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La Compañía Negra: El Dios del Dolor.

Tierras de Cho n Delor: Grupo III.

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12/01/2013, 11:22
La Compañía Negra.
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JABALI:

- Te parece discernir que os doblan en número. Crees que serías capaz de acercarte a ellos y tomarlos por sorpresa, no parecen especialmente alerta.

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12/01/2013, 11:41
[RIP] R'Gaa.
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- Tiradas (3)
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12/01/2013, 13:58
Pelagatos.
Sólo para el director
- Tiradas (3)
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12/01/2013, 14:39
La Compañía Negra.
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R'GAA:

- Te mueves en completo silencio, aprovechando cualquier cobertura y escondite. Te sientes invisible.

- Evalúas las fuerzas enemigas: Un comandante noble del Triplete, diez exploradores de elite del Triplete (los llamados "Fantasmas Irredentos"), veinte mercenarios Chacales, y veinte bandoleros chondelorianos. No llevan las armaduras puestas ni han cogido sus escudos. De momento no os han visto, y podríais tomarles por sorpresa.

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12/01/2013, 14:42
La Compañía Negra.
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PELAGATOS:

- Te mantienes calmo y silencioso. Estás seguro de que el enemigo no te ha visto ni oído.

- Evalúas a los enemigos, son cincuenta y uno. El más peligroso es el comandante noble enemigo y sus exploradores Fantasmas Irredentos. Los otros cuarenta son purria local y mercenarios Chacales.

- Si quieres combatir desde el caballo necesitas una tirada con éxito de Montar a dificultad 20. De lo contrario tu caballo no irá a la batalla y llegarás el último, además de dar al traste con tu sigilo.

Debes decidir si vas a pie o montado antes de hacer, en su caso, la tirada.

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12/01/2013, 18:19
Asesina.
Sólo para el director
- Tiradas (3)

Notas de juego

Si no me equivoco tenía un penalizado de -1 por cansancio que ya he aplicado.

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12/01/2013, 18:22
La Compañía Negra.
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ASESINA:

- No ves al enemigo, pero te sientes invisible.

- Si quieres puedes limitarte a seguir a tus compañeros allá donde vayan.

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13/01/2013, 00:46
Lombriz.
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Aunque me encontraba cansado por el viaje nocturno, por no haber descansado, en cuanto encontramos a Peregrino y su grupo y Mentiroso le hubo explicado que nosotros, el tercer pelotón de campamenteros, éramos su refuerzo pude ver que no le hacía mucha gracia, y a decir verdad, pocos, o ninguno de los que lo formábamos, yo incluido, parecíamos reales guerreros.

Al poco de llegar se decidieron a atacar, acercarnos a su campamento y poder cogerles por sorpresa. El lugar era cercano a un arroyo, con una espesa vegetación, difícil de transitar sin hacer ruido, y realmente pocos podemos hacerlo, o eso queda demostrado, pues tan solo Caracabra, Jabalí, Pelagatos, R’Gaa, Asesina y yo estábamos siendo sigilosos, por lo que Peregrino nos ordena atacar por el flanco cercano al río, aunque no todos vamos, Pelagatos decide quedarse en retaguardia montado en su caballo. Cobarde.

Caracabra y Jabalí van delante, un poco más rezagados, pero a buen ritmo y sin hacer ruido les seguimos R’Gaa, Asesina y yo. Avanzamos hasta encontrar al primero de los guardias enemigos, el primero en atacar es Caracabra, mata al primero sin hacer ruido alguno. Ahora es mi turno, me acerco a un segundo guardia y doy una lanzada, fallo, es mi primera batalla y los nervios me pueden, aguanto el tipo y me atrevo con una segunda pero rompo la lanza contra el suelo. Por suerte Jabalí si logra matarlo con dos golpes certeros y silenciosos para enmendar mi error. Al parecer el chasquido de mi lanza romperse ha alterado un poco a los guardias pero no dan la alarma.

R’Gaa con dos hábiles lanzadas logra matar a otro guardia, empiezo a pensar que no sirvo para esto, o que estoy demasiado nervioso e intento relajarme. Saco otra lanza del portalanzas que llevo a la espalda y vuelvo a ponerme en posición de ataque. Jabalí hace un gesto desde mi lado a Caracabra para atacar ambos al mismo guardia. R’Gaa hace un gesto a Jabalí que no logro entender, lo ignoro y me coloco cercano a otro guardia. R’gaa ataca a un guardia sin herirlo de muerte, o tal vez sí, pero este tiene tiempo de dar un grito de alarma, las cosas a partir de ahora se van a poner feas.

Miro atrás, Asesina se ha quedado alejada del grupo, craso error pero ahora debo preocuparme por seguir vivo, pues varios enemigos se acercan a nosotros y golpean a Jabalí repetidas veces, ignorándonos a Caracabra y a mí, momento que aprovechamos para entre los dos acabar con la vida de uno de ellos y herir a otro de gravedad. Jabalí se coloca de forma defensiva aunque lanza un ataque que yerra.

Me meto en la batalla y pierdo la visión de lo que pasa más allá de un par de pasos de mí, tan solo escucho algún grito que otro tanto de los guardias como de mis compañeros y compañeras de batalla. La batalla en sí ya ha empezado y se escuchan los primeros golpes de espadas, lanzas y escudos varios metros por detrás de mi posición. Un guardia se coloca a mi derecha, no lo veo llegar y me golpea dejándome gravemente herido, un leve quejido se me escapa. Me coloco en posición defensiva como hace unos instantes mi compañero y lanzo un nuevo ataque al mismo que me ha golpeado, fallo. Prosiguen los golpes, puedo sonreír pues a mi alrededor, aunque en serios problemas, seguimos todos en pie y de seguro que pronto Peregrino y los que se han quedado atrás llegarán en nuestra ayuda.

Cae algún enemigo más, pero no lo hacen ni los suficientes ni lo suficientemente rápido. Recibo otro golpe y caigo perdiendo el conocimiento.

