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CASTILLO DE AGUASCLARAS: CASA DE LOS ABANDERADOS Y ESPADAS JURAMENTADAS:

Casa de los abanderados y espadas juramentadas de los Tully de Aguasclaras:

            Al sur del Sept se encuentra un edificio grande de piedra y bien construido de tres plantas.

Planta baja: Estancias comunes.

Primer Piso: Alojamientos de los caballeros abanderados.

• Alojamientos de Ser Trycian de Dorne.
• Alojamientos de Ser Baltrigar Tormenta, su esposa Clarissa, y sus cinco hijos: Beldyr, Brandon, Brocelyn, Carlysle y Charlton.
• Alojamientos de Ser Madrigal.
• Alojamientos vacíos para un caballero mantenido y su familia.

Segundo Piso: Alojamientos de los espadas juramentadas.

• Habitación 1: Royne Ríos.
• Habitación 2: Theresa Nieve.
• Habitación 3: Vacía.
• Habitación 4: Randyl Lanzapartida.
• Habitación 5: Vacía.
• Habitación 6: Vacía.
• Habitación 7: Vacía.
• Habitación 8: Vacía.

PRIMER PADRE DE LA PRIMERA LUNA DEL AÑO 140 D.A.

POCO ANTES DEL OCASO.

- Ser Baltrigar Tormenta, su esposa Clarissa, y sus hijos llegan a los aposentos de la familia en la casa de los abanderados.

Baltrigar acercó a Brandon hasta su cama donde depositó a su hijo con extremo cuidado y lo arropó entre las sábanas y mantas.

Lo colocó de lado y puso un cubo en el suelo junto a la cama. Recordaba alguna de sus borracheras de juventud y aquello le pareció lo más sensato. Si Brandon vomitaba tendría el cubo cerca y estando tumbado de lado no ensuciaría la cama ni se vomitaría encima.

Le dio un beso en la frente. - Duerme hijo. Mañana será otro día. -

Luego se acercó a su mujer para ayudarle a acostar al resto de sus hijos. En cuanto hubieron acabado posó una mano en el vientre de Clarissa.

- Son cosas de críos. - musitó refiriéndose al incidente de Brandon. - A pesar de todo ha sido un gran día. - Sin quitar la mano del vientre de su mujer le depositó un beso tierno en la mejilla.

- Deberíamos ir a dormir. - Ser Baltrigar se apartó lo que pudo y comenzó a quitarse la armadura todo lo en silencio que podía para no molestar a los niños. En cuanto acabara se echaría a dormir.

- Theresa Nieve llega y se dirige a su habitación.

El pequeño Brocelyn había tenido un día de lo más agitado y cautivador. Después de que su madre lo acostara y lo despidiera con un beso, estuvo un buen rato repasando los sucesos del día. Siendo un niño el incidente que más quedó grabado en su mente fue la borrachera de su hermano mayor, aún era pequeño para comprender cosas como rituales religiosos y malos augurios.

Sabía, mitad por propia deducción y mitad por ese instinto que tienen los niños, que iban a regañar a Brandon. Seguro que será una de las grandes. Brandon estaba todo tembleque, estaba colorado, y hablaba gracioso. La próxima vez que padre ande cerca voy a cuidarme de no hacer esas cosas. Siempre habla de que tenemos que estar todo serio.

Siguió pensando en otras cosas por lo que le pareció una eternidad, hasta que el cansancio de un día tan movido terminó por vencerlo, y se durmió con una imagen de su madre Clarissa representando a la madre.

Cuando despertó, cuidó de no hacer renegar a su padre por la mañana, que seguramente no estaría de muy buen humor. Y también se aseguró de estar presente, escondido si era necesario, cuando su padre hablara con su hermano Brandon. 

Vengan dijo a los demás hermanos, en voz baja Padre está por regañar a Brandon.

Cuando llegaron a sus dependencias, Clarissa se dispuso a acostar a Beldyr, Carlysle y Brocelyn, dejando que fuera Baltrigar quien se hiciese cargo de Brandon. Brandon... 

