Capitulo tres - La fabrica Oldingham

Bosques de Bélgica. Al norte de Malmedy. 19 de diciembre de 1944.

Allí, en una hondonada segura entre dos colinas, el grupo monta guardia para descansar un momento y calentarse un poco. Entre Marcus y Aaron cavan un agujero en donde hacen una fogata exploradora, sin humo y donde pueden calentar las últimas latas de comida enlatada del jeep. En especial dos latas de guisado.

Mientras el grupo almorzaba Marcus y uno más treparon hasta la copa de los altísimos y antiguos pinos de allí. Desde lo alto divisaron las torres de la fábrica, situada varios kilómetros bosque abajo. Sin prismáticos y sin la altura de las copas de los arboles tendrían que haber caminado mucho tiempo bosque adentro.

La noticia fue un alivio en parte, porque tampoco había movimiento alguno en los pocos caminos hallados hasta ahora y mucho menos el haber divisado patrullas enemigas. Tal vez por estar detrás de las líneas enemigas en momento de una gran ofensiva todo se volvía fácil por momentos.

Incluso ladera abajo un perdido rebaño de vacas pastaban en paz, hurgando entre la nieve por los matojos ocultos de hierba. Más de uno pensó en ese momento llenar sus cantimploras de leche recién ordeñada. ¿Y porque no? Era un lujo en ese momento…

.-Vamos Randall, somos lo único que se interpone entre el apocalipsis y la humanidad y sólo piensas en volver, sabes que no eres el único en hacerlo verdad? Todos aquí querríamos volver a casa pero no es una opción.

 -Es que esto me da mala espina, sabes. ¿Y tú a quien tienes allí, en la estepa? ¿Quién aguarda por ti? – pregunta el profesor, mientras termina su porción  de guiso y con la cuchara y los dedos junta lo poco que queda en el fondo de su plato.

-Ahora debería estar en Inglaterra, de permiso, con mi mujer y mi niña. Solo que al austriaco loco se le ocurrió atacar en vísperas de navidad – repite por enésima vez – Mira ¿No son enternecedoras? – pregunta a Boris, al mostrar una fotografía que tiene entre sus cartas.

El camino hacía la fabrica fue del todo extraño, Sander se sentía como que había pasado toda una vida desde el último día, la noche anterior estaba en una trinchera con sus compañeros de armas y ahora estaba en una especie de misión celestial para salvar al mundo de unos seres malignos que un arcangel les había encomendado.  Si esto fuera poca cosa, resultaba que un compañero de armas resultaba ser el mismísimo hijo de puta que le había clavado una lanza a Jesus.

El camino no fue muy largo, pero vino bien para intentar masticar toda aquella mierda e intentar situarse en aquella nueva realidad o al meno no morir en el intento.

La fabrica podía verse a lo lejos, la buena noticia es que parecía que la zona estaba despejada pero sin duda era mejor tomárselo con calma.

Esta bien, el objetivo esta allí delante.  No parece haber alemanes pero será mejor mantener abiertos los ojos, echar un vistazo por si veis algún rastro reciente.  Podemos utilizar el camino de vacas para acercarnos, eso tapará nuestro rastro en cierta medida.

Hice todo el camino en silencio, sumido en un mutismo absoluto. Tratándose de otra persona, hubiera sido normal. Pero, yo era un tipo al que le costaba caminar sin hablar con el de al lado, decir en voz alta, o al menos en un quedo susurro mi parecer, incluso bromear, si se terciaba. Por lo que, tal actitud, para los que me conocían, era extraña.

Y se debía al hecho de que me habían mandado callar. Al menos de manera tácita. Que Ocon se negara a dar más explicaciones, y solo se limitara a gruñir un par de respuestas, no daba mucha confianza. Y en esas estaba. Rumiando lo que dijo sobre mis proyectos... sobre mi novia... sobre mi vida, en definitiva. ¡¿Cómo coño sabía sobre eso?! ¿Y qué quería decir? ¿Acaso me estaba amenazando?

Llegamos a la hondonada y preparamos el campamento. Cada cual tenía sus funciones, éramos una jodida unidad bien cohesionada, joder, sabíamos hacer con eficacia nuestro trabajo. Unos cavaban, otros hacían balance de situación, algunos montaban alguna trampa cercana, otros buscaban algún recurso, y otros sencillamente, nos alejábamos algo más para establecer un perímetro lo más seguro posible. 

En ese grupo me incluía yo. Arma en mano y con el mayor sigilo, me desplegué hacía el este, a unas trescientas yardas, y luego caminé en círculo en sentido contrario a las agujas del reloj, hasta situarme al oeste del campamento. Otro compañero haría lo opuesto, y luego daríamos informe, ganándonos el merecido descanso y movimiento de bigote.

