Partida Rol por web

La calma tras la tormenta

1.1 El Legado del Caos

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21/12/2009, 22:18
Director (Akrabu)

"Dadme un millar de hombres tan locos como para querer conquistar el infierno... y conquistaremos el infierno."

Director Pricipal : Akrabu

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11/01/2010, 14:52
Director (Akrabu)

Altdorf, Capital del Imperio. Año 2523 del Calendario Imperial

Primera hora de la mañana.

La ciudad, ajena a los horrores más allá de los muros que la protegían, despertaba con los primeros rayos del astro rey y poco a poco, los comercios comenzaban su trabajo diario, despertando a la ciudad con los primeros ruidos de la vida de las calles, abundante y llena de matices de muchos lugares del mundo.

El Imperio, se recuperaba de la Tormenta del Caos. La gran guerra había sacudido de arriba a abajo todo el Viejo Mundo, y el mundo de los humanos intentaba encaminar sus pasos hacia un nuevo futuro, tras las dolorosas pérdidas que habían ocurrido, no solo para ellos, si no también para muchos pueblos que no pertenecían al Imperio, y ni siquiera a la misma raza de los humanos. La Tormenta del Caos se había llevado las vidas de mucha gente inocente, pero gracias a la valerosa actuación de unos pocos, la vida volvía a abrirse paso para los ciudadanos del Imperio, muchos de ellos, ajenos a los horrores de los que se habían salvado, solo conocedores de ellos por lejanos rumores.

Sin embargo, esos horrores seguían existiendo. Estaban allí, aunque los ocupados ciudadanos no los vieran o los tomaran por lo que no eran. Sectas y mutantes ocultos continuaban medrando dentro de la sociedad, sin darse nunca por vencidos a pesar de la derrota que había sufrido el Caos, y los hombres bestia y goblinoides se extendían sin control por las asoladas tierras del Imperio, que mantenían una frágil seguridad tras la guerra, debido a la escasez de recursos provocados por esta. Y por supuesto, en muchas zonas todavía subsistían el hambre y las enfermedades, enemigos difíciles de combatir con la espada y que habían comenzado a causar verdaderos estragos, consiguiendo en muchas ocasiones, lo que las crueles y malvadas huestes del Caos no habían logrado.

Y esos eran los motivos por los que La Sagrada Orden de Templarios de Sigmar seguía actuando. Inmisericorde ante los herejes y los infieles. Incansable ante la persecución del Caos y los enemigos de Sigmar y el Imperio. Donde otros veían una aliviadora calma tras la tormenta, Verner von Neuman, uno de los mas importantes cardenales de los templarios, no veía más que el refugio perfecto para los seguidores del Caos, quienes sabía muy bien, nunca descansaban.

Y es por esta razón por la que algunos de los soldados consagrados a la fe de los templarios, se encontraban esperando en uno de los pasillos del ala de oficinas del templo de Sigmar. Habían venido desde diversas casas de La Sagrada Orden de Templarios de Sigmar, enviados por sus superiores tras una misiva de Verner, quien los reclamaba para una sagrada tarea en nombre de Sigmar y el Imperio. Algo que ninguno de ellos iba a declinar, dado el innegable honor que suponía trabajar erradicando a las fuerzas del Caos, bajo las órdenes del mismísimo Verner von Neuman.

Mientras esperaban, el eco de pisadas y voces de los fieles a Sigmar que trabajaban entre esos muros, resonaba por el pasillo al que aquellos desconocidos habían sido guiados con el fín de entrevistarse con el cardenal. La puerta de madera, exquisitamente trabajada, se encontraba cerrada y custodiada por dos soldados leales a la orden que cumplían con su labor en silencio. Cada uno de los allí presentes, había llegado por su propia cuenta al lugar y tras dar el aviso y la misiva de sus superiores con el motivo por el que se encontraban allí, fueron guiados al pasillo, adornado con un simple y vacío banco, que daba a la oficina de Verner, en donde este los atendería en cuanto procediera. Apenas habían pasado unos minutos desde la llegada del primero de los desconocidos y solo quedaba esperar a que se les permitiera la entrada.

