Partida Rol por web

- Dedos ve con claridad a los Caimanes Negros, los que se acercan a la puerta que ella vigilan son mayormente mujeres y no combatientes, aunque muchas de las mujeres van bien armadas con lanzas.

- A lo lejos ve otro gran contingente dirigiéndose a la puerta Este, ahí van muchos guerreros, y entre ellos el Caudillo de los Caimanes Negros y su Chamán.

TENIENTE:

El Teniente es uno más de los muchos hermanos juramentados que a lo largo de toda la mañana han ido acudiendo al lado Occidental del poblado para felicitar personalmente a los Hostigadores por su participación en la batalla y para interesarse por el estado de sus heridos.

Está en ese momento en la calle cercana a la Puerta Occidental y delante de las chozas ocupadas por los Hostigadores.

- "¡Vaya, parece que ya están aquí nuestros patrones! ¡Soldados, hay que presentar un buen aspecto! ¡Por Pelotones, todos a formar!

¡Primer Pelotón, plaza central! ¡Cuarto Pelotón, plaza central!

¡Segundo Pelotón, Tercer Pelotón! ¡Calle principal oriental!

¡Hostigadores! Los que no estéis heridos formad aquí, ante estas dos chozas. Firmes, como si fuerais ya Soldados." -

Tras dar la orden, el Teniente se retira a grandes pasos hacia la plaza principal, en busca del Capitán y del resto del Estado Mayor de la Duodécima Compañía Libre de Khatovar.

Las órdenes del Teniente me pillan un poco por sorpresa. Miro alrededor pero no veo por ningún lado a Lengua Negra, así que me dirijo a mis compañeros.

-Ya habéis oído, formemos una fila delante de las chozas de los heridos.

Mientras me pongo en formación intento adecentarme un poco ajustándome el cinturón de tela que sujeta mis armas y quitando el polvo de la armadura, al menos el que no se ha quedado pegado por la sangre.
Parecía que nuestros empleadores habían venido a tomar posesión de su conquista y a pavonearse delante de los vencidos. Había que demostrarles que la Compañía Negra era temible antes, durante y después de las batallas. Nos ganábamos la vida con eso.

El resto del día había pasado tranquilo, sin mucho que hacer una ver arreglado el tema de los soldados enemigos muertos, por lo que pasar un rato charlando con la Soldado Divisora fue de agradecer, aunque tuvo que matizarle el hecho de que él no participó en esta batalla, y que todo había sido un buen trabajo de sus compañeros y el plan del líder de los Hostigadores, Lengua Negra.

Llega el Teniente el cual de una orden pide que las escuadras y nuestro grupo se coloque en formación. Y eso es lo que hace Sicofante, colocándose eso si en una posición secundaria dado el poco papel que había realizado en la compañía.

Rastrojo asintió a las palabras de R'Gaa.

Ya lo ves, Serpiente. No tienes amigos aquí. Además, ahora debemos formar...

Qué oportuno, salvado por las órdenes de un superior.

No dejaba de ser curioso que un asocial como Rastrojo dijese lo de que Serpiente no tenía amigos. Pero en fin, al final todas las tensiones se acaban con la vida marcial. El mestizo se cuadra para recibir a esos Caimanes Negros. El aspecto de su chamán es portentoso, así es cómo debería ser Rastrojo algún día, si no fuera porque hoy por hoy es como es.

Campaña continuaba eufórico cuando llego Dagotan, tanto que ni siquiera le había importado que el resto de los Soldados no le hubieran hecho caso. Al final había conseguido escamotear unas cuantas cosas, que había depositado en las alforjas que había recogido del carro. Campaña pensó que iba a dormir muy calentito con aquellas mantas y pasó un rato tocando el trozo de tela que había conseguido, era realmente suave y brillaba ligeramente con los rayos del sol.

Dagotan se plantó frente a él mirándole directamente a los ojos. Campaña interrumpió lo que estaba haciendo y le devolvió la mirada al Soldado. Tras unos instantes eternos en los que ninguno de los dos se movió ni un ápice, Dagotan por fin sonrió y palmeó la espalda de Campaña. El gigante sonrió satisfecho ante aquella muestra de aprobación mientras el Soldado se alejaba.

Campaña escuchó la llamada del Teniente y rápidamente se puso en marcha para formar junto al pelotón de Hostigadores.

- ¡Sí, Señor! - dijo Campaña y tras golpearse el pecho con el puño cerrado se colocó en el lugar indicado y se puso firme para recibir a los Caimanes.

En un momento dado, Ponzoña descubre a Serpiente en la choza de los cadáveres, cortándoles los dedos a los niños muertos.

