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CHO'N DELOR: CIUDAD BAJA.

- La Ciudad Baja de Cho'n Delor alberga a casi un tercio de la población. En este barrio habitan los ciudadanos pobres y míseros, pero también la escoria criminal y todo lo peor de Cho'n Delor.

- A los visitantes se advierte de que estas calles no son seguras tras la caída de la noche, pero sigue siendo una zona muy frecuentada por los forasteros. Es donde están todas las tabernas baratas, los prostíbulos sórdidos, las posadas de mala muerte y las casas de juego más desenfrenadas en las que incluso se organizan peleas a muerte con apuestas.

- Los mercenarios consideran este barrio como un lugar de ocio y diversión, por lo que son una visión común en todos los establecimientos regentados por el mundillo criminal de la ciudad.

- Hostigadores y Campamenteros llegan al límite del Barrio Residencial y penetran en la tenebrosa Ciudad Baja.

Con una elegante formación, la Guardia de la Ciudad se despide y se retira de vuelta al Barrio Residencial, parece que no suelen patrullar demasiado la Ciudad Baja.

- Algo más de medio centenar de Comunes se reúnen con Hostigadores y Campamenteros en la Ciudad Baja.

- Os miran con mucha curiosidad.

Akatsuki y Ballestero abren las puertas para que nos vayamos y Matagatos da la orden final. Comienza a caminar y me despido de ambos con una reverencia de cabeza pues a ambos les respeto por sobre a la mayoría del resto de La Compañía. Con ella comparto sangre y con él comparto enseñanzas. Ambos son un aporte y les respeto por ello.

El momento de marchar comienza y camino junto a los que serán mi grupo por el Palacio de la Discordia, luego por el Barrio Residencial y finalmente por la Ciudad Baja. Mientras camino, miro lo que tenemos alrededor, siempre atento a lo que nos rodea y a las posibles amenazas que pueden cernirse sobre nuestras cabezas. Ya más de una vez me ha tocado estar en emboscadas en nuestra contra, por lo que me siento mucho más preparado para lidiar con la terrible situación de participar en un combate sin previa preparación.

A mi lado camina Derviche, a quien debo tener cerca por la obligación dictada por el mando. ¿Por qué la elegí a ella y no a cualquier otro Campamentero? Pueden haber muchas razones, pero el hecho es que veo en ella cierto potencial de ser capaz de escuchar mis consejos que no veo en otros. ¿Tengo razón? ¿Me equivoco? Pronto tendré la oportunidad de comprobarlo.

Mientras camino veo al resto de mis compañeros hacerlo y hablar con sus "pupilos". A algunos se les ha subido a la cabeza la idea de ser maestro mientras que otros se han puesto casi al servicio de sus protegidos. Niego con la cabeza mientras avanzo pues ninguno de ellos es la forma en la que yo pienso que debe ser, pero claramente no sería la primera ni la última cosa en la que me diferencia del común del grupo.

Miro a Campaña enseñar a marchar y comprendo que yo no sé hacerlo en realidad. No me importa mucho pues es una forma muy pesada de avanzar, pero luego recuerdo que ahora soy un líder y debo ser todo lo marcial que pueda para mantener la disciplina y el orden de nuestras filas, mostrándole al enemigo y a los espectadores que en la Duodécima Compañía Libre de Khatovar no solo sabemos cumplir nuestras misiones, sino que también lo hacemos como corresponde.

-No os preocupéis por él. Dijo Matagatos visiblemente fastidiado. Serpiente está tan bien que ha decidido arrancarse los vendajes y estropear todo el trabajo que se había hecho por él.

No añadió nada más en aquel momento y tan solo miró a Lengua Negra y a Dedos intentando convencerlos que no perdieran su tiempo ni sus palabras con el mago. Las heridas de Serpiente seguían sin derramar una gota de sangre a pesar de estar abiertas, su camisola seguía tan solo un poco manchada y no empapada en sangre. Se acercó al carro y buscó la capa negra de Serpiente y luego se la lanzó sobre el regazo.

-Al menos ponte esto encima que te tape las heridas. Ya te dije que no quería que hiciéramos el ridículo por tu culpa.

Cuando salieran de la ciudad su primo podría hacer lo que le diera la gana una vez que estuvieran lejos de la vista de todos, hasta entonces sería mejor que guardara la compostura.

