Partida Rol por web

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO DE MES.

ANTES DEL MEDIODÍA.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO DE MES.

ANTES DEL MEDIODÍA.

Caminé como correspondería a un digno soldado: pecho afuera y mirando al frente. En realidad hacía esto para concentrarme en olvidar la falta de sueño. Quizás deberíamos ir entonando algún tipo de cántico para molar más y yo no caer dormido en cualquier momento.

Extrañamente y aunque odiaba caminar bajo el sol matutino, no me apetecía para nada llegar al final del recorrido. Y cojones, sí; el cabrón de Campaña parecía una montaña de oro. Al final de la marcha, el mercenario Nar llamado Golkas parecía la sombra que proyectaba el enorme Campaña tras su figura ser tocada por el sol.

Por unos momentos, sentí que ese pequeño ejército al que yo pertenecía podría ganar cualquier batalla en que se encontrase.

BASTION DEL DOLOR: PATIO DE ARMAS:

- El Patio de Armas del Bastión es inmenso. Las murallas tienen un grosor ciclópeo, asombroso. Esta es una fortificación capaz de soportar un bombardeo sostenido de armas de asedio durante muchísimo tiempo.

- El interior está dotado de centenares de braseros y antorchas. Todo ha sido engalanado con estandartes, incluyendo muchas réplicas del Estandarte de la Compañía como un modo de honraros.

- El lugar está lleno de guardias, siervos; y personalidades. Distinguís al General Sar Krogan, el Ministro Potestad, la Bruja Sesvolea, y hacia el fondo al Chambelán de las Cuchillas y a Ansia de Dominio.

Me sentía pequeña ante la famosa compañía, aunque había logrado pasar la etapa de instrucción y reclutamiento como también haber sobrevivido a las pocas batallas... Pero no había sobresalido en nada que mereciera ser vitoreado a los cuatro vientos. Ahora el camino se perfilaba de una forma diferente, al encontrar hermano de capa y ser investida de la capa negra de la compañía, salvaguardando el acontecimiento histórico y quedando en una posición clara de honor y buena suerte. El futuro que me esperaba se veía prometedor, y para nada debía de sentir empequeñecida la gran tarea de encontrar un hermano. Más si es un hermano tan considerado y bien posicionado dentro de la compañía, que no ha sido puesto en evidencia ni sus actos han sido falsos dentro de ella. Había ganado una batalla por así decirlo aunque esta no fuese campal, pero era un buen cimiento para comenzar.

Había visto en los últimos días como se estaba reclutando a jóvenes de las calles, sin techo que vivían en los orfanatos y se dedicaban al hurto y pillaje para su subsistencia. Veía con buenos ojos todo este acontecimiento, ya que podía servir a mi deseo de poder practicar mis habilidades en lo que se refería al combate furtivo. Hacía ya meses que me estaba entrenando en el arte del sigilo y la ocultación para así poder hacer ataques como la afamada Tribu de los Jaguares Asesinos. Me imaginaba lo que podía pedir en la dádiva para mis futuros entrenamientos, mientras todo esto pensaba no podía evadirme de la muchedumbre, que aclamaba a los hombres más sobresalientes de nuestra compañía acompañados del tamborileo que nos hacía de guía sobre los pasos a seguir en la formación. 

Nos acercábamos a la gran muralla, un bastión inexpugnable que había sido conquistado con sangre y sudor de nuestros mejores guerreros, y junto a los demás miembros con algunos que sacrificaron su vida para poder servir al Dios del Dolor. Las enormes murallas demostraban una vez más del salvajismo y eficacia de la compañía al haber conquistado tan famoso bastión. Guerreros de la compañía que no parecían haber nacido entre humanos, sino más bien de los dones y favores de los dioses que hacen que un ser pudiese ser ensalzado más allá de los límites de nuestras capacidades. Me sentía honrada de participar en tales actos y celebraciones, pensando en la sangre derramada en la muralla me imaginé las experiencias místicas que tuve cuando me recuperaba asombrosamente de los abrazos de la muerte. Pero dichos pensamientos fueron difuminados en cuanto pasamos la muralla viendo las celebridades que allí estaban reunidas para el gran acontecimiento... 

