Partida Rol por web

Horus - II

La Máquina (Cap. V)

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07/04/2016, 20:17
Udjat

El veneno no estaba en sus cuerpos, sino en sus mentes. Aún así sus cuerpos no les respondieron, y quedaron inmóviles, aunque conscientes en sus sombras y obscuras sensaciones.

Sintiéndose observados de cerca, controlados, cayeron uno tras otro en el suelo de roca del Laberinto. Y desde allí, con mirada vidriosa y respiración entrecortada, incapaces de reaccionar de ningún modo, vieron acercarse a Umayma, la Madre. Iba junto a la muchacha nubia que había increpado a Sam y engañado a Melyssa para que la siguiera. Todos supieron el nombre de la Madre, y, extrañamente, también el de la joven, Aisha. Y supieron también que ambas habían estado, junto con el nubio enorme, "Hermano", en el Castillo de Arena, hacía treinta años, cuando estuvieron allí los Herederos, sus padres. Pero entonces Umayma era ya una anciana, y supieron que Aisha y Hermano eran igual que ahora por aquel tiempo.

Entonces, en silencio y sin prisa aparente, Hermano los fue cogiendo uno a uno, los cargó sobre su hombro, y los fue llevando... no hasta el centro del Laberinto, como hubieran esperado, sino a otro lugar ignoto y escondido, no demasiado lejos de donde habían caído.

Era un lugar distinto. Anacrónico. Y les dejó ante una puerta extraña. Metálica, gruesa y pesada, pero no con aspecto contemporáneo, ni siquiera antiguo, sino completamente incongruente, imposible, como si estuviera sacada del atrezzo de una película.

La puerta se abrió lentamente, sin que el nubio llegara a tocarla. Una luz intensa apareció por la rendija, y los deslumbró, cegándolos por el contraste.

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07/04/2016, 21:17
Udjat

El veneno no estaba en su cuerpo, sino en su mente. Aún así su cuerpo no le respondió, y quedó inmóvil, aunque consciente en sus sombras y obscuras sensaciones.

Sintiéndose observada de cerca, controlada, cayó en el suelo de metal de la Máquina. Y desde allí, con mirada vidriosa y respiración entrecortada, incapaz de reaccionar de ningún modo, vió acercarse a Umayma, la Madre. Iba junto a la muchacha nubia que la había engañado para que la siguiera. Y supo el nombre de la Madre, y, extrañamente, también el de la joven, Aisha. Y supo también que ambas, junto con "Hermano", un nubio enorme que iba con el grupo de Mike, habían estado en el Castillo de Arena, hacía treinta años, cuando estuvieron allí los Herederos. Su padre. Pero entonces Umayma era ya una anciana, y supo que Aisha y Hermano eran igual que ahora por aquel entonces.

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08/04/2016, 11:58
Udjat

Poco a poco, uno a uno, el nubio gigantesco que había visto por el Comunicador fue trayendo a todo el grupo. Estaban como ella, noqueados, inmóviles, pero conscientes. O así parecían indicarlo sus ojos.

Los fue dejando en el suelo de metal, a su lado, mientras Umayma observaba, y Aisha, la chica, ayudaba.

Una vez estuvieron todos dentro, desmadejados e inertes, Umayma salió, y luego lo hicieron Hermano y Aisha.

La puerta se cerró tras ellos con el mismo ruido extraño de antes, el silbido seguido de un "flop", y luego la molesta sensación de presión en los oídos.

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08/04/2016, 12:25
Udjat

Poco a poco, y de nuevo uno a uno, el nubio cruzó hacia la luz y los fue entrando en el interior de lo que parecía un máquina. Allí, en el suelo de metal, estaba Melyssa. Estaba como ellos, noqueada, inmovil, pero consciente. O así parecían indicarlo sus ojos.

Los fue dejando igualmente en el suelo metálico, a su lado, mientras Umayma observaba, y Aisha, la chica, ayudaba.

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08/04/2016, 18:35
Udjat

Una vez estuvieron todos dentro, desmadejados e inertes, Umayma salió, y luego lo hicieron Hermano y Aisha.

La puerta se cerró tras ellos con un ruido extraño, como de compartimento estanco al que se le aplica vacío mediante un mecanismo hidráulico. Un silbido seguido de un "flop", y luego la molesta sensación de presión en los oídos que uno tiene a veces en un avión.

Se encontraban juntos en una estancia redonda, completamente metálica. La roca, si estaba, estaba tras una estructura de paneles, tubos, ruedas, cañerías, válvulas... todo en un metal dorado cobrizo, en tonos más o menos oscuros, más o menos brillantes. Daba la sensación de estar metidos en un escenario de steampunk, si alguno de ellos hubiese sabido lo que era eso. Quizá alguno lo sabía.

Sin embargo, dispuestas entre los paneles, engranajes e indicadores de aspecto anacrónico, había pantallas actuales, pantallas de ordenador, o parecidas, situadas a lo largo de todo el perímetro, y a la altura de los ojos, o quizá algo más. Habían sido superpuestas allí, colocadas por encima y por delante de la maquinaria original.

Algunas de las pantallas estaban encendidas, y mostraban distintas escenas: el Laberinto,  la cava de los vinos donde se encontraba la entrada al subterráneo, incluso la terraza junto al oasis. Otras estaban apagadas, o freían con el característico chisporroteo de las interferencias.

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08/04/2016, 18:52
Udjat

Y allí estaban. Todos. Encerrados en... ¿dónde?

El sopor y la inmovilidad fueron dando paso, lentamente, al entumecimiento. No habían perdido la consciencia, aunque era imposible recordar con claridad todo el proceso.

Pero estaban, juntos, y todos...

