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AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: MES DE LA JIRAFA (MES NUEVE, TERCERO Y ÚLTIMO DEL VERANO).

Día dos de la Jirafa.

¡Cosas que hacer! Belleza le sacó de la estupefacción. Se irguió, se levantó del suelo frotándose la frente y se despidió de Belleza con un gesto apresurado. Enseguida se dirigió a la zona del campamento donde se reunían los exploradores, buscando a Falce o a Rivdan.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: MES DE LA JIRAFA (MES NUEVE, TERCERO Y ÚLTIMO DEL VERANO).

Día dos de la Jirafa.

Cuando suena la alarma Astado sale de su tienda corriendo, en busca de la Sargento Falce o al Cabo Rivdan, sin exito al menos al principio decide que las provisiones són lo más importante y corre hacia allí.

Conociendo a sus compañeros, la mayoría estaría tirando agua que necesitarían más adelante sin pensar. Ayudó a sus compañeros a sacar lo que pudo de las provisiones y apartó unos cuantos barriles de agua, asegurandose de que nadie pudiera malgastarlos en apagar el fuego. De poco les serviría vivir si se quedaban sin agua.

¡No! ¡Estos no! ¡Necesitamos reservas para vivir! ¡Usad esos otros! ¡Mantas, palas!

Asesina se revolvía entre la fiebre y sueños oscuros. Su conciencia volvió a la tienda en donde descansaba por un instante, alcanzo a escuchar los gritos y sentir el olor del fuego. El sueño la arrebato de la realidad una vez más. 

Abrió sus ojos a un pasillo interminable, había aguas oscuras a sus pies y una oscuridad impenetrable lo cubría todo. Todo eran sensaciones en esas penumbras. El agua, las inmundicias y los insectos rozaban la piel; pequeños ecos llegaban rebotando en las paredes como procedentes del otro lado del mundo; los vapores viciosos saturaban el olfato. Todo aquello era tan real.

Sus ojos volvieron a enfocarse en el suelo de la tienda de los heridos. Su frente quemaba y escuchó el llamado a armas de sus superiores. Temblando, giro sobre su cuerpo y miró hacia el techo del lugar. Despertó en el laberinto. 

Corría por aquellas galerías, escapando de sombras que le seguían de cerca. Su respiración y sus zancadas golpeaban contra la roca del lugar, destruyendo el silencio y reuniendo más siluetas detrás de ella. El vértigo de la carrera la hace caer y rodar en el agua impura. Levanta su mirada y sus ojos desafían a la oscuridad que la rodea. Su mano viaja hasta su cintura en busca de su arma. 

Despertó en la tienda, sobresaltada y cubierta en sudor. Su conciencia estaba por fin allí, casí en una pieza. Escuchó el desastre afuera y no demoró un momento más. Tomo su equipo y salió del lugar, se acerco a sus compañeros que se organizaban afuera.

-  ¡Ordenes, señor! ¿Que debemos hacer? - Dijo mientras se aproximaba a Astado. 

- Astado se apresura a organizar las tareas de extinción del incendio. Apenas puede detenerse a observar a los magos Escupeculebras y Caratótem usando su magia para salvar a los animales, incluyendo al magnífico Hechizado de Matagatos.

- Las tareas de extinción se prolongan toda la noche, y al final tan sólo se logra salvar algo más de la mitad de la comida total del Campamento. De todos modos, sin la acertada reacción de Astado y la ayuda que le han proporcionado tantos otros, el desastre hubiera podido ser todavía mucho peor.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JIRAFA (MES NUEVE, FINAL DEL VERANO).

DÍA: TERCERO DEL MES.

POR LA MAÑANA.

El Cabo Cortaplumas, tras la alerta de esta noche, se ha mantenido de guardia en lo alto de la empalizada el resto de la noche.

Es el primero en dar la alarma cuando desde el Sur se aproxima un solitario jinete.

- "¡Regresa un jinete!" - Y al rato: - "¡Es Piojillo!" -

El Cabo Lemur y el Soldado Cielo abren las puertas y el agotado Recluta de los Campamenteros, Piojillo, llega a lomos de un poderoso caballo de guerra pesado del Triplete. El animal está bañado en sudor, es obvio que ha cabalgado duramente toda la noche.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: MES DE LA JIRAFA (MES NUEVE, TERCERO Y ÚLTIMO DEL VERANO).

Día dos de la Jirafa.