A ver si esos cabrones - pensé, sonriendo, pues era mi forma de hablar - me dejan algo de carne en el guiso, y no solo agua y algún trozo de pimiento, si es que llevaba algo de pimiento.

Antes de partir comenté con Ocon, o Longinus, o como coño quisiera llamarse, ya que ahora parecía que era quien cortaba el bacalao.

Ey, Marcus... si ese informe dice que la fábrica está al otro lado de ese bosque, ¿eso no nos acerca demasiado a la frontera con Alemania? Tú sabrás más que este humilde soldado, al fin y al cabo, te has pateado este mundo unos pocos años más que yo... ¿crees que es prudente...?

El irlandés esperó a que "doc", como jefe de la unidad, dijera que hacer. No tenía mucho, ya que una pistola, dos cargadores para esta y una mina no eran precisamente armamento para un asalto, pero siempre podría ser ... una ayuda para defenderse; y la mina, un regalito. Una buena sorpresa para amenizar el día.

¿crees que es prudente...?

-Billy, estamos detrás de las líneas enemigas... nada es prudente, pero diría que da igual, ahora su atención está en el frente, no aquí. Además, hemos estado peor -y no queda claro si Walter contestó para animarle.

***

Destino final...¿qué demonios podía ser eso? ¿Todo el Reich estaba implicado en aquella locura? Destino final, ¿el apocalipsis? Agghh... los militares y sus nombres en clave.

Ahora Walter siente las miradas de los compañeros, todo por un galón que figura en su guerrera. A ver, desea decir, que yo no estoy aquí para liderar asaltos a fábricas de munición... y menos para evitar el Apocalipsis.

-Mierda de guerra -masculla entre dientes lo mismo que han dicho miles de soldados en las miles de guerras habidas a lo largo de la historia. Rompe así el mutismo en el que se había encerrado desde que iniciaran el camino hacia su nuevo destino, un silencio compartido por todos ellos durante la caminata, como si rumiaran lo ocurrido.

Según el resto va haciendo el campamento, el lugar parece tan adecuado que no es necesario decir nada, Walter se queda observando en dirección a la fábrica.

Esta bien, el objetivo esta allí delante.  No parece haber alemanes pero será mejor mantener abiertos los ojos, echar un vistazo por si veis algún rastro reciente.  Podemos utilizar el camino de vacas para acercarnos, eso tapará nuestro rastro en cierta medida.

-Sí, parece buena idea, Sanders -espera a que Brannagh se una a la conversación-. Unos cinco o seis kilómetros bosque a traviesa, con esta nieve y tomando precauciones... ¿dos, tres horas hasta llegar? -consulta el reloj-. Sobre las siete será noche cerrada.

Lo ideal sería hacer un reconocimiento previo, tener algo de inteligencia, pero disponemos de poco tiempo, imagino, y los recursos son... -hace un gesto hacia el grupo, pero se detiene observando la mira del rifle de Sanders.

-¿Qué alcance tiene, Sanders? Podríamos acercarnos un trecho y tratar de obtener algo de inteligencia. Creo que sólo tenemos una oportunidad, pero entrar sin algo de información previa me parece un suicido. Al menos, ver qué disposición tienen los soldados que hayan, por pocos que sean.

La conversación de Randall hizo que Franklyn, como tantos otros, se acordaran de los suyos.

En realidad no había día que no pensara en ellos. Su padre, sus hermanos; en especial Henry, que debería estar en otro lado del frente. Y Ashley...sacó un trozo de cartulina del bolsillo de su camisa y lo miró durante un segundo. Suspiró antes de guardarlo y volvió su vista hacia la fábrica.

-Supongo que estará protegida ¿quién dejaría un puesto así sin protección?

 -Es que esto me da mala espina, sabes. ¿Y tú a quien tienes allí, en la estepa? ¿Quién aguarda por ti? –

.-No me queda nadie que me espere, toda mi familia murió cuando los nazis invadieron Stalingrado.-le dije al profesor al mencionar a su familia:-Mantenlas en tus pensamiento, lucha y mata a todo el que se interponga en tu camino de vuelta a ellas.-le comenté a continuación haciéndole entender que debía seguir adelante si quería volverlas a ver. 

Tras una larga caminata llegamos a una hondonada donde montamos el campamento y mientras unos lo montaban y otros hablaban y descansaban, hablé con Billy para hacer un reconocimiento alrededor del campamento. El americano fue en dirección oeste mientras yo arma en mano y con el mayor sigilo, me desplegué hacía el oeste, a unas trescientas yardas, y luego caminé en círculo en el sentido contrario a las agujas del reloj, hasta situarme al este del campamento.

