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Juego de Tronos - Castillo de Aguasclaras.

Lo que aconteció después. - Parte I.

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31/05/2014, 17:46
Maestro de Armas Otto de Puenteamargo.

Año 141. Mes 12. Exterior e interior del castillo de Aguasclaras

Mención: Gallo el Peón y Ser Madrigal

Había sido un viaje largo y cansino, pronto se cumplirían nueve meses  desde que recibí aquel cuervo de Ser Hadder, me emocionaba la idea de convertirme en el Maestro de Armas, pero el deseo de ver a mi hijo nuevamente era lo que realmente me impulsaba.

Había dejado Piedras Viejas ya muy lejos, me había costado decidir quedarme allí, estando tan solo a medio día de Aguasclaras, pero la noche había caído antes de que me percatara, y la luna parecía más pálida y apagada que otras veces, por lo que no era precisamente una noche iluminada.

Al despuntar el alba alisté mi montura, tomé mis pertenencias y partí con premura.

 Una primera imagen de los muros del castillo desde la lejanía me llenó de pensamientos, supongo que iba demasiado abstraído, porque no recordaba haber espoleado a mi montura, que ahora galopaba velozmente, el destrero, cuyas riendas estaban enlazadas a mi montura, estaba ya acostumbrado a ponerse al galope al tiempo que yo lo hacía, casi como si yo también montara sobre él, claro que no alcanzábamos la misma velocidad que si solo llevase un caballo, pero aquellos dos eran mis inseparables compañeros de viajes.

 La adrenalina me invadía, por lo que apenas me percaté de la presencia de cualquiera en la barbacana exterior, llevaba entre mis pertenencias, como modo de identificación, el mensaje que Ser Hadder me había enviado.

 La primera barbacana quedó a mis espaldas, mientras avanzaba más y más comencé a tranquilizarme, no sabía quiénes podrían estar más allá de la segunda, y no buscaba dar una primera impresión nerviosa y agitada.

 Avancé con la montura a paso firme y elegante, mis ojos describían un terreno cubierto de verde hierba regada aquí y allá, como pequeños setos luego de una lluvia, de algunos trozos de excremento y otros residuos. Al mismo tiempo llegaban a mi nariz unas fétidas y penetrantes notas acidas, una peculiar combinación entre el olor de los animales y la humedad, aquellos olores eran los dominantes, pero no los únicos; el olor de hierros incandescentes mostrando su desprecio por el agua, cuando en un violento contacto la obliga a desaparecer en una nube de vapor; el olor basto de los cueros en curtiembre, ese olor que expedía el imposibilitar la putrefacción del cuero me recordaba a mi madre. “Madre, si vieses donde estoy”. Ella sabía preservar la vida, aun cuando la vida misma se había extinguido.

"Olores Familiares”.

Mucho había pasado desde la última vez que me invadía el particular olor de la productividad, de las tareas, de la gente trabajando como una unidad funcional; me alegraba de estar aquí en este instante.

Mis ojos se cruzaron con un hombre de aspecto musculoso, llevaba el cabello en largos mechones rubios.

-Disculpa-Lo irrumpí, a lo que el hombre me miró con cierta extrañeza, aunque entrecerrando los ojos como si me estuviese analizando.

-Mi nombre es Otto de Puenteamargo, ¿cómo te llamas?

-Me llaman Gallo, señor. - Me contestó con una extraña amabilidad que no combinaba con lo serio de su semblante.

-Encantado, Gallo. - Dije con calma.- ¿Podrías indicarme donde se encuentran los establos?-

El hombre pareció escudriñarme unos momentos, antes de contestar.

-Se encuentra en esa dirección.- Dijo volviéndose y señalando en diagonal- Pero yo podría hacerme cargo de sus monturas si lo desea.

La propuesta me tomó por sorpresa, aquel hombre no lucía como un paje, pero tal vez me equivocaba.

-Te agradezco. - Dije al tiempo que desmontaba y le entregaba las riendas.

Lo vi alejarse mientras observaba mis alrededores, intentando identificar el terreno.

De repente vi unos ojos que me observaban, con indiferencia al inicio, rápidamente desplazada por la sorpresa e incredulidad, cuando la alegría los asaltó el muchacho corría ya a toda velocidad hacía mí.

Hijo- Mi tono denotaba emoción y sorpresa, padre e hijo se fundieron en un abrazo fuerte y cargado de emociones. Mi Hijito, cuánto ha crecido.

-¡Cuánto has cambiado! - Me espetó todavía con emoción, aunque me daba cuenta del regusto amargo de su voz. ¿Tanto he cambiado?

-Creo que yo no soy el único que ha cambiado. - Le dije a modo de respuesta.- Pero por lo que veo, creo que te ha sentado mejor a ti. - Dije en un tono jovial, aunque en el fondo era consciente de que ya no era tan joven como antes, nunca me había preocupado aquello, pero últimamente la idea me dejaba un regusto extrañamente amargo.

 Estaba muy feliz por volver a verlo, tanto tiempo.

 Su mirada me hizo comprender que deberíamos ir a algún otro lugar, un lugar sin las incómodas miradas de los habitantes del castillo.

Más tarde en la casa de los abanderados y espadas juramentadas.

Más tarde, mi hijo me guió hasta un gran edificio de piedra de tres plantas, tuve oportunidad de ver solo el primero, que era donde se encontraban los aposentos de mi hijo.

Estaba bastante concentrado en mis pensamientos, pronto debería presentarme ante Ser Hadder, y aceptar formalmente el cargo, recordaba con gran estima a Ser Hadder, cuando joven quería llegar a ser como él, la idea de ser su escudero y que en algún momento me armase cabello me llenaba de emoción, pero los Dioses tuvieron otros planes para mí. Me dejé atrapar por una urraca qué, a pesar de no haber sido la mejor, me había dado lo que me era más preciado, un bello huevo blanco de blanda cascara; las preguntas de mi hijo fueron más que suficientes como para devolverme a la realidad.

¿Qué había estado haciendo? 

Bueno, me las había rebuscado con astucia y espada; generalmente  ayudé al Maestre de Puenteamargo en encomiendas que requiriesen un sentido afilado, y más importante, una espada aún más afilada.

Escolté comerciantes que necesitasen protección, personas que quisieran resguardar mercancías importantes en caso de bandidos, en fin, un pago justo por un trabajo justo.

Le conté todo esto a mi hijo; tal vez no estaría orgulloso de mí, pero la propuesta de Ser Hadder me permitía estar cerca de él, y con mi puesto trataría de cuidar de mi hijo con el fervor con el que siempre lo había hecho.

Lo que no le conté, es que todas las mañanas, sin falta alguna, me levantaba ni bien los primeros rayos de sol despuntaban en el horizonte, y buscaba un lugar alejado y tranquilo en el cual entrenar con la espada; mi hijo era caballero, eso me llenaba de orgullo, quería mantenerme fuerte para poder seguir entrenando con él cuando lo viese, a pesar de que sus habilidades crecían grandes, y si no lo hacían ya, pronto superarían las mías, quería mantener la forma para que al encontrarnos no pensara que su padre había envejecido, o se había vuelto débil.

Me habló sobre el torneo, sobre que hubiese deseado que yo estuviese ahí.

- Ojalá hubieras estado para ver el torneo (Año 139: Madrigal gana el torneo de Aguasturbias), padre. Todo nuestro esfuerzo se vio recompensado en ese fugaz instante. Hice todo lo que me dijiste. - Entonces el muchacho bajó la mirada, como avergonzado por algo que no hubiera hecho del todo bien. - Ehm... brindé mi victoria a la hija mayor de Ser Hadder, Lidya a pesar de que sólo tenía siete años. La chica parece adorarme, pero creo que fue un error. Desde entonces percibo que me he ganado algunas enemistades. Su madre, Lady Olenna, y el hermano mayor, Pendrik, parecen escandalizados y esa amargada de Vesania, el ama de llaves, me vigila constantemente. - Madrigal dejó escapar una enorme sonrisa, como hacía mucho que no ocurría.- Pero también me han tratado muy bien. Ser Baltrigar Tormenta y su familia han sido estupendos conmigo. - Dijo con rostro que denotaba agradecimiento.

-Me hubiese gustado estar ahí. -Le confesé con sinceridad. - Estoy más que seguro de que diste un gran espectáculo.

Lo miraba fijamente, atento a sus palabras, cuando me contó sobre la pequeña Lidya, la madre, el hermano, el ama de llaves, no pude evitar propinarle una sonrisa y una carcajada.

 -Menudo alboroto habrás causado bribón. - Le dije propinándole un suave puñetazo en el hombro, un gesto de afecto y complicidad.

-Me hubiese gustado verle la cara a Ser Hadder. ¿Le dijiste lo que te conté? ¿Sobre las damas y las espadas? ¿Lo reconoció? Ja. - No buscaba respuesta, solo me hubiese gustado ver el rostro de Ser Hadder mientras mi hijo le decía esa frase. ¿Recordaría habérmela dicho? Es posible, al menos parece que le causé la impresión de que podía confiarme un puesto tan importante como el que me había ofrecido.

Y tienes que conocer a la Vieja Nana, la comadrona, ¡me recuerda tanto a la abuela! Me ha estado ayudando con materiales para que pueda seguir los pasos de la abuela como taxidermista. Mira.- Me enseñó una mariposa disecada.- Esto lo he hecho para Lidya, pero no pienso precipitarme esta vez, se lo daré cuando haya florecido.

Un cosquilleo extraño se removió en mi interior cuando Madrigal me habló sobre sus incursiones en la taxidermia, y por un segundo vi a mi madre sosteniendo una mariposa disecada frente a mí, con sus ojos amorosos y la calidez que emanaba de su persona.

-Tómalo con calma. - Dije sonriendo entre preocupado y divertido cuando me dijo sobre sus intenciones. - Lo último que quiero es que tengas problemas.

Madrigal se levantó un momento y se dirigió a una mesa de madera donde reposaban los restos de su cuervo disecado, Totto.

- Al final tuve que romperlo para probar ante el Maestre de Bastión de Tormentas nuestra ascendencia.- Viejo amigo, pensé al verlo destruido, Totto había sido un amigo para mí, me dolió profundamente el día en que el Maestre me dio su cuerpo inerte, mi madre le había devuelto a la vida, preservándolo con muchísimo cuidado, el verlo destrozado era como volver a recibir el cuerpo inerte de mi amigo de parte del Maestre; solo que ahora mi madre no podría hacerlo inmortal; Madre, cumplió su cometido…

-Adiós viejo amigo. - Le susurré a los restos, me mantuve en silencio un segundo antes de dejarlo descansar en paz.

 Me habló sobre su pierna; ¡Esa pierna!, había oído sobre su accidente, fue la peor noticia que había recibido en mucho tiempo, pensé que todo por lo que habíamos trabajado se había ido. Me dejaba más tranquilo poder comprobar que se encontraba bien, pero me intranquilizaba la idea de alguna secuela, idea que mi hijo intentó despejar brincando como un juglar.

-Me alegro que no haya secuelas. - Dije con un tono un poco más relajado, me calmaba el tenerlo cerca, ya no era un niño pequeño, hacía tiempo que era un hombre, y no cualquier hombre. ¡Un Caballero!, pero la idea de querer protegerlo aún me embargaba.

Siempre será mi pequeñito, mi suave y bello huevo.

Me contó sobre su aventura con una Tyrell, reconocí de inmediato mi sangre dentro de él, esa pasión salvaje y loca, era agradable en parte, pero aquello me inquietaba, la misma pasión me había llevado a abandonar mis sueños.

Me habló sobre su derrota, y sobre la decepción de Ser Hadder, y…

-…sólo deseo mostrar mi valía en el campo de batalla para honraros a ambos. - Lo contemplé durante un momento, debía aclarar mis ideas, lentamente una sonrisa se formó en mi rostro al tiempo que mi mano izquierda se posaba por sobre su hombro con cariño.

-No importa que hagas, cuantas batallas ganes, o cuantas pierdas, siempre estaré orgulloso de ti, Hijo. - Jamás se lo había dicho de esa forma, es solo que, verlo tan grande me causaba cierta nostalgia, me hizo sentir indefenso, y después de todo, había logrado muchas cosas, mucho más que yo…

Esperé a ver su reacción y sonreí.

-Bueno, basta de sentimentalismos y volvamos a lo que importa. - Dije simulando seriedad.

-Cuéntame más de la muchacha. ¿Quién es ella? Eso de Tyrell suena interesante, tal vez te ahorres problemas con los Tullys. - Dije riendo, mi hijo parecía empezar a explorar el amor joven, y, tal vez la muchacha era un buen partido, tal vez no debiera granjearse problemas por Lidya con esta muchacha.

Esperé a que me cuente toda la historia, cuando hubo terminado le pedí que me contase que pensaba del puesto que me habían ofrecido, y si había algo que pudiese hacer por él una vez tomara el puesto.

Me alegraba estar con mi hijo nuevamente, mi hijito...

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31/05/2014, 19:55
Tarmall "Pocas Ganas".

VIÑETA XV: AÑO 145

Apoyo las anécdotas de Plumby interviniendo de vez en cuando en sus historias, para reafirmar la validez de sus argumentos, haciendo posturas o mimos para hacer reír al público, mientras gesticulo la forma de ahuyentar a los bandidos cuando fuimos a Solaz.

A veces me siento muy cansado debido a la calor aunque ya no hace tanto, a todas las hierbas que me he metido, inhalado y puesto en las comidas y bebidas. Qué me hacen estar un tanto despistado de todo, pareciendo que estoy en otra parte aunque estoy de cuerpo presente, ésto hace que algunos de mis compañeros de guardia me tengan que repetir varias veces las órdenes, para asegurarse que las he entendido.

De vez en cuando también me decido ir al bosque con Plumby, trepar por los árboles, saltar los pequeños arroyos para mantenerme en forma, también voy aprendiendo un poco de la zona.  Aprendo de Plumby a esconderme en el bosque mientras tengo alerta mis sentidos para darme cuenta de lo que sucede a mi alrededor, ésto me ayudará para hacer mejor mis guardias.

Ayudo al Maestro Flechero en la creación de flechas para tener la mente despejada, y no estar dando vueltas sin saber qué hacer. 

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31/05/2014, 20:10
[RIP] Plumby el Flechero.

VIÑETA XV: AÑO 146

El calor tan desesperante se va, dejando un buen tiempo para salir, trabajar y estar ocioso. Es una año de gran movimiento en el castillo viendo a Jeremyed no parar de trabajar en una armadura que se la regala a Ser Hadder.

Harry Bridas el Maestro de cuadras, también se pasa este año entrenando a uno de los mejores destreros en combate, es un año de más aprender viendo que haciendo, y da su fruto saber como se enseña a un animal o como se hace una cota de mallas. Siempre viendo y aprendiendo, ese era mi lema y aunque ahora pienso todo lo que había cambiado y todo lo que ya he hecho en contra de mis antepasados, siento que todo me ha servido para hacerme una persona más carismática, simpática y visible en el castillo, lejos quedan ya los años de mi abuelo y de mi padre, que estaban siempre metidos en su trabajo, teniendo una vida casi taciturna, ahora valoro más la experiencia conseguida que la seguridad buscada, y entre ellas el haberme formado en parte como hombre de distracción, bardo o juglar, es lo que más agradezco en estos años de mi vida saber cómo una profesión te puede llenar tanto tu vida hasta ser feliz sin otra cosa más que tu profesión.

