Partida Rol por web

Los rumores sobre el fracaso de la misión de los enanos corrieron como el fuego de alquimista por el campamento de la Hueste Justa. Sin duda, esto fue un gran golpe para los planes de Thrommel, que vio resignado como Kell se unió a las fuerzas del Templo y empezó a comandar algunas de sus fuerzas.

Vosotros, atraídos por los clamores de batalla y queriendo aportar vuestro grano de arena para evitar la invasión de las malvadas fuerzas del templo, no habéis dudado en tratar de uniros a la Hueste Justa. Os habéis dirigido a donde supuestamente está su campamento base.

El campamento de la Hueste Justa no es más que un descampado en ruinas de tiendas de campaña derruidas y carros de suministros destruidos. La cabaña del Príncipe Thrommel ha desaparecido, como si nunca hubiera existido, y alrededor se ven los cadáveres de caballos, humanos, enanos, orcos y ogros asesinados, con algunos gigantes de las colinas y trolls quemados entre los muertos. El carro blindado que una vez llevó al prisionero, Dennek, ha sido volcado y su puerta arrancada de sus bisagras de hierro.

Mientras examináis la escena, un cuervo blanco cae del cielo y se posa sobre los escombros. Grazna, toma el aire, luego se posa en un tocón de árbol ahuecado y picotea en él.

El pequeño templo 'Piedrahogar', una antigua congregación de enanos, no iba a quedarse al margen cuando la corrupción más impía surgió del Templo del Mal Elemental. Envió a varios de sus hermanos al frente, con vistas a ejercer de sanadores y también de brazo armado llegado el caso. Los sacerdotes guerreros de Berronar podían ser tan piadosos con el desdichado como implacables contra la oscuridad.

Furen era uno de estos devotos, y allí estaba, junto a sus compañeros de batalla observando el paisaje desolador. Musitó una vieja oración en lengua enana en honor a los caídos.

-Terrible es el peso que la guerra carga sobre nuestros hombros. Física y espiritualmente. Pero no desfallezcáis hermanos. El bien prevalecerá, y el mal volverá al sucio agujero del que nunca debió salir.

Entonces sus ojos se posaron en aquel cuervo blanco. Era normal que los córvidos acudiesen, como los carroñeros que son, a los restos de un campo de batalla. Sin embargo, un ejemplar blanco era extraño. ¿Sería un presagio de algún tipo?

Brob es un gnomo que había pasado buena parte de su vida adulta en soledad. Nació en Rastor, en las Montañas de Kron. Después de su formación inicial en la escuela de magia se apartó en un retiro voluntario para perfeccionar sus conocimientos con un puñado de libros, y unos pocos bienes de primera necesidad. Algo falto de juicio y con pensamientos dispersos causado por el aislamiento, permaneció en los montes hasta que los desastres del mal comenzaron a hacer estragos en su región. Ciertos sueños tenebrosos que todavía no es capaz de recordar bien y el movimiento de tropas de la zona que lo arrancaron de su ensimismamiento, lo devolvieron a la civilización: lo entendió como signo de que era el momento de regresar. Se unió a una compañía y trabajó en pos de la paz frente al mal. El espectáculo de la muerte provocado por la guerra lo dejó estupefacto.

Brobdingnag se quitó el sombre y acompañó en silencio la plegaria del enano. Se sorprendió al ver el comportamiento del animal.

—Acerquémonos a él. Creo que es un presagio de los dioses. Esperemos que nos sea propicio.

Contemplando el dantesco panorama, Dain dejo caer el pesado mazo para apoyarse sobre el mismo mientras negaba con la cabeza. La guerra y sus horrores eran parte del día a día para cualquier soldado de infantería. No obstante, por ese mismo motivo, al haber vivido innumerables batallas, el campeón enano era plenamente consciente del profundo dolor que siempre provocaban. Además, en esta ocasión, al parecer habían llegado tarde al punto de encuentro.

-¿Y ahora qué?--se preguntó pensativo, acostumbrado como estaba a recibir órdenes de sus superiores.

Aloth parecía estar en otro lugar, seguía sonriendo a pesar de que nada a su alrededor te haría sonreír. Contempló a sus camaradas... ¿Dónde los había conocido? ¿Cómo? Pensó. Pero no importaba, el pasado, pasado era y ahora, estaba rodeado de los restos calcinados de lo que debería haber sido un concurrido y ruidoso campamento. Sentía curiosidad por conocer la veracidad de los rumores... Había conocido a pocos enanos que habían errado en sus campañas pero esto... Esto era diferente.

Algo lo sacó de sus pensamientos... 

- ¡¡E blanco!! - Chilló mientras daba pequeños saltitos y señalaba al ave... y volvió a chillar - ¡¡E banco!!

