Partida Rol por web

La Compañía Negra 3: Tierra de Sombras.

El Lago Verde.

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06/12/2019, 12:56
Hostigadores: Soldado Nuevo Guepardo.

DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: QUINCE DEL MES.

PASADO EL MEDIODÍA. ¿O ES DE NOCHE?- NUBLADO. ¿O QUIZÁS OSCURO?.

Había pasado ya el mediodía. ¿O quizás entraban en el anochecer?. Hace un instante estaba nublado, pero ahora el entorno estaba notablemente oscuro. Las sinuosas sombras, llamas de negrura, autónomas y vivas, que envolvían con formas grotescas, crueles y burlonas a los miembros de la Compañía, que viajaban con ellos, que se movían junto a ellos y que estos no eran capaces de advertir, no ayudaban a clarificar las penumbras. Nada que Guepardo no hubiera visto durante los dos últimos años, llegando a vencer el miedo que le provocaban en un inicio, a acostumbrarse y a aprender a convivir con ello. Casi con naturalidad, aunque la desazón que le provocaban era evidente. Resultaban molestas. E inquietantes, pues eran un anuncio de que algo iba o iría mal. Ya lo advirtió antes del cataclismo, donde las sombras de los que acabaron por corromperse y transformarse en monstruos sedientos de sangre terminaron por ser especialmente grandes, intensas, corruptas y repulsivas. Y temía que aquello terminara por afectar igualmente al resto de la Compañía superviviente. Pero ese era todo su temor, no a los Sombríos en sí.

- Tú tampoco me asustas, Sacorroto - dijo girándose hacia el espíritu del antiguo hostigador, tras de sí, que pareció limitarse a mirarlo en silencio. Volvió a mirar de frente y observó lo único no desagradable del entorno: la llamas del fuego que junto a Caracabra había encendido. Eran llamas hipnotizantes, bailarinas, brillantes y emitían un calor agradable mientras luchaban y combatían contra las llamas oscuras que como sudarios envolvían a sus compañeros.

Un sudario de tinieblas grande y corpulento pareció dar órdenes e indicaciones. El jaguar lo conocía por la complexión y lo identificó como Ponzoña, sin necesidad de concentrarse para ver detrás de la negrura. Indicaba que todos debían entrar en calor e ir a la hoguera. Algo totalmente lógico y juicioso. Entonces percibió a Caracabra, bloqueado, mirando el fuego con temor y alejado unos pasos del mismo. Guepardo enarcó una ceja, incrédulo y confundido al no comprender por qué quien había encendido el fuego ahora lo temía.

- Caracabra, acércate o morirás de frío - le invitó con un gesto de la mano. Pero su compañero parecía inmovilizado, paralizado, tan solo se veía vivo por su acelerado respirar y su tiritona. Quizás de frío, quizás de miedo. Probablemente ambos. El joven jaguar notó que la llamarada sombría sobre el "sin tribu" también se retorcía, a disgusto con el auténtico, confortable e iluminador fuego. Tal vez ella influía sobre Caracabra para que no fuera capaz de acercarse a la hoguera. El explorador se levantó del suelo y se acercó al compañero de la cara aterrorizada y la mirada fija en la fogata. Si no era capaz de soportar la visión del fuego... no era necesario que lo viera, pero la calidez que emanaba era imprescindible para que entrara en calor. El jaguar puso su mano sobre los ojos del nuevo hostigador, tapándoselos, y tomando un antebrazo suyo trató de acercar a Caracabra a la lumbre, a pesar de los movimientos de rechazo y de agonía del Sombrío y cierta resistencia del k'hlata asustado.

- Soy yo, Guepardo. Vamos, deja que te guíe. Cierra los ojos. Ahora siéntate... aquí. Eso es. Siente el calor pero no mires el fuego. Agacha la cabeza. Muy bien - dijo el joven jaguar, guiando a su compañero hacia el calor que su cuerpo necesitaba.

No paso por alto el lamentable estado de muchos compañeros, más al fondo. Tosían, se desplomaban, gritaban histéricos e incluso, quizás, alguno corría despavorido. No podía verlo ni oírlo muy bien debido a la oscuridad y su ruido crepitante, pero la escena resultaba deprimente. Suspiró y negó con la cabeza, esperando que todos ellos no terminaran por sucumbir a las sombras que albergaban en sus almas. Aun así miró a Ponzoña y esperó indicaciones por si hacía falta ayudar a algún desastrado.

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06/12/2019, 15:25
Instrucción: Recluta Piojillo.
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DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: QUINCE DEL MES.

PASADO EL MEDIODÍA. - NUBLADO.

Mi cuerpo está junto añ fuego, mi mente está muy lejos de aquí. ¿Dónde? Puede que en otro sitio del mundo, puede que en otra realidad. Está en la gran Sabana.

Mi cuerpo se agita, estremeciéndose y temblando, mientras pronuncio palabras inconexas. Sea lo que sea, está claro que no son recuerdos agradables.

Todo mi cuerpo se perla de sudor, lo que hace que mi temperatura no se recupere tan rápido. A nadie le escapa que mi estado es preocupante, y más tumbado en el frío suelo. Necesito un sitio resguardado o podría ir más allá, al punto de no retorno. Sería curioso, morir por congelación alguien de la gran sabana, ¿verdad?

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06/12/2019, 16:09
Infantería: Soldado Novato Preocupado.

DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: QUINCE DEL MES.

PASADO EL MEDIODÍA. - NUBLADO.

Mientras todo parecía preparado para comenzar la marcha el K'Hlata escuchó con atención el relato de Rastrojo y recordó como su abuelo le contaba historias parecidas cuando era pequeño.