Ponzoña prepara su mortífera maza de púas, lista para usarla contra el brujo y Serpiente comprende que ha llegado el momento de dejar en paz a los muertos.

Justo en ese momento llega la orden de formar.

SERPIENTE:

- Además de tu botín saqueado, has conseguido cortar quince pequeños dedos de niño.

- Comprendes que ha llegado el momento de dejarlo estar, pues varios de tus propios compañeros parecen cada vez más decididos a asesinarte.

- Serpiente ocupa su lugar en la formación. Se sacude distraídamente las sucias ropas oscuras y de repente toda la suciedad y las manchas de sangre se escurren por sus vestiduras. Igual que gotas de lluvia resbalando de una superficie de acero pulido.

Escupí al suelo dejando claro lo que pensaba de las idioteces de la k’hlata. No iba a resultar fácil encontrar a los míos sin ayuda de los que los habían movido de su sitio. A pesar de haber muerto sin heridas ahora estarían manchados de la sangre de sus compañeros, bajo las pilas en las que se amontonaban todos ellos.

Me encogí de hombros y di media vuelta; más adelante quizá tuviese tiempo para eso y otras cosas…

No me faltó razón. Después de pasearme por el poblado reconociendo los cadáveres que aun no habían sido “colocados”, conseguí un momento a solas con todos los cuerpecitos que habían guardado en una de las chozas. Todos guardaban silencio mirando al vacío con ojos muertos. Sus rostros aun guardaban las expresiones que habían tenido instantes antes de que sus almas hubieran sido violentamente arrancadas de sus cuerpos. Tan calladitos no se iban a quejar por lo que iba a hacerlos, no tanto como los vivos que estaban fuera.

Lamentablemente no dispuse de tanto tiempo como hubiese deseado. Poco después de comenzar, la alargada sombra de un fornido guerrero se extendió por el suelo. Entrecerré los ojos para descubrir a quién pertenecía.

- Ponzoña- musité.- Y su maza…- Sonreí.

Guardé el ensangrentado cuchillo y salí de la choza saludando al k’hlata con una inclinación de cabeza al tiempo que escuchaba la orden de que nos adecentáramos y formáramos. Para entonces la bolsita que pendía de mi cinto había comenzado a sangrar. Me encogí de hombros, tomé posición en la formación de hostigadores y sacudí toda la suciedad que pudiera haber en mis pertenencias con magia.

Attar oyó las ordenes del Teniente, y aunque estaba herido quería acudir. Sin embargo, en un alarde de sentido común poco usual, decidió que haría más bien a la Compañía reposando para reponerse.

Asi que volvió a tumbarse en el jergón, y miró al techo. En ése momento, reparó en una telaraña en una esquina de la choza, con su pequeña habitante intentando ampliar su hogar. Maravillado por la visión de los finos hilos, y como las delicadas patas de la araña los trabajaban, quedó tranquilamente tumbado, con una tenue sonrisa en el rostro y una gran atención en el pequeño insecto, ajeno a lo que pasaba a su alrededor.

Ojopocho se escurre como un gusano entre la gente, pasa desapercibido para muchos, incluso para muchos de los hostigadores quienes ya le conocen por su extremo sigilo a la hora de moverse. La palabra hostigadores le reclama, es el Teniente. Hace que el explorador acuda corriendo, aún con la cuerda bien tensada en su arco, aún con las flechas en un carcaj anudado por encima de su fajín y ligeramente inclinado para sacar las flechas con mayor facilidad en batalla. Con el pecho limpio de heridas pero alguna mancha de sangre (probablemente de toquetear heridos durante el saqueo).

Va junto a las dos chozas donde ha señalado teniente, ve entonces los regimientos de caimanes negros, que seguramente vengan para reclamar este poblado. El pueblo de los caimanes negros, quienes han ganado la infamia de saqueadores y profanadores en esta sabana, y ahora acuden a mercenarios para aumentar su fortuna y sus tierras, pensamientos de expansión y conquista, algo inusual en los pueblos K'hlata.

Para Ojopocho, era más que un orgullo formar ante los caimanes negros del lado de la Compañía, demostrar que el miembro que expulsaran es un buen guerrero, más allá del mal yuyu, y más allá de la maldición que sobre él pesa. Enseñarles, lo que ellos han despreciado, expulsándole a un destierro que le podría haber costado la vida, de no ser por la compañía, y su pericia personal. Agradecido de los años vividos en su pueblo, pero ahora mostrarles, que con su nuevo "poblado" es igualmente provechoso.