Dando saltitos, comenzó a acercarse al extraño ejemplar de cuervo mientras sacaba un pequeño libro en el que anotaba sus descubrimientos más asombrosos.

- Cuevo banco - Ahora habló diametralmente a los anteriores chillidos, más para sí que para los demás, mientras escribía velozmente en su pequeño libro de campo.

A Glohrim le vinieron muchos recuerdos al oír el nombre de su sobrino, Orsik. Hacía mucho tiempo que no sabía nada de él, sin embargo, su nombre vino unido a malas noticias. La última misión de la Hueste Justa fue un fracaso y Glohrim se temió lo peor. Solicitando un reasignamiento el enano se dirigió hasta aquí para reunirse con el príncipe Thrommel. Como paladín juramentado su lucha contra la creciente oscuridad era algo para lo que se había estado entrenado y por lo que había batallado sin descanso. 

Por desgracia, el campamento base ya no existía, el terrible y desolador aspecto que se presentó ante sus ojos hizo que, por un momento, se le encogiera el alma. El olor a muerte y maldad inundaba toda la zona. El paladín miraba de un lado a otro y solo encontraba cadáveres.

--¡Malditos bastardos!-- pensó durante un instante mientras apretaba con furia su arma.

—¡Abrid bien los ojos y andad con cuidado!..— dijo a sus compañeros —..no quiero llevarme ninguna sorpresa..— añadió en un tono más suave.

Furen y Brob se iban acercando al tocón cuando fueron adelantados por un espontáneo Aloth. El cuervo trastabilló cuando observó al gnomo acercarse, revelando un hueco en el tocón donde se había dispuesto un pergamino.

El gnomo desenrolló con ansia el pergamino que decía lo siguiente:

La tragedia persigue nuestros pasos, amigos míos. El enemigo trató de interceptar al Príncipe Thrommel cuando regresaba al campamento y, aunque escapó, lo persiguieron sin descanso.

Nuestro clérigo, Serten, fue derribado por un inmundo demonio en el fragor de la batalla. Luchó con valentía, un verdadero héroe, pero la pérdida se siente profundamente. El resto de nosotros estamos a salvo, y Thrommel nos lleva a otro campamento.
El espía, Dennek, escapó y robó un tomo encuadernado en cuero rojo y titulado Espiral de la Oscuridad: Guía del Atador de Demonios para el Abismo. Necesitamos este libro para atrapar a la demonio Zuggtmoy, de quien hemos aprendido que es el inmundo poder secreto tras el levantamiento del Templo. Smoke siguió a Dennek y sabe adónde ha ido. El cuervo os guiará a donde necesitéis ir.

Cuando recuperéis el tomo, Smoke os llevará de regreso a mí, asumiendo que no estoy muerta. Eso sería un poco de mala suerte, ¿Eh?

—Jeet

-Así que tú eres Smoke, pequeño amigo-dijo Furen al cuervo confiado en que pudiese entender lo que le decía-. Gracias por advertirnos sobre esta nota. Hay noticias tristes aquí, pero también esperanzadoras. 

El enano se tomó unos segundos para respirar hondo y mesarse la barba.

-Bien, ahora eres nuestro guía. Cuenta conmigo para seguirte hacia el paradero del libro. 

Brod se admiró del modo tan original en que aquella misteriosa Jeet había enviado el mensaje. Sacó una petaca de whisky y echó un largo trago para celebrarlo.

—¡La sobriedad mata la imaginación y el ánimo! —Sentenció— ¡Sigamos al cuervo blanco!

-¿Atrapar a una demonio?--repitió Dain con los ojos desorbitados--En fin, a mí no me pagan para pensar.

-En cualquier caso, de momento, parece que vamos de caza. Y eso se me antoja una empresa mucho más asequible. Aunque si el tipo fue capaz de escapar en la refriega tampoco debe ser manco. Tendremos que andarnos con tiento.

Glohrim leyó el pergamino. Se alegró de leer que el príncipe Thrommel seguía con vida, pero la mención al demonio Zuggtmoy hizo que se erizara el cabello de la nuca. No había olvidado lo que estaba en juego en esa batalla y ante quien se enfrentaban.

—Bien. La buena noticia es que el príncipe Thrommel está vivo y está dirigiendo a los supervivientes a otro campamento seguro..— dice a sus compañeros —..hagamos todo lo posible para que esto continúe así. Como dice Dain, nos vamos de caza.—

Glohrim da unos pasos hacia el cuervo blanco y sin dejar de mirarlo le dice —..Smoke, estamos en tus manos. Guíanos.—

Desilusionado, bajó los brazos en señal de derrota. 

No e un descubrimento. Pensó, pero la idea de una nueva aventura le hizo animarse... Sin embargo, nadie lo notó, pues en ningún momento había dejado de sonreír o de estar animado. No le gustaban los demonios, pero quería ver ése libro y anotar otro título en su lista de "libros" tocados.