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO DE MES.

ANTES DEL MEDIODÍA.

Acabó el desfile, pues, y Pipo volvió a caer en el marasmo del aburrimiento. Tocaba permanecer de pie entre aquellos monolitos que le hubiera gustado toquetear, olfatear, trepar... Durante el trayecto había ignorado inocentemente las señas que podían observarse en el horizonte, al menos en el horizonte simbólico: la Compañía Negra precedida y seguida por guerreros del Señor del Dolor, como si hicieran con ellos un bonito emparedado. Estaba fuera de esas sutilezas.

Resopló, firme, en fila tras el cabo y la sargento.

De repente se acordó de la flauta. ¡La flauta! Iban a conceder las dádivas y él quería pedir (cómo no) una flauta. Pensó cómo sería. Pensó, de rebote, en la flauta que le estaba fabricando Ponzoña. Ahora no era el aburrimiento el que le hacía sufrir, sino la ansiedad. Quería salir pegando brincos de su posición. Pero el entrenamiento se impuso: condicionamiento, más bien, ya que era lo único que funcionaba con él. Había recibido más pescozones que cualquiera de los reclutas que pudieran pasar en diez años por el pelotón de reclutas. Añadidos a esos los de su hermano de capa, Ridvan, cuando fue asignado a los exploradores, hacían toda una pléyade de pescozones, patadas, empujones y tortazos los que le habían terminado por conformar con guardar (más o menos) las formas.

No obstante, para cualquiera que estuviera cerca, era evidente que temblaba como una hoja.

- "¡Salve, Compañía Negra! La ciudad de Cho'n Delor os da las gracias por vuestra gran victoria contra los Fantasmas Irredentos y por haberlos expulsado de nuestro territorio.

Hoy me encuentro aquí en nombre del Señor del Dolor, quien se ha retirado al Templo del Dolor para preparar una magia poderosa que ayude a poner fin a esta guerra. En su nombre y en el toda la población os doy las gracias por vuestros esfuerzos.

Hoy seremos testigo de una de vuestras ceremonias más sagradas, la del Juramento, y también celebraremos un festín en vuestro honor. Además, como muestra de agradecimiento, todos los Juramentados, antiguos y nuevos, podrán solicitar una dádiva a modo de gratificación adicional por vuestro fiel y leal servicio y por la sangre derramada en la defensa de la nación de Cho'n Delor en nuestra lucha contra el Triplete." -

Suena una fanfarria de trompetas y todos los presentes saludan a la Compañía Negra.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO DE MES.

POR LA MAÑANA

Plumilla ayudó a Sabandija a colocarse bien la capa. El K´Hlata estaba impresionante también, se había vestido muy adecuadamente para la ocasión, incluso iban conjuntados con los peinados.

- Tu también estás muy bien, Sabandija, hoy es nuestro día, así que tenemos que estar deslumbrantes. Debemos dar honor a nuestra compañía a y a los campamenteros - sonrió con entusiasmo, tan impaciente y nerviosa como su futuro hermano de capa.

Entonces, Lengua Negra ordenó ponerse firmes, y la curandera se colocó en su lugar con gesto serio, mirando a su cabo.

El capitán dio órdenes de desfilar, y todos nos pusimos en nuestras posiciones. Siguiendo a su pelotón y con paso acompasado, la pequeña curandera marchó atravesando la puerta y atravesando las calles de la ciudad. Miró alrededor, la gente salía para verlos y saludarlos. Puede que fuera tan sólo una pantomima o un espectáculo circense, pero para Plumilla era algo nuevo y a pesar de que debía mantener el gesto serio y digno, no pudo reprimir una sonrisa al ver toda la fiesta y el deleite de los habitantes de la ciudad.

