Partida Rol por web

Todo su ser se alborotaba con las caricias del elfo, en su interior parecía despertar una seguidilla de reacciones que la hacían inquietarse con cada caricia, pequeños espasmos y temblores que acompañaba con suaves y dulces gemidos o suspiros sin contener el placer que sentía junto al él.

Cerro los ojos disfrutando por completo los deseos de Six y a aquellos que poco a poco comenzaba a descubrir, sus miradas volvieron a encontrar al instante en que un gemido y algo de vaho salía de los labios de Viera, sus pupilas titilaban en una mezcla de nerviosismo y ansiedad, unos largos segundos donde volvió a perderse en esos ojos dorados, se estaba arrojando en una batalla donde el deseo era su impulso y su cuerpo su arma, donde sus besos dejarían las marcas de un enfrentamiento totalmente nuevo para ella, por un instante dudo, pero los labios de Six sobre los suyos esfumaron cualquier temor a continuar, cerro sus ojos y se entrego a al placer que nacía desde su vientre envolviéndola por completo, que se mezclaba con el del elfo.

Detenerse ya no era una opción, quería mas y daría rienda suelta a su curiosidad, culpable de tener ahora entre los brazos de esa criatura que la había hipnotizado desde que lo vio en esa mina.

Lentamente accedió a esa mano curiosa que la exploraba y recorría por completo, que le brindaba las mas maravillosas sensaciones que podía sentir, sin poder compararlas con nada antes vivido, su interior pedía a gritos mas, su espalda se arqueaba cada vez que los labios de Six la tocaban, dándole una pequeña descarga eléctrica que erizaba toda su inexplorada piel.... sus labios dejaron escapar el nombre de su amante... -Six...-

Se perdió en esa sofocante pasión, en cada suspiro y movimiento, dejando que sus manos fueran más allá, recordando las viejas sensaciones de cuando era normal. Sus cuerpos ya no podían separarse, buscando acercarse cada vez más. La camisa de lino de Viera se interponía, Six paso sus cálidas manos por debajo de la prenda, descubriendo cálida piel y llegando hasta sus su juveniles pechos. Gran descubrimiento fue aquel, llegando a una nueva zona que generaba más suspiros y gemidos. Los dedos de Six buscaban arrancar el mayor placer que pudiera, sintiéndose vivo como nunca antes lo había sentido.

¿Hasta dónde pensaba llegar? Todo su ser tiraba hacia un única dirección, en donde una de sus manos se deslizaba sutilmente, acariciando el atlético estomago de Viera, bajando cada vez más, buscando perderse en ese fuego que no dejaba de crecer… más otra parte, su mente justamente, le indicaba que debía detener aquello, pues su ser estaba muy lejos de ser una criatura normal.

-Six...-

Nadie le llamó de esa manera, no con su nuevo nombre, lo que apartó las dudas, al menos de momento, dejándose llevar nuevamente por esa pasión que se encendió entre ambos. Six buscó nuevos centros de placer, maravillado en las reacciones nada sutiles que iba provocando. Le gustaba saber que podía hacer sentir así, algo nuevo desde que volviera a caminar sobre ese mundo. No podía dejar de mirarle a los ojos, notando el placer desbordando de ellos o esos labios que le llamaban con cada suspiro.

Después de todo quizás si tenia el don de la magia, pues Viera parecía recitar un conjuro entre gemidos, quejidos y suspiros de placer, que estimulaban por completo los sentidos de hechicero, hipnotizándolo y atrayéndolo cada vez mas a ella, a su piel, a sus labios y a sus ojos.

Viera apenas podía mantener los ojos abiertos sin que otra ola de placer la recorriera desde el punto donde Six la besaba o esos dedos inquietos y atrevidos se posaran dejando una marca invisible en ella.

Apenas podía mantenerse quieta, sus piernas se movían frotándose entre ellas conteniendo el deseo que nacia de sus entrañas, ansiosa y casi ahogando un grito desesperado por pedirle a Six que se detuviera y dejara de dale esa placentera tortura, pero lo cierto es que ella quería más… mucho más.