-Una buena historia Chamán Rastrojo. ¿Crees que esos dos espíritus sabios y bondadosos estarán por aquí? Esto no se parece a ningún lugar de la sabana que yo recuerde.

No es que recordara tampoco haber recorrido toda la sabana, pero era un paisaje tan distinto que no parecía posible, además tampoco había experimentado nunca un frío similar a aquel. La voz del Cabo Barril lo sacó de sus pensamientos.

-¡A sus órdenes Cabo Barril!

Se puso en marcha de inmediato hacia la hoguera que le habían señalado de manera automática. A medio camino ese hecho le sorprendió en gran manera.

¿Porqué hago caso a ese hombre de metal? ¿Acaso es que quiero acercarme al fuego? ¡No! Me preocupa tener demasiado frío, pero también me preocupa estar junto a la mujer llamada Plumilla y al chamán Rastrojo, siento que eso es más importante. ¿Entonces porqué sigo caminando hacia la hoguera?

Muy preocupado por sus pensamientos y por no saber lo que le estaba pasando, ni donde se encontraba ni qué hacia entre aquella gente a la que no terminaba de reconocer pero por la que sentía cierta preocupación llegó hasta la hoguera.

-¡Se presenta el soldado Preocupado, Cabo Ponzoña!

Mientras el hombre se decidía a mandarle algo, como quedarse allí o ir a buscar leña Preocupado guardó su lanza y desembrazó el escudo y se acercó al fuego para calentarse. Era como si parte de su cuerpo respondiera mecánicamente a ciertos estímulos, pero no recordaba haberlos aprendido nunca. Le preocupaba que alguien le llamara la atención por ello, pero todos parecían conformes así que decidió no decir nada más, tan solo miraba el pequeño grupo que había dejado con cierto anhelo de acompañarlos pero sin la fuerza de voluntad para hacer lo contrario de lo que le habían dicho. A las órdenes de Ponzoña el soldado se tumbó en el suelo cerca de la hoguera, desde allí no podía ver el bien y eso le preocupaba, si algún enemigo se acercaba podía pillarlo por sorpresa, aunque le preocupaba más saber quienes eran sus enemigos. Unos momentos después escuchó la voz de Barril reclamarlos de nuevo. Sin saber a que impulso respondía su cuerpo se puso en pie de inmediato y volvió a embrazar el escudo y sacar una lanza.

-¡Vamos Matador!

Así se llamaba su compañero y por el nombre que tenía debía ser un luchador peligroso, en realidad le parecía que todos los que lo rodeaban lo eran. 

Me preocupa el Cabo Barril. Es evidente que todo esto le está afectando más que al resto, diría que algo no funciona bien en su cabeza. Primero nos manda a la hoguera, ahora nos manda volver... Tengo que consultarlo con Plumilla y con el Chamán Rastrojo, algún mal espíritu debe tener dentro de la armadura metálica, quizás solo haya que quitarle el casco y salga volando, pero eso me da muy mal yuyu, será mejor consultarlo antes.

A paso ligero y decidido volvió a acercarse al grupo ya menos preocupado al estar cerca de los que sentía conocer más y que le resultaban más familiares. Sin saber muy bien como se colocó en una posición que parecía encajar perfectamente con la formación que había tomado el resto. Miró a su alrededor y cuando nadie parecía prestarle atención intentó llamar a Plumilla y Rastrojo, por supuesto los que estaban más cerca del K'Hlata también pudieron escucharlo, pero no así Barril o los más alejados.

-Chssssss chssssss. Plumilla, Rastrojo. ¿No os parece que el Cabo actúa raro? Me preocupa que le pueda haber pasado algo...

Después guardó silencio, por alguna razón sentía que debía permanecer callado, aunque le preocupaba no recordar el porqué. Muchas cosas estaban sucediendo a su alrededor y todas le preocupaban en mayor o menor medida.

-¡Eso no es un zombu! -Respondió cuando escuchó los gritos de Lombriz. Aunque el que estaba señalando era el hombre más feo que había visto nunca, eso si que era verdad. Después comentó para los de su alrededor.- Me preocupa que todos parecen muy alterados, este lugar debe estar lleno de malos espíritus.

Miró a Rastrojo, mientras no estuviera por allí Caratotem él era la esperanza para que aquellos malos espíritus no afectaran a todos aquellos hombres y mujeres. También le preocupaba que Plumilla no fuera capaz de moverse al ritmo del resto así que se ofreció a ayudarla, aunque para que nadie se enfadara le pidió permiso a Barril.

-Cabo, yo ayudaré a Plumilla si hace falta, me preocupa que no llegue bien al destino, ella puede ayudarnos allí.

Mientras esperaba la respuesta escuchó a su compañero Lagrimita y asintió, quizás fuera el frío, el lugar o cualquier otra cosa, pero allí había algo que no iba bien.

-No recuerdo bien qué hago aquí, ni donde estamos. Supongo que os conozco, pero no recuerdo como y eso me preocupa. Sin embargo siento cierta empatía con vosotros y eso me hace confiar. 

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06/12/2019, 16:45
- Impulsos Oscuros.
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La situación en la que se encontraba la Compañía Negra tras emerger de las gélidas aguas del Lago Verde sin duda no era la mejor por la que había pasado a lo largo de sus doscientos años de historia. La mayoría de Hermanos Juramentados estaban ateridos de frío, unos pocos gritaban y chillaban, presa de la locura y las visiones.

El lugar era considerablemente más frío que todos cuantos la Duodécima conocía, más frío que la Gran Sabana, indudablemente, pero incluso más frío y tenebroso que Cho'n Delor o el Reino Pastel.