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13/01/2013, 00:55
Peregrino.
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Los ojos... los ojos son algo muy especial. Hay cierta magia en ellos. Por algunos lugares dicen que son las ventanas del alma. Hechiceros oscuros los coleccionan y es cierto que en ellos se puede distinguir a un vivo de un muerto. Se pierde luz en los ojos cuando se fallece. Pero no solo la presencia o ausencia de vida se puede captar en aquella parte del cuerpo, pues las emociones también se pueden ver: Ira, pena, calma, etc. Mis ojos en estos momentos deben reflejar ira, furia y frustración. Es irónico que ellos muestren lo que siento pues ellos mismos contribuyeron a que esos sentimientos me inunden, pues fue con mis ojos que debería haber visto la situación en la que estábamos y así haber actuado de una forma más apropiada para vencer.

Es con mis ojos que debí haberme percatado de la obvia superioridad del enemigo en cuanto a número. Cuando nos acercamos, notamos de inmediato que no todos podemos acercarnos sin dar la alarma, por lo que se genera un pequeño grupo de avanzada conformado por Caracabra, Jabalí, R'Gaa, Lombríz, Asesina. Así debí haber notado que el camino del arroyo no era el mejor pues quedarían aislados del resto y serían masacrados como sucedió, pero no lo hice y en vez de ello, les hice señas para que se acerquen por el lado del arroyo, para así poder emboscar por más de un flanco. Obedecieron y se acercaron sigilosamente y comenzaron a matar a los más cercanos en una sinfonía de sangre y silencio, acabando con los adversarios sin ser detectados. Los enemigos comenzaron a morir sin ninguna pista de lo que sucedía hasta que uno de ellos fue herido pero no acabado y dió la alarma con un fuerte grito. Aquella señal puso a todos los enemigos rápidamente sobre aviso y les hizo reaccionar, atacando al grupo y tomando posiciones defensivas.

Vi que ese era el momento de atacar de frente, pues ya había pasado el momento del sigilo, por lo que un par de flechas de Akatsuki bautizaron la batalla y el movimiento de sus reservas marcó la señal para comenzar. Me moví rápidamente frente a un par de enemigos y a uno de ellos le ataqué con mi katana, cortando su pecho y abriendo una herida mortal en forma vertical. La batalla ya estaba en todo su esplendor cuando los reservas se enfrentaron con los enemigos y se mataron los unos a los otros en formación. Yo giré sobre mi cabeza con una pirueta y caí justo para dar tres cortes, dos a un enemigo y uno a otro. El destinatario de uno de mis ataques lo logró esquivar, pero el otro fue cortado a la altura del abdomen con mi primer corte y luego, con un rápido giro sobre mis pies, un segundo corte a la misma altura lo partió por la mitad, regando todo de sangre y visceras.

Lamentablemente los míos comenzaron a caer como moscas y fue R'Gaa la primera en ser derribada y luego rematada en el suelo. Otros campamenteros también empezaron a caer y los reservas fueron masacrados por los soldados del Triplete. Akatsuki dió rápidamente la orden de retirada y, más rápido de lo que me habría gustado, comencé a ver como mis soldados se iban de mi lado, dejando a los pocos guerreros honorables solos en el campo de batalla. Me indigné de aquel comportamiento vergonzoso para soldados de La Compañía y apuñalé con mi espada a un enemigo en el muslo y para luego cortarle el brazo a la altura de la axila, matándolo en el acto.

Mis compañeros se retiraron mientras la ira me invadía. En ese momento debí haber hecho que mis hombres se salvaran, pero mis ojos no lo vieron así, sino que vieron la deshonra de la derrota inminente y el flagelo de la cobardía abriéndose paso por entre mis filas. Vi como Mentiroso luchaba hasta ser derribado por el que parece ser el líder enemigo. Vi firmemente a aquel hombre noble montado sobre un caballo de combate y decidí atacarle:

"Veré su sangre brotar aunque sea lo último que haga"-Fue lo que pensé en ese momento, sin siquiera ver como Caracabra y Jabalí se rendían y eran tomados prisioneros del enemigo.

El resto de los combatientes que quedaban de mi lado me instaban a huir, cosa que no cabía en mis pensamientos. Incluso a Akatsuki respondí con furia:

- "¡No huiré como un cobarde!"

Me habría gustado decirle algo más gentil y educado. Algo bello incluso. Si solo hubiese sabido que serían las últimas palabras que le diría, habría pensado en algo más que en escupirle mi rabia en la cara. Pero en ese momento mis ojos no me permitieron ver la verdad, no me permitieron ver que estábamos acabados y que la vida de mis hombres era más importante que mi orgullo.

Miré fijamente a mi objetivo con mis ojos inundados en cólera y di un salto, con unas vueltas en el aire para caer al lado del noble, quien sobre su caballo, destacaba en el campo de batalla como el líder de los enemigos. Al caer, lancé un golpe con mi katana que le cortó un poco el brazo, pero fue una herida sin importancia.

De pronto solo me vi apoyado por una campamentera de la que no conocí el nombre. Luchaba bien, eufórica y me apoyaba, pero otros enemigos ya se habian lanzado contra mí. Esquivé sus golpes, al igual que los del noble, para devolverle los ataques. Un par de cortes que fallaron pero un último, concebido de mi decisión y temple, fue una estocada que atravezó su muslo paralelo a su montura, causando un gran daño, suficiente para matar a un hombre común. Por poco le corto la arteria que habría significado su muerte, pero el destino no permitió que así sea.

De pronto, llegó otro enemigo que no había notado y me enterró su lanza en el brazo, giré para defenderme y uno de los enemigos que ya me atacaba me ensartó una lanza en las costillas, causando que me desestabilizara. Aun así esquivé el golpe de su compañero y el de su líder. La campamentera que me acompañaba había sido asesinada con ensañamiento y yo estaba completamente solo. Vi a Akatsuki morir en combate y entendí que solo quedaba yo. Era el último guerrero de La Compañía en pie.

Mis ojos tenían un poco de humedad entonces, no sé si de pena por lo sucedido o escozor por el sudor que me bañaba. La sangre en mi boca me indicaba que la herida en mi costado es grave y que debería haber intentado retirarme para salvar mi vida, pero hay muchas cosas que me pueden llamar en mi vida: Mendigo, pordiosero, miserable, indigno, pero jamás podrán llamarme cobarde.

