Partida Rol por web

Tolman vio como Acair dejaba inconsciente a Gallind... su fiel amigo sindar.

- Nooooo - dijo mientras ponía otra piedra en la honda y la movía de nuevo.

Fue girando la honda mientras daba unos lentos pasos hacia atrás, cogiendo algo de distancia. En el momento preciso soltó la piedra que fue a parar directa al hombro de Acair.

- ¡Metete con alguien de tu tamaño! Patas largas.

Las cosas se estaban poniendo muy feas, pero ya no había vuelta atrás, era ganar o perecer a manos de esos ladrones. Atacó al jefe lo mejor que pudo, pero el resultado no fue una maravilla, ni mucho menos. Y entonces pensó en aquella daga cuyo corte podía dormir a los malvados.

-Alguien tiene una daga que podría venirnos muy bien.-

Ya eran dos los miembros del grupo caídos, aquello podía ponerse feo de verdad, más aun de lo que ya estaba. 

- Diantres esto se está poniendo dificil hermano - comenta Lily mientras vuelve a girar su honda apuntando al jefe del grupo (Imledair), - es todo por el todo chicos. -

El enano sigue zapateado.

Tatharina se lanza de cabeza hacia Gallind, pega una voltereta por el suelo intentando esquivar así el filo de Imledair. A podido ver que el elfo respira agitadamente lo que le indica que con un empujoncito podría volver a ponerse en pie.

Mientras rueda por la estancia hace un exhaustivo inventario mental de lo que lleva en el zurrón: - Ya lo tengo- dice para si misma.

Golpeado por el duro acero el elfo cae inconsciente al suelo. Mientras lentamente la vigila le abandona ve a sus compañeros enzarzados en el choque de espadas. La espada rúnica cae a un lado y sin poder moverse. Sus ojos, lo último que ven, son los pies de sus compañeros y los del otro grupo. Luego, todo es oscuridad.. O quizás no todo. - ¿Es esa mujer que rueda entre los bandidos Tatharina?

El combate se estaba tornando complicado para vosotros, dado que estos tipos eran diestros guerreros y asesinos implacables. Poco a poco iban ganando terreno y os obligaban a iros retirando poco a poco, ganando ellos terreno en el salón. Varios cuerpos yacían inconscientes en el suelo de la cocina y del salón.

Lily y Tolman, uno al lado del otro, dispararon sendas pedradas al jefe de los bandidos, que era el que estaba en medio de los demás, impactándole en el cuerpo. Este rugió de furia, pero no pareció que le hubieran hecho un gran daño. Maisi, la bella mujer que estaba apostada en el marco de la puerta que daba a la cocina, aulló de rabia al ver a su pareja caer al suelo por el bastonazo de la beórnida. Sacó un cuchillo del cinturón y se lo lanzó, clavándosele en un lateral del brazo.

Imledair, miraba rápidamente a todos los lados para catalogar vuestras fuerzas. Al ver a su lugarteniente caer, se giró y atacó a la que lo había hecho. Tatharina no logró esquivar el espadazo del todo, pero se libró de una herida peor. Rilwen, libre del cuerpo a cuerpo, se adelantó unos pasos para poder enfrentarse a Imledair y logró darle un tajo en un lado de la pierna. Este, gritando de dolor, se encaró con ella. Tatharina aprovechó esta acción de su compañera, para moverse y llegar al lado de Gallind, que estaba sangrando en el suelo. Se agachó para socorrerle en esta hora de necesidad.

Tanto Gallind como Gláin por un bando y Acair y Bruad por el otro, estaban sumidos en la inconsciencia hasta que alguien los curara. Sus mentes seguían escuchando el sonido de la batalla que sucedía a apenas unos metros de ellos.

En las divagaciones de su mente, mientras su cuerpo yacía despanzurrado por el suelo, al caer de esas escaleras, los recuerdos felices llegan ante sus ojos.

Esos días calurosos, en los que, siendo aún un crio imberbe correteaba por el patio cubiertos por las parras, esquivando a los otros críos que correteaban por allí y a las abejas que intentaba conseguir esa esencia especial que les permitía fabricar la deliciosa y pegajosa, dulce y apreciada miel. Ese néctar que, con agua fresca y limón era el aperitivo de muchos y la materia prima para otros mejunjes algo más ... para mayores.