En mitad de la nada, desconociéndolo todo y sin apenas fuerzas para explorar, el grupo liderado por Analista y el Cabo Barril se erigía como la única esperanza para pasar la noche, una noche que se anticipaba como algo a lo que la Compañía Negra no podría sobrevivir si no encontraba refugio.

Dos hogueras ardían ya junto al Lago Verde, y su calor sin duda aliviaba el dolor del cuerpo y del espíritu, pero eso no sería suficiente cuando el cielo gris se volviese completamente negro y el viento inmisericorde azotara ese lugar.

Notas de juego

// Salen de escena: Analista, Palomita, Plumilla, Dedos, Mago Serpiente, Grajo, Beltza, Rastrojo, Cabo Barril, Cielo, Derviche, Dolor, Grito, Indómito, Lagrimita, Matador, Preocupado, Romo. - Siguen en: El Anfiteatro de los Huesos.

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06/12/2019, 16:58
Infantería: Soldado Nuevo Lombriz.
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DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: QUINCE DEL MES.

PASADO EL MEDIODÍA. - NUBLADO.

Un tipo con una ballesta en mano y muy enfadado se puso a dar órdenes a voces como un condenado, y sus palabras gritadas a viva voz se filtraron a través de las aterradoras ensoñaciones de Lombriz.

Paró de revolverse por el suelo como un bebé, y miró en derredor para comprobar donde estaba aquel maldito zombu —No está, se ha ido— Continuó mirando por si acaso, ya que los zombus a pesar de ser guardianes, también sabían esconderse para atacar a aquellos desprevenidos.

—Ese sabe algo, el de la ballesta, tiene pinta de peligroso, ¡Oh, eso seguro!, pero sabe mandar y conoce a Lombriz, puede ser bueno—

Estaba un poco más caliente al estar al lado del fuego, aunque no lo suficiente, su mochila estaba mojada, así que mientras lanzaba miradas furtivas para seguir comprobando que el zombu no estaba, sacó sus pertenencias mojadas y las puso a secar. Todas muy juntitas, ya que a pesar de no saber cómo había conseguido todo aquello, era mejor que no le robasen nada.

Una vez terminado se fijó un poco más en aquellos 'Kalatas'.

La mayoría estaba fatal, todos mojados y helados, algunos incluso habían perdido la consciencia por la hipotermia, y eso no era bueno, —No, no es bueno, los dedos se ponen como morcillas y luego se caen, a los zombus les encantan las morcillas de dedos y extremidades—  y por lo que estaba viendo, aquel que parecía ser un piojo estaba a punto de comprobarlo en sus carnes, si no lo estaba haciendo ya. Tenía que hacer algo porque juntos se conseguía sobrevivir más.

Se embrazó el escudo y sacó una de sus lanzas cortas, el tipo enfadado de la ballesta sabría qué hacer ya que casi todos estaban alrededor del fuego, a excepción del grupo que se había marchado. El peligroso de la ballesta sabría qué hacer.

Aún sentía miedo del maldito zombu, pero estaba armado y no lo cogería desprevenido.

-Señor de la ballesta- Empezó en tono neutro, pero con algo de miedo hacia aquel hombre y sus posibles represalias, mantenía la mandíbula fuertemente apretada para intentar sobrellevar su temor general.

-Soy Lombriz, están todos ya en el fuego, ¿Hay que hacer algo más?, me encuentro bien para hacer otra cosa, tengo frio pero lo tengo controlado- No parecía nada entusiasmado, más bien al revés, tenía unas ganas inenarrables de volverse junto al fuego y envolverse en su capa, hasta que todo aquello pasase y su bruma mental desapareciese. 

Pero había que hacer algo, todo estaba mal, y el puto zombu aguardaba escondido en cualquier lado.

Como si no estuviera allí hablando con Ballestero, volvió al mirar al follaje, intentando descubrir el escondite de la vil criatura.

—Pero hay que calmarse, Lombriz, quizás sea uno de los engaños del maestro, o de eso que llamaban 'Majia', mal yuyu, ya no lo sé—

Luego volvió a sentir miedo. Miedo del zombu escondido, y miedo de aquel tipo de la ballesta. No quedaba si no intentar superarlo.

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06/12/2019, 17:59
Hostigadores: Soldado Novato Ballestero, Segundo de Hostigadores.
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DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: QUINCE DEL MES.

PASADO EL MEDIODÍA. - NUBLADO.

—¡Si!—, dijo Ballestero cuando preguntó Lombriz. —¡Las mochilas! ¡Sacad mantas, sacad las tiendas de campaña! Juntad a los enfermos, a los que no se puedan mover. Clavad los postes de las tiendas detrás de ellos, haced un muro alrededor de la hoguera con las telas y los postes, y las lanzas y todo lo que sirva, y tenedlos dentro. Los que se tengan que calentar: todos juntos y entre el fuego y la barrera. ¡Los que se puedan mover, a poner la barrera!

—¡KEROPIS!— Chilló cuanto pudo. —¡YA SE ENCARGA PELAGATOS! ¡TE NECESITAMOS AQUÍ! ¡TRAE LEÑA!

Luego se dirigió hacia donde estaban los hostigadores. —¡Cabo Ponzoña, señor! ¡Le sugiero que se vengan aquí, con todos los pertrechos y la leña! ¡Dijo Analista que nos juntáramos para tener calor! ¡Y algo de un espacio cerrado! ¡Mejor un fuego grande que dos pequeños! ¡Más fácil montar guardia, señor!

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06/12/2019, 18:57
Instrucción: Recluta Reyezuelo.
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DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: QUINCE DEL MES.

PASADO EL MEDIODÍA. - NUBLADO.