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09/04/2016, 00:54
Charlotte Dunne

No sucedió nada, sin embargo. La serpiente se retiró de su cuello y sintió como la levantaban del suelo, en vilo, y la transportaban unos brazos fuertes. Vio el suelo del laberinto, durante un segundo vio acercarse el borde, vio las profundidades oscuras de la milenaria construcción donde pensaba que iban a, literalmente, tirarla. Pero, sin embargo, el borde se alejó y los pasos rítmicos de su porteador la sumieron en un sopor pesado que apagó casi del todo su consciencia.

Unos instantes después, o unas horas, no sabría definirlo en ese momento, la medio despertó el golpe contra el suelo cuando la dejaron caer. Intentó moverse entonces, pero lo único que consiguió fue sentir crecer la ansiedad dentro de ella al encontrarse incapaz. De repente la luz lo invadió todo, cerró los ojos, y se dejó llevar de nuevo por el sopor. Era sencillo, no tenía ningún control ni sobre su voluntad en aquellos momentos. Los parpados no se cerraron pero sus ojos dejaron de enfocar, incapaces de centrar su atención en un punto en concreto.

Un segundo golpe contra el suelo, esta vez más suave, la volvió a sacar de las profundidades de su pozo personal. Sorprendentemente, pudo parpadear por voluntad propia, y empezar a enfocar la mirada, acostumbrándose a la luz que la rodeaba. Vio detenerse ante ella unos oscuros pies y una tela blanca y, cuando se retiraron, vio que delante de ella habían dejado a Olivier. Al rato, más allá de Olivier volvió a ver los ropajes blancos, pero esta vez pudo ver de quien se trataba y como llevaba a alguien sobre sus hombros.

Rubia. Sam.

Lottie intentó moverse, sentía dolor en alguna parte de su cuerpo que no podía localizar aún con exactitud. Se fijó en el color del suelo. No era gris piedra, sino dorado antiguo. Y estaba totalmente liso. Se relajó, sin posibilidad de hacer otra cosa, tumbada allí boca abajo, sintiendo su cuerpo y prestando atención a los sonidos. Contó tres golpes más, como de fardos al caer.

Sam, Oli, tres más y yo… éramos siete…no…ocho, nueve…Mel… Me faltan... Era pesado incluso pensar.

No estaba muerta. Oli no lo estaba, veía el movimiento acompasado de su cuerpo al respirar. Los demás no debían estarlo tampoco. Eso solo significaba una cosa. Una oportunidad. Para defenderse, para vivir, para luchar, para ganar.

Escuchó como los pesados pasos se alejaban una vez más, pero aquella vez no volvieron. En su lugar, escuchó un ruido totalmente fuera de lugar, que no supo definir. Y sus oídos protestaron. Abrió la boca instintivamente para liberarlos de la presión. Y después se hizo el silencio. ¿Durante cuanto tiempo? No podría precisarlo, más aún, cuando el tiempo sin nada que hacer y dándole vueltas al coco, solía parecerle eterno.

Sintió que poco a poco podía moverse, aunque se sentía tan pesada como un saco de arena. Dudaba que aún pudiera ponerse de pie, e incluso darse la vuelta. ¿Estaban solos? No escuchaba nada, debían estarlo. Tragó, e intentó que por su garganta seca saliera una pregunta-¿E…e..staaais to.. todos?-tosió ante el esfuerzo, pero volvió a la carga. Necesita escuchar las voces, sobre todo la de su hermano, la de Omar y la de Estel. La de Mike, también. La del resto, sí, por supuesto-De…decid vues…tros ….nom…bres…

No esperó a escuchar a nadie antes de intentar empezar a comprobar si el resto de su cuerpo comenzaba a responderle allí donde un inquietante y molesto hormigueo había aparecido. Su cuerpo comenzaba a despertar poco a poco.

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09/04/2016, 11:34
Sean Dunne

¡Sabes cómo me llamo, Charlotte! ¡Nos criamos juntos, por el amor del cielo!

Alzar la voz no fue una buena idea: aumentó la presión en sus sienes, como en una terrible resaca. También tenía la garganta seca, como en una terrible resaca, y sus ojos eran sensibles a la luz, como en una terrible resaca. Y recordaba fragmentos de lo que había pasado, como... como cuando te despiertas de un mal sueño. El reloj de arena gigante... el pecho desnudo de Estel... Anubis y las dos pirámides... el otro pecho desnudo de Estel... aquel beso desagradable...

Sean reptó hasta la periferia de la sala, y con gran torpeza se incorporó de torso para arriba para apoyar la espalda sobre un trozo de metal, una gran placa atornillada a una caja. Desprendía algo de calor, como una CPU en funcionamiento. Había algo, discos duros, procesadores, lo que fuese, emitiendo ese calor. Y tubos. Tubos que salían de una de las paredes de la caja, y se perdían en la maraña de la pared, que quizás por dentro tuviesen cables, o circulase el aire caliente para refrigerar aquella caja.

Auf... ¿Este...? ¿Este sitio lo has montado tú, Fadil? Ni la camarera, ni la vieja, ni tu gorila guardaespaldas tienen pinta de tener un ciclo superior de informática.

Entumecido, frotó sus manos contra los muslos tratando de reestablecer la actividad circulatoria. Nunca se sabe cuánto tardará en necesitar las piernas para salir corriendo. Sus dedos también estaban sumidos en un hormigueo, y le costaba flexionarlos.

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09/04/2016, 19:18
Charlotte Dunne

No supo si reir, llorar o gritar de alegría. Sean estaba allí, estaba con ella. Optó por lo primero y rió dando via libre a parte de su tensión.

-No se tú, pelirrojo...-dijo despacio, con trabajo aún-pero me cu...cuesta hablar... Lo de los...los nombres... era para ver que...que estababamos to...dos-Se logró poner bocaarriba y se quedó mirando el techo del sitio en el que estaban.

Que techo más raro... De verdad, eso resulta en las películas. Uno pide que todos se nombren y así saben si alguien falta sin tener que comprobarlo...¡que no me puedo levantar! Seguro que si lo dice él le parece una idea genial y todos le hacen caso. Pero no, hay que levantarse y comprobarlo. Venga Lottie, que hay que comprobar que estén todos.