Estaba rodeado y amenazaba con mi arma a cualquiera que intentase acercarse. Levante mi espada con ambas manos y lancé mis últimos ataques contra el noble, decidido a morir si era necesario en ese campo de batalla. Mi primer golpe falló y el segundo fue repelido por las patas de su caballo, que hicieron a mi katana saltar de mis manos y dejarme completamente desarmado. En pocos instantes, tres hombres se lanzaron sobre mí, inmovilizándome a pesar de mis incansables esfuerzos. Sin nada que hacer, supe que habia sido derrotado y que ahora soy un prisionero.

Mis ojos ahora me muestran bien lo sucedido y entiendo mis errores, pero no me arrepiento de no haber huido yo. Me habría gustado que más de nuestros soldados hubiesen vivido para ver otro día, pero yo no podría haber vivido con la vergüenza de huir como un maldito cobarde y dejar a quienes decidieron quedarse a luchar con honor. Mis ojos miran a mis captores de manera fría, y mi rostro muestra un semblante orgulloso y con la frente en alto. Acepto mi destino y lo que tengan deparado para mí, pues pueden doblegar mi cuerpo, pero jamás doblegarán mi espíritu, mi alma, el alma del guerrero.

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13/01/2013, 03:28
[RIP] Jabalí.
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Avanzamos hasta ubicarnos en posición para iniciar el ataque. El movimiento entre la maleza era dificultoso al estar procurando el silencio en nuestro pies.

El paso de los reclutas y los animales por el terreno empezó a levantar un murmullo de hojas que amenazaba con delatar el ataque. Solo cinco de nosotros somos capaces de mantener la quietud entre la maleza. El capitán nos señala atacar el flanco de los enemigos. Sin muchas más indicaciones nos perdimos entre la vegetación.

Nos deslizamos por entre la espesura, el arroyo al este nos guardaba el flanco. Al ir aproximandonos, Caracabra y yo nos adelantamos hasta tener a los primeros enemigos a unos cuantos pasos. Escuchamos sus voces y hasta el aire pasar por sus gargantas produciendo un sonido bronco. Eran un grupo importante, si podríamos despacharlos sin levantar la alarma el enemigo perdería buena parte de su ventaja numérica.

En un movimiento nos abalanzamos sobre los dos primeros soldados. La sangre empieza a arder en nuestras venas, los músculos se tensan por el vital silencio que los constriñe. Caracabra cayó sobre la primera víctima, la vida se le escapo del cuerpo sin que pudiese emitir más sonido que un ahogado quejido. Lombriz fue contra el segundo, veo con espanto como fallan sus golpes y su arma se parte en un sonoro crujido. Un escalofrío glaciar corre por espalda, sensación que me empuja a saltar sobre el guerrero y terminar con su buena fortuna. Muere sin gloria, con el chasquido de la lanza como ultimo recuerdo.

Frenamos el avance esperando oír las repercusiones de aquel inoportuno sonido. La mujer termina con la vida de otro guardia, en la espesura distinguimos varios más. Veo a Caracabra, señalo al siguiente objetivo, indicándole que lo acompañaría en el ataque. El guerrero se adelanta, cuando veo a R’Gaa indicarme que tome otra víctima. Asiento con la cabeza. Error que terminaría en desastre para todos nosotros. Caracabra ataca al señalado y la mujer cae sobre el para rematarlo. Su golpe falla, dándole al herido tiempo para dar el grito de alarma. Grito que encuentra su eco en las gargantas de los soldados enemigos que tomaban sus armas.

Lo que sigue es niebla y sangre. Oímos pasos precipitarse a nuestra posición, muchos, nos rodearían en un momento. De pronto, me encuentro frente a cuatro adversarios que con una eficacia letal descansan su acero en mi. Me mantengo en pie, la sangre tiñe las hojas y el suelo.

El clamor de la refriega no tarda en hacerse oír a través de la maleza. El grupo debía estar cargando. Veo a través de las hojas una columna importante de enemigos moverse hacia el norte, imagen que me hiela la sangre. La ayuda podría no llegar nunca.

Me sujeto fieramente a mi escudo y me enzarzo en un desesperado baile de acero con las armas de mis enemigos. Son demasiados, vuelvo a recibir un impacto que me deja sin vigor. Cerca, los alarido de mis compañeros me señalaban lo peor. Con el filo de mi lanza acabo con un enemigo más, mientras me encomiendo a los espíritus para que me reciban con serenidad.

Los enemigos vuelven a cargar, logro desviar sus ataques. La sangre escurre por sobre mi cuerpo hasta mis pies. La vista se nubla y los puños se aflojan. De pronto, los soldados me instan a rendirme. Miro alrededor y les concedo ese placer. No había nada más.

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13/01/2013, 12:18
Pelagatos.
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Las esperanzas que albergaba sobre la batalla venidera se esfumaron en cuánto divisé al enemigo. Eran tres veces más, tal vez cuatro, y la mitad de nuestro grupo estaba herido o eran reservas sin experiencia. Peregrino optó por la estrategia de una avanzadilla, muy pequeña, pero que insufló esperanzas al comenzar a matar enemigos en silencio, sin que estos se diesen cuenta.

“Pero esto no durará mucho.”

Un paso en falso, una acción inesperada, un ataque que no rematase al enemigo… Y lanzarían la voz de alarma. Y no tardó en llegar. Cuando escuchamos los gritos de alarma el grueso se movió en dirección a la batalla. Tiré de las riendas de Orgullo con determinación y agradecí  que me hiciese caso. Era un gran corcel. Cargando con una lanza, avancé contra uno de mis enemigos, pero esquivó mi ataque. Alcancé a ver por el rabillo del ojo como mi pupila, pequeña y escurridiza, se lanzaba a la batalla con su pequeña daga.

“Esto no pude salir bien…”

El enemigo entonces apuntó con sus lanzas a Orgullo. El semental esquivó uno de los ataques, pero la otra lanza se hincó en su costado, haciéndole relinchar de dolor.

- ¡No, chico, no! – grité entre el fulgor de la batalla, intentando en vano que mi montura se tranquilizase.

Intenté con todas mis fuerzas que Orgullo se sobrepusiese al dolor, que ignorase el ruido, que atacase… Pero no funcionó, y el caballo relinchaba y coceaba nervioso.