Pulga no quiso meterse en la conversación de Lengua Negra con Serpiente y mucho menos aún cuando Matagatos llegó con cara de pocos amigos. Siguió caminando junto a Lengua Negra sin abrir la boca y apoyándose en su lanza como bastón.
Observó las reacciones del resto de sus compañeros pues no sabía si aquella escena era algo habitual entre los Hostigadores o acabaría en otro castigo. De momento lo mejor sería pasar desapercibido y no meterse en problemas.

Pesadilla continúa el camino junto a Rastrojo, después de que este la regañase a la salida del castillo cojió el petate y no había vuelto a abrir la boca.
Sin embargo no dejaba de mirar a un lado y a otro tratando de no perder detalle sobre cuánto ocurría a su alrededor; observaba,en ocasiones de forma demasiado descarada, a todos aquellos que les rodeaban, y no perdía detalle alguno de las pequeñas interactuaciones de Rastrojo.

Malamente anduvo distraído por el Barrio Residencial dejándose llevar por el resto de sus compañeros, siguiendo sus pasos con no mucha atención debido a la escolta que había sido asignada a la Compañía. En el momento en que estos dieron media vuelta, entraron en la Ciudad Baja, la cual era muy diferente y extraña. Agarró fuerte una de sus lanzas y palpó el cuchillo que llevaba y que solía utilizar para despellejar animales. -Puede que esta vez lo necesite para salvar mi pellejo.

A Lengua Negra no le respondí porque antes de que pudiera hacerlo ya se había encaminado a su lugar en la formación, pero ya encontraría mi oportunidad para hacerlo. Había tantas cosas que quería que escuchara aquel hombre que siempre se había mostrado tan partidario de la cruda realidad… En cambio a Dedos sí la respondí.

- O sea, me has preguntado si estoy bien sabiendo por mi aspecto que no lo estoy. Dime Dedos, ¿eres negra? ¿Soy yo blanco?- Solté un resoplido que aproveché para aliviar también la frustración del dolor que se había adueñado de mi cuerpo.

Pero Matagatos también tenía que intervenir, como siempre. Siempre se tenía que meter donde no le llamaban de igual manera que había hundido el látigo en mi espalda.- “Cinco veces”- recordé.- “Me gusta el número cinco…”.

- Ya, porque en una guerra no hay herido y si los hay que los vean pone en ridículo a la Compañía…- Con la manga sequé el sudor que por el esfuerzo se acumulaban en mi cara.- Lógico. Y no me refiero a lo que has dicho sino a las intenciones que subyacen tras tus palabras. Quieres que ponga una pesada capa sobre unas heridas todavía abiertas. Por qué será…- Aunque le hice caso. Me mordí la lengua y le hice caso. Aquello no era nada comparado con lo que ya me había hecho.

Cogí mi capa de soldado y con la respiración acelerada intenté colocarla sobre mi espalda, pero era prácticamente imposible. Cada vez que intentaba pasar el brazo por encima de la cabeza la herida que recorría mi pecho se tensaba recordándome el sufrimiento del latigazo que la había causado y cada vez que intentaba colocarla por detrás el dolor era similar por las heridas a mi espalda. Aun así me negaba a dar a Matagatos la satisfacción de ver cómo no podía hacerlo.

- “Puedo yo solo. No necesito ayuda de nadie”- Repitiéndome aquello una y otra vez intenté tranquilizarme.

Cogí el extremo de la capa que iba al cuello con las dos manos, preparándome para ponérmela de una sola vez, lo más rápido posible. Continué preparándome con dos largas bocanadas de aire que solté para dejar mis pulmones vacíos- cuanto menos aire tuviese en ellos menor sería el grito-, y apretando los dientes la giré…

La capa en su sitio, un grito asfixiado, un gruñido agudo y lágrimas fue el resultado; y dolor, el que había sido mi inseparable amigo en aquella ciudad en la que reinaba su señor. Con la excusa de colocar el broche de plata bajé la cabeza para ocultar las lágrimas que terminé secando con la manga como si se tratara de sudor.

- ¿Contento verdugo? ¿Deseáis algo más?- pregunté con voz entrecortada a Matagatos mirándole a los ojos con tanto desprecio como sufrimiento él me había causado.

Me tome mi tiempo para responder mientras atravesábamos el barrio alto de la ciudad, últimamente me había vuelto más contemplativo hacia las cosas que la vida me ofrecía día a día.
 

