Partida Rol por web

- Plas un segundo hombre entraba dentro y tumbaba a Genaro de un guantazo. Enzo hizo un gesto ostensible de enfado, y autocontención.

- Luigi eh… le dijo al hombre todavía con el ceño fruncido haciéndose el macho… menudo hijo de puta ¿como lo encontrasteis? ¿y quién ejem... quien sois?... lo digo sin mucha convicción y tragando saliva. Se echó las manos al pelo, debatiéndose… miró a Sal, y luego al hombre. - Tza chasqueó los labios. Don Genaro... Don Genaro… No… mira, no hace falta morir por... por el no. Suspiró. Mira, le dijo al hombre. No tiene porque ir a más ¿verdad? pero dejadnos a Genaro… hacedle lo que queráis... dijo con gesto desentendiéndose - pero dejádnoslo ¿por qué... no? ¿eh? le decimos a nuestro jefe que nos lo hemos encontrado así… y... y... ya. Si huimos… nos matan, se lo dijo intentando poner una mueca de complicidad, como si fueran del mismo gremio. Intentando fallar estrepitosamente en dárselas de mafioso, de malo, de amiguete de ese hijo de puta… amigo, ya sabes como es esto eh... Lu-Lucky nos mata…. se puso a recoger un par de cosas del suelo nervioso, colocándolas. Y no se quienes .. quienes... sois… pero mejor que no os busque a vosotros ¿eh? se medio rio un poco, nervioso... eso es es lo mejor para todos ¿eh? Si, si. Esto... es una cagada ¿verdad? dijo mirando alrededor, sonriendo tímidamente, perdiendo confianza. A la tercera recogió la bolsa con las botellas. Una segunda oportunidad ¿eh? dijo viniéndose arriba, mirando al hombre con cara de panoli, y girándose a Sal ¿a que sí? y le dio la paso la bolsa con los cocteles de cloro empotrándosela en el pecho. Al separarse le guiño un ojo. - Y tan amigos, que cojones toma, llévate una ginebra. Las tenia escondidas, dijo acusando como un crio en dirección a Genaro, perdiendo toda la dignidad. Cogió una de la bolsa que sujetaba su amigo. - Mooshine del bueno, del bueno de verdad, le ofreció la botella…* y sonrió al tipo y a Sal intentando reducir la tensión. -Esos maromos de la entrada tienen pinta de bebérselos a pares ¿eh? le dijo al hombre ¿a qué si, Sal? dijo poniéndole la mano en el hombro y apretando. Desde fuera debía parecer un completo idiota. Hacia oídos sordos a lo que le decían, y a las miradas que le estaban echando, incluso a movimientos que indicaran que le iban a partir las piernas. Se atropellaba hablando como un imbécil. Venga, venga mecánico de los cojones... el claxon... Esperaba darle pena, que ese gánster le diera una patada en el culo por gilipollas. Aparentaba lo que mejor se le daba en realidad, lo que era, un chulito de tres al cuarto que se creía capaz de negociar con mafiosos de tomo y lomo. Un bocazas. 

Pagnotto también era un hijo de puta esperando que el flaco le diera la espalda para sacarle la vida. No sabéis donde os habéis metido, viejos. Volvió a mirar al hombre delgado intentando parecer su sobrino en misa. No quería dejar margen a que le partieran la cara de verdad así que hizo como que lo pillaba - Vale, vale… eh... con una sonrisa ya del todo desdibujada… todo bien miró a un lado temerosamente. Con la mano izquierda dentro el hueco del sombrero agarró el ala con la derecha, con gesto timorato pero apretando la cuchilla tras la cinta entre el índice y el pulgar. Esperaba que el ademan no pasara desapercibido para quién lo hubiera visto antes. Miró a Marrone a los ojos ¿vamos?. Empezó a caminar encogido en dirección a la salida haciendo gestos para que su compañero fuera bordeando las cajas alrededor de esos tipos. Enzo holgazaneaba manteniéndose a tiro de un salto del más delgado...

Sal se quedó con cara de bobalicón, de no estar entendiendo nada, ahí plantado, los brazos a lo largo del cuerpo, mirando a unos y a otros. Con ojos bovinos y el labio inferior colgando ligeramente asistió al pequeño teatrillo de Enzo y Luigi, a la salida de los primos, a Genaro recibiendo un guantazo y a la verborrea de Pagnotto.

-Yo... yo... eh... sí...