Mike echó una mano aquí y allí. Buscó leña seca para la hoguera y palos pequeños lo mas secos posible, algo complicado dadas las circunstancias. Aprovechó para buscar algún rastro o cualquier indicio o amenaza.

Después ayudó a preparar las viandas que se repartieron entre todos. Pensó en ordeñar alguna de esas vacas, la leche les daría un buen alimento pero deberían hervirla por seguridad.

-Si tienen, puedo sacar leche de esas vacas, pero debemos hervirla para desinfectarla.- Sugirió. Y se puso manos a la obra.

Cuando ya habían comido decidió acercarse al lugar desde dónde sus compañeros oteaban desde la copa de los árboles. No se molestó en subir si no que permaneció abajo vigilante.

La fábrica a la que se dirigían estaba cerca y no parecía protegida pero cualquier precaución era poca. Tendrían que acercarse con cuidado, Mike no dudaba en que habría alguien defendiéndola, una fábrica de munición es un enclave demasiado importante en tiempos de guerra.

El problema es el bosque - contesto Sander a la pregunta del médico sobre el alcance de su mirilla. Desde aquí divisamos la parte alta de torre que sobre sale de la copa de los árboles, pero una vez nos metamos en el follaje no podremos ver nada hasta estar muy cerca.

Después pensando un poco en las posibilidades añadió

Si nos encontramos una guarnición no será una mala noticia, querrá decir que la fabrica esta operativa o tiene munición en los almacenes.  Por el contrario si esta vacía es probable que los nazis se hayan llevado todo o simplemente hayan hecho saltar la fabrica por los aires.

Entiendo que este emplazamiento es clave y no es una opción, quizá sea mejor esperar a que la noche caiga si hay alguna guarnición veremos luces u hogueras y la oscuridad nos dará cobertura.

-Pues si no disponemos de buen armamento, mejor tendremos que esperar a la cobertura de la noche, y todos tener un palo. Era la mejor arma, el sigilo y la sorpresa. No parecía estar muy defendido, y puede que matar clavando una estaca en el cuello, para que el boche no grite y no hacer tuido con las detonaciones que causan los disparos, no merecen una posibilidad.

Vincent y Aaron no dudaron un solo instante en ir con Mike a ordeñar las vacas. Sus cantimploras vacÍas exigían un contenido mejor que el agua. Pues la nieve al estar por doquier representaba un suministro inagotable de líquido.

-Espera, voy contigo soldadito. – dijo Holloway al ir detrás del novato.

Una vez allí el hombre de negocios turbios se dispuso a buscar su casco para ser utilizado como recipiente donde almacenar la leche. Solo le faltó un banquillo alto donde sentarse.

-¡Yo también voy! En la granja lo hacia todos los días – añadió Aaron que rápidamente palmea el hombro de Mike y Vincent.

El paraje distaba mucho de la granja familiar, allí en los cálidos días en Alabama. Pese a todo su habilidad con el trato de animales no lo había perdido, porque lograba tranquilizar a las vacas el tiempo suficiente para ser ordeñadas.

-Mientras más tranquilas estén mejor es su leche – comenta para los otros dos al darle pastura al animal mientras Mike y Vincent colectan la leche.

Randall, junto a la fogata, escuchaba atentamente a todos, que luego de hablar con Boris sobre sus parientes permaneció allí para calentar sus pies congelados. Había olvidado el frio de las trincheras con la caminata pero ahora, al descansar, el congelamiento y el “pie de trinchera” volvían a la carga contra él.

Luego Boris y Billy se posicionaron lejos del grupo en posiciones opuestas y recorrieron el perímetro para una vez terminado regresar al improvisado campamento e informar lo descubierto.

En sus exploraciones solo hallaron en la distancia una granja destruida, incendiada y derrumbada. Posiblemente las vacas sean de ese sitio y ahora pastorean por la región sin alejarse mucho del lugar en ocasión del regreso de su dueño.

Marcus había comenzado a construir una vara para la punta de su lanza. Había estado endureciendo la madera sobre el fuego para darle resistencia y se disponía a colocar la punta de la lanza cuando Billy le pregunta sobre la fabrica.

- Aun estamos en Bélgica y lejos de Alemania. ¿Si es prudente? No lo sé Billy. Solo sé que esa fabrica es nuestra única posibilidad para acabar con Zephon y los otros – responde con franqueza.