“No debería haberle traído…¿por qué cambié de idea en el último momento?”

Pero no tenía tiempo para pensar ni para compadecerme, de mí ni de nadie. El enemigo seguía atacando con fiereza, y aunque La Compañía prestaba batalla y hacia que los cuerpos del enemigo bañasen el sueño en sangre, parecía que nunca se acababan. Allí dónde caía uno, otro se alzaba. Y entonces más lanzas llegaron, atravesando la oscura piel de Orgullo. Un dolor ya familiar me recorrió la pierna y pude ver cómo uno de esos mugrientos soldados del Triplete había hincado su arma en mi muslo. Intenté devolverle el golpe, pero con Orgullo nervioso y sin parar de moverse, no pude hacer otra cosa que agarrar las riendas con más fuerza.

Pude ver entonces cómo la pequeña Codorniz caía y empezaba a desangrarse, lo que me hizo sentir nauseas. Entonces llegó la voz de la Soldado Akatsuki, alta y clara, ordenando la retirada.

Con un rápido vistazo pude ver que estábamos siendo masacrados. Una deshonra para La Compañía y una pérdida que no nos podíamos permitir a las puertas de una guerra. Por un momento pensé en bajar de Orgullo y recoger a Codorniz, pero los relinchos agonizantes de mi corcel, junto con el sentido común, eran más fuertes. Si bajaba de Orgullo el caballo saldría corriendo y moriría desangrado en algún lugar, además de que yo quedaría al amparo del enemigo con un pequeño cuerpo al borde de la muerte en mis brazos. No podía, no debía. Con un último tirón firme de riendas conseguí que Orgullo diese la vuelta y respondiese a mis órdenes, lanzándose al galope fuera del campo de batalla.

“Muertos, sangre, deshonra… Ojalá rezando la Diosa Oscura pudiese cambiar el desenlace.”

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13/01/2013, 12:33
Asesina.
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Cuando llegamos a la zona de combate me sorprendo ante el número de enemigos que no se esperan nuestra llegada. Se que son demasiados pero si actuamos bien podemos acabar con la mayoría antes de que se den cuenta de nuestra llegada.

Observo como algunos de mis compañeros, pocos para mi gusto, comienza a avanzar con sigilo al enemigo. Al principio pienso en quedarme con el resto de la compañía pero mis ansias de entrar en combate me pueden y me uno al grupo, siguiendo las órdenes del jefe de nuestro grupo.

Avanzamos con cuidado, ocultándonos entre los árboles, arbustos y piedras, caminando sigilosamente sin provocar apenas ruido. No me fío de mis aliados, al igual que ellos no se fían de mi. Hacen bien, confiar en otros la propia seguridad es un error.

Una vez alcanzada una posición desde la que atacar Caracabra y jabalí comienzan a acabar con nuestros estúpidos enemigos que no se han percatado de nuestra presencia. Por suerte, ya que si se percatan no tendremos escapatoria.

Pensando en esto último decido quedarme en la retaguardia del grupo y observo con frialdad la estupidez de los otros guerreros al adentrarse más y más en las filas enemigas. Estúpidos insensatos, serán rodeados y caerán uno a uno.

Me acerco con sigilo a uno de mis enemigos, recorriendo la corta distancia que nos separa con el arma preparada. Escucho su respiración, noto su calor, su sangre recorriendo su cuerpo que me suplica que la libere. Con rapidez desencadeno un golpe contra el enemigo que le abre un tajo en la espalda. Sin embargo cuando me dispongo a rematarle un golpe me paraliza y me hace caer el arma. Maldición, nos han descubierto.

Rápidamente me veo rodeada de enemigos que comienzan a tratar de acabar conmigo, atacandome conjuntamente con sus lanzas y cuchillos. Siento como algo me golpea la espalda pero no puedo detenerme y acabo con mi trabajo hincando mi machete en la cara de mi presa.

Sin embargo cada vez son más los que me rodean, más caras enemigas con sus afiladas armas lanzándose contra mi. Esquivo la mayor parte de sus ataques pero son demasiados. El frío acero se dirige con rapidez hacia mi pierna pero no puedo hacer nada, no tengo espacio para esquivarlo ni más brazos para lograr apartarlo de su trayectoria. Noto como se introduce en mi pierna y la sangre comienza a brotar.

Continúo con mi baile de esquivas y defensas, parando golpes y propinando a su vez algunos a mis enemigos, pero se que no voy a durar mucho tiempo. Mis compañeros luchan y caen en la lejanía mientras que el resto del grupo está fuera de mi vista. No tengo salvación ni posibilidades.

Pero moriré como una guerrera, luchando totalmente rodeada contra cinco, seis o siete enemigos -pienso sintiéndome orgullosa. Sin embargo un sentimiento de pesar comienza a nacer en mi pecho pues un guerrero que se deja rodear de esta forma no se merece honor ninguno. Por suerte no me da tiempo a digerir esta idea que envenena mi honor ya que nuevos golpes logran impactar en mi cuerpo y siento como la oscuridad lo envuelve todo.

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13/01/2013, 22:21
[RIP] Mentiroso.
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-Otro día más... Otra decepción...- Los ojos muertos de mi padre me miraban desde el cielo, y una voz, como el susurro del viento, me espetaba esas palabras que se me clavaban como la lanza que ahora tenía hincada en el hombro.

Lo que había sucedido lo ignoraba, ahora veía retazos de acciones, imágenes, sonidos...

Mientras la luz se extinguía a mi alrededor, mientras iba cayendo a un mundo de sombras, era más consciente de los segundos (sí, segundos) anteriores.

Son los momentos anteriores a la batalla, Peregrino da sus órdenes, me dan mala espina, pero no lo digo, en mi mente solo una sola idea: O vencer, o morir.

Primer ataque, puedo sentir los sigilosos movimientos de los asesinos, despedazando al enemigo poco a poco, como quién aplasta hormigas en su camino al hormiguero.

Vuelvo al presente, la forma armada que sostiene la lanza empuja más fuerte y el dolor me golpea el pecho como una coz de Orgullo, el caballo de Pelagatos. Lo miro, está más herido que yo pero aguanta firme, seguro, como un avezado guerrero.

