Partida Rol por web

Mordisco baja la cabeza, humillado, ante Orgullo.

Camello es demasiado tonto como para asustarse de Orgullo y no se inmuta.

Otros también ofrecían su ayuda a Khadesa. Era previsible. Pero Mentiroso estaba seguro de que sería mejor maestro que algún «gorila» de dos metros, o que la chica amnésica. Y habría aceptado un pago en servicios. De todas formas, parecía llevar mucha prisa y se fue.

-Pues si no conseguís que aprenda de vosotros, dadle al menos un buen consejo: que busque un maestro -dijo resaltando la palabra.

Tras eso se quedó junto a su camello. Observó los otros animales. No sabía mucho de caballos, al menos no tanto como de camellos, pero algunos de esos eran buenos ejemplares.

Una vez que vuelve Khadesa, Sicofante se dirige con ella hacia el campamento principal. 

- Sicofante sigue a Khadesa al Campamento principal.

Una mirada de desagrado se dibuja en la cara de R'Gaa cuando Mentiroso se va. Se encamina hacia el carro, no antes si saludar con un movimiento de cabeza a los demás presentes. Una vez llega al carro se dispone a dejar sus cosas dentro.

- R'Gaa se queda desconcertada al dar dos pasos al azar y no ver el carro por ninguna parte.

- ¿A dónde se lo han llevado?

Mira a su alrededor desconcertada y ve al carro saliendo del campamento en dirección al campamento principal. Pero recuerda que ahí no ha de pasar, por lo que se queda parada esperando que Lengua Negra dé las órdenes de salir del campamento. Ya tendrá tiempo de echar sus cosas en el carro más tarde, ya en la Sabana.

Ponzoña fue consciente de la constante sangría en el número de reclutas en el campamento de instrucción, reclutas que iban y venían sin tener una consciencia muy clara de lo que debían esperar. Las vagas alusiones a una incursión nocturna parecían tener el mismo sentido que el resto de las pruebas del día. Poner a prueba su paciencia. Su rostro inmutable, registró el campamento una vez más y lo que vio no le gustó. Caos y desorden, los principales enemigos de una partida de guerra, de unos guerreros.

Con paso mesurado, se dirigió al pozo y extrajo un cubo de agua del mismo y dejo que reposara un tiempo. Sí, su actual líder no parecía tener experiencia y aún menos, conocimientos acerca de cómo proceder. Una vez más, en el campamento se les exigía actuar sin haberles instruido previamente. Y al tiempo que la suciedad del agua se iba posando en el fondo del cubo, la mente del Hiena calculaba. Lengua Negra debería haber dividido el grupo en dos escuadras, cada una con su propio líder. Uno de lo dos grupos podría haber partido ya, adelantándose en el camino hasta el destino fijado e incluso organizar el campamento para cuando la segunda escuadra llegara, una vez cumplido aquello que pareciera había que hacer en el campamento.

A aquel paso, se verían obligados a caminar en la noche y dado el estado del terreno tras las lluvias de la temporada, era muy fácil que el carro de la quinta se hundiera en una poza de lodo, se rompiera una rueda o cualquier otra cosa aún peor, lo cual obligaría a que toda su carga fuera transportada por los propios reclutas. Ponzoña miró al cielo. Las horas transcurrían, el mediodía había quedado atrás y no serían muchas las horas de luz que podrían aprovechar. Y al paso del carro, la distancia recorrida sería ridícula.

Miró el cubo. El agua semejaba limpia. Destapó su odre y con paciencia comenzó a verter en él el agua del cubo, casi un hilo para impedir que se removiera la porquería. Cuando lo llenó, no dejando siquiera que se desperdiciara una sola gota, cerró el odre y se lo colgó al costado.

Él ya estaba preparado para partir.

El silencio se apoderó de Loor, llegó a aquel lugar acompañada de sus compañeros, pero sus labios no articularon palabra alguna. Simplemente se dedicó a recoger sus cosas para la próxima misión, que por cierto no sabía de que se trataba aún. Estaba con una inquietud en su corazón por no saber aquello.