RECUENTO DE BAJAS Y HERIDOS:

- Bajas: Diez. Cinco muertos del Primer Pelotón y cinco del Segundo.

- Heridos: Dos docenas de heridos, en general de no demasiada gravedad.

- Los Pelotones Tercero y Cuarto fueron los menos afectados, pues mayormente atacaron a distancia con flechas y jabalinas.

- El Quinto Pelotón, Hostigadores, tuvo seis heridos, entre ellos uno de gravedad.

La llegada de los Caimanes Negros resonó en todo el poblado, e inmediatamente la Compañía reaccionó. A ellos se debía la actuación que habían tenido, y rápidamente fueron emitidas y obedecidas las órdenes por boca del Teniente.

Los Hostigadores debían formar, cual pelotón de ya soldados de la Hermandad, frente a las dos chozas donde los heridos eran atendidos. Matagatos, que había estado yendo y viniendo de una a otra, debía formar también. Khadesa estaba exenta de esa orden, (y también de la distinción que suponía), por ser simple civil. Así que se acercó a su hermano, para hablarle rápida.

-Yo atenderé en ambas chozas, ya que R'Gaa debe formar también. Si tengo algún problema vendré a buscarte. Ve, ve tranquilo.

A pesar de la dureza del día, del momento, sonrió ampliamente. Estaba cerca el momento en el que su hermano ascendería a Soldado. Y muchos de sus amigos, muchos de los Hostigadores, quizá todos. Al final, cruel o no cruel, la batalla se había decidido de su lado, y gracias a la espada y la fuerza de los Reclutas. La Quinta marchó hacia su tarea con la cabeza alta, orgullosa por ellos.

TRAGASAPOS:

- Tragasapos, uno de los cuatro Magos principales de la Compañía, llega al lugar donde están formados los Hostigadores acompañado de los Soldados Desastre y Lagrimita.

- Desastre lleva en brazos al Recluta Lengua Negra.

- Lagrimita lleva sobre el hombro al Recluta Mentiroso.

- Los dos Reclutas Hostigadores están inconscientes y ensangrentados.

El Mago se dirige a Matagatos, que está en la calle liderando la formación de Hostigadores en posición de firmes.

- "Matagatos, he encontrado a estos dos así como les ves, saliendo de un templo en llamas en el centro del poblado. ¿Dónde te los dejo?" -

Me aburría y estaba cansado de ver soldados pasar y dirigir sus felicitaciones al pelotón de hostigadores. Sólo habían luchado contra un puñado de críos. Además, vi pasar a algunos de los Hostigadores saqueando el poblado.

"Patético. Además de matar a unos criajos se dedican a llevarse mantas roñosas y otras mierdas. Simplemente patético."

El teniente llamó entonces a formar, así que hinchando mi pecho y mostrándome orgulloso, cómo cualquier soldado Oscura debería, me coloqué en la posición requerida.

Poco después aparecen unos soldados cargando a Mentiroso y Lengua Negra, ambos ensangrentados.

"¿Cuántas veces va a morir Lengua Negra en esta misión? - pensé sarcástico.

Miró con cara de asco a Serpiente cuando este escupió en el suelo y se dio la vuelta. Se encontró de cara con Matagatos, que le pedía que se hiciese cargo de la choza de los heridos leves.

-Claro. Me haré cargo de ellos.-dijo simplemente y miró significativamente a Sicofante a modo de despedida para después dirigirse hacia donde le habían indicado. 

Al llegar a la choza comenzó a curar las heridas de sus compañeros, que pronto ascenderían como Soldados, limpiándolas con agua suavemente, intentando no hacerles daño. Estaba ensimismada y se dedicó a los cuidados de los muchachos sin hablar apenas. Cuando les llamaron para formar no supo que hacer. Su superior le había ordenado que se quedase con los enfermos, y los superiores de su superior le estaban mandando formar. Decidió esperar a que alguien viniese a tomarle el relevo, o a decirle simplemente que podía marchar.

Para Loor la situación de ser atendida por uno de sus compañeros debido a las heridas o la enfermedad se estaba volviendo demasiado común y eso le molestaba profundamente aunque también comprendía que en la vida de un guerrero las heridas después de una batalla eran lo más normal del mundo y afortunadamente en este caso las suyas no revestían demasiada gravedad. Pero graves o no debían de ser lavados y vendadas ya que en más de una ocasión había visto a compañeros de su tribu que tras recibir un simple rasguño habían sufrido fuertes fiebres así que cuando R'Gaa se dispuso a lavarle las heridas no puso ninguna objeción – Gracias por tu ayuda - le dijo agradecida aunque sabia que la mujer solo hacia lo que le habian ordenado.