Partida Rol por web

El grupo no tardó en llegar al lugar de los hechos, era u callejón como otro cualquiera de la ciudad cerca de Brooklyn que había sido renovado y convertido en una calle algo estrecha con numerosas tiendas, al fondo podía verse la entrada del restaurante al que la pareja de desaparecidos se dirigía, a lo largo de la calle había tres tiendas, una de golosinas llevada por un chico joven y que estaba llena de niños, frente a esta una pastelería con dos chicas como dueñas y justo antes de llegar al restaurante una tienda de esoterismo que estaba cerrada en esos momentos.

El restaurante, un pakistaní estaba abierto y un chico estaba en la puerta limpiando, no muy lejos podían verse los restos del cordón policial que ya habían levantado.

La ruta hacia el restaurante era sencilla. Llegamos a Franklin Delano Rooselvelt Drive y continuamos por ella hasta el tunel de Hugh L. Carey para entrar en Brooklyn. Tras cruzarlo tomamos Ocean Parkway. El restaurante pakistaní está justo a la vuelta de donde aparco. La zona está repleta de restaurantes pakistaníes e indios.

-Deberíamos separarnos para llamar menos la atención. Les susurro a ambos. Aunque Jon seguro que será el centro de atención. -Debería buscar en el callejón a ver si encuentro algo. Con suerte pillo a algún cocinero o camarero que me pueda contar que ha pasado o si vio alguna cosa rara. Continuo.

Miro al rededor y observo que hay una farmacia y dos tiendas. -Quizá las tiendas estuvieran cerradas o a punto de cerrar, pero si la farmacia estaba abierta a esa hora a lo mejor vieron algo. Digo señalando con la cabeza el edificio de enfrente.

Miro a mis compañeros y espero una respuesta afirmativa o negativa a mi sugerencia.

Jon, como buen caballero inglés, no había puesto ningún tipo de reparo en que Celine ocupara el asiento de coopiloto, al contrario, consideraba que así debía ser y mientras él investigaría como funcionaba el móvil que le había regalado su hijo Sean en Navidad. A decir verdad había estado a punto de no llevarlo con él... había vivido toda su vida sin aparatos de esos y siempre se als había apañado, sin embargo si que debía de reconocer que eran útiles para ponerse en contacto con las personas en tiempo real y quien sabía, lo mismo necesitaba hacer alguna llamada a su primogénito en algún momento, solía ser mucho más eficiente que él y además facilitarle toda la información que requería... sí, Sean molaba... aunque el principal problema que tenía su hijo era su ausencia de carisma, era demasiado serio... una lástima, pues había heredado su apostura y era más listo que Jon, odbiamente en eso le había salido a su madre...

Cuando apenas quedaban unos pocos kilómetros para llegar a su destino, Pertwee se dió cuenta de que había aprendido él sólo a mandar emoticonos a través del washap... sin dudarlo se apresuró a escribir un mensaje a Sean.

Sean, pimer caso... desaparición en un callejón en Brooklyn, voy en una compañía extraordinaria. Les mostraré a estos jóvenes que los viejos roqueros nunca morimos.

Una vez que se hubo apeado, abrió galante la puerta a Celine y miró a su alrededor, se sentía extraordinariamente bien, tanto que comenzó a tararear una vieja canción de Jimi Hendrix.

- Me parece perfecto Arkady, yo acompañaré a Céline... iremos a la farmacia y de paso le echaremos un ojo a las tiendas que puedan estar abiertas, nos vemos en este mismo lugar de aquí a un hora ¿deacuerdo?

Surgirió el ex-militar mientras oteaba el callejón y hacía algo tremendamente friki pero efectivo según su propio criterio, salivar la yema de su dedo índice y extender el brazo ante sí, como si examinara la dirección del viento.

- El aire no parece extremadamente viciado...- murmuró para sí inspeccionando todo lo que se le ponía por delante en plan Sherlock... pero a lo dandi- bien...- le dijo a su compañera al cabo de unos minutos- apresurémonos, querida.