Se sentía más estable, pero eso no significaba que estuviese bien del todo. Al menos la tos incontrolable había cedido, por lo que creía poder hablar con más normalidad. Aún le dolía el cuerpo y sentía entumecidas las extremidades, pero no podía esperar recuperarse por completo de algo así en un parpadeo. 

Levanta la mirada esforzándose en enfocar mejor los rostros de aquellos que le rodeaban. Suspira con resignación, y mira a Ballestero, no sin que un cierto temor reverente deje de apreciarse en su voz. 

- Reconozco tu derecho a comandarnos - Mira de reojo al Capitán cercano, también afectado por los temblores del frío - Al menos, hasta que haya otras órdenes. 

Pero Ballestero ya se estaba lanzando a dar nuevas instrucciones. Puede que aquello significase trabajar doble, pero no podía negar que era una buena idea. Más, cuando se estaba haciendo eco de su propuesta de juntar las hogueras. Buena señal. 

Moviéndose despacio, Reyezuelo se levantó de donde estaba. Movió sus cosas colocando algo mejor sus ropas y armadura para que pudiesen secarse más rápido y se hace con su tienda de campaña, afortunadamente ilesa. Las manos le temblaban mientras extendía los palos y seguía los gestos que en circunstancias normales no le hubiesen implicado más que algunas molestias. Pero había algo más. 

Regresa a los rostros de sus compañeros. La mitad desencajados, otros aterrorizados. - Estamos vivos. Hablad al menos, si no se sienten con fuerzas para hacer otra cosa. 

Era un poco extraño que Lombriz se hubiese presentado a sí mismo al entablar contacto con el resto del grupo. Como si estuviesen más alterados que él mismo un rato atrás.

- ¿Cómo están? Yo tengo frío - Empieza con lo evidente para romper el hielo. - Y no sé qué dices de zombus - Mira a LombrizPero yo no he visto ninguno - Sonríe, sintiéndose orgulloso de sí mismo - Yo he recordado a alguien a quien tenía un gran respeto. Mis ancestros me respaldan - Mira en la dirección en la que aún se dejaban escuchar los gritos de SabandijaAunque a algunos sus pasados los atormentan. Lo que quiero decir es... - Trata de buscar una forma mejor de expresarse. No era su superior. No podía "ordenar" nada a ninguno, pero sí "inspirar", por lo que cuando sigue hablando trata de remarcar cada sílaba con la seguridad que sentía sobre sí mismo y la situación, ya que al parecer era algo que a muchos les faltaba, aunque trataran de disimularlo. - Estamos vivos. No estamos solos. Somos la Compañía Negra, lo que a todos nos hace sentir orgullosos. No atiendan a las pesadillas. Eso ha quedado atrás. Escúcheme cuando digo que sea lo que sea lo que nos espera más adelante, ¡es imposible que sea peor que a lo que ya hemos sobrevivido! 

Creía en cada palabra. Se aferraba a ellas con una pasión que salía de sus entrañas. Aún pálido, sus ojos por un instante ardían. Mira entonces brevemente a Ballestero y al Capitán¿Algo que añadir, señor? - Para acto seguido pasar al chamán rojo - Gran chamán, necesitamos de tu sabiduría. Igual que la tortuga nos ayudó a salir del agua, necesitamos un tótem que nos devuelva la fuerza perdida y la salud.

El terrorífico ballestero los había logrado juntar por temor a su ira. Era momento de levantarlos, y nada mejor que auténtica magia, de la que no daba mal yuyu y era manejada por un experto y sabio chamán para lograrlo. En realidad no estaba seguro de que aquel chamán fuera sabio. Ni tan siguiera que fuera grande. Lo referente a aquel hombre era una de las cosas que habían desaparecido de su mente sin dejar rastro, pero sí que seguía intacto su sentimiento de respeto a los chamanes en general, y si aquella era su compañía, él era su chamán, y como tal lo respetaría aunque su sangre proviniese de una tribu inferior.

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06/12/2019, 19:48
Hostigadores: Soldado Nuevo Pelagatos.
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DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: QUINCE DEL MES.

PASADO EL MEDIODÍA. - NUBLADO.

Se sentía salvajemente cansado, su cuerpo respondía con dificultad a las órdenes que su cerebro le daba. Estaba más lento, más torpe y mucho menos animado que de costumbre, sin embargo se obligaba a estar activo pues era una forma de combatir el frío y no pensar. Ya tendría tiempo de desentrañar todos los problemas a los que se había enfrentado junto al resto de sus compañeros, cuando cerrara los ojos para descansar ya le asaltarían las pesadillas y los temores.

Subido a la silla de Orgullo se encontraba encogido y arrebujado, un ligero temblor sacudía su cuerpo, un temblor que él se esforzaba en esconder todo lo que podía. No le apetecía nada ir a buscar a nadie y menos a k´hlata medio loco que había decidido correr por el bosque. La posibilidad de que su frágil mente se hubiera visto dañada por lo sucedido era muy elevada, quizás no fuera un soldado recuperable y perseguirle fuera una pérdida de tiempo pero eran las órdenes y él las iba a cumplir. 

Con las riendas le marcó al caballo el camino mientras divisaba a lo lejos al campamentero corretear como alma que llevaba algún diablo o un mal espíritu. Pelagatos alzó la voz para intentar ahorrarse recorrido, quizás escucharle hiciera que aquel descerebrado parara de ir de un lado para otro, lo dudaba pero había que intentarlo.

¡Sabandija detente! —dijo sintiéndose por un momento como si estuviera persiguiendo a un vulgar ladronzuelo en algún mercado local. Se reiría si no estuviera tan absolutamente agotado. También defecaría mentalmente en todos los desconocidos antepasados de aquel hombre pero también estaba demasiado cansado para eso.