Recordaba esos momentos de soledad, en las guardias, antes de lanzarse a la aventura. Ese tedio que como adulto, como un miembro más, partícipe de la sociedad, arrimaba el hombro para la protección de la comunidad. Eso que le obligó, por el mero impulso a escapar del aburrimiento, a marchar al mundo y buscar aventuras, conocer nuevos lugares, conocer gentes interesantes y entablar fuertes amistades. Amistades que ahora mismo se debatían entre la vida o la muerte, precisamente por la protección de sus vidas, y que, si perdían esta batalla, en la que él mismo había de haber sido más ... resistente, sería el fin de sus días... Pero, no lo veía con pena. También sería el fin de sus pesares, de sus problemas, de todo, y sobre todo, del aburrimiento.

- Fácil no iba a ser... eso estaba claro, pero contábamos con un enano... ¡un enano! - contestó a Lily mientras cargaba la honda.

La hizo girar y girar, cogiendo cada vez más velocidad... Tom tenía la sensación de que cuando saliese el proyectil iba a ser capaz de atravesar cualquier cosa. Decidido, extendió una mano y apuntó a través de Rilwen. Se tomó su tiempo... tiempo que lo desconcentró, pues cuando quiso soltar la honda, lo hizo tarde, saliendo la piedra disparada hacia el techo.

- ¡Cuidadoooo! - gritó cuando se dio cuenta del error, y rápidamente se cubrió la cabeza.

Los ojos se cierran y se escucha cada vez más lejano el ruido de las espadas. A pesar de todo, hay cierta paz en su psique. Solo queda esperar que sus compañeros puedan sobreponerse en esta hora de adversidad y vencer a los villanos. Gallind, ya nada piensa, nada hace. Solo queda para él la esperanza, puesto que esta nunca se pierde. - ¡Ánimo, chicos!

Al escuchar a Tolman, no pudo evitar comentar:-Contábamos, pero ahora mismo el enano no creo que pueda ayudarnos mucho. Concentrar los ataques en este que parece su jefe. A ver si logramos terminar con esto, antes de que sea demasiado tarde.-

Trató de pegar un buen golpe con la espada, pero aquel tipo era muy escurridizo, como correspondía a un ladrón de su calaña. Quiso ser optimista, pero la situación era muy complicada, y aquel tipo era alguien experimentado, en cualquier momento podía ir a parar al suelo inconsciente. 

Tatharina sacó un paño y colocó toda su reserva de pétalos Rosa de Zorro. Los aplastó brevemente entre sus dedos para liberar los valiosos aceites esenciales, impregnando así la tela antes de colocarla sobre su amigo élfico.

- Despierta de tu sueño amigo, sin ti no lo lograremos.

Los primeros en actuar fueron los ágiles hobbits, que dispararon sus piedras a los rivales. Tolman a Imledair, fallando el tiro, y Lily a Maisi, que estaba preparada para lanzar una nueva daga. La piedra de la pequeña aventurera surcó los pocos metros de distancia que las separaban y rompió con fuerza la frente de la mujer, que cayó muerta al suelo. Un escalofrío recorrió la espalda de Lily al saber que había matado a una persona...

Imledair se enfrentó a Rilwen. Los dos se miraron y lanzaron sus golpes, pero el dunlendino fue más rápido y logró dar un bestial tajo a la semielfa, que cayó inconsciente al suelo, al borde de la muerte. Por muy poco no acabó con su vida. El malvado hombre sonrió y se volvió para encarar a los demás aventureros. El odio brillaba en sus ojos.

Tatharina preparó rauda un remedio para ayudar al elfo, haciendo un cataplasma que anudó a la frente de Gallind. Las hierbas curativas hicieron su efecto inmediatamente, haciendo que el elfo abriera los ojos y saliera de la inconsciencia. Gláin, Acair y Bruad, seguían entre las nieblas de la muerte y la vida.

Cuando ya estaba lista para descargar un buen tajo sobre aquel malvado hombre que lideraba este grupo de ladrones, de alguna forma pudo ver, como este era más rápido que ella. Y sin tiempo para hacer nada, recibió un golpe que la mando al suelo. Quedo inconsciente al instante, ya estaba dormida antes de caer al suelo.

Negros pensamientos abarrotaban la mente de la optimista montaraz, mientras que como ruido de fondo, podía escuchar los cercanos ruidos de un combate que aun no había terminado. Antes de perder por completo la consciencia, pudo percatarse de como Lily de una certera pedrada le había abierto la cabeza a la ladrona que estaba tras el jefe de los bandidos. No podía alegrarse, de una muerte, esto siempre es una tragedia, pero al menos, sus compañeros, o los que aun estaban en pie, tan solo tendrían que enfrentarse a Imledair. Había posibilidades, a ver si le cortaban con la daga que dormía a los asesinos.