- Usca!!  Usca Smok!! Libo usca!! - Comenzó a gritar al pájaro como si fuera un sabueso y luego a sus compañeros - Amos amigos, amos!!

Sin nada más que hacer en aquel marchito campamento, seguís la dirección del cuervo blanco que parece haberse convertido en vuestro guía.

El viaje es tranquilo, aunque tedioso, el cuervo tiene que detenerse constantemente para asegurarse de que le seguís y no os habéis perdido.

Tras una larga travesía de 8 horas por un fangoso camino por la vereda del río Imeryd, éste gira hacia el norte hacia un poblado fluvial en mitad de la nada. Sus cabañas están construidas con césped, ladrillos de barro, troncos toscamente tallados y madera de viejos botes. No hay letreros que anuncien el nombre del asentamiento. Los lugareños demacrados os miran con recelo.

El cuervo blanco se dirige hacia el poblado y se coloca sobre el tejado de una granja aparentemente abandonada en la parte noreste de este lugar.

Por si las funestas circunstancias fuesen pocas, la travesía por aquellos pantanosos territorios hacían más duro, si cabe, el viaje. No obstante, Furen no perdía la confianza en el éxito de la misión.

-Allí está nuestro objetivo-dijo el clérigo oteando el horizonte-. Aproximémonos a esa granja con cautela.

El paladín vio como el cuervo blanco se posaba sobre el tejado de una vieja granja.

—¡Atentos todos!..— dijo mientras cogía su martillo y sin dejar de caminar —..habrá que rodear la granja. Dadme un par de minutos y me colocaré detrás, hay que evitar que el prisionero escape.— dicho esto, aceleró su paso en dirección a la granja, separándose de sus compañeros.

--Ya te tenemos-- pensó mientras se proponía rodear la granja por la izquierda.

- Que aras más úgubres - Dijo más para si mismo - Hemos encontrado illa muemo.

Su ocurrencia le hizo soltar una carcajada. Sin embargo, intentó saludar a todo el que se cruzaba con ellos. A veces, con un simple gesto de cabeza, otras moviendo enérgicamente la mano e incluso saludando en un áspero común. Evidentemente, nadie le devolvió el saludo, pero no le importó. Su broma seguía haciéndole gracias y aún rondaba su cerebro.

Conforme se aproximaban a la granja en la periferia del poblado, centró su atención en el abandonado edificio, si eso era posible. Olisqueó el aire (casi como un animal) y la excitación de un misterio le asaltó otorgándole un energías renovadas. 

Miró a su alrededor, centrando la atención en sus camaradas... Enanos y otro compadre gnomo... Estaba en el mejor lugar y con los mejores compañeros posibles. Movió frenéticamente sus pequeñas piernas, no pensaba quedarse atrás y perderse la acción.

-Deben haber sufrido las peores miserias de la guerra--explica Dain al gnomo con necesidades especiales--Esas de las que nunca hablan los bardos porque les agriarían las canciones.

Luego el aguerrido luchador enano encabezó la comitiva cuando desviaron el curso para acercarse al punto que les indicaba el enigmático cuervo blanco. A él no le parecía nada sensato que Glohrim se alejara del resto, pero confiaba en el buen juicio del paladín.

Mientras atravesáis el villorrio notáis que atraéis las miradas de los pueblerinos que, a pesar de no quitaros el ojo de encima, mantienen la distancia.

Observáis también algún comercio taciturno, sin demasiada actividad.

El cuervo blanco está posado sobre una veleta oxidada en el techo de una casa de campo de dos pisos pisos prácticamente en ruinas. Sus ventanas están tapiadas y su robusta puerta cerrada con candado, así como una puerta que parece conducir al sótano.

Cerca de allí, hay una vivienda más pequeña y destartalada se hunde en el barro cerca de un estanque lúgubre.

-La misiva decía que debíamos seguir al cuervo--apunta Dain mientras se encamina hacia la puerta que da al sótano sin dejar de observar los alrededores como esperando sufrir una emboscada.

Furen intercambió miradas con los lugareños. Intentó ver en sus expresiones cualquier cosa que pudiese revelarle algo de información: ¿mostraban miedo, rechazo, indiferencia...? Sea como fuere, si ellos no se metían en sus asuntos, el clérigo tampoco iba a hacerlo en los suyos. Al fin y al cabo, tenían entre manos una misión que podría ser peligrosa y en la que no había tiempo que perder.

Una vez llegaron hasta el caserón, el enano observó los accesos, cerrados a cal y canto. Todos excepto una puerta.

-Así es-respondió a Dain-. En otras circunstancias lo normal sería llamar, pero no creo que proceda esta vez, ¿verdad? Además, parece abandonada. ¿Vemos si está abierta esa puerta?