Partida Rol por web

Asintió, y Ser Hadder supo que Arianna le había comprendido perfectamente.

Arianna levantó la mirada hacia su padre y sonrió, Ser Hadder seguía besándola con cariño, como una niña, aunque ahora fuera ya una mujer casada y con responsabildades. Asintió como si hubiera comprendido lo que encerraba esa muestra de cariño, lo que contenía de orgullo de lo que ella era ahora, y en parte para que supiera que sabía lo que se esperaba de ella. Y que no defraudaría.

Se sentó con su familia, procurando que todo estuviera en orden, que todo fuera perfecto. Observó los intercambios de susurros entre la joven Rowenta y su padre, pero no le sorprendió. No, eran invitados de honor en un terreno ajeno, con las espectativas de la boda en ciernes. ¡Cómo no iban a tener confidencias que hacerse...!

En un segundo plano pasó toda la noche de pie detrás de la silla de Ser Hadder, sin perder detalle de lo que pasaba a su alrededor, además de estar alerta, por si las moscas. Estaba pendiente por si su señor necesitaba cualquier cosa, aunque la noche transcurrió tranquila. 

Una mole, recortada contra el cielo apenas iluminada por una débil aunque enrojecida luna.

El gigante contempla el horizonte, hasta donde el camino se confunde con las primeras caricias del bosque cercano. Su vista es aguda, su oído fino, su mente lo bastante justa de entendederas como para no perderse en futilidades: escucha las risas y los vítores incluso desde su atalaya en la Barbacana exterior, pero le importan un comino. 

-¿Agua? -pregunta a su espalda la voz del Pequeño Cuervo.

-No -responde Caster sin volverse.

-Parece que se lo están pasando bien ahí dentro...

-Eso parece.

-Con el maldito frío que hace aquí fuera -apostilla el joven.

-Presenta una queja -dice el Caracortada con una mueca-. A ver si con suerte te cortan la jodida lengua y así puedo hacer mi jodida guardia en paz.

-Pues mira, a lo mejor lo hago.

-Fenomenal.

-¿Te he contado lo que me dijo Armase acerca de la muchacha esa de los Swann? Dice que tiene unas peras dulces como el nectar de...

-No vas a callar, ¿verdad?

-No. Así entro en calor. Y deberías escucharme, esas tetas podrían calentar a un regimiento de...

La velada parece fluir según lo planeado, Ser Hadder sonrie como hacía tiempo que no veía. Sobretodo tras los últimos desagradables acontecimientos, por un momento la gente parece ajena a todos los problemas que ha traido el invierno.

Permanezco tranquilo disfrutando de la velada lo que mis nerviosos nervios me permiten. No puedo dejar de lanzar algún furtiva mirada a mi prometida de vez en cuando como intentando hacerme a la idea de mi nueva situación. Permanezco algo usente ocupado en mis propios pensamientos, sobre lo que me deparará el futuro o si realmente soy digno del enlace.

En mis pensamientos intento encontrar la forma de cambiar mi suerte mi propio destino, he de enfrentarme a mis miedos de una vez por todas.

Patricya se sentó junto a su esposo y sus hijos, y cuando la velada se relajó, a ratos con su cuñada y sus sobrinas. No le gustaba nada la idea de esperar a oír el anuncio de lord Tully, pero no tenía más remedio que esperar.

LADY ARIANNA:

- Tirada Oculta de Escuchar.

- Y otra Oculta de Engañar para que no se te note mucho que estás escuchando.

Al igual que el resto, el castellano brindó con el resto de los comensales. La comida trascurría sin incidentes, con las conversaciones variadas entre los sentados a la mesa. Todo salía a pedir de boca... aunque su mujer estaba algo tensa. ¿Quizás esperando el anuncio tan deseado para ella? posiblemente. Su mano fue hacia su rodilla y le dio un apretón cariñoso, en un intento de trasmitirle paciencia y tranquilidad. 

Lady Rowenta evitaba cruzar su mirada con las miradas furtivas de Horace, si bien al principio pudo ser casualidad, conforme trascurría el tiempo fue algo innegable. Casi toda su conversación fue para los más cercanos, sin alzar nunca la voz lo suficiente como para que la escucharan aquellos que no fueran inmediatamente cercanos. Gerrik y su padre, posiblemente, fueran de los pocos.