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11/01/2010, 17:37
Katherina Müller

Me apoyo en la pared y dejo mi rostro al descubierto apartando con lentitud la capucha de mi túnica. En silencio y con movimientos silenciosos y lentos me detengo a mirar uno por uno a quienes me rodeaban, sin un gesto en mi cara, sin una expiración más larga o sonora que la anterior.
No parecen muy religiosos estos hombres... pienso mientras clavo mis oscuros ojos en ellos sin miedo. Algunos eran corpulentos, otros todo lo contrario... pero algo en sus miradas me decía que no eran muy diferentes unos de otros, ni de mí.

No había prisa, he llegado antes de la hora acordada y sabía que quien nos recibiría era alguien importante y, por tanto, ocupado... ajetreado... todo lo contrario que yo, pienso.

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11/01/2010, 18:08
Thalber de Wurtbad

Era un sitio agradable, la casa de Dios, uno de los pocos sitios del Imperio que era realmente puro. Ahí podía relajarme durante unos instantes, dejar mi mente en blanco sin necesidad de preocuparme por el mal que asolaba nuestras tierras, pero solo unos minutos, hasta que cardenal Verner von Neuman nos hiciera pasar.

Cuando se permanece alerta durante tanto tiempo es difícil mitigar esa tensión, uno queda marcado y no pierde los reflejos ni cuando duerme.

Me hallaba sentado en uno de los extremos del banco, inclinado hacia delante, con los brazos apoyados sobre las piernas, inmóvil... Tanta relajación empezaba a sentirme incómoda...
Suficiente, pensé. Me levanté suavemente del banco y comencé a caminar despacio en círculos entre los guardias y el resto de acompañantes, observándolos tranquilamente, fijándome en los detalles de sus ropas y fisionomía...

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12/01/2010, 00:20
Heinrich Arztmann

Heinrich esperaba pacientemente en el pasillo hasta el que le habían traido. Se encontraba entre dos columnas, de pie, con el cuerpo tenso y estirado hasta alcanzar el máximo de su baja estatura. Su vestimenta de tonalidades negruzcas resaltaban aun más la palidez de su piel, que se plegaba sobre los tendones extendidos.

A ojos de un recien llegado Heinrich podría pasar por la estatua de un hombre demacrado y de aspecto tétrico, pues no realizaba ningun moviento visible. Incluso sus ojos estaban fijos en el infinito. Sólo el suave vaiven de su pecho al respirar y un extraño sonido que parecía provenir de él le delataban como una persona de carne y hueso. El ruido, que se escuchaba a intervalos regulares, era causado por sus muñecas que Heinrich hacía chasquear segundo sí, segundo no.

*chak, chak*

Era una manía suya, una de tantas, que solía molestar a las personas de su alrededor. Heinrich lo sabía y no le importaba, de hecho era algo que le animaba a continuar. Además le gustaba, disfrutaba del sonido que hacían los huesos al crujir. Sin embargo, en esta ocasión era del todo involuntario: estaba rememorando los últimos días y su mente no se encontraba presente.

*chak, chak*

Tras la Tormenta del Caos Heinrich, como el resto de miembros de la orden, había estado muy ocupado. Ahora más que nunca la corrupción en el Imperio estaba a la vista. Herejes y mutantes habían salido de sus guaridas en ayuda de sus señores oscuros, y los cazadores de brujas habían luchado duro a lo largo y ancho del mapa. Incluso una vez expulsados los ejércitos enemigos quedaban cultos escondidos, esperando para golpear una vez más. Pero en esta ocasión las pistas para descubrirlos estaban al alcance de la mano, muchas ellas en forma de confesión en prisioneros de los cazadores de brujas.

