Partida Rol por web

- El Cabo Kallmall toca diana en el patio del Palacio con su corneta.

Dió un respingo por el toque de diana y se levantó cogiendo su macuto echándoselo sobre la espalda como si fuera una hormiguita llevando un poco de trigo. No porque abultara gran cosa,sino por la fuerza de la campamentera.

Tarado se despertó con las órdenes de Piojillo. Por suerte estaba lejos de todo el barullo y no se despertó de golpe, si no poco a poco por el ruido creciente de la gente que se iba despertando. Cogió su queso y se presentó ante Cochinillo.

- Jefe, no tengo problema con entregar el queso. Aquí tiene. Pero de todas formas, el pelotón tercero, habría que echar un vistazo a sus quesos, cuantos tendrán, no vaya a ser que les falte... o les sobre. - Entrega su queso a Cochinillo, y se retira a lavarme un poco la cara para despejarse bien y entrar en acción.

Coge sus escasas posesiones, hace un makuto* , y se pone a practicar con la lanza. Golpea un par de veces rápidas y horizontales. Practica una estocada. Practica el bloqueo y el contraataque. Poco a poco comienza a entrar en calor, y a ponerse activo. Busca a Keropis con la mirada, para ir juntos, como habían acordado la noche anterior. Buscándolo se encuentra a Plumilla, que pasa también con su bolsa.

- ¡Eh, plumilla!¿Quieres venir con Keropis y conmigo? Si no nos lo impiden iremos juntos, y miraremos un poco el uno del otro. Cuantos más seamos yendo juntos, mejor. - Hace una pausa y se da la vuelta, como si se fuese. - ¡Bueno, búscanos luego!¡Y tráete a Campaña! - fue lo que dijo Tarado antes de emprender de nuevo la marcha en busca de Keropis.

Me despierto por los gritos de Cochinillo, antes incluso del toque de corneta. Y recibo con hastío las nuevas. - ¿Devolver el queso? Hay que joderse, si no los hubieran repartido tan tarde me podría haber acostado 2 o 3 horas antes.

Con medida parsimonia, recojo mi manta y mi esterilla y las ato a la parte inferior de mi mochila.

Me planto frente a Cochinillo y Piojillo, dejo mi nuevo escudo en el suelo y me lo apoyo contra el cuerpo, mientras apartando mis escasas posesiones del interior de la mochila, la mas voluminosa de ellas una mascara de hueso, utilizable pero sin decorar, extraigo el queso de la discordia y lo deposito en manos de Piojillo, pues si me agacho el escudo se me volcará. - Os sientan bien las armaduras, empezamos a parecer una unidad mas decente. - Digo refiriéndome a sus nuevas armaduras, casi idénticas a la mía, que me compre hace 2 días

Después me dirijo a orinar y a asearme con agua y jabón, al terminar, me apropio de uno de los trozos de jabón que envuelvo en un trozo de arpillera y añado a mi mochila.

A la espera de ponernos en marcha, me siento junto a Sabandija, que observa sin gesto de emoción alguno la operación de recopilar los quesos distribuidos, no tan discretamente como Astado pretendía en un principio.

Con calma comienzo a hacer algunos ejercicios con el tobillo, mientras me dedico a pintarme con patrones chamánicos, en un tono rojo apagado casi del color de la arcilla. Y después dibujo sobre mi escudo un cráneo blanco sobre una gran huella de pie de color rojo, y añado algunos símbolos chamánicos aclamando a la protección de los espíritus por el dorso del escudo.

Despues de terminar de cenar, ordené mis pocas cosas para estar listo para el viaje. Una vez eso estuvo finalizado, dormí plácidamente hasta unas pocas horas antes del alba, momento actual en que me levanto para meditar un momento y luego hacer ejercicios matutinos.

Primero me quedo sentado con las piernas cruzadas debajo de mí y mantengo mi mente en blanco, alejando de mi cualquier pensamiento inapropiado que vaya a alejarme de mi camino. Ajusto mi fortaleza y me envuelvo en entereza para resistir a cualquier situación. El mundo está lleno de equivocaciones y tentaciones esperando a que uno baje la guardia para atacar y volverte vulnerable, lo suficiente como para que los bandidos siempre tengan algún hogar que arrasar.

Una vez he terminado, comienzo a dar unos enormes saltos y hacer grandes piruetas. Luego hago flexiones de brazos mientras mantengo la posición invertida. Solo una vez que me considero lo suficientemente entrenado por esta mañana, salgo de mi celda. Aun no son las 6, pero pronto lo serán, por lo que subo al muro y me presento ante la guardia anterior listo para relevarles.