Su estado físico en aquel momento era tan deplorable que no se veía capaz de perseguir al hombre y sacar su espada por precaución, así que optó por continuar con la primera opción.

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06/12/2019, 23:49
Hostigadores: Soldado Novato Ballestero, Segundo de Hostigadores.
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DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: QUINCE DEL MES.

PASADO EL MEDIODÍA. - NUBLADO.

Ballestero parecía no responder a Reyezuelo, cuando se volvió a dirigir a él. Hasta que Reyezuelo pudo conectar con sus ojos por casualidad, y sorpendió en el veterano una mirada de angustia que no era típica de él. Daba la impresión de que estaba actuando, intantando mantener la pose desesperadamente, para no enloquecer.

Cuando Ballestero se enteró de que Reyezuelo miraba, es posible que se sonrojara (difícil de comprobar en medio latido de corazón, y con todo lo demas), pero también se dio cuenta de que aprobaba el intento de elevar la moral.

Estaba claro que Ballestero era una persona completamente incapaz de semejante maniobra.

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06/12/2019, 22:27
Infantería (P): Soldado Nuevo Keropis.
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DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: QUINCE DEL MES.

PASADO EL MEDIODÍA. - NUBLADO

Keropis trotaba entre la maleza, partiendo ramas a cada paso y desgajando otras a golpe de kopesh.

¡Alto, sssoldado...! —ladró con un gruñido áspero.

Pero Sabandija seguía perdido, alejándose cada vez más. Sus chillidos rebotaban entre los árboles y parecían proceder de distintas direcciones cada vez. El eremita se detuvo en un pequeño claro alfombrado de tupidos helechos. Había oído algo... El trotar de un caballo llegó hasta su posición desde algún lugar a su derecha: alguien se había sumado a la persecución. El Guardián de los Muertos permaneció quieto, sin hacer ruido alguno. Ni siquiera se le oía jadear después de la reciente carrera. De hecho, aún con el frío y la humedad reinantes, ni la más mínima nube de aliento manaba desde el interior de su máscara ceremonial.

¡Keropis...! —gritó una voz a su espalda. Provenía de la zona del lago, allá donde la Compañía había sido expulsada a este nuevo y desconocido mundo. La voz siguió gritando, pero el resto de sus palabras se perdieron incomprensibles entre la espesura. 

Keropis dudó un instante. ¿Debía seguir tras los pasos de Sabandija o sería mejor regresar? El enloquecido k'hlata corría más que el eremita; jamás lograría alcanzarle... Dando media vuelta, el ermitaño partió de regreso.

El trayecto no le llevó más que unos minutos. La orilla del lago apareció ante sus ojos y, con ella, la tragedia que estaban viviendo los mercenarios de la Duodécima: aquí y allá, los soldados yacían derrotados y arracimados alrededor de las improvisadas hogueras. Algunos, arrebujados en húmedas mantas, tiritaban sin control con la mirada perdida en las débiles llamas; otros habían caído en un estado de febril inconsciencia. Piojillo era uno de ellos. El recién nombrado líder del Pelotón de los Campamenteros lucía una piel anormalmente pálida y unas profundas ojeras negras. A su alrededor, los pocos que todavía se mantenían en pie, se afanaban en alimentar el fuego con lo poco que habían conseguido reunir. En medio de todo ese caos, Ballestero parecía haber tomado el mando del desastrado pelotón.

Keropis se acercó a la orilla de la fogata. Sus ojos brillaron como ascuas de fuego esmeralda al clavarse en el rostro del idonita, que calló inmediatamente. Durante unos instantes, lo que tarda un corazón joven en latir media docena veces, no mediaron palabra. Un k'hlata siniestro y sombrío y un ermitaño enigmático y solitario cruzando mudas palabras con la mirada.  El Guardián de los Muertos rompió la conexión al extender una mano enguantada en acero y tomar el machete que Reyezuelo ofrecía.

Tal y como había aparecido, mudo como un cadáver, volvió a desaparecer entre los arbustos.

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07/12/2019, 00:56
Hostigadores: Soldado Novato Indómito.
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DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: QUINCE DEL MES.

PASADO EL MEDIODÍA. - NUBLADO.


 

Pues así acabaron las cosas diferentes a como empezaron, Indómito iba al final en vanguardia por la parte derecha de binomio junto a Derviche que se hallaba cubriendo la otra parte izquierda, mientras ambos eran la rueda que tiraba de la formación en cuña propuesta por el Cabo Barril para despejar la playa por fin en marcha a la desconocida iglesia y tras los problemas que ocasionaban que todo hiciera aguas por todas partes (nunca mejor dicho).

No parece que la manta que se había puesto encima hiciera mucho o más bien nada sería lo correcto a decir, quizás en última instancia le serviría para que el frío no avanzará más como ultimísimo recurso que lo pudiera salvar de una muerte segura. Lo que estaba claro es que la orquesta de sus dientes no cesó ni el estado enfermizo que lo presionaba a congelarse en que parecía encontrarse, Indómito no solo era incapaz de articular palabra alguna sino que sus pensamientos se apelmazaban los unos contra los otros en guerra continua sin distinguir nada propiamente de más peso sustancial por lo que tanto ruido interno se convertía justo en lo contrario, en nada a expulsar de dentro.

Estaba y no al mismo tiempo, embobado por el frío y con su equipamiento que le pesaba tiraba como podía porque debía obedecer y ahora no era un niño, ya era un hombre que debía cumplir como bien había sentido ante Zon-Kuthon.

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07/12/2019, 01:27
Hostigadores: Soldado Novato Frontera.
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DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: QUINCE DEL MES.