*chak, chak*

Sí, Heinrich había estado muy ocupado. Y aun lo seguiría estando, pero uno no se niega ante una solicitud del mismísimo Verner von Neuman. Tampoco es que le disgustara; caer en gracia a tal figura sólo podía significar una cosa: el ascenso que tanto deseaba Heinrich.

- Y así he acabado compartiendo el aire con estos...individuos. - pensaba Heinrich volviendo al presente. Sus ojos recorrieron el pasillo observando a sus compañeros. - Con toda probabilidad, brutos y animales todos ellos. Incluso la mujer. La experiencia me ha demostrado que uno no puede esperar debilidad en el sexo contrario. - continúo, recordando cuantas mujeres habían resistido sus interrogatorios mucho mejor que cualquier hombre. - Pero al final todos responden.

*chak, chak*

- En caso de que me vea obligado a trabajar con ellos, será mejor mostrarme amable. - decidió mientras mostraba su mejor sonrisa; una mueca forzada que dejaba entrever el brillo metálico de su diente artificial, y realizaba un gesto de asentimiento con su cabeza en dirección a los presentes. El crujido de su cuello tapó el que provocaba con sus muñecas.

*CHAK*

- Un trabajo bien hecho. - pensaba Heinrich mientras resumía la espera con el amago de sonrisa aun presente en su cara, habíendosele olvidado borrarla. - Sí señor.

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12/01/2010, 01:15
Lazár Harish

 

A unos metros frente a la puerta Lazár espera pacientemente la llegada de  Verner von Neuman, cruza los brazos y sitúa su peso en una de sus piernas para mayor comodidad. Lanzando miradas rápidas a los demás personajes en la sala les evalúa por sus movimientos.

Sin poder descifrar nada mas que el nerviosismo de cada uno de los presentes ante la llamada del cardenal, examina sus pensamientos en silencio para convencerse a si mismo de la suerte que corre por trabajar con el cardenal.

Que necesite a un grupo y no a un solo hombre me dice que será más complicado de lo que parecerá, atento.

Esperando de nueva cuenta, se mantiene sin moverse con al cabeza gacha, dejando que el sombrero le cubra una buena parte de la cara.

 

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12/01/2010, 02:06
Maul

El tiarron calvo del martillo tamaño familiar, reposaba la cabeza sobre el mango invertido del mismo, por su actitud cualquiera diria que es un sacerdote orando en silencio ante una imagen votiva; sin embargo los callos en sus manos, cruzadas sobre el gastado cuero del mango de acero eran silenciosos testigos de que era de los que creian firmemente en:

A sigmar rogando y con el martillo dando...

Permanecia imperterrito; incolunme como una estatua del templo aparentemente perdido en su profunda meditacion; sumido en vaya usted a saber que pensamientos, invadian al orden de este monje de martillo proporcional a su tamaño; el arma era quizas como su dueño, grande, larga, dura como el acero y ahora que la cabeza reposaba sobre el suelo, en apariencia pacifica...

Claro, que toda esta imagen quizas se veia un poco empañada cuando cualquiera al acercase reparase en el tenue y casi imperceptible Zzzzz que escapaba de los labios entreabiertos del monje..

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12/01/2010, 20:05
Verner von Neuman

No tuvieron que esperar mucho para que la puerta se abriera. De ella salieron tres hombres de avanzada edad que se despidieron de un cuarto hombre que aparentaba los cincuenta, algo más joven que aquellos de los que se despedía, pero con un porte muchísimo más autoritario.

-...nos pondremos con ello en seguida terminaba de decir uno de los ancianos Este trabajo requiere de una pronta solución. Que tenga un buen día Verner.

