Partida Rol por web

Se quedó en silencio, las revelaciones eran interesantes, existía un artefacto mágico que podía predecir el futuro, y si eso existía, el asesino tenía razón, si eso era real, ya deberían saber de aquellos planes los que tenían en su poder tal libro. La cabeza de Wasp daba vueltas, argumentar la existencia de algo así, iba en contra de la razón misma y aunque había realizado investigaciones sobre tesoros y reliquias antiguas, no dejaban de ser cachivaches con cierto valor monetario, no cosas con real poder sobre natural más allá del mismo dinero.

- estoy con el hombre - apoya al chico, manteniendo ese gesto incólume en su rostro.

Me resultaba raro que fuera la mujer del propio Luchesse quien nos fuera a ayudar con el caso que nos había sido asignado. Era un poco escéptica en cuanto a la existencia de ese libro. ¿En serio podía predecir el futuro? Quizás ya sabían de nuestra existencia, entonces. Y lo que iba a pasar. Eran demasiadas dudas... Pero la tentación de las armas...

Escuché atentamente al hombre de la katana. No parecía tenerle demasiado aprecio a aquella mujer, ni a su familia. Y aquello que decía no carecía de sentido. 

Me mantuve en un segundo plano durante la conversación. No quería resaltar delante de nadie, mucho menos delante de unos completos desconocidos que esperaban que matase sin miramientos a quien fuera que se interpusiera en nuestro camino.

- Señor Di Angelo... mi hijo tiene motivos suficientes para hacer lo que hace. Sin embargo, si tuviera que definir a Robert con una palabra sería 'embaucador', y sumado a las supuestas capacidades del libro no me cabe duda de que Vincent olvidaría todo lo que ha pasado y volvería a los brazos de su padre como un perro manso. - suspiró ella, sacando un cigarro de una pitillera que tenía en el bolsillo. Rebuscó en el resto, pero pareció no encontrar algo, por lo que miró a Black Crow - ¿Me podrías prestar el encendedor, querido? -

- Sobre el libro y si esta misión ya ha sido comprometida... lo dudo. Por dos motivos: mi marido es un hombre pasional y poco dado al subterfugio. - eso era bastante cierto, por lo que conocían de él. Además, el tono de voz de Edna adquirió un deje de orgullo en esas palabras, como si estuviera agradada por esa faceta de su marido - Si el libro pudiera anticipar los detalles de ésto yo ya estaría llena de plomo y vuestros cuerpos estarían esperando para recibir sepulcro. Además, creo que el libro funciona de una manera concreta y lo que realmente predice es el futuro de un individuo. O al menos eso me contaba Robert. -

- Contamos con una pequeña ventaja. La mitad de la mafia y el bajo mundo conoce ya que Robert tiene en sus manos ese libro. Nosotros no seremos los único que irán a reclamarlo, no les quepa duda. Eso, en la calle, será un problema como un beneficio: poseeremos cierta ocultación entre el caos de mercenarios y organizaciones, pero a la vez existirá la posibilidad de que otros intenten pararos los pies. Esta no es una operación sencilla y los métodos estándar no servirán. - abrió otro de los cajones que tenía en la mesa y sacó un pequeño dossier cerrado con una cuerda. - Si no tienen más dudas referidas directamente a mi me gustaría  que se pusieran manos a la obra. Aquí hay unas instrucciones que deberán seguir para que ésto comience. Les dará un punto de partida, pero desde entonces estarán solos. Su único apoyo fuera de la calle será la señorita Luchesse. ¿Alguna última pregunta? -

Brujas, hechizos y cachivaches de corte ocultista no eran del aprecio y mucho menos consideración de Waps, pero al parecer para estas personas sí, y dudaba mucho que fuesen mentes fácilmente impresionables,  pero una duda quedaba para la chica que seguía algo atrás en el grupo...

- ¿y qué harán con ese libre en el caso de que lo robemos y lo traigamos hasta aquí? - preguntó con una voz monosonante, carente del más mínima emoción.  

