tu radar.

[Flashback. Sabado por la tarde en los jardines.] 

Charlie & Dean.

Sentada a la sombra de un viejo roble, estiré las piernas para colocar sobre ellas un gran libro forrado de piel. Aprovechando la tranquilidad que se respiraba a esas horas en los terrenos del castillo y disfrutando de la suave brisa vespertina, pasé una mano por su cubierta con la reverencia de quien trata con algún tipo de reliquia. Se trataba de aquella primera edición de La Historia de Hogwarts que había conseguido en la biblioteca, después de hacer uso del libro de los retratos lo que necesitaba ahora era un detallado despliegue de los mapas del castillo, cosa que según la bibliotecaría encontraría aquí sin problemas. 

Con Zoe estudiando con Deborah y con Sonja entreteniendo a Zane en la cita que tanto me había cuidado de ayudarle a preparar, tenía toda la tarde libre y segura de no tener que aguantar sus chorradas asique sin más, pasé un dedo por el indice hasta identificar el capitulo que me interesaba.