Partida Rol por web

Campaña seguía concentrado en la marcha, aunque de vez en cuando le echaba una miradita a su pupila para ver qué tal se desenvolvía. Lo cierto es que no lo hacía muy bien pero al menos lo intentaba, y por el momento a Campaña le bastaba con eso.

- Plumilla no tiene que intentar romper el suelo pisando - dijo Campaña.- Es como cuando tú sabes una cosa y otro dice que eso no es verdad, pero tú sabes seguro esa cosa y nadie puede cambiar eso, porque es así y tú sabes... -Campaña se dio cuenta de que se estaba liando él mismo con su explicación.- ¿Entiendes? Campaña no sabe explicarlo mejor...

Guepardo, extrañamente, llegó a sentirse cómodo en el Bastión. Pensaba que nunca sería sido capaz de dormir bajo un techo y de estar encerrado entre aquellas murallas, pero se acostumbró rápido. Sin embargo la ciudad seguía poniéndole nervioso. Había demasiada gente apiñada, y muy poco espacio para maniobrar en caso de emboscada. Estaba deseando salir de allí. Cuando ya estaba apunto de hacerlo vio aparecer a Ansia de Dominio, uno de los jerifaltes de El señor del Dolor. Eso le gustó aún menos que la ciudad y parecía, por sus caras, que varios de sus compañeros pensaban lo mismo.

Sumido en sus pensamientos, la voz de un callado Chamán Rojo lo llevó de regreso al mundo real. Le respondió sobre la pregunta que le había hecho de las armas. Tenía un escudo, objeto que en la tribu de Guepardo se consideraba detestable. Pero no le importó, en cierto modo en esa tribu parecían detestables demasiadas cosas...

—Cosas como ser un eunuco...¿verdad? Ja,ja,ja —La risa socarrona de Sacorroto seguía siendo tan molesta.

Cuando le comentó lo de los cuchillos, Guepardo volvió a fruncir el ceño. —¿Cuchillos? Esas armas precisan demasiada cercanía con el enemigo, y si dices que no te manejas bien será mejor que esté alejado. —Observó más de cerca el machete y reculó un poco. —Con éste y con un poco de puntería puede que sobrevivas, aunque yo me haría con un arma algo más poderosa, como por ejemplo una lanza o una espada.  —Guepardo sacó su imponente lanza y se la enseñó Después hizo lo propio con su cuchillo de caza.

Tras ello escuchó como le hablaba de la cerbatana. En ese momento el antiguo Jaguar asintió, le parecía muy buena idea. —Como te dije antes, si la lucha cuerpo a cuerpo no se te da bien, lo mejor es mantener lejos al enemigo. Por mi parte, estoy intentando conseguir un arco. —En ese momento Guepardo abrió los ojos como platos y continuó hablando—. ¿Crees que podrías construirme uno sin conseguimos madera, hueso y cuerda? Yo, a cambio, te podría dar una de las lanzas que conseguí en la última batalla.

Tras oir atentamente el consejo de Rastrojo Pesadilla decide concentrar su atención en los detalles. Se hace obvio para ella que algunos de sus acompañantes se tensan al observar la figura de Ansia de Dominio,tenía un aspecto un tanto tétrico y portaba un caballo, pero no interactúo con ellos de forma alguna.
Decidió que tal vez lo más sensato era permanecer en silencio y pasar desapercibida, hasta el momento no le había ido mal comportándose así.

Plumilla ladeó la cabeza pensativa un instante y dió pasos normales, rápidos, para igualar los de su mentor, pero normales al fin y al cabo. Se enderezó echando los hombros ligeramente hacia atrás dejando la espalda levemente arqueada y alzó un poco la barbilla para mirar al frente con decisión.

Decisión que se fue al garete cuando miró hacia Campaña buscando su aprobación, no sabía andar de forma más firme y segura que esa.

- "Señor Matagatos, como comandante de los Hostigadores y ahora también al parecer de los Campamenteros, necesitáis de una montura digna de vos." -

Señala al corcel de batalla que sostiene de las riendas.

- "Este es, de lejos, el mejor caballo que hay en todo el territorio de Cho'n Delor.

Es mi presente, mío y de mi Amo para vos." -

Le tiende las riendas a Matagatos.