Apenas pudo sentir nuevamente el rostro del elfo cerca del suyo, ella no se contuvo y tomando sus mejillas entre sus manos le beso con tal carga pasional que parecía devorarle los labios, negándose a la posibilidad mínima de separarse, su lengua exploraba como si fuere la experta en esas artes, pero solo se dejaba llevar por el deseo de saborear la boca de Six, que aun tenia retazos del sabor del vino.

En ese instante se produjo una leve pausa, cuando Viera se separo buscando llenar sus pulmones de aire, algo aturdida por lo que estaba sintiendo volvió a centrarse en los ojos del elfo, le miro con ternura, atesorando ese pequeño instante intimo en su memoria, le brindo una caricia cargada de sentimiento, el elfo podía sentir como el espíritu de la picara vibraba alegre de estar entre sus brazos, se saboreo sutilmente sus labios y sus ojos brillaban como si las estrellas del firmamento hubiesen querido anidarse en ellos, Viera era solo de él esa noche…

Viendo que no había resistencia y que ella estaba abierta a mas, respondiendo con vehemencia a sus caricias y besos, el elfo desató los cordones que sujetaban los pantalones de la picara. Luego su mano terminó de recorrer esos escasos centímetros que le separaban de esa cálida humedad que residía en ella. Con una ligera sonrisa, sin dejar de mirar sus expresiones para saber que le gustaba y que no, comenzó a mover sus dedos, como si estuviera haciendo un encantamiento. Se tomó su tiempo, buscando el punto exacto donde la joven explotara. Le gustaba oírle decir su nombre, sobre todo por esa forma.

Una sola idea comenzó a azotar su mente, primero como si comenzara una lluvia a repiquetear un cristal, siendo más poderosa con forme le daba más vueltas. Si eso seguía: ¿habría algún peligro para con Viera? No sabía el alcance de su toque, más allá de cómo le afectaban ciertas cosas, podría ser lo mismo con su esencia. Siempre pensó que era estéril, por simple deducción lógica al ser un ser extraño. Pero si no lo era…

Obvió su mente unos instantes, queriendo saborear ese momento, quizás recorrer ese cuerpo con sus labios antes de plantearse seriamente lo que conllevaría llevar eso al siguiente nivel. Por muy ajeno que se mostrara, sucumbía a los bajos placeres como cualquier otro ser viviente. Incluso de forma mas ruin si se ponía a pensar que esa joven se mostraba tan dulce e inocente momento atrás.

-¿Eres un monstruo?- se preguntó haciendo que ella se agitara de placer. Quizás lo fuera. Le estaba usando de alguna manera… Pero no se podía detener. No quería hacerlo. Era tan difícil hacer lo correcto.

Dichosos dedos traviesos y osados los que alcanzaron el rinconcito mas intimo en su cuerpo, pues Viera al sentir como ellos le provocaban tal placer simplemente se dejo llevar por lo que ellos querían hacer, la expresión en su rostro reflejaba cada nueva sensación que percibía, una más fabulosa que la otra y que le otorgaba a Six las respuestas que necesitaba a como el cuerpo de la humana reaccionaba a ellos.

Sus piernas comenzaron a reaccionar cerrándose de forma inconsciente y los gemidos que escapaban de sus labios cada vez subían más de sonido, quizás mimetizándose con el lamento triste de la fantasma o quizás no, Viera nuevamente busco los labios de Six, sacándolo de sus pensamientos y fue entre ese nuevo encuentro de sus bocas que la picara dejo escapar un profundo gemido de placer provocado por los intrépidos dedos del elfo.

Su respiración era un poco mas agitaba, pero las pupilas se movían de un lado a otro mirando los dorados ojos del elfo.

Con la mezcla de un abrazo y caricias, buscando más besos, Viera guio a Six para que su cuerpo quedara sobre ella, la humana le miraba con ternura y una dulce sonrisa, sus piernas se abrieron para acunarlo entre ellas, mientras sus insatisfechos labios querían mas de los del elfo.

