Partida Rol por web

Attar se levantó en mucho mejor estado del que tenía al acostarse, cosa que agradeció mucho. Aún tenía algunos moratones, pero el tiempo lo curaría.

"Además, Attar piensa que Campaña luchó muy bien, mereció ganar."

Tras salir de la tienda, asearse y beber, hizo unos estiramientos hasta que Ponzoña se dirigió al grupo. Asintió, pues sabía que tendrían que quedarse parados algo más, por lo que pudo oír de aquel ataque. 

La estupidez se esparcía por el campamento como una epidemia de diarrea, solo que en aquel caso en vez de evacuar la mierda por el culo la soltaban por la boca. Esa era al menos la impresión que tenía desde que el chiste que el Capitan nos había contado en su tienda empezó a ser repetido por el resto de mandos. Lo bueno era que en aquella ocasión no tenía por qué contener la carcajada al escucharlo, y no me corté al hacerlo, por lo que cuando llegué frente a la tienda de Mentiroso ya me dolía el estómago.

- Soldado de élite Mentiroso, pieza del arma secreta de la Compañía.- Reí.- Vengo a ver el jarrón. Pero antes dime, si el arma secreta de la Compañía fuera una espada, ¿qué parte te considerarías?

A Guepardo la idea de permanecer cuatro días allí acampados le parecía buena. Así podría hablar con tranquilidad con Serpiente sobre el asunto de los muertos. El hechicero parecía estar interesado también por Sacorroto. No le molestaba hacer guardias, ya estaba recuperado de sus heridas y apenas sentía dolor. Después seguramente alguien pediría venganza sobre el ataque a los compañeros en la ciudad...si nadie lo hacía lo haría él mismo...ya no por venganza sino por ver el lugar donde se apareció Sacorroto a los demás. Cuando estaba pensando en estas cosas vio a Serpiente y se acercó a él. Le preguntó algo sobre un jarrón a Mentiroso, pero sin esperar respuesta le dijo al hechicero. Debemos hablar sobre el espíritu de Sacorroto, ¿por qué se os apareció? - Lo que habían dicho los muertos le importaba poco, solo quería saber que sabía sobre el que fuera hostigador.

Bastante bien entrada la mañana, la imponente y bronceada masa de músculos que casi todos conocían simplemente como URO abandonó su tienda para encaminarse hacia la zona de las letrinas. Por la prepotencia en su andar, y por el gesto hosco que dominaba sus facciones, estaba claro que no había pasado una buena noche. Y el pobre trabajo que sus compañeros habían echo al preparar los pozos no sirvió demasiado para apaciguar su enardecido espíritu.

Con todo, se tomó un buen rato para ocuparse de sus menesteres, y para cuando emergió de aquel inmundo cenagal, su furia parecía haberse asentado un poco. Al menos lo justo como para convertir aquellos extraños ojos verdes en unas siniestras ascuas que centellaban con un odio frío y maligno.

Tras ello, se dirigió hacia donde el pelotón guardaba sus reservas de agua limpia y bebió largos sorbos, aprovechando también para remojarse un poco el rostro y la cabeza. El helado líquido terminó de despabilarlo, apartando de su mente cualquier rastro de sueño que pudiera quedarle. Sin embargo, no bastó para eliminar también de sus recuerdos las desagradables sensaciones que lo habían acosado durante toda la madrugada…

En verdad, el bárbaro había sido uno de los primeros en acostarse. Había cumplido al pie de la letra con la desagradable tarea que PONZOÑA le había encargado, y luego se había alejado tan pronto como había podido de aquel inmundo lugar, antes incluso de que SERPIENTE comenzara con su macabra faena. Finalmente, tras haber deambulado por los alrededores durante algún tiempo, y quizás a falta de un escondite mejor, se había internado en su propia tienda, no sin antes tomarse el trabajo de tapar con sus escudos casi todos los lado del refugio, en particular, la abertura que servía como entrada al mismo.

Ya dentro, había permanecido sentado casi toda la noche, alerta, con su machete en la mano derecha y un cuchillo en la izquierda, la mirada siempre fija en la oscuridad que lo rodeaba. Y aunque no recordaba el momento exacto en que había sido vencido por el cansancio, aún retumbaba en su memoria el extraño contorno que lo había acechado en todo momento desde las sombras... la figura aquel que había visto en el mágico jardín de la ciudad… aquel que podía haber sido un hermano, pero que ya no estaba más entre los “Hostigadores”.

Mentiroso pasaba esta noche en la tienda de los heridos. Hoy tenía excusa para no dormir al raso y la aprovecharía.

Se le acercó Serpiente, no sorprendiéndole demasiado su petición después de que Matagatos soltara lo de su jarrón en la tienda de oficiales.

-¡Pero si es el Mago de élite, Serpiente! Y además llega con peticiones y preguntas de las suyas, de élite como siempre. -rió, siguiéndole la broma- Vamos por partes. No te vas a llevar mi jarrón a ninguna parte. En el mercado de Idon puedes comprarte otro y encontrar a las brujas que supongo que es lo que te interesa. Pero dada la situación, también puedes comprarme el mío. A un precio justo, por supuesto, que incluye el transporte al campamento desde una ciudad hostil a la que no podemos volver. Prepara 40 platas.