PASADO EL MEDIODÍA. - NUBLADO.


Mientras Frontera ayudaba a sus compañeros en mal estado, Ballestero asumió unilateralmente el mando de la escuadra y comenzó a ladrar órdenes. Desde luego, Frontera no iba a discutirle nada a un tío con esa fama de sangre fría. Además su razonamiento para tener el mando era sólido, era el más veterano de todos los que ahora componían los Campamenteros.

Sin rechistar, rebuscó en su mochila y las de sus compañeros para encontrar las tiendas de campaña y empezar a montar la "empalizada" que había ordenado Ballestero alrededor de la hoguera y sus hermanos.

Dejadme esto a mí, amigos, vosotros descansad. -dijo dirigiéndose al resto de Campamenteros, que claramente necesitaban el reposo ahora mismo, tanto físico como mental.

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07/12/2019, 11:28
Hostigadores: Soldado Nuevo Chamán Rojo.
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DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: QUINCE DEL MES.

PASADO EL MEDIODÍA. - NUBLADO

Tiritando bajo la manta húmeda Chamán Rojo miraba atótino a Ballestero. Un recién llegado a los Campamenteros tomando el mando con aquella naturalidad mientras a él no le hacían ni caso. Quizá su aspecto no fuera atemorizante como el del hombre con la ballesta, o incluso fuera ridículo, allí plantado, pálido, con los cientes castañeándole bajo la máscara de carnero y cubierto desde los hombros por la manta, cual vulgar seguidora de la Compañía. Por ahora lo dejaría pasar...

Haía algo más reconfortante que el calor del fuego para Chamán Rojo y eso era el reconocimiento. Las palabras de Reyezuelo surtieron un efecto en él mejor que el de una jarra de fuerte grog.

Gran chamán...eso es, por fin.- En cuanto escuchó la petición de su compañero hizo un esfuerzo por erguirse, a pesar de la adversidad, y tratar de dar una imagen.

-M-mi buen Reyezuelo.- Comenzó con tono condescendiente.- ¿A-Acaso no es el caparazón de la tortuga la mejor de las defensas? Ella lleva su hogar a cuestas, donde está protegida de los peligros que la acechan. Hagamos pues lo que ha ordenado Ballestero, con buen juicio.- Dijo haciéndo suyas la sórdenes que había dado el actual líder de los Campamenteros.- Construllamos nuestro caparazon para guarecernos, repongamos fuerzas y entremos en calor protegiéndonos los unos a los otros.- Lo sentía por Sabandija, el pobre cobarde. Era demasiado tarde para él para resguardarse dentro del caparazón.- Sin embargo, no sólo es el frío lo que aquí nos acecha, Hermanos.- Inquietantes recuerdos atormentaban sus débiles mentes. Debían tener fe para fortalecerse y sólo un chamán podría guiarlos.- T-te ayudamos, Frontera. Primero entremos en calor y después reconfortaremos la mente.

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07/12/2019, 17:03
Hostigadores: Soldado Nuevo Tarado.
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DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: QUINCE DEL MES.

PASADO EL MEDIODÍA. - NUBLADO.


Tarado se encontraba mejor, el fuego lo había calmado tanto en alma como en mente. Su visión ya más centrada ahora se movía entre los cuerpos que estaban a su alrededor. Parecía que algunos de sus compañeros de armas estaban en mucho peor estado que él mismo. A su lado estaba Piojillo completamente fuera de combate y en otras hogueras había gente en condiciones parecidas. Una vez que su cuerpo había conseguido entrar un poco en calor se quita la manta y se la coloca a Piojillo por encima para taparle y que recuperara el calor cuanto antes. Al momento comienzan las órdenes de Ballestero, había que juntar a los incapacitados y colocar en una sola hoguera el campamento. Procedo con movimientos tranquilos a ayudar en lo posible.  Las palabras de Chamán Rojo me animan, primero debíamos hacer lo posible por recuperar sus cuerpos, luego sus mentes. Los hombres que hablaban con los dioses siempre sabían la verdad, por eso él seguía creyendo en ellos aunque eso hacía que algunos de sus compañeros le miraban mal. Alguno incluso por sus intentos de evitar derramamientos de sangre innecesaria se habían enfrentado a sus palabras con más de un enfado. No lo entendía. 

- Oído Ballestero, me pongo también con la empalizada- Se pone a ayudar a sus compañeros a realizar el campamento ordenado. Un escalofrío le surgió de su cuerpo cuando se alejó de la hoguera para instalar las telas de las tiendas al rededor de la hoguera, y es que era el más cercano al bosque y más alejado de la seguridad el resto. Si algo decidía pasar a través de sus compañeros avanzados en la exploración y atacara el campamento él sería el primer desgraciado en recibir el golpe. 

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07/12/2019, 21:36
- El Agua Duerme.

La Compañía trataba de sobrevivir. La hoguera de los Campamenteros era un buen ejemplo, y a ella se acercó el Capitán. Mientras Ballestero vigilaba, y los demás trataban de recuperar algo de calor, o al menos de no seguir perdiéndolo, y otros, como Frontera, cuidaban del inconsciente Piojillo.

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07/12/2019, 21:58
Infantería: Soldado Nuevo Lombriz.
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DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: QUINCE DEL MES.

PASADO EL MEDIODÍA. - NUBLADO.

El señor de la ballesta le había dado ciertas órdenes concisas, aunque a Lombriz le parecían una estupidez. El viento golpearía contra las telas húmedas y eso no serviría apenas para mantener el calor, por no decir que el fuego al ir evaporando el agua del 'Muro' de lona, aumentaría la sensación de humedad.