El poco éxito obtenido el día anterior por Lombriz al intentar buscar alguna cabeza pensante que comprendiera la gravedad de lo ocurrido el día anterior hizo pensar al viejo leñador que lo mejor sería marchar a dormir en paz con la tierra, y el día siguiente buscar al Cabo de los Hostigadores para explicarle lo ocurrido. Pelagatos siempre se había mostrado más atento a lo que ocurría a su alrededor, y estaba seguro que sabría escucharle.

Por desgracia, aquella noche que se auguraba como la primera sobre algo más blando de la dura tierra, no fue así. El ataque coordinado y planificado acabó con el descanso y paz del viejo leñador, haciendo que se sobresaltara. Agarrando el hacha en un rápido gesto y poniéndose en pie, vio su cuerpo castigado por la edad y el dolor muscular de quien había pasado días caminando bajo el sol, de quien había elegido la vida de guerra y no la de paz.

Los músculos le hicieron resentirse por el dolor, así como los huesos comenzaban a avisarle que no pasaría mucho más hasta que fuera presa de un guerrero rival más joven y rápido, o que se viera obligado a colgar las hachas de una vez por todas. Con el único deseo de demostrarse a si mismo que aun podía seguir adelante, aferró con tanta fuerza el asta de su arma que casi podía notar como crujía bajo sus dedos. Salió solo para contemplar como el enemigo se retiraba y el campamento ardía sin remedio. Poco pudo hacer, pero aun así, hizo todo lo que estuvo en sus manos para contener las llamas y salvar cuantas provisiones fueran posibles.

Por ello fue que cuando hubo un momento de calma, Ikharus buscó a Lombriz. Era momento de informar de lo sucedido en la patrulla. Era momento de recordarles que aquello podía haberse evitado de haberles escuchado.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JIRAFA (MES NUEVE, FINAL DEL VERANO).

DÍA: TERCERO DEL MES.

POR LA MAÑANA.

El caos había dado paso al orden. Tras el ataque del enemigo y la afortunada intervención de Astado las pérdidas no habían sido tan lamentables como hubieran podido ser.

Lengua Negra se encaminaba hacia los establos para comprobar el estado de las monturas, principalmente de Beltza y Dante, sus dos caballos, cuando una voz de alarma advirtió de la llegada de Piojillo. Corrió hacia las puertas a tiempo de verlo entrar y detenerse. No perdió tiempo y agarró a la montura por el bocado, acariciando su empapada cerviz.

La ausencia de su compañero de patrulla y el estado de la montura hablaba de la gravedad de la situación.

-Bienhallado, Piojillo -dijo saludando al campamentero-. ¿Qué ocurre? ¿A qué se debe tu presencia en solitario?

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JIRAFA (MES NUEVE, FINAL DEL VERANO).

DÍA: TERCERO DEL MES.

POR LA MAÑANA.

Pipo estaba husmeando el lugar donde Ponzoña tenía su flauta puesta a secar junto con algunas hierbas y aceites olorosos. La observaba con atención, muy quieto. Entonces hubo gritos y alguien dijo algo de Piojillo con el tono alterado por la alarma, así que, ni corto ni perezoso, se fue a curiosear, para ver en qué acababa todo aquello. Ahí vio reunidos a los cabos Lengua Negra y Corta Plumas y a Ikarius observando cómo entraba por la puerta Piojillo a lomos de un brioso corcel con aspecto peligroso.

Alzó las cejas y guardó silencio.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JIRAFA (MES NUEVE, FINAL DEL VERANO).

DÍA: TERCERO DEL MES.

POR LA MAÑANA.

La noche había sido un maldito caos. El ataque, el fuego, algunos muertos y las dos heridas que llevaron a la tienda para intentar que se las atendiera. Matagatos aún no estaba recuperado, pero lo hizo lo mejor que pudo dadas las circunstancias, y entre todos consiguieron salvar a Yumma. Por desgracia, Bimbata no tuvo tanta suerte. Los atacantes, naturalmente, se esfumaron antes de poder ser derrotados. Aquella maldita guerra... No sabía cuanto les estaba pagando el Señor del Dolor, pero seguramente no era suficiente. Y, probablemente, ellos tampoco lo eran para dar un vuelco a aquella situación. Pero al menos debían intentarlo.