Din el forestal viene comunicando las buenas nuevas de grupos de bandidos en Guarda Real, es otra vez el momento de coger la indumentaria de artesano y los utensilios a utilizar para ayudar en el ataque con nuestras creaciones, terminando el año satisfecho de haber ayudado y tenido el placer de ver cómo algunas de mis armas se llevan al combate.

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31/05/2014, 20:46
Maestro de Armas Otto de Puenteamargo.

Mes 12 del Año 141- Casa Señorial:

Mención con texto de Ser Hadder Tully.

Me había costado valor hacerlo de esta manera, no era la manera más formal, pero estaba seguro de que debería hacerlo cuanto antes.

-Mi señor. - Dije con un tono de alegría veteada con sorpresa, el rostro de Ser Hadder me era inconfundible, pero recién ahora comprendía la sorpresa de mi hijo, nadie, noble o plebeyo, se salva de los estragos del tiempo.

Cuando sus ojos se fijaron en mí, clavé una rodilla en el suelo de manera casi instintiva, bajando la cabeza en señal de humildad, así permanecí hasta que me permitió levantarme.

-No sé si me recuerda, mi señor. - Había pasado mucha agua bajo el puente, y no esperaba que alguien con tanta historia recordase mi rostro después de tantos años.

-Mi nombre es Otto de Puenteamargo; he venido a aceptar vuestra propuesta, es decir, el puesto de Maestro de Armas, mi Señor. - Me complacía en gran manera el puesto que me había ofrecido, era algo por lo que le estaba profundamente agradecido, ya tenía varías ideas para comenzar a mejorar la seguridad del castillo. Aún no se cumplían tres horas desde mi llegada al castillo y ya había visto un gran potencial desperdiciado, varios jóvenes con aspecto, noble pero de brazos flacos y débiles, obviamente no habían recibido un adecuado entrenamiento, ya me encargaré de ello.

-¿Recordarte? ¡Por los dioses, Otto, no digas sandeces! ¿Cómo no voy a recordarte? ¡Mi joven escudero! El tiempo nos ha tratado con crueldad a ambos, ¿no es cierto?

Ser Hadder escucha a Otto aceptar el cargo de Maestro de Armas con satisfacción.

- ¡Fantástico, pues! Que el adiestramiento de todos los hombres de armas comience cuanto antes. Ya hemos pasado demasiado tiempo sin un entrenamiento marcial como corresponde.

-Gracias, mi señor, por su confianza, no le defraudaré. - Dije solemnemente. - En cuanto a mis funciones, hay algo que me gustaría hacer que requeriría vuestro permiso, si mi Señor está de acuerdo, claro está.

He visto que hay un gran número de peones y artesanos en el castillo, me preguntaba si le interesaría la posibilidad de que los entrene en el arte del combate, no me refiero a instruirlos para que desempeñen de soldados, seguirían cumpliendo con sus labores, pero recibirían instrucción de combate, me aseguraría de que ninguna labor fuese descuidado por la asistencia a dichos entrenamientos, y ni siquiera deberían asistir diariamente.

Los soldados cuestan dinero y espacio, pero si entrenamos a los peones y artesanos, la seguridad del Castillo crecería de forma considerable, por supuesto con el fin único de garantizar la seguridad de vuestra familia, y de todos los habitantes del Castillo. - Lo observé en silencio sepulcral, no llevábamos ni veinte minutos de conversación y ya intentaba enlistar a medio castillo, solo espero que no lo tome a mal.

 Una gota de sudor resbalaba lenta por mi espalda, ocasionándome un cosquilleo tortuoso, sin embargo mi semblante permanecía solemne y respetuoso, solo espero que no lo tome a mal…

Ante la petición de Otto, Ser Hadder arruga el entrecejo, meditabundo.

-Bien... si realmente es posible darles un adiestramiento básico sin que descuiden en absoluto sus queaceres, doy mi permiso. Por otro lado, si alguien es capaz de lograrlo, eres tú, Otto. He visto lo que hiciste con tu hijo, Ser Madrigal. Muy impresionante, a decir verdad.

Ser Hadder se levanta y continúa hablando con Otto de forma alegre, familiar y amigable.

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31/05/2014, 21:18
Haudrey Ríos, el Bastardo Rencoroso.

Viñeta XV

Año 144 de la Dinastía Targaryen. Castillo de Aguasclaras.

El verano seguía fulminando la región con un calor infernal, pero que sin duda echarían de menos cuando llegara el invierno. Sin embargo, para eso quedaba mucho, y el joven escudero sufría especialmente los efectos de la canícula. Los entrenamientos de Ser Trycian eran brutales y despiadados, y era habitual ver al joven, ya prácticamente un adulto, con contusiones, moratones, algún corte accidental e incluso algún hueso roto. Sin embargo, jamás los habría tachado de desproporcionados. 

Haudrey nunca había sido tonto, y entendía perfectamente el propósito de todo aquello. Sin duda un combate de verdad requeriría de todo lo que pudiera dar para salir con vida de él, y en cierto modo estaba agradecido por la dureza del dorniense. Para hacer una espada, hay que golpear el metal. 

Con esas reflexiones en su cabeza, y un cubo de agua fría, se despertó después de una paliza especialmente firme.

"Por los Siete, Ser Trycian debe querer forjar la mejor espada de este lado del mar..."

Las lecciones poco a poco van encajando en la cabeza del bastardo. No bajar la guardia nunca, esperar cualquier clase de golpe, por innoble que sea. Y también templando su cuerpo. Aunque su parte más racional le dice que no hay una mejora medible en sus capacidades, él si empieza a notarse más rápido, fuerte y resistente… Quizás simplemente se deba a que antes no tendía a ejercitar hasta conocer sus límites, o quizás sí se estuviera dando una mejora.

En todo caso, el régimen de entrenamiento, aunque severo, le parecía apropiado. En cuanto a sus otras labores como escudero, las aceptaba con resignación, no tanto por lo que debía hacer, sino por la pérdida de tiempo que suponían. Había muchas cosas que el chico desearía hacer, pero sus labores le impedían tener la libertad que desearía. Pero, a la postre, todo eso contribuiría a moldear el carácter del muchacho, y prepararle para el mundo que tendría que afrontar.

Año 144 de la Dinastía Targaryen (finales del año). Castillo de Aguasclaras.

A finales de aquel mismo año, encontró un momento para realizar la visita que tenía en mente, pero que no había podido realizar con anterioridad. La zona donde se encontraba el maestre no había cambiado apenas… Pero en cierto modo había cambiado totalmente. Ya no acudía allí como su ayudante, ni como alumno, sino como un chico a las puertas de la madurez, un escudero… Y, desde luego, acudía con un cuerpo mucho más quebrado que el que acostumbraba a llevar.

El atril, desde luego, era nuevo. Y sobre él reposaba un libro medio abierto que no recordaba haber leído. Parecía escrito en alto valyrio, pero sus conocimientos del idioma de las ciudades libres, hijo de aquel, le valieron para descifrar vagamente lo que ponía en él.

“¿Magia?” pensó extrañado, frunciendo el ceño, aunque dejó aquellos asuntos de lado. Su curiosidad era grande, pero otros motivos le habían llevado a aquel lugar. Por otro lado, el maestre también había cambiado. La edad se estaba cobrando su precio en el hombre, que también parecía estar descuidando su aspecto. De hecho, estaba tan absorto en su trabajo que pareció no reparar en él hasta que el joven saludó a su maestro.

La conversación que tuvo a continuación con él fue todo lo normal que eran sus charlas con el maestre. Estaba salpicada, como siempre, de algunos conocimientos, y frases de gran profundidad, cosa que parecía que se daba en el maestre de forma natural. Sin embargo, aquello también cambió con la anécdota de Bronco, que consiguió exaltar al maestre, dejando a Haudrey confuso y sólo en aquel lugar.

-… De nada…-dijo por lo bajo, sin saber muy bien qué es lo que había ocurrido. Sin embargo, no desaprovechó aquella oportunidad. Echó una ojeada superficial a aquel libro, procurando dejar el tomo en la página en que se lo había encontrado. Sí, desde luego decía algo sobre magia y rituales, pero haría falta conocimiento del Alto Valyrio, así como más tiempo, y carecía de ambas cosas.

Echó una mirada de desconfianza a la vela de vidriagón, pero parecía seguir como siempre. Sabía lo que significaban las cadenas del maestre, pero fuera lo que fuera que estaba intentando, no parecía dar resultado. Encogiéndose de hombros, se acercó a un lugar donde el maestre almacenaba pequeños legajos sueltos de pergamino a la espera de darles un uso, y cogió un par, para después esgrimir la pluma y dejar un par de sendas notas de impecable caligrafía, que acabarían llegando un par de noches después a las camas de los aprendices del maestre:

Feudo de Aguasclaras, y como moverse por él.

En busca de hierbas: Rena de Villamanzano suele tener a la venta, o poder conseguir, un buen suministro de plantas curativas de buena calidad. Así mismo, abundan algunas especies en los caminos cerca de las arboledas, y más aún cerca de los bosques (aunque puede ser peligroso acercarse a ellos).

No comprar nunca a Genty Ríos, es un timador de la peor calaña.

En caso de duda, la vieja Nana puede conocer también donde obtener algunas.

Otros compuestos alquímicos: la mejor oportunidad son los comerciantes ambulantes, pero es difícil dar con ellos. Solaz del Soldado es una mina, pero también un lugar terriblemente peligroso, lleno de toda clase de rufianes. Anexo incluso un esbozo que indica cómo llegar a un par de comercios interesantes, SIEMPRE bajo supervisión y permiso del maestre.

PD: aunque el camino del aprendiz es un camino personal y de descubrimiento propio, el proceso de aprendizaje se apoya en conocimientos desarrollados por predecesores. He ahí el motivo de esta nota.

Año 145 de la Dinastía Targaryen - Castillo de Aguasclaras.

El rigor de los entrenamientos había ido en aumento durante el último año, y las visitas forzosas de Haudrey al maestre Ammon se incrementaron del mismo modo. Huesos rotos, e incluso algunos periodos de inconsciencia por algún golpe se convirtieron casi en el pan de cada día.

Sin embargo, el año también tuvo novedades interesantes. Con él, llegaron las lecciones de monta, después de que Ser Trycian casi le sacara de un golpe el hombro izquierdo. Afortunadamente el maestre lo había podido recolocar, de manera bastante dolorosa, pero la movilidad había vuelto. Sin embargo, el joven esperaba que eso dejara de ser frecuente pronto. Los años pasaban para todos, y mientras que él iba creciendo y llegando a sus mejores años, el maestre parecía cada vez más anciano y cansado… Incluso distraído. Desde luego, con los años podría llegar un punto en el que aquellas tareas pudiesen hacerse muy pesadas para el hombre.

“Lo que quiere decir que debo mejorar más rápido de lo que Ammon envejece.” Pensó el muchacho, mientras reflexionaba a lomos del caballo, en uno de los pocos momentos de cabalgata ligera que tuvo esa primera lección. Al menos, en esta ocasión no parecía que fuera a llevarse nada más que agujetas en las piernas por aquel frenético trote que estaba llevando a cabo.

En cierto modo, empezaba a pensar que el caballero disfrutaba de todo esto. Le agradaba hacerle sufrir de algún modo, no por sadismo… De hecho, no se acercaba ni de lejos al trato que le dispensaba normalmente Lady Limón, como había escuchado al servicio llamarla a escondidas. Era más bien el agrado de tener un sirviente personal, combinado con el descubrir y formar a un chico para que llegue a ser un hombre. Haudrey no sabía muy bien como sentirse al respecto, pero tampoco es que le molestara. Era perfectamente consciente de que su vida sería servicio, y por tanto debía estar habituado a ser comandado. Simplemente esperaba con ansia el momento en que sus labores fueran de mayor calado.

Año 146 de la Dinastía Targaryen. La batalla contra los bandidos de Jack Calabaza.

El viaje hasta allí ya había sido bastante curioso, aunque sólo fuera por la breve charla con Caster. Parecía que aquel gigante había decidido acogerle bajo su protección en algún modo, intentando infundirle confianza en sí mismo. El chico agradecía el gesto, a pesar de sentir que ya era un hombre. Nunca había estado en una batalla, de hecho, en ningún combate que no fuera un entrenamiento, y no podía negar que se sentía nervioso. Finalmente, a pesar de todos sus nervios, la batalla llegó.

Desde luego, aquello no se parecía en nada a los relatos gloriosos que había leído, o a cualquier otra representación de la batalla que pudiese tener en mente. Entre otras cosas, porque ni siquiera estaba en la batalla. Después de aquella torpe caída en la que casi rompe su escudo, se había perdido... Aunque parecía que no estaba sólo. Aquel debía de ser Ser Madrigal, si mucho no se equivocaba. Por ello, habló en susurros, intentando que el caballero le escuchara.

-Ser Madrigal, no veo nada... ¿Dónde están todos?

Parecía que allí estaba, y le respondió que le siguiera, así que éso hizo. Y a ello se limitó hasta que por fin fue consciente de lo que se estaba desarrollando. Desde luego, estaban en un lugar bastante alejado de donde se suponía que deberían haber aparecido, y aquello era un lugar caótico, donde unos y otros intentaban darse muerte sin orden ni concierto ninguno. Sintió algo de alarma en su pecho al ver a Ser Trycian rodeado, ya que él era su escudero y no estaba junto a él, donde debía estar... Pero la alarma se fue desvaneciendo, y siendo sustituida por admiración, conforme veía como el hombre se iba deshaciendo sin esfuerzo de los bandidos. Sólo podía echar un vistazo de vez en cuando, pero era suficiente. 

Por desgracia, su papel en la batalla consistió en poco más que mirar y seguir a Ser Madrigal. Cuando llegaba para ayudar al caballero, este ya había dado muerte al enemigo contra el que se encontraba. Lo más que hizo fue golpear en una ocasión a un bandido, para instantes después darse cuenta de que ya estaba muerto. Y la única vez que intentó golpear a un bandido vivo, encima tuvo la mala suerte de fallar el golpe, aunque era más probable que se debiera a su falta de manejo con las armas. 

Finalmente, el cansancio venció al escudero, y se tomó unos segundos para reposar, que fueron los últimos de la batalla en sí. Aquello había acabado, y su papel en todo ello había sido más testimonial que decisivo. Ignoraba si los primeros combates de todos eran más o menos igual, pero él se sentía algo decepcionado consigo mismo. Y, viendo a Orsey, le quedó claro que el otro escudero sí había tenido su parte de acción. 

El regreso fue muy similar al viaje de ida, sólo que muchos cargaban algunas heridas adicionales, y también la victoria con ellos. Haudrey no había recibido ningún golpe, pero a cambio cargaba con el amargo sabor de no haber logrado ser de ninguna ayuda. Sí, estaba vivo, pero si todos sus logros se iban a limitar a estar vivo, no iba a llegar lejos en su carrera de caballero. Otra vez intervino Caster, otra vez intentando infundir ánimo dentro de él, aunque a su manera. Sin embargo, su petición sobre el relato de la batalla le pilló por sorpresa.