Hizo un último esfuerzo y se consiguió incorporar a medias sobre su antebrazo derecho. No le costó localizar a Sean, que hacia lo propio usando la pared. Le sonrió, orgullosa de su hermano. Allí estaba, sin daño aparente, salvo sus piernas que debían estar como las suyas.

Y entonces vio la pared sobre la que se había apoyado Sean. Arrugó el ceño, desconcertada ante lo que veía. Pero se centró en lo principal. Mel, Mike, Nathan, Oli, Sam... y ellos dos. Y Fadil. ¿Fadil? Se dejó caer de nuevo sobre el suelo, boca arriba. Se pasó las manos por la cara, intentando liberar toda la tensión que llevaba acumulada. Estaban bien, estaban allí con ella. Estel y Omar. Si ellos le faltaran.... Tomó impulso e intentó levantarse, pero sin éxito, las piernas no querían contribuir aún. Así que se impulsó con sus brazos y se acercó a Oli-Oli, ¿estas bien?-le dijo apartándole el pelo de la cara y viendo que tenia los ojos abiertos-Estamos todos juntos, y bien...creo...-Si había sido dificil para ella por lo que acababa de pasar, no quería ni imaginarse como se sentirían quienes nuca habían creido en todo aquello. Dejó que Oli se fuera recuperando a su ritmo y se impulsó de nuevo con los brazos, acercándose a sus dos amigos, cual marine americano que diría Mike.

Se colocó entre ellos dos, tenían los ojos abiertos. Le acarició el pelo a Estel-Dale tiempo... enseguida volverán las fuerzas-y después a Omar-¡Despierta bandido!Tienes que ver este sitio...los dos, creo que vais a...alucinar...

Estaba apoyada sobre sus dos antebrazos, tumbada en el suelo y mirando a su alrededor. El comentario de Sean llegó hasta ella. Aquel lugar parecía sacado de una película de ciencia ficción, no tenía nada que ver con Egipto, ni con el Laberinto, ni tan siquiera con el hotel. Miró a Sean, no muy lejos de ellos. La puerta por la que probablemente los habían metido allí, cerrada a cal y canto con pinta de no ser demasiado fácil de abrir y.... ¿ciclo superior de informática?

-Sean, no creo que Fadil tampoco sepa de informática. Tal vez deberías preguntarle a Sam-dejó caer mirando al cuerpo de la rubia que aún estaba tirada en el suelo. ¿Sería eso? ¿Por eso ella estaba aquí? Cuadraría así su presencia.

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10/04/2016, 10:22
Mike Yaddow

Mike seguía sumido en sus pensamientos, en sus sensaciones y miedos de todo lo que había pasado y estaba pasando. Vio como caía al suelo pero no sentía nada, dentro de él había una batalla que parecía aislarlo del exterior y aunque intentó moverse no pudo. Cuando el nubio le alzó y lo llevó fue incapaz de responder, de atacar, de huir, tan solo se limitó a dejarse llevar mientras su mente seguía sufriendo y peleando ante todo lo que le estaba llegando. Sus pupilas se tuvieron que adaptar a la luz que había dentro de la cámara y cuando lo hicieron vio a Mel, tirada en el suelo de aquella extraña cámara, tan inmóvil como él pero con los ojos abiertos. No le hacía falta que nadie le dijera que estaban pasando por lo mismo, fuera lo que fuera y entonces todo le dolió aún más sabiendo que su hermana sufría.
La puerta se cerró y poco a poco Mike fue recuperando el control sobre su cuerpo, aunque lo que había pasado no le quedaba tan claro en aquel momento, algo que cinco minutos antes podía creer como algo irrefutable ahora era tan solo una vaga sensación. Se levantó torpemente y se quedó a cuatro patas. Vio y escuchó a Charlotte y Sean, también le pareció ver al resto, incluido a Fadil. ¿Donde estaban ahora? En otras circunstancias quizás hubiera alucinado con aquel extraño sitio y se hubiera puesto a indagar esa extraña tecnología, pero seguía preocupado.

-Estoooy... aquí, no se si bien, pero aquí.
-Respondió a Charlotte mientras gateaba en dirección a Sam y Mel.- Mel, Sam ¿Estáis bien? ¿Que coño pasó?

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10/04/2016, 11:42
Fadil Jannan

Los ojos del egipcio eran un poema. Era lo único que tenía vida en él, por ahora, tan inerte y desmadejado como los demás. Yacía en el suelo dorado, inmóvil, dejado allí por Hermano, uno más como el resto. Pero sus pupilas flasheaban, con rabia, con incomprensión. No eran necesarias las palabras para que se entendiera su intención, no fue necesaria su garganta para que el grito que lanzó fuera escuchado.

Estaba donde no esperaba estar, con quienes no esperaba compartir suerte. Le habían engañado, como él había engañado. Verdugo primero, había pasado a ser víctima después, títere, marioneta...

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11/04/2016, 02:22
Estel Highwater

Usualmente, la única forma de despertar que conocía era la de 0 a 1, de no a sí, de inconsciencia a consciencia, un sistema binario vicioso del que nunca había conseguido escapar. Y sin embargo…

Las líneas aparecieron lentamente frente a sus ojos, como gotas de realidad haciendo foco en la materia y no en la mente, volviendo a ser rectas y curvas en vez de aquellos ángulos abstractos e imposibles. Sin embargo, seguían siendo laberintos como los que aún traía quemados en sus retinas, de la misma forma que uno retiene la imagen del sol o de una luz incandescente cuando cierra los párpados o deja de mirar. Y lo siguieron siendo mientras la imagen se aclaraba cada vez más, y el techo se volvía piedra donde sólo un momento atrás había sido rostro y pupila, y en el interior de su cuerpo la respiración se volvía aire donde hacía sólo un instante era vidrio y veneno, muerte y odio, fuego y corrosión.