Observó a su segundo hijo, emitiendo un hondo suspiro, mientras su padre lo acostaba. Sin duda la situación a veces se volvía insostenible con cuatro criaturas a las que cuidar y alimentar. Sentía que sus hijos mayores crecían solos, que quizá echaban de menos sus cuidados cuando un nuevo infante requería la mayoría de su tiempo. 

Pensó en cómo se manejaría con cinco hijos, con un Carlysle algo más crecido y una cría de pecho entre sus brazos. Se alegraba de estar de nuevo en cinta, pero estaba indudablemente preocupada por el futuro. Cavilaba sobre el porvenir de su familia cuando Baltrigar se acercó a ella, y posó una mano en su vientre. 

Aquel gesto la tranquilizó, y la hizo recordar quién era su marido. Era un buen hombre, un hombre honorable que buscaría el bien de los suyos. Que traería el pan a casa y se mantendría fiel, a su lado, en los momentos difíciles. Esbozó una sonrisa- Sí, son cosas de críos-convino- Yo jamás me emborraché a la edad de Brandon, pero me escapaba de la sastrería para perseguir liebres. Bueno... -dijo, riendo por lo bajo- Eso tú ya lo sabes, ¿no?- después de todo, era el propio Baltrigar quien la había acompañado en alguna ocasión.

OCASO DEL PRIMER PADRE DE LA PRIMERA LUNA DEL AÑO 140 D.A.

- Ser Madrigal llega a la Casa de los Abanderados, tras pasar por el Patio de Armas, y se dirige a su habitación.

Se dirige a las escaleras para subir a la segunda planta, a sus aposentos, cuando entra Ser Madrigal en el edificio. No se ha acercado durante la celebración a felicitarle por haber sido elegido como El Guerrero y considera que es una falta de respeto el no hacerlo y no falicitarle por ganar el torneo.

Se acerca a él y hace una pequeña inclinación a modo de respeto.

-Ser Madrigal, me gustaría felicitaros por vuestra victoria en el Torneo y por haber sido elegido como El Guerrero durante la celebración.

Quizá sienta algo de envida pues por mucho que ella demuestre su valía en el campo de batalla jamás tendrá el honor de ser nombrada Caballero... es más, debería dar gracias por haber sido aceptada como Espada Juramentada a servicio de Ser Hadder aun siendo mujer.

-Que descanséis.

Tampoco pretende alargar mucho la conversación. Esas cosas no se le dan demasiado bien, salvo que sea para temas de espada. Se dirige hacia las escaleras de nuevo y comienza a subirlas.

 Cuando se le acercó Theresa Nieve deseó no haber estado cepillando a los caballos pues su olor se impregnaba en su cabello como si de las crines de los equinos se tratara.

- Gracias...ehm, supongo.- Se rascó la nuca con cierta sensación de bochorno.- Sólo le pido al Guerrero que me deje demostrar en el campo de batalla mi valía, no sólo en un torneo. - Parecía que Ser Hadder iba a hacer movimientos pronto y esperaba que contara con él en sus planes.- Veamos que nos depara esta nueva estación que comienza. Que descanséis vos también.

-Todo llegará, Ser Madrigal. Los periodos de paz no duran para siempre y ahora que llega el Verano las antiguas rencillas se activan por el buen tiempo.

Las guerras se planifican en invierno y se llevan a cabo en verano, a no ser que estés acostumbrado a batallar entre la nieve y el frío piensa mientras sube las escaleras. Una vez llega a la primera planta, donde están los aposentos de los caballeros, se despide de Ser Madrigal.

-No desesperéis por esas cosas. Antes de desear demostrar nuestro poder, debemos entrenar para enfrentarnos a lo que se nos interponga. Buenas noches, Ser Madrigal.

Comienza a subir el siguiente tramos hacia la segunda planta y su habitación.