R'Gaa caminó feliz por las calles de la ciudad. Miró a su compañero y a todo lo que se movía a su alrededor. Todo el camino le sonrió y le habló de lo entusiasmada que estaba.

Vio a Ansia de Dominio con un caballo y empezó a dar pequeños saltos. Se olvidó del peso que llevaba a la espalda y por un momento perdió el equilibrio. Por suerte su acompañante estaba cerca y se pudo agarrar de su brazo.

Pasó del incidente como si no hubiera ocurrido. Se acaba de recordar lo mucho que le gusta montar.

¿Tú sabes cuidar de los animales? Yo sé un poco, seguro que te lo puedo enseñar. ¿No estás entusiasmado? Lo vamos a pasar muy bien. Fíjate que bien nos llevamos y acabamos de empezar el viaje.

Rastrojo dió tres chasquidos delante de Pesadilla cuando ella se quedó mirando a Ansia de Dominio.

Tsk-tsk-tsk

¿Eo? Pesadilla, ni te quedes dispersa ni te quedes embobada y con la mirada fija. No tienes término medio, ¿eh? Pues bien, sigo con mi historia.

Recreandose en su papel de cuenta-batallitas, el mestizo no reparó en la presencia del consejero ni de su caballo.

Los Hostigadores habíamos tomado el poblado de los Tres Castores y el grueso de la Compañía había exterminado el ejército enemigo en campo abierto. Nos reunimos en la plaza recién conquistada, y pronto llegaron los Caimanes Negros. Que lo de Negros es redundante. Todos los K'hlata somos...-se excluyó por ser mestizo, aunque debido a que se crió con su madre, siempre sintió que la sangra Oscura le tiraba un poco menos-sois negros. Es como llamar Oscuros a los Oscuros... que es redundante porque ya son siniestros de por sí. No tiene que ver con sus médicos, "os curo" a vosotros, sino a lo raros que son...

En fin. ¿Por dónde iba?

En esto llegaron los Caimanes Negros. Empezaron a saquear... a transmutar prisioneros de guerra en esclavos... lo típico. Y entonces va el jefe de los Caimanes y nos dice algo así como que gracias por los servicios prestados y un fuerte aplauso mientras salen del poblado conquistado. Y que ya si tal, como favor especial, nos dejaban acampar esta noche a las afueras del pueblo.

¿Sabes a lo que me refiero, Pesadilla? Así me gusta-añadió sin dejarla hablar; total, no era muy conversadora-. Que no se iban a morir por organizar un banquete de celebración antes de darnos la patada... Digo yo. Moraleja: no hay gratitud. Y si una tribu con nombre de animal antropófago no es hospitalario, imagina lo que nos espera cuando terminemos de dar servicio a alguien que se hace llamar Señor del Dolor.

En esto se presenta Ansia de Dominio con un regalo.

Anda... Un caballo. Míralos tú que majos.

Por las calles de la ciudad, Derviche caminó mirando el suelo. Pensó en su Diosa y en el sacrificio perfecto que le podría dedicar.
Lo mejor es una persona, claro, pero eso no es fácil. Matar a alguien puede llevar a castigos duros, o a la muerte. Además, mi Diosa, quiere que sea autosuficiente, no tiene que estar siempre cuidando de mí. Le dedicaré mi tiempo y mi vida. Si, mi vida es un buen sacrificio. No voy a desperdiciarla con placeres mundanas y vacías como estos inútiles.

No prestó atención a nada de lo que ocurría a su alrededor, solo miró, de ves en cuando, de reojo a su tutor. Cualquier gesto que el hacia estaba dispuesta a imitarlo. La ha elegido por alguna razón y no quería defraudarlo. Por fin tenía una buena oportunidad de aprender, de mejorar y, por su Diosa, lo conseguirá.

El tal Serpiente comienza a cansarme, y desde luego, su actitud no es nada conciliadora con la gente que le intenta ayudar. Quizá en lugar de tener un trato amable con el, convenga más meterle algo de miedo en el cuerpo.

Me acerco a él y le hablo en un tono tranquilo, pero que transmite una clara molestia hacia su actitud.