Los tres hombres se alejaron de allí, mientras que el que había sido identificado como el hombre al que habían ido a ver se giraba para observarlos. Al hacerlo, las personas reunidas en el pasillo pudieron ver que las dos cicatrices que adornaban su mejilla derecha, no eran las únicas en su rostro maduro y lleno de experiencia. Otra muchísimo mas profunda surcaba el lado izquierdo de su cara, desde la frente hasta casi la barbilla y atravesando su ojo izquierdo, ahora inútil tras la herida que le dejó ese recuerdo en su rostro severo. Iba vestido con una coraza con el cometa de dos colas en el pecho y los habituales ropajes rojos de los Sigmaritas.

El hombre los miró uno a uno lentamente y sin decir nada, examinándolos cuidadosamente. Cuando pareció estar seguro habló con una grave voz.

-Buenos días, ya he sido informado de su llegada, pasen a mi despacho. Les dijo escuetamente, y dejando la puerta abierta, se metió dentro de la oficina, colocándose tras su escritorio, ordenó unos cuantos papeles y los guardó mientras el pequeño grupo se posicionaba en el despacho, sobrio y de muebles sencillos, que buscaban lo práctico por encima de lo bello. La imagen de Sigmar Heldenhammer los observaba desde un cuadro en la pared, iluminado por los primeros rayos del sol de la mañana que entraban por las amplias ventanas tras el escritorio.

Cuando el hombre terminó de ordenar los papeles y el grupo ya se había acomodado en el interior de la oficina, que con únicamente dos sillas más aparte de la de Verner no permitía sentarse a todo el mundo, extendió una mano al más cercano para presentarse Soy Verner Von Neuman, el que los ha hecho llamar hoy aquí.

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12/01/2010, 21:15
Thalber de Wurtbad

Buenos días, señor Von Neuman. - dijo Thalber, quitándose el sombrero y haciendo una sobria y escasa reverencia, pero reverencia al fin y al cabo. - Mi nombre es Thalber de Wurtbad.

Thalber le estrechó la mano con amabilidad y cierta delicadeza.

- No conozco a mis compañeros, así que es mejor que se presenten ellos. - dijo mientras tomaba asiento y se giraba para darles pie a que se presentaran.

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12/01/2010, 20:57
Heinrich Arztmann

Heinrich ya empezaba a aburrirse cuando la puerta se abrió y el cardenal asomó por ella. Diligentemente, Heinrich salió del hueco entre columnas en el que se encontraba para quedar a la vista.

- Es feo el bastardo. Ni tras una sesión conmigo quedaría así. - bromeo mentalmente el interrogador - En realidad es una exageración, jeje.

- Buenos días a vos, su Eminencia. - respondió al saludo de Verner con una reverencia para, a continuación, seguir rapidamente al cardenal hasta su oficina. El movimiento de Heinrich resultaba extraño y renqueante, como si en vez de huesos y músculos su cuerpo estuviese formado por engranajes y resortes, además de ir cargado del traqueteo que hacían sus huesos al crujir.

En el interior de la oficina Heinrich se cubrió los ojos para protegerse de la luz, que aunque leve le golpeaba de frente e irritaba su vista. Mientras recorría la habitación con la mirada su opinión sobre el cardenal subió un punto: él también se consideraba una persona práctica a la hora de realizar su trabajo.

A pesar de la disponibilidad de asientos Heinrich decidió quedarse de pie: ya se sentía bastante incómodo por estar entre personas tan altas, al menos más que él, así que mucho menos iba a aumentar la diferencia sentandose junto a esos gigantes.

- Heinrich Artzmann, interrogador de la orden. - dijo a los presentes, con una sonrisa que mostraba su dentadura al completo - Es un honor encontrarse ante su presencia Eminencia.