Me aproximo a una puerta de verja que da a la parte de atrás del restaurante. Cuando nadie mira la empujo levemente para comprobar si está abierta. Por fortuna sí, y no tengo que saltarla. Allí en el callejón hay un par de contenedores unas cajas de madera y una prenda que me niego a tocarSeguramente sea del tendero de arriba pienso levantando la cabeza, ya que esta bastante desgastada y sucia. Sigo buscando.[1]

Tras el rastreo de la zona me acerco a la puerta del restaurante que da al callejón. Por desgracia no hay nadie en la puerta. La puerta de al lado está entre abierta asomo la cabeza y vea aun mozo de carga o camarero, no lo sé bien, dentro entre las cajas.[2]

La farmacia a la que se dirige Jon no estaba en el callejón sino en la calle principal de la que salía este, al llegar puede ver como el local está tranquilo, un par de ancianas comprando sus medicinas mientras el amable farmacéutico, un hombre joven les atiende amablemente, por lo que pueden ver desde la farmacia no se ve el interior del callejón.

Por su parte el ruso se acerca al restaurante, allí puede ver como el chico de la puerta estaba limpiando la entrada del restaurante. En su revisión no le llama nada especialmente la atención salvo quizás la pequeña esquina con el precinto policial, precisamente eso, que era una pequeña esquina.

Esquivo de manera cuidadosa al camarero de la puerta y tras asomar la cabeza dentro del almacén me cuelo dentro para ver al joven que está entre las cajas. En menos de tres segundos me ve y se lleva rápidamente la mano derecha a la espalda y tira algo al suelo. No tardo en percatarme del olor dulzón que inunda el ambiente. El mozo de carga, de no mas de 17 años, estaba fumando un porro oculto entre las cajas. Me mira entre asustado y sorprendido. Decido ver si es posible sacar partido a la situación. Saco mi cartera fingiendo que es alguna acreditación gubernamental.

-Por favor. No le diga nada a mi padre. Dice el chaval casi con lagrimas en los ojos

-Si no digo nada me deberás un favor muy gordo chaval. Digo acercándome y pisando el pitillo ¿Tu padre es el dueño del restaurante?

-Si, señor. Hoy no ha bajado, se encontraba mal. Vivimos en el tercero. Dice señalando la ventana entreabierta

-¿Tenéis cámaras de seguridad?

-Sí. Una en el almacén, otra en la puerta del restaurante y otra en el callejón. Pero esa ultima la rompieron el otro día.

Huuum... Alguien conocía la situación de la cámara. Pero no forma parte del restaurante. Si no habría roto las otras.

-¿Oíste algo raro el día que la rompieron? Le pregunto al joven.

-Oí un grito de mujer y cuando me asomé solo había unos zapatos en la calle. ¿Me he metido en un lío? Musita tembloroso

-No. Al menos de momento. Voy a necesitar las grabaciones de las cámaras.

El joven avanza por el almacén y llegamos hasta un despacho con un monitor de televisión que parecía tener casi mas años que yo.

Sujeto mi llavero con forma de Bola 8 y lo giro levemente haciendo que asome la punta de mi puerto USB oculto en la esfera.

Seguro que Céline puede analizar esto. Espero que haya algo. Digo mientras extraigo los vídeos de las tres cámaras.

-Puede que algún día me veas por aquí. Yo no te conozco, ni tu me conoces a mí. Pero si ves algo raro cuéntamelo. le doy la mano para cerrar el trato y tras recibir el gesto de vuelta le doy mi tarjeta.

Entro dentro del restaurante con normalidad y me pido un té negro esperando a que llegue la hora para quedar con Jon y Céline.

Céline pensó en la tienda esotérica que había cerca del lugar de la desaparición de la pareja, por algún motivo le pareció que quizá tuviese algo que ver en todo aquello, pero no fue más que una intuición y además estaba cerrada en ese momento, así que simplemente siguió a Jon en dirección a la Farmacia observando sus gestos con interés. 

En el lugar había poco de interés según le pareció, más allá de un par de ancianas, desde la farmacia no se veía el callejón. Quizá fuese mejor opción preguntar en la pastelería regentada por dos chicas jóvenes... Las mujeres suelen fijarse más en según qué cosas, si además eran jóvenes y el chico que iba al restaurante con su novia, era guapo, tal vez le dieron un buen vistazo, quizá comentaron algo sobre él, o sobre ambos. Detalles que podrían ayudarles en la investigación. 