En esos y otros pensamientos estaba ocupado Matagatos, asomado fuera de la tienda de los heridos, cuando Piojillo volvió al campamento, espoleando a su caballo como si no hubiera un mañana. Automáticamente pensó que algo malo había pasado. Más de sus hermanos habían muerto, y debían lamentar más pérdidas. Parecía que eso era todo lo que les deparaba aquel lugar.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JIRAFA (MES NUEVE, FINAL DEL VERANO).

DÍA: TERCERO DEL MES.

POR LA MAÑANA.

Astado apenas había dormido, desde que se declaró el incendio no había tenido descanso. No sabía por que le habían dejado hacer, tal vez los mandos de la compañía estaban más ocupados intentando organizar una defensa o una represalia, pero en general, aunque había habido algunos que se movían independientemente, la mayoría se dejaron organizar facilmente. No sabía que tubiera dotes de mando, aunque ciertamente era facil organizar a un grupo tan disciplinado como la Compañía, sólo lo era si le reconocían a uno como persona al cargo. Por suerte nadie le había retado ni cuestionado, así que todos trabajaron codo con codo.

Mientras todavía lamentaba y contaba las pérdidas, llegó un jinete con una montura del enemigo y mucha prisa. Más problemas, estaba seguro. Pensó en ponerse la nueva armadura, pero, sorprendido, se dió cuenta de que anoche ya se la había puesto. Además, había dejado la lanza y la lanza corta en algún lugar cerca del almacén.

Maldita sea... Antes de que les llamaran para formar corrió a buscar dónde demonios había dejado las lanzas. No podían estar muy lejos.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JIRAFA (MES NUEVE, FINAL DEL VERANO).

DÍA: TERCERO DEL MES.

POR LA MAÑANA.

El sol sale por fin, dejando atrás una noche de mierda. El ataque de Brenda y Kano que no fue detectado a tiempo y que causó más daño y destrucción que si un ejército entero nos hubiese atacado de frente. Incendios en nuestras reservas y establos es un terrible daño a la logística de nuestra Compañía. Sin suministro y animales de combate, nuestra maquinaria de guerra queda muy disminuida. Después de pasar toda la noche apagando fuegos con mantas y agua, hemos conseguido sofocar todas las llamas pero es mucho lo que se ha perdido.

Bostezo por lo poco que conseguí dormir antes de ser despertado cuando escucho las voces que avisan que llega un jinete. Corro hacia esa dirección y veo que es Piojillo quien aparece y parece haber viajado con mucha prisa. Convoco a mis tropas rápidamente:

 - "¡Exploradores! ¡Preparaos para combatir!"

No sé si vendrá algún enemigo detrás de él o si es alguna clase de emboscada, pero es mejor estar preparados y listos en caso de que se presente cualquier clase de situación. Por otro lado, si Piojillo dice algo acerca de un sitio donde se requiera ayuda, lo más probable es que se nos envíe a nosotros para intervenir o averiguar.

Piojillo salta a duras penas del caballo, tras lo cual hinca la rodilla en el suelo y apoya las manos en la arena del suelo para no caer. No para de respirar fuértemente, cogiendo aire para recuperar el aliento, mientras la arena se le pega a las palmas de sus manos, bañadas en sudor. Tras unos segundos, escucha las palabras de su superior, Lengua Negra. Levanta la cabeza para verle y acto seguida intenta ponerse en pie, aunque le tiemblan las piernas y el agotamiento se hace palpable en él.

- ¡Nos atacan...! ¡Soldados del Triplete...!

Pronuncia en voz alta para que el soldado y el cabo que le abrieron la puerta al campamento estén preparados para volver a cerrarla. Sus palabras, debido a su cansancio, fueron pronunciadas con pausas para que el campamentero pudiera ir cogiendo aliento debido a su fatiga.

Cuando por fin el pecho del guerrero K´hlata dejó de palpitar con fuerza, miró a Lengua Negra para explicarle la situación lo mejor que podía.

- Lengua Negra, unas fuerzas del Triplete nos sorprendieron a Sicofante y a mí. Eran al menos diez caballeros montados y su superior, aunque no sabíamos con certeza si eran más de ellos. Nuestras órdenes, como bien sabes, eran las de servir de enlace e informar a la Compañía de los posibles movimientos enemigos. Así, al estar en inferioridad y para avisar a la Compañía, emprendimos la huida. La montura de Sicofante no era tan rápida como la mía y los del Triplete se nos echaban encima... - Piojillo agachó la cabeza al recordar los acontecimientos de su huida y el sacrificio de Sicofante. Paró sus palabras unos segundos antes de continuar.