Preparó con esmero su equipaje, y solamente quedaba esperar a que Lengua Negra llegara a darles mas instrucciones. De entre sus pensamientos, miraba a su alrededor, a sus compañeros, y cuantas cosas habían compartido, buenas y malas, cosas insignificantes que seguro en un final ...quien sabe si cercano o lejano...no sería nada comparado con el final de su viaje.

Terminó de recoger, se sentó junto a sus cosas y suspiró, esperando a que llegaran a por ellos.

No había tardado mucho en prepararme para el viaje debido a que mis pertenencias eran bastante escasas, así que ahora me encontraba sentado, observando a mis compañeros. Algunos iban y venían y otros, yo entre ellos, esperan que llegue el momento de partir.

Dado que los preparativos parecen estar alargándose, es muy probable que tengamos que caminar durante la noche...

-Espero que no llueva, anoche pasé bastante frío y no tengo nada de abrigo- Empecé a divagar sobre ello mientras esperaba el aviso de partida.

Como parecía que la cosa iba para largo, Mentiroso empezó a examinar minuciosamente su camello, a ver si se lo estaban tratando bien los de la Compañía. Y de paso lo desparasitaba y lo limpiaba un poco. Con las últimas lluvias estaba un poco sucio el pobre animal.

Mi meditación se extiende. Mientras recibo toda la energía espiritual que puedo, mentalmente practico mis movimientos con la espada en el entorno más propicio para relajar y sentir con plenitud mi alma. La calma y la disciplina es todo lo que un hombre como yo necesita. He comido estos días, mientras que en mi pueblo se acostumbra el ayuno y pasar hambre en los peregrinajes. Eso es más de lo que mucho de mis hermanos pueden decir de sus misiones.

Mi mente está concentrada totalmente, con una gran cantidad de enfoque hacia mi desarrollo personal y mi recuperación. Solo mis oidos están atentos a la llamada de nuestro lider o alguno de sus emisarios, indicando que saldremos en la misión de esta noche. No es la gran cosa, pero es más divertido que esperar ir a la guerra sentados. Derramar sangre en nombre de la Compañia es lo que necesito, para ser considerado un juramentado y así poder gozar de los beneficios y las tranquilidades que implican ser respetado como tal en esta hostil institución.

Eso o morir en el intento.

Le agradó que R’Gaa estuviera tan animada, y aunque no recordara nada de su pasado la menos no sería una ‘mente muerta’ como el día anterior. No prestaba mucho asunto al mundo de las Pitonisas, pero secretamente reconoció la labor con su compañera.

Estuvo presente en la conversación entre la Quinta y el resto, y aunque era diestra en el arte de la esquiva y la daga ni por asomo se ofreció a enseñarla. Alguien competente en el combate, como la gran mayoría de sus compañeros, se daría cuenta de las peculiaridades de un estilo de lucha. No le apetecía que nadie divulgara nada más sobre ella, ya llevaba un par de días bastante ajetreados como para  echar más leña.

Una breve ojeada y se centró en otra cosa, algo más productivo. Sin embargo no pudo evitar marcharse de aquel corro con una sonrisa en los labios; era bueno conocer con una simple conversación el pensar de sus compañeros. Se despidió del grupo con un cabeceo, como era habitual en ella, y asintiendo para sí ante la recomendación de Mentiroso.

- Hola Rastrojo –saludó al Chamán- ¿Sabes de animales? –preguntó al verlo observar con detenimiento a la mula.

Tras la conversación con Lengua Negra supo que con suerte dispondría de tiempo para sus propios asuntos. Había asentido a todo lo que le dijo, sin objetar absolutamente nada. Realmente estaba satisfecha de no tener que dar más explicaciones, incluso tras comentar aquello último. No es que hubiera revelado nada, pero tampoco le gusta dejar puertas abiertas para que metieran las narices en su vida. Gracias a todo eso podía dedicar cierto tiempo junto al arisco de Rastrojo.

- Eres tan evidente cuando se trata de la Quinta…-dejó caer con una sonrisa ambigua. Aquel tono de voz calmado, privado, prosiguió- Si no me llaman para otra cosa, ¿tienes tiempo para enseñarme? Tiene pinta de ser una caminata tranquila.