De nuevo caigo en las sombras, ahora estoy parado veo como los enemigos han empezado a responder. Lombriz no ha terminado con su blanco, deduzco del movimiento.

Como un enjambre, una maraña de enemigos ha rodeado al grupo del rio, ahora están solos, a merced de lanzas y espadas, y no tardan en sufrirlas.

Las flechas de la Comandante han derribado a un enemigo, dando la orden para que nosotros, el grupo principal, ataquemos.

Peregrino es el primero, no se lo he dicho nunca pero lo respeto mucho, me venció de buena lid y ha demostrado que se merece estar donde está. Avanza derribando enemigos como briznas de hierba.  Pelagatos y Orgullo, con su inseparable Codorniz también han entrado en liza, varios campamenteros ya están enzarzados en combate, yo mismo lucho por controlar al camello, que parece que ha visto, mejor que nosotros, que esta era una batalla perdida.

La realidad me golpea ahora, rojo sangre, manando de mi cuerpo cual fuente de un oasis. Los ojos me tiemblan, y veo como Peregrino danza entre los cadáveres, y se pone a mi lado. Orgullo y Pelagatos han escapado. La comandante grita a retirada mientras reparte muerte con su arco. Por fin las sombras me engullen completamente y caigo al suelo, pero ese impacto no lo siento como tal, sino como el golpe de machete del primer enemigo que me da alcance en la batalla.

Me veo a mí lanceándolo con saña, pero es Buscasol quien le da muerte. Ahora tengo a Buscasol y Meera a mi lado. Veo como caen los reservas, como mis compañeros del rio empiezan a flaquear, oigo la voz de R’Gaa, agónica.

De pronto las dos campamenteras que me rodeaban saltan al combate junto a Peregrino.

La comandante da orden de retirarse, algunos empiezan a obedecerla, pero no Peregrino que se mantiene firme, sajando enemigos por la mitad.

Eso es suficiente para mi, cargo contra el primero enemigo que se cruza en mi visión, lo ensarto.

Siento el crujir de su cuerpo en la punta de mi lanza. Enajenado, ido, loco de ira, rujo como un león hambriento.

Giro la cabeza y la veo venir, la punta de la lanza que me ha llevado a este momento.

Dioses ayudadme

Sombras.
Solo sombras...

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15/01/2013, 13:00
Caracabra.
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Caracabra avanzo junto al resto de sus compañeros, siguiendo las instrucciones de Peregrino. El avance fue lento para hacer el menor ruido posible, la corriente de agua facilito el acercamiento. Avanzo pegado al suelo hasta que oyó la respiración de los guardias enemigos y su movimiento intranquilo. Podía ver su silueta detrás de los arbustos. Decidido, el jorobado, avanzo  con la lanza lista y ataco al bandido. Fueron precisos dos fuertes lanzazos para abatir al enemigo.  El primero directo al cuello, la laza atravesó sin problemas la carne, el segundo ataque fue más certero a la altura del esternón, el enemigo cayó al suelo sin hacer ruido. A su lado Jabalí, ataco a otro bandido con dos poderos ataques, este también cayó. El reto de enemigo no se percataron del ataque.

El jorobado volvió a avanzar entre los arbustos, hace gestos con el resto del grupo para atacar en parejas a un mismo enemigo. Se adelantó y ataco a otro enemigo, este era un Chacal, ya había combatido en varias ocasiones contra ellos, el ataque no fue mortal, alcanzo una de las piernas del enemigo. Espero que otro de sus compañeros le atacara, las dos lanzas de R´gaa falla el ataque y el herido grito.

En el campamento enemigo se creo gran confusión se oyen gritos y ordenes, el movimientos de cientos de pies. La distribución de los soldados enemigos fue perfecta, a pesar del caos inicial, aislando al grupo de los refuerzos. Poco después de la alerta se oye las órdenes de avance de las reservas y el grupo de apoyo.

Caracabra volvió a atacar el herido callo, y ataco a otro chacal, este fue rematado por Lombriz. El combate se volvió un caos, sus compañeros caían abatidos por las lanzas de los enemigos, no había escapatoria posible, el grupo estaba totalmente rodeado, Caracabra pensó que era su fin y lucho desesperadamente. Tras abatir a los dos enemigos que tenía delante, vio como una lanza le trataba de alcanzar por la espalda, el guerrero que la empuñaba era diferente, el jorobado se giró, a tiempo de ver como Asesina totalmente rodeada caía al suelo después de haber recibido innumerables atacas, un poco más a la derecha R´gaa luchaba con varios enemigos cerca del rio, el combate era totalmente desigual y al final también cayo abatida. El jorobado se centró en su nuevo adversario un fantasma, le ataco con saña, dos terribles ataques desgarraron la carne del fantasma pero este seguía en pie, sangrado por los cuatro costado pero aun sostenía la lanza en posición amenazante.

A lo lejos detrás de los arbustos oía los gritos del combate librado por los reservas, la única posibilidad que tenían de  salir vivos del combate, era que los reservas consiguieran romper las líneas enemigas.

El jorobado continuaba luchando, cuando de repente oyó el grito de Akatsuki “retirada”, ya no había posibilidad de salir vio del combate. Caracabra no sabia que hacer estaba rodeado y no tenia posibilidades de huir. Los enemigos empezaron a gritar que tiraran las armas, miro a su alrededor, los únicos que seguían en pie del grupo de avanzadilla eran Jabalí y él; y Jabalí parecía muy herido. El guerrero de la tribu de los Leones Hambrientos tiro sus armas al suelo, el jorobado lo imito. Podría haber seguido luchando y llevarse algún otro guerrero por delante, pero el jorobado no tenía ánimos, toda esperanza se había perdido. No trato de oponer resistencia cuando lo inmovilizaron,  una vez terminado noto las heridas del anterior combate. El guerrero estaba demasiado abatido para hacer nada.