Y la más oscura de las noches se cernió sobre la herida semielfa. 

La sensación de haber quitado na vida le deja un mal sabor de boca a Lily, nunca pensó que tendría que llegar a eso, como paso de pintar campos en los cuadros a eso.

El nudo en el estomago y el mal sabor de boca que sentía fue por un momento eclipsado cuando ve caer a Rilwen - Noooo - es todo lo que se logra escuchar que sale de su boca. Un grito cargado de dolor y rabia. 

En ese instante suelta la honda y saca la daga, una idea le paso por la cabeza, como no lo penso antes. 

Mientras empieza a caminar hacia el enemigo logra decir - Vamos solo queda uno, haz lo tuyo Gallind -

Su cuerpo paralizado, era como un adorno de una estatua realista en un rincón zapateada. Es como si hubieran esculpido para que quedase desmadejado en el suelo, en esa pose ridícula y poco agraciada.

Sabía que, a pesar de ser capaz de hacer nada más, los compañeros luchaban en contra de las posibilidades, como parecía que había sucedido con él mismo. - Venced amigos, venced, y que mi cuerpo arda en una pira para congraciarme con mis ancenstros. Si muero, estaré satisfecho, porque se que lo he sufrido defendiendo a mis amigos, luchando por la justicia y que he muerto en combate, recibiendo así un deceso honorable. Los enanos no llorarán, pero, el orgullo le hacía que si pudiera, una lágrima corriera de sus ojos y se ocultase entre la fronda de su rostro.

- Ahora se porque los enanos no lloran. Porque con la barba no se les nota.

Lily se lanzó al ataque mientras que Tom volvía a cargar otra piedra en la honda.

Mientras volvía a darla vueltas a la honda y apuntaba al bandido, pudo ver como Rilwen caía inconsciente al suelo. La cosa se ponía muy complicada y parecía que a ojos de los bandidos los hobbits no eran una amenaza para ellos.

Tolman se encontró preparado para soltar la piedra de la honda. Buscó el momento oportuno en el que soltar la honda... y lo encontró. El disparo fue preciso y se dirigió directo a Imledair, dándole de lleno en la rodilla. La herida no fue grande, pero sí el daño que provocó.

Abro los ojos y veo el agradable rostro de Tatharina. Sin embargo detrás de ella también veo como cae Rilwen al suelo. Aún incrédulo y adormilado me percato de que he recobrado la conciencia y que mi boca huele a hierbas del campo. - Eres un ángel, Tatharina. - Siento el cuerpo aún entumecido pero las energías no tardan en regresar a mi. - No hay tiempo que perder. - Me digo. Doy una voltereta y me alejo rodando del combate. - Gracias Tatharina. Te debo una. - Digo una vez me he reincorporado. - Acabemos con esto de una vez, he regresado. 

Sin moverme del sitio desanudo otro saquito de mi cinturón y, utilizando el mismo paño y la misma maniobra de exprimido, coloco la tela sobre el rostro de la elfa. - Nunca he probado de hacer esto con Saetas de agua pero debería funcionar. ¡No! Tiene que funcionar.

- Vamos Rilwen, inhala los vapores. Dijo preocupada al ver que no retomaba la consciencia. - ¡Te necesitamos!

Tolman volvió a poner una piedra en la honda y descargó con furia el proyectil sobre Imledair, dándole en el hombro. Este, con una fea mueca en la cara, descargaba el golpe final sobre Gallind, que estaba recuperando la consciencia, pero la pedrada del hobbit hizo que fallara y la espada golpeara el suelo.

Cuando las situaciones más se complican es cuando pequeños detalles mueven la balanza hacia un lado o a otro. En este combate fue la pequeña hobbit, Lily, la que había desequilibrado el combate a vuestro favor. Primero derribando a la mujer bandido y después durmiendo al jefe de todos ellos. Cuando la hoja de su mágica daga penetró en su carne, el silencio de la batalla terminó y solo los relinchos de los caballos sonaban alrededor.

Casi al mismo tiempo, Tatharina se arrodillaba sobre Rilwen y la aplicaba otro cataplasma a la semielfa. Ésta empezó a recuperar la consciencia al volverle las energías. Gallind, viendo que Imledair fallaba su ataque, rodó por el suelo para salir de su alcance, aunque vio con el rabillo del ojo como Lily hería al bandido.

Más allá, los dos bandidos que habían caído primero y Gláin, seguían inconscientes en el suelo.

- EL COMBATE HA TERMINADO -