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12/01/2010, 22:20
Katherina Müller

Katherina se puso completamente de pie dejando de lado su postura cómoda apoyada en la pared cuando la puerta ante la que esperaban se abrió. De ella salieron 3 hombres que pasaron junto a ella, no sin que antes la mujer examinase sus rostros, y desde la puerta el cardenal les invitó a pasar a su despacho.
La jóven pasó al habitáculo escaso de muebles tras uno de aquellos extraños hombres, de hecho, tras el de aspecto más extraño de todos ellos.
Katherina se dispuso a sentarse en la única silla que quedaba libre, no podía ser menos, era una dama a ojos de esos hombres que no la conocían.
Pero antes, las presentaciones formales. Con su mano derecha hizo un casi imperceptible gesto hacia el cuadro del gran Sigmar como muestra de su respeto hacia él. Luego miró al cardenal y habló intentando que su voz sonase algo más... dulce que de costumbre:

- Estimado cardenal Von Neuman, es un placer por fín conocerle en persona. Mi nombre es Katherina Müller, hija de fé adoptiva de Frank de Talabecland.

Habrá que intentar ser amable con estos desconocidos... aunque no se me da bien... pensó la mujer al sentarse muy correcta y lentamente ella.

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13/01/2010, 00:22
Maul

El ruido de las puertas y las voces sacaron a maul de su..meditacion, si eso,estaba meditando en realidad; parpadeando discretamente como un buho, sigio a los demas al interior de la oficina.

El monje se quedo paralizado delante del cuadro de Sigmar con una sonrisa beata en la cara; inconscientemente hizo el signo del martillo sobre el pecho; ese era su ideal, servir a Sigmar de la unica forma que sabia, o sea a martillazo limpio con todos los herejes que se le pusieran al alcance, mientras el se apoyaba con comodidad en las frias paredes, una hazaña no poco desdenable dadas las duras paredes de piedra y la armadura que portaba se perdio el inicio de las presentaciones.

Cardenal Von neuman dijo secamente dandose cuenta de que le tocaba hablar, escapandosele un ronco saludo por el rapido sueñecito de la entrada Herr Maul a sus ordenes se encogio de hombros, apoyando sobre estos el martillo que parecia darle nombre y personalidad

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13/01/2010, 18:19
Verner von Neuman

Verner escuchó las presentaciones y a medida que estas eran hechas iba mirando los papeles que tenía en la mano, asintiendo con la cabeza de vez en cuando y cerciorándose de que los nombres correspondían a lo que ponía en los informes que leía.

-Bien, bien,dijo sin quitar la vista de los papeles y caminando a su silla para sentarse. Lanzó los papeles a un lado de la mesa del escritorio y mirándolos continuó hablando. Parece que no me he equivocado y por quienes ya se han presentado, puedo deducir su nombre a través de la simple eliminación, señor Harish le dijo al silencioso hombre que aún no había hablado. Pónganse cómodos, bueno, todo lo que puedan. Siento la carencia de más sillas, pero no suele ser habitual que tanta gente coincida al mismo tiempo en mi despacho.

Verner miró por la ventana un momento mientras se acariciaba su bien recortada barba y luego volvió la vista a los presentes, antes de volver a hablar:

-Cuando envié el mensaje requiriendo soldados de Sigmar para un trabajo que tengo entre manos, ya me respondieron con sus nombres e historial, por lo que ya estoy enterado de la carrera de cada uno dentro de nuestra sagrada orden, y creo que son muy adecuados para el trabajo, que por otra parte, dudo que les hayan hablado o comentado algo sobre el mismo. ¿O me equivoco? Se reclinó hacia delante, con los brazos extendidos ante él sobre la mesa y las manos enlazadas con los dedos, como esperando que alguno le respondiera sobre su conocimiento acerca del motivo por el que habían sido trasladados de sus respectivas casas capitulares para servir a la casa mayor.

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13/01/2010, 18:55
Thalber de Wurtbad

- La verdad es, eminencia, que yo no tengo conocimiento sobre el trabajo en cuestión. Y a menos que alguno de mis compañeros diga lo contrario, me aventuraría a afirma que no saben más que yo. - Afirmó Thalber. Y, volvió a girarse levemente sin levantarse para dar la palabra a los allí presentes, si es que tenían algo que añadir.