El muchacho le pasa el encendedor con gesto de no preocuparse demasiado por ello. Escuchó atentamente lo que decían, y luego lo que preguntó aquella mujer que había dicho que era tantas cosas que ya se había olvidado. Tenía curiosidad de saber qué harían, aunque esperaba una respuesta mas del tipo "Eso no es de tu interés". Despues de todo, era eso: No debía de ser del interés de la mujer, ni de ninguno de ellos. Estaban allí para hacer un trabajo, no para plantearse la razón por la que los mandan a hacerlo.

Por su parte concluyó.

-Por mi parte solo una pregunta mas, señor: ¿Hay un límite de tiempo para esta misión?

Seguía adoptando la misma postura que llevaba un tiempo, descargando el peso de una pierna y pasándolo a la otra. No dejaba de mirar a Moretti. Cada vez que hablaba, me aseguraba más de que para lo que nos había reunido era para llevar a cabo una misión suicida. No sólo contábamos con las defensas y ataques, más que probables, de la familia Luchesse. Además, tendríamos que enfrentarnos a otros que, como nosotros, quisieran hacerse con el libro.

En un rápido vistazo, vi que las motivaciones que nos llevaban a cometer semejante locura no eran el dinero, ni el poder. Algo más personal nos motivaba a cada uno -o, al menos, era la sensación que tenía- para ejercer el propósito por el que habíamos sido contratados.

Puse un brazo en arras, mientras que con el otro me acariciaba el cuello de manera despreocupada.

- Yo no tengo más preguntas.

Sonreí de costado ante la pregunta de la niña.

Novatos...

-Eso no es de tu interés- le respondí a la chiquilla antes de que el mismo don lo haga - nos contrataron para una misión en específico y eso haremos, por mi parte solo me interesa saber, si es posible, a quienes nos enfrentaremos, tal objeto despertará el interés de muchas personas como bien dijo y de algunas más que de otras hay que tener recaudos a la hora de actuar-

Tras decir eso me crucé de piernas y apoyé la katana en el hombro, esperando que fuera o bien la Luchesse o el mismo don quien respondiera.

Era un hecho que todos ahí eran mercenarios sin dicernimiento, meras ovejas que siguen a un pastor, si sólo les falta balar, la chica rodó los ojos ante el último comentario del loquito de la katana, pero ni siquiera se giró hacia él para hablarle, sus ojos violeta estaban en los ojos de hombre que les encargaba la misión.

- lo es- dijo si más,  replicando a Di Angelo- esta misión no me parece interesante, pero quizás el fin de la misma si- sus ojos no se movían de aquel hombre, ella sólo tomaba las misiones que le parecieran interesantes, y entrar a robar un libro de cuestionable poder no parecía ser ni su área ni su interés, no tiene que espiar a nadie, no bloquear sistemas de seguridad ni vulnerarlos, ni crear distracciones para sacar grandes suma de dinero de un banco, ni lavado de dinero ni nada, no estaba motivada, sin contar que grabar en equipo no era lo de ella.- además creo que el señor aquí presente puede decirlo por ti mismo, estoy hablando con el dueño del fundo, no con los chanchos- hizo uso de aquel dicho tan popular, sin siquiera mirarlo a los ojos, quería la respuesta de aquel hombre.

- Calma, Benedict. Me gustaría que los 4 participaran en ésto, pues si tuviera una opción mejor habría llamado a otros. Sobre el límite de tiempo... no sabemos qué hará Robert con el libro. Ahora está en la mansión, pero quizás se lo lleven de aquí a unos días. Si eso ocurre Edna nos avisará, aunque quizás no sepamos el destino. No quiero que me lo traigan en un día, ni en diez. Sólo quiero que lo traigan. - expresó con seriedad, apoyando la barbilla en la mano - Mis motivaciones tienen mucho que ver con mi hija, Wasp. Si consigo el Oculus Veritatis, ella podrá por fin vivir una vida normal. Si todo va bien estaré dispuesto a contaros más sobre ésto, pero no quiero invadir su privacidad aún más de lo que ya lo hago todos los días. -

El hombre parecía de repente cinco años mayor, algo apesumbrado y cansado por el tema de su hija. Estaba claro que la pequeña hacía honor a la fama que tenía en el bajo mundo y quizás el libro, de alguna manera, estuviese relacionado con los famosos poderes de Natalia Moretti.