Estel aspiró brutalmente, repentina e inesperadamente, el mismo sonido que había hecho alguna vez al volver a la vida. La inmovilidad de sus músculos comenzó a dar lugar al entumecimiento y su pecho, de nuevo bajo control de su mente y no del destino, o de los dioses, comenzó a subir y bajar cada vez más rápido, al borde de hiperventilar. Trató por un instante de controlar las sensaciones que traía en el interior de las venas, sus gritos y reclamos pero no pudo. El terror estaba demasiado entrelazado con el alivio. La preocupación era una sola y única cosa con la furia. Lo único que sí podía controlar era su mente, y apenas, porque de pronto en ella no había más que un mantra inagotable que no encontraba ni inicio ni final.

Omar. CharlotteySeanyOmar. YlosOtrosohlosotros. YOmar…

Giró la cabeza como pudo, buscando entre los bultos que había a la altura de su mirada agudizada. Ninguno de ellos se movía, no aún, ysifueraqueenrealidadnotodosdespertamosnonono, pero un poco más allá podía distinguir algo que parecía el trozo de la pantorilla de Nathan, un escaso sector de mechón de pelo rubio que parecía el de Samantha, peroningunooscuronirojizoohdiosno. Sus ojos fueron un poco más lejos y llegaron a chocar contra un hombro con la textura que recordaba de la ropa de Oliver. Intentaron una vez más, pero no pudo. Era incapaz de ver más allá.

No. Nonono. No. No.

Estel sintió a aquella tormenta de sensaciones descender con toda su furia contra su cuerpo, una vez más, y su adrenalina pasó de presente a insostenible en el lapso de un segundo. Sostenida por aquella y por la ira que se había liberado en su interior al momento de desvanecerse, en lo vivido en aquellos momentos, rodó sobre las cicatrices de su hombro y se alzó con brusquedad. Desde su posición erguida, buscó como un halcón a sus objetivos, como un perro pastor a su rebaño, mientras el repiqueteo de su sangre se volvía el único sonido en sus oídos. Llegó a ver a Sean arrastrándose un poco más allá, a Charlotte intentando levantarse en sus codos para acercarse a Oliver, a Mike a cuatro patas. El golpe de su corazón hacía vacío contra sus tímpanos, tapando todas las voces, como puños de titán. Las cabezas inmóviles de Oliver, Nathan, Samantha, e incluso de Fadil.

¿Estáis bien? – creyó decir, automática y sin escucharse, como si fuera otra persona o en realidad ella misma, la ella de siempre, no la de ese momento.

Giró la cabeza y a su lado, a su otro lado, a sus espaldas…

Su mirada se posó en Omar, un largo segundo. Un instante después, su brazo cedió bajo el peso de una vieja y nueva herida, y Estel volvió directo hacia el suelo como si no se hubiera levantado jamás.

Omar – susurró, girando hacia su lado y abrazándolo contra su cuerpo con fuerza hasta pegarlos por completo. Una vez así, cerró los ojos, y allí volvió a escuchar nítidamente al mundo – Joder, Omar.

Volvió a perder, aun así, toda la noción del espacio y el tiempo. La marea de sensaciones con la que había despertado, algunas de las cuales había experimentado antes de comenzarse a desvanecer, arreciaban bajo su piel como un Mediterráneo agitado y cautivo, buscando una segunda oportunidad para hacerla naufragar como no habían podido hacerlo con su veneno. Fragmentos de imágenes volvieron tras sus párpados cerrados, repentinos. Las manos de Omar en sus hombros, su susurro, la respuesta que tenía preparada en la punta de la lengua. La risa de aquella bestia y su repentino cambio de voluntad. La mano alzándose como el martillo de los dioses, la percepción de la inminencia con la muerte, y su propio mentón alzándose frente a la inminencia como si no hubiera otra cosa que hacer, con la misma impertinencia con la que había fotografiado la guerra, con la que casi había muerto por arañar en la grieta de la cara del mundo. Y luego el vacío, y la espiral, y luego…

No, ahora. Ahora una caricia en su cabello, y unas palabras tentativas. Estel abrió de nuevo los ojos, y giró para encontrarse de cara con Charlotte.

Ma chérie – dijo, vagamente. Alargó una mano para coger la de la francesa, lenta como si estuviera dormida, y se la besó con cariño. Se movió luego para que Charlotte llegara donde estaba Omar y le hablara, aunque apenas soltó la mano de él. Sólo se irguió un poco para mirar mejor sus alrededores, mientras apretaba los labios intentando comprender dónde estaban.

¿Estáis todos bien? – preguntó, esta vez plenamente consciente de haberlo hecho, mientras continuaba mirando el techo y los engranajes, sintiendo un cosquilleo similar a un déja vu – No sé qué ha pasado… pero sí quien era esa mujer que todos vimos. Podría describirla de memoria aún sin haberla visto nunca… sólo rememorando las palabras de mi madre – la voz de Estel era una navaja, aún trabajosa, latiendo en una ira de la que previamente nadie la hubiera creído capaz – Su nombre es Umayma, la madre del anterior dueño de este sitio… la que orquestó todo o gran parte de lo que pasó hace treinta años. La que casi mató directamente a mi madre – sus ojos dejaron los alrededores y se volvieron a los demás – Y la única que los que no eran nuestros padres, del otro grupo, que sobrevivió al derrumbe de la Mastaba… tras la batalla final.

Sus ojos se posaron en Fadil, y Estel repentinamente se movió hacia él. Medio a la rastra, medio llevada por algo más allá de su cuerpo, y antes que cualquiera pudiera agarrarla.