-¿Y qué parte de la espada soy? -se encogió de hombros- Parte del filo cerca de la base, o quizá el pomo, con el que se puede sorprender a alguien dando un buen golpe.

ESTADO DE SALUD:

- Attar: Completamente recuperado de la paliza que le dio Campaña.

- Campaña: Totalmente Sano.

- Caracabra: Últimamente no sufre dolor de articulaciones.

- Dedos: Se encuentra bastante recuperada, aunque con una gran cicatriz en la garganta.

- Escarabajo: Al margen de su cojera permanente, se encuentra bastante bien.

- Guepardo: Está recuperado de la paliza en Dadiz.

- Jabalí: Totalmente sano.

- Khadesa: Aún le duelen las heridas de machete, pero estas ya presentan bastante buen aspecto.

- Lengua Negra: Sigue convaleciente. Pasa la mayor parte del día inconsciente. No podría sobrevivir a un viaje, ni siquiera en carro.

- Loor: Sana, pero autista.

- Matagatos: Se encuentra completamente recuperado de las heridas sufridas en Idon.

- Mentiroso: Se encuentra completamente recuperado de la herida sufrida en Idon.

- Ojopocho: Sano, aunque su ojo maldito vuelve a ser una molestia.

- Pelagatos: Sigue convaleciente y pasa buena parte del tiempo inconsciente. Sus heridas evolucionan favorablemente.

- Peregrino: Se encuentra completamente recuperado de las heridas sufridas en Idon.

- Ponzoña: Totalmente sano.

- R'Gaa: Su sarpullido ha desaparecido del todo. Está sana.

- Rastrojo: Totalmente sano.

- Serpiente: Totalmente sano.

- Sicofante: Aún le duelen las heridas, pero ya está mucho mejor. La herida del vientre aún está fresca y debe llevarla vendada, pero Matagatos opina que está cicatrizando bien.

- Uro: Totalmente sano.

ESCUADRA DE BARRIL:

- Cabo Barril.

- Desastre.

- Matador.

- Grito.

- Lagrimita.

- Indómito.

- Romo.

- Testudo.

- Cresta.

- Preocupado.

- Cielo.

R'Gaa despertó en la tienda comunal, echa un ovillo en el suelo, junto al camastro de Sicofante. Todos seguían inconscientes aún, o por lo menos durmiendo.

Ella se levantó y se dispuso a revisar las curas. No quería que ninguna herida se infectara, ahora que estaban bajo control. Se sentía bien, libre de picores, de incomodidades, dispuesta a una jornada de trabajo.

No sabía nada de eso de que eran un "pelotón de élite". Bueno, ella en realidad era una "recluta de élite". Si lo hubiera sabido, se habría reído. Y luego se habría preocupado.

- "¡Vamos, Campaña! ¡Ayer me ganaste en la competición de cabezazos, pero creo que hoy tengo fuerzas para ganar yo!" -

Tras caer en el combate, la oscuridad envolvió a Sicofante... Los días transcurrían en el campamento, y la curación del tagliano -como del resto de los heridos- pendía en un hilo. Claro que de esto no se enteraría hasta mas tarde. Al fin y al cabo, Sicofante se encontraba inconsciente durante buena parte de los días. 

Afortunadamente para él, poco a poco fue saliendo de su sopor. La primera imagen que tuvo fue de Matagatos y R´Gaa, que estaban cuidando de él. No pudo decir mucho, puesto que las fuerzas le abandonaban de nuevo y volvía caer en la inconsciencia, pero tuvo tiempo para sonreír ligeramente... para luego volver a caer inconsciente. 

Sin embargo, sus heridas se recuperaban lentas pero perfectamente y poco a poco Sicofante comenzó a recuperar su consciencia. Hablaba poco, pero ya estaba mas despierto y podía saber que ocurría a su alrededor -bueno, mas o menos, puesto que tampoco podía moverse excesivamente-. Generalmente preguntaba a los cuidadores que ocurría en el campamento. Así se enteró del estado del resto de sus compañeros (Dedos se estaba recuperando lenta pero satisfactoriamente, peor estaban Lengua Negra y Pelagatos) así como la puesta en marcha de buena parte de la Compañía. Tarde o temprano les tocaría marchar a ellos... pero por el momento él no podría viajar en solitario. Su herida se lo impedía. 

- "Esto es muy Preocupante, nuestro Cabo se niega a admitir que la cabeza de Campaña es la más dura. Preocupante, sin duda." -

- "Déjelo Cabo, después de lo de ayer nadie va a querer volver a apostar por usted." -

- "¿Estáis todos despiertos? ¿Cómo siguen los heridos?" -

- "Cabo. Testudo, Cielo y yo nos hemos acercado a la ciudad. Los guardias han dicho que si queríamos pasar teníamos que dejar armas y escudos, y que si nos ocurría algo en la ciudad nos encerrarían en jaulas de castigo. Así que nos hemos dado media vuelta." -

- "¿Y quién os ha dado permiso para ir a la ciudad?" -

- "Usted. Anoche, tras la competición con Campaña. ¿No lo recuerda?" -

- "No." -

- "Bueno, es normal, no se preocupe." -

- "No dejaban pasar con escudo. No dejaban pasar con escudo." -