- ¿Serpiente, tu quieres seguir vivo? - La pregunta es casi retórica, y antes de que le de tiempo a contestarme, retomo mi exposición. - Si es así, harías bien recordando que nos dirigimos a una batalla, y en el fragor de la misma, no siempre es fácil distinguir a un enemigo de un aliado. Y no solo eso, tampoco es fácil distinguir si la espada que te golpea, a ti o a un compañero, es aliada o enemiga. En el fragor de la batalla, un herido es una presa fácil, para quien sea el que quiera matarlo. También harías bien en recordar y tenerlo bien presente, que aquellos a los que estás tratando con desprecio cuando intentan ser amables contigo, posiblemente, qué digo, con seguridad serán los únicos que podrán protegerte en caso de un ataque. Ahora, saca tus propias conclusiones. Y no - digo adelantándome a su respuesta - no te estoy amenazando. Es tan solo un consejo, una advertencia. Aunque por ser tu, dejaré que lo interpretes como quieras. - Finalizo mi exposición y comienzo a andar de nuevo hacia mi posición.

Entonces, justo cuando comienzo a retrasarme, recuerdo otra cosa importante que decirle.

- Una última cosa... el orgullo puede mantenerte vivo y a salvo, sí. Pero también puede ser la causa de tu muerte. Y tras la muerte, ya no hay orgullo. Si mueres, Serpiente, no podrás volver a disfrutar sacándonos de quicio con tus mordaces respuestas. Piensa en ello, medítalo bien... al fin y al cabo, vivir es maravilloso, ¿no es cierto? - Termino mi charla con una malévola sonrisa, al tiempo que le doy un par de palmadas en su espalda, aparentemente amistosas, pero que se que le harán ver las estrellas, e inmediatamente me doy la vuelta.

Si protesta, pienso para mí mismo, y en el dudoso caso de que alguien le crea y me pida cuentas por ello, podré argumentar que fue "sin querer" y que en el momento no me di cuenta.

Vuelvo hacia Mentiroso rápidamente, antes de que nadie me diga nada. Lo último que me apetece es tener que darle explicaciones a nadie, con tantas cosas por hacer. Si alguien quiere una explicación, tendrá que tomarse la molestia de venir a hablar conmigo.

Keropis caminaba en silencio y tranquilo. No puede evitar una sonrisa debajo de la armadura por el "regalo" que le hacen a Matagatos.

En ese momento aparece Tarado y comienza a ponerle los puntos sobre las íes a Serpiente, que no paraba de quejarse y empezaba a ser como un zumbido de fondo. Menos mal que Keropis sabía abstraerse muy bien cuando le interesaba.

No pudo evitarlo y se le escapo como una risilla.

Lo de Serpiente no tenía precio... con tal de desquiciar cualquier cosa... no como ese otro, Rastrojo, que encima iba de mártir...

Cuando Matagatos se detiene, me detengo junto a él, atento a lo que hace o dicen Ansía de Dominio.

Al ver el espléndido regalo, no puedo más que admirar a semejante animal, digno sin duda de un auténtico líder.

Espero que yendo en el caballo se centre un poco más y no esté pensando continuamente en Serpiente. Si no, en vez de uno habrá muchos más heridos. pienso mientras lanzo una ojeada a la carreta donde va Serpiente mientras espero a que Matagatos monte en el corcel y volvamos a recorrer las calles.

Dentro de mí estoy ansioso por salir de esta ciudad y ver qué tiene pensado enseñarme el líder de los pelotones. Para mí, todas las enseñanzas, por nímias que parezcan, pueden llegar a ser importantes en un futuro, y aunque ni Matagatos lo sabe, lo que está pasando con Serpiente es una de las primeras lecciones que debo de aprender y asimilar.

Súbitamente, Lengua Negra dio un tirón de riendas deteniendo a Dante y encarándolo con el campamentero que estaba arengando a Serpiente.

-Tú, Tarado -dijo y el nombre casi sonó como un insulto en su forma de declamar-. ¿Acaso no te han dicho que estás aquí para aprender? ¿Acaso cuando entraste en la Compañía no te explicaron claramente cosas tales como el rango y la posición y cuándo y cómo puedes hablar? ¿Quién crees que eres para arengar a un soldado y un hermano juramentado? Por buenas que puedan ser tus intenciones, no por ello dejan de ser equivocadas y te conducen por un camino peligroso, el de la indisciplina. Una actitud como la presente puede ser castigada y severamente. Tenlo en cuenta y mide tus recomendaciones para la próxima vez. ¿Entendido?