Ese fue el relato que difundió ante sus hermanas y hermanos, sabiendo que no hacía ningún mal, y que simplemente estaba adornando para su disfrute un relato que, realmente, era mucho más crudo y brutal de lo que él expresaba. Sin embargo, no quitó el mérito de la muerte de Jack a Caster en ese relato…

La charla con el maestre se hizo esperar, al estar el hombre ocupado con los heridos, pero también acabó llegando, aunque de lo que se habló allí, el chico no dijo nada.

Año 147 de la Dinastía Targaryen. Castillo de Aguasclaras.

Aquel año, el primero del invierno, había sido un año amargo para el castillo. Un Haudrey que se acercaba a los 17 años pudo sentirlo perfectamente, y ver como las desgracias parecían florecer con la llegada del frío. Dos desgracias fueron especialmente llamativas. La pérdida de un ojo, de manera accidental, por parte de Aaron. Es una desgracia quedar mutilado, y más a una edad tan tierna.

En cierto modo, esto demostraba la buena suerte del bastardo, en comparación con lo que parecía el resto del mundo. La vida no le había tratado mal, y a pesar de todos los golpes, siempre había sanado bien. Sin embargo, una esquirla accidental había privado de la mitad de su vista a un niño. Algo realmente triste.

Sin embargo, el gran suceso llegó con la muerte de Jacob Crakehall. Lo cierto es que lady Patricya y él no habían tenido nunca buenas relaciones. Ella siempre había hecho causa común con su madrastra, lady Olenna, siendo objeto en muchas ocasiones de su desprecio. Pero aquel pequeño niño no tenía la culpa de nada de ello, y se apenaba de que su vida se hubiera visto cortada tan pronto, y de forma tan gratuita. Naturalmente no acudió al funeral, era una ceremonia privada. Y, aunque no lo hubiera sido, suponía que a la madre no le habría agradado su presencia allí.

Sin embargo, si actuó a través de su hermanastra Lidya, insistiendo en que debía adoptar un papel de apoyo a la familia, que pronto sería suya, y aconsejándola a veces sobre cómo debía actuar ante esta tragedia, e incluso algunas de las palabras de consuelo que salieron de sus labios habían sido creadas en la mente del bastardo.

Lidya era otro tema que le preocupaba, y su boda con Orsey, que se realizó a finales de ese mismo año. Conocía de sobra la fama de bruto que tenía el hijo mayor de los Crakehall, y no sabía de qué modo iba a tratar a su hermana. Desde luego, no podía negar que le costaba pensar en aquel chico, ahora caballero, siendo gentil. Confiaba en que, si se daba cualquier problema, Lidya acudiría a Padre, o a Pendrik, Gwraidd y él mismo, en busca de ayuda. Pero quería tener fe en que, a pesar de su carácter, de los modos que había demostrado, y de que en el le había parecido leer a veces cierto desprecio, heredado de su madre sin duda, por su linaje (y especialmente por él, el bastardo de Ser Hadder), Ser Orsey fuera capaz de amar, de amar a su hermana y tratarla bien. 

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01/06/2014, 00:53
Maestro de Armas Otto de Puenteamargo.

Viñeta XV:

Mención: Ser Madrigal, Ser Hadder, Pendryk Tully, Gwraidd Tully, Haudrey Ríos, Lady Patricya Florent, Ser Otter Crakehall, Jorah Crakehall, Jared Crakehall.

Año 142:

Había recibido el consentimiento de Ser Hadder para entrenar a los peones y sirvientes, pero la abrumadora ola de calor que se cernía sobre nosotros como una pared de fuego  me dificultaba mucho el llevarlo a cabo en este instante, sé que habrá los cuales se alegrarán de recibir entrenamiento, pero muchos más serán los que se quejen e intenten evitarme.

No me daré por vencido, por el momento  me limitaré en poner foco central en instruir correctamente a Pendrik Tully y su hermano Gwraidd Tully, y  a Haudrey Ríos, es por este por el cual siento un aprecio especial ya que, a pesar de las diferencias, me recuerda a mi hijo cuando aún estaba dejándose crecer las primeras plumas, tengo esta visión de enseñarle todos mis pequeños  "Trucos" de combate con la esperanza de que se vuelva caballero, justo como Madrigal, perdón, Ser Madrigal, eso está mejor. Tampoco perderé la oportunidad de instruir a Beldyr Tormenta, y a ambos hijos Crakehall, si así lo desean, el origen noble es mucho más que una serie de derechos, es también una obligación, y es mi deber entrenarlos en el arte del combate, para que cuenten así con otra herramienta con la que enfrentar el mundo.

Año 143:

Al principio parecen abstenerse, como si se negasen a aparecer, mientras la temperatura de tu cuerpo aumenta con cada movimiento, pareciera como si se tratase de un grupo de doncellas donde ninguna de ellas se atreve a perder su virginidad primero, pero una vez la una se atrevía a ser la primera las otras la seguían a borbotones; Dios, malditas gotas de sudor.

No he descuidado ningún momento en el cual el sol se aburre de nosotros para ocuparse en otros asuntos, para dedicarle tiempo a los entrenamientos, cada vez son más los muchachitos que veo con ojos indecisos, observando las practicas sin saber que harán de su futuro, estoy seguro de que nuevas manos serán necesarias en cualquier ámbito, pero en mi opinión, esos jovencitos deberían ser soldados, y lo serán si el Guerrero me da su apoyo, he visto el cometa, al igual que todos, no soy lo suficientemente incrédulo como para pensar que el guerrero ha respondido, pero sí creo que su imponencia propulsará mi campaña, he estado con los ojos abiertos, y no perderé la oportunidad de entrenar a ningún joven que haya cumplido los diez días de su nombre, no tengo flechas para mostrarles, estrategia que podría usar un flechero para reclutar aprendices, tampoco tengo espadas o armaduras fabricadas por mí, cosa de las cuales podría alardear un herrero. Pero eso no importa, intento enseñarles la importancia de la instrucción marcial, cualquiera de ellos podría enfocarse en ser un magnifico herrero, o un sabio Maestre, pero sin ellos, sin los futuros soldados que espero sean, el poder está desbalanceado,  claro, yo también creo  que una buena espada fabricada por el mejor de los herreros es capaz de dar una ventaja considerable, pero no por sí sola, ni las espadas, ni  las lanzas, ni las hachas, ganan batallas por sí mismas, son los hombres que empuñan las espadas los que las ganan, son los hombres que empuñan lanzas los que las ganan, son los hombres que blanden hachas los que las ganan, son soldados los que las ganan, y me aseguraré de que los niños lo sepan.

Año 144:

¿Será muy tarde? ¿Habré esperado demasiado?

Generalmente nos damos cuenta que algo nos falta cuando algún hecho sacude nuestros cimientos y nos obliga a pensar y reflexionar hasta encontrar ese punto de inflexión.

En mi caso estaba sucediendo todo lo contrario, me esforzaba al máximo para cumplir con mis deberes y estaba satisfecho con lo que buscaba conseguir; el calor de años anteriores había menguado hasta un calor agradable, las condiciones eran propicias para lo que tenía pensado, uno a uno, día tras día me topé “Casualmente” con cada uno de los habitantes del castillo a los cuales les vendría bien entrenamiento militar, incluso me cruzaba con aquellos que intentaban evitarme, Ser Hadder me había dado la autorización, sin embargo no era una orden, pero me aseguraría de que, llegado el caso, Ser Hadder  y Ser Otter conocieran el nombre de todos aquellos que, con el fin de servir mejor a Aguasclaras, habían optado por entrenarse, me aseguré de transmitir el mensaje, lo suficientemente sutil como para evitar ningún problema, pero lo suficientemente claro como para que se dejase entender. Hacía lo que podía, y eso llenaba mis días de dicha, de satisfacción. Era esa misma satisfacción y dicha la que se tornaba en desdicha e insatisfacción por las noches, quería compartir esta satisfacción con alguien, quería contarle sobre lo que pensaba, sobre a qué dedicaba mi día, y quería tener a alguien a quien preguntarle también todas esas cosas.

¿Será muy tarde? ¿Habré esperado demasiado?

No lo sé, pero a partir de ahora mantendré los ojos abiertos, estaba decidido, deseaba encontrar a alguien para compartir mis días, tanto como mis noches.

Años 145-146:

No sé qué pensaría Ser Otter de mí, pero estaba acostumbrado a ver un mundo con dos caras, gente sumisa con los superiores y despiadada con los que creían inferiores, un mundo donde la lealtad de algunos valía tanto como una jarra de hidromiel. Por este motivo sentía un gran respeto por Ser Otter; sabía reconocer la falsedad al verla, y su honor y lealtad me inspiraban lealtad. Es por esto que cuando Lady Patricya Florent dio a luz un varón sano y vigoroso, Jorah,me tomé el atrevimiento de acercarme hasta su padre para felicitarlo fervientemente, no me importaba que pensaran de mí, él era un hombre de honor, y si algo respetaba yo era el honor.

El resto de ese año y el siguiente me esforcé fervientemente en los entrenamientos, seguía en mi campaña de entrenar a todos los sirvientes, o habitantes del castillo que estén dispuestos, no me importaba la hora, intentaría que aquellos no descuidasen sus actividades, como había dado mi palabra a Ser Hadder. Estaba decidido.

Mayor fue mi empeño cuando oí sobre la presencia de un potencialmente peligroso grupo de bandidos en los Bosques de Guarda Real, y para colmo que mi hijo participaría del contingente contra ellos. Entrenaría a todo el feudo si con eso lograba que la seguridad y poderío militar de Aguasclaras aumentase, intentaría lo posible para el bienestar de Aguasclaras, era el hogar de mi hijo, y ahora ya se había vuelto el mío.

Mi cuerpo aún estaba fibroso, sin duda más que en los posteriores años de cuidar mercaderes, sin embargo me daba cuenta que al igual que algunas espadas los reflejos también se oxidan, no tenía ninguna dificultad o impedimento, sin embargo notaba que la agilidad que me había marcado de joven, aquella gracilidad de la cual mi hijo rebosaba, se veía disminuida con el tiempo. Gracias a los siete que la práctica lo compensaba, aunque temía el día en que no lo hiciese…

Año 147:

Poco a poco la temperatura descendía, los días parecían acortarse. ¿Lo estaría imaginando? No, definitivamente parecían acortarse.

Al igual que con el nacimiento de Jorah, me acerqué a Ser Otter para felicitarle y desearle lo mejor, sin embargo algo en el pequeño Jacob me colmaba de dudas y preocupaciones, a diferencia del aspecto saludable de su hermano, Jorah lucía débil y enfermizo, sin embargo tuve el recaudo de guardarme los malos augurios para mí mismo, muchas lunas oyeron mis rezos al guerrero para que proteja a mi pequeño, muchas otras escucharon también los rezos la madre para que le dé fuerzas al más pequeño de los Crakehall . Grande fue mi pesar cuando me enteré de su prematura muerte, según las lenguas “El invierno se lo había llevado” desde mi punto de vista el invierno debería de ser un Dios al igual que los siete, pero un Dios maligno y vengativo si era capaz de llevarse a alguien tan joven, sin contar el saldo de las miles de víctimas que yo nunca conocería.

El funeral era algo privado, y jamás me hubiese permitido aparecerme por allí, sin embargo insistí a Madrigal para que le presentara mis respetos y  le hiciese sabe que contaba conmigo, aunque de poco lo serviría alguien como yo en ese duro momento.

La vida y la muerte, la luz y la oscuridad, el frio y el calor, el amor y el odio, el dolor y la felicidad, palabras, solo palabras, pequeñas nubecillas de vapor en el frio aire del invierno, ni siquiera estas permanecían en el aire por más de unos instantes antes de ser arrastradas a la lejanía. Las cosas duraban más que las palabras, si, los castillos duran cientos, miles de años, pero las cosas que más amamos, un hermano, un padre, un hijo, esas cosas duran un tiempo, solo mientras su corazón cumple la incansable rutina de latir, luego de eso sus cuerpos se pudrían y ya nada más que los huesos nos quedaba para recordarlos, realmente es el más temible de los siete, más temible que el arma del guerrero, o la justicia del padre.

Tal vez por eso odiaba a mi madre, ella era capaz de robarle lo que le correspondía por derecho, tal vez por eso mi madre nos ha dejado, ella era la mejor para robar pequeños fragmentos de vida y conservarlos como si aún estuviesen ahí para mirarte, para temerte, para amarte.

Tal vez por eso se la llevó, sabía que si yo moría primero ella me conservaría para siempre, tal vez por eso la alejo de mí, tal vez esa fuese su venganza desde un inicio, obligarla a saber que no podría conservar las cosas que ella más había amado.

Sin duda el Desconocido es tan temible como el invierno.

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01/06/2014, 09:10
Tarmall "Pocas Ganas".

VIÑETA XV: AÑO 146

Ya se quita aquel calor insoportable no me pesa llevar la armadura en mis guardias así que un problema más que resolví. Voy viendo cómo es un año bastante movido para los miembros del castillo, el martillear de la Herrería suena a todas horas, y en la cuadra se puede ver al viejo domeñar a uno de los caballos de combate.

Me paso el tiempo libre cerca de la cuadra hablando con Plumby y también con Harry Bridas, intento convencer al viejo para que me permita montar algún caballo que no sea de ningún dueño.

En el cuartel me dirijo a Russ como jefe nuestro, y le hablo sobre una guardia a caballo le intento convencer que estaría bien tener soldados montados recorriendo las carreteras y zonas circundantes del castillo. Es una idea que le doy ya que así estaríamos más al aire libre y las horas de guardia se harían más amenas, paseando en las cabalgaduras por los caminos, saludando a los ciudadanos y teniendo tiempo para otros menesteres sin estar tan controlados.

Din el forestal viene con buenas nuevas sobre un grupo de bandidos, sabía que desde mi estancia en Solaz, aquellos bandidos se habrían hecho más fuertes en alguna zona del bosque y nada menos que en ¡Guarda Real! quién lo diría.

Me preparo para el combate ya que soy uno de los elegidos, llevando mi armadura más pesada mi escudo y mis armas. Llevando tanto peso me deshice de mi escudo no acordándome dónde lo dejé, sigo aunque completamente desorientado en algún lugar perdí al grupo y ahora estaba sólo y cansado. No obstante avancé, el señor había confiado en mí y no le defraudaría aunque llegase tarde serviría para recoger a los fallecidos en el combate. Tras avanzar con un gran esfuerzo por mi parte vi que tras matorrales y árboles hallé un gran claro, al entrar en él veo a los exploradores en dura liz, después lo siguen los caballeros ¡había encontrado el lugar! aunque demasiado pronto diría. Avancé aunque sabía que no debía de exponerme más de lo necesario ahora sin mi escudo era un buen blanco, todo ello me abruma y me quedo confuso viendo a mi alrededor como se desenvuelve la batalla, viendo a Ser Trycian arremeter con su caballo allí dónde parece ser que estaba el grupo más numeroso de esos bandidos. Me dirijo hacia el norte viendo si quedaba algún rezagado para dar buena cuenta de él y así limpiar mi nombre en la batalla, allí entablamos un combate digno de ver yo con mi hacha y aquel porquero con su palo, así denominaba a esos bandidos aunque nada tenían que ver con la noble tarea de cuidar a los cerdos. Más bien por el olor que les envolvía de traición, maldad y desvergüenza hacia nuestros señores.

