Partida Rol por web

Notas que la puerta esta algo mal. Parece no encajar bien en las lineas de la madera, como si no fuera correcta. Eso fue la causa de que tuvieras algun problema para abrirla, ya que nada la trababa desde dentro.

Junichiro miró la corredera de la puerta

- Es cierto, la puerta está mal encajada. Como si la hubiesen cambiado por otra.

Era un detalle llamativo, aunque que podría significar, no lo sabía. ¿Por que iban a cambiar la puerta de la habitación?

- hay que preguntar si fue cambiada, mi señor - se pone de pie, y queda cabizbaja, no quiere volver a mirar hacia atrás, ya había quedado en su cabeza la imagen grabada de ese hombre asesinado, está aterrada, porque aquello le recuerda sueños o quizás hechos reales que le habían pasado, muchos de esos recuerdos parecían ser en pesadillas horrendas que aún la perseguían en las noches.

Suzue, ya de pie, se queda de espaldas al cuerpo, estaba pálida, y mareada, el olor a sangre le asqueaba enormemente, aún era muy impresionable ante escenas así,  pero no se movió de donde estaba a menos que Daidoji-sama le diera la orden de salir o de seguirlo, no sabía como reaccionar, estaba con sus ojos perdidos en la  puerta y claro, en sus cavilaciones sobre lo que estaba sucediendo.

- Será mejor que vayas a las cocinas y pidas algo de beber. No es necesario que sigas viendo esto -dijo a su sirvienta, consciente de que aquello le estaba sentando mal. A fin de cuentas, él también tenía el estómago revuelto, pero aquel detalle que la joven había descubierto había llamado su atención lo suficiente como para olvidarse momentaneamente de su incomodidad.

Asintió con la cabeza, voltéandose hacia él, pero con su mirada le pedía que también saliera para hablar, estaba nerviosa y comenzaba a ponerse paranoica ¿y si era el demonio? ¿y si... si no lo habían matado?. Se estremeció, y bajó la vista para poder salir de la habitación rogando que su amo saliera detrás de ella, aunque luego podrían conversar y compartir impresiones de lo que estaba pasando.

Suzue sale para ir a las cocinas, mientras el resto observa el cuerpo.*

Bayushi-sama, ante la parqueza de palabras a nivel general, comienza a repartir instrucciones.

-Kashira-sama, que sus bushi cierren esta zona. Envié a un par de etas a encargarse discretamente pero con respeto del cuerpo. Deseo tambien hablar con los guardias de la puerta, para confirmar que no vieran u oyeran nada sospechoso. 

Seguidamente mira a los jovenes samurai.

- Busquen a Suzume Yugoki-san. Tenemos que comprobar las armas de los invitados bushi cuanto antes, en especial katanas y armas de corte. Usen su autoridad para solicitarlo. Tambien interroguen a cualquiera que pudiera ver algo sospechoso en esta zona. Quizas el culpable todavia no halla tenido tiempo de limpiarla a la perfeccion.

De camino a la cocina, el palacio se siente mas oscuro y opresivo. Muchos se han retirado luego de la cena, incluso entre los sirvientes mismos, lo que aumenta la sensacion de peligro... aun siendo que estas tras muros gruesos y hay bushis aqui. Pero tambien hay otra cosa, como dos muertos prueban... No obstante arribas sin contratiempos.

En el lugar solo quedan aquellos que estan lavando los enseres usados en la comida, disfrutando tambien de los bocados no probados por los samurai. Aunque la comida es sencilla, resulta mucho mas de lo que estas humildes personas estan acostumbrados, evidentemente. Una de ellas te mira, sonriendo a pesar de su cansancio. 

-Hai, bishojo-chan? Que estas buscando?

Aun consternada por lo que había presenciado, caminó más por un gesto mecánico que consciente hacia la cocina, pasando entre los pasillos y dar con la parte caliente de la casa, en donde habían otras personas, pero ella apenas levantó la vista, estaba pálida y sobre todo asustada, no podía alejar de su mente las suposiciones que hizo antes, y la posibilidad de que no hubieran acabado con ese demonio... No resistiría si otra vez  le pasara algo así, no podría..

- eh...- levantó  su oscura mirada hacia aquel hombre, le sonrió suavemente, agradeciendo sus palabras - perdón anata-san - juntó sus manos delante de su regazo he hizo una reverencia disculpándose - deseo un te, por favor.. puede decirme donde servírmelo  y yo lo haré, para no molestar - sonríe la chica, pero aquel gesto no es luminosos como antes, aún estaba asustada.

-¿Te? Hai hai... la tetera esta sobre el fuego. Los ingredientes en la mesada.+indica la mujer, señalando un rincón+ Sirvete tu misma pequeña. 