- Ha sido una chiquillada. - Afirmó Baltrigar a su esposa. - No seré muy severo con él. Pero debe comprender que hay cosas que no pueden hacerse. Tiene que comportarse acorde a ciertas normas. No sólo por él sino por la familia también. Debe aprender que un hombre ha de hacerse responsable de sus actos. Porque no sólo repercuten en él. -

Acarició lentamente el pelo de su hijo. Brandon dormía plácidamente como si nada hubiera pasado.

- Pero sigue siendo un niño. Sólo espero que podamos darle ejemplo para que se convierta en un buen hombre. -

Baltrigar se quedó pensativo unos segundos, con la mente puesta en otro lugar, en otros tiempos. Sí, recordaba cuando Clarissa se escapaba para perseguir liebres, y recordaba que en ocasiones era porque él mismo la incitaba. Se lo pasaba muy bien con su compañera de juegos cuando llegó a Bastión de las Tormentas.

Sí, parecía que habían estado destinados a estar juntos. Clarissa era una gran mujer, y su compañera ideal. Si Brandon sacaba algo del carácter de su madre sería un hombre fuerte y una buena persona.

- Durmamos un poco. Mañana será un día largo. - Dijo con una sonrisa cansada. Se levantó y se alejó todo lo en silencio que pudo de la cama de Brandon, y luego Ser Baltrigar comenzó a quitarse la pesada armadura.

Con una horrible sensación en mi estómago abro los ojos para ver que me encuentro tumbado en mi cama. ¿Qué ha pasado?. No recuerdo como he llegado hasta aquí... mis pensamientos se ven interrumpidos por una serie de arcadas que a duras penas consigo evitar que se conviertan en vómitos.

Noto como toda la habitación da vueltas alrededor de mi cabeza y nuevas arcadas me asaltan. Al agacharme en un fallido intento por controlarlas, puedo ver al lado de mi cama un cubo que alguien ha debido de dejar allí, ya que no recuerdo que esta mañana estuviera alli. Cogiendo el cubo, vomito todo el contenido de mi estómago dejando un poso de líquido oscuro en el fondo del mismo.

Un horrible regusto bilioso permanece en mi boca. ¿Me habrán envenenado? ¿Habrá querido Llum hacerlo? pienso mientras me enuentro más enfermo de lo que me he encontrado en toda mi vida.

Parece que el haber vaciado mi estómago ha calmado un poco el malestar que sentía, por lo que me recuesto quedándome dormido de nuevo...

PRIMERA MADRE DE LA PRIMERA LUNA, AÑO 140 D.A.

TRANSCURRE TODA LA NOCHE.

Baltrigar llenó un vaso de agua y se dirigió a la cama de su hijo Brandon. Acababa de vomitar... síntoma de una buena resaca. Seguramente estaría mal, y se encontraría mareado y con dolor de cabeza hasta bien entrada la tarde, pero así aprendería. Además vomitar era el primer paso para recuperarse.

Se sentó al borde de la cama de su hijo, con cuidado de dejarle espacio por si tenía que vomitar de nuevo.

- Toma hijo. - Dijo ayudándole a incorporarse un poco y dándole de beber algo. - Bebe despacio, te sentará bien. - Continuó serenamente para tranquilizar al joven.

Una vez el chico hubo bebido algo, Baltrigar depositó el vaso y una jarra de agua en una mesita que acercó a rastras hasta situarla pegando con la cama de Brandon, así no tendría que levantarse para beber. - Aquí tendrás agua por si tienes sed. El cubo sigue ahí, en el suelo junto a la cabecera. - Indicó el padre.

Luego se levantó y se alejó sin hacer demasiado ruido hasta otra zona de los aposentos de su Familia. Allí reunió a su esposa y al resto de sus hijos. Miró a Clarissa sabiendo que ella estaba con él en esto.