En las únicas que su mirada se mantenía por más de unos segundos era en Lady Patrycia y Lady Olenna. La comida no tardó en retirarla ligeramente, gesto que indicaba con claridad que no comería más, aunque no hizo gesto alguno de que no le rellenaran la copa en las ocasiones en que el servicio lo intentó.

Mientras la velada se desarrollaba, yo estaba sumida en mis pensamientos, algo ausente. Comía y bebía por puro automatismo y práctica, y asentía sin hablar cuando me preguntaban o me decían algo.

Mis preocupaciones iban en aumento, y, pese a que quería que el banquete transcurriera con lentitud para que mis hijos pudieran disfrutar de compañía nueva, y de los quehaceres de la corte, deseaba que todo transcurriera cuanto antes, sin reservas, y sin más parafernalia.  

Guiñé un ojo a mi hijo Pendrik, sonreí a Arianna, alcé la copa ante Gwraidd y arrugué la nariz, divertida, ante Lidya. Mis ojos se encontraron con los de Haudrey, y también lo sonreí.

Suspiré ante lo larga que se me estaba haciendo la cena, y alisé los pliegues de mi vestido en un gesto distraído.

Hablé con Patricya, sonreímos, compartimos palabras veladas, y traté de que el tiempo corriera más deprisa.

No tenía ni idea de por qué mi señor esposo tardaba tanto en hablar. 

Pocos banquetes le habían parecido mas aburridos a Madrigal como aquel. Jugueteaba con la comida en el plato mientras repetía una y otra vez su apellido que cada vez era más largo. Una media sonrisa se dibujó en su rostro. Ya no era la pícara sonrisa de un jovenzuelo pero desde luego no había perdido el encanto, todo lo contrario. Observaba con evidente orgullo a su hijo Maegor, allí presente. En cuanto tuvo ocasión se dejó ver dándole alguna muestra de cariño. Le revolvía el sedoso pelo o le plantaba un sonoro y húmedo beso en la mejilla. Era bueno que los invitados vieran que la situación de Maegor era aceptada con total normalidad por los habitantes del Castillo.

Gwraidd observaba todo con una mezcla de tranquila ecuanimidad. Rowenta y su padre bromeaban y parecían estar satisfechos. Los susurros cómplices entre ambos eran, al menos en opinión de Gwraidd, los propios de una hija y su padre, favorecidos si cabe por el festín y la comida. En algún momento se acerca a Ser Madrigal y conversa con él, interesándose por si necesita algo, pues en tales ocasiones es, a la vez, hijo del señor del lugar, y escudero y por tanto el mejor de los sirvientes de uno de los caballeros de su padre. En un momento se acercó a su hermana, Arianna.

- ¿Todo bien? ¿Necesitas algo de ayuda?

Sin embargo antes que esta pueda contestarle, su padre toma la palabra y realiza su brindis.

 - "Quiero que todos brindemos por Lord Swann, su hija y toda su comitiva que, con mucha generosidad y honores, nos han venido a visitar en esta ocasión a pesar del invierno. Quiero que todos brindemos por ellos y disfrutemos de la velada. Más tarde haré un anuncio y quiero que todos estemos felices y satisfechos cuando suceda para terminar de alegrarnos la jornada."

Al escuchar las palabras de su padre, Gwraidd, vestido para la ocasión con sus ropas de gala, entre las que destaca la capa bordada cuidadosamente por la fallecida Vesania, que el joven solo usa en las más importantes ocasiones, asiente y levanta su copa, intercambiando una mirada cómplice con su madre. 

- Bien decís, padre. Brindemos por ellos, y por las buenas nuevas que nos traen. Por su buen hacer, porque los Siete les recompensen, a ellos y a sus aliados con la mejor de las fortunas. Que siempre tengan un lugar en nuestra casa, y en nuestra mesa, y que entre ellos y nosotros reine la concordia y nuestras familias tengan entre ellas los mejores lazos que la lealtad, el honor y la amistad puedan permitir. - tras las palabras sonríe, haciendo una correcta reverencia frente a ellos, para luego sentarse nuevamente y dar un sutil codazo amistoso a su hermano mayor, Pendrik. 

La risa de Jack resuena fresca, aparentemente inagotable mientras en compañía de Caster sigue de guardia fuera, en el camino, al borde del bosque del que emana una sensación fresca que a Jack le recuerda la infancia. La horrible infancia, y sin embargo, entrañable por alguna extraña razón. 