Dicho esto continua su tarea con una sonrisa, lavando los cuencos. Mientras preparas el te, notas que aparte de ella apenas hay otros 4 en la cocina, algunos lavando, otros acomodando, todos con aspecto cansado. Te recuerda un poco a tu hogar. Alli eras la encargada de estos menesteres, para... Solo de pensarlo duele. Era algo que hacias de corazon, para tu familia querida. No obstante, esta gente que sirve a los Suzume parece tener una expresion similar a la tuya. ¿Es tan feliz la servidumbre a los samurai? Todavia no haz tenido tiempo de sentarte detenidamente a pensar en tu futuro. Habra que buscarlo pues. Pensar en llamar a Daidoji-sama... Aunque bueno, un sirviente comparte muchas cosas con su señor. Conoce su casa, oye las conversaciones, cuida sus necesidades. Igual que tu con Tanimoto. al repasar esto, caes en cuenta que nadie como un sirviente, conoce a un samurai. Asi que nadie como los que estan aqui conoce a los Suzume a fondo, y su fortaleza.

Asintió la joven y fue donde le indicaron para poder buscar la taza y el agua hervida, puso un poco de té de hojas en la pequeña tetera de cerámica y luego el agua caliente. Suspiró la joven, y miró de reojo a aquellos sirvientes, que reposaban de un largo día de trabajo. Se preparó un te, y luego se giró hacia ellos.

- perdón...- los interrumpe, bajando la cabeza, sin mirarlos - me preguntaba... si desean un te también, sería una alegría para mí, servirles uno - mantiene esa postura sumisa, sin mirarlos.

-¿Eh? +murmura uno, algo somnoliento, mientras el resto te miran. Por unos momentos te vuelves el centro de atencion, una sensacion rara, pero rapidamente la primera que hablaras reacciona+ Oh, si, estaria bien pequeña. Hay que despejarse. La noche no termina hasta que todo quede en su lugar..

-si, y todavia queda ir a casa uff...+suspira otro, con fatiga, mientras acomoda algunos enseres en un anaquel+ No quisiera dormirme y acabar como Kirosu, rodando... ¿Como esta por cierto?

-Mejorando despacio. +contesta un tercero+ Vi a su esposa antes de ayer. Puede que vuelva al trabajo en 2 meses. Los huesos toman tiempo, ya sabes..

Poco a poco entran en tema sobre un sirviente que al parecer tuvo recientemente una seria caida, mientras les sirves el te. Curiosamente nadie menciona como sucediera.

Setsuko, tras unos momentos  de nauseas y de apoyarse en la pared para no caer como un peso muerto, logra tras mucho pensarselo acomodarse y responder a su maestro:

Inmediatamente señor, iré en su búsqueda. Sale del recinto  corriendo, se quiere alejar del lugar cuanto antes, de solo pensar en la escena le vuelven el mareo y lo que menos quiere es que precisamente Suzume Yugoki la vea en ese estado de indefensión. 

Un poco más compuesto, Junichiro volvió a mirar al cuerpo. Una herida tan grande no se hacía solo con una hoja afilada.

- Está claro que ha sido un golpe poderoso, dado por alguien fuerte. Se me ocurren un par de sospechosos; iré a buscarlos.

Junichiro se marchó detrás de la Escorpión, aunque su intención era primero hablar con su sirvienta. Parecía muy agitada.

El Grulla apareció en las cocinas buscando a Suzue

- ¿Querias decirme algo, Suzue-chan?

El lugar mas logico donde empezar a buscar es en el salon central, pero ya no queda nadie en el mismo, salvo un sirviente que limpia el piso. ¿Donde mas podria estar? 

Su cuarto es una buena alternativa, pero desde lo de Iuchi, se ha regresado a su habitacion original, en los aposentos privados de la familia. Otra posibilidad es que este en los baños. De ahi en adelante es pura conjetura. Estos hombres que desaparecen cuando los necesitas más...

Justo en eso ves al ronin Saemon, viniendo desde el salon de artesanias. Cierto que tambien tienen una charla pendiente ambos, pero ahora no parece el momento. O quizas si.

Shosuro-san sale a buscara al joven hijo del daimyo, mientras que Daidoji sigue un camino diferente, encarando hacia el otro pasillo, donde estan las cocinas y almacenes, como seguramente tambien la joven Suzue. 

Kashira sama entretanto da las ordenes abruptamente a los bushi de cerrar el lugar. Togo-sama por su parte, encara hacia la puerta principal con paso vivo, para hablar con los guardias.

La noche es mas agitada de lo deseable. Incluso a pesar de la discrecion con que se mueven, pronto surgen curiosos que observan. Les parece adivinar al Agasha, quien viene desde el santuario al parecer, pero tambien al delicado Tombo, el cual se asoma desde un cuarto algo mas distante a mirar la escena. Un cuarto que evidentemente no es el suyo, puesto que la puerta con el mon Libelula, es justamente la otra del cuarto de la victima. 

Suzue-chan parece bastante a gusto. Se encuentra sirviendoles te a los criados que todavia estan en servicio, casi como si estuviera en su casa. 

Por su parte, ella ve a Daidoji-sama llegar con porte serio. Los comentarios que oia se interumpen al llegar el samurai, siendo reemplazados por educadas reverencias, sin que siquiera una disimulada mirada escape hacia la jovencita que este busca. Pero el aire mismo de la calida cocina, cambia con una autoridad en ella.