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13/01/2010, 19:10
Maul

El honbre del martillo se volvio a encoger de hombros, no necesitaba saber que clase de mision era, solo a quien queria Sigmar con el craneo hundido y eso era suficiente.

Si me han llamado a mi, es que quieren a alguien con uno de estos aplastandole el craneo sonrio risueño sacudiendo suavemente el mango del arma y por Sigmar que eso es lo que hago mejor.

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13/01/2010, 20:51
Katherina Müller

Katherina observó cada movimiento del cardenal y el movimiento de sus labios y el vaivén de su bigote según hablaba.
Tras el comentario del gigante que portaba un martillo enorme y precioso con inscripciones y alusiones a Sigmar no pudo evitar sonreir ante la brutalidad verbal del hombre.
No sé si luego será tan bruto como lo es al hablar, pero más vale que así sea si necesitan que Sigmar me de las fuerzas para curar sus heridas...  pensó mirando de reojo a aquel hombre como podía, casi a su pecho dada su perspectiva desde la silla.

Después, tras esperar unos pocos segundos llenos de un silencio casi sepulcral -aunque no incómodo- añadió su desconocimiento:
- Efectivamente, a mí tampoco se me dió conocimiento alguno de qué tipo de trabajo se requeriría de mí, pero por Sigmar que si han pensado en mí seré la mejor en lo mío sea lo que sea. Y, por Sigmar que llevaré la palabra del Gran Teogonista hasta donde puedan llegar mis pies. - concluyó alzando el símbolo de la cometa de dos colas que llevaba atada al pecho.

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14/01/2010, 00:17
Heinrich Arztmann

Heinrich alzó una ceja al oir responder al que, por su indumentaria, parecía ser un clérigo de Sigmar.

- Un bruto. Estaba en lo cierto pues. - pensó desaprobadoramente - Esperaba algo más de un miembro del clero. Al menos sabe lo que es y lo que se espera de él.

- Al igual que mis compañeros a mí tampoco se me dio indicación alguna que delatara la índole de la misión, Eminencia. - comenzó el interrogador sin parar de gesticular con sus manos. Sus largos dedos se ondulaban como culebras mientras las falanges emitían una sucesión de chasquidos. - Y siguiendo el acertado razonamiento de Herr Maul, - continuo indicando al sacerdote - imagino que el trabajo requerirá, también, de algo más que fuerza. Pues mis habilidades son de caracter más...inquisitivo.

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14/01/2010, 01:15
Lazár Harish

Asintiendo después de escoger cuidadosamente las palabras habla claro ante el cardenal.

- Como usted bien ha dicho, ninguna información ha llegado a mis oídos.

Sin moverse siquiera de su lugar la voz sale de sus labios mientras mira al cardenal con un gesto amable en el rostro.

Si el cardenal necesita a un explorador, un inquisidor, un guerrero de sigmar y una…cazabrujas... se trata de algo grande.

- Tan solo que me ha hecho llamar, y necesitaba de mis habilidades.

Siendo de pocas palabras, Lazár sabe que es mucho mejor dejar hablar a quienes creen que tienen el derecho de tal cosa.

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15/01/2010, 00:02
Verner von Neuman

-Bien, bien. Volvió a hablar Verner, aún con las manos enlazadas ante él. En ese caso puedo estar satisfecho ante la confidencialidad de nuestras operaciones, ¿No les parece? Jejeje. No sería la primera vez, que alguno de mis subordinados se va de la lengua dentro de nuestra organización, y aquellos a los que llamo por algún asunto de nuestra incumbencia ya están más enterados que yo mismo de lo que sucede.