Fue todo lo que atinó a decir. Sujetó la bolsa que le pasó Enzo con la mano libre (en la otra seguía sujetando el revólver). Apenas cruzó con él la mirada un fugaz instante. Apenas respondió a su pregunta, meneando la cabeza afirmativamente. Parecía completamente desbordado. Imposible decir si habría captado su improvisado plan.

-Mira Enzo, yo me largo por detrás, no quiero líos, ¿vale?

Mientras decía esto caminaba presuroso dando la vuelta al mostrador sin perder la cara a los tipos, como quien se ha topado con un perro en un jardín ajeno y pretende que no se le eche encima. Pero no andaba con torpeza. Y miraba, en particular, al tipo que le había soltado el guantazo a Genaro.

-¡Cállate de una vez, muchacho! - Le dijo el flaco a Enzo ya perdiendo la paciencia con la verborrea de Pagnotto. -A ti qué te importa quién somos. Y lárgate de aquí ya. ¡Eh tú! - Le espetó a Sal. -Nada de por detrás. Sal por aquí, que yo te vea. Vamos. Ya me estáis cansando.

Que Enzo hubiera pronunciado el nombre de Lucky hizo que el flaco clavara una mirada criminal en don Genaro, negando con la cabeza. Schilliamini lo pilló al vuelo, y empezó a balbucear que no les había pagado nada, y que no lo iba a hacer. Asegurando que les había dado todo el dinero a ellos y que no tenía ya nada más.

Enzo se movía nervioso de un lado a otro, intentando abarcar muchas cosas, conversar con Sal, con el flaco, darle una de las botellas a los tipos, que fue rechazada de mal modo y estuvo a punto de caerse al suelo. Los tipos ya empezaban a perder la paciencia con él, que querían que saliera de la tienda de una maldita vez. El matón que había sacudido a Genaro, un tipo grande y fortachón, se acercó a Sal y le hizo un gesto para que fuera hacia la puerta principal, y después empujó a Enzo para se diera prisa en salir.

Una vez salieron, o prácticamente los echaron, a la calle, pudieron ver a Luigi y Filippo llegando al coche del mecánico. El tipo grandullón se aseguró de que se alejaran de la tienda, y después se puso a bajar la persiana de la tienda antes de volver al interior con sus compinches y con el pobre y compungido don Genaro.

Mierda Filippo, los han echado a la calle y Genaro no sale con ellos, si no tiran ahora las bombas, ya no serviran para nada y no podremos hacer nada por el hombre... Demasiado lejos para llegar con el coche antes de que cierren...Justo acabamos de llegar a él.

Corre sube, voy a ir a buscarlos

En lo revuelto de la situación, Enzo no tenía claro ni dónde estaban los matones, ni dónde estaban los demás, pero llevaba ya bastante tiempo teniendo claro lo que iba a pasar aquí. Se separó del tipo que lleva a lado soltando una cuchillada al hombrillo que pretendía cerrar la persiana, en vez de carne pillo cuello de la camisa y no le pareció tener mucho éxito. De cualquier forma se abalanzaba sobre el empujándolo hacía el interior de la tienda.

No puso ningún impedimento al individuo que le indicó la salida. Pasó junto a él casi encogido de hombros. En cuanto estuvo fuera se giró.

-Se acabó.

Mientras levantaba el brazo reparó en que Enzo estaba ya lanzando cuchilladas al tipo. Sal lanzó al interior la bolsa con las botellas de Luigi, con toda la parábola que pudo, pero con un estilo penoso que hizo deslizarse la bolsa por el suelo sin mayores consecuencias. Al mismo tiempo, apretó el gatillo. El estallido resonó en toda la calle. Sal abrió desmesuradamente los ojos.

Sal lanzó las botellas al interior de la tienda con la intención de llenarlo todo de humo, pero su lanzamiento fue tan desastroso que las botellas rodaron por el suelo sin llegar a romperse, y sin que nadie les prestara mayor importancia. Especialmente cuando todo se salió de madre. Primero Enzo trató de acuchillar al matón que les había echado fuera y que se disponía a bajar la persiana, y después Sal sacó el arma en mitad de la concurrida calle y le descerrajó un tiro al matón en todo el pecho.

El gorila cayó al suelo de la tienda, llevado por la inercia del impacto, y se quedó tendido bocabajo en estado crítico sangrando por la espalda abundantemente. El disparo hizo que los transeúntes que paseaban por la avenida se apartaran alarmados, agachándose y llevándose las manos a la cabeza o echaran a correr para alejarse cuanto antes. Un par de señoras gritaron al escuchar el disparo y un hombre que pasaba cerca de la frutería se lanzó al suelo junto al bordillo.