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15/01/2013, 14:45
León Anciano.
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El combate era inminente, no había nada que hacer más que pedir a los antiguos que bendijeran el campo de batalla. León Anciano no durmió con tranquilidad esa noche, tal vez el combate no se había iniciado todavía, pero un gran escalofrío recorría su espalada llegando a sus pies. El día era largo y el combate corto, el numero del enemigo era abrumador como se esperaba. El viejo león ya no estaba para esos trotes, solo era leyenda, un mito. La batalla se libro luego de un error de sigilo, solo eso se necesitaba para alertar al enemigo, con gran estruendo y velocidad se armaron en filas, numerosos pies se alzaron a la voz de su comandante, pocas veces el viejo león había presenciado tal masacre, veía como caían los suyos por puñados de los enemigos el fragor de la batalla era para el agotador, sin sumar su estado de cansancio previo a la batalla.

En medio del combate León Anciano escucho lo que fue su salvación, pedían la retirada a gritos incansables. El viejo guerrero no hico más que golpear a un par de enemigos con su lanza para poder escapar, prefería estar muerto antes de ser tomado como prisionero. Corrió hasta que sus pies sangraron, sentía que su honor estaba quebrado y sin reparo nada de lo que pasara podría borrar de su memoria aquella trágica batalla.

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18/01/2013, 21:03
[RIP] Meera.
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Caminamos durante lo que parecieron largas horas. Ya está amaneciendo y se oye el sonido típico de un campamento, al parecer, el campamento enemigo está a pocos metros ya. Doy las gracias a los dioses puesto que en mi estado, otra hora más de caminata y no llego viva a la batalla. Debido a los fuertes dolores que padezco, mi andar es lento, lo cual me deja rezagada del resto. 

Gotas de sudor frío corren por todo mi cuerpo, no sé a ciencia cierta si es debido a mi estado físico o a los nervios que se anudan en todo mi ser. Mi andar es ruidoso, con lo cual permanezco inmóvil mientras mi tutor, junto con Caracabra, siguiendo órdenes, se acercan lentamente por el arroyo para acabar con el mayor número de enemigos posible sin ser detectados.

Algo falla, pues la batalla comienza y mis ojos no dan crédito al numeroso grupo de atacantes contra nuestras ajustadas filas de novatos y heridos. Lanzas y sangre caen por doquier, mire hacia donde mire hay cadáveres. Lentamente me muevo sin saber realmente hacia dónde ir. 

Tras un momento andando, veo una pequeña oportunidad de acabar con uno de ellos. Sin vacilar saco mi cuchillo y cargo con dificultad contra él. Mi falta de práctica, sumada a mi dolorido cuerpo, provocan que caiga de bruces al suelo sin hacerle apenas un arañazo, pero dejándome a su merced. Escucho la orden de retirada, pero es demasiado tarde para mi. Giro mi rostro y desde el suelo veo cómo mis compañeros comienzan a caer, uno tras otro, incluido Jabalí.

Intento levantarme con todas mis fuerzas para no deshonrar más a mi tutor, pero mi agresor no me lo permite. En ese instante, un fuerte golpe nubla mi vista y hace que caiga a plomo contra el suelo. Mientras la oscuridad se cierne sobre mi, una simple palabra se forma en mi mente.

-Perdón-.

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20/01/2013, 12:04
[RIP] Mentiroso.
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POST FINAL DE MENTIROSO.

Sombras... Sólo sombras...

Mentiroso cerraba sus ojos a la luz del mundo, para abrirlos a un mundo nuevo, este de oscuridad.

Una luz irrumpió de pronto en sus retinas, golpeándolo con la fuerza de cien martillos de las fraguas de Herrero.

-Esa luz... – Dijo - ¿es el sol?

No lo era, una lámpara portada por una oscura figura encapuchada, de manos pálidas, se dibujó frente a él.

Mentiroso se levantó del mar de sangre y pedazos de carne putrefacta que lo rodeaba. El aire fresco, frío más bien, le helaba el pecho y lo impulsaba a avanzar hacia la fantasmagórica figura que aguardaba frente a él, cual estatua marmórea de una gran civilización, tiempo ha, extinguida.

La figura, cuya capucha tapaba completamente su rostro, le tendió una mano huesuda y flaca. Mentiroso no la tocó, pero sintió el frío de las pálidas manos en su mismo corazón.

La siguió, recorrió los interminables senderos oscuros, preso, incomprensiblemente, de un deseo extraño: No tenía hambre, no tenía sed, pero aun así quería pararse a comer y a beber. Cuando llegaron a un claro se detuvieron.

El claro estaba iluminado por el resplandor de una fogata. Dos figuras, dos ancianos, se sentaban en cuclillas, las lanzas afiladas brillando siniestramente a su lado.

Por fin se detuvo Mentiroso. Frente a él los ancianos y la fogata, en la fogata, asándose, estaba un generoso pedazo de carne. Un barril repleto de un líquido dulzón esperaba a un lado del más encorvado de los viejos.

Pasaron uno, dos minutos.

O tal vez días.

O tal vez siglos

Por fin los viejos dijeron, al unísono, sin mover apenas los labios:

- Siéntate aquí, Zaid. Este ha sido tu sitio desde antes que nacieras.  Portaste tu maldición allá donde pusiste el pie.  Y nunca fuiste amado. -

Le tendieron la carne, le alcanzaron una copa llena.

- Come, bebe. Sacia con ello tus ansias, por siempre jamás. -

La carne era jugosa, el liquido bueno. Mentiroso terminó pronto con los dos. Aún así el deseo no cesó.

El primer anciano, se levantó y Mentiroso vio, por última vez, los ojos de su padre, el rostro duro azotado por mil vientos.

- Esta carne fue, en un tiempo, tu propia carne, hijo. Tú hermana, ahora esclava, habitaba esta carne que devoraste. Tu ambición, tu miedo, te devoraron a ti primero y ahora devoras la carne de aquellos a los que una vez pudiste llamar familia. -

El segundo anciano, seguidamente, se reveló como su tío. Con la voz dura y cansada le dijo:

- Lo que acabas de beber, Zaid, es la sangre que corría por las venas de tu prometida. Lo que daba calor a su cuerpo y le encendía el rostro a tu lado. La savia vital, antes libre, se marchitará en una vida forzada. Lejos de aquellos que la querían a causa de tus propios pecados. -

Mentiroso abrió la boca para hablar, más ningún sonido salió de ella, sus palabras se perdieron en el vacío. Pero su padre y su tío, ahora con las voces como truenos, le dijeron:

- Por siempre jamás, vagarás solo en este páramo oscuro. Acompañado sólo de tus miedos y rencores, de tus errores y tus faltas. Abre el corazón a la oscuridad perpetua del olvido. Derrama lagrimas muertas por las muertes que diste, por las vidas que segaste, por tu propia soledad. Por siempre solo, ya jamás Zaid, ya jamás Mentiroso, solo sombra serás y Sombra te llamamos. -

Y desaparecieron, hombres, fogata y claro.