Sus reacciones le animaron a acelerar el ritmo, a explorar un poco más, dejados que sus dedos naveguen por ese cause cálido, el cual se encendía cada vez que encontraba un nuevo filón de placer. Los pantalones de viera, fueron bajando a causa de sus movimientos y la propia insistencia de Six, quedando por debajo de sus rodillas. Incluso las prendas del hechicero empezaban a quedarle “apretadas” mientras algo pingaba por salir de ellas, recordándole que estaba bien vivo.

Ella le beso, mientras separaba sus piernas y permita que el delgado elfo se pusiera sobre ella. Six se despojó de sus pantalones, quedando finalmente desnudo, besando sus labios al tiempo que su erección besaba la calidez de la entrepierna de Viera. Movió su miembro suavemente, frotándolo contra ella, dejando que sus fluidos fueran empapándolo todo.

-¿Lo quieres?- le preguntó al oído, mordisqueando su oreja, dejando su habitual caballerosidad de lado, apretando un poco su miembro contra ella, como un beso lascivo que le daría una idea de a que se refería.

¿Ella tendría experiencia? No se lo había planteado hasta ahora y con ello vinieron nuevas cuestiones que asolaron su mente. Six era alguien que solía penar muchas cosas al mismo tiempo, como si no pudiera evitar ser especialmente previsor.

Las mejillas de Viera estaban ruborizadas por el calor interior que sentía y por sentir un tanto avergonzada de ver tan expuesta ante el elfo, pero ya nada importaba, su propio deseo venia desde su interior pidiendo a gritos que no se detuviese, así lo reflejaban sus piernas que algo inquietas se movieran e torno al cuerpo de Six, incluso sus caderas seguían ese delicioso roce entre sus piernas, la pregunta del hechicero la trajeron por un instante a la realidad, ella simplemente le observo y en un gesto de absoluto deseo, lamio los labios del elfo y le beso con mas intensidad... ¿ante eso... era necesario responder?, no creo, pues las piernas de la picara rodearon la cintura de su compañero.

Podía sentir como su entrepierna esta completamente húmeda, sus caderas se movían ansiosas, para la humana era su primera vez, pero sus propios deseos la llevaban a seguir esos instintos que nacían desde su fuego interior, antes no había sentido la necesidad de la piel, pero la criatura que ahora tenia entre sus brazos, despertaba su curiosidad de una forma casi descontrolada, le fascinaba el elfo, esa aura de misterio, rodeado de una historia tan oscura como la noche que ahora los cobijaba, le deseaba y lo quería para ella.

Podía sentir como su corazón latía a mil por hora, bajo el cálido cuerpo del hechicero, con el cual entre besos y caricias se entregaba en un acto donde abandonarse al placer podría ser considerado pecado para algunos, pero esa noche ambos se olvidarían de las aprensiones que el exterior les provocaba, solo para entregarse el uno al otro y disfrutar de un momento donde la felicidad podría alcanzarlos y darles una recompensa de tranquilidad y compañía.

No necesitó más señales, todas eran bastante evidentes y hasta un ciego las vería. Besó a Viera con igual pasión, mientras se abría paso dentro de ella con suavidad, notando algo de resistencia. Mordisqueó su labio al final de un beso, saboreando luego su lengua, sintiendo como el interior de la joven le recibía. Disfrutó de esa sensación, sin dejarse llevar aun por la pasión que no dejaba de querer impulsar su cadera más profundamente. Fue con cautela, volviendo a leer los pedidos de Viera, quien le guiaba con sus movimientos, respiraciones ahogadas y algún que otro gemido. Pronto empezó a acelerar el ritmo, sonriendo con picardía cuando lograba arrancar un gemido más fuerte que el anterior. Six resultaba ser alguien más abiertamente pasional de lo que su frialdad natural irradiaba, quizás asemejándose a lo que fuera antes de lo que le ocurrió.

