Partida Rol por web

El repentino ataque coge al lobo-Lupin por sorpresa y no es capaz de esquivarlo. Tus garras se hunden con profundidad en su piel y dejando feos surcos sangrantes en su costado, haciendo que gima lastimosamente.

No obstante, cuándo consigue separarse te muestra los dientes en una expresión encolerizada, completamente distinta a la mirada de antes. Está preparado para atacarte y reclamar su posición como macho alfa, al igual que tú.

El olor de su sangre dio paso al descontrol. Quería desgarrarlo más, hacerle ver que yo era superior. Cuando vi que se ponía en posición de ataque levanté la guardia, preparado para atacar en cualquier momento, al igual que él, plantado en frente suyo y clavando mis ojos en los suyos, tan rabioso como yo mientras la herida que le había hecho brillaba a la luz de la luna que se colaba por los agujeros de aquel lugar siniestro...

El pelo de Lupin se riza y un gruñido grave y amenazador se escapa de entre sus fauces. Lupin es más rápido que tú y salta con las fauces abiertas, directo para morder la parte trasera de tu cuello. Sus garras van por delante y no son precisamente algo que olvidar. Si no lo esquivas a tiempo sin duda acabaras con una herida importante.

Demasiado rápido para mi, Lupin agarra mi cuerpo con sus garras y muerde la parte trasera de mi cuello con todas sus fuerzas. Cegado por el dolor ruedo por el suelo y cuando lo tengo encima mío, usando mis patas traseras lo lanzo hacia atrás para crear distancia. Me levanto, sangrando por el cuello y la espalda, sin tiempo a dejarle pensar y corriendo hacia el me lanzo al ataque, rompiendo el podrido suelo al saltar con las garras apuntando a su cara...

Lupin no es capaz de esquivar tu ataque, sin embargo consigue colocarse lo suficientemente protegido como para que tus fauces no desgarren más su cuerpo. Rueda hacia un lado, haciendo caer la cómoda de la habitación con un estruendo y no se detiene, volviendo a saltar al instante contra tu cuerpo. 

Golpeado por el costado, Lupin me lanza contra un viejo pilar de madera carcomido por los años que mi cuerpo rompe con facilidad gracias a la fuerza del golpe, me alzo entre los escombros y me sacudo el polvo de encima sin apartar la vista de él, notando el dolor de mis costillas, cojo un trozo de madera casi del mismo tamaño que nosotros y salto agarrándolo con las dos manos dispuesto a romperlo en su cabeza...

Lupin ve cómo te alzas sobre los cuartos traseros y utilizas las ventajas de homínido para intentar asestarle un golpe con la madera, pero lo esquiva con una rápida finta y aprovecha el impulso para embestirte contra la ventana. si loq ue ha dicho Dumbledore es cierto la ventana no debería romperse ante el embiste, quedándoos encerrados en la casa durante toda la noche.

Fallando estrepitosamente vuelvo a ser embestido por Lupin contra el ventanal, siendo aplastado contra un muro invisible, notando como todo mi interior cruje. Caigo al suelo, agotado, casi sin poder levantarme pero haciéndolo a duras penas. No dejo de mirar a Lupin mostrando mis dientes, aunque menos, y me dirijo casi a rastras a una esquina oscura de la habitación. Dónde me tumbo y dejo que el dolor que he merecido sufrir invada mi cuerpo mientras me lamo las heridas.

El muro invisible que has notado es en realidad un poderoso efecto protector de algún hechizo, o tal vez de varios. Derrotado en la esquina, el lobo-Lupin acepta tu rendición y la redencilla termina. Los dos mostráis heridas graves, pero es fácil ver que las tuyas son muchísimo más peligrosas.

Lupin lanza un aullido en la noche en ese momento. Es un aullido de victoria, pero también un aullido meláncolico. Acto seguido se acerca a ti y te olisquea las heridas. Su instinto le dice que son graves pero que sobrevivirás, lo que quiere decir que se acaba de formar una pequeña manada para las noches de luna llena, con Lupin como jefe de momento. Tal vez en el futuro puedas reclamar de nuevo el puesto, pero sin duda, no será esta noche.

Lupin se leja poco a poco y olisquea los rincones, araña las paredes y empuja muebles, pero parece ser que efectivamente la protección es enorme y no hay manera de salir. Un nuevo aullido esta vez de frustración, sale de lo más hondo de su garganta antes de sentarse derrotado frente a la ventana. 

Viendo la impotencia en la que los dos nos encontramos, acompaño su aullido con el mío. Implorando libertad, o tal vez lamentándome también de mi derrota.

Cuándo apenas despunta el alaba, tanto tú cómo Lupin despertáis. No recuerdas anda desde que el lobo tomó el control, pero sin duda notas las heridas múltiples en tu cuerpo. Puedes ver cómo Lupin también esta herido, aunque menos que tú, y cómo la habitación está destrozada. Lupin te mira preocupado y asustado, pero en ese instante el Director se aparece con la enfermera de la escuela, quien lleva una barbaridad de pociones encima.

- Por las barbas de Merlin, qué desastre...

Sin perder un minuto la señora Pompfrey te da una cuchara de una poción de saber asqueroso pero que te inunda instantaneamente de calidez. Notas cómo las heridas cicatrizan con rapidez, y aunque es doloroso merece la pena. En unos segundos no te duele nada y no sangras, aunque las cicatrices son visibles. Hace lo mismo con Lupin y después el director os tiende unas túnicas nuevas.