Vi a Pik correr hacia el sur, ojalá tuviera esas piernas pensé pero sin despistarme del combate allí nos pusimos a golpearnos sin acierto, el bandido que me atacaba parecía igual de torpe que yo y agradecí a la vieja que me hubiese guiado hacia aquel contrincante. De repente el bandido huye ¡SÍ VETE COBARDE, HUYE DEL GRAN TARMALL! ¡Y QUE SEPAS QUE ÉSTO CUENTA COMO UNA VICTORIA! Grité a mi alrededor con el hacha levantada al cielo en claro signo de victoria, cuando veo a mi alrededor los numerosos cuerpos yacidos en el combate por la feroz lucha de mis compañeros contra el enemigo. Bajo entonces mi hacha y hago como si no hubiese dicho nada cuando veo que la victoria estaba de nuestro lado, y los bandidos que quedaron huyeron debido a sus innumerables bajas que no se podían contar a simple vista de pájaro.

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01/06/2014, 10:31
[RIP] Plumby el Flechero.

VIÑETA XV: AÑO 147

Ayudo a Jeremyed a hacer los numerosos ornamentos decorativos que llevará la barda del caballo de guerra, es un buen semental o eso parece por su musculatura y fuerza, su pelaje brilla como claro signo de su lozanía. No había sido nunca diestro con los animales, aunque todavía recuerdo de pequeño ir a la perrera para alimentar a los perros de Olegg, era uno de mis pasatiempos favoritos en mi infancia.

Siete meses tras su nacimiento muere el bebé Jacob Crakehall. "El Invierno se lo ha llevado", se murmura doy mis condolencias a la familia, mientras asisto al entierro con mis mejores ropas con tristeza suma por el acontecimiento, sin lugar a dudas siempre recordaríamos al pequeño, ésta era una vida muy dura en la que sólo los más fuertes sobrevivíamos recé por él muchacho, y hablé con el septón por si pudiésemos hacer una pequeña capilla para rezar y honrar a los muertos. Sé que sería una gran idea y así mantendríamos siempre a nuestros muertos cerca, también sabía que Tarmall lo agradecería y no estaría tanto tiempo vagueando y le ayudaría a asentarse en esta vida.

El hijo de jeremyed es enseñado por el herrero, me congratula la noticia, así tendré más tiempo para mis quehaceres que aunque no son muchos sí son cotidianos por su utilidad y uso. El invierno hace que el calor de la herrería sea bien recibido, ya que el frío invierno entra en aquellas estructuras, no estando tan bien construidas como parecían. Hablo con el Maestro carpintero, para ver si podemos hacer algo con esas ventanas, quizás aplicar algún tipo de barniz o encajarlas mejor en sus estructuras para que así el frío fuese más soportable.

A finales de año se produce la boda en el Castillo entre Ser Orsey Crakehall y Lady Lidya, ahora de nombre Lidya Crakehall. No obstante debido a la muerte del bebé, y al desgraciado accidente del segundo hijo de Jeremyed al saltarle una esquirla y dejarle sin un ojo, me contengo de intervenir como juglar.

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01/06/2014, 11:04
Tarmall "Pocas Ganas".

VIÑETA XV: AÑO 147

El invierno entra y con ello la armadura es bien recibida en mi cuerpo como medio de protección, en este año los artesanos siguen trabajando ahora en una barda y sus ornamentos, veo que no se para en el castillo siempre tan activo como siempre. Espero que esos hombres descansen ahora en el frío invierno, ningún enemigo sería lo suficientemente tonto para entablar una batalla en estas fechas. Me proveo bien en mis guardias de vino y de una de esas hierbas que me dejan totalmente relajado, las maravillas de la naturaleza suelo decir.

 El bebé Jacob Crakehall muere. "El Invierno se lo ha llevado", murmuran algunos. Es un hecho que deja sumido el castillo en el silencio total, todos nos quedamos bastante afectados por la desdichada noticia. Me pongo mis mejores galas para asistir al entierro y dar el pésame a su familia. Intento hablar con mis compañeros por si podemos llevar el féretro en procesión solemne hasta la tumba, a modo de despedida como si hubiese sido un señor o un caballero. Hay dejaré mi propuesta en los barracones del castillo.

Parece que no salimos de males cuando el segundo hijo de Jeremyed "el herrero", se queda sin un ojo por una esquirla que le saltó, voy y visito a mi compañero que es acompañado por Plumby para reconfortarle. Después de todos estos trágicos acontecimientos hay una boda  entre Ser Orsey Crakehall y Lady Lidya, ahora de nombre Lidya Crakehall. Asisto con mis mejores galas aunque se ve en el ambiente la tristeza del año, intento comportarme no bebiendo más de lo necesario dando mis felicitaciones cumpliendo con la boda y volviendo a mi habitación sin más demora.

Le pido permiso a mi señor a final de año para visitar Sept de la Bahía, allí me haré un ferviente adorador de la vieja, pasando una temporada entre mis hierbas, rezos y arrebatos espirituales, expresando mi deseo de convertirme en acólito en años venideros.

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01/06/2014, 20:50
[RIP] Brosten el Leñador.

VIÑETA XV: ¿Una Nueva amistad?
Mención Vesania

Recuerdo cuando cruce mis primeras palabras con Vesania, no fue un encuentro muy afortunado según lo recuerdo. Mis botas llenas de barro, no hicieron más que arruinar mis pobres intentos por agradar a la ama de llaves. Mi niñez en Villamanzano no me había dado demasiadas oportunidades para pulir mis modales y menos para aprender las palabras adecuadas para una mujer respetada como Vesania.

Recuerdo que aquella noche la pase limpiando mis botas, hasta dejarlas como el primer día. No podía creer la cantidad de barro que había salido de las pesadas botas, desde luego parecian otras y a la mañana siguiente hasta me pareció que pesaban menos. Cada noche desde entonces limpiaba mis botas antes de entrar en las estancias para evitar ensuciar los viejos suelos.

Quizás Vesania se diera cuenta de aquello o quizás solo son imaginaciones mías, pero no se muy bien empece a conocer mejor a esa mujer. Primero tan solo fueron saludos, después vagas palabras y poco a poco las palabras se convirtieron en frases, y las frases en conversaciones.

Pasaron meses hasta que me dejó ver la primera sonrisa, y en aquel momento supe que aquel barro en mis botas fueron el inicio de una gran amistad. Pasaron los años y aunque era una mujer reservada pude conocerla un poco más que la mayoría de gente que tan solo veía una fachada.

Me gustaba hablar con ella, me llenaba de paz en cierta manera como cuando estaba en el bosque. Pero aquella sensación era diferente, pues el bosque tenía un punto de soledad que era el contrapunto a lo que sentía en nuestras conversaciones.

Hablar con ella me daba la paz que mis negocios me arrebataran durante el día...

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01/06/2014, 21:07
[RIP] Brosten el Leñador.

VIÑETA XV: Muerte de un padre

Habían pasado dos días cuando me encontraron en el bosque, talando algunos árboles para alimentar las hambrientas chimeneas. A lo lejos pude divisar a mi viejo tio y una mala sensación me recorrio el cuerpo al instante. Su presencia allí no podía significar más que malas noticias, el golpeo de mi hacha dejó paso a un seco silencio roto por el cantar de las hojas movidas por el viento.

Las lagrimas en sus ojos no hacía otra cosa que confirmar mis sospechas y antes del primer abrazo supe que algo terrible había sucedido a mis padres. Entre lagrimas y sollozos me contó lo sucedido, como unos hombres del señor habían ido a Villamanzano a recoger parte de la cosecha, mi padre suplicó que no se llevarán tanto y aquello le costó la vida.

Imaginaba el rostro de sufrimiento de mi pobre padre mientras escuchaba el relato, notaba como mi mano se tensaba intentando canalizar la rabia que sentía por aquellas palabras, las que se clavaban como cuchillos profundos en mi corazón.

Al terminar de escuharle descargue aquella rabía en un solo golpe que hizó temblar un poderoso árbol, sin si quiera recoger la leña caida emprendí el camino más doloroso que jamás había comenzado, el camino a casa para enterrar a mi padre.

Cuando llegué a mi pueblo natal todo estaba preparado, había una mezcla de indignación y tristeza entre los pocos habitantes. Al verme la gente murmuraba pues a pesar de los años me conocian de sobra, llegarón las lagrimas, los pesames y las penas durante una austera ceremonia que se alargaría durante varias horas.

Al terminar me quede a solas junto a la tumba de mi padre, en la soledad del bosque donde él me enseñó el oficio que tanto amaba. Me sentí vacío de alguna forma, un vacío que ni tan siquiera el bosque ha sido capaz de llenar desde entonces.

Algo de mi se quedo allí para siempre, quizás mi conciencia o mi humanidad pero jure en la tumba de mi padre que su muerte no quedaría sin justicia...

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01/06/2014, 22:27
Ser Gwraidd Tully.

VIÑETA XV: AÑOS 141 A 147: Gwraidd Tully.

Pasa la vida, así, como sin darse cuenta. En un momento uno se encuentra mirando a su hermana que juega con unas muñecas, y en el siguiente, la ve casarse. Así terminó el año, con una boda de invierno, con una boda deslucida en la que, bien sabía Gwraidd, su hermana Lidya era como mucho una mujer que aceptaba su destino. Pero, quien más, quien menos, ¿no era lo que hacían todos?

Había llegado el invierno, y mientras observaba la boda de su hermana, los recuerdos se agolparon en la cabeza del joven. Era un adulto, sí, aún joven, pero ya no podía escudarse en los actos de otros para evitar enfrentarse a sus responsabilidades. Quizás por eso había hablado con la servidumbre del castillo ese mismo año. ¿O acaso no era la inacción la peor de las soluciones? Había notado, al hacerlo, como Nana, su querida Nana, ponía en un momento determinado mala cara. Sí, era posible que no hubiera sido la mejor opción, o tal vez lo hubiera sido. Gwraidd era dolorosamente consciente que su padre estaba cada vez mayor, y que pronto Pendrik con su ayuda tendría que dar un paso adelante. Precisamente por eso no había otro momento mejor para recordar a todos lo mucho que su padre había hecho por todos. En todo caso, tendría que hablar con Nana. 

Durante esos años la actividad de Gwraidd había cambiado. En primer lugar se había esforzado en cumplir todo lo que su señor, ser Madrigal, le enseñaba. Gwraidd adoraba su actitud tan llena de vitalidad, de optimismo. Había cuidado a su caballo (levantándose antes de amanecer para hablar con él), había aprendido a combatir, se había esforzado en ver como el caballero se comportaba, y por supuesto, había intentado serle de toda la utilidad posible. 

Pero no había sido esa su única actividad. El joven se había esforzado en lograr que sus lazos con su familia se fortalecieran. Pendrik, Haudrey, Lidya, Arianna, Hadder, Olenna... esa era su sangre. E hizo todo lo posible por mejorar sus relaciones con ellos. También había intentado esmerarse en sus estudios con el maestre al que había notado algo más distraído. La llegada de Otto de Puenteamargo había supuesto aprender nuevos medios de combate.

Además durante esos años Gwraidd visitó en numerosas ocasiones los pueblos y asentamientos que estaban dentro del señorío de Aguasclaras. Debía conocer el lugar y a sus gentes. Era necesario. Era imprescindible. Nadie podía proteger ni mejorar un lugar que no conocía, ni unas personas de las que nada sabía.

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02/06/2014, 23:45
Ser Orsey Crakehall.

Año 147

-¿PERO EN QUÉ COJONES ESTABAS PENSANDO? -mi saliva se pegaba en la cara de Royne al salir despedida de la pura furia de mis palabras. Mi puño se levantaba en gesto agresivo hacia el rostro del bastardo: si no fuese la Primera Espada de Aguasclaras, no dudaría en partirle la mandíbula de un brutal golpe, pero me contuve.

Me refería, obviamente, al incidente en villamanzano. Corrían las primeras heladas, y, cumpliendo mis nuevas obligaciones como Caballero recién nombrado, me había trasladado al pueblo a recaudar impuestos. No es que me hiciera especial ilusión, pues me parecía una tarea tediosa y que hasta el último mierda del castillo podía llevar a cabo, pero debía cumplir mi labor. Royne Ríos y ese par de hombres de Din, el bizco y Pik, fueron designados como mi escolta.

Pero todo se jodió. Un puto viejo empezó a gritar improperios. Un muerto de hambre, supuse, quejándose de los impuestos. No era el primero ni sería el último que me cruzaría en mi labor de recoger el oro que al Señor de Aguasclaras se le debía. Pero aquel viejo se puso pesado, no había quien le cerrara la boca, e incluso se puso agresivo. Y ahí es cuando llegó la ruina. Royne no dudó un segundo en sacar la espada y trinchar al viejo como a un pavo. ¿Pero qué coño estaba pensando? Mi caballo, asustado, no tardó en encabritarse: no pude controlarle, con tan mala fortuna que el jodido anciano acabó bajo sus patas. No quiero ni recordar lo que vino luego: la plebe se volvió loca. Objetos empezaron a llover de todas partes: verdura medio podrida, objetos contundentes, e incluso juraría que algún excremento. Los insultos no eran tampoco los menos. "¡Larguémonos de aquí!" fue mi orden. No tenía intención de que aquel incidente acabara en masacre, y era justo lo que iba a pasar si seguíamos allí un sólo segundo más.

Y ahora, en el patio del castillo, mientras mi montura era guiada a las cuadras, escupía mi frustración contra la Primera Espada.

-¿Sabes lo que puede significar esto para mi nombre? ¿Para mi Casa? ¿Para Ser Hadder y para todo el castillo? Pagaremos caro este incidente, eso te lo aseguro. El pueblo no lo olvidará. Dales de comer una eternidad y no recibirás ni las gracias, ni sabrán quién eres. Mata a uno de los suyos, y esa herida no cerrará nunca.

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03/06/2014, 01:06
Clarissa, esposa de Ser Baltrigar Tormenta.

Años 140-147

Clarissa había vivido con temor los años que siguieron al fatídico torneo en el que la fama de ser Hadder, sus hombres y sus tierras, había crecido y para mal. 

Temía que aquello emprobreciese la región, temía nefastas consecuencias para el feudo en el que vivían su marido y sus hijos. Y sobre todo, temía las consecuencias que los acontecimientos o los hombres codiciosos y deshonrosos pudieran hacer recaer sobre su familia. Temía por Baltrigar, y por el bienestar de sus hijos. Pero los meses transcurrieron sin que ningún mal digno de mención acaeciese sobre los suyos. Y con los meses pasaron los años.

La vida dentro del castillo de Aguasclaras proseguía, y mientras algunos comenzaban a caminar con pasos de hombre, otros notaban que sus andares comenzaban a ser más propios de un anciano. Los niños dejaban de ser niños, los jóvenes se unían en sagrada unión, y pronto la servidumbre llenó los corredores de nuevos rumores de alcoba, preñez y muerte. 