Finalmente, entraron en el Bastión del Dolor. El lugar imponía a todo aquel que tuviera el valor de entrar entre sus paredes, y Plumilla guardó un respetuoso silencio acompañado de un gesto grave. 

AÑO: 201 DE KHATOVAR.
MES: ANTÍLOPE (MES 10, PRIMERO DEL OTOÑO).
DÍA: PRIMERO. POR LA MAÑANA.

Un arco... un arco, un arco, un arco...

Esa, y solo esa, era la dádiva en la que Rastrojo podía pensar. Mientras la mayoría de sus compañeros solicitarían armas, armaduras y escudos, monturas y esclavos, él estaba decidido a solicitar una llave. Vale, técnicamente hablando el arco también es un arma... y a la vez es su maldito salvoconducto para salir del atolladero en el que se había convertido su vida. Con un arco, podría solicitar el traslado al Pelotón de Arqueros. No volvería a cavar letrinas. Ni a soportar la visión del rostro estreñido de Ponzoña cada vez que frunce el ceño para tratar de intimidar a Rastrojo, o lo que quiera que intentara hacer en cada una de sus broncas. No más dobles raseros de Matagatos, ni aguantar su aire de superioridad. Y a la Quinta... ¡qué le den! Al fin la tendría lejos, pero que bien lejos.

No se interprete como acritud. Ese sucio y traicionero comemierdas de Matagatos mantendría siempre todo el aprecio de Rastrojo. Tal es el punto, que el chamán ni siquiera llevó a cabo su plan de mearle en el odre... y que estuviese demasiado malherido como para hacerlo no fue la principal causa. O quizás sí. Pero para ser sinceros, ¿qué futuro le aguardará al Pelotón de Hostigadores a partir de ahora? Quedan cuatro monos. El Capitán que apostó por ellos podría haber muerto en lo que les ha llevado llegar a Cho'n Delor. El Analist... el nuevo Capit... el "Capit-ananá-lista" disolverá a los Hostigadores y repartirá sus restos entre los demás pelotones. Y la mayoría terminará de carne de cañón en el Pelotón de Infantería, salvo los que tengan un arco como Ojopocho o caballo como Pelagatos, y eso lo sabía todo el mundo.

La infantería estaba bien para un descerebrado como Campaña o para alguien que piensa con el badajo como Ponzoña. Pero Rastrojo aspiraba a morir de viejo, o por lo menos de todo lo viejo que fuese posible, y a no cavar letrinas, o a cavar las menos posibles. Y el culo de los gañanes embrutecidos del Pelotón de Infantería es de doble descarga, y necesitan el doble de agujeros cavados en el suelo.

Un arco... solo pido un arco, por compasión...

El Capitán saluda con marcialidad al Chambelán de las Cuchillas y a las diversas autoridades chondelorianas.

Después, da la señal y el Cabo Kallmall toca la corneta. Cada Pelotón ocupa su lugar en formación en el gran Patio de Armas de la fortaleza.

Los que van a caballo desmontan y los esclavos acuden para llevarse a los caballos a los grandes establos.

Tras un breve descanso, las tropas vuelven a formar y aguardan en posición militar de "descanso".

El Capitán ordena "firmes" y después "presenten armas", y entonces el Chambelán de las Cuchillas, el General Sar Krogan, el Ministro Potestad, Sesvolea y Ansia de Dominio pasan "revista" a las tropas. Se fijan en todos y cada uno de vosotros y parece que lo que ven les complace. No existen tropas como vosotros en el mundo conocido. Al menos no de un modo natural, aunque existen vagos rumores acerca de unidades de élite creadas mediante la magia por el Triplete en tiempos recientes...

Tras pasar revista, todos vuelven primero a "firmes" y después a "descanso". A la orden del Capitán, los que van a Jurar y los que van a ser ascendidos salen sus formaciones. También los Hermanos de Capa.