Hace…tiempo que nadie me llama por mi nombre, le dije con un tono en la voz que tenía un dejo de nostalgia casi palpable, mis ojos miraban hacia el frente, a un punto distante que comunicaba a mi mente con el pasado.
Volví a verme de joven corriendo tras mi prometida por entre las chozas de mi pueblo, ella reía como una diosa mientras corría con la agilidad de las gacelas, gritaba mi nombre llenándome de felicidad.

Abasi, le digo a mi compañero mirándole a los ojos,  así puedes llamarme si lo deseas.
…
La escolta que nos ha ido acompañando se detiene entonces mientras salimos atravesamos el pórtico que separa el barrio alto de los decantes suburbios donde la leva se apiña como ratas hambrientas.
Observo el entorno mientras Tarado me pregunta acerca de mis habilidades.
…
Tengo algunos conocimientos, le digo sin inflexión alguna en la voz, y podre enseñarte mucho o poco según tus capacidades de aprendizaje, por ejemplo:

La forma de saber que piensa la gente más allá de lo que dicen sus palabras.
El cómo burlar las trabas y candados que cierran puertas o arcones.
Puedo enseñarte como encontrar lo perdido y lo oculto.
A descifrar los símbolos y señales que se han escondido deliberadamente en las letras.

El cómo proceder en cada lugar al que visites, para que no seas visto como extraño según las costumbres locales.
Puedo enseñarte a cambiar de apariencia para pasar desapercibido.
A enredar las mentes de quienes te escuchan.
El cómo escapar de las ataduras, el cómo moverte con equilibrio, puedo enseñarte como ocultarte de tus perseguidores.

También podrás aprender a escuchar realmente y no a oír de forma velada.
A copiar sellos y firmas de manera perfecta.
Conocerás como influenciar a tu enemigo potencial mediante el miedo que evita la pelea innecesaria.
A montar.
A otear.

Como saber lo que no debe saberse.
Como formarse en el arte del buen soldado.
Aprenderás como darle un valor a cada objeto.
A manejar casi todo tipo de animales.
A trepar ágilmente.

El secreto de los nudos y las cuerdas.
Y hasta quizás alguna lengua que aun no sepas.

Esas cosas y algunas mas podre enseñarte si las quieres aprender.
Tu qué piensas Tarado, ¿habrá algo que pueda servirte de todo esto?

Matagatos dedicó a Dedos una mirada mientras negaba con la cabeza para que ignorara las palabras de Serpiente, siempre tan amable con los que se preocupaban por él.

-Si tus heridas están de nuevo abiertas y al descubierto puedes agradecértelo a ti mismo y te aseguro que lo harás durante todo el camino, o al menos hasta donde llegues.

Había sido un auténtico idiota al quitarse todo y abrir de nuevo sus heridas y a Matagatos no le había hecho ninguna gracia. Mucha gente había estado cuidándolo y velándolo como para dejarlo pasar así como así. No le gustaba nada que nadie jugara con los cuidados médicos o fingiera cosas que no tenía, le sacaba de quicio. En el caso de Serpiente a eso había que añadir unas cuantas indisciplinas y la desobediencia a órdenes directas, desde que se había despertado. Parecía que no había servido de nada el anterior castigo, pero esta vez el mago sería víctima de su propia magia.
Serpiente accedió a ponerse la capa. Si había podido caminar y mantener las heridas abiertas sin verter sangre aquello no debería resultarle ningún problema tampoco.

-Pues hasta que estés dispuesto a dejarte curar y vendar no necesito que hagas nada más. Matagatos asintió al ver que todo parecía discurrir tranquilamente mientras se acercaban poco a poco a las puertas atravesando la parte baja de la ciudad. Al menos hasta que salgamos de Cho'n Delor.

Siguió caminando al frente de su grupo. Tenía ganas de volver a salir a campo abierto de nuevo, aunque sabía que eso también sería el comienzo de nuevos peligros y preocupaciones.

Entonces un intercambio de palabras en un tono airado me hizo levantar la vista, por delante de nosotros iba el carro que llevaba a Serpiente, el cual estaba al parecer discutiendo con Matagatos.
Mire en silencio con el ceño fruncido como el líder de los hostigadores se marchaba mientras Serpiente se debatía por vestirse con la capa que el primero le había tirado encima.

Discúlpame un momento, le dije a mi acompañante, mientras apuraba el paso para acercarme al soldado herido.
Había tenido alguna que otra charla con Serpiente el cual parecía tener una habilidad suprema para la dialéctica entreverada, y era muy probable que tomase mis palabras como un desprecio o un ataque, respondiéndome con acritud.
Aun así, me acerque a él.