Mentiroso se miró las manos y las vio desaparecer. Su rostro, su cuerpo y sus piernas se desvanecieron.

Como simple polvo al viento, el viento se lo llevó.

En el mundo de la Luz, en un campo de batalla, aún vibrante de la contienda, Mentiroso sintió el dulzón sabor de la sangre en su boca.

Como golpeado por un rayo, abrió mucho los ojos.

Jamás llegó a cerrarlos.

Polvo al viento.

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21/01/2013, 17:02
Triplete: Fantasma Irredento.
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- La batalla ha terminado en la mayor derrota de la Compañía Negra en años.

- R'Gaa, Meera y Mentiroso yacen muertos en el suelo donde cayeron. Aktatsuki y los Reservas también han caído. Así como Buscasol.

- Caracabra y Jabalí rindieron sus armas, mientras que Peregrino fue capturado a la fuerzas tras ser desarmado por el comandante enemigo.

- Asesina, Codorniz y Lombriz han sido heridos de muerte y agonizan en el suelo, sin recibir el menor cuidado o atención médica por parte de los vencedores. Si sobreviven de algún modo, será gracias sólo a la suerte y a su constitución física.

- Belleza, León Anciano, Pelagatos y Perdida han huido del campo de batalla, junto con Mogimba y Mongowa.

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22/01/2013, 19:51
[RIP] R'Gaa.
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La orden era de ataque inmediato. Ella, al igual que el resto, estaba tensa, nerviosa... Peregrino le acababa de mandar que R'Gaa y la pequeña Codorniz se adelantasen. Así lo hicieron, por la parte Este, junto al arroyo. A paso ligero se adentraron en la maleza. Sentía su respiración agitada, intentó calmarla puesto que lo último que necesitaban era que las descubriesen y las matasen a las dos, sin poder defenderse ni avisar a sus compañeros siquiera.

Se movía en total silencio, como un animal que está cazando: agazapada, aprovechaba cualquier escondite entre la maleza para poder ser totalmente invisible, y es así como se sentía.

Se acercaron poco a poco, sin ruido alguno. Desde su posición podía ver las fuerzas enemigas: un comandante noble del Triplete, diez exploradores de élite del Triplete, aquellos que había oído llamar Fantasmas Irredentos en alguna parte que no recordaba; contaba veinte bandoleros chondelorianos. Ninguno llevaba armadura ni escudo, por lo que podían tomarles por sorpresa. Aún nadie las había visto.

Sujetaba con fuerza la lanza de dos manos que siempre llevaba consigo, los nudillos estaban blancos de apretar el mango. Estaba nerviosa, siempre estaba nerviosa ante la batalla. ¿Saldrían victoriosos de esta? Aún no sabía si Sicofante seguía con vida, tenía que vivir para averiguarlo, para darle el beso que no había sido capaz de darle cuando tuvo ocasión. Rezó un segundo a los dioses y a los ancestros para que les protegiesen a todos, que no tuviese que curar a demasiados compañeros después de esta batalla. Eso significaría que pocos se hiciesen daño. Pero los enemigos eran muchos y con mucha más experiencia que ellos, que eran uno Reclutas recién ascendidos a Hermanos Juramentados. Además de los Reclutas que iban con ellos, que no eran más que aprendices que nunca habían luchado. Pero tenía que mantener la fe.

Relajó su cuerpo y comenzó a moverse, como una leona por la Sabana en la que vivieron poco antes y atacó a uno de los chacales. Con dos golpes consiguió matarlo sin que nadie se diese cuenta de absolutamente nada. Respiró entrecortadamente, con el corazón en un puño. Sentía la adrenalina correr por sus venas. 

Se volvió a meter entre la maleza y se acercó a uno de los enemigos que estaba cerca. Atacó con todas sus fuerzas, pero esta vez la intuición del hombre al que estaba atacando le había hecho reaccionar y había fallado. Entonces el hombre gritó:  ¡¡¡ALERTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA NOS ATACAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAANNN!!!

“No... no, mierda, me han descubierto”, pensó, y rápidamente se intentó apartar del hombre, pero antes de que hiciese nada, éste la había atacado y le había hecho una gran herida en el costado. Estaba sangrando, pero no pensaba morir, al menos no ahora. No era el momento del cambio. Tenía demasiadas cuentas pendientes...

Antes de poder defenderse, otro de los Chacales la atacó. Un tajo en la pierna, esta vez. Sentía entumecido el cuerpo, pero se negaba a dejarse vencer. Mordería, arañaría, haría lo que hiciese falta para salir de esa.

Se recompuso como pudo y atacó al Chacal que la había herido. Agarró con firmeza la lanza. La sangre corría por su costado, pero se sentía más fuerte que nunca. Le clavó la lanza en la tripa, la sacó de un tirón y se la volvió a clavar. El Chacal calló muerto al suelo. R'Gaa volvió a respirar, agitadamente.

En su mente todo había una disputa. Estaba matando hombres, pero esos hombres la estaban atacando sin piedad. Entonces ella tampoco tendría piedad. Aún así, no disfrutaba con aquello.

Escuchó como los compañeros de la Compañía estaban luchando por su lado. Se sentía agradecida porque los dioses los hiciesen llegar. Estaban tardando demasiado, y ella ya estaba herida, nada más empezar la batalla.

“Ojalá todo salga bien, no, todo saldrá bien. Lo sé. Lo siento...”

Pero no le dio tiempo a mirar hacia atrás siquiera, porque dos enemigos la atacaron. Uno de ellos impactó en su pequeño cuerpo provocándole graves heridas, mientras que el otro falló el ataque. Cada vez se sentía más ligera, como si la sangre que resbalaba por los cortes de su cuerpo pesase demasiado como para llevarla dentro, pero a la vez se sentía débil, febril, agotada...