Portastandarte se coloca ante las formaciones de la Compañía, ante los que van a ser nuevos Juramentados. Tras ellos, aguardan en formación los diversos Pelotones. Junto a Portaestandarte, vuestro nuevo Capitán, acompañado de los Magos de la Compañía.

El orden va a ser de menor a mayor.

Primero Jurarán los Reservas. Luego los Campamenteros. Después jurará de nuevo Campaña, de los Hostigadores.

A continuación los ascensos de: Lengua Negra, Matagatos, Ridvan, Serpiente, y Rompelomos.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO DE MES.

ANTES DEL MEDIODÍA.

Aquel desfile sería recordado por la mente de Sabandija como uno de los días más fantásticos de su vida. Toda aquella opulencia aturullaba su cabeza de tal manera que, una vez pasado el día, apenas lo recordaría todo como si hubiera sido un sueño, imágenes difusas e imprecisas.

Desfiló en una especie de trance provocado por el estruendo de los firmes pasos acompasados, la música y los vítores de los espectadores.

Si tan solo supieran...- El corazón le latía tan fuerte como los tambores que marcaban el ritmo.  No podía evitar sentir  vergüenza por, aunque fuera metido en medio de los Campamenteros, recibir parte de aquella gloria destinada a grandes guerreros como el imponente Campaña, Portaestandarte, la increíble mujer Sierra...Si los que tanto aclamaban a la Compañía supieran que una escurridiza y cobarde Sabandija se había colado entre tanto héroe no sabía cómo reaccionarían. Después de todo, ¿qué había hecho él para merecerse todos esos halagos? Había derramado sangre de los enemigos de la Compañía y, sobre todo, había derramado la suya. Su brazo herido e inútil pasaba oculto a las miradas gracias ala capa negra. Miró a su alrededor para observar a sus compañeros Campamenteros y darse fuerzas. Sonrió a Plumilla al ver la excitación reflejada en su inocente rostro.

Ni siquiera supo cuánto tiempo llevaban desfilando pero apenas se sentía cansado. La visión del Chambelán de las Cuchillas, así como sus palabras, le produjeron un pavor casi irrefrenable. ¿Iba a atreverse a pedir su regalo?¿Y si se lo negaban y era puesto en evidencia delante de todos? Aquellas inseguridades evitaron que el joven K´Hlata disfrutara por más tiempo de su gran día.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO DE MES.

ANTES DEL MEDIODÍA.

La orden de "presenten armas" siempre dejaba a Pipo perplejo. ¿Qué arma? ¿Cuál de las muchas que tenía? ¿Una jabalina? Pero, ¿cuál de ellas? ¿La lanza larga? ¿El cuchillo? ¿El hacha? Hizo todo correctamente, por supuesto. Muchos años en la Compañía. Limpio, arreglado, firme, delgado como una caña, musculatura fibrosa, peluca impoluta, abalorios resplandecientes. Serio el rostro y la mirada fija en un punto más allá del horizonte. Toda esa mierda estaba ahí, bien aprendida. Pero como había tenido poco tiempo para pensar, se quedó enarbolando su querida flauta con gesto muy marcial. Así recibió a los jerifaltes.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO DE MES.

ANTES DEL MEDIODÍA.

Derviche se mantuvo en su puesto en formación, correcta, pulcra y con la marcialidad mínima para no ser abroncada. A decir verdad, tanto la pulcritud como sus maneras militares también se encontraban en ese nivel mínimo aceptable. Odiaba toda aquella basura, más aún después de lo sucedido con las votaciones, el espíritu pusilánime de Lengua Negra y en general, de todos aquellos que no habían votado a Portaestandarte. Eso iba a ser un error a la larga, ya se les abrirían los ojos a todos aquellos ciegos. Cuando los mandos pasaron revista, Derviche puso su cara de mayor furia, con la frente bien alta y desafiante. Estaba segura de que aquello les iba a gustar a todos esos gerifaltes, rimbombantes y amusarados, aunque en realidad ella lo hacía por absoluto desprecio. El único consuelo que le quedaba era el regalo a recibir.