- En cuanto lleguemos al castillo un par de elfos domésticos os llevarán a los baños de vuestras salas comunes y vigilarán que nadie os moleste mientras os limpiáis y vestís. Ahora tenemos un poco de prisa, pero cuando estéis listos me gustaría que me explicaseis que tal la noche. ¡Ah! Por cierto. - el director alza entonces una garrafa de agua y un vaso - Aquí tienes.

Todavía con el cuerpo dolorido fue corriendo a por el agua. Como pensé estaba sediento, y esta vez incluso más de lo normal. Acabé de beber y le pasé la garrafa a Lupin:
-Ten... estás bien...? Parece que hemos tenido un pequeño rifi-rafe... y has salido ganando tu. Lo siento mucho...

Fui junto al elfo doméstico y me esperé, un poco triste por dentro:
-Cuando Lupin diga podemos marchar...

Remus negó enérgicamente con la cabeza ante tu disculpa.

- No...yo lo siento, parece que te dejé malherido...

Después bebió casi con avidez y te imitó. El director os llevó a su despacho y de ahí los elfos a vuestras respectivas salas, aunque Remus se te acercó antes de desapareceros.

- La próxima luna me controlaré, lo prometo.

En algún momento en el trayecto consigues quedarte a solas. El lugar más seguro y tranquilo es el baño de prefectos en vuestro vagón, pues aparte de obviamente no haber ventanas, no hay demasiada gente con permiso para entrar. Tendrás que ir rápido, por si acaso, para no levantar sospechas.

En cuanto me encierro en el baño hago unos hechizos protectores, lo suficiente como para asegurarme de que nadie entrará durante los dos minutos que dure eso y, además, abro el grifo del agua para que ahogue mi voz lo suficiente para que no se escuche desde fuera, o menos, pronuncio en voz baja el nombre de uno de mis elfos. Sabía que me podía fiar, el que más devoción tenía por mi familia -aunque todos sienten esa devoción, la de este era de exagerar- No tarda ni un segundo en aparecer ante mí y hacer la reverencia aunque un gesto de mi mano basta para que no diga nada. Me agacho a su altura, mirándolo a sus enormes ojos antes de hablar:

_{-Escúchame Tholav-} empiezo _{-tengo un importante encargo para ti, lógralo y conseguirás un gran prestigio para los Knight, más de lo que ha conseguido ningún otro elfo. Falla...-} No sigo, no hace falta, pero sé de sobra que la perspectiva de ser el "mejor" para mí lo animará y hará que lo de todo para no fallar.

_{-Quiero que lleves a un chico llamado Edward Steward ante la presencia del Señor Tenebroso. Es un chico de sexto, Ravenclaw, pelirrojo y de ojos azules. No hay nadie más en ese curso de Ravenclaw con esa descripción. Nadie te puede ver ¿me has entendido? Nadie.}

_{-Cuando estés ante el señor, le dirás que lo llevas de mi parte y le dirás quién es... ¿de acuerdo? Me da igual como lo hagas... pero me gustaría que, mañana al desayunar, reciba la noticia de su desaparición de Hogwarts. Píllalo cuando vaya al baño, cuando todos estén durmiendo, sólo asegurate de que nadie te vea}.

Sonrío de medio lado, una sonrisa amable que uso también para fingir ante los sangre sucia. Thalov es un poco mejor que ellos, y lo necesito... Seguro que la amabilidad hace que sea más leal a mí y no me falle:

_{-Lo harás bien, estoy seguro, vete ya...-} Ordeno, no sin antes darle confianza demostrando que confío en él. Y de hecho, confío en él.

Los elfos domésticos pueden aparecerse dentro del castillo y llevarse personas sin ser detectados, son los únicos que pueden hacer algo así. No lo tuve en cuenta al principio, pero al acordarme de que dentro de mi casa se desaparecían me acordé de que su magia es distinta a la nuestra, y por lo tanto la nuestra no les afecta: es perfecto.

No pierdo el tiempo, y tras la orden y asegurarme de que me ha entendido me dispongo a deshacer los encantamientos, tirar de la cadena y salir de ahí.

El elfo aparece al instante y escucha con atención mientras asiente con efusividad.

- Sí, señor. No fallaré. Gracias señor. - susurra con un centenar de reverencias antes de irse.

Salgo del baño, tirando de la cisterna.

Desde luego el elfo lo ha entendido todo bien, además de que parece haber comprendido que esa tarea es todo un honor para él...

Me voy a mi compartimento, al que no he ido en todo el viaje para relajarme ante lo que está por venir.

El lugar acordado, la hora acordada. Ninguno de los tiene dificultades por el camino. Para Zane es sencillo gracias a que es prefecto así que no tiene porque esconderse. Para Mia, en cambio, que la pillen puede ser un problema así que ha tenido que ir con cuidado. Sin embargo los dos están seguros de que nadie les ha visto o seguido, y por la hora que es el castillo debería estar durmiendo.

Tras la fiesta, recorrí los pasillos de Hogwarts hacia la torre del reloj. Me deslicé por los pasillos, oscuros y vacíos, evitando los más grandes y frecuentando los más estrechos y escondidos. No tardé demasiado en llegar al lugar acordado, la verdad es que sentía curiosidad por saber lo que pensaba Zane sobre todo el asunto. 

Al llegar, vi que no había llegado todavía, por lo que deshice el cave inimicum que había realizado antes de salir y me apoyé en una de las barandillas, mirando al exterior, esperando a que apareciese.

-Ay... y luego soy yo la informal...-dije para mí misma, negando con la cabeza mientras chasqueaba la lengua en señal de desaprobación.