Verner se relajó en si sillón, apoyando las manos en los reposabrazos y dijo:

-Son tiempos oscuros los que estamos viviendo. La Tormenta del Caos ya ha cesado, pero ha dejado tras de si una enorme cantidad de dolor y sufrimiento. Las gentes de esta ciudad, hizo un gesto con una mano, señalando al exterior de la ventana viven en su mayoría, desconocedoras del alcance del terrible mal que amenazó a nuestro Imperio el año pasado. Pero al menos algunos seguimos alertas ante la situación, ya que como sabrán, el fin de la guerra ha dejado nuestra nación en un estado decadente, y no en la idílica situación con la que nuestros gobernantes intentan hacer creer a aquellos que engordan sus arcas. Por suerte para los hombres y mujeres de a píe, gente como nosotros, seguimos velando por la seguridad de la patria que Sigmar nos legó. No voy a decirles nada que no sepan ya, si les comento el lamentable estado en el que se encuentran las provincias, eso está claro. Como bueno soldados de nuestra fe que son, se que son conscientes de la situación que vivimos, con hambruna y pobreza por todos lados, más incluso de la que había antes, debido a la guerra y a lo que ha venido después. La calma tras la tormenta nos ha traido una paz cuestionable y en estos días, en los cuales los ejercitos bajan la guardia para retirarse a curar sus heridas, es cuando nosotros tenemos que estar más alerta. Y ese es uno de los motivos por el que están ustedes hoy aquí.

Verner, tomó aire y miró al autoritario rostro de Sigmar, que observaba desde el cuadro a los ocupantes del despacho. Sin dejar de mirarlo dijo:

-Hoy estamos aquí por que ese hombre luchó por nosotros. Y nuestra misión ahora, es seguir luchando por lo que el defendía. Volvió a mirar al grupo El Caos ha dejado su semilla ahí fuera, y desde luego que dentro de las murallas también. He querido reunir a un nuevo grupo de soldados de Sigmar para cumplir otra de las muchas tareas de vigilancia y erradicación del Caos que estamos llevando a cabo en nuestra orden desde que terminó la guerra. Por que nosotros no podemos disfrutar del lujo de descansar y curar las heridas. Así pues, Lazár, Heinrich, Katherina, Maul... van a formar parte de este grupo que liderará el señor Thalber dada su amplia experiencia en la lucha contra el Caos. Cada uno de ustedes cumplirá una función muy específica dentro del grupo, y todos son muy conscientes de sus aptitudes, como para saber bien que papel desempeñarán en el mismo, esperándose de ustedes una total integración en el grupo y en el trabajo que deberán hacer en conjunto. ¿Está bien claro esté punto?

Formuló la pregunta sin miramiento y tajantemente, dando a entender que no toleraría ningún tipo de conflicto interno en el grupo que conformarían.

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15/01/2010, 00:36
Thalber de Wurtbad

- Me agrada sobremanera la confianza que deposita en mi para liderar este grupo. - dijo Thalber con un asentimiento de cabeza. Y prosiguió con un tono de voz más duro, en el cual se atisbaba un profundo odio al Caos. - ... Dé por hecho que realizaremos con éxito las misiones que se nos encomiende. Realmente estos hombres y esta mujer - dijo girándose levemente de nuevo para echar un vistazo rápido a sus compañeros - tienen pinta de saber perfectamente cual es su trabajo... Pero si en algún momento olvidan sus obligaciones yo estaré ahí para recordárselas y aviso de que, a diferencia de Sigmar, mi clemencia no es infinita. Es muy limitada, al igual que mi paciencia, no tolero errores, no cuando la misión es purificar el Imperio y devolverlo a su bien merecido esplendor.

Thalber enmudeció durante unos segundos y clavo su mirada en la de Sigmar, que observaba desde las alturas. Se volvió a girar despacio, con la cabeza alta, y mirando fijamente a cada uno de sus compañeros. Su mirada era dura, inflexible y profunda, a pesar de que los ojos de Thalber eran del marrón más común y cotidiano existente. Se podía apreciar la verdad en sus ojos, no era un farol para dárselas de persona dominante, a él le gustaba el trabajo bien hecho, y así se deberá hacer...