Malamente había resultado ser un ingenuo como la mayoría y se había tragado la petición de Pulga. Mientras hacía sus movimientos, montaba bronca con Ojopocho y demostraba su fuerza y conocimientos con el propio Pulga, intercambió los quesos de posición para finalmente darle el queso maldito por la mirada de Ojopocho a Malamente.

Espero que te aproveche el queso maldito.

Se despidió de su compañero con un gesto de agradecimiento y una sonrisa. Realmente le estaba agradecido de haberlo librado de esa carga indeseable, claro que Malamente no podía saber eso. No le preocupaba en exceso el hecho de tener que deberle un favor a su compañero, eso era algo de lo que ya se encargaría llegado el momento oportuno, ahora tan solo quería disfrutar del olor de su nuevo queso, libre de maldiciones y que le reportaría tanto placer cuando tuviera hambre. Metió el queso en su mochila y se echó a dormir plácidamente. Aunque el día siguiente prometía ser duro, no podía resultar peor que este.

Pulga se despertó sobresaltado con los gritos de Cochinillo. Ya no notaba los efectos de la resaca pero seguía doliendole la cabeza y la cara de los golpes del día anterior. Se incorporó lentamente mientras Cochinillo seguía gritando y se llevó la mano a una rodilla frotándose, parecía que le dolía. No dio crédito cuando le pareció escuchar a Cochinillo ordenar entregar todos los quesos.

¿Entregar el queso? ¡Será una broma!

Lejos de ser una broma pesada, era una orden que al parecer todos estaban dispuestos a cumplir. Después de todo lo que había tenido que aguantar para conseguir un queso ahora tenía que darlo porque a Cochinillo le daba la gana y todo porque los inútiles de sus compañeros habían sido incapaces de cogerse un queso cada uno. Y para colmo de males ahora todos comerían del queso maldito.

Esto no nos traerá nada bueno...

Pulga sacó su queso de mala gana y se acercó a Piojillo y Cochinillo, ayudado de su lanza corta a modo de bastón. Parecía que se sentía mejor de sus mareos aunque todavía caminaba despacio y había comenzado a cojear ligeramente de una pierna.

-Ahí tenéis mi queso, aunque no hacía falta que lo pidierais, tenía pensado compartirlo con quien lo necesitara. Si no tenéis sitio para cargarlo puedo llevarlo en mi mochila. Pulga se acercó un poco más a Cochinillo. ¿Sabes si llevaremos un ritmo muy alto hoy? Todavía no me siento del todo bien y sigo mareándome al caminar, y para colmo de males ha empezado a dolerme esta rodilla del golpe que me di contra el suelo cuando Derviche me empujó ayer. No quisiera entorpecer el ritmo del Pelotón jefe, pero haré lo posible por mantener el ritmo, espero no retrasaros.

Pulga tenía la rodilla un poco enrojecida y parecía un poco desorientado, quizá porque se acababa de levantar. Cuando acabó de entregar su queso y hablar con los jefes del pelotón se alejó renqueante para asearse y recoger todas sus cosas en la mochila, excepto los arneses de cuero que los llevaría puestos. A los Hostigadores los habían atacado de camino a Cho'n Delor y no quería que le pillaran desprevenido si sufrían ellos un ataque.

Los gritos de Cochinillo dando órdenes resuenan por el silencioso campamento. Consigo abrir los ojos rápidamente y despejarme en un suspiro. Estiro los musculos lentamente mientras escucho algo de devolver unos quesos. Habran repartido quesos mientras dormía? Imagino ingenuamente mientras rebusco por mis posesiones en busca de tal regalo.

- Disculpe señor, pero yo no encuentro tal objeto entre mis posesiones.- Comento dirgiendome a Cochinillo.

A la espera de una respuesta que me aclare el asunto, comienzo a recoger mis pocas posesiones antes de asearme y prepararme para la partida.

Matagatos se levantó y preparó todas sus cosas antes de salir a la zona común. Cuando sonó la corneta que anunciaba el toque de diana salió de su celda con todas sus cosas y se quedó en el centro de la sala. Esperó unos minutos a que el resto de sus compañeros salieran y dejó la rueda de queso que había cogido la noche anterior en el suelo.

-¡Venga daros prisa! ¡Os quiero a todos listos en cinco minutos! ¡Y quiero que todos dejéis vuestros quesos aquí, los cargaremos en las mulas y se repartirán en caso de necesidad!

Matagatos esperó a que sus compañeros fueran apareciendo listos ya para poder repartir los quesos y las cosas comunes de los hostigadores en las mulas. Esperaba que todos hubieran cogido un queso como les había dicho el día anterior, no quería que en la misión tuvieran problemas de comida más adelante. Después se encargaría de los heridos, pero eso lo haría a última hora para no moverlos antes de tiempo.

Ballestero llega al Muro Norte acompañado de tres Reclutas del nuevo Pelotón de Reservas.