 Dejó que ella envolviera sus piernas a su alrededor, logrando que la cama expulsara todo el frio del exterior, incluso tapando en parte los lamentos del fantasma que hacía mucho tiempo dejaron de oír. Six dejó que sus manos pasaran por debajo del esbelto cuerpo de Viera, aferrando sus muslos y atrayendo su cadera hacia sí mismo, queriendo llegar profundamente dentro de ella, llenándola totalmente. Ahora que no había resistencia y ella respondía con increíble pasión, dejo de lado su cautela, disfrutando del momento con voraz fogosidad.

Jamás pensó que beber unas copas de más con Viera desembocaría en una noche así… no se arrepentía de nada. Podría hacer adicto a esa sensación tan vivida, luego de tantos años en los que se consideraba un burdo fracaso de un mago loco.

Si el tiempo pudiera detenerse, creo que seria el momento adecuado, Viera sentía como todo en ella se llenaba de un placer hasta ahora desconocido y del cual podría volverse adicta, pero solo si Six lo provocara, era evidente la experticia del elfo en este terreno pues lograba que el cuerpo de Viera reaccionara a sus movimientos de una forma innata, entre gemidos, jadeos que salían de su interior provocados por cada envestida que llegaba a lo mas profundo de ella en instantes, sin duda el rostro de la Picara era el reflejo del placer fabuloso que le provocaba Six.

Atrapaba las caderas del hechicero con deseo, ese fuego interior que la quemaba y que pedía mas y mas, sus manos presionaban la piel de la espalda de su amante como queriendo dejar nuevas marcas en el, sus labios se unían ahogando algunos gemidos y sus miradas se cruzaban tras cada gesto de placer que sus rostros reflejaban, Viera descubría cuanto le gustaba escuchar a Six, esos sonidos varoniles que la excitaban aun mas, pues comprendía que el gozo era mutuo.

Pero ella no se quedaría así nada mas, sus manos se movieron para tomar por el cuello y besar intensamente al elfo, para en un movimiento ágil girar sus cuerpos y quedar ella sobre el pálido hechicero y comenzar a montarlo con un rítmico movimiento que acentuaba aun mas su unión y deja expuestos sus pechos a esas manos largas que hasta ahora le provocaban un toque electrizante cada vez que recorrían su piel.

Sus caderas comenzaron a moverse en un vaivén y ella se dio el tiempo de mirar a Six, acercando su rostro sin dejar de moverse

-Eres exquisito...- le susurro, aludiendo no solo a la curiosidad que sentía por él, si no a la forma en que Viera lo percibía ahora, tras eso se dejo llevar por un beso pasional intenso.

Desde que cambió, era la primera vez que tenía relaciones con alguien, notando que extrañaba la sensación, más allá de ser una necesidad física, era una unión que le recordaba que quizás seguía estando vivo. El calor de Viera, que le envolvía y parecía succionarle con cada embestida potente, era una sucesión de reacciones que iban recorriendo su cuerpo como un incendio desbocado. Y esos besos que solo parecían querer arrancarle el aire de sus pulmones, con un tizón al rojo vivo por lengua que se envolvía a la suya con frenesí.

Entonces, en un sorpresivo movimiento de la picara, ella quedó sobre él, exponiendo sus pechos al frio aire de la habitación. Comenzó a moverse, cabalgando sobre su persona, dejando que su miembro llegue aún más profundo y controlando cada embestida. Six primero apoyó sus manos en sus caderas, acompañando el movimiento con fuerza, saboreando cada instante. Luego sus manos subieron por su vientre, para llegar a esos pechos que no dejaban de saltar con cada penetración. Sus pezones duros, por el frio y la excitación, le recibieron contentos, envolviéndoles con sus manos cálidas y delicadas. Otra vez Six demostró ser un ser con más edad y experiencia de la que parecía, pues movió sus dedos y manos buscando ese punto que le hiciera ronronear de placer.

-Eres exquisito...