Casi nos matas a todos trayéndonos aquí, dejas a Melyssa sola a su merced, y tu carcelero casi mata a Omar mientras jugabas a que era tu guardaespaldas contra nosotros – siseó, mientras llegaba torpemente a su lado ¡¡Imbécil!! ¿¡Cómo se te ocurrió que Umayma, entre toda la gente, podría estar defendiendo lo mismo que defendía tu padre?! ¡¡Justo ella, collons!! – la ira en los ojos de Estel era tan fuerte que cortaba diamante, sin ninguna intención de suavizar sus aristas como lo hubiera hecho siempre, en cualquier otro momento – ¿Al menos te participó en qué cojones es esta máquina donde estamos, o para qué nos han traído aquí, o ni siquiera eso?

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11/04/2016, 22:26
Samantha Johnson

Paralizados. Total y absolutamente incapaces de ser partícipes activos del crucial descubrimiento que estaban viviendo, aunque la realidad es que eran prisioneros de una trama que llevaba tiempo urdiéndose. Pero descubrir que los habían engañado no resultó tan sorprendente como cabía esperar cuando la sospecha estuvo rodeándoles desde el comienzo. Al menos entendía el por qué, pero maldito consuelo era ese. Umayma había cocinado a fuego lento su rabia durante décadas y ahí estaban ellos para comérselo. 

"Será perra", todavía no era capaz de hablar, sólo sentir la frialdad del suelo y "admirar" la estancia en cuanto sus ojos se adaptaron. "Así que es por ésto", y poco a poco fue entendiendo una de las posibilidades de su presencia allí. Había algo de reconocimiento en su mirada. Pero lo más importante ahora, por encima de todo, fue descubrir que Mel estaba allí, con ellos, tan vulnerable como el resto.

- Mel... ¿estás herida? -Bien, ya podía hablar. Paso a paso- ¡Oh, Mel! Estaba tan preocupada -Localizó a Mike quien ya estaba intentando levantarse, y como no, preocupándose por ambas. Asintió. Estar bien era pedir mucho, pero sabía que no estaba herida y de momento ese conocimiento ayudaba. Todavía tenía la espalda apoyada en el suelo, cuan larga era, que no era mucho (¡gracias, genética!) y se dedicó a ver a los demás más allá de simplemente saber que estaban allí.

Se quedó observando el arrebato justificado de Estel y luego recordó. La negativa a preguntar. La sospecha de que algo sucedía, pero no el qué. Y Will, el buenorro de su jefe. Adiós a la coqueta casita con valla blanca y la parejita de hermosos hijos, qué menos. Tal vez se pasaba con lo de la casa, era más de apartamento urbano, pero sabía de pisos impresionantes. Los niños... ¿A quién iba a engañar? No le gustaban los niños, no era un ogro, pero ser madre no iba con ella. Además, sería una pesadilla apartar a las pelandruscas que asaltarían a su hombre por doquier, porque el tipo estaba... ¡Wow!

- El muy cabrón... -apenas susurró. Ni sus anhelos imposibles podían salir bien. Estaba gafada, así de simple. Will estaba en el lado opuesto, era el villano de la película. Y menuda película les había tocado.

- ¿Sabes? Esto no es una traición de última hora, Fadil -su tono era suave, muy distinto de la última vez que se dirigió a él. Ya no lo estaba mirando, sólo alternaba entre los gemelos y el entorno. "Esa parte la reconozco"-. Ya estabas condenado -Suspiró, era momento de ponerse en pie-. Reconozco parte de la sala -dijo otra vez para sí-. Si te hubiera preguntado cuando sospeché puede que no estuviéramos aquí al comprender que estabas fuera de la ecuación. Ya había visto algo de esta sala, cuando estaba haciendo unas comprobaciones por unas alteraciones -Al final no hablaba a nadie en concreto. Sólo exponía un hecho, un recuerdo, un motivo...

'De perdidos al río', o eso decían; así que cuando fue capaz de caminar se acercó a las pantallas. Buscó un teclado, una vía para descubrir todo lo posible. Se olvidó por un momento de todos, y de todo. ¿Para qué servía todo aquello? ¿Podía meterle mano?

- Lógico que hubiera problemas de tensión, es una máquina demasiado potente. ¿Conmutación? ¿ESD? Mmm...

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12/04/2016, 11:47
Oliver Booth

El viajecito fue como esas pelis en las que alguien sujeta la cámara con las manos y, al grabar, el tipo en cuestión sale como si no se estuviera moviendo, pero el fondo sí que se mueve... en fin, ya me entendéis. Al tal Hermano había que reconocerle que estaba más fuerte que el vinagre, nos había llevado sin problema ninguno hasta aquel sitio extraño. Estaba claro que era el machaca de la vieja, y la otra chica era como una especie de espía, como en las pelis de James Bond. Aquello tenía sentido, bueno... más o menos, ahora sólo necesitaba saber a qué venía todo aquello del secuestro y tal. Por lo demás, bueno, digamos que ya me habían drogado más veces antes, así que no perdí la calma y dejé que mi cuerpo fuera respondiendo poco a poco. Ya tenía comprobado que no había mucho más que hacer al respecto.

Cuando abría los ojos me topé de frente con Charlotte que, ante todo pronóstico, se estaba preocupando por mi bienestar. El caso es que en aquel momento lamenté profundamente estar encerrado en aquella cápsula que parecía propia de los guerreros del espacio, en lugar de estar, por ejemplo, en el salón principal del hotel bebiendo y hablando tranquilamente con ella.

"Joder, si que es guapa..." - pensé, devolviéndole la mirada mientras me hablaba.

Vi como se tranquilizaba ligeramente al ver que al menos podía moverme, aunque aún tendría que esperar un poco más para escuchar mi voz aterciopelada. Poco a poco me incorporé y observé la escena. Definitivamente el lugar tenía pinta de ser una maldita nave espacial, pero no una de verdad como los transbordadores espaciales en los que los astronautas van a Marte y esos sitios, sino una de esas de las pelis ochenteras en las que la gente pensaba que habría monopatines voladores en el año 2016.