Una sombra de preocupación cruzó mi cara cuando escuché a Salvatore volver a hacer referencia a su hija. Si todo esto era por ella... Pero no tenía ni idea de qué era el mal que le acechaba. Pocas cosas sabía de la menor de los Moretti. 

Pero tampoco era de mi incumbencia. Además, el Don decía que nos contaría más adelante algunas cosas. No lo necesitaba, pero si tan importante era para él, lo tomaría como una muestra de "confianza"; aunque ya nos hubiera avisado con no contar con él una vez saliéramos de la reunión. 

Tenía curiosidad por saber lo que contenía el sobre, así que avancé unos pasos, en dirección a la mesa del señor Moretti. Esperé a ver cómo reaccionaban los demás. 

-Bien- dije concluyendo tras las palabras del don, ignorando por completo a la chiquilla, en el peor de los casos sería un escudo moderado, ya que por el tamaño tampoco tendría tanta vida útil.

-Me parece bien, aunque supongo que quiere que empecemos de inmediato, necesitaremos saber como es la situación ahora mismo en la mansión, así como la seguridad de la misma y como entrar, deduzco que de eso se encargará la señora Luchesse- dije mirándola de reojo.

-Puede contar conmigo, un padre quiere lo mejor para su hija- me quedé callado recordando el rostro de Naila unos segundos-...va siendo hora de que la señorita Natalia pueda disfrutar de una vida normal, le traeré el libro-

Waps arrugó el ceño, y sus ojos claros estaban clavados en aquel hombre,en su prerrogativa, en su deseo de ayudar a su hija que parecía estar demasiado comprometida por ese libro, sin embargo,  las cosas no cerraban muy bien para la hacker, pero sólo chasqueo la lengua, y se puso de costado, esperando el poder largarse y estudiar el objetivo para empezar la operación.

El muchacho le dio el encendedor a la mujer, y escuchó atentamente lo que tenían que decir, tratando de entender la dificultad de la misión.

Black Crow se levantó de la silla y comentó, un tanto aburrido.

-Entonces, pongámonos manos a la obra. Cuanto antes hagamos el trabajo, antes tendré mi dinero y podré irme a casa.

Tras ello, con las manos en los bolsillos y aquella actitud un tanto despreocupada, esperó a recuperar su encendedor y empezó a irse en dirección a la puerta.

No necesitaba saber nada mas.

Salieron de allí con una despedida y un deseo de buena suerte por parte de Salvatore y Edna les acompañó a otra sala. Por el camino algo llamó su atención: en el piso superior, el cual podrían ver parcialmente debido a que la parte central del techo de ese piso estaba abierta, observaron a una persona apoyada en un reposabrazos y mirandoles directamente. Con un vistazo le reconocieron, fuese más vagamente o no. Se trataba de Allan, el guardaespaldas de Natalia Moretti, que parecía estar fijándose en alguien del grupo en concreto. Antes de que ninguno de los 4 pudiera reaccionar, se dió la vuelta con rapidez y desapareció.

Una vez se encontraron en la sala con Edna, ésta adquirió una posición mucho más profesional y menos juguetona. En cierta parte les sorprendió el cambio y estaba claro que aquella mujer no tenía su fama en vano. El sobre de Salvatore sólo tenía una hoja de papel escrita en una máquina de escribir antigua.