- Tuvimos que decidir en cuestión de segundos... Si morir dando batalla los dos o sacrificarnos para poder llevar a cabo la misión y avisar a todo el campamento del ataque... - Una lágrima asomó por el ojo derecho del Campamentero y resvaló por su cara hasta parar en su barbilla y gotear. Otros segundos de receso en sus palabras, debido a su dolor, antes de continuar.

- Sicofante decidió darse la vuelta y enfrentarse a ellos en solitario, mientras me alentó a seguir huyendo para poder avisar a la Compañía. Fue un acto heroico que hizo para que todos aquí estuviésemos preparados para el asalto... Le hirieron y lo cogieron prisionero... Nada pude hacer, salvo no mirar atrás... Llevo cabalgando toda la noche para llegar lo antes posible y dar la alarma... Espero haber hecho lo correcto al cumplir con mi misión, Lengua Negra, pero una parte de mí siente mucho pesar por la suerte de Sicofante...

El Campamentero volvió a agachar la cabeza y esperar las órdenes de su cabo, mientras el resto del campamento se empezaba a movilizar ante las palabras que había exclamado Piojillo.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JIRAFA (MES NUEVE, FINAL DEL VERANO).

DÍA: TERCERO DEL MES.

POR LA MAÑANA.

Niña de oro asomaba por detrás de una de las tiendas chamuscadas, en su cara denotaba lo poco que había conseguido dormir después del asalto. No estaba acostumbrada a ver tanta tragedia, ella era una niña de bien, no debía estar ahí y ella lo sabía. Pero las circunstancias de la vida la habían llevado hasta allí. Y debía como fuera acostumbrarse o cambiar la situación.

Durante la larga noche de ayer consiguió ella escabullirse y esconderse detrás de una de las tiendas y tumbada sin moverse permaneció durante toda la noche.

Al amanecer temblorosa aún por el asalto intentó caminar hacia el Pelotón que aún estaba a lo lejos, pero apenas los nervios le dejaron caminar cuatro pasos tambaleantes y se desplomó contra el suelo. Y ahí aguardó cabizbaja sollozando esperando que al volver a levantar la cabeza todo hubiese sido un sueño, que los restos de sangre y las casetas ahumando aún, fueran solo las consecuencias de un mal sueño pero no, aún seguía todo igual al levantar la cabeza. Niña respiró hondo y se secó las lagrimas. Y se colocó entre el pelotón dando la nota, aunque intentó pasar desapercibida colocándose por el centro era evidente que no era una mujer guerrera y que nunca en su vida tuvo que formar.

AÑO: 201.
Estación: Verano.
Mes: Noveno (Tercero del Verano). Mes de la Jirafa.
Día: 3. Por la mañana.

En la paz de su tienda de campaña, Rastrojo dormía como si el infierno no se cerniese sobre el campamento. Había vivido una semana convulsa desde que fue expulsado injustamente de la tienda de heridos, aunque si no van a dejar que los heridos estén en ella, habrá que ir buscándole otro nombre.

Fueron días malos. Tras la ignominia de Matagatos, tuvo que vagar herido por el perímetro, buscando sus cosas. Las encontró en manos de unos seguidores de campamento que las habían descargado de las alforjas del camello Mancillado, mientras cuidaban de él. Hubo un tiempo en el que Rastrojo también recibía cuidados. Hoy es un paria. Bueno, sí... es cierto que vienen a cambiarle los vendajes igualmente, pero no se siente querido... No es que antes sintiese demasiado cariño por parte de sus compañeros, pero... Es complicado.

En aquel tiempo remoto de hace diez días, tuvo que hacer valer su condición de chamán para convencer a un seguidor de campamento de que le montara la tienda por él. Dicho así suena de práctica de un auténtico vago, pero el pobre Rastrojo estaba herido en el torso, y acunclillarse para hundir unos clavos en la tierra le podría resultar doloroso.

Pero lo peor fue ayer... Menuda noche le dieron. Daría para ser el preámbulo de una buena historia más larga, pero ese es otro tema. El tema es que la tienda de Rastrojo estaba abierta, como queriendo airearla del olor a hierbas medicinales de verdad, de las que no se fuman, sino que sirven para hacer emplastos y apestan. Y las justificaciones histéricas de Piojillo para dar a entender que había cumplido con su deber, y no huído como una rata cobarde del combate (recordemos que en la Compañía Negra la deserción se pena con la muerte), despertaron al chamán. Bueno, aprendiz de chamán, solamente... Chamán en potencia.