- Estoy bien, estoy bien - dije levantando la mano.- No es la primera vez que me met... hum... que me drog... anestesian, quiero decir - me rasqué la coronilla mientras pensaba.-  ¿A alguien más le parece que esto es una nave espacial? - entonces me acordé de todas aquellas teorías conspiranoicas sobre que las pirámides habían sido construidas por extraterrestres... y la peli de Stargate.- ¡Ahí va! Esto es como la peli de Stargate... a ver si resulta que las pirámides las construyeron los aliens...

Pero hubo algo que me hizo bastante gracia, y era el careto de Fadil, que se no podía creer que estaba encerrado allí con nosotros.

- ¿Qué ha pasado, Fadil? Me parece a mí que te la han liado pero bien - me reí a carcajadas, porque me parecía gracioso de verdad.- Eso te pasa por fiarte de gente rara que te encuentras por ahí... Bueno, chicos - dije, esta vez refiriéndome a todos.- Mel parece estar bien, así que... ¿Qué tal una rondita de explicaciones? Nos lo debéis.

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12/04/2016, 13:19
Charlotte Dunne

Le sonrió dulcemente a Estel cuando esta le agarró la mano y se la besó con delicadeza. Una delicadeza y lentitud que eran más algo físico que lo que mentalmente le debía bullir por su interior, porque los ojos de su amiga expresaban algo completamente diferente a su suave gesto. Ansiedad mezclada con rabia y algo más que no llegaba a definir, aunque suponía que sería parecido a lo que ella sentía  en esos momentos, sentimientos que la habían impulsado a ir a rastras hacia ellos dos. Sentimientos que la corroían por dentro, que la hacían sentir indefensa, incapaz, insignificante. Y no quería pensar en ello, porque tenía algo a lo que agarrarse. Y eran todos ellos y ese momento de consciencia y libertad, alejada de su personal experiencia con Umayma.

-Estamos bien, estamos todos aquí-le susurró dándole un beso en la mejilla para tranquilizarla.  Y para tranquilizarse ella también. Ver a Estel allí, así, le impactaba. La dura de Estel. No quería ni siquiera intentar preguntarle por lo que había vivido en los minutos anteriores, no ahora, no tan reciente, ya tendrían momento de hablar con tranquilidad.

 -Si, era Umayma. Ya sabíamos que íbamos a su encuentro… pero, recordando la vivencia de nuestros padres, no me esperaba su aparición de esa forma. Creo que a todos nos ha pillado por sorpresa. Bueno, a unos más que a otros…-levantó la mirada para buscar la de Mike que en esos momentos se acercaba a Sam y a su hermana, que por fin estaba con ellos.

Estel se escurrió entonces de entre sus dedos para levantarse y Lottie prestó entonces atención a un Omar que aún no se había movido. Repentinamente asustada, puso su mano sobre el pecho de su amigo buscando su respiración. La encontró rápido. Dejó escapar de tirón el aire que había contenido sin darse cuenta y entonces escuchó a Estel. Se volvió a mirarla, aunque ya sabía con quien estaba hablando. Y también lo miró a él, a Fadil. Sin querer y sin ser consciente de ello, sus dedos se crisparon sobre la camiseta de Omar. Entendía a Estel, sus sentimientos que eran los de ella, pero los ojos de Fadil eran un libro abierto y casi pudo escucharlo gritar físicamente, su dolor al verse allí. Con ellos.

Cerró los ojos, demasiados sentimientos contradictorios. Se centró en la respiración de Omar bajo su mano, que volvió a relajar al darse cuenta de que se estaba clavando las uñas en la palma.

Escuchó a Sam hablar con Fadil    Ya estabas condenado….

Sí, había acertado. Sam. Ella sabía más que nadie, más que Fadil incluso. No pudo evitar pensar en Mike y en Mel, cuando se sintieran traicionados por su amiga, o más que amiga, del alma. Acarició el torso de Omar con su mano, centrada en él, para no perder su equilibrio y explotar como había hecho Estel.

-Me gustaría explicarte, Oli. Pero ya he comprobado que no se me da bien hacer esas cosas-dijo quedamente, mirándolo y sonriéndole al verlo incorporado ya. A la vista estaba que con Mike no lo había conseguido y no se sentía con fuerzas ahora de volver a empezar. Además, ella no era la adecuada en esos momentos-Creo que Sam o Fadil deberían explicarnos a todos la situación. Más que nada, porque estamos todos aquí dentro y, sea lo que sea, lo que nos tienen preparados, nos afecta a todos.

Buscó con su mirada a Fadil. Esta no trasmitía odio, ni rencor, solamente le pedía una cosa. Sinceridad. Si es que, esta vez, quería dársela.

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12/04/2016, 13:44
Nathan Morrison

La nada desaparecía. Para dar lugar... ¿a qué? Primero un hormigueo. Algo sutil y cosquilleante. Por todo el cuerpo. Como si las cálidas arenas del desierto te envolvieran. Como un enjambre de abejas que se adhieren al cuerpo de su cuidador... potencialmente peligrosas pero en verdad inofensivas. Apurando, hasta agradables. Amigas mortales. El bailarín tenía un buen control sobre su cuerpo. ¿Cómo no...? Llevaba bien pegado a él muchos años, trabajándolo y explorándolo a fondo. Qué era capaz de hacer... hasta dónde era capaz de llegar... su cuerpo, su templo. Y ahora había sido mancillado por aquella bruja con... ¿una droga? No, Nat estaba seguro que no había sido una droga. No una al menos que pudiera conocer. Algo no tan mundano, seguro. 