- "Peregrino, ve con los tuyos. Salís enseguida. Los Reservas quedamos a cargo de las guardias del Palacio." -

Tras hablar con Frontera y Rastrojo me retiro a dormir plácidamente hasta que me toque el turno de Guardia.

Como mi cuerpo está acostumbrado ya a hacer ese Turno de Guardia justo antes del alba no es necesario que vengan a buscarme pues me despierto con tiempo suficiente para despejarme e ir al Muro. Tras ponerme la armadura recojo mi tienda y demás enseres, finalmente cojo mis armas y me dirijo al Muno Norte.

De camino al Muro despierto a R'Gaa para que se prepare para el Nuevo Turno de Vigilancia.

Cuando llego al Muro Norte Peregrino ya está allí. Cosa que no me extraña. Pero si me extraña que se encuentre Ballestero acompañado de tres reclutas del pelotón de reservas.

Alcanzo a escuchar que se encargan ellos de las Guardias a partir de ahora así que girando sobre mis talones me dirijo hacia mis posesiones.

Al llegar escucho a Matagatos.

- No tengo queso que dejar. - le digo. No lo cogí cuando me lo ofrecieron y luego me marché de la tienda de Astado.

Guepardo se levantó antes del toque de corneta, como era costumbre. Estuvo haciendo unas flexiones en el cuarto y unos estiramientos para desentumecer los músculos. Justo cuando terminó escuchó el estruendoso sonido que despertaba a toda la compañía. Preparó sus cosas para salir al patio y comenzar lo que sería el día en que se marcharían de alli. Mientras lo hacía escuchó como Matagatos pedía que donasen sus quesos al beneficio común. Esbozó una leve sonrisa; por un momento pensó que le dejarían esa comida para que ellos mismos la suministrasen. Que ingenuo. Se había arriesgado por nada, seguría teniendo comida aunque no lo hubiera cogido; para otra vez aprendería la lección. Salió con el queso y lo dejó junto al de Matagatos, y sin mediar palabra se puso junto a él, esperando nuevas órdenes.

Al llegar al muro norte, donde debía hacer mi guardia, me encuentro con Ballestero y unos reclutas, quien me indica que partiremos de inmediato, por lo que no llevaré a cabo mi deber esta vez. Le hago una reverencia antes de retirarme nuevamente, momento en el que llega Ojopocho. Camino con él hacía el patio y escucho las palabras de Matagatos, por lo que tomo mi pieza de queso y la dejo donde el líder indica.

Luego de eso me dirijo a mi celda, donde tomo todas mis cosas (Mis harapos, mi tienda de campaña, mi escudilla, mi pellejo con agua, mi manta de invierno, mi katana y mi espada de entrenamiento) y las llevo al patio, listo para partir de viaje hacía el campo de batalla.

Campaña se levantó con el toque de diana y estaba recogiendo sus cosas cuando el primo Matagatos reclamó los quesos de la noche anterior. A Campaña le pareció una tontería, tanta discusión por coger unos quesos para acabar metiéndolos todos en un saco común, aunque por otra parte le reconfortó pensar que no pasarían hamabre como la última vez. Terminó de ponerse la armadura y revisó la celda para no dejar atrás ninguna de sus escasas pertenencias. Cuando estuvo seguro salió y se acercó a Matagatos.

- Aquí tienes el queso de Campaña, primo - dijo dejandolo en el suelo junto a los demás.- ¿A dónde van los Hostigadores, primo?

Me levanto con las órdenes del jefe de pelotón. Después de un aseo rápido, comienzo a prepararme para la partida. Me acerco a Cochinillo, y le digo:

- Jefe, si tenemos que entrar en combate, me gustaría hacerlo bien equipado -señalo mi pecho desnudo-. ¿Cree que podría conseguir algún tipo de protección ligera?

Tras su derrota contra Mentiroso Loor había estado tensa, y preocupada. Sus rezos se habían hecho más frecuentes y había negado los distintos intentos de acercarse a ella, tanto por parte de Rastrojo, como del mismo Mentiroso, como de Odio. La joven guerrera rezaba y meditaba, con el pensamiento de una asceta.

Si, había terminado acercándose a la tienda de Astado y había observado el "jaleo" con los quesos. Sin embargo no se había acercado. Solo cuando Rastrojo fue amenazado con una daga empezó a andar en la dirección de ese lugar... pero comprobado que Campaña se bastaba para poner paz, había vuelvo a su lugar. 

Ahora que el alba teñía de rojo la noche, y la hacía, lentamente, clarear, Loor se levantó y miró, como tantos días, hacia el alba. Sus loores a la diosa, constantes, rítmicos, resonaron en su voz bien modulada durante casi media hora, y luego, con total naturalidad, recogió sus cosas, preparándose para el viaje, y con buen humor.