Céline esperó a ver si Jon quería hacer alguna pregunta al farmacéutico o centrarse en algo que llamase su interés. 

Cuando el ruso llega a la puerta del restaurante puede ver que este parece un lugar bastante bien decorado y con muchos detalles, se notaba que era un lugar en el que los dueños se ocupaban mucho del aspecto exterior y que estuviera limpio, el chico que estaba limpiándolo el cual por sus rasgos era sin duda Pakistani o de la zona, aunque con un corte de pelo y de barba moderno y con un pendiente en la oreja le observa y dice con un tono algo monótono, como si no fuera la primera vez que dice eso:

• Perdone aún no se puede entrar, la hora de apertura es dentro de media hora, si quiere hacer reserva para asegurarse mesa, el número de teléfono puedo dárselo si lo desea, pero ahora mismo no se puede acceder al local, estamos ahora mismo limpiando.

Mientras tanto en la farmacia dentro de la cual hacia una temperatura realmente agradable y olia a un olor dulce pero agradable, el farmacéutico un chico joven que sin duda no debería de llevar mucho tiempo allí, termina de atender amablemente a las ancianas y al verles les mira y con una amplia sonrisa dice:

• ¿Buenos días en que puedo ayudarles?

Jon antes de entrar en la farmacia se apoyó en la pared y se quedó mirando a un punto en concreto y sujetó a Celine por el brazo para que se pusiera a su lado, mientras miraba a la esquina con el precinto policial y lo señala con el dedo.

- Celine, mire... esa pequeña esquina con el precinto policial- se tocó la nariz con el índice- ¿Quién sabe, pero... algo me dice que debemos echarle un vistazo? a veces la policía suele pasar detalles que resultan claves- aclaró- pero vayamos primero a la farmacia...

Jon miró varias veces desde el escaparte y la puerta la visibilidad desde la farmacia al callejón, por si el farmacéutico podía haber visto algo... pero eso parecía improbable. Entonces, decidió esperar su turno para comprar algo mientras ponía el odio y trataba de comunicar con quizás algún gesto exagerado de ojos que hiciera lo mismo su compañera... mirando primero a las ancianas, luego al farmacéutico y tocándose la oreja.

- Buenos días- sonrió ampliamente al llegar su turno- verá.. cof.. cof...- tosió con un vaivén de las chorreras de su camisa- tengo la garganta irritada...cof,cof... ¿podría darme algo para aliviarlo?

La conversación de las ancianas principalmente era comentando algunos cotilleos del barrio, pero también comentario algo sobre lo sucedido en el callejón:

• Si, que raro, han desaparecido
• Sí, es verdad, ¿pero la policía no sabe nada no?
• Así es, pero bueno, no sé, un asesinato no creo que sea, porque no hay sangre ni nada, además este barrio es muy tranquilo, aunque últimamente con esta juventud y esos moros
• Si, si, desde que los moros esos pusieron el restaurante y la tienda esa de cosas de brujería pasan cosas raras… antes este barrio estaba mucho más tranquilo.

El farmacéutico mira a Jon y sonriente dice mientras sacaba un medicamente en un frasquito:

• Claro, tengo aquí un jarabe que le suavizara la garganta, si ve que no le sirve demasiado le recomiendo que acuda a su médico.

- Oh... seguro que con esto... cof,cof... es suficiente... ¿cuanto es?- entonces miró a las ancianas y gestiló como sorprendido por lo que escuchó- disculpen mi intromisión señoras- dijo acentuando su acento británico que tan caballeroso sonaba en América- pero no he podido evitar escuchar vuestra conversación... ¿Qué es lo que ha pasado?... verán he venido unos días para ver a mi hija- miró complice a Celine- que se ha instalado recientemente en esta zona por trabajo y parece que ha ocurrido algo extraño... siempre he creído que este barrio es tranquilo, como comprenderán es normal que me preocupe por el bienestar de mi hija...