- Por cierto, he conocido al granjero ese que te dio una paliza- dice sin pretender disimular el ánimo de picarlo- Ya se- dice palmeándose la frente- Mira que soy tonto. Es ese el motivo por el que estás tan cabreado. Porque no te han dado una buena paliza desde entonces. ¿Quieres que lo llame y os pegáis un poco? A lo mejor eso te anima. No se, si prefieres una paliza que hablar de unas peras generosas, bonitas, ligeramente puntiagudas... Por cierto, hablando de peras, mucho hablar pero aun no hemos ido juntos al burdel. Hay un par de chicas que parecen bastante majas, la verdad. ¿Conoces a alguna? ¿alguna que me aconsejes?

Una velada con comida, bebida y unos invitados nobles... aburrida. Agito el vino dentro de mi copa con la esperanza de distraerme algunos minutos de todo ese ambiente que para mí siempre ha sido una pérdida de tiempo. Podría estar entrenándome o entrenando a Haudrey para que fuese capaz de derribar algo en una justa que no sea su dignidad.

Miro a mi esposa, sentada a mi lado y tomo su mano con la mía. No sé que es lo que dirá Ser Hadder y tampoco me importa demasiado pues no sé que hace el Lord Justador con su hija acá. Imagino que algún arreglo aunque me cuesta creer que quiera casar a su hija con alguien de Aguasclaras. No somos todo lo populares que el mundo espera de su futuro yerno.

Continúo comiendo y bebiendo, aunque con moderación pues no deseo tener mis sentidos disminuidos en caso de que algo ocurra.

La cena ha transcurrido en calma y todos están esperando a que yo haga el anuncio. Miro a Lord Swann, al Maestre Ammon y rápidamente a todos los presentes antes de, con cierto esfuerzo, ponerme de pie. Una vez lo he logrado, comienzo a hablar:

 - "Escuche todo el mundo, tengo algo importante que decir. Quiero que sepan que Lord Swann y su preciosa hija no han venido solamente a compartir con nosotros de la hospitalidad de Aguasclaras. Se ha hecho un acuerdo, un arreglo que unirá a nuestras familias por siempre. Su hija, Lady Rowenta Swann, contraerá matrimonio con hijo Pendrik Tully, el heredero de Aguasclaras. Quiero que todos bendigan su unión, que se celebrará la próxima semana en el sept del castillo. ¡Por los novios!"

Levanto mi copa y brindo por los novios, sin quitar la vista de todos los invitados. Es momento de ver reacciones y notar hasta el más mínimo detalle de las personas presentes.

Lady Rowenta no parece sorprendida por la noticia, aunque es la primera vez que busca con la mirada a alguien en particular durante la celebración: a Pendrik Tully, su futuro esposo según el anuncio que el señor de la casa acaba de hacer. Le dedica una ligera inclinación de cabeza, sin levantarse, como un breve y primer gesto de respeto. Tras eso desvía la mirada hacia Horace, tan solo por un momento, antes de prestar atención a las madres de ambos escuderos: el que pudo ser y el que finalmente será.

Su mano se desliza hacia su copa, sin apenas alzarse esta sobre la mesa, con un pulso lo suficientemente firme como para confirmar que no ha abusado de la bebida por ahora. 

- "¡Los Siete bendigan esta unión!" -

Lord Allos Swann suelta una risotada y alza de nuevo su copa.

- "¡Por la familia! La vieja y la nueva." -

Patricya mira hacia Olenna durante un momento después del anuncio, y luego sonríe y alza la copa junto a los demás, en silencio.

¡Vaya! Eso sí que no se lo esperaba. Baltrigar fue de los primeros en alzar la copa para acompañar el brindis de su señor. A pesar de la sorpresa inicial era una buena noticia. El caballero sonrió en dirección a Ser Hadder y alzó su atronadora voz para brindar también:

- ¡Por los novios! -

Un motivo más de felicidad para ese nuevo año. A pesar de todos los males e infortunios por los que habían pasado, parecía que Aguasclaras estaba en proceso de recuperarse, y aquello agradaba al caballero. Sus hijos tendrían un futuro en ese reino, y si Pendrik se parecía en algo a su padre, tendrían un buen señor.