No dijo una palabra más. Ambos sabían de que se trataba y con eso era suficiente.

.

Su mula fue lo último que despertó la curiosidad del aprendiz de chamán. Y no daba para mucho entretenimiento. Solo se le movían las orejas atrás y adelante al masticar el palo. La cadencia del movimiento le había dado algo que hacer en lo que iba de tarde. Después notó la presencia de la chica menuda hablándole y se volvió hacia ella.

Rastrojo contestó a Dedos...

Je, ni wewe kuzungumza juu, mwanamke? Elimu yangu ya wanyama ni sawa na ya roho nyingine yoyote kupitia joho kati ya walio hai na wafu na ni misingi ya milele ya nyota. Je, unaelewa? Sijui ambao Quinta. Wala sijui unataka kufundisha. Unataka kujua kuhusu wanyama? Unataka kujua kuhusu Tano? Kuna mambo unaweza kufundisha na mambo ambayo hawana.

Después de hablar en este incomprensible idioma, sonrió.

Mentiroso estaba cerca de mi con su...camello. Realmente esos animales no irradian inteligencia de su mirada...¿Sería un camello capaz de comprender órdenes complejas?

¿Pero qué tonterias estoy pensando? Joder, a ver si salimos ya, necesito un cambio de aires.

- Oye - pregunté a Mentiroso, ya que es el que estaba más cerca que ningún otro y no conversaba con nadie - ¿Tú sabes cuándo partiremos? A este paso se nos echa la noche encima.

Jabalí esperaba la hora de partir, durante larga espera se había preparado y mantenido cerca de la puerta como ansioso por salir una vez más del campamento, a su alrededor había un bullicio y un movimiento ante el ir y venir de animales y otros futuros soldados de la compañía, algunos llevaban hatillos, otros cargaban en exceso sus pertenencias y otros simplemente viajaban de lo más ligero.
Jabalí se puso su armadura, preparandose y procurand que esta le fuera comoda, y tomando la costumbre de que movimientos se verian afectados y cuales no.
Desconocia del todo las ordenes y lo que tenia en mente Lengua Negra, si bien por lo que había visto al menos uno de los grupos había tenido un encuentro, aunque los detalles no se habían aclarado.

Arrugó el entrecejo mientras escuchaba al Chamán. No entendió ni una palabra, ¡ni una! Sin embargo estaba de humor, o eso creía, porque terminó dedicándole una sonrisa.

- Si tuviera dinero que apostar estoy segura que ganaría. Te estás riendo a costa mía, ¿eh? –pero no estaba molesta. No podía, y tampoco quería- O al menos tienes la oportunidad para hacerlo –soltó una carcajada- Vamos, no seas malo. Hoy he tenido un día de pena; para variar podría aprender algo útil.

La joven se llevó las manos a la espalda, entrelazando los dedos en una actitud despreocupada. Ladeó la cabeza ligeramente al tiempo que cambiaba de peso entre ambas piernas, haciendo de ello un suave vaivén.

Se hallaba cerca de donde estaban los animales. Se sentía más comoda que entre gente. Pero no tocó a ninguno, no si no estaba el dueño delante y le daba permiso. Su padre le había enseñado a no tocar lo que no es suyo, ya que si al cabo de un rato se estropea le echarían las culpas a ella. Veía a todo el mundo a su alrededor, hablando, haciendo tiempo antes de partir y varias cosas más. No sabía que hacer y tapoco tenía confianza con nadie como para ir a hablar con él o ella por lo que se sentó en el suelo y se puso a dibujar con un palo que se había caído del carro, esperando a que Lengua Negra diese órdenes para partir.

-Pues... no sé... A lo mejor, igual que quería que hiciéramos fuego sin humo, quiere que salgamos ya de noche para que no nos pueda ver el enemigo... Pero qué sabré yo, que soy un simple explorador, si pensara que es eso estaría aprovechando para dormir... Así que a lo mejor simplemente es que no sabe qué hacer y está más perdido que nosotros...

Después de una pausa añadió.

-Pero si tuviera dinero, a lo mejor me acercaba corriendo al Campamento a echar un último... ya sabes... ¡jajaja!