Sabandija mira a Ojopocho ``Sí que es un buen tipo´´ piensa`` parece que trata de animarme con sus suaves palabras, aunque no estén del todo atinadas´´ Por supuesto sabía que esos hombres no le atacarían, sólo que no le gustaba el hecho de encontrarse rodeado de gente que no sentía ninguna simpatía por lo que hacía.

Ante la pregunta del Hostigador está a punto de responder que no, pero entonces ve la escena de la entrega del caballo además de la inquietud que ha suscitado la aparición del hombre y se da cuenta de algo:

-Pues, la verdad es que me preguntaba, ¿cuánto sabes sobre nuestra misión actual? -comienza- Se que tenemos que eliminar a enemigos declarados de esta ciudad pero poco más y tengo algunas dudas, ¿quién es exactamente nuestro patrón, al que llaman el Señor del Dolor? ¿y quién es el enemigo? Sin duda será poderoso si, aún contando con cierto poderío militar, nos han contratado.

Finalmente, en voz muy baja, le susurra a Ojopocho:

-¿Y quién es ese?

Guepardo se fijó en Tarado dándole una reprimenda a Serpiente y, en cierto modo, advirtiéndole que podía correr peligro por parte de sus compañeros en una batalla. El antiguo Jaguar recordó la lucha de Tres Castores, donde luchó al lado de Serpiente, y esbozó una trsite sonrisa. El novato no sabía lo que el brujo era capaz de hacer.

Al escuchar las palabras de Lengua Negra, clavo la mirada sobre el que antes fuera el líder de los Hostigadores, un tanto sorprendido por el arranque. Lo cierto es que la manera que tienen de actuar tanto Matagatos como Lengua Negra en lo que respecta a Serpiente no se podría considerar muy normal.

¿Acaso no nos podemos dirigir a un hermano juramentado? no creo que lo que le haya dicho fuera para tanto, sin embargo la respuesta claramente ha sido desproporcionada. ¿Hasta que punto el poder llega a dominar a los hombres para creerse con muchos más derechos sobre otro, solo por haber tenido la oportunidad de derramar sangre?. Cierto es que así son las cosas en la Compañía, pero cada uno es capaz de distinguir la falta de respeto con un comentario hacia alguien que está causando problemas a toda la Compañía, y además un comentario que se podría considerar un consejo. ¿Tampoco se podían dar consejos? ¿Tan superiores se sentían los Hostigadores con respecto a los Campamenteros?

Quizás todos aquellos muchachos que empezaron juntos la instrucción para convertirse en Soldados de la Compañia, parece que ha quedado claramente fraccionado. Incluso alguien como Lengua Negra, al que respetaba y admiraba, me había dejado frío como el acero que rozaba mi piel con cada paso.

Con estos pensamientos me giro de nuevo, sabiendo que ahora es algo que debe de solucionar Mentiroso como su tutor, algo en lo que yo ya no tengo ni voz ni voto.......de momento. Sumido en esta cábala, mantengo el paso que marca Matagatos.

Lengua Negra se vuelve hacia mí con intención de echarme la bronca. Dice que arengué a Serpiente. ¿Arengar? Desde luego que no. Podría decirse un consejo, una aburrida charla, pero desde luego, no una arenga. Me pongo firme ante él y le respondo.

- ¡Señor, mi señor!¡Lo he entendido, señor! - contesto a Lengua Negra con tono marcial y sumiso, aunque no exento de una ligera pero muy perceptible ironía, tan sutil, sin embargo, que no se podría demostrar que está ahí. - Con su permiso, señor... - no espero a que me lo de sin embargo, y comienzo a exponer mi forma de ver las cosas. - Con perdón, no se donde ha visto usted una arenga, mi señor. Yo diría que es más un consejo de un compañero que una bronca, mi señor. Simplemente le estaba señalando una actitud que podría traerle problemas en un futuro, señor. Es lo mismo que, supongamos, si uno de mis superiores cogiese mal una lanza y esto pudiese costarle la vida en el campo de batalla, yo se lo hiciese saber, señor. ¿O sería preferible no corregirlo por el mero hecho de ser un superior y que luego muriese en el campo de batalla? No señor, yo no echaba la bronca, señor. Solo aconsejaba a Serpiente, señor. Aunque es cierto que debería haberle tratado de usted y señor, señor, pero no recordaba que él es del Pelotón de los Hostigadores, señor, y, por lo tanto, un Soldado y Hermano Juramentado, señor. Un problema de memoria, señor, no volverá a ocurrir, señor. - El tono empleado, excesivamente marcial, y el masivo uso de la formula "señor", al acabar cada frase, dotan a la respuesta de un aire algo burlón, sin que ello se pueda probar, sin embargo.