Permaneció en silencio, tumbado con los ojos abiertos, escuchando... y rezando en sus fueros internos para que fuera la infantería los que se encargasen de la defensa.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JIRAFA (MES NUEVE, FINAL DEL VERANO).

DÍA: TERCERO DEL MES.

POR LA MAÑANA.

Había sido extraño. El campamento había estado bullente de actividad a la vez que apagado y mustio, y nadie había tenido realmente intención de tratar con los grandes guerreros que eran Ikharus y Lombriz, como si fueran poco más que ciudadanos de segunda. Aquello había hecho arder la sangre del K´Hlata: ¡Peregrino estaría muerto, pero aquello era una vergüenza!

-Ikharus. Atacaron -sacudió la cabeza- Nadie quiso escuchar a Ikharus ni Lombriz. Mal yuyu, te dije -escupió al suelo.

Ahora era DEMASIADO TARDE, y Piojillo había llevado la comunicación de lo que debían haber llevado ellos si no les hubieran IGNORADO DESCARADAMENTE. Lombriz, que llevaba aún al cinto la cabeza de la noble, la tiró al suelo enfadado.

-¡Piojillo! -dijo el K´Hlata mientras sujetaba con fuerza la parte de las tiras en la lanza que había tomado, preparándose mientras ceñía el escudo, aún ajustándose la armadura ligera de cuero tan asquerosa y que tanto picaba por todas las partes- ¡Acompáñanos a la batalla ahora como hermano! Cabo Lenguanegra, Lombriz también tiene que avisar de ataques en su patrulla ahora que se le permite hablar. Tarde. Trajeron botín para repartir, hablar con el cabo Pelagatos. No ahora.

Trató de actuar como el soldado disciplinado que era, pero QUIZÁ ahora Sicofante estaría vivo y no hubieran perdido tanta comida y pertrechos por el hecho de que nadie les hubiera querido hacer caso. le dio una patada a la cabeza, mascullando.

-¿Órdenes?

Sacudió la cabeza: matar seguía siendo su trabajo. Pero qué estúpido, estúpido desperdicio, no podía dejar de pensar. ¡Los podridos blancos y sus entierros de lamentaciones en los que está bien visto languidecer y no hacer nada en lugar de llevar al guerrero al más allá provisto y bien despedido! ¡Castigo por la impiedad y la falta de respeto que llaman "costumbres"!

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JIRAFA (MES NUEVE, FINAL DEL VERANO).

DÍA: TERCERO DEL MES.

POR LA MAÑANA.

-¡CERRAD LAS PUERTAS! -gritó-. Has hecho bien, Piojillo -dijo tras escuchar a su soldado-. Niña de Oro, trae agua para Piojillo. Cabo Cortaplumas, ¿se avistan más jinetes o tropas enemigas? -suponía que no, dado que no se había advertido de la presencia de ningún otro elemento en persecución de Piojillo, pero lo mejor era prevenir-. Os quiero a todos en estado de alerta y con las armas preparadas -advirtió a todos los presentes-. Haced correr la voz.

En aquel punto las palabras de Lombriz inundaron el silencio subsiguiente. Lengua Negra lo miró, incrédulo en un principio. Fríamente después.

-¿Por qué no me buscaste? ¿Por qué callaste como una ramera lo que os había ocurrido? ¿Por qué Ikharus no se personó ante Matagatos? -una furia sorda inundó su cuerpo-. Hablaremos de esto más tarde y espero que tus respuestas sean las adecuadas.

Miró alrededor y alcanzó a ver a Ponzoña.

-Ponzoña, da aviso de lo ocurrido a Matagatos y a Analista. ¡Rápido! El primero se hallará en la tienda de heridos.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JIRAFA (MES NUEVE, FINAL DEL VERANO).

DÍA: TERCERO DEL MES.

POR LA MAÑANA.

Ponzoña, que había corrido al lugar al escuchar las voces, asintió ante las órdenes de Lengua Negra. Del costado pendía su maza de pinchos y ágilmente se retiró a la tienda que compartía con Khadesa para recoger su escudo que colgó a la espalda antes de salir en dirección a la tienda de heridos.