No quería estar allí, ni por un segundo más

Cuando el sol despuntó, el Hiena ya había recogido todos sus aperos y cargado con ellos. Caminó hasta la zona de encuentro y una vez allí, escuchó las órdenes. Cabeceó afirmativo, con una media sonrisa, y depositó el queso recogido la víspera en el montón recién formado. Después, se ocupó de rellenar su odre.

-Que todo el que cuente con un odre de agua, que lo rellene -gritó a los hostigadores presentes. El día iba a ser largo y el agua no estaría siempre a disposición de todos.

Lengua Negra despertó con las primeras luces y el sonido del trajín de unos y otros. Se quitó las legañas y se vistió con rapidez. Recogió sus enseres y dejándolos en la celda, se encaminó hasta donde estaba estabulada su montura. Tras palmear su caballo con cariño y susurrándole palabras cariñosas, le puso los arreos y lo ensilló para a continuación llevarlo por las riendas hast alas proximidades de su celda. Una vez allí, colocó sus cosas sobre el caballo y se dirigió a donde los hostigadores empezaban a concentrarse.

Ante la petición de Matagatos, extrajo su queso y lo colocó junto al de Ponzoña a quien saludó con un cabeceo, antes de verle partir. Su grito recordando a todos que rellenaran sus odres le hizo recordar lo oportuno del gesto y sin perder tiempo, procedió a ello. Cuando acabó, caminó hacia Matagatos, llevando siempre a Dante de las riendas.

-Pronto llegarán las mulas prometidas y espero que Analista haya podido cumplir con mis otras peticiones. Algunas te afectan. Pedí suministros para curas, sutura... He podido comprobar que no hay día en el que las heridas o la enfermedad no nos afecten. También pedí otras cosas pero... bueno, prefiero no aventurar nada y veremos qué pueden proporcionarnos -dijo a su primo.

Sabandija observa la escena apático. Todos tratan a Cochinillo con respeto y siguen su orden sin rechistar, pero es fácil de ver aquellos que no están de acuerdo con el plan y aquellos a los que no parece importarles. El que más gracia le hace es Pulga, que utiliza tácticas bastante obvias para él. Claramente trata de quedarse con el queso e ir de buenazo.

Dichas tácticas, sin embargo, no provocan ninguna reacción en el joven. No le preocupa la gente con malas intenciones que no sabe disimular. Aquellos de moral intachable son siempre los que más mantiene bajo vigilancia. Nadie es un santo en la Compañía.

Así aburrido por la falsedad de sus compañeros y los gritos de Cochinillo se fija en Chamán. Está realizando unas curiosas manchas sobre su escudo nuevo y parece bastante concentrado. Aún así, Sabandija no cree que algo de conversación le siente mal:

-¿Qué haces, Chamán? -le pregunta- ¿Eso son hechizos de protección para fortalecer el escudo o algo así?

Mientras todos van colocando sus quesos, oigo a Avestruz decir lo de su queso. Bajando la mirada hacia él

¿Fuiste anoche a ver a Astado como dije? si no fuiste es normal que no tengas un queso. le digo encogiéndome de hombros, como diciendo algo que parece obvio.

Luego, oigo a Pulga de nuevo con sus excusas. Dejando a Avestruz, me giro hacia Pulga De momento no hace falta tu ayuda, pero gracias. Si en algún momento vemos que fuera necesario, te lo diría. Ahora intenta seguir el ritmo de la compañía. Hay otros compañeros que deberán ser transportados por su gravedad y eso supondrá un esfuerzo doble para algunos, así que supongo que no querrás añadir carga a tus compañeros siendo capaz de caminar ¿no? le digo alzando las cejas, a modo de advertencia.

¿Estamos todos preparados? ¡La Compañía comienza la marcha! ¡Colocaros detrás del Pelotón de Hostigadores, por escuadras hasta que se de una nueva orden! digo mientras gesticulo con los brazos, metiendo prisa a los poco que quedan rezagados.

En ese momento, Michou me pregunta lo de la armadura Lo siento Michou, pero el equipo nadie lo regala. Las armaduras de cuero las venden los comerciantes a 24 platas. El que no tenga dinero deberá de ganarse el derecho a formar parte de la Compañia y así poder reciber su parte. Lo siento.

RUFIANES DE USURERO:

- Llegan cuatro rufianes de usurero al patio central procedentes de los establos.

- Traen consigo cuatro mulas y un carromato muy simple cargado de cosas.

Preguntan por Lengua Negra hasta que dan con él:

- "Suministros para Hostigadores y Campamenteros. ¿Tú eres Lengua Negra, el Tesorero de los Hostigadores? Firma este recibo." -