Pienso entonces en retirarme, pero antes incluso de descansar la posición de firme, vuelvo a abrir la boca.

- ¡Señor! ¿Puedo retirarme, señor? - espero su respuesta, aún firme, haciendo esfuerzos por contener la risa.

Lengua Negra posiblemente sea el Hostigador más pedante y soberbio de todos. Rastrojo y Serpiente son ligeramente insoportables, pero los aires que se da Lengua Negra, solo por ser el hijo del Capitán, son bastante evidentes y hacen de él uno de los más insufribles soldados. Y además es un debilucho y un incompetente con las armas. Quizá sepa mucho de estrategia, pero definitivamente hay que tener muchas otras cualidades para ser un buen guerrero, un buen soldado, y un buen líder.

Si algún día llega a ser Capitán, estamos bien jodidos. Por muy buen estratega que sea, a la hora de pelear sería un estorbo... Y un verdadero líder debe estar preparado para todo.

Lengua Negra miró al campamentero desde lo alto de su montura, escuchando impasible el torpe barboteo del mismo, la estúpida justificación de quien pretende salir airoso de una situación sin medir el alcance de sus palabras y aún menos capaz de asumir las consecuencias. De haber aceptado su error, de reconocer que no había respetado los viejos usos y costumbres de la Compañía, todo hubiera quedado en una amonestación. Ahora, solo buscaba quedar por encima en lo que debía considerar un sutil ejercicio de ironía.

-Veo que lo no entiendes Tarado, haciendo gala así de tu nombre. No eres un compañero y aun menos alguien a quien haya pedido consejo. Es un soldado y un hermano juramentado, cosa que tú no. De serlo, esta conversación no tendría lugar. Y tú, que tanto se te llena la boca con lo de aconsejar deberías hacer caso de aquellos que se te ofrecen -Lengua Negra espoleó levemente a Dante, que avanzó unos pasos hasta que su testuz empujó a Tarado-. ¿Has entendido? -y su voz tenía un matiz de impaciencia.

- Veamos. - digo a Sabandija.

- Ese de ahí es Ansia de Dominio o algo así. - le susurro. Creo que es un Consejero o algo así del Señor del Dolor.

- Con respecto al resto de las preguntas me temo que poco más puedo aportar pues no dispongo de más información de la que nos han dado a todos.

Sabandija no queda decepcionado en exceso con la negativa de Ojopocho:

-Nah, si ya me lo esperaba. -le dice- Sólo pregunté por si a los Hostigadores os habían dado más información, pero ya veo que no.

Acto seguido, fija su atención en la escena protagonizada por Ansia de Dominio. Ese tipo inspira incertidumbre en sus compañeros y quiere saber por qué.

La marcha recorre la ciudad baja hasta que llegamos a la salida sur de la ciudad, donde Ansia de Dominio nos espera. Me mantengo en guardia, no tanto por la desconfianza de una emboscada, sino porque esa "cosa" me causa una desconfianza terrible y su aspecto claramente antinatural no hace mucho para cambiar mis sentimientos e impresiones.

Me quedo cerca pero a distancia prudencial. Sin ser capaz de oír lo que hablan pero si lo suficiente para cargar contra él y acabarlo de un corte, oyes desde que le conocí me pareció un tipo corrupto y rodeado de hechicería maligna. No me gusta y me causa un desprecio casi visceral, por lo que siempre estoy dispuesto a cortarle con mi espada si muestra intenciones malignas hacía nosotros, cosa que aun no ha pasado.

Me mantengo hasta que den nuevamente la orden de marchar.