Bueno, al menos nos darán una mierda de baratija, es más que una palmadita en la espalda. Pensó con mucha acritud.

Mientras los actos se desarrollaban, pensó en la dádiva para relajar su mente y pasar el tiempo lo más rápido posible, y ahí estaba la gran duda. O unos cuchillos para lanzar o un arco.

No recordaba con exactitud si alguien en el pelotón tenía un arco, pero ella creyó que no, así que no les vendría mal al pelotón dicha arma. Luego se sorprendió a sí misma, pues ella era una guerrera, que disfrutaba del cuerpo a cuerpo, la sangre que salpica y empapa, la adrenalina que volvía la saliva marrón, el dulce canto de los chillidos de agonía, y el placentero crujir de huesos.

Pero un arco ayudaría a todos en según que situaciones. Tuvo que apretar con tanta fuerza el mango de sus cimitarras que las manos se le pusieron blancas por el esfuerzo.

¿Que hago yo pensando en todos? Maldita sea!. En su cabeza se cruzó la imagen de Peregrino

Maldito seas Peregrino, que ni muerto abandonas mi mente, tu me metiste en la cabeza la idea del grupo por encima de las individualidades, y ahora no soy capaz de sacarla de dentro de mi mollera

Por otro lado, una ristra de cuchillos para lanzar era una idea algo más personal. Servirían para distancias cortas, inflingiendo mucho dolor e incapacitado si eran bien lanzados, también valdrían para desollar y rematar al enemigo, algo más acorde al gusto de su Diosa, y de ella misma. Pero aquel maldito arco no desaparecía de su mente.

¿Que hacer? ahora mismo, Derviche no obtenía respuesta.

El desfile continuó mientras Derviche seguía sumida en sus dudas.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: ANTÍLOPE (MES DÉCIMO, PRIMERO DEL OTOÑO).

DÍA: PRIMERO DE MES.

ANTES DEL MEDIODÍA.

Era, después de todo, una cuestión de capacidad. No de los pensamientos o las descripciones mentales con las que cada uno trataba, de puertas a dentro, de conformar su propia realidad. No de los deseos con los que uno trataba de describirse para los demás.

Loor era mejor soldado que muchos de sus compañeros, y su convencimiento era, como poco, tan alto como el que más. Con tales hechuras, ¿podía alguno asombrarse que sus armas, su armadura, su porte, fuera tan bueno como el mejor? Su capacidad como soldado, su propio carácter obsesivo, hacía que sus armas y armaduras lucieran perfectas para la revisión de esa mañana. Y como siempre, su movimiento era conjunto con el resto de sus hermanos de armas, ocupando su puesto en esa familia de acero y muerte que era la Compañía.

Si alguno hubiera podido mirar su interior, sin embargo, hubiera percibido las peculiaridades del carácter de la guerrera. Loor siempre sentía un instintivo rechazo cuando estaba en Chon Delor. ¿Acaso no era esa tierra propia de quien se autoproclamaba Dios del Dolor?, ¿y acaso no eran dioses y demonios enemigos de la Diosa, esbirros cuya única pretensión era atarse a sí mismos y a la humanidad a una realidad desagradable, ofensiva, cruel, una realidad que debía ser transcendida, mejorada, para que todos pudieran acceder al Paraíso?

Loor a la Diosa, como siempre señalaba, una y otra vez, Loor. Ella le guiaba en estos momentos comprensiblemente complejos y contradictorios. Y su respuesta, hasta ahora, siempre había sido la misma: la Compañía es grata a mis ojos, y grandes planes tengo para su futuro.

Esa respuesta tranquilizaba a Loor, puesto que desde que se había unido a la Compañía, había aceptado convertir a esta en su familia, igual que su Diosa era todo su poder, todo su futuro, todo su deseo.

O casi todo. Puesto que también los hombres tenían sus propios intereses.