Clarissa observó, con orgullo y cierta desazón, cómo sus hijos comenzaban a tomar sus primeras decisiones en solitario. Cómo se encaminaban hacia el destino que los Siete habían escrito para cada uno de ellos, alejándose irremediablemente del calor de su hogar. Aún por suerte, sus tres últimos hijos eran demasiado jóvenes como para emprender el vuelo, aunque temía el momento en el que también tuviera que verlos tomar sus propias decisiones y formar sus propias familias. 

Su vientre había estado vacío desde el parto de Charlton, que a punto estuvo de llevársela con el Desconocido. Clarissa deducía que Nana y el maestre Ammon tenían razón. Que desde aquel entonces no había sido capaz de tener más hijos. Y con cada año que pasaba más se resignaba a aquella sentencia, que confirmaba sus ansias frustradas de traer a una hija al mundo. 

Pensaba continuamente en su hija no-nata. En cómo habría sido al crecer, en si sería tan hermosa como Lidya Tully, ahora Lidya Crakehall, que crecía cada día más hermosa, para orgullo de ser Hadder. En si habría heredado su carácter o el de Baltrigar. En cómo se habrían comportado sus hermanos con ella. En su pelo largo y sedoso, trenzado, en lazos de sedas de colores adornando su melena. 

Fue por ello que la noticia del fallecimiento del pequeño Jacob Crakehall, a su séptimo mes de vida en el inicio del invierno, supuso para Clarissa un pesar mayor quizá que el de cualquier otro habitante del castillo de aguasclaras. A excepción de la propia madre, Lady Patricya Florent. 

Cuando Clarissa entró en en septo el día aciago de su velorio, a penas pudo pronunciar palabra. Veía aquel pequeño cuerpecito sin vida, y no era capaz de distinguir a aquel niño de su pequeña hija no-nata. Y sintió unas ganas terribles de llorar. Vaya que las sintió. Pero contuvo aquel dolor en carne viva, pues aquel era el día aciago de Lady Patricya y no el suyo. 

Dejó a Baltrigar practicar la correcta cortesía, y lamentó en su fuero interno no haber tejido una manta más gruesa para el pequeño Jacob. Pero quizá aquello no habría bastado. El invierno lo había sentenciado. El invierno era así... 

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06/07/2014, 01:11
"Familia, Deber, Honor."

VIÑETA XVI: AÑO 148 D.A.:

- Mes 1: Llegan varios cuervos: Dos procedentes de Altojardín con invitaciones para Ser Hadder y su séquito para un gran Torneo que se celebrará en el segundo mes.

Un tercer cuervo procede de Timón de Piedra, donde Lord Allos Swann invita a Ser Hadder Tully y sus nobles caballeros a un torneo.

El Invierno comienza a azotar con severidad las Tierras de los Ríos, y muy especialmente la costa de la Bahía de los Hombres del Hierro. Tras un largo Verano, y acostumbrados a Inviernos relativamente templados, los ancianos del lugar no tardan en decir cosas como "este es el peor año de frío que se recuerda", y otras del mismo estilo.

Lo cierto es que han habido otros años con más viento, frío, y nieves, pero este parece que empieza mal pues comienzan a haber muchos casos de gripe en la cercana aldea de Aguasturbias, y el propio señor feudal Ser Hadder Tully ha caído enfermo. No se siente con fuerzas de viajar, mucho menos de acudir a un Torneo.

Ser Hadder delibera con sus consejeros y sus nobles y decide enviar que Aguasclaras participará tan sólo en el Torneo de Altojardín, y que lo hará de forma ostentosa y con gran gasto. Esto contará como el triple de gasto que un torneo normal, que de por sí ya podría ser suficiente para llevar temporalmente a la bancarrota a un feudo próspero, y mucho más aún en Invierno.

El Maestre Ammon escribe cartas que envía con sendos cuervos, una a Altojardín, en el Dominio, aceptando la invitación al Torneo, y otra a Timón de Piedra, en las Tierras de las Tormentas, excusándose por no poder asistir al Torneo ni enviar representantes de Aguasclaras.

- Mes 2:

El grupo enviado a Altojardín es liderado por el Escudero Pendrik Tully, en representación de su padre. Le acompañan los Caballeros Ser Madrigal, Ser Otter, Ser Orsey y Ser Trycian. Los Escuderos Gwraidd, Horace, Haudrey, y el Repostero Malcom que por su origen noble ejercerá temporalmente de Escudero. El espada leal Randyl Lanzapartida con instrucciones de ser el guardaespaldas personal de Pendrik y de ser su escudero si fuese necesario. Los hombres de armas Russ y Caster como protección. Los exploradores Din, Pik y Darién. Las Damas Olenna, Patricya y Lidya. Las criadas Sysa y Tanya. Jeremyed el Herrero y Viterrand el Maestro Cocinero.

El viaje a Altojardin se prolonga durante veinte días. Hay algunos accidentes con hielo quebradizo, vendavales y una fuerte granizada. Conforme la comitiva viaja hacia el Sur las condiciones mejoran notablemente, pero muchos ya están enfermos en ese momento, debido a las penurias de viajar en Invierno.

Ser Trycian intimida a un grupo de tres patéticos bandidos en tierras del Dominio. Elige no perseguirlos y matarlos porque la justicia mayor en estas tierras pertenece a los Tyrell.

La llegada a Altojardín se produce sin mayores incidentes. Los campos alrededor de la ciudad no están nevados y la temperatura media ronda los quince grados. El cielo está algo nublado, pero apenas hay viento y no llueve ni graniza.

Al llegar, los representantes de Piedras Viejas no son alojados junto a los de Aguasdulces, pues son a todos los efectos una rama menor. Acampan en el campamento cercano a la feria que se celebra y al Campo de Torneos, junto a otros nobles menores, y el grueso de los plebeyos de las comitivas de los nobles principales asistentes, que se alojan en el Castillo de los Tyrell.

Burkhal Downtown2 by svenart

Van llegando participantes de distintos lugares de Poniente. Hay representantes de las Tierras de los Ríos, de las Tierras de Occidente, de las Tierras de la Corona, de las Tierras de las Tormentas, por supuesto del Domonio, e incluso del lejano Norte.

Ser Trycian visita la feria y compra una cota de mallas de cuerpo entero de su talla y estilo dorniense. Le cuesta una pequeña fortuna, pero parece que lleva muchas gemas y monedas consigo en este viaje.

El día 27 del mes 2 se celebra una gran ceremonia de apertura del Torneo, seguida de un festín y de espectáculos con acróbatas, malabaristas, magos, domadores de bestias, músicos y bardos. Por la noche hay un gran baile inaugural para la nobleza en el Castillo.

Día 28, por la mañana: Caballeros y Escuderos desfilan elegantemente por las calles de la ciudad, para alborozo de la ciudadanía. Está claro que los Torneos son extremadamente populares en estas tierras.

Seguidamente hay una exhibición de cetrería, en la que destaca el gran halcón de caza del joven Lord Linn Mallister.

Hay un concurso de heráldica para pajes y escuderos. Un par hacen un ridículo sonado, entre ellos Horace al no ser capaz de reconocer el emblema de la Casa Stark. Gwraidd consigue quedar el cuarto.

   

En el concurso de arquería este año participan sobretodo ciudadanos y artesanos de Altojardín, y algunos de los cazadores de los nobles presentes, pero ninguno de Aguasclaras. Lo mismo sucede en otras pruebas populares, como la de lanzamiento de peso o el concurso de pulsos, y en la competición de lucha libre sin armas.

Diversos nobles de la comitiva de Aguasclaras tratan de mejorar las relaciones diplomáticas con el resto de la nobleza presente, o al menos de averiguar rumores interesantes. En el terreno de la diplomacia los resultados son un tanto regulares, aunque en conjunto sin duda resulta mucho mejor que si no hubiesen asistido al Torneo.

El día 29 por la mañana es la inscripción para la justa noble, la prueba principal y de mayor prestigio de todo el Torneo. Algunos no consiguen superar a un simple estaferno, entre ellos se incluyen Pendrik Tully y Ser Otter.

Gwraidd Tully participa en la Meleé de Escuderos y no sale demasiado mal parado, considerando que no cuenta con aliados.

Lady Olenna es elegida "mano inocente" para realizar el sorteo de los contendientes para el Primer Lance de la primera jornada de la Justa Noble. Un emparejamiento que suele ser decisivo.

Después hay un banquete, uno de tantos, y un festival de música y danza. Por la noche, antes del baile, el gran poeta Bedisser recita para deleite de los asistentes algunas de sus obras maestras, incluyendo el célebre "Los pantanos grises de Piedras Viejas".

Entre los presentes están Lord Corwen Baratheon, su hermano Ser Sarmion Baratheon, su tío bastardo Ser Tarwen Tormenta, el hijo de Ser Tarwen: Ser Aethan, Ser Jerion Penrose, y el escudero de Sarmion: Almer Connington. Elanna Baratheon y Reyna Tyrell están también presentes.

Lady Elanna Baratheon es brevemente cargada a cuestas por el impulsivo Ser Aethan Tormenta, su propio primo, antes de que Ser Jerion Penrose pueda rescatarla. En un ataque de furia por este insulto, Ser Sarmion exige que el Ciervo de Plata se lleve a cabo.

Con su coraje siendo cuestionado, Ser Tarwen no puede hacer nada excepto cabalgar contra Sarmion. Cuatro veces chocan, y en el último choque Sarmión descabalga a su tío bastardo. Los dos luchan entonces a pie, y Sarmion obliga a Tarwen a rendirse. Por esto, Ser Sarmion fue llamado el Rompetormentas.

Joust by marcel-mercado

El día 30 por la noche hay una ceremonia religiosa en honor a los Siete, y después se espera que los Caballeros y Escuderos que participarán en la Justa Noble pasen la noche en recogimiento y meditación. Está mal visto que festejen o trasnochen la noche antes de la justa.

Se celebra la primera jornada de la Justa. Ser Madrigal vence a Ser Valinor Fuegoscuro. Ser Trycian descabalga a Ser Landon Tyrell, el campeón local.

Al día siguiente se celebra un concurso de equitación que tradicionalmente es para niños y damas jóvenes. Gwraidd participa y consigue un buen resultado, aunque son muchos quienes consideran que tiene edad de participar en la justa y no en estas pruebas de relleno. Al quedar en tercer lugar, es premiado con unos jaeces de cuero de buena calidad.

Se celebra la segunda jornada de la Justa. Ser Madrigal es vencido por Ser Sarmión Baratheon. Ser Trycian vence a Ser Qoylan Estermont, pero cae en la final, y por la mínima ante el Campeón de los Lannister, el joven Ser Goldwin Reyne de Castamere. El Castamere posteriormente felicita al caballero dorniense y le confiesa que estuvo a punto de vencerle, que tan sólo la suerte determinó el resultado del lance final.

Ser Goldwin corona Reina del Amor y la Belleza a su prometida, una deslumbrante damisela rubia de sangre Lannister.

Los participantes ganan la armadura y el caballo de aquellos a quienes han vencido en justa lid. Como finalista, Ser Trycian recibe unas espuelas de gran calidad con baño de plata, aunque eso no logra apaciguar su desconsuelo por la pérdida de Nostalgia, su magnífico caballo de las arenas.

- Entretanto, en Aguasclaras: El Castillo es asaltado por la vieja pirata Isaura Pyke, con una tripulación de mercenarios de las Islas del Hierro y de pueblos costeros del Sur, sobretodo de las Tierras de Occidente. Toman el Castillo por sorpresa, buscando algo, o a alguien. La invasión es finalmente repelida, pero Isaura logra huir tras derrotar a Armase en un duelo, a la salida del Castillo. Algunos mercenarios son capturados, pero son antiguos pescadores que no saben demasiado.

- Mes 3: Ser Hadder sigue en cama, incapacitado siquiera para moverse, y Ser Baltrigar toma las riendas del gobierno del Castillo. La comitiva que ha asistido al Torneo está todavía regresando.

Hay agitación en Solaz del Soldado, donde crece un pequeño pero persistente movimiento anti-feudal. Se producen robos y asaltos, sobretodo en lo relacionado con los diezmos.

La situación es peor en Villamanzano, donde los aldeanos se niegan a pagar tributos a los hombres de Ser Hadder. Envían al Mayordomo feudal a comunicar sus exigencias a la nobleza: quieren justicia por el asesinado del viejo Melek a manos de la comitiva tributaria del año pasado. Culpan a Royne Ríos, el espada leal, y quieren verlo balancearse en la horca.

Gallows by svenart

Ser Hadder accede a que haya un juicio. Está por ver si eso apaciguará los ánimos de los aldeanos, y si habrá sidra.

Finales de mes: Retorna la comitiva noble del Torneo en Altojardín.

Ser Madrigal y su escudero Gwraidd se presentan voluntarios para hacer la ronda tributaria. Un mes más tarde llegan noticias de que Ser Madrigal tuvo que escapar en paños menores de un padre furioso y cayó al agua, con lo que ahora está enfermo. Al parecer Gwraidd le apoyó en su fechoría, y ahora el cacique local Bernard Casagrande está muy enfadado porque el Caballero ha deshonrado a su hija. Exige una boda.

   

La situación es tensa, si Casagrande se enfurece ahora con Ser Hadder, el feudo podría estar a las puertas de una revuelta campesina generalizada. Es necesario apaciguar los ánimos.

Meses 4 y siguientes: Lo peor del Invierno estaba aún por llegar. Son muchísimos los que enferman y se producen trágicas muertes en Aguasclaras.

La mortandad es aún mayor en la aldea de Aguasturbias, donde al menos cincuenta personas mueren por la gripe.

Hacia final de año llegan noticias del torneo celebrado en Timón de Piedra:

Durante una melee celebrada por Lord Allos Swann en su sede, Yelmo de Piedra, Ser Ludwin Estermont es herido mortalmente por un extraño golpe de un caballero de las tierras de occidente llamado Muerdespadas, Ser Arlan Kenning. Su espada de torneo sin filo se parte a tres cuartas partes de su longitud hacia la punta, enviando un trozo de metal a través del visor de Estermont, que entra en su cerebro a través del ojo. Muere tres días después, tras haber permanecido inconsciente todo ese tiempo.

Muerdespadas continuó hasta ganar la melee, habiendo cogido el hacha larga de Estermont antes de su caída, y usándola con grandes resultados sin darse cuenta de la herida letal que le había causado.

Epidemia de gripe en Aguasclaras:

ENFERMOS:

- Ser Hadder Tully: Se recupera, aunque su salud se verá mermada el resto del Invierno.

- Acólito Eremiel: Se contagia de su tío de la gripe, al cuidarlo, pero logra recuperarse hacia mediados de año.

- Aisa, mujer del Herrero: Enferma gravemente en el mes 2 y está a punto de morir hacia el mes 8. Se recupera a duras penas hacia el mes 11.

- Ama de Llaves Vesania Oakenshaf: Enferma levemente de gripe hacia el mes 1. Empeora hacia el mes 2. A la vuelta del Torneo en el mes 3, sacrifica su salud para atender a Darién "Piel de Lobo", logrando salvar su vida, aún a costa de desarrollar un persistente reumatismo que merará su salud permanentemente.

- Arianna Tully: Permanece mayormente ajena a la enfermedad durante casi todo el año.