Los otros tres matones que estaban dentro de la tienda, y ya se relamían pensando que tenían en sus garras al pobre e infeliz don Genaro, saltaron inmediatamente para cubrirse tras el mostrador en cuanto escucharon la detonación. El frutero por su parte, se quedó donde estaba y se cubrió las cabeza con las manos haciéndose un ovillo junto a las cajas de fruta.

La situación se había precipitado. Había que actuar y ya. 

Filippo se echó al interior del vehículo en la parte de atrás. Desde allí tendría linea de tiro desde cualquiera de los dos lados. 

Sacó su pistola y se dispuso a disparar en cuanto tuviese a alguno de los gangsters a tiro. 

Luigi, arrancó el coche y giró, para cuando lo tenía encarado en dirección a la tienda, todo había estallado... tocó el claxon 3 veces.

Mierda no han tirado bien las botellas. como se puede ser tan negado, eran de cristal joder joder!!!! Si era más difícil dejarlas enteras que evitar que se rompieran de cualquier forma y lugar.

Filippo, agárrate que esto va a ser movido. Voy a ir por encima de la acera para cubrirlos con el coche. Intentaré quedarme cerca y disparar a las botellas. El humo  nos servida de cobertura y posiblemente les afectará por no llevar pañuelos húmedos, pero a Don Genero, no podremos sacarlo de ahí adentro, me temo... no en buenas condiciones, si no lo hacemos rápido

La ventanilla estaba abajo, de forma que Bacoli podría apoyar su arma, y descerrajarla si alguno de los tipos esos salía a por ellos, pero en esencia quería centrarse en las botellas y mirar de hacerlas estallar. Si conseguía eso, con los dos tiros de la lupara, seria fácil y daría cobertura.

Contaba con la plancha como medio de cobertura propia, aparte del pobre coche... 

Ay madre como vas a quedar muchacho, me vas a dar mas trabajo que un niño tonto!!!

Por suerte Luigi era un muy buen conductor, rápido, y esto era pura adrenalina. Actuó muy rápido, todo lo que daba de si la "máquina". Todo, que fue nada, porqué el maldito coche le dio por calarse!!! 

Ahora no, ahora NOOOO, me cago en todo, joder!!!

-Tú dale, Bacoli. Les haremos pagar por esto.

Filippo se puso del lado del conductor, por el que esperaba que Luigi asomara para disparar. Se agarró como pudo y se dispuso a disparar contra uno de los gángsters, en cuanto tuvo oportunidad. 

Pero de pronto el coche se paró en seco. No había nada que decir, Bacoli ya estaba suficientemente enfadado con sí mismo.

-Tranquilo, no pasa nada. Arranca que yo controlo.

Se quedó apostado en la ventanilla cubriendo la posición.

¡La putanna! juró en arameo al ver cómo al maromo delante suyo se quedaba sin aire, y escupía sangre antes de desplomarse por arte de magia. El tiro a bocajarro había sonado como los petardos que metían en cubo de la basura en las fiestas. Tardó en reaccionar, mirando a Sal a un lado y viendo cómo los otros saltaban como conejos. Sorprendido y despeinado, sacó su revolver. Miraba en dirección al coche. Están encerrados. Había qué esperar a que llegaran los primos, pero al ver a Genaro en el suelo, dudó. Ese no sale vivo, y a ver quién explica esto sin el puto Genaro. ¡Cúbreme! viendo la oportunidad de parapetarse tras la segunda estantería cruzó en diagonal desde la puerta corriendo medio agachado recogió como pudo la mochila. Se pegó una ostia contra la pared de la inercia al llegar, y en cuclillas, se hizo lo más pequeño que pudo tras maderas y cajas de fruta. Miró a al interior y empezó a abrir la botellas. Ahora sí que os vais a comer esta mierda. Pegó *un tiro medio al techo medio en la dirección general de esos tipos para hacer ruido. Le gritaba a Genaro ¡GENARO! ¡EH! ¡EEEEEEH! tiene que salir de aquí ¡VENGA!

Enzo decidió hacer caso omiso a su instinto que le advertía de lo peligroso que era meterse en medio del fuego cruzado que iba a desatarse en la frutería después de que Sal hubiera abierto fuego contra uno de los tipos. Los hombres de Verocchio también llevaban armas y las sacaron para responder con la misma moneda.