Los dedos de los pies se separaron como cuando uno se despereza y, acto seguido, el empeine se dobló hacia adelante en un gesto aprendido de bailarín. Las manos temblaban convulsamente y la boca comenzaba a paladear lo que parecía ser su propia saliva. Pero más densa. Acumulada. De hecho, algo humedecía ligeramente su mejilla. ¿Se había auto babeado? ¿O eran lágrimas? Quizá ambas. Porque la primera sensación que Nathan tuvo en su cara fue la de sendos regueros de salino llanto atravesando su rostro. Secos. Había debido de pasar tiempo desde que cayeron en la cornisa del laberinto hasta que llegaron allí. Las cuencas comenzaron a moverse buscando un enfoque que no les llegaba. Que las sombras se tornasen en siluetas y estas en formas y colores. Cada vez con mayor definición. El oído llegó entonces... un suave pitido. Molesto y a la vez agradable. Agradable por saber que funcionaba. Por saberse libre de esa prisión de privación sensorial a la que había sido confinado. Luego comenzaron a llegar voces. Opacas... oscuras y lejanas. Y sin embargo familiares. Y junto a ellas, también aparecieron olores. Extrañamente más intensos que de costumbre. El reconocible olor de humo denso de Oli. El fresco y floral de Charlotte. Omar... era como incienso. Estel olía a tierra... a lluvia. Mike llegó a las fosas nasales de Nat envuelto en un aroma salino. Y los demás... más lejanos no terminaban de definirse. Otros también menos reconocibles.

Un ronquido brotó de las entrañas del canadiense que se aventuró a alzar la cabeza un par de centímetros forzando la actividad de los músculos del cuello. Poco a poco se fue tornando en algo parecido a un sonido. Una voz. Aquel particular check list parecía ir bien. Lento pero bien. Decidió por lo tanto darse tiempo, las voces comenzaban a tomar forma y las formas y colores a parecerse a personas. Las ideas que sus compañeros vertían en voz alta le llegaban distorsionadas pero al menos podía reconocer las palabras. Fadil... se repetía. Con odio, con furia... con compasión. 

- Déjalo, Estel... - musitó no sin esfuerzo. - Déjalo ya... no sabemos si Fadil se arrepiente. Pero se arrepentirá. En su pecado está su penitencia. - La voz del chico sonó dulce, amable... condescendiente. Realmente lo pensaba. EL destino era una vez más el actor principal de aquella farsa y Fadil, al igual que los demás, meros vehículos. Pero del destino no se escapa. Si no hubiese sido Fadil habría sido cualquier otro. La idea estaba clara en la mente de Nat pero no se sentía lo suficientemente locuaz como para conceptualizarla y plasmarla en un discurso. Pero igual daba. Sentía lástima por Fadil. De aquel grupo de desgraciados, él era el peor.

Y por fin la palabra que no quería oír. Umayma. Sonó como un trueno en las entrañas de Nat. Como el crepitar de una roca que precede la llegada de una poderosa y devastadora avalancha. La convulsión hizo al bailarín enroscarse sobre sí mismo. Y eso le hizo comprobar que su cuerpo comenzaba a responder. Apoyó ambos codos y levantó la parte superior del torso. Desde aquella posición pudo ver a todos. Más o menos bien. O como poco tan bien como él mismo.

- ¿Qué es este sitio...? - preguntó.

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12/04/2016, 16:09
Melyssa Yaddow

Desde donde se encontraba, Melyssa había sido mudo testigo de la llegada de sus amigos. Justo antes de quedarse inmóvil, agarrotada, había intentado avisar a Mike y el comunicador había quedado aprisionado entre sus dedos. No había podido terminar de escribir la escueta advertencia e impotente observó como los traían, uno a uno. 

Tenía la cabeza apoyada de lado, en el suelo y un pequeño reguero de saliva se había escurrido de sus labios entreabiertos. Le pesaba todo el cuerpo y era incapaz de mover un solo músculo. Soy un saco de patatas... Se dijo y si  sus músculos hubieran reaccionado una risa irónica habría brotado de su garganta. Sentía las lágrimas que había estado vertiendo, ya resecas en sus mejillas y la rabia empezó a anidar en su pecho. Mierda... Mike tenía razón, no tendríamos que haber venido. 

Habían discutido mucho sobre el tema, pero ella no le había escuchado. Deseaba tanto viajar... Conocer mejor a aquellos chicos y poder vivir lo que había vivido su padre en aquellas tierras lejanas.

En su fuero interno había deseado que algo ocurriera. Sentía la absurda necesidad de vivir una aventura, de tener algo fantástico que contar. Aunque nunca había terminado de creer lo que su padre les contó aquella noche de graduación. Se decía a si misma que todo debía haber sido fruto de alguna droga. Pero entonces, aquello... 

Mike... Sam...

Les escuchó hablar, pero sus voces parecían venir de muy lejos. Vio como poco a poco los chicos empezaban a moverse y ella intentó hacer lo propio, pero no podía, su cuerpo no le respondía. Mierda... No... No puedo... ¡No puedo moverme! Sus pupilas se dilataron, reflejo del pánico que crecía en su estómago. Vio como se acercaba su hermano y fue entonces cuando sintió un horrible cosquilleo que recorría su cuerpo. Lo primero que brotó de sus labios fue un quedo gemido, acompañado del nombre entrecortado de su gemelo. - Mi... Mike... - 

Su brazo finalmente respondió con una sacudida y aprovechó para apoyar la palma de la mano en el suelo e incorporarse, temblorosa, sin fuerzas. El esfuerzo había sido demasiado y volvió a aterrizar con la cara en el suelo. Pero volvió a intentarlo, hasta que pudo sostenerse con ambas manos y haciendo un esfuerzo titánico, girar la cintura hasta terminar sentada. 

- Mike... Perdona... - Cuando él llegó hasta donde ella se encontraba, le abrazó sin fuerzas y su cuerpo empezó a presentar pequeñas sacudidas, provocadas por los sollozos reprimidos. - Tenías razón... Joder.... Lo siento... - Le costaba hablar, era cansado. 

Escuchó a Charlotte insinuar que Sam tenía algo que ver con todo aquello y pestañeó, confundida.

Apartó la cabeza del hombro de su hermano, donde la había apoyado mientras intentaba controlar la agitación que sentía, y se volvió a mirar a la francesa.