- Armase: Enferma atendiendo a su madre lo mejor que puede. Pide ayuda al Señor Feudal, quien le pide a Ser Baltrigar que la criada Naneleth reciba la mejor atención posible dentro de las circunstancias. La mujer termina muriendo pese a todo, pues los curanderos no pueden hacer nada por salvarla. Muerte en el mes 8. Armase se recupera de su gripe hacia el mes 11.

- Beldyr Tormenta: Su salud es delicada todo el año, aunque no llega a enfermar gracias a que recibe constantes cuidados maternos. Su padre Ser Baltrigar no le hace entrenar y le trata con indulgencia, por lo que se gana el sobrenombre de "El Mimado".

- Bethan "Caratorcida": Mientras todos enferman a su alrededor, su salud permanece perfecta todo el año. Es como si los dioses le protegieran.

- Blantel el Carpintero: Enferma gravemente en el mes 1. Se va recuperando lentamente hacia el final del año, él y su hijo Dod, quien también había enfermado.

- Brandon: Se cuida mucho todo el año y procura hacer lo mínimo, con lo que consigue gozar de buena salud.

- Bresa la Costurera: Se encuentra razonablemente bien la mayor parte del año.

- Brocelyn: Goza de una salud aceptablemente buena todo el año.

- Brosten: Pese a sus viajes y abundante actividad al aire libre como leñador, mantiene una salud aceptablemente buena todo el año.

- Cabrel el Peón: Enferma gravemente hacia finales del mes 1 y termina muriendo en el mes 3.

- Clarissa: Cuida intensamente de su familia, en especial de sus hijos, todo el año. Enferma levemente, pero se mantiene estable durante meses, hasta que logra recuperarse hacia fin de año.

- Carlysle: Sobrevive gracias a los cuidados de su madre.

- Caster: Pese a que viaja al Torneo y todavía sufre las secuelas del envenenamiento que padeció el año pasado, se mantiene aceptablemente bien, aunque se siente más débil que en años anteriores.

- Darién "Piel de Lobo": Acompaña a la comitiva noble al Torneo de Altojardín y enferma durante los rigores del viaje de quince días. Al regreso empeora y durante meses tiene que guardar cama, estando a punto de morir. Sólo la intervención de Vesania lo arranca de las mismísimas garras de la muerte.

- Din: Enfermó antes incluso de viajar al Torneo de Altojardín, pero lo ocultó porque quiso asegurarse de que la comitiva noble del hijo de su señor iba a llegar a destino sin percance. Durante el viaje empeora gravemente, y mucho más en el de regreso. Al volver, contagia involuntariamente a sus hijos. Hacia el mes 9 fallece, junto a su hijo Llum. Dhur es salvado in extremis por la colaboración entre el Maestre y Nana. Dinnas también se salva. Lumila se vuelve loca.

- Dregg "Ojotonto": Enferma durante el mes 3, pero no abandona sus obligaciones como cazador. Muere el 24 del mes 3. Había salido a cazar, buscando abatir una perdiz que le pudiera venir bien a su señor feudal.

- Edder "Clavopié": Pasa la mayor parte del año enfermo, de gravedad moderada, aunque logra recuperarse en el mes 12.

- Flavia la Cocinera: Se contagia de la gripe en el mes 2. Está moderadamente grave hasta el mes 6 y después va mejorando lentamente hasta curarse en el mes 10.

- Gallo el Peón: Por algún extraño milagro, no enferma.

- Gwraidd Tully: Asiste al Torneo en Altojardín y hace un papel aceptablemente bueno. Al regresar, tras acompañar a su señor Ser Madrigal a un viaje a Casagrande, enferma y pasa resfriado el resto del año.

- Harry Bridas, maestro de cuadras: Enferma y muere en el mes 2 por la gripe.

- Escudero Haudrey Ríos: Permanece enfermo leve durante casi todo el año.

- Horace Crakehall: Se siente febril casi todo el año, aunque sin llegar a necesitar guardar cama.

- Jack "Pequeño Cuervo": Tiene resfriados, toses y molestias todo el año, pero nada serio.

- Jared el Alfarero: Enferma de golpe el mes 7 y muere poco después.

- Jeremyed el Herrero: Goza de buena salud todo el año.

- Lady Olenna Crakehall: Mantiene una salud aceptablemente buena la mayor parte del año, pese a que viaja a Altojardín con la comitiva liderada por su hijo mayor Pendrik.

- Lady Patricya Florent: Enferma y parece a punto de morir, pero es salvada in extremis por el Maestre Ammon y Nana la Comadrona trabajando en estrecha colaboración.

- Lady Lidya Tully: Enferma de gravedad al volver del torneo de Altojardín. Está a punto de morir.

- Lumila: No enferma, pero enloquece tras la muerte de su esposo Din y de su hijo Llum.

- Maestre Ammon: Se cuida mucho, emplea toda clase de preparados de hierbas, y evita en todo lo que puede el contagio durante todo el año, excepto con Lady Patricya, lo que le cuesta una cierta merma en su salud.

- Malcom Ríos: Enferma y muere en el mes 10.

- Nana la Comadrona: Se hubiera salvado de no ser altruista, pero al ayudar a salvar a Lady Patricya y a Dhur, su salud caerá en una espiral descendente en los próximos años. Es improbable que llegue a ver el próximo Verano.

- Olegg el Perrero: Enferma de gripe y muere hacia el mes 4.

- Ser Orsey Crakehall: Recibe una tremenda paliza en la Meleé General del Torneo de Altojardín. Eso debilita considerablemente su salud, enferma durante el viaje de regreso a Aguasclaras, pero allí recibe los cuidados de su madre y de su esposa.

- Otto de Puenteamargo: Su salud es buena todo el año.

- Escudero Pendrik Tully: Está levemente enfermo de gripe casi todo el año.

- Pik Pyke: Cae al Lago Aguasclaras mientras pesca sobre el hielo el 23 del mes 4. Encuentran su cuerpo un mes después.

- Plumby: Contrae la gripe hacia el mes 2 y se pasa mucho tiempo enfermo, pero se acaba recuperando hacia finales del año.

- Probis el Mayordomo: Tiene mala salud todo el año, aunque se empecina en aguantar en su puesto hasta el final. Casi acabando el año, unas fiebres se lo llevan.

- Randyl Lanzapartida: Tiene buena salud casi todo el año.

- Rhum el Maestro Curtidor: Enferma gravemente de gripe y termina muriendo hacia el final del año.

- Roye Ríos: Goza de una salud aceptablemente buena casi todo el año. Permanece todo el tiempo a cubierto, protegiendo la puerta de la habitación de Ser Hadder.

- Russ "el Matatoros": Fuerte como un toro todo el año.

- Septón Eulocis: Resiste más o menos bien los efectos de la gripe, sin embargo, los dolores del reuma y la artrosis le llevan a caerse por las escaleras de la torre del Homenaje y matarse la tarde del 22 del mes 6.

- Ser Baltrigar Tormenta: Está en buen estado de salud. Ejerce de Castellano de Aguasclaras durante parte del año.

- Ser Madrigal: Enferma tras un viaje a Casagrande en el mes 3. Tarda meses en recuperarse por completo.

- Ser Otter Crakehall: Pasa enfermo, descentrado y desatinado todo el año.

- Ser Trycian de Dorne: Tiene una salud envidiable.

- Soraya la Gata: Se encuentra bien la mayor parte del año.

- Tarmall el "Pocas Ganas": Goza de una estupenda salud todo el año.

- Theresa Nieve: Tiene una salud envidiable todo el año.

- Thobb el Bridas: Se contagia de la gripe cuidando a su padre Harry y muere también a final de año.

- Tobías el Maestro Albañil: Se encuentra bien. Junto con su esposa Anya, su hijo Tomwell, y su antiguo aprendiz Sam, abandonan en el primer mes del Año el Castillo de Aguasclaras para dirigirse a Varamar, donde hay muchas obras de reconstrucción, así como la edificiación de un Septo.

Deja en Aguasclaras a Rolls el Albañil, su hijo Royle, y su esposa Celine.

- Viterrand Maestro Cocinero: Está a punto de fallecer al regresar al Castillo desde Altojardín, pero su esposa Flavia logra salvarle.

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06/07/2014, 08:26
Cicatriz.

CASTER CARACORTADA.

VIÑETA XVI. Año 148 después del Desembarco del Rey. Noveno mes del primer año del Invierno.

Menciones a Din, Armase, Nana y Jack “Pequeño Cuervo”.

 

Los tres hombres penetran en la estancia agachando sus cabezas para atravesar el bajo dintel de madera. El más alto de ellos, un ser descomunal, se ve obligado a flexionar sus rodillas para poder atravesar el quicio. La mujer que los precede está rota en pedazos; un océano de lágrimas anega su rostro, las manos temblorosas, la voz encogida y disminuida atenazando su garganta. Murmura algo, pero no alcanza a hacerlo inteligible. Los hombres se miran entre sí; el más pequeño de los tres asiente y vuelve su rostro hacia la mujer.

-Vamos, Lumila. Vamos atrás y cuéntame cómo van los pequeños.

El hombre, un muchacho joven con el rostro moreno y chupado, toma a la mujer por el hombro y la acompaña hacia la otra pequeña habitación de la casa del cazador. Antes de salir murmura:

-Caster.

-Gracias, Pequeño Cuervo -responde el gigante.

------------------–

-No hay solución -dice la anciana, deslizando de nuevo el paño humedecido a través de la frente del forestal-. Tiene los pulmones inundados. ¿Sabes ese viejo chocho de Ammon lo que dice? Nosequé de una nosecuántos quística. Tanta palabreja vacía para evitar pronunciar la única que significa algo.

-Ajá.

-Va a morir pronto.

-¿Cuándo?

-Y yo qué sé -farfulla Nana, molesta-. Esta tarde, o mañana. O la semana que viene... ¿crees que soy una jodida adivina?

-Entre otras cosas, vieja.

-Un respeto, que yo te saqué del jodido coño de tu madre. Y no fue fácil -dice Nana levantándose con dificultad. El gigantesco guerrero le ayuda a ponerse en pie-. Tengo que cuidar de los niños. Llum está muy débil, pobrecillo...

-Me quedaré un rato -dice Caster.

-No lo hagas. -Nana alza un dedo hacia el jinete libre-. Y tú tampoco, Armase. Salid cuanto antes de esta casa condenada: este hombre va a morir. Cada minuto que pasáis a su lado es un minuto más cerca que estáis los dos de la plaga.

-He dicho que me quedaré un rato.

-Yo también -dice Armase desde la ventana, donde contempla el exterior con la mirada vacía, sin moverse.

-Bah -dice Nana, alzándose de hombros-. ¡Bah! Tan grande como tonto y cabezota. Caster “Cabezahueca” tendrían que llamarte. Y tú, Armase, otro que tal. Menudo par de idiotas... ¡Pues ya que estáis, tratad de darle algo de agua cuando despierte!

--------------–

La repentina tos, seca y dolorosa, saca del ensimismamiento a los dos guerreros. Ambos se levantan, acercándose al lecho.

-Caas... ter... -la voz del cazador es apenas un quejido-. Arrr... mas... masse...

-No hables -dice el dorniense-. Aún estás débil, tienes que ahorrar energías.

-Caaaass... ter... 

El Caracortada alarga la mano derecha hacia el cazador, tomando con ella la palma sudorosa de su viejo compañero.

-...mi... miedo...

Caster asiente. A su lado, Armase cierra los ojos, presa del dolor.

-Yo también -dice el gigante-. La puta enfermedad nunca da la cara, ¿verdad? A esa zorra no puedes atravesarla con tus flechas.

-...mucho mie... miedo.

 

Caster, hijo de Marlaw, cierra las mandíbulas con fuerza. A su lado, Armase ve cómo el gigantesco jinete libre tiembla imperceptiblemente. Respira ruidosamente, dos, tres veces.

 

-Armase, hermano -masculla Caster hacia su compañero de armas tras unos segundos de tenso silencio-, un hombre así no merece morir de esta manera.

-No lo merece -responde Armase, asintiendo.

-Yo no puedo permitirlo.

-Lo sé. -Armase se levanta y se acerca a la puerta, donde queda de pie-. Vamos. Ya ha sufrido suficiente.

Caster toma con su zurda la empuñadura de su enorme machete, deslizándolo por su vaina con lentitud.

-Din -dice-. Din.

El enfermo vuelve la mirada hacia él, el dolor extremo dibujado en cada curva de su rostro.

-Din -Caster sonríe a su manera-. Cierra los ojos, amigo. 

El forestal obedece, amagando una tos.

-¿Recuerdas el jodido bosque de Guardia Real? -A la espalda de la cama, Armase baja la barbilla y trata de evitar las lágrimas-. Aquella mierda cenagosa llena de cagarros andantes... ¿recuerdas? Y los putos nobles dando por culo con sus jodidos caballos... ¿recuerdas las veces que tuvimos que sacar al maldito destrero de Ser Trycian del fango durante aquella marcha? Joder, casi me lo como allí mismo.

El rostro del cazador se relaja.

-Ese día había allí más cagarros que mosquitos en el pantano en lo peor del verano. -Caster deja descansar el machete sobre el lecho-. Y allí estaba el jodido Calabaza, ¿recuerdas? Aquel idiota que sólo sabía hacer trampas a los dados se pensaba que podía dirigir una puta banda de ladrones.

Din asiente.

-¿Recuerdas cuando empezaste a disparar? Zas, flecha por aquí, zas flecha por allá. -Caster vuelve a sonreír-. Y no acertabas ni una, joder. En tu vida has fallado tantas veces seguidas, era como si lo estuvieras haciendo a propósito. Pero ¿sabes?, aquellos cagarros comenzaron a correr y gritar.

En la cama empapada en sudor, el encogido Forestal abre los ojos.

-Y no gritaban el nombre de esos jodidos caballeros montados en sus jodidas y engalanadas vacas de guerra -dice el Caracortada, tragando saliva-. Decían: ¡Din! ¡Din! Esos cagarros estaban acojonados. ¡Din! ¡Din! Joder, el idiota que tenía yo delante se cagó encima, literalmente, ¿recuerdas? Armase lo vio. 

El dorniense asiente.

-Ya lo creo que se cagó -murmura con dificultad desde la puerta.

-Y ese mamón se volvió -sigue diciendo un emocionado Caster-, soltó aquella espantosa mierda líquida y apestosa por el jodido culo y juro que me manchó hasta los jodidos calzones con toda su maldita podredumbre.

Din asiente y, de pronto, sonríe.

-Haz... hazlo ya -alcanza a decir-. No... ten... No tengo todo el día.

Caster Caracortada toma aire dos veces. Suspira. Con ambas manos ahora libres alza con cuidado el brazo de su amigo y cuadra la punta del machete en un hueco bajo la axila.

-Descansa ahora, hermano -susurra-. Donde sea que vayas, guárdame un sitio.

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06/07/2014, 16:34
[RIP] Bethan "Caratorcida".

VIÑETA XVI (AÑO 148 D.A.): la Toma de Aguasclaras. Mención de: Armase, Brosten, Dinnas, Harry Bridas, Jack, Ser Baltrigar, Ser Hadder.

...y dijo el caballero:

no temáis, bella dama,

desposaros no quiero,

solo llevaros a la cama.