- Supongo que no quería a ningún hacker olisqueando en un asunto como éste. - comentó Edna, mirando a Wasp, aunque no estaba muy claro si lo decía por ella o en general

La hoja rezaba unas instrucciones breves: tenían que dar caza a uno de los lugartenientes de Robert Luchesse. Se llamaba Victor Braun y era uno de los encargados de la seguridad en la mansión, algo así como el 'jefe de escoltas' de Robert: debían ir hasta la casa en la que se encontraría y usarle para entrar más fácilmente en la mansión. La esposa de éste confirmó la identidad del hombre pero reconoció que no tenía ni idea de dónde vivía, así que no pudo confirmarles también la dirección.

El plan que llevaron a cabo para ese primer contacto fue breve, irían en uno de los coches de la familia a las cercanías, entrarían con cuidado en la casa del hombre y acabarían con cualquier guardia que tuviese. Sería de noche, armas con silenciador y sin hacer más ruido del necesario: no habría problemas con la policía. Tras ultimar los detalles, se pusieron en camino sin saber el error que acababan de cometer...

A Pamela no le cabía duda: Allan la estaba mirando a ella cuando alzó la cabeza. Pero siquiera pudo sonreirle o saludarle cuando éste ya se había esfumado de allí.

Las linternas acopladas a los rifles de asalto de los hombres apuntaban ya al suelo y sus ojos, acostumbrándose de nuevo a la oscuridad, pudieron ver la figura de Salvatore mirándolos con la rabia de aquel que acaba de ser traicionado. Él mismo llevaba una pistola en la mano (una Colt del 45) y estaba con el brazo tenso, preparado para levantar el arma y dispararles al más mínimo movimiento.

- ¿¡Y bien!? - exclamó el hombre dando un único paso hacia ellos - Os dejo entrar en mi casa, aceptáis mi trabajo y me abro hacia vosotros... ¿para ésto? No habéis tardado ni tres horas en demostrar de lo que estáis hechos. -

Soltó un escupitajo al suelo con claro desprecio. - ¿Ha sido Robert? ¿Se puso él en contacto con vosotros o fue al revés? Si le llega a haber pasado algo a ella, os juro que ahora mismo pesaríais el doble de vuestro peso en plomo. - no entendían nada de lo que el hombre decía, pero estaba claro que algo había ocurrido en su misión

Edna les había dado un comunicador que llevaban en la oreja, cerca del tímpano, una maravilla moderna que no molestaba y permitía escuchar a la mujer sin ruido en el exterior: había sido algo incómodo de colocar la primera vez, pero luego apenas lo notaban puesto. La mujer no había dicho nada desde que empezó la persecución, pero durante el tiroteo se mostró tan alterada como ellos; ahora volvía a conectar con el equipo respirando agitadamente.

- De... de acuerdo... vamos a intentar arreglar esto por las buenas.  Hablad con él y explicadle que sólo hemos seguido el plan. Tene... tenemos que tener alguna prueba. - resopló, nerviosa. Ellos estaban allí abajo, a punta de pistola, pero estaba claro que ella iba a ser la siguiente si eso no se solucionaba

Cling, cling, cling. Todos pudieron escuchar el sonido metálico de algo que rebotaba contra el suelo y en cuanto se dieron cuenta de lo que se trataba, se taparon los ojos. Moretti y los suyos no fueron tan rápidos y se vieron pronto cegados por el destello de aquella granada de luz que les dejó totalmente aturdidos. Nadie se atrevió a disparar, claro, pues el Don se encontraba allí en frente y podría ser víctima del fuego cruzado.

Un sonido de un coche deportivo y gritos rompieron la confusión y dicho coche se materializó frente a ellos a gran velocidad, derrapando. Una cabellera rubia conducía y unos ojos verdes les miraron a través del cristal bajado.

- ¡Hey Ben! - exclamó la rubia desde el interior, pulsando un botón para que se abrieran automáticamente las puertas - ¿Necesitáis una extracción express? -

Se trataba de Calamity Jane... apenas tenían unos pocos segundos para montar y salir de allí antes de que la granada cegadora dejara de funcionar.