- Sam no tiene nada que ver con todo esto - . De repente parecía haber recuperado sus fuerzas. Nadie se metía con los suyos. - Está como nosotros, así que ten cuidado con lo que insinúas - . Parecía una gata agazapada y erizada protegiendo a sus pequeños cachorros. Volvió su mirada turbada hacia su amiga y una sonrisa tensa tomó forma en sus labios.

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12/04/2016, 17:48
Omar Echenique

Pestañeó lentamente. Era como si le hubieran dado una paliza, una descarga eléctrica o como si hubiera hecho una ruta BTT de cuatro horas y cuesta arriba. Fuera como fuese, se sentía entumecido, desorientado y bastante jodido, en palabras que hubieran podido brotar de los labios de Estel. Y solo habían vagos recuerdos acerca de lo acaecido. Sí, recordaba a Umayma. Pero el resto era un conjunto de visiones que parecían querer escapar de su consciencia como si todo hubiera sido un sueño o el fruto de una dosis de LSD.

Escuchó su nombre en repetidas ocasiones y se limitó a alzar el brazo y sacudirlo para que fueran conscientes de que estaba vivo, despierto y aparentemente ileso. Era como despertar tras una noche especialmente rica en alcohol y aderezada con alguna sustancia poco legal, y comprobar que tu cerebro es capaz de dar las órdenes a un cuerpo que se niega a obedecer.

En aquel estado, se limitó a respirar profundamente y observar a su alrededor. Había sido consciente de la desaparición de sus raptores o como fuera que había que llamarlos. Se sorprendió de que Fadil siguiera entre ellos, castigado igualmente a seguir un camino que en teoría no le debería estar destinado y aún se soprendió más de las ganas de todos los presentes de hablar y discutir como gatos por un ovillo de lana.

Rodó sobre sí mismo, se arrodilló y trató de incorporarse, algo que consiguió tras un esfuerzo respetable.

-Me duele todo -murmuró para sí, al tiempo que observaba la extraña maquinaria, anacrónica y moderna a un tiempo-. ¿Por qué no dejáis de discutir y hacemos algo más productivo como intentar salir de aquí? -dijo genéricamente-. Samantha, has dicho que ya habías estado aquí antes. ¿Sabes para qué sirve? -qué podía ser no le importaba gran cosa. Su uso o finalidad era algo que le preocupaba más y por alguna e inquietante razón, relacionaba aquel lugar, aquella máquina con la localización hipotética de Mel en México-. Melyssa, cuando tu hermano se puso en contacto contigo, trató de ubicarte pero el localizador le jugó una mala pasada. Estabas en México. ¿Algo que decir al respecto?

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12/04/2016, 19:50
Mike Yaddow

Cuando Sam le confirmó con un gesto que estaba bien y se dirigió a comprobar algo en la estancia Mike se centró completamente en su hermana, recibió su débil abrazo y a la vez la rodeó con un con los suyos arropándola mientras acariciaba suavemente la parte de atrás de su cabeza intentando consolarla mientras su hermana se disculpaba y gemía. Sabía por lo que estaba pasando, él también lo sentía y le dolía toda aquella situación. Acercó su cabeza y la apoyó suavemente a la de su hermana.

-Ey, ey. Tranquila, no pasa nada. Está todo bien, ya estamos juntos y ahora vamos a salir de aquí, no te preocupes.

Poco a poco todos comenzaban a moverse, a reaccionar y a hablar, aunque después de lo ocurrido los sentimientos estaban a flor de piel y las ideas algo confusas. Intentó calmar a su hermana dando algo de fuerza a su abrazo cuando la sintió tan alterada por las palabras de Charlotte, seguramente la francesa no había querido decir algo así o simplemente estaba muy equivocada.

-Te equivocas Charlotte, aquí el único culpable es Fadil y sus amigos.
-No le cabía la menor duda de que su amiga no tenía nada que ver con eso, que hubiera estado dispuesta a cambiarse por cualquiera de ellos para evitarles eso si hubiera podido. Torció un poco la vista hacia el egipcio.- Fadil, eres el pedazo de mierda más grande que he visto nunca. Cuando salgamos de aquí tú y tus amigos vais a pasar mucho tiempo entre rejas. -Tras eso miró a Omar. ¿A que venía aquella estúpida pregunta? En aquellos momentos Mike no tenía muy claro lo que era verdad y lo que no, o lo que podía creer o no, pero deseaba aferrarse a lo único que conocía bien y le daba confianza.- ¿Que quieres que te diga Omar? ¿No ves que está aquí? Los gps fallan, a veces se vuelven locos o pierden la señal. -Volvió a acariciar la cabeza de su hermana.- Ey, no te preocupes, todo saldrá bien. Voy a ayudar a Sam a abrir la puerta ¿Vale?

Le dio un beso en la frente a su hermana y se levantó despacio, comprobando hasta que punto su cuerpo le seguía respondiendo y se fue acercando a Sam.

-Sam. ¿Ya habías estado aquí entonces mientras instalabas la seguridad del hotel? Entonces sabrás como salir de aquí ¿Verdad? Te echo un cable si lo necesitas.
-Se giró un poco hacia el resto mientras Sam le respondía.- Mirar, no quiero discutir con nadie ahora, tan solo salir de aquí ¿Vale? Charlotte, no se como pero... todo lo que nos contaste, fue como si lo hubiera revivido de alguna manera, no... no podría explicarlo. Quizás solo haya sido mi mente haciéndome vivir tus palabras, no se, es raro. Tan solo quiero decir que... bueno, comprendo que vuestros padres o el mío tuvieran esa sensación.

Estaba demasiado desorientado y los retazos que ahora recordaba no ayudaban ni a calmarlo ni a que se centrara. Aún así tenía la sensación de que no estaba todo, que algunas partes faltaban o no querían volver a su memoria en aquellos momentos. Era todo muy extraño. Para no perder la cordura prefería centrarse en la realidad, en aquella extraña habitación y en como salir de ella, eso era algo que estaba presente y podía palpar.