Acompañaba Bethan la canción con movimientos de cintura, esparciendo así su meada desde las almenas al foso. No había nada más despreocupado que descargar vejiga a la luz de las estrellas. Se palpó su cuarto creciente de barriga. Ya ni se la veía. Daba que pensar. Harry Bridas había muerto, y otros muchos enfermado, pero la capa de grasa abdominal le protegía del frío del invierno. Y Caratorcida creyendo que su pésimo estado de forma le costaría la vida. No hay nada tan irónico para un hombre de guerra que una época de paz.

Se acarició el hombro. Aún le dolía, de aquella pelea de la semana pasada en Solaz. Ya ni se puede ir uno de putas tranquilamente. Menos mal que apareció Brosten para salvarle de una paliza. ¡Un leñador! ¡Un maldito leñador! Y ese condenado de Brosten ya era mejor con los puños que Bethan. Y ya no era seguro para los habitantes del castillo ir a desahogar sus espadas. Eran auténticos apestados. La verdad es que Bethan no entendía nada, se abalanzaban sobre él por las calles de Solaz como si tuviera una diana pintada en el culo...

Un suave viento se levantó y se volvió a ocultar. Se subió los calzones mientras se le erizaban los pelos del frío invernal. Jack y Dinnas todavía no habían vuelto, y si no llega a ser por esos dos tardones, hace tiempo que Bethan se habría cobijado dejando las murallas sin vigilancia.

¿Una luz? ¡Al fin! ¡Ya era hora de que esos dos volvieran!

La luz parpadeaba. Eran señales. Jack y Dinnas no necesitan hacer señales. Caminó por la muralla para obtener una mejor posición desde la que observar al visitante de cerca. ¡Por las faldas de la Madre! ¡Era verlo y no creerlo!

¿Isaura?

Se destapó la capucha. Por ella no pasaba el tiempo. Esa figura desgarbada, segura de sí misma, con la fuerza de un lobo huargo... En una ocasión le dijo a Bethan que la actitud era media batalla, que causar miedo en tus enemigos con solo aparecer era la garantía de que volverías a luchar otro día. En Bethan, por contra, logró hacer latir el corazón con vigor inusitado, como si la vida antes de aquel momento no hubiese significado nada. Bethan nacía ahora.

Mírala. En pleno invierno y con los brazos y las rodillas al aire. No teme al frío, lo corta con su espada. Ella se crió en las Islas del Hierro, no hay viento del Muro que pueda competir con las ráfagas heladas de una tormenta en el Mar del Ocaso. La asesina de su padre, cómo habían cambiado las cosas desde que Bethan había cargado en caballo contra ella en Villamanzano. Todo ese odio se había marchitado con el paso de los años, mientras Isaura Pyke florecía a la experiencia y se hacía más portentosa.

 

Bethan estaba algo oxidado con el viejo código del Gremio del Trueno, y no descifró las luces. Necesitó que Isaura le llamara con la mano para saber que quería hablar. Corrió a la barbacana y alzó el rastrillo. Para cuando bajaba las escaleras hacia el patio de armas ya estaba agotado. En el exterior se encontró cara a cara con Isaura.

Ha pasado... arf, arf... mucho tiempo, Isaura Pyke.

Encajó el puñetazo de Isaura en el estómago, al tiempo que dos docenas y media de hombres salían de detrás de los matorrales. Estaba vendido, había dejado la alabarda junto a la rueda que levantaba el rastrillo. Confuso, Caratorcida intentó coger a Isaura con sus brazos como rehén. Sus manos resbalaron por los pliegues de la ropa de Isaura mientras un enjambre de puñetazos y patadas lo sumían en la inconsciencia. Isaura ni siquiera se tiene que defender: espera a que los otros hagan el trabajo sucio, sabiendo que va a salir victoriosa. No le esperaría mejor suerte a Bethan en un uno contra uno con la bastarda isleña.

...

Un cubo de agua helada le despierta. Caratorcida está atado a una silla. Reconoce el sitio, el mismo en el que haraganea entre guardia y guardia desde que el frío del invierno no le deja hacerlo en el patio. Está en su barracón, y eso significa que la mujer que está ante él, la más peligrosa del mundo, ha entrado entre los muros del castillo para quedarse.

Bethan... Mi lechón favorito. ¿Sigues bebiendo leche?

Me pasé a la cerveza el año pasado. ¿Me estás invitando a beber de tus pechos? Jaja...-Isaura presiona la vaina de su espada contra el hombro dislocado de Bethan-...aaaaaaAAAAAAAAARGH!

No le ha molestado. En la taberna del Trueno le caían bromas similares todo el tiempo, y se limitaba a responder ingeniosamente. Lo ha hecho porque he minado su autoridad delante de uno de sus hombres.

Entonces cae en la cuenta. ¡El hombro! ¿Cómo sabía Isaura que Bethan tenía el hombro mal?

Estuvo allí. Observó aquella pelea desde algún callejón de Solaz. ¡Maldita sea, contrató a esos hombres para que me atacaran!

Cielo, podría estar hablando de los viejos tiempos toda la noche, pero los novatos como tú tienen que marcharse pronto a la camita. Vayamos a lo realmente importante: Ilick Daussen.

Isaura lee la expresión de la cara. Bethan enmudeció, se quedó pensando. Significa que el nombre no le dice nada a su pupilo, y eso se merece otra palmadita en el hombro por el contratiempo que supone. Empuja la vaina con fuerza.

¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!

Ilick Daussen, Caratorcida. Llevo un año buscándole. No eres el primero que interrogo esta noche, sé que ese anciano está aquí.

¿Se refiere al comemocos de Villamanzano?

¿Sabes? Estaría bien que en los interrogatorios hicieras preguntas concretas de la información que necesitas. Ja, ja...

Isaura acerca de nuevo la vaina al hombro y la cara de Bethan se tuerce aún más. La mercenaria sonríe: ha ganado. Caratorcida está doblegado ahora que asume el dolor en el hombro como un hecho inevitable. Ya no necesita infligirle más daño para que cante...

¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAANGH!

...pero ese último golpe de vaina suena como un coro de ángeles celestiales.

Muy bien, chico gracioso. ¿Quieres preguntas? Bien... ¿Cuánto hace que llegó al castillo? ¿En qué parte del castillo se aloja? ¿Quién abandonó el castillo desde que Ilick Daussen habló con Hadder Tully, ya sea hombre o cuervo?

Yo...

La primera pregunta ya la ha cotejado con los otros miembros del castillo torturados, sabe perfectamente cuando llegó ese mayordomo. Es una pregunta de control para saber si miento. La segunda... ¿significa que todavía no tiene el control de todo el castillo? Bien por el bastardo Tormenta, pero eso no me ayudará ahora...

El dolor en el hombro le embotaba la mente. Por mucho que tratara de unir hilos, de obtener información de su torturadora, no pensaba con suficiente claridad. Si no daba una respuesta pronto, su hombro volvería a ser golpeado.

Omitió a propósito el "Ser" de Ser Hadder. ¿Es una provocación? ¿Está midiendo mi lealtad para defender el honor de mi amo?

Se la jugó.

Déjate de monsergas. Todo esto no es necesario. Somos camaradas. Desátame y te lo diré todo.

He ganado tiempo, pero no me liberará si no obtiene algo a cambio... ¡A mí!

Pero con una condición. ¡Llévame contigo! He abierto el rastrillo. Tus hombres y tú entrasteis durante mi guardia. Me harán colgar. Tienes que llevarme.

Estás un poco oxidado para serme útil. ¿No crees, cerdito? Pero está bien. Por los viejos tiempos, te acepto como mi subordinado. Ahora habla.

Está en la Casa Señorial, es un invitado de lujo. Los cuervos no han volado, no con este frío. De eso estoy bastante seguro. Ammon solo arriesgaría los cuervos haciéndolos salir con las temperaturas templadas de media mañana. Solo tres personas abandonaron el castillo desde que ese viejo llegó: un leñador, para visitar los lupanares de Solaz, y dos cazadores, tando de furtivos como de animales.

Bien...

¿Bien? El leñador ha podido entregar cualquier mensaje en Solaz. El bastardo Tully le habrá usado para contratar un buen puñado de mercenarios que pueden estar de camino en estos momentos. Debemos huir mientras podamos.

El Señor de Aguasclaras no tiene amigos en Solaz. El oro Lannister es quién manda allí. ¡Joder! ¡Manda en todo Poniente! Está pagando a alborotadores para protagonizar una revuelta campesina. En Villamanzano la chispa está a punto de estallar, y hasta es su espía Lannister quien les tiene que calmar para que esperen al levantamiento de las otras aldeas. ¿No tienes ni la más remota idea de política, verdad? Altojardín solo envío invitación a los Pantanos Grises por petición de los Lannister. Han movido los hilos para que el castillo se vaciara de sus mejores caballeros, y que así lo pudiésemos tomar. Olvídalo, ¿vale? Yo me ocuparé del futuro. Céntrate en el presente. Se han parapetado en la Casa Señorial y en la Casa de Espadas Juramentadas. ¿Tú cómo los sacarías?

¿Yo?

Sí, tú. Se supone que conoces el castillo.

Desde el tejado de la Casa del Castellano, quizás si fuese verano. Pero las tejas están resbaladizas por la nieve. Podrías perder un par de hombres inútilmente. Aaaah... Lo mejor que puedes hacer es provocarlos. Si plantas fuego al Septo, se pondrán nerviosos. Con el Septo en llamas, permite a los peones apagar el incendio solo si te entregan a Daussen.

Si no fueras más feo que un jabalí, podría besarte. Me guardo la idea del tejado por si lo del Septo no funciona.

¡Genial! Ahora desátame y dame una espada, y te ayudaré a capturar a Ilick Daussen...

...o te apuñalaré por la espalda, y me convertiré en el héroe de la noche.

Ah-ah. No. Necesito que los demás habitantes del castillo sigan creyendo que eres un prisionero. Te dije que yo me ocuparía del futuro. Y en el futuro pasará esto: voy a cubrirte, Bethan Caratorcida. Esconderé una daga entre tus ropas y te pondré en el patio como un prisionero más. Yo continuaré con los interrogatorios, como si no hubiese obtenido suficiente información de ti. Luego empezaré con el plan de incendiar el Septo. Tu papel será abortar cualquier intento de rebelión en el patio. Acudirán a los jinetes libres, en busca de liderazgo. Disuádelos. Diles que es más seguro esperar. Si no puedes controlarlo, guíñame un ojo para ponerme en sobreaviso, y mataré al cabecilla. Si las cosas se tuercen al final, también serás nuestra vía de escape: selecciona de los prisioneros del patio aquel que levante más simpatías entre los caballeros y nobles. Si llegamos a perder, saca la daga y amenaza con matar al rehén si no nos dejan ir. ¿Entendido?

Claro como el agua. Isaura seguía siendo la mejor. Acababa de tentar a Bethan con la mejor de las jugadas. Ahora ya no podría traicionarla, pues para Bethan era mucho más sencillo interpretar su papel de prisionero y mantenerse a la espectativa hasta elegir el bando vencedor. Incluso podría quedarse en el castillo cuando Isaura se llevase o matase a ese tal Ilick.

Dos horas pasaron, al frío, en el patio. El plan que implicaba el incendio del Septo había fallado. Tanto mejor, Bethan no sabría qué hacer si despertase la sed de venganza del Desconocido. Cuando Isaura se jugó todo a entrar por la ventana desde el tejado de la Casa del Castellano, todo se desató. Ser Baltrigar salió a la desesperada, con sus últimos hombres. Isaura pronosticó todo a la perfección, como una adivina. Ahora a Bethan le tocaba elegir bando.

Resopló. ¿Había alguien en el patio que le importara lo más mínimo a Ser Baltrigar? Madre mía... todos eran escoria. Plebeyos que no merecían vivir. Nadie suponía la diferencia. Nadie desnivelaba la balanza. Ahora el único culo que se podía salvar era el suyo. Tenía que matar a las dos personas que conocían la traición de Bethan: Isaura, y aquel otro mercenario que estaba en la sala durante el interrogatorio. No podían coger a ninguno de ellos con vida, ya sea porque logren huir o porque mueran. Sino, testificarán contra Caratorcida.

Buscó a Isaura con la mirada, pero Armase y ella ya estaban subiendo los escalones de la muralla, en duelo singular. Sinitó los ojos de su maestra bajar al patio. Ordenaban a Bethan tomar al rehén. No... no era una orden. Juzgaban a Bethan. Era una prueba. Y cuando lo entendió, todo se volvió más nítido. Bethan buscó al otro, al testigo, al mercenario que le echó un cubo de agua helada. No se trataba de demostrar lealtad a Isaura, se trataba de probar su astucia, su valía a ojos de ella. Demostrar que Bethan sabía sobrevivir. ¡Localizado! Ese hombre muerto pelea con Ser Baltrigar. Bethan saca la daga... se acerca por detrás... hunde el filo en la espalda mientras el soldado cae. Y cuando todo esto acabe, Bethan se reunirá con Isaura como su mano derecha. Como en los viejos tiempos. El trueno volverá a sonar...

Ruido de rastrillo es el que se escucha. Isaura, vieja zorra, lo consiguió. Un par de hombres huyen. Pero Armase se levanta a por más. Bethan quiere gritarle, avisar. ¡Cuidado, Isaura! ¡A tu espalda! No es necesario, se gira y arma bien su guardia. ¡Espléndida! ¡Siempre espléndida! ¡Por toda la eternidad! No hay nadie igual.

Abajo, Ser Baltrigar ordena ir en ayuda del Señor del Castillo. Bethan no le sigue. Aún busca con la mirada la aprovación de Isaura. Lo ha hecho, Isaura tiene que mirar al patio y ser testigo. Bethan puede convertirse en un mercenario capaz. Pero las cosas siempre escapan al control. Los artesanos suben las escaleras para ayudar a Armase, mientras que por el hueco de la barbacana se ve a una turba aproximarse. ¿Qué pasa? ¿Qué ocurre?

Y en el peor momento, Isaura cae.

Se acabó. Bethan fue un necio por creer que aquello iba a terminar bien. Los campesinos entran en oleada en el patio. A Bethan, armado con un tibio cuchillo, lo acorralan contra la pared del Barracón, con horcas y antorchas. Un círculo difícil de superar. Y Bethan no tiene ganas de seguir luchando.

Ser Baltrigar hace aparición. Él sí que ha sido el héroe de la noche. Porque él no jugaba a dos bandos, tenía bien claro sus lealtades. Y realiza un discurso magistral. Tanto, que se vuelve a ganar la admiración de Bethan. Y eso plantea un nuevo dilema: decirle la verdad sobre la implicación de los Lannister y sus movimientos en el feudo solo hará que Bethan parezca más cómplice de Isaura. Es el tercer secreto que se tiene que callar: la conspiración de los Lannister, Varamar y el anciano sin nombre...

¡Ilick Daussen! Claro... se trataba de él.

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06/07/2014, 21:51
[RIP] Jared el Alfarero.

VIÑETA XVI  Año 148. Mes 6

Parecia que Jared no enfermaria este invierno, habia sido propenso a hacerlo los dos ultimos inviernos, pero el calor que ahora tenia en la alcoba le ayudaba a no pasar el frio que antes pasaba.