 Luego de esa afirmación el hombre termina de ensamblar su arma de centurión. Principalmente porque es lo único que puede detener a los esbirros de Lucifer.

-Coincido con la idea de atacar al anochecer. La oscuridad nos servirá en contraposición a la falta de armas. – contesta a las palabras de los demás.

Minutos después, mientras William y Steve conversan sobre las opciones tácticas contra la fábrica un movimiento entre los arbustos llama su atención. Al girarse pueden ver en esos arbustos, ubicados a seis metros al sur, a un puñado de soldados americanos que se asoman un poco.

-¡Hey! ¿Quién fue el jugador mejor pagado de la liga nacional de Beisbol el año pasado? – pregunta uno de ellos y exhibe su rifle preparado y listo para disparar en necesidad de defensa.

Y permanecen a la espera sin bajar las armas, aguardando a que Franklyn, Tala y los demás respondan. Los soldados llevan ropas blancas y parecen equipados para el crudo invierno europeo.

-Sin duda, entrar de noche es la mejor opción-dijo Franklyn-cualquier otra opción significaría cruzar hasta allí sin protección a expensas de cualquiera de un posible francotirador que yo no dudaría en apostar allí mismo si tuviera que proteger la fábrica

Franklyn asintió cuando vio como Ocon se fabricaba su lanza y decidió hacer lo propio. Podría usar como filo su bayoneta y en caso de ser necesaria, sería un arma más ligera y sencilla de manejar que su rifle. Pero entonces escuchó un ruido a sus espaldas entre los arbustos. Echó mano de su pistola para responder con rapidez pero se relajó al ver que eran de los suyos.

-Vengaaa, estamos a miles de kilómetros de casa, muertos de frío y rodeados de nieve ¿y quieres que hablemos de béisbol? Ya sé por donde vas, crees que podemos ser espías alemanes ¿prefieres que te cante un villancico? Anda, ¿porqué no os dejáis de historias y os venís para aquí?

Desde la llegada a la fábrica me mantuve ayudando aquí y allá como recogiendo leños y todo lo demás junto con Mike, y mientras algunos estaban ordeñando las vacas y demás, mientras buscaba algo en mi mochila fue cuando escuché el ruido, tomando rápidamente mi rifle y girándome, mirando por un lado del arbusto que tenía a frente a aquel grupo de soldados que salió de la nada, y como Lieber trataba de calmarlos.

Suspiré un poco en alivio, antes de finalmente salir de los arbustos, aún sosteniendo mi arma mientras miraba a los estadounidenses. -Ya, bajen las armas. Lo último que harían los nazis es poner a un moreno como yo en un grupo de espías... Si quieres te hablo en Kiowa si no es lo suficientemente convincente... Mierda, no sé, ¿Joe Carter? No sé casi una mierda de beisbol.-

.-Joe DiMaggio, New York Yankees! Bajad las armas y identificaos!-grité desde detrás de la línea de arbustos, que aunque me ofrecía una poca cobertura, al menos ellos lo tendrían difícil para acertar si me escondía bien si empezaban a disparar. 

Me parecía una pregunta un tanto extraña pero dado que me gustaba mucho el béisbol americano desde siempre, supe enseguida la respuesta. 

Acepté sin más las premisas de Ocon... ¿qué otra cosa podía hacer? Él estaba al mando, o eso parecía. Todo esto me daba mala espina, las cosas que parecen más sencillas al final resultan chungas de la hostia. Y mucho me temía que alcanzar la fábrica iba a ser una auténtica jodienda.

Así que nada, acepté con entereza lo que quiera que el futuro nos deparara. O el problema tiene solución, y entonces es inútil preocuparse, o el problema no tiene solución, y entonces es inútil preocuparse, leí en una ocasión. Odiaba el nihilismo, pero esa frase venía que ni al pelo en estos momentos.

¿Quién fue el jugador mejor pagado de la liga nacional de Beisbol el año pasado?

¿Qué? - susurré, para mi mismo, echando la rodilla a tierra y apuntando hacia el lugar de donde provenía la voz... a punto estuve de apretar el gatillo, dios sabe lo cerca que estuve de hacerlo, pero por fortuna identifiqué emblemas de los nuestros, pese a la escasa luz y, al poco, Franklyn y Tala comenzaron a bromear... hasta que tuvo que hablar Boris...

¡¿Ya estás hablando de los Yankees?! Joder, así hace un equipo cualquiera, con dólares... pero da igual, luego sabe mejor cuando les ganamos... se vienen Red Sox ¡¡UA!!

Y bajé el arma... que carajo, estábamos entre amigos.