Ella se inclinó sobre él, besándolo con fuerza, momento en el que aprovechó para apresar su trasero entre sus manos, apretándola contra él y ayudando a llegar hasta los confines de su interior. La diferencia entre el frio del ambiente y el calor de sus cuerpos generaba una rara sensación, algo que obligaba a recorrer cada centímetro de piel con sus manos para expulsar el frio y mantenerla caliente para él. Six no dijo nada, solo esbozó una media sonrisa totalmente impúdica, demostrándole sus sentimientos con actos.

El clímax para Viera estaba apunto de venir, su cuerpo se preparaba para esa explosión orgásmica, que llenaría de jadeos y gemidos la habitación, completamente desvergonzados de si los vecinos de los cuartos continuos los escuchaban, una lástima que todos no pudieran disfrutar de una compañía tan placentera como la que tenían el Hechicero y la Picara.

Inconscientemente las caderas de Viera continuaban moviéndose rápidamente y con ritmo y su pecho agitado reflejaba la respiración que intentaba controlar, sus ojos se fijaron en los del elfo y ahogo un profundo gemido en sus labios, Viera estaba por llegar al clímax, fue entonces cuando arqueo su espalda un poco hacia atrás dejando que un impulso eléctrico recorriera su cuerpo, espasmos musculares en sus piernas y sus manos que apretaban fuertemente los antebrazos de Six, un respiro profundo y un gemido que se apagaba lentamente mientras en su interior las contracciones apretaban el miembro de Six como si lo devora.

Viera se apoyo sobre el torso de Six exhausta, su respiración aun estaba agitada pero poco a poco se calmaba, el dulce esfuerzo y la entrega la tenían con las mejillas ruborizadas y el cuerpo cubierto por una capa de sudor, pese al frio de la habitación, el calor del torso de Six aun le brindaba lo necesario para no sentir frio y el alcohol volvía a hacerse presente para dejarla levemente somnolienta.

Volvió a mirar Six y aun cautivada por el dorado de sus ojos, le dio un beso, mas tierno, pausado, cargado de un nuevo sentimiento, un beso que al sentir la calidez de los labios proporcionaba una sensación grata.

El ver a la inocente Viera, con perlas de sudor brillado en su cuerpo desnudo, agitándose sobre su persona y moviendo sus caderas lascivamente le provocaron un agradable cosquilleo que fue subiendo por su espalda. Six contribuyó enérgicamente a cada movimiento, queriendo oír mas de esos deliciosos gemidos que la picara intentaba contener. Los pequeños saltos que daban sus pechos resultaban hipnóticos, al igual que esa mirada embriagadora que parecía querer devorarle. ¿Cuándo se produjo ese cambio en ella? Estaba seguro que el alcohol hacia mucho que dejó de hablar.

Al sentir como estaban llegando al clímax, cuando todo su cuerpo se agitaba por desbordarse en su interior, Six se irguió, tomándola entre sus brazos y apurando sus frenéticas embestidas. La apretó contra su cuerpo, sintiendo como su interior quería exprimirle al llegar al orgasmo, Six no aguantó mucho más, dejándose llevar por el momento. Besó sus labios, haciendo que sus lenguas se reencuentren y acallando esos gemidos que ya culminaban.

Ambos cayeron en la cama, agotados, intentando acallar sus latidos, disfrutando del momento. Ella le besó con infinita dulzura, acurrucándose sobre él. Six ni siquiera se planteó vestirse, soló estiró sus brazos, buscando las mantas que dejaron arrugadas en un rincón, para cubrir a Viera y compartir el lecho, esta vez de forma mas pacifica.

Acomodada entre los brazos de Six, Viera volvía a recuperar la calma de su respiración, el elfo le había cubierto con las cobijas y ella comenzaba a pasar suavemente el dedo índice  por el pecho del hechicero, quizás siguiendo la forma de una cicatriz, quizás evitándola, pero acariciándolo después de todo.

Alzo el rostro le dio un beso en la mejilla, en señal de gracias, en señal de afecto o quizás algo mas, pero ahí entre esos delgados y pálidos brazos, la Picara cerro los ojos mientras su respiración parecía sincronizarse con la de su compañero.

-Espero puedan repetirse mas noches como esta...- murmuro suavemente.