Era feliz junto a su esposa, estaba pensando incluso en ampliar la alfareria el siguiente año con el dinero que pudiera conseguir durante el invierno. Al no poder salir a comprar fuera la ceramica, el siempre subia un minimo los precios para poder disponer de una pequeña renta personal para acometer algunas cosas, como en este caso la obra de la alfareria.

Transcurrio el mes y la leña se iba acabando en la alfareria, los caminos estaban demasiado llenos de nieve como para poder transportar grandes cantidades de leña y esta estaba en su mayoria mojada por las condiciones climaticas. El siguiente mes iba a ser duro en la Alfareria.

 

Año 148   Mes7

Al fin la leña se acabo, el frio se apodero de la Alfareria, y las pocas ropas de abrigo y mantas de las que disponen son todas para Sarah. Jared empieza a encontrarse mal y no puede atender la alfareria durante todo el tiempo. Cada dia que pasa se encuentra peor. Toses secas y sudores frios es lo menos que siente cada mañana al levantarse. Llama a Sarah cerca de el.

Cuando esto acabe coge todo lo que tenemos ahorrado y empieza una nueva vida, yo no creo que pueda acompañarte a ningun sitio. Se feliz. Tras decir esto se desploma en su cama mientras cae la noche.

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06/07/2014, 22:06
Ser Trycian de Dorne.

VIÑETA XVI: AÑO 148 de la Dinastía Targaryen, Altojardín.

Ser Trycian de Dorne.

Mención: Haudrey Ríos, Ser Madrigal.

La brisa suave de Altojardín remueve mi cabello mientras la pista de justas se extiende ante mí. Es hora del primer lance y Nostalgia relincha mientras vemos como Ser Landon Tyrell se prepara para su enfrentamiento contra mí. Sonrío de emoción por probarme contra los caballeros de Poniente, hombres capaces y valerosos ante quienes ganar es un logro.

Estoy ataviado con la cota de mallas de estilo Dorniense que me compré en la feria de Altojardín y una de mis lanzas de torneo. Miro de frente al hombre, que es un famoso justador, un gran prospecto para las damas y una admiración para los hombres. Sonrío ante la posibilidad de ver sus nobles posaderas llenas de barro después de ser derribado por mí, pero es hora de concentrarme en vez de dejarme llevar por la fantasía.

La señal se da y espoleo a Nostalgia para que comience a correr mientras extiendo mi lanza directo hacia mi oponente, levantando mi escudo para poder así detener el golpe que desean darme. Corro rápidamente y esquivo la lanza de Tyrell para meter a mía en el abdomen de mi contrincante. Siento como Ser Landon se resiste afirmándose de su caballo, pero eso no es nada comparado con mi poder y empujo con toda mi fuerza, derribando también al corcel.

Sonrío al llegar al otro lado de la pista y ver que tanto el jinete como el destrero están bien, sobre todo porque ese caballo ahora es mío. Levanto la mano para saludar al público, aunque nadie más que nuestra comitiva responde con saludos pues el silencio es lo que predomina en este momento en el campo.

Recibo una hermosa armadura de placas con grabados florales Tyrell y un destrero del Dominio de parte de Ser Landon. Le saludo con gentileza pues está honrando como un buen perdedor hace en una justa de caballeros. Le doy la mano y le agradezco como un hombre.

En la noche acudimos a una representación teatral acerca de las guerras entre Ándalos y Rhoynar. Me siento junto a mi escudero Haudrey para verla. La representación no es mala, pero recuerdo que la historia no la contaban de la misma forma en Dorne. Ahora hay un tinte muy notorio acerca de lo bárbaros y cobardes que eran los Rhoynar, cuando en realidad eran guerreros fuertes, disciplinados y astutos que vencían por su devoción y espíritu a los enormes y brutos Ándalos.

Ignoro las idioteces de los hombres de Poniente, que sienten que con sus basuras y narraciones baratas pueden cambiar la historia. No es relevante, igual hemos rechazado a sus ándalos e incluso a sus dragones.

"Jamás vencerán a Dorne. Nunca se rendirán ante los imbéciles. Nunca doblegado, nunca roto."

Luego me voy a dormir y descanso en paz, tranquilo para lo que seguirá.

Al otro día comienza el concurso de equitación, pero yo estoy concentrado en la justa que se vendrá, por lo que no noto que Haudrey no se inscribe. Guardo silencio ante eso y veo el papel que hace Gwraidd, apoyándole como corresponde. Después hacen el emparejamiento y termino siendo seleccionado para justar contra Ser Rowley Bolton, el Cruel. Es un justador peligroso y experimentado.

Veo la justa entre Ser Aethan Tormenta, de Bastión de las Tormentas y Lord Linn Mallister de Varamar. En el momento del choque, un halcón ataca al Tormenta, provocando su derrota. Luego veo como el halcón se posa en el cetrero de Lord Mallister. Entonces entiendo lo ocurrido y me acerco a mis cazadores y les comento, mostrándoles la situación:

"Si ese maldito cobarde me lanza a su pájaro cuando le toque conmigo, quiero que atraviesen al ave con una flecha. Mantengan los arcos listos."

La verdad es que no temo a esos malditos caballeros cobardes, por lo que veré a su bicho atravesado antes que permitir que me venza de forma sucia solo por su apellido. Pero ahora es el momento de luchar por mi propia victoria y Bolton me espera.

Me paro en el campo cuando llega el momento. Recibo el escudo y la lanza de torneo de manos de mi escudero mientras calculo la distancia y en cuantos segundos llegaré al encuentro de las lanzas. Cuando se da la señal, cargo contra él y bajo la lanza para impactarle. La velocidad es mucha y ese hombre es un fuerte caballero, por lo que adelanto un poco mi escudo y cuando siento la lanza de mi enemigo en mi escudo, lo giro un poco para que la lanza se desvíe sin golpearme de lleno, lo que logro. Mi lanza le impacta en su pecho detrás de su escudo, lo que le derriba con fuerza. He ganado el segundo lance.

Recibo una cota de mallas de buena calidad y un destrero de mal carácter del Norte, un carácter casi tan malo como el de su antiguo dueño al entregármelo. Se nota que no le sienta bien la derrota.

Luego se hace el siguiente emparejamiento, pero resulta que es mi turno de pasar directamente al cuarto lance. No me gusta avanzar sin luchar, pero las reglas son claras y solo puedo acatar en silencio.

Ser Madrigal ha sido descabalgado por Ser Sarmión Baratheon, el Rompetormentas. No es muy de extrañar pues es un gran justador y nuestro compañero siempre ha parecido más interesado en ensartar su miembro que su lanza, lo que de seguro ha terminado en una preparación deficiente. Aun así ha hecho un buen torneo, lo que es motivo de orgullo para todos nosotros.

Llego a semifinales y me toca justar esta vez contra Ser Qoylan Estermont, un muy buen caballero que ha demostrado concentración y fiereza, además de gran disciplina. Le sonrío y asiento la cabeza levemente hacia él antes de comenzar, indicándole que es un honor justar contra él.

La señal se da y cargo con emoción contra mi oponente. Si logro desmontarlo estaré en la final, a un paso de la mayor gloria. Preparo mi lanza y veo al enemigo acercarse a gran velocidad. Empuño con toda mi fuerza y sigo la trayectoria de mi enemigo hasta impactarlo rápidamente y con todas mis energías. Veo como el caballero sale volando desde su caballo casi hasta las gradas, con gran violencia.

Me bajo de mi caballo con ayuda de Haudrey y veo como Ser Estermont también se levanta. Recibo de su parte una armadura brigandina con decoraciones en forma de tortuga y un destrero de calidad media. Le saludo con la gentileza apropiada de un caballero mientras acepta honorablemente su derrota. Ahora estoy en la final.

Mi oponente será Ser Goldwin Reyne de Castamere, el mejor justador de los últimos tiempos según algunos. Dicen que el joven vasallo de los Lannister tiene futuro para ser el campeón desde ahora hasta el día de su muerte. Sonrío parcamente de emoción de pensar que me enfrentaré al joven prodigio, orgullo de muchos.

Me preparo recibiendo mi arma y escudo de manos de Haudrey mientras veo que, contra todo pronóstico, algunas personas del público me apoyan. Siento esa calidez y repito mi gesto de gentileza hacia mi oponente al otro lado del campo, inclinando mi cabeza hacia él. Respeto la fuerza y desde un buen rato que todos los que luchan son dignos de hacerlo.

Espero con ansias la señal y cargo con toda mi fuerza contra mi oponente. Preparo mi lanza al ritmo de los cascos de Nostalgia. Apunto contra él, pero en el último instante, baja la cabeza y esquiva mi golpe desviándolo con el canto de mi escudo. Su lanza me golpea en el pecho, lo que me sacude. Intento estabilizarme, pero mi pie derecho se sale del estribo y no logro hacerlo, cayendo por poco del caballo.

La ira me inunda y me suelto el escudo llevando mi mano derecha al mango de mi espadón, pero entonces entiendo que no es propio de un caballero de buenas maneras. Debo saber perder por el bien del feudo, pues de lo contrario solo le daré la razón a los que piensan que soy un bárbaro idiota, un recurso de un Ser Hadder desesperado, débil y sucio. Bajo la mano y me pongo de pie calmadamente.

Me acerco a Haudrey y le entrego mis armas y mi escudo. Le pido ayuda y me saco la cota de mallas. Le entrego la armadura a mi escudero y tomo las riendas de Nostalgia para acercarme a él y hablarle:

 - "Lo siento amigo, creo que aquí nos despediremos. Hemos viajado mucho juntos y es hora de que nos separemos. Ahora tu viajarás mientras yo volveré a Aguasclaras. Te quiero, amigo."

Le llevo al encuentro con Ser Goldwin Reyne y se lo entrego al momento que le hablo:

 - "Ha sido un buen movimiento, Ser Goldwin. Aquí está mi armadura y mi caballo. Se llama Nostalgia. Cuídelo mucho, por favor, es un gran amigo."

Le pongo la mano una vez más sobre la cabeza y me despido gentilmente antes de retirarme, dándole la mano como un caballero. Premian de forma apropiada a los participantes del torneo. Yo obtengo el segundo lugar y por eso soy premiado con unas espuelas de gran calidad con baño de plata, además de la gloria que me ha brindado esta participación. Escucho ciertas muestras de apoyo que me brindan y que me son completamente inesperadas, tanto por provenir de un feudo menor e impopular como por ser de origen Dorniense.

He perdido valiosas cosas en este torneo, pero he ganado otras. Así es la vida de un caballero, se gana y se pierde, muchas veces a la vez, pero siempre debemos estar dispuestos a continuar y mantener la frente en alto, tal como lo hago ahora que el torneo ha terminado.

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06/07/2014, 23:58
[OUT] Armase.

VIÑETA XVI Mes 8

Armase enfermo al lado de la cama de su madre la criada Naneleth, se duerme junto ella y delira en sueños. 

"Allí estaba aquella imagen, repetida una y otra vez en su mente... como una tortura, un castigo por aquello que pasó hacía 6 meses atrás. Isaura... después de un feroz combate Armase la había desarmado, y ella yacía en el suelo mirando al jinete con aquellos penetrantes ojos azules.

Habían entrado en decenas a tomar el castillo, pero el jinete Dorniense había evitado todos los combates posibles en cuanto vio a la pirata... ella desde lo lejos corría en busca de sus objetivos, mediante silbidos y movimientos ordenaba desde la distancia a todos sus hombres y de vez en cuando se detenía para degollar a algún soldado, con una técnica tan eficaz que parecía estar luchando contra críos destetados.

Otra vez se repetía esa imagen, ese retrato de sus ojos azules... Armase la miraba, ella en el suelo, aparentemente desarmada... él la miraba y se perdía en aquellos ojos azules. "De joven esta mujer habría podido ser la viva imagen de una diosa, la mismísima Doncella". No supo el tiempo que pasó perdido en ese torbellino azul de los ojos de Isaura pero... ni siquiera el dolor de la pierna lo despertó... La mente guerrera del jinete lo llamaba a gritos por encima del confuso corazón del hombre y sólo salió de su ensimismamiento cuando vio que la pirata cargaba otra vez la ballesta que acababa de disparar contra su muslo. Armase avanzó, cayendo al suelo por la herida justo cuando la villana disparaba, aquella casualidad hizo que esquivara el virote. Desafortunadamente nada detuvo la punta de la bota que se estrelló contra la nariz del Dorniense... oyó a la pirata pasar a su lado y recoger la espada de nuevo mientras el mundo se nublaba a su alrededor."

(La respiración de la madre de Armase se entrecorta en cuanto Armase sueña que está siendo herido)

Armase sigue delirando en sus sueños, cayendo en la inconsciencia dentro de su propio sueño:

"Alguien parece llamarlo desde la distancia "ARMASE JODER, LEVANTA", no sabe si se trata de Caster, o tal vez sea Bethan o su padre... no, su padre está muerto, murió cuando el tenía unos meses de vida. El caso es que Armase ve a Isaura bajando por las escaleras laterales del muro donde están. El jinete sin pensárselo dos veces rueda por el suelo y se lanza del muro, unos tres metros de caída. No llega a caer encima de la pirata pero cae ante ella en la escalera y la detiene momentáneamente."

(La respiración de la madre de Armase se detiene de golpe., mientras su mirada busca a su hijo, que duerme y grita en sueños a su lado)

"Armase se ha roto algún que otro hueso en la caída, pero aún tiene el coraje suficiente para sacar su daga e intentar detener a la pirata. Ésta intenta acuchillar con la espada al jinete caído bajo él, pero es muy testarudo y detiene sus ataques... ¡con una maldita daga! La daga puede detener la espada, pero no las patadas de Isaura que le rompen varias costillas. Armase vomita sangre mientras la pirata se aleja".

(El jinete despierta, pero no es él quién vomita sangre, sino su madre)

- ¡Madre, madre! Resistid, no muráis.- dice este, despejado de todo sueño pero no de su fiebre, que lo atormenta como lo ha hecho con su madre todos estos meses atrás.

- Precioso mío... dice su madre. Cuántas veces te digo que no me trates de vos... no merezco tal respeto, sólo soy una campesina. 

- Sois una mujer fuerte, que ha criado a un hijo pese a ser una viuda y os merecéis todo lo que se os pueda ofrecer.

La mujer se dispuso a hablar con lo que aparentemente eran sus últimos alientos de vida, de tal modo que escupía sangre entre palabra y palabra. 

- Ofrecédme entonces un último consuelo en forma de promesa.

El escándalo hizo que el Maestre Ammon apareciera a la puerta para oír los últimos intercambios de palabra entre madre e hijo. Tras él las criadas y algún que otro ayudante se asomaron.

- ¿Pero qué decís? ¿Por qué me habláis ahora de "vos"?

- Porque eres, Armase... Armase Arena, noble... no de cuna... pero de sangre y quiero que me prometas que lucharás por un sitio de honor...

(...)

Según se cuenta por el castillo... 

"Armase susurró algo a los oídos de su madre, nadie sabe lo que dijo... ni siquiera saben si su madre lo llegó a oír; pues cuando el jinete se levantó de su vera ella ya yacía con los Siete, allí donde van las acompañadas por la Madre o la Vieja. Lo que sí se sabe en el castillo es que Armase lloraba al salir de la habitación, fue la primera y la última vez que vieron a aquel hombre llorar"