Sin decirle nada, aunque el astuto hombre ya había reparado en mi presencia cercana, cogí uno de mis pellejos con agua y luego de echarle un generoso trago se lo tendí a mi compañero de penurias intentando darle firmeza a mis movimientos.
Toma Serpiente, el agua te hará bien le dije mientras le miraba con tranquilidad.

Con un paso tranquilo seguí los pasos de los exploradores mientras Matagatos hablaba con Serpiente y con Dedos. Lo cierto es que era una situación un tanto incómoda el ver cómo se enfrentaban dos hermanos tan abiertamente.

Lo peor de todo es que no llegaba a comprender las motivaciones que llevaban a Serpiente a actuar como lo estaba haciendo. Tenía una gran inteligencia y eso le sirvió para superar las pruebas y entrar en la compañía. Luego fue capaz de hacerse soldado de pleno derecho, a pesar de no ser un guerrero. Entonces ¿qué es lo que busca realmente? ¿tal vez sea el poder a cualquier precio?

Sea como fuera, no era algo en lo que me fuera a meter, y menos ahora. Mi relación con Serpiente siempre fue casual, y aunque le respete, no me gusta la actitud que ha demostrado durante los últimos días.

Bah... te veo algo despistada, Pesadilla: mirando a todos lados sin centrarte en ninguno. ¿Normalmente eres así de dispersa? Trata de prestar algo más de atención a lo que tienes delante.

Rastrojo se inclinó hacia su esclava temporal, para susurrarle algo mientras caminaban, de modo que los Comunes no le oyesen. Pero hablan distinto idioma, es absurdo que Rastrojo se tome tantas molestias: no le podrían entender de todas maneras.

Por ejemplo... ¿Ves a todos esos guerreros de Cho'n Delor? No estaban en el barrio residencial, pero aquí se agolpan. Crean una atmósfera opresiva. Es como si nos estuviesen echando.

No les auguro nada bueno a los seguidores de campamento que se quedan en esta ciudad. Me lo dice mi instinto de Chamán, pero también mi instinto de Soldado-¿aunque aún sea un simple Recluta puede tener ya ese sentido desarrollado?-. Esta hostilidad entre fuerzas aliadas dejan bien claras las intenciones del Señor del Dolor.

¿Y esa parte no la considera Rastrojo más apta para ser susurrada? Después de todo, está hablando del Señor del Dolor.

Viví algo parecido durante la llegada de los Caimanes Negros al poblado recién conquistado de los Tres Castores. Verás... Es una historia divertida. Tiene su moraleja y todo. Ocurrió hace mucho, pero parece que solo haya pasado un mes. Yo creo que habrá pasado por lo menos mes y medio...

Rastrojo se estaba dando importancia con unas batallitas de veterano experimentado, cuando no era así. Pero era importante que su súbdita le reconociese como alguien superior.

no soy despistada, solo observadora, contestó desganada a su nuevo superior;no le gustaba que la menospreciasen, es posible que Rastrojo tenga pesadillas esta noche....pensó olvidándose por un momento de la situación que la rodeaba.Pero trataré de aprender

Marcho en medio de nuestro Grupo con Sabandija a mi lado.

Parco en palabras y observando todo lo que acontece a nuestro alrededor. Serpiente quejándose, Matagatos soltándole pullas, ... en fin, lo mismo de siempre.

- ¿Dejarme curar por ti, por el mismo que me ha causado las heridas o por alguno de los que miraron, cuchichearon y disfrutaron mientras lo hacías? No, no pienso participar en ese ejercicio de hipocresía, Matagatos...

Ya me había puesto la capa. Ya había hecho lo que quería. Tan solo quedaba esperar a salir de Cho’n Delor para descubrir qué era lo que iba a necesitar de mí y que había hecho sonar como una amenaza.

Entorné los ojos al ver a Mentiroso acercarse y al escuchar sus palabras. Me ofrecía agua, y aunque en aquel momento no pidiese nada a cambio, sabía que no se le olvidaría de lo que consideraba que era un favor hacia mi persona. Con el tiempo intentaría cobrárselo.

- Ya tengo agua en mi odre- le respondí con suspicacia mientras rebuscaba entre mis cosas el odre que había llenado hacía días y del que había bebido nada más despertarme. Cuando lo encontré lo noté más vacío que lleno pues ni siquiera me habían dejado acercarme a un pozo antes de subirme al carro. Aun así bebí de él para que viese que no necesitaba dl agua que él me ofrecía.