Enzo entró en la tienda y cruzó la zona entre la cristalera y el mostrador donde habitualmente había clientes para recoger las botellas y avisar a don Genaro de que saliera de aquella locura que se iba a desatar, pero el frutero hizo caso omiso, ya que ni por asomo pensaba en levantarse de allí.

Enzo sintió en ese momento como algo le mordía en el brazo derecho produciéndole un dolor terrible. El brazo le ardía como si le hubiesen quemado con fuego y cuando se percató de la herida descubrió con horror que la bala debía haberle jodido bien, porque la herida sangraba profusamente.

Luigi se concentró en el ruido del motor,  para darle gas justo en el momento oportuno y que el maldito motor se encendiera. Estaba frio y las prisas no son buena para los motores, pero no había tiempo... De pronto se oyeron disparos, el infierno se había desatado. 

Arrancó y encaró hacia la tienda. Solo veía a Sal. Ese trozo era el sencillo, lo difícil llegaba ahora...

Joder joder, donde está Enzo? no me jodas que no ha salido...

Voy a meterme dentro con el coche arrasando con la tienda. Joder... con el trabajo sencillo... Así Sal podrá meterse dentro y vemos donde coño está Enzo. A Don Genaro no creo que lo veamos vivo, y desde luego no va apagar nada mas de este negocio...

Filippo se agachó para evitar que una bala perdida en aquella ensalada de tiros pudiera acertarle.' Mientras el coche comenzó a rugir y se puso en marcha mientras su primo parecía estar a punto de perder los nervios. No era para menos. 

-No queda otra-dijo Filippo-¡Dale, Bacoli! Entra y ya veremos luego.

Se agarró preparado para aguantar la embestida. Luego se asomaría para empezar a disparar contra quien se pusiera en medio.

El movimiento de Enzo había sido valiente, pero temerario. Y si Genaro asomaba, lo freirían... Sal disparó al matón que le pareció más descubierto y se echó cuerpo a tierra; ofrecería menos blanco, y evitaría también que los primos le volaran la cabeza desde detrás...

Inmediatamente después de que Enzo entrara en la frutería y recibiera un disparo en el brazo, las balas empezaron a volar en todas las direcciones. Sal disparó con escaso éxito al interior de la tienda, uno de los matones le devolvió los disparos y otro disparó también a Enzo. Las balas pasaron cerca de todos ellos pero afortunadamente nadie más resultó herido.

Entre tanto, Luigi conseguía arrancar el coche que se le había calado anteriormente y Filippo se agarraba a la ventanilla preparándose para la embestida de su primo y agachaba la cabeza por si una bala perdida terminaba dándoles a ellos.

Genaro Schilliamini no se atrevía a levantar la cabeza del suelo, con los brazos cubriéndose, y gemía y sollosozaba dando una sacudida cada vez que se escuchaba una nueva detonación. En el exterior, la gente ya se habían ido a toda velocidad o se habían metido en las tiendas cercanas dejando la avenida vacía. 

Sintió una punzada en el brazo ¡KA! se quejo como de un picotazo. Vio con horror cómo enrojecía el traje y empezaba a sangrar por el puno de la camisa. No era doloroso. Escocía como una quemadura, y la sensación de calidez de la sangre corriendo por el brazo era a la vez reconfortante y aterradora, como si fuera un crio que se había meado encima. ME CAGO EN VUESTRA PUTA MADRE. 

La prisa ya la tenía. Ahora era cuestión de vida o muerte salir, y acabar lo que había venido a hacer. Nada estaba por encima de su futuro. Vació la mochila con las botellas abiertas y tumbándolas las dejo rodar por el suelo de la frutería*. Esperó a que acabara una ráfaga de disparos para abalanzarse sobre el viejo. De rodillas lo cogió del cuello de la camisa y los tirantes sin ningún miramiento y haciendo toda la fuerza de la que era capaz le empujo hacia fuera. MUEVETE JODER... o te vuelo YO la ¡PUTA cabeza! poniéndole el cañón en la sien. Lo arrastraba hacia la salida todo lo rápido de lo que era capaz a tiempos agachados, a tiempos gateando entre cajas de fruta mirando alternativamente hacia delate y hacia atras. Veía la luz de calle esperando que no le explotara la cabeza antes de llegar. ¿Dónde están los putos primos? ¡freír a estos cabrones! 

¡VAMOS! le dio una patada con la esperanza de que rodara hasta la salida.