-Vale- Se encogió de hombros y se dirigió hasta el 'Kalata' que comenzaba a sacar las mantas y tiendas de todo el mundo. Frontera.

Se paró a su lado, observándole mientras intentaba recordar quien era.

—No me suena de apenas nada— siguió a su lado como una estatua. —Tan solo me recuerda a alguien que vivía en la frontera de algún sitio, no se porqué, si, algo que tenía que ver con la frontera de algún sitio—

Entonces se acordó de que alguien le había dicho algo, pero no pudo desentrañar si fue hace años, horas o minutos. Miró a su alrededor para ver si aquel 'Kalata' estaba allí. Efectivamente, era aquel de porte regio. Reyezuelo.

-Oye, tu y yo hemos hablado...¿Antes?- Preguntó con muchas dudas.

-Creo que si, ¿No?, soy Lombriz- Le tendió la mano -Tu te llamabas...No se, creo que cuando vi al zombu se me olvidó- Mintió de manera bellaca, en realidad no se acordaba de que aquel era Reyezuelo, compañero de pelotón.

—Maldita sea, tengo su nombre en la punta de la lengua, pero no quiere salir, tiene pinta de rey, ¡Oh, eso si!, es un rey seguro, un rey que peleaba contra castores porque lo había expulsado de su casa, o algo así, creo—

Se encogió de hombros de nuevo, intentando hacer acopio de todos sus recuerdos, que no eran muchos, mientras comenzaba a ayudar en la creación del parapeto.

—Si, un rey, castores, pelea...¡Lo tengo!, era el rey que mataba castores con anzuelos, el rey Anzuelo—

-Rey-Anzuelo, ¿Verdad?-

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07/12/2019, 22:23
[RIP] Instrucción: Soldado Novato Desastre.
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DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: QUINCE DEL MES.

PASADO EL MEDIODÍA. - NUBLADO.


Desastre alzó una mano al ver cómo le negaban las órdenes sobre Analista y Pelagatos, quienes parecían tener su propia misión. No era una mano de rebeldía ni de amenaza, era una mano de resignación y aceptación. Sin mucho más que poder hacer les dio la espalda, permitiendo que hicieran sus cosas sin meterse en sus asuntos, por el contrario decidió proseguir intentando hacer algo útil y productivo y se acercó a la hoguera donde otros tantos descansaban.

Las órdenes de Ballestero seguían a diestro y siniestro y, esta vez, no parecían contar con él, cosa que no le importaba demasiado. Dejó su mochila a un lado, también el escudo, cargando sólo con la lanza. No se sentía amenazado del todo, pero no quería sufrir un problema con mucha gente que aún no identificaba y quedarse indefenso. Le pareció que un tal Sabandija se alejaba, pero tampoco le importó en demasía.

Ayudaré a traer los bultos de los demás.

Declaró, aunque no sabía exactamente a quién estaba notificándole de sus actos, parecía más una rutina que cualquier otra cosa. Corrió hacia la otra hoguera, donde se encontraba el Cabo Ponzoña y sus hombres.

Ayudaré a transportar a heridos y bultos, si no molesta.

Porque últimamente nadie parecía querer su ayuda, con lo cual dudaba que hasta para ello le diesen permiso. En caso afirmativo, ayudaría, en caso negativo, regresaría sin discutir demasiado.

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07/12/2019, 22:50
Instrucción: Recluta Reyezuelo.
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DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: QUINCE DEL MES.

PASADO EL MEDIODÍA. - NUBLADO.

Reyezuelo asiente a Keropis cuando éste toma el machete que estaba ofreciendo, rodeado del ominoso silencio que siempre lo acompañaba. No estaba seguro de qué pensar de él. Sus recuerdos no eran muy claros al respecto, y su forma de andar se asemejaba más a un fantasma que a un humano. ¿Habían llegado a hablar siquiera? Probablemente tardaría bastante en comenzar a entenderlo.

Los últimos en salir del agua al fin se reunían junto al fuego y más manos se sumaron a construir la empalizada. Su orgullo casi lo lleva a desbaratar todo lo hecho, a punto de preguntar abiertamente al Chamán Rojo si no sería más apropiado llamar al Castor para que les ayudase a levantar aquella construcción, pero más contradicciones era lo último que necesitaban. - Ni los más altos caudillos serían capaces de comprender a los espíritus como los hacen los chamanes. Ord... - Se corrige a tiempo. Sus recuerdos del pasado lejano parecían más vívidos que algunas partes de lo ocurrido en los últimos años - ...h-haré un sacrificio en honor a la tortuga cuando amanezca, si todos salimos fortalecidos - Pero mientras se reza, hay que mover los pies - Se recuerda a sí mismo el viejo refrán. 

Entonces escucha a Lombriz, y superando su reticencia natural, completa el gesto de su mano tomando su brazo desde el codo. - Si... y... - tose - tú eres Lombriz - Afortunadamente, Frontera lo había nombrado hacía poco. De otro modo le hubiese costado mucho más identificar al recién llegado. - Te recuperarás. Me llaman Reyezuelo. ¿Hay algo más que no recuerdes? - Pregunta estúpida donde pueda haberlas, ya que resulta complicado echar en falta algo que no recuerdas haber tenido.

Seguía prestando atención a Lombriz para escuchar lo que quisiera contar, pero sus ojos se desviaron varias veces hacia Ballestero, como si intentara confirmar algo. Finalmente asiente, llegando a una conclusión. Se gira al auto-proclamado líder - Ballestero, Señor. Me encuentro mejor. - miente a medias - Puedo relevarle en la vigilancia - Ya estaba bastante seco, y cubierto por capa y manta se sentía más seguro. Para reafirmar sus palabras, empuña y muestra su lanza corta. No tendría la misma puntería que Ballestero, ni el mismo alcance, pero lo que buscaba no era igualarlo ni ofenderlo. Sólo le estaba dando una escusa antes de que la hipotermina acabase por tumbarlo igual que había hecho con Piojillo.