¿Recuerda la princesa de las Lágrimas de la Diosa su pasado hasta cierto punto principesco entre su propia tribu? ¿su propia capacidad? ¿su primera familia a quien tanto quiso? ¿recuerda a sus hermanos, a su padre rey, a su madre sacerdotisa?

Sin duda. Pero como todos sus restantes pensamientos, quedan ocultos bajo su marcial convicción: su seguridad. Loor, como todos sus hermanos, marcha y desfila, sintiendo el placer de la muchedumbre que les vitorea.

Escudo sale de su formación mientras observa como Perdida hace lo mismo. Lleva la capa preparada para la imposición y ocupa su lugar junto al resto de hermanos de capa esperando para su turno e imponerla sobre su nueva hermana.

Campaña presentó su alabarda cuando dieron la orden, apoyando el mango en el suelo y sujetándola únicamente con una mano y manteniéndola en una posición completamente vertical. Si Campaña era ya una mole gigantesca, añadiéndole el detalle de su enorme arma su aspecto era aún más impresionante. Y es que aquel arma no era un trozo de metal cualquiera, pertenecía a algún lugar remoto y había sido forjada por grandes artesanos. Era una pieza de valor incalculable y además había pertenecido a Divisora, lo que le dotaba de valor sentimental.

Se mantuvo erguido e inmóvil mientras los patrones pasaban revista. Se concentró al máximo en parecer lo que realmente era: un Soldado disciplinado. En otra ocasión quizás no se hubiera preocupado tanto por impresionar a los demás, pero aquel día estaba convencido de que no había nada de malo en hacerlo y se había dado cuenta de que el reconocimiento que le brindaban los demás le hacía muy feliz. 

Ya había pensado que iba a pedir, aunque no estaba seguro de que fueran a concedérselo. Por un lado, viendo la magnificencia de aquella ciudad y las riquezas que rodeaban siempre a la figura del Señor del Dolor, Campaña no dudaba de que tuviera la capacidad para conseguir lo que pediría. Pero, por otro lado, sabía que lo que quería tenía un coste elevado, y quizás hubieran fijado un límite. En cualquier caso Campaña había tenido tiempo para pensar alternativas sobre el mismo objeto, si de verdad deseaban ganar la guerra parecía probable que invirtiesen en Soldados de élite como Campaña.

Cuando el Capitán dio la orden Campaña salió de la formación junto a Ponzoña, colocándose en el lugar designado para el Juramento.

El nuevo Capitán se vuelve hacia la Compañía. Os mira y habla con voz solemne. A pesar de no encontrarse bien, su voz recorre todo el patio.

- "Hermanos de la Duodécima y Reclutas, nos encontramos aquí reunidos para ser testigos del Juramento de un grupo de nuevos Soldados pertenecientes al Pelotón de Reservas.

Sus líderes, el Cabo Cortaplumas y Ballestero, harán las presentaciones y explicarán los motivos por los que estos Reclutas han sido considerados dignos de convertirse en hermanos juramentados." -

El Teniente tiene en sus manos una cajita preparada donde se guardan los emblemas del cráneo de plata.

El Cabo da un par de pasos al frente y toma la palabra.

- "Estos dos reclutas se han ganado el derecho con sangre. Son supervivientes de las diferentes batallas contra los campamentos de los Fantasmas, y de la batalla del Fuerte Chuda." –

Los dos reclutas de la escuadra de Cortaplumas que van a jurar permanecen en pie tras su cabo en posición de firmes.

Espera a que Cortaplumas acabe de hablar. Da también dos pasos al frente situándose a la misma altura que el Cabo, y repite unas frases similares.

"Estos cinco reclutas se han ganado el derecho con sangre. Son supervivientes de las diferentes batallas contra los campamentos de los Fantasmas, y de la batalla del Fuerte Chuda."

Los otros cinco reclutas supervivientes de la escuadra de Ballestero forman tras él.

El Cabo Cortaplumas toma de nuevo la palabra.

- "Todos han derramado sangre enemiga por la Compañía. Y han sangrado por ella." –