Cuando el ruso llega a la puerta del restaurante puede ver que este parece un lugar bastante bien decorado y con muchos detalles, se notaba que era un lugar en el que los dueños se ocupaban mucho del aspecto exterior y que estuviera limpio, el chico que estaba limpiándolo el cual por sus rasgos era sin duda Pakistani o de la zona, aunque con un corte de pelo y de barba moderno y con un pendiente en la oreja le observa y dice con un tono algo monótono, como si no fuera la primera vez que dice eso:

• Perdone aún no se puede entrar, la hora de apertura es dentro de media hora, si quiere hacer reserva para asegurarse mesa, el número de teléfono puedo dárselo si lo desea, pero ahora mismo no se puede acceder al local, estamos ahora mismo limpiando.

Por otro lado, en la farmacia las dos mujeres miraban a Jon, sin duda eran unas buenas cotillas del barrio puesto que no dudaron en informar al hombre hablando rápido y como si estuvieran hablando bajo cuando en realidad no lo hacían:

- No tiene que preocuparse, es un barrio tranquilo y agradable, pero desde que esos... musulmanes pusieron ese restaurante viene mucha más gente aquí.

- Si... Pero no fue hasta que se puso esa tienda de cosas raras al lado que no empezó a venir la gente rara...

- Si... Hippies de esos... Con pelos sucios y pintas raras

- Si, Mary Margaret no olvides a los que van de negro con pinchos... Y sobre todo ese tipo raro de la gabardina...

-Sí, ese era el más raro de todos

Las mujeres usaban un tono de cierto desprecio y de estar extrañadas con la gente que acudía a la tienda, mientras el farmacéutico escuchaba asintiendo, parecía que en parte estaba de acuerdo con algunas cosas ya que empezó a asentir cuando hablaron de la tienda.

Me acerqué al joven y le pregunté si le podía hacer unas preguntas. Usando mi cartera a modo de placa gubernamental. Aunque no había nada. Capté su atención

-Hola. ¿Te importa que te haga unas preguntas?. Estamos investigando la desaparición del otro día.
Supuse que la policía ya habría hablado con él así que continué.
-La policía no esta siendo muy colaborativa. Dando a entender que era de alguna agencia.
-Pero a diferencia de esos comedonuts, yo soy mas generoso. Dije asomando un billete por la solapa de mi chaqueta.

Céline parecía bastante distraída, en realidad no parecía en absoluto interesada por lo que las dos mujeres estuviesen cotilleando, y el farmacéutico no llamaba su atención ni en lo más mínimo. Ella seguía pensando en la tienda de esoterismo y en el tema de los zapatos en el asfalto, ese simple detalle le daba a todo el asunto un aire de película de alienígenas. "Como si hubieran sido abducidos" pensó "Vaporizados".

Jon seguía con su cháchara y su despliegue de dones sociales, como ella no tenía de eso, se limitaba a mirar hacia cualquier estantería y a asentir de vez en cuando con media sonrisa vacua cuando su compañero la mencionaba para algo.

Había demasiados detalles que se le escapaban en aquella investigación, para empezar quizá debieran haber pedido a la policía más información sobre el caso, información básica como por ejemplo quiénes eran las personas desaparecidas o quién denunció su desaparición, y sobretodo, por qué sabían que era una desaparición y no una simple huída de dos personas que habían decicidido quizá gastar una broma dejando allí sus zapatos para largarse juntos a cualquier parte.

Se preguntó mientras las mujeres cacareaban respuestas teñidas de prejuicios añejos y desfasados, si Arkady estaría teniendo mejor suerte que ellos. Tal vez luego comparando impresiones lograsen tener algo claro. De momento todo aquello era como dar palos de ciego con tan poca información sobre lo sucedido.

El chico mira distraídamente al ruso y dice:

• Claro… dime… y más si eres tan amable… parece que hablamos un idioma parecido…

Tras el comentario de la policía dice:

• Si, bueno, vinieron hicieron algunas preguntas de si habíamos visto algo o escuchado miraron en la esquina esa y poco más, pero no nos hicieron mucho caso, cuando les dije que el tipo de la tienda de ahí al lado era raro no me hicieron caso, dijeron que no estaba allí…

El chico mira de reojo al callejón y añade en tono algo más confidencial:

• Pero desde que esta esa tienda viene gente muy rara por aquí… mire, el otro día vino un tío rarísimo, llevaba un abrigo largo de color rojo supercantoso, unas gafas de sol redondas con cristales amarillos y un traje con una corbata roja, era bastante llamativo el tío la verdad… pero la policía no me hizo mucho caso que digamos.