Pasada la pasión, la sensación de tener a alguien entre brazos, tan cálida y cariñosa, le recordó nuevamente viejas épocas. Distraídamente comenzó a pasar su mano por su cabello, disfrutando de sus caricias y el tener su cuerpo desnudo pegado al suyo. Su dulce aliento cosquilleaba en su piel, mientras sus dedos trazaban formas en su pecho. Difícil era pensar en cualquier otra cosa que no fuera ella, permitiéndole evadir sus problemas, objetivos y recuerdos.

-Espero puedan repetirse mas noches como esta...-

-Todas las que quieras- le dijo con voz suave, no queriendo romper el compás de sus respiraciones-. Aunque… durante el día, voy a ser muy… profesional. Espero que entiendas eso- desde el desorden de su ropa, vio asomar levemente parte de la dentadura del cráneo que llevaba a todos lados, como si riera en la oscuridad-. Un error allá fuera y todo termina- le abrazó con fuerza, juntando más sus cuerpos-. Luego soy todo tuyo.

No tuvo muchos compañeros luego de cambiar, pero antes sí que los tuvo. Los suertudos murieron, los otros sirvieron de pasto para los experimentos. Ni siquiera recordaba sus nombres… o sus rostros. Solo sus gritos y el hedor…

La sonrisa que se dibujo en el rostro de Viera era tan evidente, que confabulada con la poca luz que podía filtrarse por las rendijas de las maderas, hicieron que Six pudiera ver como sonreía la Picara ante sus palabras, un fuerte apretón en su abrazo y se acurruco aun mas entre los brazos de Six, como si se fundieran sus pieles.-No te preocupes, dejar en evidencia algo entre nosotros solo nos haría un blanco fácil...- sonrió, pues recordaba las palabras de un antiguo aventurero que le dijo una vez, que no debía mostrar debilidad ante el enemigo. -Pero me agrada que

entre la oscuridad o lejos de ojos curiosos seas solo mío... - y ella de el claramente.

-¿Six?- espero que cruzase sus ojos con los suyos... alzo la mano y acaricio su rostro -espero que ahora puedas tener recuerdos mas gratos, creo que... no quisiera estar en ningún otro sitio que no sea aquí... contigo- y deposito un dulce besos en los labios del elfo.

Siempre queriendo escapar de cualquier cadena que quisiera arrebatarle su libertad o domar su espíritu, de pequeña que había sido un tanto indómita, pero ahora se sentía tan bien junto a ese ser, tan cómoda, que no sentía esa necesidad de salir huyendo una vez mas, después de todo las palabras de aquel juglar eran del todo ciertas... las aventuras te traen sorpresas inesperadas, tanto buenas como malas... cerro los ojos mientras apoyaba en el pecho su cabeza, sintiendo el pulsar rítmico del corazón de Six.

Ella lo entendió, viendo incluso el lado práctico y natural al que fuera de esas cuatro paredes debían ser eficaces y fríos para poder sobrevivir. Pues no sabía lo que le depararía el siguiente día, pues un nuevo ataque o algo peor podría estarse planeando fuera de las murallas. Viera se arrebujó contra él, logrando que Six deseara acariciar esa suave piel toda la noche.

-Habrá muchas más noches así…- aseguró, estirando su mano para poder tocar la espalda de la picara, deslizando sus dedos por ella. No era de los que prometían cosas en vano y aquello sonaba más a un deseo velado, a algo que quería que ocurriera siempre. Entonces ella alzó sus ojos, buscando los suyos, soltando una frase que no esperaba… Recuerdos gratos. Era mucho peso para los hombros de una jovencita como ella, sobre todo si quería erradicar los otros recuerdos… El extraño elfo le sonrió, tomando su barbilla para acercar sus labios a los suyos-. No existe recuerdo más grato que este- y grabó en su memoria esa mirada inocente y esperanzada, apartando cualquier pensamiento funesto que pudiera surgir. Luego la oyó respirar unos minutos, quedándose dormido con esa ultimo recuerdo. Quizás esa noche no habría pesadillas.