- Bueno hijos. - Comenzó. - No creí que tuviera que hablar de esto tan pronto con vosotros... - Dijo haciendo acopio de energía. Por un instante cerró los ojos. Los chicos habían crecido muy deprisa, lo siguiente sería una charla sobre sexo y no se iba a sentir nada cómodo con esa charla.

- Ayer Brandon bebió vino a escondidas. - Continuó el progenitor. - Algunos lo sabéis, le vistéis. - Levantó un dedo de forma admonitoria. - Beber vino no es malo. Lo malo es beberlo en exceso. Y Brandon lo hizo. No controló y bebió en exceso. Cuando aún se es un niño... y a veces incluso siendo ya un hombre, no se es consciente de cuándo uno pierde el control. Y en el caso del alcohol puede ser perjudicial y dañino para la salud. - Miró a todos sus hijos mientras hablaba.

- Soy vuestro padre y debéis obedecerme. Ayer Brandon no dio un buen ejemplo y eso no es bueno para el nombre de nuestra familia. ¿Y qué os he dicho siempre? Que la familia lo es todo. Es lo más importante, y lo será siempre. Tenedlo en cuenta siempre que hagáis algo. Todos y cada uno de vuestros actos repercutirán en nuestro honor y nuestra fama. - Baltrigar inspiró hondo.

- Hasta que no seáis mayores, - comenzó, - y yo decidiré cuándo será eso, - matizó, - os prohíbo tajantemente que bebáis alcohol. Salvo en contadas ocasiones en que yo o vuestra madre lo aprobemos. ¿Queda claro? -

- Si, Padre. - Dijo Brocelyn, luego de escuchar el sermón de su padre.

Tanto esfuerzo de portarse bien y de esconderse por un buen rato, esperando a que regañaran a Brandon, para terminar con una desilusión de aquellas. El padre del niño los había retado más a ellos, que no habían hecho nada (al menos que Ser Baltrigar supiera), y a Brandon lo había atendido como si tuviera gripe o lo hubieran lastimado feo. La incomprensión de la situación revolvía la mente de Brocelyn.

Tomar mucho vino debía de ser algo bastante especial como para que sus padres actuaran tan diferente. Todas estas ideas que al niño le costaba conectar no hacían más que aumentar la curiosidad de Brocelyn. El próximo banquete definitivamente probaría la bebida, aunque no iba a olvidarse de las palabras de su padre. Con el tono con el que solía hablar de temas serios y delicados, no podría olvidarlas aunque quisiera.

Pero el asunto ya había pasado para la mente inquieta del chico. Entendería cosas como la familia o la reputación cuando fuera un hombre como Baltrigar lo era. Ahora, a esta edad, solo podía pensar en los juegos y en no dejar que sus padres se enteraran de cuando se metían en problemas. Podía ver por la ventana los rayos del sol, y sentía que el día iba a consumirse escuchando los sermones de su padre.

Buscó a su madre, y tiró de su vestido ligeramente para pedirle permiso para salir - Madre, ¿Podemos salir a jugar a los caballeros al patio? Prometo que no voy a tomar vino. -

Madrigal se despertó con las primeras luces del alba. Se aseó y se puso ropas cómodas pues su intención era estar entrenando hasta que Ser Hadder requiriera su presencia. Bajó a las estancias comunes y tomó un contundente desayuno. Pan duro mojado en leche con miel. Iba a necesitarlo si quería entrenar con Medianoche cargado con todo el peso de su armadura.

El aspecto de mi hermano Brandon es de todo menos halagüeño. Es más, si me dijeras que estaba a punto de morir podría habérmelo creído.

Para mi sorpresa las palabras de nuestro padre se quedan en una simple regañina. Cuando este termina tan sólo queda una cosa por hacer. Responder afirmativamente a su pregunta.

- Sí, Padre. - respondo. Tan claro como el agua que discurre por el río.

Luego miro a Brocelyn. Parece impaciente.

- Padre, si me lo permitís acompañaré a Brocelyn. - digo. Y vigilaré de que no se meta en problemas. - Añado con un guiño de ojo a mi hermano pequeño.