Mientras tanto en la farmacia la conversación seguía de la misma forma que había estado, el farmacéutico mira a Celine y dice:

• Así que vas a venir a vivir por aquí ¿no?, bueno, no te preocupes es un barrio bastante tranquilo en realidad, esto no es lo normal, ¿y cómo es que has elegido este barrio?

De pronto en el movil de todos llega un mensaje

Soy Sandara cuando terminéis el día volver a la oficina, vamos a ir a tomar algo para hacer una pequeña fiesta de bienvenida

Asiento con la cabeza. Extiendo la mano y le ofrezco el billete que le enseñe momentos antes. Acto seguido le doy mi tarjeta

- Si ves algo raro llámame o mándame un mensaje. Ni te molestes con la policía. Me giro y me dirijo a la puerta -Ah y el Biryani huele genial. Puede que venga a comer algún día. Comento antes de cerrar la puerta.

-Vale vamos a ver que han descubierto Jon y Cec... El móvil vibra en mi bolsillo.

¡¿UN PUTO GRUPO DE WHATSAPP?! Me digo en alto tras ver la invitación de Sandara.

Lo primero antes de ninguna fiesta es ver que sabe la policía o que cree que sabe.

Me acerco hacia la farmacia y veo un par de siluetas dentro que se parecen a mis compañeros. Espero fuera. Hay un pequeño kiosco al lado donde compro un paquete de caramelos. Me apoyo en la farola a la puerta de la farmacia, me llevo uno de los dulces a la boca y me pongo las gafas de sol.

Céline parpadeó cuando el farmacéutico se dirigió a ella. Era mala mentirosa, en realidad era una pésima mentirosa, y si la pillaban infraganti, sin tiempo para preparar algo que decir, era una nula mentirosa. Así que, cuando el chico le habló y le preguntó, no fue capaz de responder inmediatamente, y lo único que se le ocurrió fue ocultarse tras una falsa timidez, el papelón le salió muy bien, porque en realidad se sentía como una estúpida cría torpe.

- Eh... Sí.- Dijo tratando de sonreír y lanzando miradas rápidas a Jon, que a diferencia de ella, estaba tan tranquilo, incluso sonriente (¿Divertido quizá?) con su porte de inglés desfasado pero sin duda elegante.- Eh... Pues... Me pilla cerca del trabajo.

Otra sonrisita estúpida, se subió las gafas y, en ese instante, sonó su teléfono, lo que agradeció enormemente pues le dio la excusa perfecta para desviar la mirada y poner la atención lejos del dependiente. Era un wassap de Sándara. Sonrió al leerlo, wow, una fiesta, genial... Miró a su "padre" y su sonrisa se amplió.

- Los compañeros de trabajo darán luego una pequeña fiesta... - Anunció, y miró las pastillas que Jon había comprado.- ¿Necesitas algo más, papá, o podemos irnos?

Cuando le da el dinero el chico sonríe y recoge la tarjeta para añadir mientras movía el billete:

- Claro, la policía no es tan amigable como usted... Y si la comida aquí es bastante buena, si viene me asegurare de colocarle en un buen sitio señor Boris... Señor...

Mientras tanto en la farmacia el farmacéutico asiente y dice:

- Pues bienvenida al barrio señorita

Decía con una amplia y amable sonrisa, parecía un chico bastante simpático y amable. Mientras tanto las dos ancianas dicen:

- Bueno, deben tener mucho cuidado con gente extraña

-Si, a donde vamos a llegar con lo tranquilo que ha sido siempre este barrio

-Bueno, nosotras tenemos que irnos... Le volveremos a ver por el barrio cuando venga a visitar a su hija

Para salir las dos caminando con tranquilidad de allí, parecían bastante animadas y cuchicheaban entre ellas algo.