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08/12/2019, 11:31
Hostigadores: Cabo Ponzoña.
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DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: QUINCE DEL MES.

PASADO EL MEDIODÍA. - NUBLADO.


Ponzoña, tumbado en el suelo, en las cercanías de la hoguera y envuelto en su hule, contemplaba el cielo nublado. Las nubes galopaban como una manada de ñús y parecían prometer una lluvia que no les favorecería. Apagaría las hogueras y volvería a mojarlos con lo cual, la enfermedad, el frío y la muerte los acecharían como hienas a un búfalo envejecido y moribundo.

-Hay que alimentar el fuego para que no se apague, o moriremos como un huevo de cocodrilo en el agua. Y deberíamos pensar en irnos moviendo y seguir el camino de la infantería. Separados somos débiles -comentó a los suyos más cercanos. Se acercó a la pila de leña y arrojó algunos maderos al fuego-. Amenaza lluvia y eso no es bueno.

Alzó la mirada y vio a Campaña junto a Khadesa y a Caracabra acercándose a ellos.

-Hermano, tráelos aquí -la orden quedaba clara. Campaña había de llevar a Khadesa y al carro hasta su posición.

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08/12/2019, 16:16
[RIP] Compañía: Hostigadores: Uro.
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URO descargó su furia durante un buen rato contra un grupo de escuálidos y debilitados arbolillos. Los salvajes hachazos se sucedían uno tras otro sin demasiada eficacia, pero tampoco sin detenerse siquiera un instante. Estaba claro que, al menos de momento, al tosco bárbaro le interesaba más liberarse de aquel odio frío que lo había invadido que conseguir unos buenos atados de leña para la hoguera.

Y es que, a medida que su mente se iba liberando del entumecimiento inicial, casi a la par que sus sentidos comenzaban a percibir con mayor claridad lo que había a su alrededor, también su memoria parecía desperezarse. Y los recuerdos penetraban a raudales, con la misma furia e intensidad que el frío viento de aquel extraño paraje inundaba las fosas nasales del k´hlata.

Pronto, URO comenzó a recordar. O creyó recordar, pues era imposible definir si aquellas imágenes que lo asaltaban habían sido realmente vividas, o si eran meramente los últimos estertores de una pesadilla horrible. En cualquier caso, las sensaciones que le producían eran demasiado estremecedoras como para diferenciar unas de otras. Al menos en la mente del guerrero, aquello había sido real. O tan real como podía sufrirse.

En cierto momento, la impotencia comenzó a ganar el espíritu del Hostigador. Pues ni la certeza de haber sobrevivido a tan duro trance conseguía apartar del todo los sufrimientos padecidos. Ni siquiera el haber escapado a los designios del Dios del Dolor era suficiente para mitigar la rabia que sentía el Cazador de Cabezas por no haber sido capaz de vengar tamaña deshonra.

Pues quizás podía parecer descabellado pretender que un Dios todopoderoso tuviera que pagar por sus acciones. Pero no para el orgulloso URO...

En cierto momento, el gigante sintió que alguien palmeaba su espalda. Aunque sumido como se encontraba en su profundo trance de fría amargura, apenas si fue consciente de ello. Aquello fue en verdad un golpe de suerte para el despreocupado REYEZUELO. Pues en otras circunstancias, tan descabellada acción bien podría haberle costado la vida.

Con todo, el suave contacto de una mano fraterna sirvió para liberar al gigante de sus demonios internos. Y poco a poco, el fornido k´hlata volvió a tomar consciencia del lugar donde se hallaba. Y no necesitó más que una fugaz mirada al grupo de arbustos donde había desencadenado su furia para que las alarmas de su mente comenzaran a sonar. Ahora, ante la presencia de un peligro mucho más concreto.

Pues el viejo URO habría reducido aquel montón de arbustos con facilidad, convirtiéndolo en meras astillas de unos cuantos hachazos. Sin embargo, luego de su arranque de furia, los escuálidos arbolillos aún seguían en pie. Castigados e irreconocibles. Pero aún firmes en su posición.

Ofuscado, pero también profundamente confundido, el duro guerrero tomó su armadura, su escudo y su mochila, y se acercó hasta una de las hogueras cercanas. Una vez allí, permaneció un buen rato observando el crepitar de las llamas con la mirada perdida, absorto en profundas cavilaciones. Podía escuchar voces y gritos a su alrededor, y sentir los movimientos de sombras que se sucedían en la distancia. Pero de momento, nada de ello parecía importarle.

Luego de un tiempo, y sin motivo aparente, comenzó a rebuscar entre sus cosas, hasta que consiguió liberar la vieja tienda de campaña que tan a menudo le había servido de hogar. La estrujó con toda la furia de su rabia contenida, y luego la revoleó por sobre su cabeza hasta quedar exhausto. Finalmente, la extendió junto al fuego, dejando su armadura en una de las puntas y su mochila en otra, para evitar que el viento se la llevara.

Terminado su trabajo, volvió a embrazarse su viejo escudo con el emblema de los Cazadores de Cabezas y se dirigió a echar una ojeada por los alrededores. Al partir, unos gruñídos ininteligibles escaparon de sus tiritantes labios, apenas audibles para los que compartían el fuego junto a él.

- Mal lugar... - escupió con aquel vozarrón que parecía provenir de las entrañas de la tierra - Robar fuerza...