Sentía la respiración de los dos atacantes rozando su piel. No dudó y atacó a uno de ellos y con un firme corte de lanza lo mató. Cada vez estaba más mareada. Atacó al otro que quedaba a su lado, que se había quedado inmóvil al ver su reacción aún estando malherida, pero éste la esquivó con una cruel sonrisa en la cara. Entonces, con un rápido movimiento de muñeca, le clavó la espada en el estómago.

Soltó un suspiro, y éste, creyendo haberla matado con ese único ataque, sacó la espada de su cuerpo dejándola caer. Tenía una sonrisa muy desagradable, dibujada en la cara. Nunca había visto nada así, parecía un demonio.

Cayó de bruces contra el suelo sintiendo como se desangraba. Pero ya no le dolía nada. Sólo deseaba cerrar los ojos e ir al sitio al que fue Malamente, a hacerle compañía, aunque ahora ya no le taladraría la cabeza con tonterías nunca más.

Ahora podía decirle que lo sentía ella misma, sin necesidad de ningún ancestro. Sólo sentía una cosa: no haber sido capaz de ser ella misma en los últimos tiempos. Los malos espíritus, supuso, penetraron en su mente y la hicieron actuar de extrañas maneras. Pero ahora lo que deseaba era paz, eso y darle un solo beso a su amado, al que tanto echaría de menos... Aunque quizás se llevase una sorpresa y se lo encontrase en el reino de los caídos.

R'Gaa tenía una única certeza. Murió con honor, sin huir de su destino, que era la muerte. Y lo aceptó. Cerró los ojos y se dejó llevar por la dulzura y tranquilidad de la inconsciencia.

Su corazón aún latía cuando uno de los Chacales se acercó al sangrante cuerpo de la muchacha y le clavó su arma por la espalda, arrebatando así el último aliento de vida que quedaba en él. Ésta no sentía nada puesto que su consciencia estaba descansando, lejos de ese plano, de ese mundo al que ya no pertenecía.

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22/01/2013, 20:41
[RIP] Codorniz.
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Era el momento de la batalla. Estaba nerviosa, era mi primera batalla, y se esperaba que lo hiciésemos bien. Era una misión muy importante encargada por el alto mando. Si lo conseguíamos… Si lo conseguíamos tal vez dejase de ser la pequeña ladronzuela huérfana a ojos de los soldados.

Las órdenes de Peregrino fueron claras y escuetas, cómo siempre que oía hablar al extranjero, cosa que no era a menudo. R’Gaa y yo debíamos guiar al resto del grueso entre las ramas. Miré a la exploradora algo tensa: ella tenía mucha experiencia haciendo estas cosas, era hermana de capa además… Yo era una recluta novata. La vi segura de sí misma y concentrada, cosa que me dio seguridad.

Convencida de la importancia de mi puesto, avancé cauta y en silencio. En cierto momento las órdenes cambiaron, cambiando mi posición al grueso. A R’Gaa la acompañaron otros miembros de La Compañía hasta una zona de matorrales cerca, demasiado cerca, del enemigo.

Las dudas me golpeaban en la cabeza. ¿Podría hacerlo? ¿Estaba preparada? ¿O era cómo me decían algunos, sólo una niña? Apreté mi daga con más fuerza mientras observaba las acciones de nuestro grupo avanzado.

Atacaron, uno tras otro, silenciosos y mortíferos. Una pequeña esperanza hizo llama en mi pecho, ¿podíamos conseguirlo?. Cayó uno, luego otro, otro… Pero la suerte terminó cuando uno de los enemigos no fue bien rematado a tiempo y la alarma cundió. Vi cómo el grupo avanzado salía de su escondite y empezaban a luchar, pero estaban rodeados. Después fue el turno del grueso de avanzar, y me paralicé mientras veía al resto luchar… Y morir. ¿Qué iba a hacer yo, pequeña y débil, y con tan sólo una daga cómo arma? ¿Cómo podía hacer algo de valor?

Mis piernas fueron más rápidas que mi mente y se movieron con rapidez junto a los reservas, que avanzaban a la batalla. Entonces llegó el enemigo, y los vi tan claros que no podía creerlo. Si alguna vez creí que podíamos ganar, mis esperanzas se desvanecieron. Eran decenas, decenas más que nosotros, pero parecían tan fieros, sin miedo a la muerte, que para mí se asemejaban a un centenar.

La carga del enemigo acabó con la mitad de los reservas en el primer impacto, y en un momento miedo busqué una cara amiga en la batalla. Cuando me giré vi como varios enemigos atacaban al caballo del que era mi tutor, y más allá… no veía demasiado con la montura, pero oía los gritos de la batalla. Agonía, dolor… pero también valor, rabia y ganas de sobrevivir. Sí, yo también quería sobrevivir. Pero no podía esconderme. Tenía que hacer algo.

Vi entonces un hueco, un enemigo que no parecía haberme visto, y avancé decidida a atacar. Mi daga cortó la carne, pero sabía que no estaba muerto. ¿Cómo iba a estar muerto con el ataque de mi daga? En cambio, yo había firmado mi sentencia de muerte.

“¿Desde cuándo eres tan estúpida, Codorniz?”

El enemigo al que había cortado no tardó en reaccionar abriendo una herida dolorosa en mi pequeño cuerpo. La sangre empezó a manar y yo la miré con desconcierto. ¿Cómo podía tanta sangre ser mía? Un nuevo pinchazo de dolor me sacó de mi momento de desconcierto. Había otro de esos bandidos sin miedo a mi lado. No le había visto, pero él a mí sí. Sin poder aguantar mi propio peso caí al suelo.  La tierra era dura y noté las piedras bajo cada centímetro de mi piel. La batalla continuaba, el metal, los gritos… Pero yo no podía moverme… Era cómo si mi cuerpo no fuese mío. Notaba el palpitar de mi corazón en las sienes, como un tambor que anunciaba lo inevitable. El sabor inconfundible a hierro de la sangre se asentó en mi boca y vi un charco de rojo escarlata que se formaba a mi alrededor. Mi sangre. No había duda. ¿Iba a morir? No lo sabía, pero estaba segura que pronto lo descubriría… La información era mi fuerte, después de todo.